Koko/Inupi; capítulo 36.

La mirada nerviosa de Inupi se paseaba por toda la habitación. En sus manos sostenía con suavidad el móvil, mientras escuchaba el discurso de su hermana que para su desgracia no tenía fin. Se lo merecía, pensó el omega muy dentro de sí, pues le había estado ocultando cosas a la beta hasta ese momento que por fin decidió sincerarse.

—¡Te lo estoy diciendo ahora! No puedes juzgarme cuando prácticamente es tu culpa que esté embarazado —dijo exasperado.

No te estoy juzgando, idiota, pero soy tu hermana, tenía derecho a saberlo primero. Además, imagino que estabas asustado, entonces, ¿Cómo crees que me siento por no poder cuidarte mejor?

—Ya pasó, ahora estoy bien y deja de sentir culpa, ¿quieres?

Akane sorbió su nariz del otro lado de la línea e Inupi también quiso llorar.

Está bien, de todos modos no te me escapas, hablaremos hoy en el compromiso de Takemichi, ¿de acuerdo?

—¿Puedo negarme? —preguntó divertido, recibiendo un "no" que le obligó a apartar el celular de su oreja.

Y voy a colgar porque tengo que terminar de arreglarme, dile a Koko que también tengo que hablar con él.

Inupi rio, asintiendo aunque su hermana no le estuviese viendo. Se despidió con un ligero "adiós" y suspiró, esos días habían sido caóticos.

Bajó el móvil cuando sintió un par de brazos rodear su cintura, de inmediato Inupi se derritió ante el agarre y se giró para quedar frente a Koko.

—¿Qué haces? —preguntó Seishu.

—¿No es obvio? —Inquirió koko, y respondió la pregunta—. Te estoy abrazando. —Seguido, dejó un beso en el cuello de Inupi, raspando con sus dientes la piel pálida.

El omega se estremeció, apoyando sus manos en el pecho del alfa.

Desde que aclararon sus sentimientos dos semanas atrás, las cosas entre ellos habían cambiado, por supuesto, para bien. Todavía había cosas que solucionar, inseguridades y temores con los que trabajar, pero Inupi estaba más tranquilo. Confiaba con su vida entera en Koko.

—No deberías abrazarme cuando me acabé de vestir para la fiesta de compromiso, se arrugará el traje que de por sí, ya se siente algo ajustado.

Inupi trató de deshacer el abrazo, solo para que Koko lo estrechara más fuerte, aunque no lo suficiente para lastimarlo. Solo estaba renuente a dejarlo ir tan pronto, sobre todo que estaba preocupado por la conversación con Akane.

—Aún es temprano, ¿no podemos llegar un poco más tarde?

—No es propio de ti llegar tarde a un lugar, ¿recuerdas, Hajime? —mencionó Inupi con una sonrisa tonta en sus labios—, además, quiero estar allá antes para apoyar a Takemichi en lo que necesites.

—¿Por qué tienes qué preferir al omega por sobre mí? —preguntó Koko indignado.

Inupi levantó su mano y golpeó el brazo de Koko para que lo soltara y de paso, lo miró mal por hablar mal de su mejor amigo.

—Actúas igual que Mikey cuando está celoso.

—¡Claro que no! Es solo que siento que Takemichi me odia —argumentó Koko, desviando la mirada.

Inupi rodó los ojos y sostuvo las mejillas del alfa con suavidad, para luego darle un pequeño beso en los labios. Ambos se habían amoldado muy rápido a la presencia del otro, y era lindo.

—No te odia, creo —Inupi se encogió de hombros.

Koko ya no insistió más y lo dejó ir, refunfuñando en la distancia con que aún era muy temprano para irse, Inupi lo ignoró y terminó por arreglarse para ir al salón de la fiesta. Según Takemichi, en el lugar ya estaba la mayoría de los conocidos de Mikey y su familia, entonces debían darse prisa.

Afortunadamente, el lugar no quedaba lejos. Como Takemichi le había dicho que sería algo sencillo, Inupi quedó anonadado al encontrarse con algo completamente distinto. Ese salón no era simple, ni pequeño, al contrario, era amplio y ornado por espectaculares guirnaldas de luces y arreglos florales blancos y dorados. Había mesas dispuestas alrededor, llenas de cubiertos deslumbrantes y más arreglos florales. Un pequeño salón de baile y una mesa larga donde seguro estaría la pareja y sus cercanos. Inupi suspiró porque jamás había estado en un lugar así, era simplemente hermoso.

Takemichi levantó las manos al verlos y se acercó a ellos, saludando primero a Inupi, era cálido y amigable, distinto con Koko que solo lo saludó con un ligero cabeceó.

Oh vaya, en serio había tensión allí, ¿Qué había pasado?

Confundido, Inupi carraspeó, llamando la atención de su amigo omega.

—Este salón es enorme, Takemichi. Habías dicho que no sería llamativo.

