i. diagon ally
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( diagon ally )
SKYE FORMÓ UNA gran sonrisa cuando entró en el caldero chorreante. Nunca, en todos sus cortos años de vida, había pisado el lugar. Según su tía, aquel lugar, era un lugar famoso, ella no lo conocía y moría por hacerlo. Su sonrisa creció y apretó la mano de Luke con fuerza. El rubio se quejó, pero no la soltó, él no lo haría. Para ser un lugar famoso, estaba muy oscuro. Era un bar diminuto y de aspecto mugriento. Ella hizo una mueca, realmente no era lo que esperaba.
Había un pequeño revuelo en el lugar, la gente estaba conmocionada. La gente susurraba cosas, todos lucían sorprendidos y emocionados. La presencia de los tres en el bar logró acallar un poco los murmullos. Unas ancianas, que estaban sentadas en un rincón, giraron la cabeza hacía la pequeña familia, una arrugó la nariz a ellos y la otra se acercó a susurrar.
El bullicio que tenían dentro, cargado con una especie de emoción contagiosa, fue cesando levemente, antes de volver a iniciar con un aire totalmente diferente. Skye sabía que esto podría pasar, tía Jane se lo había dicho, pero de todas formas fue doloroso para ella escuchar el claro es la hija de Juniper Carstairs, ¡como se atreve a pisar este lugar! que balbuceó una de las ancianas a la otra. La que fumaba una pipa apagada, asintió para mostrarse de acuerdo.
El viejo cantinero, un hombre completamente calvo y que parecía una nuez blanda, se giró hacia los Carstairs y se aclaró la garganta antes de hablar con un intento de tranquilidad.
—Jane —dijo, justo antes de suspirar, como si esperara que algo terrible sucediera. Skye arrugó el ceño desvió los ojos del sujeto antes de girarlos hacía tía Jane.
La mujer, miró sus botas negras unos instantes antes de subir su mirada al cantinero. Asintió levemente con la cabeza y apretó los dientes sobre sus labios. Tía Jane se cruzó de brazos.
—Tom —a diferencia de la mueca del cantinero, tía Jane sonrió, si bien era una sonrisa falsa, era creíble para quien lo la conociera lo suficiente.
Skye la observó y pensó que su tía era increíble.
—¿Qué hace aquí? —Skye no pasó por alto el tono tembloroso que tenía en hombre. De nuevo, Skye frunció el ceño y sintió la necesidad de suspirar pesadamente. Odiaba que aún trataran a tía Jane como una figura a la que debían temerle o usaría la magia en su contra.
—Hogwarts —respondió con obviedad y solo en ese instante, tía Jane apretó el hombro de Luke y de Skye, atrayéndolos al frente, cada uno a su lado, provocando que Luke soltara la mano de Skye.
La multitud, que había estado prestando atención al pequeño intercambio de palabras entre tía Jane y el cantinero, Tom, dirigieron sus ojos a los dos niños. Tía Jane siempre había tratado de mantener a Luke y a Skye fuera del ojo público, ella decía que el mundo mágico, a pesar de ser increíble, era duro, cruel y juzgador. Tía Jane no quería que sus dos pequeños fueran tratados mal por culpa de el pasado de sus padres o por el apellido que cargaban. El mundo mágico no era un lugar para niños como ellos. Y Skye pensaba que era absurdo.
La gente del mundo mágico, si eran tal como tía Jane los describía, eran bastante ridículos. Pero Skye jamás diría algo así en alto, heriría los sentimientos de los demás y eso es algo que ella no quería.
Tía Jane decidió que era suficiente exposición. Luke volvió a tomar a Skye de la mano y tía Jane tomó a Luke, guiándolos por todo el caldero chorreante, las miradas los siguieron, claro que sí y cuando Skye pasó junto a las ancianas, le sonrió a una, mientras batía su mano de forma amigable diciéndole adiós. Skye pensaba que, quizá, habían tenido un mal día y por eso estaban tan enojadas y hablando mal de los demás. Tal vez si les daba un gesto amigable, serían felices.
Así como ella era feliz cuando Luke era lindo con ella.
Al salir, otra pequeña decepción cruzó el pecho de Skye. Estaban en un patio trasero, demasiado pequeño como para tener un callejón lleno de cosas increíbles donde podría comprar cosas para ir a la escuela de magia. No habían más que barriles y botellas vacías, un bote de basura y hierbajos. Skye suspiró, ¿tía Jane se equivocaría esta vez? Aunque, tía Jane nunca se equivocaba.
