iv. first day

iv
( first day )

—¿ENTONCES, TU MAMÁ es... la loca de Madame Carstairs? —la voz de Hannah había salido en un susurro tembloroso que puso a Skye como piedra. 

Por una fracción de segundo, la niña platinada casi gira la cabeza hacia sus lados, tratando de buscar apoyo en su primo Luke, pero cuando recordó que en estaba prácticamente al otro lado del salón, el alma se le cayó a los pies y solo atinó a bajar la vista a sus pies, mientras los balanceaba de adelante hacia atrás y, por último asintió con la cabeza. 

—¡Hannah! —reprendió Susan. La pelirroja puso una mano en el hombro de Skye, como forma de darle apoyo. Skye le regaló una sonrisa floja. 

—Perdón, Skye, pero tu mamá hizo cosas horribles —susurró la niña de nuevo, como si tuviera miedo de que por decir el nombre de la madre de Skye, cosas malas sucediera. 

—¡Hannah, por Merlín! —volvió a reprender Susan, abriendo los ojos completamente ofuscada y un poco enojada con la rubia. 

—Déjala, Susan —habló Skye en tono bajo, mientras quitaba la mano de Susan de su hombro con muchísimo cuidado de no ser grosera, pues Susan solo quería mostrarle su apoyo y a Skye le daría algo si ella llegase a pensar que no había funcionado—. Está bien que tengas miedo, Hannah, tía Jane dijo que iba a pasar, venía preparada para esto —lo último lo dijo más para sí misma que para las dos chicas a su alrededor. 

Susan asintió con la cabeza varias veces, pero su mirada recelosa aún seguía sobre Hannah, quién miraba a Skye como si fuese un monstruo de dos cabezas que en cualquier momento pudiese saltar a atacarle y, solo por esa razón, Skye se obligó a mantener la mirada en sus zapatos negros con las medias altas, no sintiéndose capaz de recibir esa mirada de miedo que tanto había temido. 

La profesora McGonagall llamó la atención de todos los estudiantes, solo para que el profesor Dumbledore le diera inicio al banquete del que tanto habló tía Jane. De repente las grandes mesas se llenaron de todo tipo de comida. Los ojos de Skye abandonaron sus zapatos, solo para fijarse en los deliciosos platos que había frente suyos. Haciendo oídos sordos a las advertencias de tía Jane de servir el triple de lo que deberían comer solo porque todo se veía delicioso, Skye se sirvió un poco de todo, repitiendo su porción de pollo asado y puré de papas. Incluso se sirvió una pequeña porción de verduras y puede decir que todo estaba exquisito. 

De repente, a su alrededor todos comenzaron a hablar sobre un millón de cosas, socializando, mientras Skye se dedicaba a comer con la boca cerrada, no se sentía capaz de hablar sobre ella o sobre cualquier cosa. 

—¿Vives con tu tía? —le preguntó de repente Susan a Skye, mientras tomaba su copa de jugo de calabaza. 

Skye parpadeó dos veces, antes de asentir frenéticamente con la cabeza, obligándose a tragar con fuerza, solo para resultar atorándose un poco con la comida que tenía en boca. Tomó un poco de agua y luego se apresuró a hablar. 

—Sí, sí vivo con mi tía —ella dijo, añadiendo una sonrisa—. Y con mi primo, Luke, ya lo conoces. 

—¡Genial! —habló la pelirroja, con una sonrisa amigable—. Yo también vivo con mi tía, solo que no tengo un primo cool como el tuyo —terminó de decir la niña, picando un trozo de pollo con su tenedor. 

—¿Qué clase te emociona más? —preguntó Skye, lanzándole una mirada fugas a la chica frente a ella. Hannah no le prestaba mucha atención y eso le hizo bajar un poco la guardia—. A mi me emociona transformaciones, aunque tía Jane dice que la mejor es Defensa Contra Las Artes Oscuras. 

