𝟎𝟎𝟖
Llevaban mucho tiempo caminando, sus pies ya dolían, pero debían de seguir el camino indicado si querían llegar lo antes posible al lugar.
—Me duelen los pies —susurró Stevie.
—Descansemos un poco —sugirió la rubia sentándose.
El menor se sentó al lado de la hija de Apolo, listo para acurrucarse a su lado. El zapato de la chica estaba desatado y antes de que ella pudiera atarlo, el dios se puso de rodillas frente a ella y lo ató él bajo la mirada de los mestizos.
—Gracias, Connie.
—De nada, solecito —exclamó guiñándole un ojo para luego sentarse del otro lado del niño.
Sus ojos se cerraron y unos acurrucados contra otros se dejaron caer en el sueño. Un gruñido los hizo sobresaltarse y ponerse de pie rápidamente. Una bestia de gran tamaño y de frondoso pelaje estuvo frente a ellos, gruñendo fuertemente sin apartar sus tenebrosos ojos de ellos.
La primera en reaccionar fue Taylor, quien no dudó en disparar sus flechas al animal. Stevie tomó su arco y apoyó a la rubia en el ataque, Conrad invocó su tridente y acercándose al monstruo lo clavó en su pierna haciéndolo jadear.
—¡Connie! —gritó Taylor al ver como el dios era arrojado lejos por el monstruo.
Conrad aún no sabía usar sus dones muy bien, era muy joven para saber dominarlos sin lastimar a alguien y ahora sus poderes serían de mucha ayuda, pero temía herir a los mestizos.
El don de Apolo se presentó en Taylor y con sus manos invocó un rayo de luz, sus cabellos amarillos brillaban con ligeras hileras de rastros dorados, era como ver un espejismo. El niño no reconocido alzó su arco y de manera certera incrustó sus flechas en los ojos dela bestia, pero el animal no dudó en arañar el cuerpo del pequeño con sus garras, haciendo a Taylor gritar y correr en ayuda del niño, recibiendo también rasguños.
—¡Hey! —llamó el dios completamente enojado, no iba a permitir que nadie lastimara a su seres queridos.
Lleno de ira, usó sus dones, invocó el poder de su tío Hades y del suelo aparecieron almas que sostuvieron fuertemente el cuerpo del animal para que el niño pudiera atacar con su tridente, sus movimientos eran certeros y duros, la sangre corría por todos lados. Taylor y Steve observaban la belleza del castaño, era como ver a la perfección encarnada, la ligereza y los gestos del dios demostraban que el era alguien superior entre los mortales. La habilidad de su madre de invocar los dones se le había otorgado, pero a diferencia de ella, él solo podía invocar uno a la vez.
El padre divino de Stevie miraba todo, o más bien su madre. La diosa Artemisa había enviado al niño a esa misión con la esperanza de que muriera y el rastro de su error fuera eliminado o en caso de que lograra cumplir la misión destruiría el secreto de la gema y todo quedaría solo para ella.
—Conrad —llamó el niño a su hermano indicándole que se alejara porque por primera vez sus dones se hicieron presentes y lobos salvajes se abalanzan contra la bestia arrancando pedazos de su pelaje.
Sin dudarlo, el dios clavó su tridente en el corazón del monstruo.
En el Olimpo todos miraban a la diosa pensando en que esta había ayudado al heredero del Olimpo, pero esta en su interior moría del miedo de que notaran que había sido su hijo. Pero la mestiza y el dios sí que lo habían notado.
Stevie era hijo de Artemisa.
—Todo estará bien —indicó la rubia, sacando medicinas de su maleta y curando los arañazos del pequeño sin hacer preguntas.
Conrad se reunió con ellos y acarició el cabello del niño, orgulloso de que pudiera mostrar sus dones, pero furioso de que Artemisa lo haya enviado a esta misión, él ya había descubierto el plan de la diosa.
—No debemos decirle a nadie de esto, tu don es un secreto —dijo el dios en susurros al niño.
Ambos asintieron y ahora Conrad tomaba la tela y con cuidado limpiaba las heridas en el blanco abdomen de la chica.
—Descansen un poco y luego iremos al lugar, estamos muy cerca.
El dios recostó a ambos en su pecho y los abrazó con fuerza, tenerlos en sus brazos a salvo, lo hacía sentirse más tranquilo. La mano del dios acariciaba el cabello de ambos y el corazón acelerado del dios era escuchado por la rubia que no dudó en dar caricias en el pecho del chico. La idea de que debía arriesgarse y confesar su amor cruzó por la mente de ambos jóvenes.
🔱☀️🔱
Rumbo a su destino no encontraron más monstruos, pero al llegar a un templo raro, un gran animal de piedra habló. Era imposible que pudieran moverse y cada que lo intentaban el camino parecía hacerse más largo y frente a sus ojos la gema relucía en el centro.
—La única manera de que puedan lograrlo será diciendo tres secretos, aquellos más profundos y secretos, esos que están enterrados en su corazón —habló la estatua.
El miedo recorrió el cuerpo de los tres con sangre divina. Los secretos revelados daban mucho miedo.
—Siempre me acuesto preguntándome quién es mi padre o madre —habló el menor, pero la estatua negó y el camino se alargó más, pero unas piezas cercanas a él desapareció.
—Me olvidaba, si no son sinceros su camino se alargará, pero una pieza se eliminará, muchos errores y caerán a la nada.
Conrad y Taylor miraron asustados al niño, la pieza había sido muy cercana y temían que el cayera.
—Yo... —inició el dios con miedo —. Amo a Taylor, me gusta mucho, pero tengo miedo a no ser suficiente para ella, se merece un amor tan intenso como el de mis padres y no sé si yo podré igualar eso.
La estatua asintió y el camino se acortó, la pieza cercana a Stevie volvió a aparecer.
Taylor miró al chico con los ojos llenos de sorpresa y cariño.
—Yo temía a expresarle mis sentimientos a Conrad porque pensé que el no sería capaz de amar a alguien tan normal como yo cuando podría vivir su vida junto a los dioses igual de grandiosos como él.
Todos posaron su mirada en el pequeño que dudaba si decir su secreto, no quería ser mirado raro o que sintieran pena por el, había pasado años viendo la pena en el rostro de todos.
—Tengo padres adoptivos que me quieren, pero yo siempre he visto y querido a Taylor y Conrad como mis padres, ellos son quienes me han amado desde el primer momento y los veo como aquello que se me fue negado.
El cariño inundó los ojos de los jóvenes y cuando al fin el camino se acortó por completo y su cuerpo pudo volver a moverse, ambos corrieron a abrazar al pequeño fuertemente.
—Creo que ambos te vemos como un hijo, Stevie —dijeron al unísono abrazándolo más fuerte.
—¿Entonces ya estarán juntos y se besarán?
Ambos chicos se vieron sonrientes.
—¿Qué dices, solecito? ¿Me permites poder decir que tengo el honor de ser tu novio? —preguntó el dios.
—Sí —respondió la rubia para luego ser atraída hasta el cuerpo del castaño, donde él no dudó en besarla bajo la mirada feliz del menor.
Los dioses celebraban que al fin ambos se confesaban su amor y que la misión haya salido bien.
¡Hola, corazones! Finalmente, Conrad y Taylor están junto, Stevie los ve como sus padres y los dioses celebran la unión. Este fue el último capítulo, el próximo será el epilogo y todo habrá terminado para esta historia.
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