Ella decidió esperar. Tía Jane sabía lo que hacía.
—Ay, no —se quejó la mujer, sacando su barita de su zapato—. ¿Y ahora? —tía Jane miraba la pared esperando, parecía, que la respuesta se hallara ahí. La mujer rubia suspiró levemente—. ¿Eran dos arriba o dos a la derecha? No... espera creo que era... sí, eso tiene más sentido, ¿no? ¿Tu qué dices? —tía Jane se giró a Luke.
El rubio, que había estado muy feliz observando el cielo con los ojos entrecerrados y el ceño fruncido, bajó la mirada hacía su madre y frunció el ceño. Sus ojos azules viajaron desde la pared a tía Jane.
—Creo que ya te volviste loca —respondió, antes de sonreír incómodamente.
Tía Jane entrecerró los ojos observando a Luke con desagrado. El rubio le devolvió la mirada. Skye pensaba que era una especie de copia, así que no pudo evitar reír levemente.
Dio tres golpes a la pared, con la punta de su varita. Tía Jane se volvió a agachar para guardar su varita de nuevo. El ladrillo que había tocado se estremeció, se retorció y en el medio apareció un pequeño agujero, que se hizo cada vez más ancho. Un segundo más tarde estaban contemplando un marco ovalado lo bastante grande hasta para los tres.
Skye abrió la boca sorprendida, pensó de nuevo que no debía volver a dudar de tía Jane, ella siempre sabía que hacía, Skye sabía que tía Jane siempre sabía lo que hacía, era la persona más increíble que jamás había conocido, ella quería ser como tía Jane cuando fuera grande.
—June siempre hacía eso —balbuceó tía Jane, girando sobre sus talones con un poco de torpeza.
La mujer rubia agarró la mano del pequeño rubio que miraba a a su madre con las cejas arriba. Luke estiró su mano libre y agarró la de Skye. La niña frunció el ceño y miró mal a su primo.
—No necesito que me agarres de la mano —se quejó, intentando sacudirse la mano de Luke.
—Sí, sí lo haces —acusó Luke—. La última vez que no te sostuve la mano, te perdiste, ¿recuerdas?
—¿Por qué no puedo ser yo quien te agarra de la mano? —Skye hizo un puchero mientras juntaba las cejas.
—Da igual.
Skye quiso refutar, pero tía Jane no le dio la oportunidad. Ella tiró de la mano del pequeño rubio y, por obvias razón, él tiró se Skye. Tía Jane se movía con rapidez entre la gente. Skye deseó tener más ojos. Movía la cabeza en todas direcciones mientras iban calle arriba, tratando de mirar todo al mismo tiempo: las tiendas, las cosas que estaban fuera y la gente haciendo compras.
Un suave ulular llegaba de una tienda oscura que tenía un rótulo que decía: «El emporio de las lechuzas. Color pardo, castaño, gris y blanco». Skye ya lo había decidido, ella quería un búho le parecían útiles y eran lindos. Si era posible uno macho y negro, ella ya lo había hablado con tía Jane y tía Jane había aceptado. Lo que significaba que Luke podría tener a su tan deseado gato.
—¿Iremos a Gringotts? —preguntó Luke, en un intento de mantener la emoción controlada, el rubio quería ver a los gnomos.
—Sí —afirmó tía Jane, logrando que los ojos azules de Luke brillaran de emoción—. Cuando nos quedemos sin dinero fuera de la bóveda, mientras tanto, estamos bien.
Skye está segura que pudo oír el sonido que hace un globo al desinflarse cuando pareció que la emoción abandonaba el cuerpo del pequeño rubio pues no irían a Gringotts. La peliplateada sonrió con pesar hacia su primo, antes de darle dos palmaditas en sus brazos delgaduchos.
—Quería ver a los gnomos —se quejó Luke, haciendo un puchero y cruzándose de brazos.
—¡Por Merlín! —chilló Skye—. Yo también quería —secundó al rubio, formando una mueca—. En mi mente son pequeñitos y adorables. ¡Y amables! Inteligentes como Luke y divertidos, y adoran el azúcar —la niña juntó sus manitas y entrelazó los dedos mientras saltaba en su lugar—. ¿Lo son, tía Jane?
Y tía Jane simplemente no pudo quitarle esa idea de la cabeza a la niña. Jane creía que lo peor que podría hacer era mentirle a la gente con la excusa de poder protegerlos. Las mentiras no llevaban a ningún lado, eso lo sabía bien, claro que lo hacía, pero, este era otro caso, ¿cierto? Bufó, mentalmente, ¿qué era lo peor que podría pasar?