—Lo sé, no debí dejar que Mikey eligiera el lugar, se pasó un poquito —murmuró Takemichi con timidez—, de todas formas esto es hermoso, ¿verdad?

—¿Bromeas? ¡Esto es fabuloso! —exclamó Inupi sin salir de su asombro—. No sabía que las fiestas de compromisos podían ser tan pomposas, hasta parece que fuese tu fiesta de bodas.

—Ni lo digas, no lo puedo procesar todavía. Y eso que no has visto el buffet, ¿vamos? —cuestionó su amigo con una sonrisa.

Inupi miró al alfa que se había mantenido callado todo el tiempo y le sonrió apenado. Koko leyendo la situación, levantó su mano y no le dio importancia al asunto.

—Ve, yo iré en busca de Mikey —dijo Koko.

—Está bien, no te vayas muy lejos, ¿de acuerdo? —Inupi sintió la obligación de preguntarlo. Seguía sin poder asimilar por completo que Koko y él tenían algo.

—No lo haré, descuida. Solo no comas nada dañino, y no se te ocurra beber alcohol —advirtió el alfa en voz baja.

—No te preocupes, no lo permitiré —intervino Takemichi, tomando del brazo a Inupi para llevárselo.

Koko no les quitó la vista de encima, hasta que se recompuso y se fue en busca de Mikey. En el salón atestado de gente era fácil perderse, sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que se encontrara al jefe charlando con amigos y colegas del trabajo. El compromiso lo hacía lucir radiante y feliz, no era el tipo depresivo que conoció años atrás.

Koko no era el tipo más sociable, por lo que solo se acercó a felicita y comentar lo bonito que estaba el salón y lo agradable del ambiente. No quiso decir mucho, porque estaba Draken y Kokonoi seguía resentido con ese alfa. Inupi tenía un punto, tal vez se estaba volviendo un hombre celoso.

No pasó mucho tiempo antes de que todos los invitados llegaran, había tanta gente que no podía reconocer a unos de otros. Estaba por girarse e ir en busca de Inupi, cuando sin querer se topó con el par de hermanos problemáticos, Rin y Ran, el dúo estaba acompañado de otra persona más: Sanzu, el beta era otro compañero de trabajo, pero rara vez lo veía porque sus oficinas estaban en otro departamento. Los saludó a los tres, pero finalmente solo se enfocó en el omega, al único que consideraba amigo.

—Sigues viéndote fatal —dijo koko con pesar.

—Deja de recordármelo, ¿quieres? —respondió el omega amargado. Se veía cansado y desganado, las ojeras eran tan prominentes que seguro se parecía a un panda.

—No deberías dejar que el idiota de tu hermano te manipule —murmuró sin importarle que Ran estuviese justo al lado, quejándose por su indiscreción—, ven, vamos a otro lado. —Sin esperar las réplicas de Ran, se lo llevó lejos de allí, en dónde estaba Inupi hablando con su hermana y Takemichi. Estaban en una mesa cercana a la principal, entretenidos con la celebración.

¿En qué momento había llegado Akane?

Inupi fue el primer en darse cuenta de su presencia, sin embargo, no parecía feliz de verlo tan cerca de Rindou. Aunque se relajó cuando Rin se adelantó y saludó muy sonriente, fingiendo ser el mismo de siempre, como si no estuviese al borde del colapso. Vaya que era un don ocultar sentimientos.

—Koko me dijo que no podía acercarme mucho a él, ¿Es por el bebé? Por cierto, felicidades. Por fin amarraste a este tacaño —aplaudió Rin, tomando asiento al lado de Inupi.

Koko rodó los ojos y gimió exasperado, Rin no podía guarda un secreto para salvar su vida. De igual forma, Inupi no parecía afectado por ello.

—Lo siento, no suelo ser así. —se excusó Inupi ruborizado.

—Tranquilo, pero también estoy... embarazado, no me afecta que quieras alejarme de tu alfa.

—Entonces podemos ser buenos amigos, además sería genial charlar con alguien que entienda sobre esto —dijo Inupi mucho más feliz.

Rin por el contrario, cambió su expresión y su aroma se tornó un poco más amargo.

—Supongo.

Takemichi como siempre, salvó el rato y se metió a la conversación diciendo que también se le antojaba tener hijos para que los tres vivieran la experiencia juntos, pero rápido se retractó porque no se imaginaba un Mikey el doble de posesivo. Todos en la mesa se rieron y el ambiente mejoró bastante rápido. Hasta que Takemichi tuvo que levantarse para irse con su alfa y saludar a todos los invitados, además de que estaban repartiendo las comidas en las mesas.

Inupi miraba distraído los aperitivos de la mesa y, aunque se notaba todo muy delicioso, no toleraba el aroma de los mariscos. Al parecer no era el único, Rindou estaba peor.

—Necesito ir al baño —dijo Rin, levantándose repentinamente.

Koko hizo el atisbo de levantarse para acompañarlo, pero Inupi se adelantó.