—Hum, ¡qué pregunta! —Susan pareció pensarlo en serio, mientras Skye la miraba intensamente con sus grandes ojos plateados. Susan pareció encontrar la respuesta—. Herbología, sin duda. 

—No lo había pensado —terminó de decir Skye, causando una risita de parte de Susan. 

De repente y para sorpresa de Susan, una cabeza trasparentosa apareció frente a ella. La pelirroja soltó un fuerte grito, seguida de Skye, quien sin duda no esperaba que los fantasmas de los que tanto hablaba tía Jane aparecieran así. 

—Mil disculpas, joven señorita —habló el fantasma, apresurándose a subir para flotar sobre la mesa—. ¿Qué tal el banquete? 

—B-bastante bien —habló Susan, aún asustada. 

—¿Es usted el Fraile...? eh, bueno...

—¡El Fraile Gordo, querida! —terminó por exclamar el fantasma—. No te preocupes, no es un insulto llamar gordo a alguien, a menos que lo hagas con intensiones de herir. 

Entonces, el Fraile Gordo, comenzó a revolotear por la mesa de Hufflepuff saludando a todos y a cada uno de los estudiantes que se encontraban en la mesa. Entabló conversación con algunos de los más grandes y a Hannah Abbott la saludó alrededor de tres veces. Susan compartió una mirada con Skye, antes de que las dos soltaran una risita. Cuando el banquete terminó, un chico llamado Gabriel Truman, llamó a todos los de primer año, diciéndoles que les llevaría a la sala común de Hufflepuff. 

—¿Tu tía te dijo algo acerca de la sala común de Hufflepuff? —preguntó Susan, mirando a Skye con ojos brillantes. 

—Dijo que estaban cerca de las cocinas. 

—¡Oh, eso es increíble! —a Susan se le escapó un chillido de emoción, mientras daba un salto. 

Los estudiantes de primer año, bajaron hasta las mazmorras del colegio, dónde fueron a un rincón en el lado derecho del pasillo de las cocinas, dónde se encontraba la entrada de la sala común de Hufflepuff, escondida detrás de una pila de barriles. 

—Bien, para entrar a la sala hay que golpear en el segundo barril de la parte inferior, en medio de la segunda fila, en el ritmo de Helga Hufflepuff, es decir, este —el chico dio una serie de golpes en el barril, golpes que Skye no pudo memorizar. El barril abrió la tapa, dejando ver un gran pasadizo por dónde se podría entrar a la sala común—. Si se toca la tapa de otro barril o el ritmo utilizado es incorrecto, el intruso será empapado en vinagre y se le prohibirá el acceso, así que, chicos, les recomiendo aprenderse el ritmo —Gabriel entró al barril, siendo seguido por los niños de primer año. 

—Esto es genial —balbuceó Skye, inclinando un poco la cabeza hacia Susan. 

—Ni que lo digas —terminó por añadir Susan.

Al entrar, se encontraron un un sótano redondo, terroso, de techo bajo, acogedor, cálido y que tenía pinta de ser soleado gracias a las pequeñas ventanas circulares, pero debido a que era de noche, tenían una vista a un hermoso cielo estrellado junto a hierbas y dientes de león ondeantes. Había un montón de colgantes amarillos, cobre bruñido, y sofás y sillones acogedores tapizados en amarillo y negro. También había una gran repisa de madera de color miel con tallados de tejones en ella. Se encontraba debajo de un retrato de la fundadora de la casa, Helga Hufflepuff. Habían un millón de platas por todos lados, platas que colgaban, bailaban o hablaban o se sacudían. Aquello llamó la atención de Skye y sonrió de inmediato. 

El mismo chico, junto a una chica que prácticamente había aparecido de la nada, le indicaron los diferentes dormitorios y como las chicas estaban a la derecha y los chicos a la izquierda. Tan pronto como la chica de Hufflepuff comenzó a caminar por unas escaleras, Todas las chicas de primer año le siguieron, encontrándose con un pasillo largo donde habían una buena cantidad de puertas de color madera, al lado de cada puerta se encontraba una pequeña placa con el nombre de las personas que estarían en la habitación. 

