Rin/Souta; capítulo 33.

Se decía que el destino de cada persona estaba marcado desde el momento de su nacimiento, es implacable y complicado, ponía demasiadas trabas y tantos caminos por el que se debía avanzar hasta hallar lo que de verdad te pertenecía. Muchas veces esos caminos son buenos, otros no tanto, pero lo importante es no perderse y continuar. No siempre se tendrán las respuestas, solo muchas decisiones que tomar hasta el final de los días...

Haitani Rindou tuvo la suerte, o desdicha, de nacer omega. Al comienzo fue un poco difícil porque sus padres desaparecieron cuando más los necesitaba, dejándolo solamente con una cuenta limitada y un futuro incierto. Tuvo mucho miedo y estaba desolado, sin embargo, allí siempre estuvo su hermano, Ran. Desde que Rin tiene memoria, el alfa ha sido su pilar; lo ha cuidado e instruido sin importar que tan difícil ha sido el camino.

Juntos aprendieron muchas cosas y emprendieron hasta convertirse en socios de una empresa reconocida llamada BONTEN. Los hermanos vivían como querían. Se tenían el uno al otro, y nada, ni nadie los separaría o al menos eso pensaba Rindou.

Ran lo consolaba cuando las cosas salían mal. Lo abrazó cuando estuvo nervioso y lo consintió, de modo que Rin se convirtió en quien era en el presente: un omega caprichoso y juguetón, un poco amargado cuando quería y torpe otras veces. Ya no le tenía miedo a nada, tenía el mundo en sus manos en compañía de su hermano mayor.

Rindou no pudo prever los cambios que se avecinaban. Un nuevo camino se abría paso en su vida y lo pondría en grandes aprietos.

Se podría decir que todo comenzó cuando Rin conoció a Kokonoi. Su pasatiempo favorito era molestar al alfa y sacarlo de sus casillas. Había tenido un enamoramiento por Koko, es decir, el chico era sencillo, atento y trabajador, sin embargo, sus sentimientos fueron totalmente platónicos. Koko y Rin eran tan compatibles como el mar y la arena; podían verse bien juntos, pero jamás se mezclarían.

Y estaba bien, varias veces se sintió idiota por pensar que Koko podía gustarle. Puag, no. Sería como enamorarse de su hermano mayor. Koko era lindo, pero no era su tipo.

—No molestes, Rin. —Había dicho Koko cuando se le pegó para ir al supermercado.

Rin se rio divertido y continuó arrimándose como chicle, hasta que Koko se aburrió y lo dejó solo. El omega rodó los ojos y continuó por su cuenta, tratando de recordar las cosas que necesitaba comprar. En realidad, no había nada que le interesara por el momento, de igual forma siguió caminando por los pasillos y Rin lo vio... ese alfa de cabello azul, y un aroma tan llamativo y agradable que lo atrajo como si fuese ese pastel de vainilla que tanto le encantaba.

Rindou tomó una larga bocanada de aire y se empapó de las feromonas del alfa, mientras se acercaba al distraído trabajador. La primera mirada que le dio el alfa fue cómica, era como si Rindou tuviese tres cabezas y cuatro brazos. Tenía el ceño profundamente fruncido y sus labios tensos. No se dejó engañar por la postura defensiva, puesto que el aroma del chico no había cambiado para nada, seguía tan bueno y atrayente.

—¿Ya te han dicho que hueles tan bien? Eres como un algodón de azúcar, rico... —dijo Rin con un tono de voz que bordeaba lo coqueto y sinvergüenza. No se arrepentía de nada.

El alfa chasqueó la lengua y estiró sus manos para poner espacio entre ellos, Rin no tomó aquello personal, al contrario.

—Estoy trabajando, no molestes.

—¿Así deberías tratar a la clientela? —preguntó Rin divertido, apoyando una mano en su cadera.

