iii. hogwarts, finally
iii
( hogwarts, finally )
SKYE ESTABA AFERRADA al brazo de Luke mientras descendían del Hogwarts Express. Estaba nerviosa, sentía que en cualquier momento se iba a ir de cara debido a los nervios, sus piernas a penas podían mantenerse estables y si no fuese porque Luke la sostenía, seguramente Skye sí se hubiese ido de cara.
La verdad era esta, Skye tenía cierto miedo. Su sueño no dejaba de repetirse en su cabeza, seguida de las palabras del pelirrojo amigo del grandioso Harry Potter. Tenía un mal sabor en la boca y sentía que su estómago se revolvía con cada paso que daba. Ahora, agradecía que Luke no hubiese comprado ningún dulce -aunque minutos atrás hubiese estado quejándose de que el rubio era un poco tonto al no haber tomado algunas varitas de regaliz- porque seguro lo terminaría vomitando.
Skye no quería vomitar.
Inhaló aire y se obligó a calmarse. Luke bajó de un saltó y luego le tendió la manos a su prima para ayudarla a bajar. Skye apreciaba el gesto, le gustaba que el ojiazul entendiera que si la dejaba por su cuenta, seguramente iría corriendo a su compartimiento y se escondería ahí para no tener que ir a Hogwarts porque los nervios la estaban comiendo viva.
Rayos, justo ahora la opción de tía Jane resultaba tentadora. ¿Por qué no la acepto? ¡Ah, sí! Se puso cursi.
Estúpido lado cursi.
Al llegar a la estación de tren, los estudiantes de primer año fueron llamados por un señor gigante que Skye estaba segura que había visto antes. Lo siguieron sin rechistar.
—Es muy grande —comentó Luke sin poder apartar los ojos azules del hombre—. Como muy grande.
Skye formó una sonrisa un tanto confusa y ladeó la cabeza. —¿Le tienes miedo al señor guardabosques, Lukey? —preguntó con un tono rozando la burla.
El rubio juntó las cejas de golpe y batió las pestañas varias veces, antes de mirar mal a la niña de cabellos platinados.
—No le tengo miedo al señor guardabosques —bufó con suficiencia—. Y no me digas Lukey, parece nombre de perro.
—Lo que digas, Lukey.
La enorme sonrisa en el rostro de Skye fue suficiente para que Luke se limitara a rodar los ojos ante el horrible apodo que su prima había decidido ponerle. Bufó suavemente, pero no dijo nada. Ambos chicos avanzaron a paso tranquilo por un sendero oscuro y silenciosos. Skye juraba que debían haber grandes y tupidos árboles por el alrededor y eso explicaba la gran oscuridad que cubría el sendero.
En menos de nada, el grupo de estudiantes, liderado por el señor guardabosques, llegó al fin del sendero, para terminar frente a un gran y oscuro lago. A pesar de tener un aire tenebroso debido al color oscuro del agua, había algo en el lago que resultaba mágico para Skye.
—¿Es el lago negro? —preguntó la niña en un susurro hacia Luke.
El rubio apartó la vista del lago y la redirigió a la niña a su lado.
—No sé, Skye —dijo Luke con el ceño fruncido—. Nunca he visto el lago negro, no sabría decirte.
Skye bufó. El señor guardabosques ordenó que se subieran cuatro estudiantes en unos pequeños botecitos que estaban acomodados a un costado. Claro, que si Skye hubiese estado menos concentrada en averiguar si Luke sabía manejar un bote, quizá hubiese notado a cierto niño de ojos azules y gafas redondas buscándola para que montase el botecito con él.
—¿Quieren montarse con nosotras? —una niña de brillante cabello rojizo, largo hasta la cadera y grandes y amables ojos color chocolate apareció de la nada, dirigiendo sus palabras hacia Skye.
