Ch XV. Decisions


Ch 15. Decisions

- ¡¿Tengo que pelearme contigo todas las mañanas por lo mismo?!- le gritaba Ryou a su yami- ¡¡levántate!!

- ¿Qué caso tiene?- refutó Bakura haciéndose una bola entre las cobijas, dejando su rostro apenas asomarse

- Ya pensaré en algo

- No insistas, dije que no vale la pena. Nada de lo que tratas funciona; desde hace una semana Yugi dejó de dirigirte la palabra, ¿Cómo puedes creer que aun tienes una oportunidad?

- Aunque Yugi me esté evitando sé que aún puedo hacer algo por ti

- No puedes ayudar, deja de insistir mocoso

- Puedes decirme mocoso si quieres pero al menos yo lo estoy intentando, no soy como tú... no soy un cobarde. Sólo los cobardes se rinden tan fácil. Puedes dejar de luchar por Atem si lo deseas, pero eso sólo demuestra que él no estaba equivocado, en verdad no lo amas- Bakura ya no respondió. En ese instante Ryou comprendió lo duras que habían sido sus palabras- Bakura, discúlpame, no debí...

- No importa. Tienes razón después de todo- Ryou vio cómo una lágrima resbalaba por la mejilla de Bakura, haciéndole sentirse peor

- Aún podemos hacer algo

- No quiero meterte en más problemas, por mi culpa perdiste a uno de tus amigos; tengo que hacer esto solo

- Prometí que te ayudaría y lo que voy a hacer. Trata de animarte, ¿sí?- le dio unas palmaditas en su espalda- Vamos a salir un rato, seguro que eso te animará un poco.

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Caminaron sin un rumbo en particular por el centro de la ciudad, Ryou hacía todo lo posible para animar a su yami, mas su plan no estaba funcionando del todo; Bakura aun seguía con la mirada baja, sin decir nada. Al pasar cerca de una tienda, el mayor paró de repente, algo había logrado captar su atención. Ryou se asomó curioso a ver qué provocó tal reacción, y al ver por la ventana, notó que unos chicos dentro jugaban duelo de monstruos.

El menor no pudo evitar sonreír, por fin algo había logrado animar a su yami después de todo lo que había pasado. Decidió ir a una tienda cercana a comprar alguna golosina para que Bakura siguiera contento, pero al mirar momentáneamente al otro lado de la acera, vio pasar al faraón con Yugi justo cuando éste último se le colgaba del brazo, con una gran sonrisa en sus labios.

- No creí que fueras tan egoísta Yugi- susurró para sí mismo, mirando a ambos tricolores con cierto rencor

- Ryou- le habló Bakura por la espalda, sacándolo de sus pensamientos ¿Qué estás mirando?- el mayor quiso ver lo que su luz, mas éste lo tomó de la barbilla para evitarlo

- Nada importante. Mejor vamos por unos dulces, ¿Quieres?- metió a su yami en la tienda sin soltarle el rostro hasta que Yugi y su yami se fueron del sitio; no quería que Bakura perdiera la esperanza nuevamente.

Pasaron fuera toda la tarde, y cuando los indicios de la noche se notaron en el cielo, regresaron a casa. Lo primero que hizo Bakura al llegar fue tomar su bolsita repleta de chocolates y tirarse en el sofá a ver televisión; mientras que Ryou se dirigió directamente al teléfono y marcó en éste el número de la casa de Yugi.

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Mientras, en casa de Yugi...

Yugi abrió la puerta y entró con su yami tras él, Yugi llevaba una bolsa de papel con algunas provisiones que le había encargado su abuelo. Toda la casa se hallaba oscura y en silencio, por lo que supuso que su abuelo había salido; tomó rumbo hacia la cocina, y en ese momento sonó el teléfono, lo sorprendió tanto que dio un pequeño salto por el susto y terminó por tirar algunas cosas de la bolsa. Se agachó para recoger las cosas, pero al hacerlo todo el contenido de la bolsa quedó en el suelo

- Que torpe - se dijo a sí mismo mientras se agachaba a recoger las cosas

- Espera, yo te ayudo- el faraón también se inclinó y juntos recogieron todo, volviéndolo a introducir en la bolsa; y aunque el teléfono seguía sonando, los dos se habían olvidado de eso hace mucho. Se quedaron sentados en el piso, mirándose el uno al otro, y sin poder evitarlo, el deseo de sentir los labios del otro se apoderó de ellos.

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- Qué extraño, ¿Por qué no contesta?- se quejó Ryou aun pegado al teléfono. Decidió que lo mejor sería desistir por esa noche, era obvio que Yugi no iba a contestarle- [Tengo que hablar con Yugi, y tiene que ser lo más pronto posible]- se decía tratando de pensar una solución. Fue a la sala, aun sumido en sus pensamientos, y se sentó al lado de Bakura.

