Koko; Capítulo 7.
—Maldita tramposa —gruñó Kokonoi luego de perder en un enfrentamiento rápido e improvisado con Inui. Las últimas semanas se habían acercado más como jugadores y amigos Kokonoi le enseñó las técnicas básicas del juego y algunos datos relevantes del mismo, como para tener más monedas y experiencia. Desafortunadamente, Inui aprendía muy rápido y ya le estaba dando palizas que en definitiva, lo descolocaban. Odiaba perder.
Y mucho más con una novata, ¿cómo era que sabía tanto?
Abrió el chat del juego, y tecleó rápido, con las emociones al tope.
#KokoMoney
¿Qué diablos fue eso?
Visto.
#RedQueen
Te gané, eso pasó. Me quedo con todas las recompensas. No seas mal perdedor.
Hace un minuto.
#KokoMoney
Eso fue trampa. No sabía que habías aprendido técnicas de agua. No me has dado tiempo para un contraataque.
No te enseñé a ser pícara.
Visto.
#RedQueen
Me calumnias, jugué bien y te falta un "felicidades", pero te lo perdono porque eres un celoso y mal perdedor.
¿Qué te cuesta aceptarlo?
Hace un minuto.
#KokoMoney
Exijo la revancha, ya mismo.
Visto.
Mientras Inui respondía, se levantó de la silla, estirando sus músculos doloridos por tanto haber jugado. Ya no solo eran minutos de juego, podía quedarse horas con su nueva amiga, lo peor era que el tiempo se pasaba muy rápido a su lado; dormir se estaba volviendo un verdadero privilegio.
Al volver, su compañera había respondido. Koko sonrió, dispuesto a darlo todo ahora.
#RedQueen
Cómo quieras.
Eres un llorón, Kokonoi. Das vergüenza.
Hace cinco minutos.
Le molestaba imaginar lo mucho que Inui se estaría divirtiendo a sus expensas.
#KokoMoney
Pongamos un premio y un castigo.
Si gano, tendré algo de ti, y si pierdo, tú tendrás algo de mí, lo que quieras.
Visto.
#RedQueen
Uhm, suena un trato justo.
No te quejes cuando debas gastar dinero en mi skin. Estoy lista.
Hace un momento.
#KokoMoney
Aún no has visto todo lo que soy capaz de hacer.
También estoy listo.
Visto.
#RedQueen
Mal perdedor, Koko.
Ganaré de nuevo y tendrás que disculparte conmigo y darme lo que quiera.
Hace un momento.
Kokonoi se preparó para el nuevo enfrentamiento, ideando un plan para acorralar a la beta. En el juego había muchos lugares para esconderse y atacar por sorpresa, quizá usando una táctica sucia, pero perfecta para bajarle los humos de la cabeza. Hacía mucho quería algo de Inui y era la oportunidad perfecta para pedírselo sin parecer acosador.
Al alfa le estaba empezando a gustar la chica, eso era un hecho. Jugar con ella era una motivación diaria para terminar más rápido sus actividades del día. En el trabajo todos se habían dado cuenta del cambio. Y no, Kokonoi no era la máxima expresión de la emoción, sin embargo, estaba de muy buen humor. Aunque trataba de mostrar su usual expresión de que nada le importaba, se sentía más fresco y animado.
Quería mucho más de la beta, probablemente le confesaría que le gustara en el futuro, sin miedo al rechazo. El construiría muy lento la amistad y se aseguraría de que le gustara a Inui.
Al volver al juego, le dio inicio a la nueva partida. Akane se había descuidado por el exceso de confianza, lo que Kokonoi aprovechó para cambiar de armas y las técnicas del enfrentamiento. La sorprendió con un ataque justo y letal, dejándola incapacitada en los primeros minutos. Fue una victoria muy rápida, pero jamás se sintió tan dulce.
Se levantó de su silla, alzando las manos al aire; daba saltitos, emocionado y muy satisfecho por su hazaña. Le hubiese gustado ver qué cara pondría su amiga por la derrota y decirle un: te lo dije.
Más temprano que tarde, recibió un mensaje de Akane.
#RedQueen
Y miren quien juega sucio ahora, tramposo. Usaste armas más poderosas está vez.
Eres un tonto.
Hace un momento.
#Kokomoney
¿Ahora quién es la mala perdedora?
Jugué bien, no podrías superarme ni aunque quisieras.
Visto.
#RedQueen
Presumido, ¿Qué quieres?
Hace un momento.
#KokoMoney
Una foto tuya.
Visto.
La sonrisa gatuna se extendió en sus labios. La satisfacción de haber ganado no se la quitaba nadie, ni la misma Akane. Quería una foto, conocer realmente el rostro detrás de la pantalla. No estaba seguro si ella accedería, pero no perdía nada con intentarlo.