La niña de ojos plateados apartó la mirada juzgadora de su primo, quién seguía indignado pues Skye no parecía estar conforme con el hecho de que Luke no supiera como manejar un bote. Desvió los ojos a la niña pelirroja y le sonrió suavemente. La niña desconocida traía a otra niña de la mano, una pequeña con dos coletas rubias y onduladas, cara sonrojadas y nariz pequeña.
—Seguro —aceptó Skye encogiéndose de hombros y siguiendo a la niña pelirroja al botecito vacío.
La pelirroja y la rubia de mejillas apretables se sentaron una al lado de la otra. Skye fue la primera el subir al botecito con ayuda de Luke, pues ambos temían volcar el botecito y caerse al agua. Frente a Skye estaba la niña rubia, que abrió la boca justo cuando Luke se sentó al lado de Skye.
—Soy Hannah Abbott —susurró con voz suave mientras emitía una pequeña sonrisa que a Skye se le antojaba adorable—. Me gusta mucho tu cabello.
Skye parpadeó dos veces, antes de sonreír, sintiendo sus mejillas teñirse de un suave rojo.
—Vaya, muchas gracias —dijo Skye sin saber exactamente que debía hacer después de recibir un cumplido—. Soy Skyler, pero todos me dicen Skye —se apresuró a añadir en un intento de no sonar grosera, se giró a Luke y lo señaló con un dedo—. Él es mi primo, Luke.
El rubio frunció el ceño y aireó la mano, apartando el dedo de Skye con cierto disgusto.
—Puedo presentarme solito —bufó, antes de girarse a las dos chicas que acababan de conocer. Luke formó una gran sonrisa ladeada y miró a ambas con sus brillantes y fríos ojos azules—. Soy Luke, un gusto.
Skye tuvo que apretar los labios para evitar emitir una risa ante lo cómica que parecía la escena. Pero, a pesar del intento barato de Luke por parecer coqueto ante las dos chicas, las mejillas de Hannah se volvieron más rojas, si eso era posible y la niña pelirroja no pudo evitar soltar una risita, desviando la mirada hacia Skye, quién se la devolvió de forma divertida.
—S-soy Susan —terminó por decir la niña pelirroja, aclaró su garganta y le dio una mirada rápida al rubio—. Un gusto conocerlos.
Susan les tendió la mano derecha a ambos niños, pero Skye fue quien se la aceptó, gustosa, dándose un apretón de manos amistoso. Sin poder evitarlo, una gran sonrisa creció en el rostro de Skye ante la idea de haber conseguido una nueva amiga. El botecito siguió con su camino, adentrándose en las profundidades del lago.
—Luke dijo que tía Jane le había dicho que había un calamar gigante en el lago —informó Skye, apoyándose en el borde del botecito e inclinando la cabeza hacía afuera, para poder ver el agua con claridad.
Sin embargo, Luke la tomó por un codo y tiró de ella hasta que estuvo sentada apropiadamente en el botecito. Skye solo sonrió con un poco de vergüenza, mientras Luke rodaba los ojos. El resto del camino se mantuvo en una cómo charla entre los 4 niños, dónde cada tanto Skye volvería a asomar su cabeza por el botecito, causando que los nervios de Luke se dispararan por los cielos, la tres niñas casi podían escuchar los gritos internos que el rubio trataba de reprimir cada vez que parecía que su prima se iba a caer por la borda, cosa que causaba risas a Susan y una sonrisa tonta en el rostro de Hannah.
Por otro lado, Skye solo podía decir que la emoción que sentía dentro la ponía así, queriendo ver todo lo que les rodeaba, así fuese su reflejo borroso sobre la superficie de un oscuro lago que, en realidad, tenía pinta de ser realmente profundo y tenebroso. Internamente, Skye le agradecía a Luke por ser tan nervioso y tenerla prácticamente sostenida del cuello de su camisa. Pronto el viaje en el botecito culminó completamente cuando llegaron a una especie de túnel oscuro que parecía estar bajo el castillo, hasta llegar a una especie de muelle subterráneo.