Eso debió producir algo en el chico, porque suavizó su expresión y le sonrió falsamente, mostrando incluso todos los dientes. Aún falso se veía hermoso. Rindou juraba que sus propias pupilas estaban en forma de corazón en esos momentos.

Se enamoró a primera vista.

—Disculpa, solo... ¡Estoy trabajando! —aclaró el alfa cuando Rin lo ignoró y empezó a frotarse en él, marcándolo con sus propias feromonas omegas.

Y continuó hasta que Koko intervino. Amaba a su amigo, pero estaba estorbando. Igual Rindou no pudo conservar al desconocido, quien en la primera oportunidad que tuvo escapó de sus garras. Rindou sintió una punzada en su pecho cuando lo vio marcharse sin una despedida adecuada, pero no se estaba rindiendo. Ese alfa de cabello azul no sabía que esa no sería la última vez que Rindou rondaría por el supermercado.

Las siguientes semanas puso en marcha su plan: conquista al alfa de tus sueños. Y la verdad no sentía pena por el alfa, se estaba ganando el premio mayor con Rindou.

Lo visitaba al menos una vez al día sin importar que tan ocupado estaba, incluso se escabullía del cuidado de su hermano y se iba al encuentro con Souta. Al comienzo el alfa estuvo renuente y avergonzado, luego lo aceptaba y le ayudaba con sus compras.

Convencerlo para la cita fue complicado, pero finalmente accedió a ir si iban en compañía. Una cita doble. Tenía al perfecto candidato.

Convencer a Koko no fue tan complicado, su amigo no tuvo reparos en acompañarlo, aunque claro, había una mirada implícita allí que le decía: si me vuelves a molestar te mataré. Esos serán solo detalles.

Rindou no era alguien que le ocultara nada a su hermano, por lo que un día se armó de valor y planeó hablar con él. Su hermano era su única familia, no quería decepcionarlo ocultándole cosas. La oficina estaba silenciosa y fría, por lo que Rin había dejado de trabajar y actualmente estaba tumbado en el sofá con la mirada puesta en Ran.

—hermano —llamó perezoso, estirando sus piernas de modo que quedaron colgando en el reposabrazos del sofá. Se quedó en silencio unos minutos, hasta que encontró la mejor forma de abordar el tema sin dar detalles de su enamoramiento por Souta—, ¿Qué opinas de qué tenga citas?

Se preocupó cuando su hermano dejó de teclear en su computador y le lanzó una mirada fría y calculadora, como si lo estuviese estudiando. Rindou puso su mejor cara de póker, siendo lo único que delató su interés la forma en la que sus labios se habían torcido en una media sonrisa.

—No. —Ran fue conciso e implacable. Si Rindou fuese alguien más sensato se hubiese quedado callado.

—¿No qué? —preguntó inquieto.

—No hay citas para ti, ni alfas, ni betas. No lo necesitas.

—¿Por qué no? Me gustaría pasar mi próximo celo con algún alfa, entonces tengo que tener citas. —Maldita sea, estaba jugando con fuego, pero Rindou ya era un adulto responsable y tenía mucha curiosidad—, además, tú jamás tienes problemas en pasar el celo con betas y omegas que se te crucen en frente.

—¡Dije que no, no me hagas repetirlo! —el repentino grito de su hermano mayor lo sobresaltó. Rindou se encogió en el sofá, mordisqueando su labio inferior, herido.

El aroma de su hermano estaba un poco amargo y no quiso seguir tentando a su suerte. Ran debió notar su temor porque se levantó de su silla de trabajo y se acercó a él, lo consoló con caricias en su cabello y palabras de ánimo. Rin suspiró y se recargó en su hermano, olvidando por un segundo le dolido que estaba. No era la primera vez que su hermano le negaba algo, sin embargo, si era la primera vez, que Rindou no se sintió bien.

—Lo siento, hermano —dijo para aliviar un poco la tensión que se había formado. El olor de su hermano fluctuaba entre lo amargo y picante, estaba molesto.

