Koko/Inupi; capítulo 25.
Mantener la calma en esa situación no era fácil, aun cuando se decía a sí mismo que era un hombre paciente, la confesión de Inupi estaba siendo una horrible y cruel verdad. Él siempre se jactó de sus buenos modales y su trato desinteresado para con sus semejantes, sin embargo, entre más escuchaba al omega, de peor humor se ponía, al punto de que debía estar cambiando de colores de forma graciosa.
Lo que más le disgustaba era que Inupi tuvo la oportunidad de confesarse muchas veces, incluso hubiese sido fácil de aceptar si se lo decía un mes después de la broma; pero no, el omega tuvo que esperar hasta que Koko estuviera lleno de sentimientos nuevos, casi enamorado de la falsa Akane, para decirle la verdad.
Estaba muy confundido, frustrado y molesto. Y lo estaría hasta que todo se aclarara, necesitaba respuestas y, esta vez, lo más honestas posible.
—Respóndeme algo, Seishu, ¿qué esperabas ocultándome esto por tanto tiempo? —preguntó Koko, al borde del colapso. Caminaba de un lado a otro, tratando de hilar una idea en base a las respuestas del omega.
Se atrevió a echarle una mirada al chico, solo para encontrarlo cabizbajo, tenso y al punto de romperse a llorar. Maldita sea, su alfa le gritaba que le fuese a consolar, pero no podía, simplemente no.
—Nada, yo... ni siquiera pensé que nos volveríamos buenos amigos, es decir, era solo un juego para mí en ese entonces —respondió Inupi lo más sincero que pudo.
—Es la excusa más tonta que he oído en mi vida y eso que he escuchado muchas cosas tontas —dijo exasperado, pasando sus manos por su rostro. Debía verse deplorable en esos momentos, su camisa estaba suelta y su pantalón arrugado, ni mencionar su cabello. Todo era culpa del omega.
—Sé que estás molesto, debí decirte todo antes, pero mírame, tenía miedo de que dejaras de ser mi amigo —Inupi trató de acercarse y Koko solo se hizo a un lado, manteniéndolo lejos de él. Le dolía mucho la actitud del alfa.
Y para Koko cabía la posibilidad de que sus emociones se revolvieran si Seishu lo tocaba. No podía perdonarle tan rápido, ¿o sí?
Era mejor no caer en la tentación.
—Molesto es poco para lo que siento, Seishu —dijo el alfa, enumerando las cosas que le habían lastimado —. Estoy decepcionado. Me siento utilizado por ti. Nuestra amistad, haber pasado el celo contigo... todo esto parece una mentira.
—¡No! Esto es real, yo te quiero... —murmuró el chico, volviendo a acercarse a Koko—. No fue mi intención lastimarte, lo prometo.
Esta vez, y para su pesar, Koko no lo detuvo. Dejó que las manos del omega se apoyaran en sus hombros y lo acariciara amorosamente con la punta de sus dedos. Era extraño que amara tanto ese contacto, el calor y el aroma de Seishu. Parte de él se había acostumbrado a su presencia, era tan reconfortante.
—¿Cómo puedo creerte después de esto? —preguntó ahogado por el pesar. No era un tipo débil, pero la mirada vidriosa en los ojos de Inupi era demasiado para soportar.
—No lo sé, no estoy seguro —Seishu se veía hermoso y radiante, aun con la culpa a cuestas —. Akane me dijo muchas veces que te lo dijera, pero pensé que me odiarías sin darme la oportunidad de conocerte.
—¿Entonces ella lo supo todo este tiempo? ¿Es por eso que estaba tan empeñada en que pasara tiempo contigo? —preguntó confundido. Viéndolo de esa forma, ahora entendía porque Akane siempre parecía estar tan esquiva con él. Quería reírse de lo estúpido que fue.
—¿De qué hablas? —Inupi no lo soltó, pero su agarre se volvió más débil —. Ella supo todo desde el comienzo.
—Ella me dijo que viniese a hacerte compañía este fin de semana —confesó Koko, sin darle demasiada importancia al tema.
Si lo pensaba mejor, esa era la forma de Akane de hacer confesar al omega. Era muy lista. Sin embargo, esa realidad no le gustó a Seishu, quien soltó feromonas amargas y un tanto molestas.
—¿Estás aquí porque mi hermana te lo pidió? — preguntó Seishu sorprendido y con la respiración errática. Koko temió que se fuera a desmayar por lo pálido que se puso.
Tenía ganas de decirle que no, que había venido porque quería, pero las palabras salieron por su cuenta en modo de venganza antes de poder detenerlas:
—Sí, estoy aquí por ella.
La mirada dolida que le dio el chico hubiese sido suficiente para que diera un paso atrás, sin embargo, se quedó para verlo fruncir el ceño y sollozar profundamente, de alguna forma quería que sintiera lo que él mismo estaba sintiendo, ¿era muy cruel?
Inupi lo soltó de inmediato, temblando cual cachorrito perdido. Hubiese sido lindo de ver si no fuese por la culpa que se arrastraba por su garganta y picaba en su abdomen tenso.
—¡Eres un idiota! Deberías irte —gritó el chico.
Koko se paralizó, abriendo y cerrando su boca antes de decidirse por una frase coherente.
—¿Eso quieres?
—No lo volveré a repetir —agregó el omega con la voz ahogada por el llanto.
Esa probablemente sería la última vez que se vieran. Por eso, y sin esperar otra palabra del omega, lo rodeó de la cintura y lo acercó, pegándolo de golpe a su pecho apenas cubierto, los botones colgando en un lado. Seishu jadeó aturdido y no lo alejó, se mantuvo firme en sus brazos, con la mirada puesta en él.