- ¿Qué tal te fue?- le preguntó Bakura al verlo junto a él

- Es inútil, Yugi no contesta, debe haber una forma para...- se quedó callado, una nueva idea le había venido a la mente- [¿Y si... lo mejor para Bakura es olvidar al faraón?]- seguía meditando sin quitarle la vista al mayor; y por un momento su mente fue invadida por un pensamiento

"Debería dejar que Bakura se quede conmigo"

Pero sabía que no era lo correcto porque, aunque fuera doloroso, su yami amaba al faraón; no era justo para ninguno de los dos

- ¿Pasa algo?

- No, sólo pensaba- al ponerle más atención al programa que su yami veía, se le vino a la mente una idea- ¡Ya sé que hacer para reunirte con Atem!

- ¿Qué? ¿De qué se trata?

- Si te lo digo te negarías a hacerlo.

- ¿Pero qué hago?

- Sólo asegúrate de despertar temprano, si es que quieres que mi plan funcione...

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Yugi apretaba sus ojos con fuerza mientras unos débiles espasmos invadían su ser cada vez que sentía las manos de su yami recorrerle de pies a cabeza. El menor se encontraba sentado sobre su cama, prácticamente desnudo, con el faraón acariciándolo y besándolo por todas partes. Atem llevó su mano hasta la entrepierna del otro, tratando de llegar un poco más allá de la única prenda que aún traía puesta, pero éste lo detuvo con una mano.

- ¿Quieres que me detenga?- preguntó en murmullo acercándose a su oreja

- No es eso...- el mayor levantó su mirada, confundido. Al verle la cara, pudo notar enseguida el rubor en sus mejillas y la inocencia en sus ojos, se veía tan adorable- lo que pasa es... no quiero que lo hagas si... si no sientes nada por mí...- el faraón le sonrió y colocó un pequeño beso en su mejilla, para después volver a mirarlo

- ¿Crees que si no sintiera algo, lo estaría haciendo?- se inclinó una vez más, esta vez para besar sus labios- te amo Yugi- al escuchar esto, el mencionado se llenó de una alegría inexplicable, atrajo a su yami hacia él para besarlo desesperadamente, mientras el mayor lo recostaba lentamente sobre la cama...

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La alarma del despertador resonó por toda la habitación de Yugi, por lo que éste se levantó, aun con los ojos cerrados y por instinto apagó el aparato y se volvió a recostar, abrazando a su yami con todas sus fuerzas.

- ¿No vas a ir a la escuela?- le preguntó el faraón acariciando lentamente su cabellera, obligándolo a abrir sus ojos y a mirarle; Yugi sólo negó con la cabeza

- estoy muy cansado- dijo perezosamente, acercándose al faraón lo más que pudo; Atem correspondió el abrazo, palpando de vez en cuando su espalda. Yugi empezaba a quedarse dormido nuevamente cuando escuchó que alguien llamó a la puerta

- ¡Yugi!- le gritó desde el otro lado de la puerta su abuelo, sin dejar de golpear la misma- ¡Yugi, hijo; se te hace tarde para escuela!- al tricolor se le fue el sueño cuando vio que la perilla giraba lentamente. Lo único que se le ocurrió en esos momentos fue recostar a su yami y cubrirlo con las cobijas. La puerta se abrió por completo; Solomon se preocupó al ver el pálido rostro de su nieto- ¿Yugi, te sientes mal?

- No abuelito, estoy bien- respondió nervioso revolviéndose los cabellos

- De todos modos, pienso que es mejor que hoy te quedes en casa. Te ves algo tenso, mejor te dejo descansar- Solomon empezó a cerrar la puerta con lentitud, por lo que Yugi no pudo evitar suspirar aliviado- Por cierto...- dijo volviendo a entrar al cuarto de su nieto, Yugi volvió a cuadrarse- Voy a la tienda a comprar algo de leche para el desayuno, cuídalo bien faraón...- le sonrió pícaramente, provocando que su nieto se sonrojara. El aludido salió de su escondite y se despidió de Solomon con la mano, después volteó a ver a su luz, quien tenía una cara de timidez y susto al mismo tiempo

- ¿Yugi, estás bien?

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- Después de todo mi abuelito lo sabía- se dijo en susurro mientras preparaba el desayuno. Sirvió la comida y se sentó a esperar- ¡Yami, el desayuno!- gritó desde su sitio

- ¡Ya voy!- respondió el mayor desde la habitación, aun no terminaba de arreglarse. Unos cuantos segundos después se escuchó el timbre de la casa

- ese debe ser Joey- Yugi se levantó de su lugar y se dirigió a la puerta- Mejor le digo que hoy no voy a poder ir- al abrir la puerta, la persona del otro lado lo cogió del brazo y echó a correr, con Yugi tratándole de seguir el paso- ¡¿Qué estás haciendo Ryou?! ¡Suéltame!- le ordenó al peliblanco mientras seguía corriendo tras él para no verse arrastrado por toda la ciudad

- No, tú vienes conmigo- profirió Ryou con su respiración agitada- Necesito que hables con alguien.

