xvii. the head man

xvii.
( the head man )

SKYE ESTABA MUY nerviosa. Más que nerviosa, estaba que se moriría en cualquier segundo. La temporada de exámenes le había caído de golpe encima y recién se estaba recuperando de lo estresante que había sido el presentar un examen diferente todos los días de dos semanas enteras, sobre todo cuando Luke recién había salido de la enfermería y se había puesto completamente serio con eso del estudio. Por no mencionar que seguía bastante enojada con Harry Potter, así que su tiempo en la biblioteca era solamente para buscar los libros que Luke le había pedido. Era estúpido, sí, pero siendo Harry el mejor amigo de Hermione, siempre se encontraba en la biblioteca estudiando. 

Tampoco se había atrevido a entrar sola, puesto que sabía lo suficiente del niño que vivió y sospechaba que no la dejaría en paz hasta que entendiera todo el tema de la magia sin varita. A Skye no le gustaba sobresalir en lo más mínimo, le gustaría pasar desapercibida por completo, pero las cosas nunca parecían querer salir a su favor, sobre todo siendo una Carstairs y no cualquiera, sino la hija de Juniper Carstairs como si fuese poco.

«—Tenía mi varita en la mano, Harry —se había defendido Skye, cuando los dos se habían puesto de pie. Harry había negado con la cabeza varias veces, un poco frustrado.

—Sé lo que vi, Skye.»

Y aquella era la verdadera razón por la que le ponía de los nervios el siquiera pensar en lo que había sucedido en el Bosque Prohibido. Claro, había sido bastante difícil mantener a sus amigos alejados del tema, pues tanto Luke como Susan deseaban saber que había sucedido en el castigo, aún más cuando Neville contó su experiencia con pelos y detalles, solo porque sus amigos se lo habían pedido, en realidad a él le ponía los pelos de punta el siquiera pensar en lo que había sucedido allí. 

Entonces, Skye no solo estaba con los nervios a flor de piel por el hecho de que Harry había dicho que había hecho magia sin varita y Skye sabía que solo magos muy poderosos podían hacer aquello, sino que el simple hecho de existir en la escuela, le hería la dignidad, el ego y el corazón. Se había regado que Skye había perdido 50 puntos para Hufflepuff y, como Draco Malfoy también había perdido otros 50 para Slytherin, no había quedado duda de que la ojiplata había acompañado a Draco en su plan de atrapar a Potter con un dragón. 

Bien, que Skye se había acostumbrado a tener a Neville, Susan y Luke como sus únicos amigos, pero no podías culparla por haber pensado que, después de un tiempo, todos verían que ella no era tan horrible como la pintaban y que haría más amigos después. Por obvias razones, aquello no había ocurrido. Hannah nunca había sido la mejor amiga de Skye ni nada por el estilo, pero siempre había mantenido cierto espacio, por respeto a Susan, sin embargo, después del castigo, había comenzado a mirarla horrible y decir comentarios bastante hirientes. Susan se había enojado. Hannah había gritado. Susan había gritado más fuerte y al final la peliplateada no tuvo de otra que pedirle a Susan que, por favor, no peleara con su amiga por su culpa. Claro, Susan se había enojado con Skye por llamar a Hannah su amiga, pero al final olvidaron lo sucedido. 

En aquel momento, Skye cargaba los libros que Luke había pedido de la biblioteca con el permiso de la señorita Thorne. Tenía el permiso firmado en las manos y los libros con el fin de entregárselo a la señorita Pince. Susan se había quedado explicando unas cosas a Neville y Luke se había excusado, diciendo que tenía una reunión con tu tutora, así que Skye estaba por su cuenta. Apretó los labios mientras se acercaba a la biblioteca. Se detuvo frente a la puerta e inhaló aire un par de veces. No podía ponerse así de nerviosa por entrara en una habitación donde era obvio que Harry no estaría. Los exámenes habían acabado, ¿qué podía hacer ahí? 

Entró a la biblioteca y se acercó al escritorio de la señorita Pince. Dejó los libros con un poco de dificultad en el mostrador, la mujer la miró con una ceja enarcada y Skye tuvo que explicar que Luke le había rogado que por favor llevase los libros ya que él no podría hacerlo. La señorita Pince pareció conforme con la historia de Skye y ella sonrió un poco y decidió que debía salir de ahí lo más pronto posible antes de encontrarse con alguien —Harry Potter— que le arruinase el día. Sin embargo, mientras se dirigía a la entrada de la biblioteca, la imagen de un niño de cabello negro entrando le puso el corazón a mil, así que, tratando de pasar lo más desapercibida posible, giró en redondo y se metió por uno de los pasillos de la biblioteca. 