Luke fue el primero en bajar del botecito, tendiéndole la mano a Skye ara ayudarla a bajar del bote. Ella le dio una sonrisa de labios cerrados y se apresuró a tomarla, posicionándose junto a Susan, quién había bajado por su cuenta. Luego, Luke se estiró para ayudar a Hannah a bajar del bote, también. Skye sabía que lo hacía más por cortesía que porque en realidad quisiera ayudarla, sin embargo, las mejillas de la niña se volvieron más rosadas que antes. Susan y Skye ocultaron una risita.
Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara del señor guardabosques
Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo. Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble. El señor guardabosques levantó su gran puño y le dio unos golpes a la puerta, logrando que Skye saltara en su lugar, pues había estado distraída mirando a su alrededor.
La puerta se abrió de inmediato. Una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, esperaba allí. Tenía un rostro muy severo, y el primer pensamiento de Skye fue que se trataba de alguien con quien era mejor no tener problemas.
—Me da miedo —susurró Skye hacia Luke, quien asintió con la cabeza varias veces.
—Se ve severa —murmuró Luke—. Me da miedo no entregarle algún trabajo.
—Dímelo a mi —balbuceó la platinada en respuesta, pasando saliva con fuerza, observando al rubio.
Siguieron a la profesora a través de un camino señalado en el suelo depiedra. Hasta unas escaleras, dónde se giró hacia el grupo de niños en el primer descanso. Skye podía oír el ruido de cientos de voces, que salían de un portal situado al frente, justo detrás de la profesora de mirada severa. Skye supuso que ahí se encontraría el resto de los estudiantes y profesores.
—¡Bienvenidos a Hogwarts! —exclamó la mujer—. En breve atravesarán estas puertas y se encontraran con el resto de sus compañeros. Pero antes de sentarse deberán ser asignados a las diferentes casas —Luke y Skye compartieron una mirada, ambos sabían que no querían quedar en Gryffindor. No era que tuvieran algo en contra de la casa, simplemente tía Jane la odiaba, fin—. Son Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Mientras estén aquí, su casa será como su familia. Con sus triunfos, las casas ganarán puntos. Si rompen una regla, perderán puntos. Al final del año, la casa con más puntos se llevará la Copa de las Casas.
—¡Trevor! —el grito de un niño en la multitud volvió a hacer a la platinada saltar en su lugar, causando que Susan tras ella tuviera que ahogar una risita. El niño corrió hacia el sapo y lo tomó entre sus manos, causando un escalofrío por toda la espalda de Skye, te tenía respeto por tener el valor de sostener ese animal entre sus manos—. Disculpe —balbuceó.
Sin poder evitarlo, realmente, sintió un poco de pena por él, pues había estado bajo la atenta mirada de no solo los niños de primer año, sino también, de la profesora. Ella hizo una mueca con los labios y se aferró al brazo de Luke por instinto propio.
—Al menos el chico encontró su sapo —susurró Hannah a un lado.
—Si, pero las niñas esas no debían ser tan groseras —espetó Luke en tono bajo, pero completamente malhumorado.
—Pero si solo nos mandaron a ponernos las túnicas, no seas llorón -bufó Susan, haciendo que Luke rodara los ojos levemente y causando una risita de parte de Skye.
—La Ceremonia de Selección empezará en algunos momentos —la profesora dijo con tono severo. Giró sobre sus talones y desapareció de la vista de todos.
La Ceremonia de Selección era algo que ponía a Skye emocionada. Claro, tía Jane había intentado asustarlos con que dicha ceremonia sería una dura prueba, en la que si fallabas serías devuelto a tu casa y no podrías volver a pisar Hogwarts. Aún así, tía Jane había cometido el error de contar una de sus experiencias en uno de los banquetes cuando estaba en cuarto año y mencionó en que consistía dicha ceremonia.
Skye no podía esperar a que un sombrero parlante le leyera la mente.