—No te preocupes, entiendo que estés curioso. Pero, encontraremos una solución, ¿De acuerdo?

Asintió desanimado y minutos después, su hermano lo dejó solo. El resto del día estuvo bastante triste, hasta que Souta le envió un mensaje y se volvió a iluminar como una estrella en el firmamento. Al segundo en el que pudo hablar con su alfa peli azul, Rin olvidó todo lo demás.

¡Iban a tener una cita pronto!

Rindou se la pasó muy inquieto y ansiosa a vísperas de la cita. Fue de compras para tener algo adecuado para ponerse y su traje violeta que contrastaba con sus ojos fue perfecto para la ocasión. Ran lo vio y le hizo preguntas, pero fácilmente se tragó la mentira de que iría a casa de Koko. Por alguna extraña razón, su hermano le tenía mucha confianza al chico. Siempre lo dejaba con Koko cuando debía hacer viajes de "negocios" con el idiota de Sanzu. No sabía que tipo de relación llevaba con ese beta raro, pero no le importaba siempre y cuando tuviese una excusa para estar con Souta.

Al principio creyó que Souta le dejaría plantado, pero su pequeño algodón de azúcar no lo decepcionó. Se veía radiante con un traje simple color negro y una corbata violeta que casi le saca un chillido de felicidad porque combinaba con su propio traje. Disfrutó tanto de la compañía de Souta que hubo momentos en los que olvidó que estaba con otra pareja. En su defensa, Koko y Seishu estaban en su propio mundo. Ese par también estaban muy enamorados.

La noche mejoró cuando salieron a bailar. Souta y él encajaron tan bien, que fue en medio de la pista que se dieron su primer beso. Rindou se sintió en el cielo, flotando en una nube de amor y deseo. Quería a ese alfa, lo necesitaba.

Y todo iba bien, de verdad la noche era perfecta, no obstante, su hermano tuvo que intervenir y arruinar su vida.

Fue la primera vez que Ran fue tan déspota y cruel con él, Rindou se sintió insignificante y deprimido. Lo habían arruinado todo, quería llorar y patalear, y ni siquiera le habían dejado oportunidad de defenderse, sin embargo y cuando pensó que Souta no le volvería a hablar.

Recibió un mensaje que le devolvió el alma:

"Volvamos a vernos pronto".

Rindou incluso olvidó las cosas que Ran le dijo el día que lo fue a recoger. Sus amenazas y sus burlas. Su hermano podía irse a la mierda.

Y lo que llegó después fue lo más increíble y mágico. Los encuentros a escondidas y los besos que terminaban en toques y caricias. Su piel se encendía cada que el alfa lo tocaba, por primera vez se sentía amado como un verdadero hombre y omega, no como un hermano consentido.

Su celo se estaba aproximando, de modo que le mintió descaradamente a su hermano y le pidió a Souta que lo pasaran juntos. Lo único real fue que lo pasó en casa de Koko, lo demás fue un poco confuso, entregarse por primera vez en cuerpo y alma al alfa de sus sueños. Souta fue tierno y cuidadoso, y también fue brusco y ansioso, pero lo amó en cada una de sus facetas, cuando piel contra piel se encontraba, o los sonidos que salían de sus bocas.

Pasó el mejor fin de semana de su vida, aunque se sintió también muy corto. Debió ver las señales desde el primer momento, un celo no dura dos días. Al menos nunca le había pasado.

Tuvo que ocultar su aroma y su piel de su hermano, si veía las marcas en su cuello y pecho, se volvería loco.

Pero olvidó que Ran era listo, debió notar que algo le pasaba porque justo después de pasar su celo con Souta, lo empezó a vigilar. No lo dejaba salir solo y debía acompañarlo hasta en sus viajes.

¡Estaba aburrido! Quería ver a Souta. Le había mandado un par de mensajes y en las siguientes semanas solo se habían visto dos veces, pero todo iba bien, ¿Verdad?