—Yo iré con él, también quiero ir al baño.

El alfa no parecía convencido, sin embargo, al final asintió y se quedó charlando con Akane mientras. Y aunque Inupi pensó que entre los dos se ayudarían, no pudo pasar de la puerta. Era mucho peor para sus propias nauseas que alguien más estuviera vomitando al costado. Se quedó fuera, cerca de uno de los ventanales del recinto para respirar aire fresco y relajarse.

Por otro lado, Rindou no estaba nada bien. Tenía el estómago revuelto y para colmo, el delicioso pudin que había comido minutos antes ya había desaparecido de su sistema. Era una lástima porque las cosas dulces era lo único que toleraba.

Acarició su estómago para tratar de menguar el malestar, pero no ayudó en nada. Si Ran no lo mataba, ese bebé lo haría primero. Fue al lavabo para limpiarse la boca y enfriar su rostro, aspirando profundo. Cerró los ojos y contó hasta diez, mientras ignoraba la punzada en su cabeza que le repetía que todo estaba mal.

Se reclinó en el lavado, y cuando escuchó pasos a sus espaldas, lo ignoró hasta que la persona detrás le preguntó si se encontraba bien. Rin esbozó una sonrisa y abrió sus ojos lentamente para girarse y decirle al desconocido que todo iba de maravilla, pero contrario de lo que pensó, se quedó paralizado al ver el porte del chico. Era tan familiar, tan...

—Lo siento, no quería asustarte —dijo el desconocido con una sonrisa condescendiente—, ¿necesitas algo?

Rindou tembló, negando incrédulo.

—¿Souta? —preguntó en un hilo de voz.

—¿Eh? —el chico negó y luego se echó a reír— ¡No! No soy yo, es mi hermano, ¿Lo conoces? —aunque era una pregunta inocente, aquello desestabilizó su mundo.

Nahoya, pensó Rin. El hermano gemelo de Souta. Debió imaginarlo. Abrió su boca para responder, pero justo en ese momento apareció Inupi, preocupado.

—Rindou, ¿Ya dejaste de vomitar? —Inupi se dio cuenta de la presencia del otro chico y enarcó una ceja, confundido—. ¿Souta?

Rindou quería volverse uno con el piso de aquel baño.

—¿Rindou? —de repente la cara del chico cambió, su expresión se endureció— No soy Souta —aclaró nuevamente y volvió su atención a Rin—, ¿Cómo conoces a mi hermano?

Rindou miró nervioso la salida y buscó la forma más rápida de salir de allí, sin embargo, el hermano de Souta, previniendo cualquier cosa, se interpuso en el camino. Rindou jadeó frustrado, dejando caer sus hombros. Ni siquiera tuvo tiempo de responder, porque de nuevo Inupi lo hizo por él.

—Souta y Rindou salían hace unos días, pero terminaron.

El silencio sepulcral inundó el pequeño baño. Inupi era el único que no parecía afectado por ello, pero Rin, Rin iba a vomitar de nuevo.

—Imposible, Souta me hubiese dicho que su omega estaba embarazado. —el chico estaba desconcertado. Algo en esa situación no tenía sentido.

Inupi también tardó en comprender lo que estaba pasando y luego, se palmeó el rostro. —Creo que ya entiendo, ¿no le dijiste a Souta que estabas embarazado? —preguntó mirando directamente a Rindou.

—¡Cállate, Seishu! —exclamó, Rin exasperado.

La tensión era palpable en el aire. Inupi de repente se sintió culpable, sobre todo porque Rindou tenía los ojos húmedos y estaba pálido como un papel.

Para colmo, el hermano de Souta hacía las cosas más difíciles.

—¡¿Por eso abandonaste a mi hermano?! ¿Te avergonzaba tener un bebé con él?

—¡Yo no hice eso! Él me dejó, me abandonó y... —La voz de Rin se quebró a la mitad y empujó al hermano de Souta para tener la oportunidad de salir de allí. Y lo hizo, dejando atrás a un par de omegas, uno molesto y el otro arrepentido.

—No lo sigas —dijo Inupi, compungido—, creo que lo arruiné todo.

—Creo que yo también, pero mi hermano me va a escuchar. Sabía que ese chico ocultaba algo.

—¡Tampoco creo que sea su culpa! —aclaró Inupi muy tarde, Nahoya también había salido del baño.

Cuando Inupi volvió a la mesa con Koko, no sabía por dónde empezar a decir lo que había ocurrido. Se abrazó al alfa, disculpándose repetidas veces por ser tan torpe.

Buenas noches, ¿Qué tal?

Sentí este cap. con una buena dosis de drama. No estoy acostumbrada al drama. Jé, espero que les guste. 

De todas formas, quejas y sugerencias aquí, saben que luego que acabe el fanfic, haré una edición desde el cap. 1. y me serviría si me dicen el ritmo. 

Gracias, gracias por leerme, besos en la cola.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top