—Entonces es cierto lo que venían diciendo en el tren —habló una voz, un niño en realidad—. Harry Potter ha venido a Hogwarts —añadió después, generando un gran revuelo en la multitud de niños. Incluso Hannah y Susan atrás de ella se movieron en sus lugares para tratar de ver al frente—. Este es Crabbe y este es Goyle —dijo el niño rubio, Skye solo tuvo que verlo dos veces para reconocerlo de nuevo—. Yo soy Malfoy —dijo mientras caminaba hacia algún lado, Skye supuso que frente a Harry Potter—. Draco Malfoy.
No pudo no imaginarlo, postrado frente a Malfoy, con sus ojitos azul cielo cubierto tras sus gafas, observando al platinado hablarle. Entonces, una pequeña risa se escuchó. Skye frunció los labios y soltó su agarre de Luke, dando algunos pasos al frente para poder ver mejor. Al lado de Harry estaba Ron Weasley y ella frunció las cejas cuando vio a la niña de rizos oscuros al otro lado de Harry, repentinamente luciendo muy parecidos.
—¿Te parece gracioso mi nombre? —bufó Malfoy—. No tengo que preguntarte el tuyo —y aún siendo Ron Weasley quién habló terriblemente mal de su madre, una pequeña fibra dentro de ella se retorció al ver la cara que puso el niño—. Pelirrojo, túnica usada. Debes ser un Weasley —giró su cabeza hacia Harry—. Descubrirás que hay familia de más categoría de otras. No te hagas amigo de gente de baja categoría. En eso te puedo ayudar.
El rubio le tendió la mano al ojiazul, pero una pequeña mano externa apartó la suya con desagrado. La misma niña de cabellos negros y rizados, con ojos avellana y gafas cuadradas, que había insultado tanto a Luke como a Skye, se encontraba al lado de Harry.
—¿Y rebajarnos a ser amigos de un mocoso malcriado como tú? No gracias, niño lindo —habló cruzándose de brazos.
—¿Y quién se supone que eres tu? —preguntó con asco. La niña rodó los ojos y sacudió la cabeza con fastidio.
Harry le lanzó una mala mirada a la niña y ella se la respondió con una so risa falsa. El pelinegro volvió sus ojos azul cielo a Draco y habló.
—Creo que yo mismo puedo ver la categoría de la gente.
Draco le regaló una mirada enojada a Harry, a lo que Skye rodó los ojos. Algo le decía que Draco no se tomaría aquello bien. De repente, la profesora volvió y le dio un golpecito al niño en el hombro. Draco rápidamente tomó un lugar entre los demás estudiantes, posicionándose al lado de Skye, al verla, le lanzó una sonrisa que, aunque lucía de superioridad, tenía un aire amistoso en ella. La platinada giró la cabeza para ver a Luke con confusión, pero el niño rubio solo se encogió de hombros.
—Estamos listos para ustedes. Síganme.
La profesora giró sobre sus talones y comenzó a caminar hacia unas grandes puertas. Los niños la siguieron en una fila. Skye podía sentir la emoción fluir por cada pelo de su ser, estaba nerviosa, pero se sentía eufórica, se sentía capaz de correr un maratón y no morir en el intento. Las puertas se abrieron y pronto Skye se encontró en el Gran Comedor. Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro. En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. El corazón de la niña latía más rápido que nunca.
La levantar la cabeza hacia el techo, Skye pudo ver el cielo nocturno, lleno de estrellas brillando. Soltó un suave sonido de exclamación.
—¡Que bonito! —exclamó un poco más alto de lo que debería, ganando una mirada divertida de parte de Luke y una burlesca de parte de Draco—. No sabía que se podía ver el cielo, tía Jane no lo mencionó.
—Es porque no es el cielo —habló una niña castaña frente a ellos, tenía tono sabiondo, uno familiar. Un ligero puchero de decepción se creo en el rostro de Skye—. El techo no es real. Tiene un hechizo para parecer el cielo nocturno. Leí sobre el en...