Golpeó con sus dedos la fría madera, esperando una respuesta. Pasaron algunos minutos y la beta no decía nada. Impaciente, tecleó un nuevo mensaje, que tuvo que borrar antes de enviarlo cuando le llegó una nueva notificación.
#RedQueen
Está bien, lo haré.
Hace un momento.
Kokonoi abrió sus ojos con sorpresa, sin esperar realmente que aceptara. Sudó frío, ansioso por las implicaciones que traería ver el rostro de la beta.
#KokoMoney
¿Y cómo lo haremos?
Visto.
#RedQueen
Pásame tu número, te enviaré por WhatsApp la foto.
Hace un momento.
#Kokomoney
Oye, ¿Esto es una treta para conseguir mi número?
Visto.
#RedQueen
No seas payaso, si no quieres no te mandaré nada.
Hace un momento.
#KokoMoney
Qué agresiva.
Xxx xxxx xxx xxx
Visto.
#RedQueen
Lo tengo, creo que es hora de dormir. Mañana te mandaré la foto.
Adiós.
Hace un momento.
#KokoMoney
Huyes de mí, ah.
Está bien, hasta mañana.
Visto.
A los segundos la beta se desconectó, dejando a Kokonoi un poco nervioso, ¿por qué no enviarle una foto ahora?
Trató de no darle vueltas al asunto, mientras apagaba la computadora para irse a la cama. Mañana tenía una reunión importante y debía estar lo más presentable posible.
Al día siguiente y a pesar de las horas, Inui no le escribió, ni la vio conectada en el juego. Se preguntó si pedirle la foto fue un poco precipitado. Probablemente no estaban listos.
Estuvo desconcertado, ganándose un regaño de Mikey, quien por primera vez veía el comportamiento errático del estoico Kokonoi. No tuvo una excusa convincente, solo se encogió de hombros y fingió estar cansado.
—¿Por qué tienes esa cara? ¿Terminaste con tu novia? —preguntó Rindou, inclinándose hacía él, en la mesa de reuniones. El omega de cabellos lilas con negro, sonreía al verlo tan descolocado.
—Es mi cara de siempre, ¿Qué quieres? —su respuesta llegó casi con un quejido, no estaba de humor para Rindou, especialmente para él.
—Nada, solo preguntaba, ¿no puedo? —El omega se las arregló para sonar indignado—. Y oye, ¿Quieres acompañarme al supermercado? Ran saldrá con Sanzu y no quiero ir solo, soy un omega indefenso.
—De indefenso no tienes un pelo, eres más alto que cualquiera. — Cerró la carpeta con los datos de la reunión y guardó el bolígrafo, pensando en la propuesta del omega.
—Bueno, pero no has respondido mi pregunta.
—Está bien, de todos modos tengo que comprar comida. —Kokonoi odiaba salir más de lo necesario, sin embargo, estaba seguro que Rindou no lo dejaría en paz si no accedía. Estaba seguro que tener al chico tras él, sería la peor tortura del día, sobre todo porque solía pedirle cosas tontas, como por ejemplo, que le ayudara con un papeleo que hasta un estudiante de primaría podría hacer.
—Te espero abajo, voy a avisarle a Ran. Gracias, guapo.
Rodó los ojos, hastiado, levantándose de la silla con su pila de papeles en mano para volver a la oficina. Debía dejar todo en orden antes de salir. Se venía un largo fin de semana y lo último que deseaba era volver y encontrarse con la oficina hecha un lío.
Después de unos minutos, por fin se sintió satisfecho y salió. En el ascensor arregló sus cabellos y revisó sus mensajes, nada llegaba aún. Soltó un suspiro, creyendo lo peor. Si Inui desaparecía, debía volver a la rutina aburrida de siempre.
Tal como le había dicho Rindou, lo esperaba en la recepción, flexionado contra el escritorio de la secretaria principal, avergonzándola con sus incómodos comentarios.
Pareció aliviada cuando Kokonoi se acercó.
—Vamos ya.
—Te veo después, querida. —Rindou se irguió, guiñándole un ojo a la mujer antes de seguir a Koko. Estaba fresco como lechuga, como si no hubiera estado haciendo la vida imposible de todos alrededor.
— No cambias —murmuró, saliendo por las amplias puertas corredizas.
Rindou al lado suyo, caminando despreocupado.
—Ran dijo que cuides de mí.
—¿Tengo otra opción? —cuestionó, reconsiderando su penosa existencia.
—¡Oye! —Rindou lo empujó sin fuerza y parloteó sin descanso sobre todo y nada. El tema más importante del día era lo mucho que odiaba que Haruchiyo se volviera cercano a la familia. Y los celos de Ran que no tenían fin.
La incomodidad de Koko se extendió hasta llegar al supermercado. No odiaba a Rindou, de hecho le agradaba, pero era demasiado extrovertido, solo cuando quería parecía tímido y tierno, pero solo cuando quería. La mayoría del tiempo estaba haciendo cosas vergonzosas.
