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Los tres hacían sus maletas listos para marchar al lugar donde se supone que se encuentra la gema. Lynette y Percy estaban frente a ellos, ansiosos, temían que los tres se lastimaran.

—Cuídense, no duden en defenderse —dijo Percy abrazando a cada uno.

—Lo lograrán —exclamó Lynette besando las mejillas de la rubia y su hijo.

La diosa se arrodilló para estar a la altura del pequeño.

—Eres valiente y excepcional, lo harás bien, cariño —. Abrazó fuertemente a su hijo, aunque lo consideraba más un nieto.

Lynette había dejado su bendición en los tres con la esperanza de que anda malo les ocurriera.

—No puedes teletransportarlos al lugar, corazón, Artemisa dijo que deben ir de manera humana, él necesita hacer eso para lograrlo.

Su hijo asintió y con un ultimo abrazo marcharon del lugar.

Luke, Clarisse, Annabeth, Grover, Eros, Apolo e incluso Dionisio estaban ahí para despedirlos. Querían que ellos estuvieran a salvo. El campamento los despedía esperando volver a ver a esos tres que siempre lograban sacarle una sonrisa a cualquiera, en ese momento la alegría del campamento mestizo se estaba marchando rumbo a una misión.

—Lo lograremos —declaró Taylor.

—Si ustedes están conmigo juntos, sé que es verdad —respondió Stevie tomando las manos de ambos jóvenes.

🔱☀️🔱

Los tres se encontraban en el auto de Amelie Gold, la rubia había acudido al llamado de su hija, apenas esta le explicó la situación. Amelie dejó el auto para que los tres pudieran ir a donde necesitaban luego de que le prohibieran acompañarlos por lo peligroso que era. El auto era conducido por Conrad, a su lado de copiloto estaba Taylor y en los asientos traseros estaba Steve recostado a punto de dormirse.

—Estará bien, no dejaré que nada le pase, nunca permitiría que alguien los lastime —prometió el castaño al ver la mirada preocupada de la rubia en el menor.

Taylor miró al chico aún con preocupación.

Conrad tomó la mano de la chica buscando reconfortarla y al mismo tiempo para reconfortarse a él mismo, porque aunque no pareciera, él también moría de miedo de que algo malo le pasara a los dos mestizos que lo acompañaban.

—Eso espero —dijo la rubia sin soltar la mano del castaño, se sentía a salvo cada que su mano sostenía la del dios.

Las horas pasaron y la noche estaba llegando.

—Despierta, Stevie —exclamó Taylor acariciando la mejilla del menor —. Vamos a comer algo.

El menor abrió sus ojos lentamente y aun dormitando asintió. Conrad sonrió por la escena y sin dudarlo tomó al castaño en sus brazos para luego entrelazar una de sus manos con la de su solecito.

—Buenas noches, nos gustaría una mesa para tres, por favor —pidió el dios a la mujer de la recepción.

La pelirroja examinó a los tres presentes, pero su vista se detuvo más tiempo en la rubia para mirarla despectivamente y sin ningún tipo de pudor sonrió coqueta al castaño.

—Por supuesto, guapo —dijo coqueta jugando con su cabello.

En ese momento los ojos entrecerrados de Stevie se posaron en el nerviosismo y tristeza de su querida Tay, así que no dudó en ponerse recto, no sin antes soltar una breve palabra que hizo que la otra mujer se quedara en blanco.

—Papá —susurró Stevie acurrucándose en el dios.

Conrad miró con una sonrisa dulce al niño.

—Me alegra que despiertes, campeón, es hora de que comamos.

El menor fue bajado por el castaño al oír su petición de querer ir donde la rubia.

—Ve con mamá —dijo el dios, saboreando esas palabras, imaginar que los tres eran una familia, lo hacía sentirse en lo más alto de todo.

La mujer les indicó donde sentarse y eso hicieron. Reían mientras hablaban a la espera de su comida, quien los viera vería el escenario de una familia joven, pero que sin duda alguna se amaban.

🔱☀️🔱

—Tenemos que ir por el bosque —indicó la rubia a los chicos —. Creo que será mejor dejar el carro aquí y decirle a mamá que venga a buscarlo.

—O puedo enviarlo hasta tu casa.

La rubia le sonrió al chico.

—Gracias, Connie.

El dios hizo lo que prometió y tomando las mochilas se encaminaron al bosque, sus armas pasaban desapercibidas por los mortales, pero ellos las mantenían cerca, después de todo su lado divino atraería a monstruos.


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