Avanzó hasta el final de aquel pasillo, y cambió de pasillos unas tres veces antes de permitirse calmarse por completo y tratar de respirar un poco. Cerró los ojos unos segundos antes de recordarse que en hogwarts había una cantidad enorme de estudiantes, y que más de la mitad de esos estudiantes podían tener el cabello negro. Suspiró un poco y de pronto escuchó una voz que se le hacía muy familiar. Abrió los ojos y se acercó a los estantes para poder mirar al otro lado por uno de los huecos que había entre los libros. En el pasillo del lado estaba Luke apoyado contra uno de los estantes y diagonal a él se encontraba una mujer que llevaba ropa muggle. 

No podía verle el rostro, pero sabía a la perfección quién era. La señorita Thorne era la profesora de astronomía. Era una mujer bastante joven y muy bonita, con largo cabello castaño y grandes ojos color chocolate. Siempre vestía con ropa muggle y era la tutora de Luke, así que tenía sentido de que estuviese con él, pero tan pronto como escuchó de lo que estaban hablando, el mundo se le cayó a los pies. 

—¿Pero cómo es posible? —preguntó Luke, cruzándose de brazos y mirando bastante confundido a la profesora Thorne—. Digo creí que la varita era algo común entre todos los brujos. 

—Y lo es —respondió Thorne. Por unos segundos salió del pequeño cuadro de visión que Skye tenía del pasillo continuo, supuso que estaría buscando un libro, pero no estaba segura—. Anteriormente los magos y brujas tenías problemas a la hora de hacer magia. Este tipo de magia es difícil de realizar, y puede tener resultados inesperados o cambiantes si no se hace apropiadamente. Por eso se inventó la varita, para poder canalizar los hechizos. 

—Es decir, que hacer magia sin varita es posible. 

—Correcto —Thorne aceptó, con todo alegre. Skye casi pudo creer que diría «¡Un punto para Gryffindor!» Pero no lo hizo—. Sin embargo, los magos acostumbrados a usar una varita pueden ser capaces de realizar magia sin varita sólo si poseen una gran habilidad. Solo una pequeña cantidad de magos y brujas pueden hacerlo. 

—¿Cómo quienes? —preguntó Luke. El corazón comenzó a latirle con muchísima fuerza, tenía miedo de escuchar aquella respuesta y que no le gustase para nada.

—Dumbledore o Merlín, por ejemplo —por una fracción de segundo, Skye casi pudo respirar con tranquilidad—. Voldemort también podía hacerlo, según dicen —y, entonces, Skye se congeló en su lugar. 

¿Cómo era aquello posible? ¿Cómo podía ella poseer una habilidad que Lord Voldemort había poseído? Sintió que le costaba respirar y, de repente, sintió un escalofrío en su espalda. Necesitaba salir de ahí. Ya no escuchaba las preguntas de Luke, ni podía escuchar las respuestas que le decía la profesora Thorne. Tenía la sangre helada y no respiraba bien. De repente estaba mareada y necesitaba irse de aquel lugar. ¿Por qué había escuchado a escondidas? Ella no hacía eso, nunca lo había hecho y, en general, consideraba que estaba bastante mal espiar conversaciones ajenas, pero no había podido evitarlo. 

De repente, tan pronto como había comenzado a asustarse, todo se detuvo cuando una pregunta apareció en su cabeza... ¿por qué a Luke le interesaba la magia sin varita? ¿Por qué estaba investigando sobre aquello? Claro, siempre estaba la posibilidad de que la profesora Thorne hubiese comenzado un nuevo tópico con el rubio y se tratase de hacer magia con varita. Quizás lo estaba preparando para enseñarle aquello en algún futuro, tal vez la profesora simplemente veía mucho potencial en su pupilo. Pero la duda no se iba y mucho menos ahora que sabía que ellos eran compañeros de habitación y la probabilidad de que Luke supiese lo que había sucedido era tan alta que no podía dejar de temer por aquello. 