Ese lado irreverente le gustaba a Koko, Inupi era especial.
—¿No debería ser yo el indignado? ¿En qué momento se invirtieron los papeles, Seishu?
—Siempre la has preferido a ella por sobre mí. Akane esto, Akane lo otro. Odio que me veas como seguro quieres mirarla a ella —respondió el chico, cerrando sus ojos cuando la situación lo abrumó. Estar tan cerca de Koko no era bueno, quería fundirse de nuevo junto a él.
¿Por qué tenía que ser tan cruel?
—¿Estás seguro de que prefiero a Akane? —preguntó Koko suavemente, sosteniendo con fuerza la cintura del omega. Sabía que se le iría de las manos cuando lo soltara, quería guardarse su calidez un poco más. Solo un poco más.
—Lo estoy, eres un idiota y te odi... —no terminó la frase, de hecho, fue Koko quien no le dejó terminar, pues estampó sus labios sobre los de él, dejándolo desarmado por su toque.
El beso no fue igual de tierno que los anteriores; fue brusco e intenso, denotando todas esas emociones reprimidas por las mentiras y la desolación. Inupi se dejó arrastrar por Koko, sollozando inútilmente entre los toques salvajes. Hubiese dado cualquier cosa por devolver el tiempo y no mentirle a Kokonoi nunca.
Cuando por fin se separaron, los dos estaban lo suficientemente rotos el uno con el otro como para aceptar sus propios sentimientos.
Kokonoi se alejó, sintiendo de repente mucho frío. Le dio una última mirada, recogió sus cosas y retrocedió hasta salir de la habitación. Inupi no lo vio marcharse, estaba lo suficientemente angustiado como para verle partir.
Akane ya había llegado, se topó con Koko en medio del pasillo, pero fue ignorada por el alfa triste y derrotado.
Seishu inhaló profundo, sintiendo el peso del abandono en su cuerpo. La sensación era asfixiante e incómoda, insoportable. Y lo peor vino cuando su hermana se asomó en la habitación, preocupada. Con todo lo molesto que estaba, la empujó fuera de golpe:
—Lárgate, no quiero verte nunca más.
—¡Espera! Hablemos de esto, no estás bien, Seishu —dijo Akane, mortificada.
—No tengo nada que hablar contigo, todo esto es tu culpa —cerró la puerta al ver que ella intentaba entrar de nuevo y se derrumbó en el suelo entre sollozos lastimeros.
Akane sabía que había hecho lo correcto, no se arrepentía. Si se sentía tan mal, era por su hermanito. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo iba a consolarlo? Era obvio que esos dos tenían mucho camino que recorrer antes de reconciliarse.
—Lo siento, Inupi. Te prometo que todo estará bien —dijo Akane nuevamente.
Inupi le gritó que se largara. Ella, al ser beta, no podía sentir su aroma, pero el aire estaba tan cargado de angustia que no era necesario tener una nariz muy desarrollada para saber que todo estaba mal.
...
Por otro lado, Kokonoi había llegado a su apartamento con el corazón prácticamente destrozado. No había sido su intención lastimar a Seishu, pero no podía dejar pasar sus mentiras. No era un alfa que sucumbiera fácilmente a sus sentimientos, pero estaba tan perdido en esos momentos que, por primera vez, no quería ir a trabajar. Llamaría con una excusa para faltar.
Abrió la puerta de su solitario apartamento, solo para encontrarse con una sorpresa desagradable: Rindou. Estaba equivocado al creer que no podía irle peor.
¿Qué hacía allí ese omega remilgoso?
Rindou estaba echado en el sofá, mirando con entusiasmo su celular hasta que lo vio. Se incorporó para saludar a Koko, pero se retractó al notar su aura ofensiva. Solo pudo decir un sutil:
—Oh, Koko, ¿qué te pasó? Te ves fatal.
—No estoy de ánimo para hablar contigo. ¿Qué haces aquí? —se detuvo en medio del pasillo, tragándose las ganas de maldecir al omega al ver parte de su ropa tirada en el suelo.
¿Qué había hecho en su otra vida para que le fuera tan mal? ¿Abandonar a su pareja para irse con una pandilla? Eso sonaba muy lógico.
—Vine a pasar el fin de semana, tengo una llave de repuesto.
—¿Cómo mierda la conseguiste? —preguntó sorprendido, para luego entrecerrar sus ojos y negar —. ¿Sabes qué? No respondas eso, no quiero saber.
Rin cerró y abrió su boca solo para terminar encogiéndose de hombros.
—¿Ran te dejó venir? —el alfa chasqueó la lengua y suspiró —. Tampoco respondas eso, es obvio que no.
La misma dinámica anterior, Rin abrió y cerró su boca, pero Koko estaba decidido a ignorarlo mientras iba a su habitación.
—¿Por qué mi apartamento huele a otro alfa? Mierda, tampoco me respondas esto... haz lo que te dé la gana.
Rindou se levantó, yendo tras Koko, quería los detalles de porqué estaba tan desdichado. Si fuese un omega normal, hubiese corrido fuera de ese departamento hacía mucho, pero, a pesar del mal humor del alfa, Rin se preocupaba por él, era su único amigo verdadero, después de Ran, claro.
—¡Le diré a Mikey que no irás a trabajar hoy, ni yo, así me cuentas que paso!
—¡Vete al diablo, Rindou!
—También te quiero, Koko.
Koko cerró la puerta y se dejó caer en su cama, sintiéndose tan exhausto que de una u otro forma agradecía que el omega tonto estuviera allí. Por primera vez, necesitaba un amigo para contarle sus penas.
¡Buenas noches! ¿Cómo están?
Hay capítulo nuevo, ay. Espero que les guste.
Saben lo de siempre, dudas y sugerencias aquí.
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