Los ojos de Skye brillaron al ver que su habitación la compartiría con Susan y Hannah, pues aquello era un alivio. La habitación era igual de cálida como el resto de las instalaciones de Hufflepuff, habían plantas por doquier que le daban un aire más natural y unas bonitas ventanas redondeadas que dejaban ver el cielo oscuro. Las camas tenían gruesas sábanas amarillas con cojines de colores amarillos, cobre y negro. Grandes piezas de tela colgaban del techo de cada cama, como unas especies de cortinillas para la privacidad. Tan pronto como la pelirroja y la platinada entraron a la habitación, se toparon con una rubia sentada en una de las grandes camas de la habitación.

 —¡Hola, Susan! —saludó Hannah con emoción, pero luego sus ojos cayeron sobre la figura que parecía esconderse tras Susan. La mirada de Hannah se enfrió un poco—. Skyler —terminó por decir con cierto desprecio. Los ojos de Hannah viajaron a Susan y le sonrió—. Espero que no te moleste que haya tomado esta cama, claro que si lo hace, podríamos cambiar. 

Pero Susan giró su cabeza hacia Skye. —¿Te molesta? —la peliplateada sintió sus mejillas enrojecerse un poco. Lanzó una mirada fugaz a una no muy emocionada Hannah. Se apresuró a negar con la cabeza varías veces con la cabeza—. Entonces a mi tampoco. Escoge tu una cama Skye, necesito usar el baño. 

La niña de cabellos plateados formó una sonrisa incómoda a Hannah, quién entrecerró los ojos hacia ella. La rubia giró en su lugar y se dispuso a rebuscar entre su baúl. Justo en ese momento, Skye notó su baúl a los pies de la cama que se encontraba en el centro de la habitación, por tanto decidió que ese sería su lugar. La niña se apresuró a tomar la jaula de Galileo y la posicionó en el buró junto a su cama, donde ardía una vela. Abrió su baúl y rebuscó entre sus cosas hasta dar con su pijama favorita. 

Justo después de que Susan saliera del baño, Skye prácticamente corrió adentro. De forma rápida se quitó la túnica y la dobló como tía Jane le había enseñado. Luego batalló un poco con la corbata, pero logró quitársela antes de ahogarse con ella. Sacó la delgada camisa de botones que llevaba, junto a la falda. Se puso una camisa extremadamente grande, con el logo del álbum de Pink Floyd estampada en ella. Se sacó los zapatos y cambió sus medias, luego se puso unos shorts cortos con dinosaurios estampados en todos lados. Por último, cepilló sus dientes y hizo pipí. 

Cuando salió del baño, recibió una mirada enojada de Hannah, Merlín sabrá por qué ahora, mientras Susan ya estaba acomodada en su cama, mientras cepillaba su larga cabellera roja. Skye tomó lugar en su cama y se dedicó a ver a Galileo luchar contra el sueño. 

—¿Qué es Pink Floyd? —preguntó Susan, de repente. 

Skye, por inercia, bajó la vista a su camisa y juntó las cejas. —Una banda de rock muggle, a tía Jane parece gustarle mucho. Pero debo admitir que yo escucho más a Queen. 

—No conozco ninguna —dijo Susan, encogiéndose de hombros. Cuando Hannah salió del baño, Susan se apresuró a hablar—. Hannah, ¿tu conoces bandas de rock muggle

—No, ¿debería? —habló la rubia, subiendo en su cama. 

—¿Tú tía como las conoció? —la pregunta de Susan, atrajo la atención de Hannah a Skye. De nuevo, Skye se sonrojó suavemente. 

—Pues, tía Jane siempre lo ha hecho, creo que fue en sus épocas de estudiante cuando lo hizo. O, tal vez, tiene que ver con que lleva muchos años viviendo en Londres muggle

—¿Vives en Londres muggle? —bufó Hannah.