No es que no confiase en Luke, es solo que no quería que él tuviese que cargar con sus problemas justo después de que él hubiese salido de la enfermería. Inhaló aire con mucha fuerza y comenzó a alejarse de ahí, con dirección a la puerta como distraída y completamente perpleja y temerosa. Pero en realidad, estaba muy pero muy enojada con Harry. ¿Cómo se atrevía a abrir la boca y andar contando cosas que no tenían nada que ver con él? Siguió caminando y se detuvo cuando les vio, los cuatro estaban bastante felices sentados en una mesa, estudiando. Holly y Hermione leían juntas, Ron se quejaba y Harry parecía distraído. 

Se permitió observarlo. Solo verlo le dolía, porque Skye se había encariñado con él, porque Harry se había escabullido por la noche y le había llevado un sándwich de pollo, porque Susan había dicho que Harry se había preocupado demasiado por ella cuando faltó a clase por la broma y la había ido a visitar, porque se había ofrecido a leer un libro que ella entendía. ¿Por qué le había hecho tanto daño? Y aunque quisiese ir y gritarle todo lo que sentía, simplemente se encogió en su lugar, porque no sabía si sería capaz de volverse a someterse a la mirada celeste de Harry y a sus comentarios dolorosos. De repente, el enojo se disipó y la tristeza tomó lugar. Sintió que rompería a llorar. 

Inhaló aire y salió de la biblioteca. Le temblaba el cuerpo y le costaba respirar. Veía borroso debido a las lágrimas acumuladas, pero no quería llorar, estaba cansada de llorar  y sufrir. Inhaló aire, comenzó a caminar a paso rápido. Tenía que encontrarse con Susan, sí, eso la haría sentir mejor, tal vez podría pedirle galletas a tía Jane, eso también podría funcionar. Trató de recomponerse lo mejor que pudo, cuando un grupo de niños de Hufflepuff iba caminando hacia ella. Por unos segundo, creyó realmente que podría pasar desapercibida. 

—¡Eh, tú! —gritó un chico—. Eres la niña Carstairs, ¿cierto? 

Skye se detuvo completamente helada. Los ojos le ardían y sentía su nariz poniéndose roja. 

—Pero claro que si es, mira su cabello —respondió una de las chicas a la pregunta que hizo el chico. 

—Maldita asquerosa —comentó otro. El corazón de Skye se encogió—. Por tu culpa perdimos 50 puntos. Íbamos ganando a Ravenclaw, por fin. 

—Estoy segura de que ni siquiera le importa, todo por seguirle la corriente el pesado de Malfoy —dijo otra chica. 

—Agradece, Castairs, que Harry Potter y su amiga perdieron 50 puntos cada uno, sino, iríamos de últimos. Todo es tu culpa, ni siquiera deberías estar aquí, teniendo en cuenta quién es tu madre. 

Una lágrima se escurrió y serpenteó por toda su mejilla hasta colgar en su barbilla lo suficiente como para caer hasta el suelo de piedra. Skye alzó la cabeza mientras otra lágrima seguía el mismo camino, luego otra y otra y otra. Se giró lo suficiente para mirar al grupo que la observaban con enojo. Skye suspiró y trató de darles una sonrisa afable, no quería que se notara demasiado lo mucho que le había dolido las palabras de aquellos chicos. 

—De verdad... —las palabras se le atoraron y tuvo que tragar saliva para evitar ahogarse—. De verdad, lo siento —dijo con un hilo de voz, apartó la vista y siguió caminando. 

Las lágrimas caían una tras otra, algunas bajaban por su cuello, otras colgaban en la punta de su nariz y habían otras que goteaban de su barbilla. Quería dejar de llorar, estaba demasiado cansada de llorar, no quería ser tan sensible, pero simplemente no podía evitarlo, las lágrimas salían solas. Bajó la cabeza para que nadie la viera llorar y se agradeció sobremanera el haberse dejado el cabello suelto para generar una cortina y cubrir su rostro lo mejor que podía. Enjuagó sus ojos y avanzó por un pasillo cualquiera del castillo, lo menos que le importaba era donde estaba y a donde llegaría. 

Chocó con alguien. Se dio de lleno en la frente con el pecho de aquella persona. Lo primero que vio fue una larga túnica de un intenso color negro. Levantó la vista lentamente, creyendo que se había encontrado con el profesor Snape. Sin embargo, desechó aquella idea cuando vio una cinta de tela púrpura que le colgaba por los hombros y el turbante hecho de la misma tela púrpura. 