Las malas noticia llegaron antes de poder hacer algo o prevenirse. Ni siquiera supo cómo pasó. Solo se sentía más cansado de lo normal, durmiendo incluso más que su hermano. Y eso le preocupó a Ran que lo llevó al doctor.

Y casi se infartan cuando vio los resultados.

En sus oídos aún resuenan los gritos y las amenazas de su hermano. Había llorado tanto, porque Ran no daba su brazo a torcer, incluso cuando ahora sabía que Rindou estaba embarazado.

Quiso pedirle ayuda a Koko cuándo se lo encontraron frente a su oficina, pero era inútil en esos momentos.

Y solo paso... Rindou estaba asustado por su bebé. Por eso un día después, tomo el valor y decidió que debía escaparse. En eso estaba en esos momentos.

—¿Ran? ¿Estás despierto? —preguntó, dando un salto en la cama en dónde su hermano descansaba.

Se rio porque su hermano ni siquiera de movió. Su sueño era tan pesado que seguro incendiaba el apartamento y ni se daría cuenta.

Intentó una vez más, haciendo ruido y poniendo música, pero cuando no se movió, supuso que era su oportunidad.

Eran las ocho de la noche, y contaría con suerte si Souta estaba tomando el turno de noche ese día. El novio del jefe trabajaba allí, si Souta no estaba le pediría la dirección.

No empacó nada de sus cosas porque no iba a escapar, solo le diría a Souta del bebé y planearían un futuro juntos.

Eso era todo.

Una disculpa rápida a la figura dormida de Ran y se escabulló fuera con las llaves del auto deportivo de Ran. Por primera vez en días se sintió un poco mejor.

¡Era su día de suerte!

Al llegar al supermercado, la melena de su alfa estaba en los pasillos. Lo reconocería incluso a kilómetro. Entró tarareando, feliz de volverlo a ver después de largos días. El alfa como si sintiera su presencia, se dio vuelta y lo miró. Sus ojos usualmente alegres estaban pintados de algo que no pudo descifrar, pero era parecido a la vergüenza y preocupación.

Rindou ignoró la punzada de su pecho y corrió para abrazar al alfa, era gracioso que tuviese que agacharse cada vez. Solo estaba demasiado feliz de verlo.

—¡Te extrañé, SouSou! Lamento no venir antes, mi hermano está intenso y...

Antes de terminar, Souta lo tomó de los hombros y lo alejó. Algo no estaba bien, todo su cuerpo se estremeció como si presintiera lo que estaba a punto de suceder.

—Tenemos que hablar, Rin —dijo Souta con un tono plano en su voz que no había oído antes.

—¿De verdad? ¡Cierto! También tengo algo que decirte. —Si notó la incomodidad, decidió pasarla por alto por su propio bien.

—¿Recuerdas qué te hablé del restaurante que mi hermano piensa abrir pronto?

Rindou asintió y sonrió, el sueño de su alfa y su hermano era abrir un enorme restaurante, ya se lo había dicho.

—¿Pasó algo con eso?

—Sí, hay algo, pero no es eso lo que debes saber... —murmuró Souta, bajando la mirada—. Voy a renunciar al supermercado. Y me iré a trabajar con él.

—¡Eso es estupendo! Oye, yo también podría ayudar —dijo animado el omega, tomando las manos de su alfa. Por segunda vez ese día, Souta lo alejó y retrocedió.

Rindou hizo un mohín con sus labios, decepcionado.

—Sobre eso... Rin, lo siento, pero debemos terminar.

Los ojos del omega se ensancharon, y su bilis se atascó en su garganta. Estaba escuchando mal, ¿Cierto? Se rio sin gracias, temblando como una hoja de papel.

—¿Bromeas? ¿Por qué tendríamos que terminar por eso? Yo iré a dónde vayas, de hecho yo... —Se llevó una mano a su abdomen, debía decirle la verdad a Souta del bebé antes de que fuese demasiado tarde.

