Inupi/Koko/ ¿Rindou?; Capítulo 18.
Por fin había llegado el día de la cita, para sorpresa de Seishu, y desgracia, dos días después de la invitación de Kokonoi. Le llegó la confirmación tras una llamada del alfa, quien hablaba bajo, tal vez inseguro de la reacción de Inupi; menos mal que el omega pudo consolarlo al decirle que estaba preparado para ir, o bueno, eso trataba de decirse a sí mismo. En realidad estaba muy nervioso.
El restaurante al que había llegado en compañía del alfa era en extremo ostentoso; Inupi había quedado boquiabierto al ver lo amplio, brillante y elegante del lugar. Había mesas puestas a distancia las unas de las otras y decorado casi perfecto, amplios ventanales que daban buena vista del jardín iluminado y, sobre todo; una calidez acogedora. Había música suave que prácticamente se acompasaba con el lugar. No podía creer que el amigo de Kokonoi pudiera darse ese tipo de lujos y, suponía que Koko también estaba acostumbrado a ese tipo de lugar, puesto que no parecía impresionado, al contrario, se desenvolvió con mucha entereza.
—Esto es increíble... —dijo Seishu, poco después de salir del estupor.
Siguió a Koko, un poco nervioso, sin estar acostumbrado al tipo de ambiente. Estaba tan fuera de lugar que su mirada se paseó hasta por el último trazo de decoración de las paredes de colores neutros. Y ni qué decir de las miradas indiscretas de algunos allí, ¿qué era lo que tanto veían? Bueno, era seguro que no encajaba.
Trató de ocultar su cicatriz con su cabello, pero Kokonoi le tomó de una de las muñecas y suavemente le impidió tocarse y arruinar su peinado.
—Estoy seguro qué tu cicatriz no es lo que ven.
¿Eso era un halago?
Suspiró, tembloroso, asintiendo sin convicción.
—Estás acostumbrado a esto, yo no. Nunca salgo de casa, ya me quiero ir —habló tan rápido, que se estaba quedando sin aire, tuvo que detenerse para no entrar en pánico.
—Confía en mí, Seishu.
Y era que a los ojos de Kokonoi, Inupi se veía fabuloso en ese traje celeste, resplandecía con la camisa blanca y su corbata de un tono más claro; de alguna forma, ese color resaltaba sus ojos esmeraldas y su cabello rubio dorado; lo que más impresionaba eran los tacones dorados con un acabado plateado que centelleaba con la luz. Si le preguntaban, Inupi era el omega más hermoso que alguna vez hubiese visto.
—Lo siento —se disculpó el omega, bajando la cabeza.
Se encogió de hombros el resto del camino, hasta que finalmente Kokonoi le avisó que habían llegado a la mesa. Ya estaba el amigo allí. De reojo, Inupi vio a otro omega, mucho más alto y de un particular color lila en el cabello, olía bien, un poco salvaje tal vez, como las flores tropicales. Era muy agraciado, incluso en la forma de moverse para saludar.
—Por fin llegan, pensé que todos me iban a dejar plantados —dijo el chico, mirando en la dirección en la que Seishu estaba parado—. Oh, ¿este omega es tu cita? —preguntó con una sonrisa socarrona—. Mucho gusto, dulzura, soy Haitani Rindou.
—No lo molestes, Rin —dijo Koko, adelantándose a cualquier tontería que su mejor amigo tuviese que decir.
—No pasa nada, Koko. —Seishu por fin se armó de valor y levantó su cabeza, al igual que enderezó su espalda—. Mucho gusto, Soy Inui Seishu.
—Inui... ¿Dónde escuché ese apellido? —meditó Rindou hasta que por fin sus ojos se iluminaron y dijo en voz alta—: ¡Inui Akane! Vaya Kokonoi, eres un desvergonzado, con ambos hermanos, ¿eh?
—Cállate, Rin —farfulló un incómodo Kokonoi, tratando de no perder la compostura—, mejor dinos dónde está tu cita.
Ni Seishu, ni Koko, se perdieron la forma en la que Rindou se desinfló y se retrajo en su asiento.
—Debió retrasarse por el tránsito, pero tomen asiento mientras —se excusó el omega, señalando las sillas en las que se sentarían.
Kokonoi fue muy amable y apartó la silla de Inupi, aunque estaba avergonzado por tanta amabilidad, lo aceptó. Él era un omega que podía hacer las cosas por su cuenta, pero extrañamente se sintió bien; a veces debía dejarse consentir, ¿cierto? Cuando por fin estuvieron sentados, se formó un silencio incómodo que fue cortado por un mesero quien amablemente les ofreció la carta. Al principio Rindou estuvo renuente porque aún faltaba Souta, pero terminó aceptando pedir por adelantado un aperitivo ligero.