—¡Profesor Quirrell! —dijo en un sobresalto—. Discúlpeme, no iba prestando atención.

—No-no-no se pre-pre-preocu-cupe, s-s-señorita Ca-Ca-Car-Carstairs. De he-hecho, m-m-me gu-gusta-taría ha-ha-hablar con us-usted —el pobre y tartamudo profesor acarició su turbante y miró a Skye con algo que no supo descirar—. ¿Sa-sa-sabe do-donde se encu-cu-cuentra s-s-su primo, el se-se-señor Ca-Ca-Car-Carstairs?

Skye fingió una sonrisa, mientras terminaba de secar sus lágrimas y se reponía rápidamente, lo menos que quería era tener que hablar de por qué estaba llorando, aún peor si resultaba ser con un profesor. 

—Oh, para su suerte si sé —un brillo extraño apareció en los ojos del profesor y a Skye le pareció extraño—. Se encuentra en la biblioteca, con la profesora Thorne. 

Fue como si Skye le hubiese dicho que, en realidad, no había ningún Luke. Su expresión se cayó por completo y parecía demasiado enojado. Su ceño se frunció por completo mientras miraba hacia el pasillo detrás de Skye. La ojiplata frunció el ceño también y miró al profesor con extrañeza, ¿por qué reaccionaba de aquella forma? De repente, Skye escuchó un siseo, un susurro. «La chica. Usa a la chica» decía. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Skye y de forma muy lenta, metió la mano en su bolsillo, agarrando su varita de álamo temblón. 

—Maestro, ¿está seguro? —de repente, Quirrell no tartamudeaba ni temblaba. Su miraba estaba hacia arriba.

«¿Cómo era ese hechizo que usó Luke? —pensó, mientras retrocedía un poco—. ¿Expulsión? No, así no era. Piensa, Halia, piensa —el corazón comenzaba a latirle con muchísima fuerza, la cabeza le daba vueltas y se sentía débil. Por su mente solo corrían todos los hechizos que Luke alguna vez había mencionado—. Ex... ex... ¡Expulso!»

—Si me disculpa —Skye susurró y trató de pasar por un lado de Quirrell. 

Tan pronto como estuvo cerca, el hombre la tomó con demasiada fuerza del brazo. Fue como una descarga de adrenalina, de calor. Fue como si fuego bajase por todo su cuerpo, como si se extendiese por sus venas. Esta vez, pudo verlo. Un pequeño campo plateado, una bruma trasparentosa y caliente se extendió desde su cuerpo y el hombre salió volando por los aires. Un gruñido varonil inundó sus oídos y Skye giró de golpe, mirando al hombre en el suelo con los ojos desorbitado. 

—¡Era usted! —gritó Skye—. ¡Era usted en el bosque, la criatura que mató al unicornio! 

—Sí —aceptó con un tono amargo, desde el suelo—. Y hubiese podido acabar con Potter de una vez si no fuese por ti y tu truquito de fuego maldito. 

¿Fuego Maldito? 

—¿Por qué quiere hacerle daño a Harry? 

—Eso no es lo importante ahora, Carstairs —Quirrell, desde el suelo, chasqueó los dedos y unas sogas cayeron de la nada y se enrollaron en todo el cuerpo de Skye. Intentó moverse, pero estaban tan apretadas que cayó al suelo, golpeando su frente contra el suelo—. Descansa mientras llegamos —agarró su cabello con fuerza y volvió a estrellar su frente contra el suelo de piedra del pasillo desierto. 

Skye no tuvo oportunidad de sentir dolor, simplemente todo se volvió negro. Se encontraba en un lago con agua helada y negra. Flotaba mirando al cielo, de un intenso color gris oscuro, podía ver las puntas de árboles largos, también de color gris. El agua estaba quieta mientras ella flotaba. Sentía su cabello mojado y su ropa también. De la nada, el agua quiera se sacudió de forma que el agua golpeó su rostro, el agua entró por su nariz y su boca y Skye comenzó a toser. 

Repentinamente, fue como si una mano la tomase de los pies y comenzase a tirar de ella a las profundidades del lago en el que se encontraba. Skye comenzó a patalear, a tratar de de salir a la superficie, a penas podía mantenerse a flote. Pataleaba y lanzaba manotazos. Gritaba y tosía con fuerza, pero era como si no pudiese hacer ruido alguno. Oía una voz dulce y embriagante que le pedía que se quedara. «Lucha, Skyler Carstairs. Quédate.» Pero Skye no pudo quedarse, porque tiraron de ella con tanta fuerza que se hundió por completo. La oscuridad del lago era tanta que no podía ver ni sus propias manos. 

