Koko; Capítulo 16.

El débil zumbido de su móvil sacó las manos de Kokonoi del teclado del computador. Estiró su diestra para tomar el ruidoso aparato y lo inclinó a un lado para ver el número en pantalla, solo para devolverlo a su lugar y seguir con lo suyo. Nada de su interés como siempre.

No pasaron ni quince minutos, cuando pasos rápidos y furiosos resonaron por el pasillo. Kokonoi apoyó los codos en el escritorio y escondió su rostro entre sus manos, presionando con sus dedos las sienes.

Auguraba dolores de cabeza.

—¡¿Por qué diablos no respondes?! —exclamó Rindou, abriendo la puerta de par en par.

Kokonoi resopló, levantando la cabeza, fastidiado. Debió haber hecho algo en su anterior vida para que, la actual lo castigara de forma tan cruel.

—Estoy trabajando —respondió con indiferencia, esperando que el omega entendiera el mensaje y lo dejara en paz. No tenía ganas de hablar con nadie—. ¿Qué quieres? —preguntó al fin, cuando Rin no hizo el atisbo de marcharse.

El omega relajó sus expresiones, se acercó a su escritorio, y se recargó en este como si fuese el suyo. Kokonoi miró molesto la forma en la que ese plano trasero se presionó en la madera fina. Tras años de conocer a Rindou, Koko no se acostumbraba a sus excentricidades.

—Oye, solo quería saber si estabas bien, últimamente no estás de buen humor —respondió Rindou y se inclinó hacía él, sus ojos púrpuras clavándose sobre los suyos con algo parecido a la preocupación—. ¿Tuviste problemas con nuestra asistente?

Los codos de Koko resbalaron de la mesa y por poco se da contra el escritorio, menos mal pudo erguirse a tiempo y carraspear, incómodo.

—¿De qué hablas?

—No te hagas, los últimos días te la pasaste rondando por nuestras oficinas. —Rindou alzó una ceja y sonrió burlón—. Y es entendible, la beta es bonita.

—No pasó nada con Akane, solo somos amigos... creo. —Ya no estaba seguro de que relación tenía con la beta, tampoco había ido al juego para no enfrentarse a ella. En el edificio evitaba encontrarla, dejó de ir a la cafetería por lo mismo.

—¿Estás seguro?

Y Koko ya no supo que responderle al Haitani. Hacía dos días, esa fatídica noche que deseaba poder olvidar. Salió del apartamento de Akane al verla con ese beta sin gracia. No tenía intención de abandonar a Inupi en medio de la divertida reunión, pero se sintió fuera de lugar y muy dolido; Akane le estaba mintiendo, de una u otra forma, todo el misterio alrededor del primer encuentro por fin fue revelado. Estaba dudando de que la beta de verdad lo quisiera de amigo, en el juego era solo apariencias.

Estaba a punto de entrar al elevador, cuando escuchó la voz del omega. Seishu gritaba su nombre con desesperación.

—¡Koko, espera!

El chico estaba claramente compungido, tenía los ojos aguados y sus mejillas sonrojadas.

—No es lo que parece —continuó Seishu, aspirando una gran bocanada de aire.

—¿Qué cosa? —cuestionó Koko, cruzándose de brazos. Tenía una ceja levantada y una mueca en sus labios.

—Akane... Ella no es...

—¿Sabes qué? —Le cortó Kokonoi, nadie tenía que darle explicaciones, menos Inupi. Ellos solo eran amigos, bueno, todavía no lo eran—. No importa, Seishu.

—Escúchame, por favor —suplicó el omega, queriendo acercarse a él.

Kokonoi lo empujó fuera del ascensor. Su aroma en esos momentos era intenso y triste. su propio alfa quería abrazarlo y consolarlo, un sentimiento tan primitivo que lo asustó. Tenía una extraña debilidad por alguien a quien no conocía.

—Tengo que irme, tengo cosas que hacer.

—¡Koko!

El elevador se cerró y lo último que vio, fue como las primeras lágrimas se deslizaban por las mejillas de Seishu. Koko cerró los ojos, resistiendo las ganas de regresar y llevarse al omega consigo. No, no podía arrepentirse.

—¡Hajime Kokonoi! —La voz lejana de Rindou lentamente se hizo más nítida.