—¿Qué vas a comprar? —preguntó Kokonoi, empujando un carrito. Su primera parada serían los vegetales.
—Ran me dio una lista, puedo encargarme de eso yo solo. Ve por tu lado.
Kokonoi abrió su boca para replicar, pero no salió. Si Rindou quería andar por su cuenta, ¿Quién era para negarse? Antes de que el omega se arrepintiera, prácticamente corrió, yendo en dirección contraria.
—Qué raro es —Se encogió de hombros, sin querer darle vuelta al asunto. Solo estaba mejor.
Mientras hacía un listado mental de los vegetales que faltaban en casa, un mensaje le llegó. Creyendo que era Ran, el intenso Ran, mejor dicho, sacó sin ganas su móvil y lo desbloqueó. Sus pies quedaron anclados al suelo al ver de qué se trataba. Por dios, era algo que mejoraría su día, su año, su vida entera.
Desconocido.
Yo cumplo con mi palabra.
Adjunta una imagen ***
Kokonoi quedó sin habla, incluso sin respiración. Akane era más hermosa de lo que había imaginado, cabellos dorados y ojos claros, piel pálida. Se quedó mirando la foto más tiempo del necesario, embelesado con tal belleza; echaba descuidadamente los vegetales que encontraba, sin revisar si los necesitaba o no. Además de la foto, no había nada más interesante que mirar.
¿Respondería de una vez?
Obviamente no, no quería parecer desesperado. Simplemente caminó por el supermercado, sin cerrar la foto, funcionaba en automático, aún en shock.
O por lo menos, pensó que nada lo sacaría de su momento de ensueño, hasta que escuchó la voz de su mejor amigo y la de un desconocido. No eran buenas noticias.
—No importa si eres Omega, te pateare el trasero, lo juro.
—Solo déjame tomar un poco más de tu olor, es tan rico... —Rindou tenía acorralado en los estantes a un alfa de cabello color azul chillón, mucho más bajito y con el ceño fruncido. No se preocupó ni siquiera por su propio espacio personal, aunque eso no era sorprendente, sin embargo... ¡Qué vergüenza!
—¡Haitani Rindou! ¡¿Qué mierda le haces al chico?! —exclamó al punto de sufrir un colapso nervioso. La foto y ahora su patético amigo.
Tanto el alfa, como el omega, lo miraron; uno estaba más aliviado que el otro
—Quiero llevarlo a casa conmigo, ¿Puedo? —Una pregunta inocente de Rindou.
Kokonoi se vio obligado a responder con una negativa, moviendo la cabeza en consecuencia, para que le quedara claro de principio a fin.
—No, déjalo ya o llamarán a seguridad y no te dejarán entrar nunca más a este supermercado.
—Tengo que volver a trabajar y este omega es insoportable. —El alfa tenía una vena sobresaliendo en la sien, parecía que iba a explotar. Y no lo culpaba.
—Yo me encargo, lamento los problemas. —Kokonoi tuvo la osadía de avergonzarse por el omega, maldita sea.
—Qué cruel eres, Koko. Me alejas del amor de mi vida.
Rindou fue apartado de un empujón por el alfa, que lo miraba con fastidio y luego le lanzó una advertencia para que no le volviera a tocar. Se marchó de ese pasillo como la sola presencia de ambos apestara. Y Koko se sintió algo mal por Rindou, pues había quedado como un cachorrito apaleado.
—¿Ves lo qué provocas? No tendrás un alfa de esa forma.
— ¡No es mi culpa! Ese alfa olía muy bien. —Rindou no se daba por vencido.
—Vamos, terminemos con esto —dijo, esperando que su amigo no siguiera haciendo berrinches. No era Ran, que podía controlarlo en sus momentos de locura.
— ¿Por qué nadie me quiere? —El aroma del Haitani cambió poniéndose un poco agrio. Le había afectado el rechazo, ¿por qué?
—Busca un alfa que sea más alto que tú, ese chico no te conviene.
Dándole una palmada amistosa en la espalda, obligó a Rindou a avanzar. Terminarían las compras y volvería a casa para hablar con su bella Inui. Su atracción no hizo más que aumentar con la foto. Todavía no podía creer su buena suerte.
En la caja había una cara conocida, por lo que siguió sin fijarse en nada más. Esbozó una sonrisa y saludó al novio del jefe.
—Takemicchi, ¿Qué tal?
Mientras Takemichi respondía, el estado de ánimo de Rin mejoró y el suyo no dejó de crecer. Era el mejor día de su vida.
BUENAS NOCHES, capítulo nuevo para no perder la costumbre.
Gracias por leerme~ amo esta historia, muchísimo, por eso creo que me cuesta más abordarla. Debe ser perfecta.
Los quiero mucho.
La foto de Akane.
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