Y entonces, abrió los ojos. 

Un dolor realmente doloroso recorrió todo su cuerpo, haciendo que se retorciera mientras estaba en el suelo. Las sogas seguían apretando su cuerpo con demasiada fuerza y Skye dejó salir un grito de dolor. Nunca jamás la habían apuñalado ni nada por el estilo, pero se sentía como si miles de cuchillos ardientes entraran en su piel. Entonces, entendió que ya no había agua ni ningún lago en el que ahogarse, estaba en lo que parecía ser una cueva. El dolor desapareció y pudo comprender lo que sucedía a su alrededor, estaba todo oscuro y no había nada más que un espejo y el profesor Quirrell con su varita empuñada, y la de Skye en un bolsillo. 

—Hasta que por fin despiertas —dijo, bastante tranquilo—. No sabes lo difícil que fue traerte hasta aquí, Carstairs, pero habrá valido la pena. Cuando tu y Potter estén fuera de la imagen, acabar con tu primo y tu tía será sencillo. 

—¡No le harás daño a mi familia! —Skye chilló con la fuerza que tenía. 

—¡Cállate! ¡Crucio, crucio, crucio! —el dolor volvió a recorrerla por completo y Skye volvió a gritar, sus gritos mezclándose con sollozos. Seguía retorciéndose en su lugar, tratando de detener aquel dolor, pero todo parecía ir en vano, seguía doliendo—. Ojalá pudiera matarte de una vez, pero mi maestro debe tener ese placer, después de todo lo que hizo tu familia. 

—¡Deje a mi familia fuera de esto! —volvió a chillar—. No entiendo para qué me necesita muerta. 

Quirrell rió. 

—Siendo lo que eres... —el hombre la miró con curiosidad—. Tu madre se encargó de arruinar muchas cosas para el señor tenebroso, pero con su muerte, las cosas cambiaron. Skyler Carstairs, eres el legado que dejó Juniper Carstairs, ella quería que detuvieras al a mi maestro, pero, en cambio, serás la carnada perfecta para atraer a Acorán y así mi maestro volverá a ser lo que era. 

Skye no pudo responder, porque no entendió nada. ¿Acorán? Quirrell se giró hacia el espejo. Skye volvió a mirar por su alrededor, tratando de encontrar alguna forma de de zafarse de aquella situación, cuando sus ojos captaron la figura de un niño entrando en el lugar. 

—¿Usted? 

La voz de Harry llegó a sus oídos. Skye lo miró. Harry la miró de vuelta. Los ojos azules se abrieron como platos cuando logro enfocar la mirada en el cuerpo de Skye tendido en el suelo, atado por sogas. 

—¡Skye! —Harry corrió hacia ella—. Por Dios, ¿qué te sucedió? —con un pulgar acarició su frente y un ardor casi increíble recorrió toda la frente de la niña. Recordó, en ese momento, que Quirrell había estampado su frente contra el suelo—. ¡¿Qué le hizo?! No. No puede ser. Snape, él era el que...

—Sí, parecía el indicado, ¿no? —murmuró Quirrell luego de girarse hacia donde Harry estaba al lado de Skye—. Al lado de él, ¿quién iba a sospechar del po-pobre tar-tartamudo, profesor Quirrell?

—Pero ese día, durante el juego de quidditch, Snape trató de matarme. 

—No, muchacho. Yo traté de matarte. Si no fuese por el incendio en la capa de Snape, lo hubiera logrado. Incluso con el contra maleficio de Snape. Incluso con esta mocosa protegiéndote con su fuego maldito. 

Skye pasó saliva e inhaló con fuerza, en un intento de tratar de tomar un poco de aire. El cuerpo le dolía con fuerza, su frente latía y las sogas apretaban demasiado. Estaba segura de que saldrían moretones. «¿Fuego maldito? —volvió a preguntarse—. ¿A qué se refiere con fuego maldito?»

—¿Snape trató de salvarme? —Quirrell asintió—. ¿Y cómo que Skye me protegió?