—Seguro —afirmó la mujer rubia, antes de tomar la mano de Luke y prácticamente obligarle a descruzar los brazos, por obvias razones, Luke se apresuró a tomar la mano de Skye mientras tía Jane tiraba de ellos camino a quién sabe donde.
Tía Jane tiró de ellos hasta una tienda de libros a la que Skye no le prestó mucha atención, porque sus ojos estaban puestos en la tienda de al lado: «Madame Malkin, túnicas para todas las ocasiones». ¡Por la tanga de Merlín! Ella quería su túnica de Hogwarts, no dudó en tirar del brazo de Luke, intentando llamar la atención de alguien.
—¡Tía Jane! —chilló la pequeña, aún tirando del brazo de Luke como si de alguna forma, Luke le ayudase a llamar la atención de tía Jane—. ¡Quiero ir ahí! ¿Podemos? ¿Podemos? —dio dos saltitos más, logrando que las coletas que tenía se cayeran levemente—. Por favor, así compramos la túnica. Luke y yo la necesitamos, ¿cierto? Por favor.
Luke se zafó de Skye, moviendo su brazo de arriba abajo, mientras la miraba con el ceño fruncido y una mueca en los labios.
—Per... —tía Jane se detuvo, cuando Luke alzó una mano.
—Mamá, tu podrías ir comprando nuestros libros mientras Skye y yo vamos comprando las túnicas —sugirió Luke, tratando de sonreír con tranquilidad—. Vamos —dijo el rubio—. Saldremos más rápido de esto.
Y con la última frase, ya tenían a tía Jane. La mujer suspiró levemente y luego mordió su labio inferior, decidiendo si era buena idea o una terrible idea, quizá era un poco de ambas, pero así saldrían de ese lugar rápido. En serio que tía Jane odiaba los lugares concurridos.
—Bien —aceptó. Skye soltó un chillido de emoción—. Luke queda a cargo, ¿vale?
El rubio asintió, mientras Skye observaba como él recibía una bolsita de tela roja con dinero mágico dentro.
—¿Por qué no quedo yo a cargo? —preguntó Skye con inocencia.
—Por que la última vez que te dejé a cargo casi quemas la cocina.
—Sin mencionar la vez que lograste, de alguna forma, sacar el vidrio de tu ventana.
—Las macetas de la señora Ross salieron costosas, Skye.
—¡O cuando...!
—¡Ya entendí! —se apresuró a decir Skye, sus mejillas estaban rojas y se sentía un poco avergonzada. Quizá ella no era la persona más apta para estar a cargo de algo.
Tía Jane asintió con la cabeza, dándole una última mirada a Luke. El niño rubio se encogió de hombros, luego se giró a la niña, para indicarle con la cabeza que entraran a la tienda de túnicas. Resultó ser que Madame Malkin era una bruja sonriente y regordeta, vestida de color malva. Skye le devolvió una sonrisa enorme.
—¿Hogwarts? —preguntó, justo cuando Luke entró a la tienda, con Skye pisándole los talones. Ambos asintieron con la cabeza—. Demasiados en un día, tengo dos para Hogwarts también.
En el fondo de la tienda, un niño de rostro pálido y puntiagudo estaba de pie sobre un escabel, mientras otra bruja le ponía alfileres en la larga túnica negra. A su lado, en otro escabel había otro niño, a diferencia, tenía una mata de cabello negro azabache con gafas redondas pegadas con cinta en el puente.
Madame Malkin guió a Luke y a Skye al tercer escabel, Luke retrocedió un paso, dando a entender que Skye sería la primera que se probaría la túnica. Ella tomó el lugar al lado del pelinegro. Madame Malkin le deslizó por la cabeza una larga túnica y comenzó a marcarle el largo apropiado.
—Hola —dijo el muchacho platinado, logrando que la vista del pelinegro, Skye y de Luke viajaran a él—. ¿También Hogwarts?
—Sí —respondió el pelinegro de forma tajante.
Por otro lado Skye asintió frenéticamente, logrando que su cabello se desordenara más y que Luke rodara los ojos. La peliplateada giró la vista a su primo y le miró mal mientras Luke le dio una sonrisa forzada.
—Mi padre está en la tienda de al lado, comprando mis libros...
—¡Mi tía también! —añadió Skye con emoción—. Fue sola, porque yo quería entrar aquí...