Siguieron corriendo hasta que llegaron a casa del albino, y una vez los dos adentro, Ryou cerró la puerta con llave para asegurarse de que Yugi no se fuera. Ambos trataron de recuperar el aliento respirando profundamente. Una vez más descansados, el albino fue a su cuarto, dejando a Yugi en el pasillo.

- ¡No quiero!- se escuchó a Bakura quejarse desde la habitación de Ryou

- ¡Ya te dije que es mejor decírselo, ven acá!- una gotita resbaló por la frente de Yugi al escuchar la pelea entre ambos albinos. Después de unos minutos, Ryou regresó arrastrando a Bakura con él

- ¿Por qué me trajiste Ryou?- reprochó el tricolor mirando celosamente a Bakura

- Yugi, hay algo muy importante que tiene que decirte Bakura, escúchalo; después de eso te puedes ir, ¿De acuerdo?

- No

- Por favor Yugi, sólo te pido que lo escuches, sólo eso.

- Muy bien, pero que sea rápido

- Gracias. Anda Bakura, dile lo que me contaste- Bakura suspiró profundo y poco a poco, comenzó a narrarle a Yugi su versión del pasado, no dejando escapar ningún detalle.

- ¿De verdad esperan que les crea?- dijo desafiante el tricolor, cruzando los brazos- es obvio que Bakura sólo quiere seguir atormentando a Atem... no le creo nada y no voy a dejar que se acerque a él

- Por dios Yugi, ¿qué motivo tendría Bakura para seguir molestando al faraón en esta época?

- Lo único que le interesa a la mente torcida Bakura es lastimar al faraón y no lo voy a permitir...

- Yugi, tan sólo mira a Bakura, ¿Crees que de verdad miente?- Yugi observó más detenidamente al mayor y se sorprendió mucho; podía ver en su mirada lo que sentía por Atem... y eso terminó por hacerle sentir un gran dolor en su pecho

- Si es verdad lo que dice, entonces... [¿Qué he estado haciendo?...]- Yugi no pudo evitar llorar, se sentía tan arrepentido

- Sé que es una historia muy triste Yugi, pero...

- Mo lloro por eso...- le interrumpió el tricolor aun con lágrimas en sus ojos

- ¿Y entonces?- el más bajito haló a Ryou al otro lado del pasillo para asegurarse de que Bakura no escuchara, después le susurró al oído algo al peliblanco, quien enseguida se puso rojo

- Tranquilízate Yugi, sólo hacías lo que tu corazón deseaba- le decía Ryou aun rojo, tratando de alentarlo- Creo que es tiempo de escucharlo una vez más; debes elegir qué es lo mejor para el faraón... lo decisión es tuya...

***************

Yugi regresó a su casa, aún cabizbajo, se encontraba tan confundido que no sabía qué hacer. Por un lado, amaba a su yami y deseaba que se quedara con él, pero por el otro, muy en el fondo de su corazón, algo le decía que era mejor que Atem se quedara al lado de Bakura. Al entrar a su casa, se recargó en la puerta y miró al techo, como esperando a que éste le diera una solución.

- ¡Yugi, aquí estás!- habló una voz junto a él, al mirar hacia enfrente se encontró con su yami- ¿Por qué te fuiste sin decir nada? Me preocupé mucho...

- lo lamen...- sus palabras se vieron interrumpidas por un beso, inmediatamente Yugi se olvidó de todo lo que había hablado con Ryou y sólo se dedicó a disfrutar aquel momento.

La mañana transcurrió tranquila, y por la tarde siguió siendo igual. Al terminar de comer, ambos tricolores fueron a la sala a disfrutar de una película estando al lado del otro, pero pronto la película fue lo que menos les importó. Comenzaron un excitante juego, primero con besos, y después con caricias; Yugi rápidamente se posicionó sobre su yami, esta vez quería ser él quien tomara la delantera. Besó apasionadamente al faraón mientras que éste recorría su espalda.

- te amo Atem- dijo sutilmente, bajando hasta el cuello de su yami para refugiarse en éste

- ya también te amo Bakura- cuando el faraón se dio cuenta de lo que acababa de decir, abrió sus ojos de golpe, encontrándose con el devastado rostro de su luz, con sus ojos empapados en lágrimas.

- Idiota- profirió Yugi antes de levantarse, para luego correr a su habitación, mas Atem lo detuvo cogiéndolo del brazo

- espera Yugi, no quise...

- ¡¡Dejáme!!- le gritó y se soltó. Después de eso, se encerró en su habitación

- ¡Yugi, déjame explicarte! ¡¡Abre!!- le llamaba desesperado el mayor, golpeando la puerta- ¡¡Yugi!!- el faraón quedó de rodillas frente a la puerta, y lentamente, las lágrimas comenzaron a correr por su rostro también.

****************

Por la madrugada, Yugi tomó el teléfono y marcó un número; lo acercó a su oreja y esperó a que contestaran

- ¿Quién es?- habló Ryou desde el otro lado de la línea

- Soy Yugi...

- ¿Yugi?... Son casi las dos de la mañana, ¿Qué pasa?

- Ryou, ya sé qué debo hacer...

Continued...


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