—Era él, en el bosque —habló Skye, con voz temblorosa—. Él mató al unicornio y trató de asesinarnos a los dos. Yo te protegí, con mi magia. 

—Lo que es una completa estupidez, teniendo en cuenta que los asesinaré a los dos hoy. Ahora, ¿qué hace este espejo? Veo lo que deseo, me veo agarrando la piedra. Pero ¿cómo la obtengo? 

De nuevo, aquel susurro horrible apareció de nuevo. Skye sufrió un escalofrío estando en el suelo, Harry la miró con preocupación y apartó un mechón de cabello plateado que se había pegado en su mejilla y amenazaba con entrar a su boca. «Usa al muchacho» dijo la voz, tanto Harry como Skye miraron a Quirrell. 

—¡Ven aquí, Potter! —gritó a Harry. 

Lo siguiente que sucedió, le puso los pelos de punta, el hombre comenzó a hablar consigo mismo, mientras Harry comenzó a alejarse de Quirrell y acercarse a Skye. Se agachó a su lado de nuevo y comenzó a forcejear con las sogas. 

—Este sería un buen momento para que hagas eso de la magia sin varita. 

La peliplateada miró a Harry con ojos brillantes. Pensó que todas las veces que lo había hecho, su vida estaba en peligro, así que cerró los ojos y se concentró en el dolor que le provocaban las sogas que se ajustaban cada vez más. De repente, un fuego intenso recorrió su cuerpo y sintió calor extremo en las zonas en que su cuerpo se encontraba atado por las sogas. Para cuando abrió los ojos, las sogas ya no estaban y pudo moverse. 

Para cuando Harry la ayudó a ponerse de pie, ambos observaron como Quirrell comenzaba a soltar su turbante. El turbantecayó. La cabeza de Quirrell parecía extrañamente pequeña sin él. Entonces, Quirrell se dio la vueltalentamente. Skye soltó un grito pequeño, pero Harry no podía dejar salir ningún sonido. Donde tendría que haber estadola nuca de Quirrell, había un rostro, la cara más terrible que Harry hubiera visto en su vida. Era de colorblanco tiza, con brillantes ojos rojos y ranuras en vez de fosas nasales, como las serpientes. 

—Harry Potter... y Skyler Carstairs —habló el rostro. Skye pasó saliva con fuerza—. Nos volvemos a encontrar —la mirada de Voldemort cayó sobre Skye, la miró por unos segundos, antes de volver a Harry.

—¿Voldemort? —preguntó Harry.

—Sí. ¿Ven en lo que me he convertido? ¿Ven lo que tengo que hacer para sobrevivir? ¿Ves en lo que tu madre me condenó a ser? Compartir el cuerpo de otro, como un mero parásito. La sangre de unicornio me puede nutrir, pero no puede darme un cuerpo propio. Pero hay una cosa que si puede. Algo que convenientemente tienes en tu bolsillo.

Harry tomó la mano de Skye con fuerza y comenzó a correr con ella. Escuchó como Voldemort gritó algo sobre detenerlos, pero creyó que escuchó mal cuando pidió a Skye viva. La peliplateada siguió Harry. Quirrell chasqueó los dedos y una pared de llamas apareció, bloqueando la entrada. 

—No sean unos tontos. ¿Para qué sufrir una muerte terrible, cuando pueden unirse a mi y vivir? —Lord Voldemort volvió sus ojos a los de Skye—. Podrías ocupar el puesto de tu madre, Skyler. Madame Carstairs, serías mi mano derecha y podrías aprender todo sobre tu naturaleza y tus poderes. 

¿Poderes? ¿Su naturaleza? ¿A qué se refería con todo aquello? De repente, se sintió un poco inclinada en aceptar la propuesta de Voldemort, no porque quisiese seguirlo, sino porque quería saber la verdad. Abrió la boca y fue a dar un paso hacia adelante, pero Harry habló antes que ella.

—¡Nunca! —respondió Harry, tirándo de Skye y poniéndola, tras él—. ¡Y no menciones a Juniper Carstairs con tu sucia lengua! 

Skye parpadeó dos veces miró a Harry como si no pudiese creerle. Voldemort siguió hablando a Harry sobre sus padres, pero Skye solo podía verlo asombrada. La había protegido y no solo eso, había defendido a su madre. Quiso sonreír pero la situación de lo impedía y en un arranque de ira, Voldemort hizo que Quirrell se lanzara sobre ellos. Esta vez, fue mucho más consiente que las anteriores. Skye se puso enfrente de Harry y extendió las manos. Una corriente caliente la recorrió y Quirrell cayó en el suelo, con su ropa en llamas. 