—Si no aparece me moriré de tristeza —dramatizó el omega.
Inupi casi sintió la necesidad de consolarlo, pero Koko estaba actuando como si nada.
—Vendrá, nadie se pierde una comida gratis.
—¡Koko! —le reprochó Inupi, negando lentamente con la cabeza, ¿dónde estaba el trato amable? Sintió pena por Rin.
—Es la verdad. —El alfa no se daba por vencido.
Cuando estaba por abrir la boca de nuevo, alguien más apareció en la mesa. Era el alfa de Rindou, Inupi jadeó sorprendido, lo reconocía y al parecer el chico también, porque lo miró con los ojos bien abiertos.
—¡Tú! —dijeron ambos al unísono.
Tanto Koko como Rindou se miraron confundidos, pero prácticamente el omega los ignoró y se lanzó a los brazos del alfa, avergonzándolo delante de todos.
—¡Viniste, Souta!
Souta un poco fastidiado, trató de alejar al omega, empujándolo con sus manos.
—Lo prometí, ahora suéltame que nos están viendo todos —dijo el chico en voz baja, con las mejillas encendidas.
Inupi sonrió por el intercambio de esos dos. Se veían adorables juntos. Rindou accedió a regañadientes y se separó del alfa para que todos estuviesen en sus respectivos asientos. Inupi se sintió más cómodo con la presencia de Souta allí, no eran amigos, pero al menos era un conocido del supermercado; tenía entendido que Takemichi y Souta eran muy cercanos.
El tema principal de la siguiente conversación fue sobre Inupi y Souta, de donde se conocían y qué tan cercanos eran. Cabe aclarar que el más interesado era Rindou, quién no perdía oportunidad de avergonzarlos. Kokonoi no opinaba, sin embargo, le lanzaba miradas discretas y curiosas. Estaban bien cómodos charlando y disfrutando de la comida, sin pensar en más.
—Entonces... ¿Todos aquí conocemos al omega de Mikey? —preguntó Rindou sorprendido, no sabía que Takemichi fuese tan sociable. Había visto al chico un par de veces y no parecía la gran cosa, pero al jefe lo tenía tan encandilado que era capaz de comprarle el mundo entero si se lo pedía.
Inupi asintió, tomando un poco de vino blanco.
—Takemichi es muy especial —dijo el omega rubio mucho más relajado; sus hombros ya no estaban tensos y hasta Koko había notado el cambio sutil en sus expresiones.
—A todo eso, ¿cómo fue qué acabaste saliendo con Seishu y no con Akane? ¿No es ella la que te gusta? —continuó Rindou, ganándose la atención de todos en la mesa. Kokonoi alzó los hombros, respondiendo casual.
—Solo somos amigos.
—No parece...
Nadie entendió a qué se refirió Rindou, pero siguieron hablando normal. La noche estaba pasando bastante rápido, la cena desaparecía poco a poco, del salmón no quedaba nada y el postre era lo último que quedaba.
—No tengo ganas de ir a casa aún y... —Esa última letra la alargó Rindou, inclinándose hacía Souta—. Me he portado bien.
—Mañana es día de trabajo, no podemos tomarnos tantas libertades —agregó Koko, desinflando los ánimos de Rindou.
—Rin tiene algo de razón, ¿Y si vamos por algo de beber después de esto? —Para sorpresa de todos fue Souta quien hizo esa sugerencia; Rindou chilló emocionado, asintiendo varias veces. Esos dos tenían una conversación aparte, mientras Koko por lo bajó le habló a Inupi.
—Prometí llevarte a casa temprano, no nos retrasaremos por este idiota.
—Por mí no hay problemas, no creo que vuelva a tener una oportunidad similar.
—¿Estás seguro? —preguntó Koko para confirmar. Inupi era un omega muy reservado, no quería que luego se arrepintiera o se sintiera incómodo.
—Lo estoy, además estarás conmigo.
—Bien. — Koko se enderezó y llamó la atención de la rara pareja que se reía de cualquier tontería, tenían más en común de lo que pensaban—. Iremos, pero solo un par de horas.
—¡Genial! Pago y nos vamos, traje mi auto.
Y mientras esperaban que Rindou pagará, Inupi suspiró, se estaba acostumbrando demasiado a la presencia de Koko, debía confesarle de una vez por todas su escandaloso secreto. Lo pensaría bien esa noche, seguro que le diría pronto.
Buenas noches, cap nuevo.
Les juro que me reí mucho escribiendo todas las tonterías de Rin. Se me antojo escribir un fic de Rin :c
Gracias por leerme.
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