—Y mi madre ha ido calle arriba para mirar las varitas —dijo el chico. Tenía voz de aburrido y arrastraba las palabras. Skye frunció el ceño al notar como interrumpió su oración de forma grosera. La niña notó que no fue la única en notar eso, pues el chico de cabello negro giró a verla.
En sus cortos años de vida, Skye había vivido rodeada de dos pares de ojos azules totalmente únicos, de un azul puro. Pero los del chico de greñas negras eran diferentes. No eran ese azul intenso que caracterizaba a los rubios de la familia Carstairs, era un azul claro, como el color del cielo, delicado y bonito, tranquilizante. La respiración de Skye se atoró en su garganta y sintió sus mejillas teñirse de rojo.
En su vida había sentido una mirada así de pesada. La ponía nerviosa.
—Luego voy a arrastrarlos a mirar escobas de carrera. No sé por qué los de primer año no pueden tener una propia. Creo que voy a fastidiar a mi padre hasta que me compre una y la meteré de contrabando de alguna manera.
La voz del chico platinado atrajo la atención de los otros tres niños.
—Te meterás en problemas si metes una escoba de contrabando cuando los de primero no deben tener una escoba —anunció Luke, alzando una de sus cejas—. Además de que sería inútil, ¿para qué tener una escoba que no te dejarán usar?
—Por tu comentario supongo que no tienes escoba propia —la mirada gris del niño platinado era de superioridad y aunque Skye sabía que Luke tenía una escoba sencilla en el patio trasero de su pequeño apartamento, al ver que él no quiso mencionarlo, ella decidió no decir nada tampoco—. ¿Tú tienes escoba propia? —continuó el muchacho, mirando al pelinegro.
—No —dijo.
—¿Juegas al menos al quidditch?
—No —dijo de nuevo.
Luke avanzó a Skye y le hizo una seña para que se acercara un poco. La platinada solo se acercó un poquito antes de que el rubio se acercara a susurrarle algo al oído.
—Es un Malfoy —afirmó Luke.
Skye se echó un poco para atrás y observar a al niño que parloteaba sobre las casas, la niña ladeo la cabeza con curiosidad. Tía Jane siempre habló de ellos, los Malfoy, les dijo claramente que se mantuvieron alejados de ellos porque los Malfoy no solo eran desagradables sino que también peligrosos y malos. Se acercó a Luke de nuevo.
—Sí, es un Malfoy —aceptó ella.
—... ¿Te imaginas estar en Hufflepuff? Yo creo que me iría, ¿no te parece?
Skye se sintió ofendida un poco, ella quería ir a Hufflepuff, miró al niño con algo de desagrado y luego dirigió la vista al pelinegro que parecía totalmente confundido, como si no supiera de que hablaba el rubio. Por otro lado, Luke lo miraba como si quisiera arrancarle el cabello de la cabeza, el niño Malfoy no parecía notarlo y a Skye le pareció un poco desagradable.
—¡Oye, mira a ese hombre! —dijo súbitamente el chico, señalando hacia la vidriera de delante. Por inercia, Skye miró hacia allá, Un señor gigante estaba allí, sonriendo a al muchacho pelinegro y señalando dos grandes helados, para que viera por qué no entraba. A su lado una niña de cabello negro, sacudía la mano derecha mientras con la izquierda sostenía su helado. A Skye le pareció sumamente adorable, por lo que sonrió y pensó, sería genial que tía Jane apareciera con helados también.
—Ése es Hagrid —dijo el pelinegro, contento de saber algo que el otro no sabía—. Trabaja en Hogwarts.
—Oh —dijo el muchacho—, he oído hablar de él. Es una especie de sirviente, ¿no?
—Es el guardabosques —dijo el pelinegro. Por la cara de Luke, Skye supo que cada vez le gustaba menos aquel Malfoy.
—Sí, claro. He oído decir que es una especie de salvaje, que vive en una cabaña en los terrenos del colegio y que de vez en cuando se emborracha. Trata de hacer magia y termina prendiendo fuego a su cama.
—Yo creo que es estupendo —dijo con frialdad.
—¿Eso crees? —preguntó el chico rubio en tono burlón—. ¿Por qué está aquí contigo? ¿Dónde están tus padres?
—Están muertos —respondió en pocas palabras. No tenía ganas de hablar de ese tema con él.