A pesar de aquello, volvió a arremeter contra ellos, pero tan pronto como tocó a Harry, ahorcándolo, fue como si se volviese piedra y el cuerpo de Quirrell comenzó a deshacerse. La túnica cayó en el suelo y Harry quedó desmayado sobre las escaleras. El espíritu de Voldemort flotó por los aires y rodeó a Skye y la atravesó. 

Una serie de imágenes golpearon su cabeza. Primero había un hombre, luego habían 4 criaturas extrañas, y de repente, negro. 












❛ ֍ ❜












CUANDO SKYE DESPERTÓ estaba en la enfermería con la cabeza vendada y con un par de ojos azules observándola desde la otra camilla continua. Skye giró la cabeza levemente para toparse con la mirada preocupada de Harry Potter, escudriñando su rostro completamente, queriendo encontrar algo negativo. De repente, a Skye le golpeo. Se sentó casi de inmediato, mareó casi de inmediato y la frente comenzó a latirle. 

—Quirrell, Voldemort, el fuego...

Pero no pudo terminar.

—No te preocupes por eso, ya hablé con Dumbledore, todo está bien, Skye. 

La peliplateada miró a Harry directo a los ojos y sonrió abiertamente. 

—Gracias por protegerme —le dijo Skye—. Y por defender a mi madre, sé que crees que debería estar, bueno, muer...

—Ni lo digas —se apresuró a decir Harry. El pelinegro se puso de pie y caminó unos cuantos pasos hasta llegar a un lado de Skye. Bajó la mirada—. Skye, este año hice muchísimas cosas —de repente, Harry tomó la mano de Skye y la miró a los ojos—, pero lo que más hice fue juzgarte y tratarte bastante mal. No te lo mereces, perdóname, por favor. 

Skye cerró sus dedos alrededor de la palma de Harry, ambos sosteniéndose las manos y mirándose a los ojos. 

—Oh, Harry, no te preocupes por eso, por favor —dijo ella, mirándole con los ojos brillantes—. Yo te perdono, te lo prometo. 

Entonces ambos se sonrieron. 

Después de aquello, tía Jane llegó a Hogwarts e hizo un escándalo debido a que un profesor tenía el jodido espíritu de Lord Voldemort en su nuca, golpeo a su sobrina y había intentado asesinarla. Claramente, la noticia corrió como pólvora y los últimos días fueron una completa pesadilla. Todos iban a visitar a Harry, le llevaban dulces y le decían que era un campeón. No dudaban en mirar a Skye como si fuese su culpa y la juzgaban horriblemente. La única parte buena, era que Susan, Neville y Luke la iban a visitar casi todas las noches y compartían los dulces que Harry le regalaba a Skye. 

Cuando le dieron de alta, era el día del banquete de despedida y Skye estaba terriblemente contenta sentada junto a Susan. No ganaron la copa de las casas debido a que Dumbledore le dio una cantidad considerable de puntos a Gryffindor y nada a Hufflepuff a pesar de que ella también había estado ahí —Susan se quejó en voz alta, sin importarle si Dumbledore escuchaba. 

—Que año, ¿no crees? —murmuró Skye, ladeando la cabeza mirando a Susan. 

La pelirroja masticó su porción de comida y miró a su mejor amiga. 

—Ni que lo digas —sacudió la cabeza—. Por favor, que el año que viene sea mucho mejor y que no termines en la enfermería, gracias. 

Y entre risas, terminaron de comer, bastante contentas.












FIN DEL PRIMER ACTO













mk actualización de skye porque llegó a los 6k y se acabó el primer acto JSDJHSJHDSJ JAMÁS CREÍ QUE ESTE MOMENTO LLEGARÍA, SE LOS JURO. ya quiero que vean lo que tengo preparado para el segundo acto, espero que les haya gustado 

btw que opinamos de este acto? qué tal el haler? que con los poderes de skye? teorías, sugerencias e ideas son aceptadas, realmente espero que lo hayan disfrutado. pls dejen su estrellita y comenten porque me encanta que comenten.

les quiero muchísimo y de vdd les agradezco por estar conmigo y seguir leyendo esta historia muchas graciasss <333 

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