—No es necesario que hagas nada por mí. Estás tres semanas no hemos ni podido hablar porque el estúpido de tu hermano no te deja y prefiero enfocarme en el restaurante, que en lo nuestro. —Souta dijo aquello tan bajo que Rindou no lo escuchó del todo, de igual forma el alfa continuó—: es menos complicado separarnos. Lamento si te estoy hiriendo, pero es mejor que te vayas.

Los ojos de Rindou se empañaron por las lágrimas y ya no pudo ver con claridad la expresión que Souta estaba poniendo, ¿acaso el alfa no lo amaba? Sollozó, tensándose resignado. Eso debía pasar, su hermano tenía razón.

—¿Y si no quiero que se detenga? —preguntó Rin, reuniendo lo último de sus esperanzas.

—No esperes nada de mí, ahora vete que tengo que seguir trabajando.

No había ningún consuelo para lo que estaba sintiendo. Se dio vuelta sin agregar algo más y salió apurado del supermercado. Era hora de volver a su verdadero mundo, aunque ahora hubiese un bebé de por medio.

Llegó a su apartamento sin hacer ruido y afortunadamente su hermano seguía dormido. Rin suspiró tembloroso, mientras se acostaba al lado de Ran. Sus hombros seguían tensos y la punzada de dolor en su pecho no se iba. En ese punto, ya estaba llorando como un bebé indefenso y abandonado.

Su hermano se movió en cama y esa fue la señal para que se quedara callado, cubriendo su boca con sus manos, pero era tarde. Ran estaba abriendo sus ojos para verlo en tan lamentable estado.

—¿Estás bien? ¿Te duele algo? —preguntó Ran preocupado, rodeando el menudo cuerpo de su hermanito con sus brazos.

Rindou negó y buscó el calor que su hermano pudiese brindarle esa noche desesperanzadora.

—No, no. Me di cuenta de que tienes razón, hermano. Nunca debí desobedecerte y te juro que no lo haré de nuevo —Murmuró—, dejaré que decidas el futuro de este bebé, ya no estoy seguro de que lo quiera.

—¿En serio? Oh, Rin... después del compromiso iremos al doctor.

Rindou lo dejó ser y se acurrucó cerca del pecho de su hermano. Ran lo estuvo consolando. Rin no pudo pegar el ojo esa noche, sabía que todo estaría mejor con el tiempo, pero en esos momentos no quería ni siquiera vivir.

...

Souta vivió una vida llena de sacrificios y dificultades, era un alfa débil y torpe, a diferencia de su hermano omega que era mucho más fuerte que él. A pesar de todo era feliz y, la felicidad fue doble al conocer a Rindou. Al principio el omega empalagoso lo sacaba de sus casillas, pero luego fue más simple y divertido.

Pasó los mejores momentos a su lado.

Y por eso, cuando una noche el hermano alfa de su omega lo llamó, Souta casi salta del asiento, nervioso y expectante. Tal vez quería hacer las paces, tenía fe.

—¿Qué quieres? —Oh no, no quería sonar tan tosco, pero ese alfa lo enervaba. Después del ex tóxico de su hermanito mayor, Ran era la segunda persona que más odiaba.

—¿No es obvio? Quiero que dejes en paz a mi hermanito, no te necesita, no tienes nada que ofrecerle. —Ran fue directo al punto.

Souta sintió que su pecho se contraía dolorosamente. Que Ran le recordara lo que ya sabía era frustrante, todo lo que ese idiota decía era verdad; no se merecía a Rin, sin embargo, su omega no era quisquilloso y lo aceptaba tal como era.

—¿Y? Es feliz conmigo y no contigo.

Debió dar en el punto, porque el alfa gruñó del otro lado de la línea. Sonrió satisfecho por sacarlo de sus casillas.

—Esto no es una amenaza. Solo te recuerdo que estás empezando un negocio con tu hermanito, ¿Qué pensarías si un día amaneciera arruinado?