—Sip —respondió Skye, tomando sus sábanas y poniéndoselas encima, se recostó sobre las almohadas y suspiró—. Lo hacemos porque nadie parece entendernos, nos juzgan por estupideces y, bueno, los muggles no. Hasta mañana, Hannah. Hasta mañana, Susan. 

Y con eso, Skye sopló la vela de su buró, decidiendo que era de dormir. 












❛ ֍ ❜













SKYE PODÍA DECIR que estaba emocionada porque su primera clase había sido trasformaciones y, lo mejor, junto Gryffindor. Por esa razón, en el camino al aula, había corrido por el pasillo hasta toparse con un chico rubio y alto que tenía las cejas fruncidas y una mirada de quiero matar al que se me cruce. Por esa razón, Skye soltó una risita divertida, atrayendo la vista de Luke sobre ella, él suavizó la mirada y pasó un brazo por los hombros de Skye. 

Compartieron unas cuantas anécdotas, siendo todas malas, pues los comentarios horribles acerca de su persona no habían faltado, pero sobre todo a Luke, que realmente no tenía amigos. Skye se sentía mal por aquello, pero Luke rápidamente le preguntó por la sala común de Hufflepuff y la tristeza prácticamente fue pateada de su sistema. 

 —... entonces, una planta nos dijo hola a Susan y a mí, pero no sabíamos quién era y nos tomó como veinte minutos ver a la planta, se indignó con nosotras y por eso, otra se puso a bailar para alegrarle el día. ¡Fue una locura! Y todo es tan soleado y amarillo. Me gusta mucho la sala común. ¡Y las habitaciones! Dormí como un bebé, pero creo que fue por la pijama, pero todo es... —de repente, Skye cerró la boca al ver la puerta de transformaciones, sintiéndose totalmente demasiado nerviosa como para poder entrar—. ¡Oh, por las santísimas tangas del mago Merlín! Creo que voy a vomitar. 

Luke juntó las cejas. —Entonces, hazlo para allá —dijo con cierto disgusto. Skye le dio una mala mirada. Luke rodó los ojos—. Mira, Skittles, es solo una clase, estoy seguro que podrás con eso, ¿sí? Ahora, ¿qué te parece si nos quitamos del medio y entramos? 

Skye asintió varias veces con la cabeza, entrando a la habitación. Luke la siguió de cerca, ambos buscando un asiento en la fila del medio, en el asiento del medio. La niña buscó a Susan con la mirada y le regaló una sonrisa amable que la pelirroja le devolvió. Skye notó que estaba sentada junto a Hannah, así que cuando la rubia le dio una mirada, ella le dio una sonrisa. Hannah apartó la cara. Skye suspiró. 

—Lukey...

—No me llames así, es nombre de perro —bufó el chico. 

—Lukey —volvió a repetir la niña, ganándose otro bufido—, ¿hablaste con Harry Potter?  

De repente, la mirada aburrida de Luke cambió drásticamente. Levantó las cejas y puso todo lo que estaba en él para evitar sonreír, estaba mordiendo su mejilla para no soltarse a reír. 

—¿Por qué, Skittles? —preguntó Luke, con un tono pícaro, que logró que Skye se sonrojara un poco—. Uhh, y te pones roja. 

Skye bufó fuertemente, causando que Luke soltara una risita. 

—Solo es curiosidad, digo, es Harry Potter, él Harry Potter y tu estás en su casa, lo que significa que podrían ser amigos y bueno, ser amigo de alguien famoso siempre es bueno, así que sí, es solo curiosidad de si eres famoso o no. 

—Claaaro —terminó por decir el niño rubio, dándole un empujón en el hombro a su prima. 

Justo en ese momento la profesora McGonagall apareció en el aula y, bueno, la sensación de que vomitaría en cualquier segundo, volvió, poniéndola completamente nerviosa. Claro, que cuando la profesora comenzó a hablar y sonó tan dura y fría y seria, las ganas solo se intensificaron y ella quiso echarse a llorar, pero luego resultó que los pondrían a leer algunas cosas para luego transformar cerillas en agujas.