Skye cubrió su boca con la mano y se giró al niño pelinegro, para intentar darle una miradita de que lo lamentaba, pero tan pronto lo hizo, se quiso golpear, lo peor que podrías hacerle a una persona que sufrió un gran pérdida es mirarle con pesar. El chico la ignoró y aunque en otra situación, Skye se hubiera sentido horrible, con la idea de que no lo volvería ver hasta que estuvieran en clase —que de hecho, es cuestionable porque pueden no quedar en la misma casa—, decidió ignorar eso.
—Oh, lo siento —dijo el otro, aunque no pareció que le importara—. Pero eran de nuestra clase, ¿no?
—Oh, tu no dijiste eso —exclamó Skye con la boca abierta, totalmente indignada. Luke, abajo del escabel, miró a su prima con el ceño fruncido—. Eso es caer bajo, incluso para un Malfoy. Aunque no me sorprende, tía Jane dice que son desagradables y estoy empezando a creer que sí.
—¿Acabas de llamarme desagradable? —el rubio platinado alzó una ceja.
—Técnicamente, dijo que mi mamá llamó a tu familia desagradable —Luke señaló, alzando ambas cejas.
—Tu madre no sabe nada. Y créeme, mi padre se enterará de esto y hará pedazos a tu madre.
—Ja, quiero ver a Lucius Malfoy intentar acabar con Jane Carstairs.
Como si hubiera visto un fantasma, el niño platinado palideció más de lo que era natural justo al oír el nombre de tía Jane. Skye solo bufó mientras rodaba los ojos, esa reacción comenzaba a ser patética. Sí, sí, los Carstairs no eran lo mejor, pero ¿debían reaccionar así?
—¿Jane Carstairs? —peguntó—. No, ustedes no pueden ser los niños de los que tía Jane está a cargo.
—¡Hey! Búscate tu propia tía, oxigenado —Skye frunció el ceño y luego resopló—. Y somos geniales, ¿qué dices?
—Eso, eso —secundo Luke, señalando a la peliplateada con el dedo índice.
En eso, Madame Malkin interrumpió la conversación de los cuatro niños, entregándoles las túnicas al platinado y a la peliplateada. Skye bajó del escabel y dejó que Luke tomara su lugar, quedando frente del niño pelinegro. Ella le sonrió con amabilidad mientras él desviaba la mirada a sus pies.
—¿Cómo sabías quién era? —se atrevió a preguntar el niño, mirando a Skye a través de sus pestañas oscuras. Parecía bastante decidido en lo mirarla a los ojos.
—Oh, yo no sabía. Luke me dijo y tenía razón. Oxigenados y desagradables, así son. Además, tía Jane si nos obligó a estudiar a las familias mágicas que hacen parte de los sagrados veintinueve, solo porque los Carstairs se siguen manteniendo ahí —ella suspiró con desgana.
—Es un poco triste que en el pasado nuestras familias eran bastante cercanas. Y lo que es peor, es la oligarquía bastante ridícula que tienen los sangre pura, ¿qué se creen? No son superiores en ningún sentido, de hecho, solo logren que me de vergüenza decir que soy sangre pura.
Hubo un ligero silencio, donde el pelinegro parecía maquinar lo que los dos niños le habían dicho. Se notaba que no sabía mucho del mundo mágico, lo que a Skye le pareció aún más adorable que el gigante afuera con helados. él hizo una mueca y volvió a sus zapatos.
—No estás muy familiarizado con el mundo mágico, ¿cierto? No es la gran cosa, sí, hay dragones y varitas que botan chispas, pero está incluso más podrido que el mundo muggle —balbuceó Luke distraídamente.
—Soy Skye —añadió la niña cambiando de tema. El pelinegro asintió—. El pesimista con palabras difíciles es Luke, es mi primo. ¿Tu quién eres?
—Soy Harry. Harry Potter.
Y aunque Skye se sorprendió, decidió solo asentir con la cabeza y hacer silencio, los minutos pasaron lentamente y luego Harry Potter se fue, balbuceando un suave nos vemos en Hogwarts, supongo. Entonces, Luke giró la cabeza a Skye y le sonrió de oreja a oreja.
—Te sonrojaste cuando lo viste —acusó.
—Bobadas.
—Bobadas, mis huevos.
—¡Luke! —chilló ella, sorprendida por las palabras del rubio—. No hables así, a tía Jane le dará algo.
—Bien, escóndete en tus mentiras, Skyler Carstairs, yo sé que te sonrojaste cuando viste al Potter —dijo Luke con superioridad—. Y sobre el lenguaje, aprendí eso de mamá. Por favor, creo que ella se sentiría orgullosa de oírme.