Koko parpadeó varias veces, saliendo de sus propios pensamientos. El recuerdo de Seishu le pesaba y no había tenido la valentía de llamarlo.

—Lo siento, estaba pensando.

—¿En Akane?

—¡No! —exclamó, alarmado. Llevó sus manos a la espalda de Rindou, queriendo sacarlo, sin embargo, no pudo moverlo ni un centímetro, era tan molesto—. Si no tienes nada más que decir, vete.

—Ay, qué amargado... En realidad, si hay algo que quería pedirte. —Rindou jugueteó nervioso con las manos y miró de soslayo a Koko.

—Lo sabía, siempre hay algo oculto.

—Pero... ¡No pongas esa cara!

—¿Cuál?

—Esa cara de resignación y fastidio. Alzas las cejas y después frunces la nariz.

Y justo Koko alzó las cejas y... se relajó, Rindou no tenía razón.

—No te vas a quedar en mi apartamento, no seré tu niñera, no te prestaré mi dinero, págame, me debes mucho —enumeró Kokonoi y lo miró mal , mientras proseguía—; Sobre todo, no voy a acompañarte al supermercado para que acoses a ese pobre alfa de cabello esponjado.

Rindou se encogió de hombros y sonrió, apenado. Kokonoi lo supo enseguida. Ese tonto era tan predecible.

—Déjame hablar, ¿Sí? —El omega se enderezó y por fin se apartó del escritorio. — Si se trata de Souta, ¡Pero no es lo que crees!

—Ajá, ya hasta sabes su nombre, ¿Qué tanto le has hecho a ese chico?

—No hice nada, me lo encontré por casualidad en la calle y hablamos como seres civilizados, luego lo invité a cenar, ¡y aceptó!

Rindou estaba tan emocionado, que Kokonoi se compadeció de él, esa historia solo debió pasar en su imaginación.

—Continúa, ¿qué tengo que ver yo con tus delirios?

—Créeme, Souta aceptó salir conmigo para que lo dejara en paz, pero eso es lo de menos, lo malo es que también puso otra condición. —Rindou desvió la mirada y Kokonoi intuyó lo que venía o bueno... No exactamente—. Me dijo que debíamos ir acompañados de otra pareja, como una doble cita.

—Dile al inútil de Ran, ser un cualquiera debería traerle beneficios en momentos como estos.

—Ya le dije, pero no puede porque ese día viajará con Sanzu, ¿puedes creer qué esos dos tienen algo? —Rindou se estremeció e hizo una mueca de asco.

Por primera vez Kokonoi estuvo de acuerdo con él, esos dos juntos eran un peligro. Seguro acababan en la cárcel un día de estos, menos mal eran ricos.

—¿Quieres qué te consiga una pareja falsa? Porque eso es fácil.

—No funcionará, dijo que tiene que ser contigo. Te ha visto y le produces confianza —murmuró Rindou—. Souta cree que lo voy a seducir con mis feromonas y llevarlo a la cama para obligarlo a marcarme.

—Y tiene razón, eso harás.

—Pues sí, pero tiene que ser por su propia voluntad. No lo violare.

—Mejor cuéntame una de vaqueros.

—¡¿Por qué la desconfianza?! —Rindou iba a ponerse a llorar—. Debes acompañarme, me gusta ese alfa. Huele rico.

—Está bien.

El omega estaba preparado para sacar a relucir sus dotes actorales y hacerle un drama a Kokonoi, pero se detuvo al examinar su respuesta, ¿aceptaba? ¿En serio había sido tan simple?

—¿En serio? ¿Vas a invitar a Akane?

—Uhm no, es otra persona... No preguntes o me retracto.

—Está bien, ya no diré nada. —El estado de ánimo del Omega cambió, se veía radiante—. Te mandaré la fecha y el lugar por mensajes, desbloquéame del WhatsApp.

—Bien, ¿algo más? Estoy trabajando.

—No, eso era todo, debo irme. Tengo que ir de compras.

Kokonoi vio al omega irse y suspiró, ¿En qué se estaba metiendo?

Debía llamar a Inupi, tenía la seguridad de que aceptaría ir con él a esa absurda cita. Y También le debía una disculpa.


Buenas, buenas.

Actualización porque ya les debía. Gracias por leerme.

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