—La historia de Hogwarts, ya entendimos que eres inteligente, niña —bufó Luke, con tono amargo.
La niña castaña le lanzó una mirada cargada de odio sobre el hombro, mientras la pelinegra a su lado parecía que quería caerle a golpes al rubio, quien sonrió con falsedad. Skye le dio un golpe en el brazo.
—¡Auch! —exclamó el rubio con desagrado.
—No te rebajes a su nivel, Lukey, tienes que ser mejor, ¿recuerdas?
Luke repitió las palabras de Skye con todo agudo, mientras tenía una mueca de desagrado, pero nunca le refutó. Los niños de primer año siguieron caminando hasta llegar a la tarima, donde la profesora se giró hacia ellos.
—¿Quieren esperar aquí, por favor? Bueno, antes de empezar el profesor Dumbledore le gustaría decir unas palabras.
Skye tomó a Luke del brazo y lo sacudió con muchísima fuerza, así evitando soltar un chillido. Luke también evitó gritarle a Skye que parara.
—Tengo unos anuncios de principio de año que quisiera anunciar —su voz resonó con mucha fuerza por todo el lugar—. Los de primer año, por favor tomen nota de que el Bosque Prohibido está fuera de los límites para los estudiantes —Skye reprimió una risa al pensar en las historias de tía Jane y como ella junto a sus amigos entraban al bosque, de día, claro—. También, nuestro celador, el señor Filch me pidió que les recordara que el corredor del tercer piso del lado derecho, está prohibido, a menos que quieran sufrir una muerte sumamente dolorosa. Gracias.
Un ligero shock cayó sobre los estudiantes de primer año ante las últimas palabras del profesor, que pronto fue roto por la voz de la profesora explicando que cuando llame al estudiante, este debe pasar al frente y se les pondrá el Sombrero Seleccionador en la cabeza para poder sortear al estudiante en su casa. La primera en ser llamada fue Hannah. Skye le apretó la mano en señal de buena suerte. Fue sorteada en Hufflepuff. Después de dos chicas más, Susan fue llamada, de nuevo, Skye le dio un apretón de buena suerte. También fue sorteada en Hufflepuff.
Skye también quería ser sorteada en Hufflepuff, pero debía ser honesta, Luke no quedaría en dicha casa. Luke podría estar en cualquier otra, la que sea, menos Hufflepuff. Y, tal vez, esa era la única razón por la que no quería ser una Hufflepuff.
En su mente, hizo cuentas sobre las B, cuando la lista llegara a un apellido Bu, las B se habrían acabado. Seguirían las C, seguiría Luke. Pasó saliva con fuerza y se concentró en escuchar claramente los apellidos y cuando la profesora llamó a Bulstrode, Millicent, sintió su cuerpo desfallecer. Solo le salvaría otro apellido que iniciase con Bu. Sí, sí. Habría otro apellido.
—¡Carstairs, Luke!
Skye abrió mucho los ojos y se giró hacia su primo. Lo tomó del hombro y le sonrió.
—Tu puedes, Luke —susurró por lo bajo. Sin embargo, su primo solo podía ver el taburete con terror mientras caminaba hacia el.
Skye esperó de pie, ahí, sola, entre la multitud, mientras mordía la uña de su dedo índice, se sentía nerviosa y creía que moriría en cualquier segundo.
—Ojalá quede en Slytherin —habló Draco a su lado, mirando a Skye de reojo.
—Ojalá quede en Ravenclaw —rebatió Skye, lanzando una mirada de soslayo a Draco. El chico hizo una mueca, ambos decidieron no hablar más.
Entonces, el sombrero soltó su veredicto. —¡GRYFFINDOR! —la casa de los leones soltó gritos de felicidad, un poco más silenciosos que con el resto de los niños.
Luke y Skye entrelazaron sus ojos. Los azules lucían vulnerables, temerosos, mientras caminaba con paso lento y pesado. Sus túnicas brillaban de color rojo y dorado. Los plateados gritaban aliento por todas partes, pero allá en el fondo se veía un matiz de preocupación. Skye no tenía madera de leona y lo sabía.