Skye rodó los ojos. Luke obtuvo su túnica. el resto de la tarde se puede reducir en que Luke casi chilla cuando vio sus libros. Había unos grandiosos forrados en piel, otros del tamaño de un sello, con tapas de seda, otros llenos de símbolos raros y unos pocos sin nada impreso en sus páginas. Por otro lado, Skye casi se muere cuando los vio. ¡Eran demasiados! ¿Por qué eran tantos? ¿Debía leerlos antes de ir como haría su primo o él solo estaba teniendo uno de sus episodios de soy-extra-estudioso-e-inteligente?
Ahora, hablando de la parte entretenida, ¡Skye tenía un búho! ¡Y negro! Era hermoso, no, majestuoso. Y sí, obviamente lo había llamado Galileo porque, bueno, no podía llamarlo Búho después de que Luke consiguiera una bota de pelos que aparentaba ser una gata y la hubiese llamado Calígula. ¿De dónde se le ocurrió ese nombre tan ingenioso?
Como Skye había esperado todo el día, si fueron a comprar su varita, ella esperó con tía Jane afuera a Luke consiguiera la suya y Skye no había entendido el por qué no entrar con Luke, pero comprendió cuando un cajón salió volando por la ventana y tanto ella como su tía tuvieron que agacharse para evitar un mal golpe, al final, Luke obtuvo una bonita varita sabrá Merlín de qué.
Cuando Skye entró, sola, después de Luke, una campanilla resonó en el fondo de la tienda. Era un lugar pequeño y vacío. Skye se sentía algo extraña, no sabía que era exactamente. Se tragó una cantidad de preguntas que se le acababan de ocurrir, y en lugar de eso, miró las miles de estrechas cajas, amontonadas cuidadosamente hasta el techo.
—Buenas tardes —dijo una voz amable. Un anciano estaba ante ella. Sus ojos, grandes y pálidos, brillaban como lunas en la penumbra del local.
—¡Señor Ollivander! —Skye pegó un pequeño salto de emoción al verlo—. Es todo un placer poder conocerlo, usted me dará mi primera varita. ¿Puedo escoger una bonita? ¿Puede tener brillantina? ¿Se imagina que tuviera brillantina plateada? ¡Haría juego con mis ojos!
—Ah, sí —dijo el hombre—. Sí, sí, pensaba que iba a verte pronto. Ah, Skyler Carstairs. —la niña notó que no era una pregunta—. Tus ojos, son los de tu madre.
—¿Usted la conoció? —preguntó Skye con ilusión, acercándose lo más posible al mostrador
—¡Pero claro! —el hombre se inclinó un poco a la niña, acercándose también—. Parece que fue ayer el día en que ella vino aquí, a comprar su primera varita...
—¿Era bonita de niña? Seguro que sí, mamá siempre ha sido hermosa —la niña infló las mejillas un segundo antes de volver a explotar—. ¿Eran amigos? ¿Cómo era?
—Lo era, Skyler. Juniper Carstairs era encantadora, tanto como tu —el hombre sonrió con amabilidad—. Bueno, ahora, Skyler... déjame ver —sacó de su bolsillo una cintamétrica, con marcas plateadas—. ¿Con qué brazo coges la varita?
Skye extendió el brazo izquierdo, antes de sacudir la cabeza y levantar el derecho, siempre se confundía. Midió a Skye del hombro al dedo, luego dela muñeca al codo, del hombro al suelo, de la rodilla a la axila y alrededor de sucabeza. En total, las varitas que Skye probó fueron 3, Skye realmente no recuerda el material de las que estaban hechas, pero si sabe que con una rompió una pecera y que con otra, mandó a volar las cajas.
Su varita era blanca, parecía marfil, estaba hecha con Álamo Temblón, Fibra de corazón de Dragón —a Skye le dieron ganas de chillar cuando se dio cuenta que su varita era parte dragón, sería lo más cerca que estaría a un dragón alguna vez—. Skye no recordaba la longitud o la flexibilidad, cuando el señor Ollivander dijo dragón, ella se perdió.
En fin, ese día, Skye se fue a la cama con un sentimiento que dada vez le revolvía el estómago con emoción.
Iría a Hogwarts.
skye y harry tiernos desde pequeños, si señor. pues bueno, al fin el cap 1 que me costo media vida merlín sabrá por qué jkjkfdfjk
espero que les haya gustado, se les quiere un buen <3
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