Cuando estaban en plena clase, la puerta se abrió, dejando ver a Ron Weasley y Harry Potter. Skye lanzó una mirada fugaz, ganando la atención del chico. Harry se detuvo en seco cuando sus ojos chocaron con los plateados que había estado buscando todo el día de la selección de casas. Se sorprendió el doble cuando ella le lanzó una sonrisa amable de labios cerrados. Harry comenzó a caminar, le devolvió la sonrisa y sacudió la mano para saludarle. Skye no sabe bien que sucedió solo que pronto un gato saltó y pum, era la profesora, pero mantuvo silencio mientras la profesora regañaba a Ron y a Harry. 

Al final de la clase, solo Hermione Granger había hecho algún cambio en la cerilla. La profesora McGonagall mostró a todos cómo se había vuelto plateada y puntiaguda. Sin embargo, fue Luke Carstairs él único que logró cambiar la cerilla completamente a una aguja. La profesora mostró a todos el avance del chico y le dio una sonrisa excepcional, mientras Skye le decía lo orgullosa que estaba. 

La clase que todos esperaban era Defensa Contra las Artes Oscuras, pero las lecciones de Quirrell resultaron ser casi una broma. Su aula tenía un fuerte olor a ajo, y todos decían que era para protegerse de un vampiro que había conocido en Rumania y del que tenía miedo de que volviera a buscarlo. Su turbante, les dijo, era un regalo de un príncipe africano como agradecimiento por haberlo liberado de un molesto zombi, pero ninguno creía demasiado en su historia. Por un lado, porque cuando Seamus Finnigan se mostró deseoso de saber cómo había derrotado al zombi, el profesor Quirrell se ruborizó y comenzó a hablar del tiempo, y por el otro, porque habían notado que el curioso olor salía del turbante, y Luke insistía en que estaba lleno de ajo, para proteger a Quirrell cuando el vampiro apareciera, lo que Skye pensaba, era una tontería. 

A la hora de la cena, Skye se apartó de Luke, diciéndole que se verían al otro día, sin embargo, el rubio se veía un poco triste. Ella también se sintió así, mientras caminaba hacia la mesa de Hufflepuff, dónde se dejó caer junto a Susan, de nuevo, Hannah quedó frente a ella. 

 —¡Qué día, ¿no?! —exclamó Susan al ver a Skye llegar—. Hannah no dejaba de hablar sobre como Luke logró el cambio. 

Las mejillas de la rubia se tiñeron más rojas de lo que ya estaban. —¡No es cierto! —chilló, horrorizada ante el hecho de que Susan hubiese revelado su secreto. 

—Sí, no tengo ni idea de como lo hizo —añadió Skye, tomando una pierna de pollo con un tenedor y una gran porción de puré de papas, incluso añadió un poco de verduras. 

Después de la cena, Susan, Skye y una enojada Hannah —Skye estaba segura que era por su presencia, pero la rubia no parecía conocer a nadie además de Susan— caminaron hasta las mazmorras, luchando por no perderse tanto, pero fallando en el intento. 

Cuando por fin parecieron dar con el pasillo correcto, se toparon con un niño castaño de brillantes ojos verdes, parado frente los barriles, completamente mojado y con un asqueroso olor a vinagre, parecía esperar a que alguien llegase. Después de tres intentos más, las tres niñas quedaron completamente llenas de vinagre, mientras esperaban a que alguien llegase a rescatarles y les dejase entrar a su sala común. 

De repente, por el pasillo, un chico que lucía mayor, apareció, se detuvo en seco y soltó una risita al verles cubiertos de vinagre. 

—¡Oh, por fin aparece alguien! Creí que nos quedaríamos aquí —exclamó el ojiverde. 

El muchacho castaño soltó una risa y tocó el ritmo abriendo el pasaje. Skye se recordó mentalmente en recordar aquel ritmo o nunca sería capaz de entrar a su sala común. 























una sola palabra: relleno pero a quién le importa lolololololol

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