Souta se tensó y guardó el miedo en lo profundo de su mente, no le creía. Ran no podía hacerle nada. Aunque, se tensó. El restaurante de Nahoya era lo más importante, no quería ponerlo en peligro por sus tontas ilusiones.

—No te atreverías. —Fue su turno de gruñir, la desesperación pintando sus bruscas facciones.

—Tengo poder y tú no, ¿Quieres apostar? Solo juegas con mi iluso hermano, ¿Crees qué lo amas? Porque no es cierto, solo te atrae su culo necesitado y no permitiré que te aproveches de eso.

—No solo quiero eso de Rindou, te equivocas... Yo...

—¿Lo amas? No me hagas reír. Termina con él, o atente a las consecuencias.

Y le colgó el maldito.

Souta sintió enojo y decepción, mientras veía a su hermano desde la cocina, preparando su desayuno y almuerzo. Tendría turno doble ese día en el supermercado y debía ir preparado.

—¿Estás bien? —preguntó Nahoya suavemente. Posiblemente había oído la conversación, sin embargo, no se entrometió.

—Son solo líos con Rin. Nada de lo que deberías preocuparte.

—¿El omega que te trae loco? Quiero conocerlo pronto.

—No creo que eso pase nunca—dijo amargura y con unas lágrimas rodando por su mejilla.

Nahoya lo entendió y lo abrazó con ternura, solo como un omega como él podía. Su hermano lo era todo, además de paciente y amable, no podía ponerlo en peligro por un enamoramiento que seguro no tenía demasiado futuro. Aunque pensar en dejar a Rin lo mataba lentamente.

—¿Es eso? ¿Recuerdas cuándo terminé con Muto y lo querías matar? En estos momentos quiero hacer eso con ese omega que te rompe el corazón.

—Rindou no ha hecho nada, es el omega perfecto —dijo ahogado por los sollozos, rodeando la cintura de Nahoya en busca de consuelo.

—¿Entonces qué pasó? Puedes confiar en mí. Juntos lo arreglaremos.

—No se arreglará, hermano. No puedo decirte... —y tampoco podía, sabía de lo que sería capaz el omega si se enteraba—, ¿ya está la comida? Debo irme...

Nahoya enarcó una ceja por el cambio brusco de la conversación, pero no insistió. Souta le diría que le pasaba en su momento.

—Sí, la comida está lista.

Souta llegó al trabajo mucho más tenso, pero sin llorar. Siguió su rutina normal, hasta que en la noche sintió el aroma de ese omega que tanto amaba. Cielos no, no podía ver a Rin en esos momentos, todavía estaba tratando de resolver que haría con la amenaza de Ran.

Rindou y su sonrisa era todo lo que necesitaba para tener un buen día. Y le dolió con el alma romperle el corazón.

—Lo siento, Rin.

El omega se había puesto pálido y tenía los ojos aguados. Si esa sería la última imagen que tendría de él, no lo soportaría. Fue demasiado duro verlo marchar, quería correr y abrazarlo y consolarlo, pero se quedó atrás. Probablemente era lo mejor para ambos.

El resto de su jornada laboral la pasó entre lágrimas, ni siquiera intentó ocultarlas. Renunció esa misma noche y al llegar a casa, se sumergió totalmente en los brazos de su hermanito, llorando y reprochándose por ser un cobarde. 

Buenas noches, un cap. Tarde. 

 PINCHE RAAAAAN(?) 

Gracias por leerme y el apoyo que me han brindado. Los amo mucho. Por cierto, este cap. Es muy especial porque estoy explorando mi lado más sensible, si notan soy un poco del asco en eso(?) 

Por cierto, una mención especial a la persona que hizo posible esta actualización: @stuffhyoon, supo cuál fue la verdad entre cinco mentira. La verdad fue la número cuatro: una vez estudié ingeniería industrial, pero no terminé porque pobre se nace. Gracias, de verdad gracias.

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