—¡Carstairs, Skyler! —el corazón se le cayó a los pies. Luke, a la distancia, alzó sus dos pulgares. Draco le dio un ligero empujón, indicándole que caminara.
Con las piernas temblorosas, Skye avanzó a paso lento hasta llegar frente a la profesora. Le dio una mirada asustada y luego se sentó en el taburete, con el corazón acelerado y los nervios a mil, de repente, su visión fue bloqueada por una tela. El sombrero. Lo siguiente que escuchó fue una vocecilla en su cabeza.
—Hum. Otra Carstairs. Dos en un mismo año, me pregunto cómo saldrá eso. Eres bastante diferente al otro, puedo sentirlo. No veo esas ansias de querer probarte a ti misma y probarle al mundo que no eres aquello que todos aclaman. No te consideras capaz de hacer lo necesario para conseguir tus propósitos. Sin duda, tu lugar no es en Slytherin. —Skye casi suspira en alivio, una casa menos en la que ser sorteada—. Eres inteligente, curiosa y no te gusta no conseguir una respuesta cuando tienes grandes dudas, pero no valoras los conocimientos sobre todas las cosas. A veces puedes ser un poco despistada, por lo que no encajarías del todo en Ravenclaw. Sin embargo, harías cualquier cosa por tus seres amados, valoras a tu familia y amigos sobre las demás cosas, para ti, el amor va primero. Gryffindor podría ayudarte bastante —una pequeña ola de alivio recorrió su cuerpo. Rogaba mentalmente que la mandaran a Gryffindor, no quería que Luke se sintiera solo—. Así que Gryffindor, ¿eh? Poniendo el bienestar de los demás sobre el tuyo. Eres demasiado buena, Skyler Carstairs, quizá mucho para tu propio bien. Valoras el trabajo duro y la lealtad sobre todo. Definitivamente, eres una completa ¡HUFFLEPUFF!
Los aplausos no faltaron en llegar a sus oídos, pronto la oscuridad proporcionada por el sombrero desapareció y la cálida luz del Gran Comedor la dejo ciega momentáneamente. Skye se sentía helada, las manos le temblaban levente y sentía las piernas pesadas, como si estuvieran hechas de algún metal muy pesado. El estómago se le revolvía completamente, de una forma horrorosa. Pasó saliva con mucha fuerza y bajó del taburete, empezando a caminar a la mesa dónde los colores amarillos predominaban, su mirada viajó fugazmente a la mesa de leones, dónde un pequeño rubio de brillantes ojos azules mantenía una sonrisa orgullosa en su rostro, mientras miraba a su prima con emoción. Ella se la devolvió.
Alivio recorrió a Skye y sintió que pudo respirar bien después de un tiempo. ¡Por Merlín! ¡Había quedado en Hufflepuff! De repente, una gran emoción estalló en su pecho y prácticamente corrió a la mesa de su nueva casa, sentándose al lado de la pelirroja que la había acompañado en el viaje del botecito. Se sentía feliz de saber que las dos amigas que había hecho habían terminado en la misma casa. Casi podía reírse de aquello. Aún así, algo en su cabeza no dejaba de decirle lo obvio.
Luke.
Él estaba solo, prácticamente. Solo en la casa que tía Jane específicamente había pedido que no quedaran, porque la mayoría de Gryffindor tendían a ser estúpidos. Se sintió medianamente triste, porque por primera vez en once años, Luke y Skye Carstairs estaban separados.
no c por qué razón este capítulo me costó tanto tiempo en terminarlo, quizá no tenía inspiración o algo por el estilo, pero no había podido terminarlo.
¡pero ya lo logré! ahhhh espero que haya quedado medianamente decente y que les haya gustado al menos un poquito. les quiero mucho amiguis, intentaré estar un poco más presente en wattpad antes de entrar a clases ksdjjsd
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top