Inupi/Koko; capítulo 39.
—¡Inui Seishu! —gritó Akane desde la cocina—, ven a comer y no lo repetiré de nuevo.
El mencionado despegó su rostro de la pantalla del computador y miró con pereza hacia la puerta, estremeciéndose por el repentino llamado de su hermana. Suspiró, sin ganas de moverse, más que para responder los mensajes de Koko, quien le hacía compañía en la distancia.
—¡Voy luego! —respondió en voz alta, volviendo su vista al computador cuando saltó una nueva notificación.
Inupi sonrió por el nuevo mensaje.
#KokoMoney
¿Seishu?
¿Te quedaste dormido de nuevo?
Hace un minuto.
#RedQueen
¿Eh?
No, no, es Akane que me está llamando.
Visto.
#KokoMoney
¿Está todo bien?
Deberías ir.
Hace un minuto.
#RedQueen
Nah, no es importante.
En todo caso, no quiero levantarme. El esfuerzo extra es agotador;
Es más divertido hablar contigo, aunque, ¿no deberías estar trabajando?
Visto.
#KokoMoney
De acuerdo.
Las horas extras me tienen harto, no debería estar trabajando un sábado en la noche. Esto ya es abuso de poder; no pensé que Mikey fue a cumplir su palabra. Por lo menos puedo jugar contigo, ya que no he podido visitarte.
Hace un minuto.
#RedQueen
JAJAJAJAJA
Me gustaría decir que no lo mereces, pero lo mereces.
Prácticamente arruinaron la fiesta de compromiso de Michi.
Menos mal que Rindou está feliz ahora.
Visto.
#KokoMoney
Ya, no me lo recuerdes. Por cierto, casi lo olvido, Rin me dijo que se mudaría con su novio mañana y pensé que podría ayudarle, pero... ¿quieres que vayamos juntos? Planeo rechazarlo si te niegas, creo que deberíamos vernos y hablar.
Hace un minuto.
Dejó de teclear para cubrirse el rostro, avergonzado por aquellas palabras. En su pancita revolotearon miles de mariposas por la emoción; extrañaba mucho a Koko, no podía desaprovechar la oportunidad de verlo. Y tampoco el bebé, que lentamente estaba creciendo. Aspiró una larga bocanada de aire y continuó lo más sereno posible con los mensajes:
#RedQueen
¿En serio se mudarán juntos?
Ese es un gran paso.
y claro, ¿a qué hora debería estar listo?
Visto.
#KokoMoney
Eso parece... Aunque conociendo a Rindou, no dejaría pasar la oportunidad de estar con Souta. No tiene vergüenza.
¿Puedo ir a las nueve? Últimamente no eres un omega madrugador.
Hace un minuto.
#RedQueen
Jamás he sido un omega madrugador, solo que ahora duermo más a cualquier hora del día.
¡A las nueve! Trataré de estar listo.
Visto.
#KokoMoney
¿Es normal? ¿Es por el bebé? Bien, le escribiré a Akane-san para que no piense que te estoy llevando lejos. Me odia.
Hace un minuto.
#RedQueen
El doctor dijo que lo era, pero que debería salir a caminar más, ¿está loco?
mi hermana no te odia, solo es rencorosa. De todos modos, mañana estará ocupada con su novio.
Visto.
#KokoMoney
Camina más.
Igual le escribiré.
Hace un minuto.
Mientras escribía una respuesta audaz, Akane irrumpió en la habitación y colocó su mano en el teclado de manera amenazante. Inupi hizo un mohín, viendo frustrado que su pequeño relajo se acababa.
—¡Ven a comer! No puedo creer que prefieras quedarte hablando con Koko. Tienes que alimentarte bien.
—Es obvio que lo haría—farfulló por lo bajo—. Me despediré y voy a comer, lo prometo.
—Bien, te esperaré.
—No es necesario.
La beta no se fue, al contrario, se hizo a un lado, con una mano en la cintura. Inupi rodó los ojos, tecleando rápido un mensaje de despedida.
#RedQueen
Lo siento, Koko. Debo irme, Akane es mega molesta. No sé qué quiere de mí.
Visto.
#KokoMoney
Escríbeme cuando regreses. Seguiré trabajando.
Y hazle caso.
Hace un minuto.
#RedQueen
¿No deberías estar de mi lado? Traidor.
Visto.
#KokoMoney
No esta vez, pórtate bien.
Hace un minuto.
—Eres tan aguafiestas —se quejó, mientras se levantaba para ir a comer.
Akane lo ignoró, empezando a contarle los planes para mañana, entonces él aprovechó para contar los propios y todos estarían felices el domingo.
. . .
A Inupi le costó toda su fuerza de voluntad levantarse esa mañana. Cuando finalmente lo consiguió, se dio un baño rápido y desayunó un sándwich que Akane le preparó más temprano. Por fortuna la etapa de náuseas matutinas había terminado y estaba listo para la siguiente que era la de comer todo lo que se le antoja.
Justo cuando estaba terminando, alguien tocó la puerta y antes de que Akane pudiese moverse, Inupi se levantó y fue a abrir. No se sorprendió de ver a Koko allí, era muy puntual, pero sí del regalo que le extendió apenas se asomó. La emoción de verlo y las ganas de darle un abrazo quedaron relegados al pequeño regalo que acaparó su atención.
—¿Y esto? —preguntó, tomando la cajita envuelta en un lindo empapelado color dorado brillante, con un lazo negro. La sacudió cerca de su oreja como si con ello fuese a adivinar qué había dentro.
Koko lo sostuvo de la muñeca y evitó que siguiera moviendo la caja. Era el primer contacto en semanas, por lo que el omega gradualmente se sonrojó.
—Primero que nada, buenos días —saludó Koko, tan educado—, y es tu regalo de cumpleaños.
—Fue el lunes, jugamos toda la noche, ¿recuerdas? Esto no era necesario —agregó con una sonrisa tenue, ignorando el saludo—, pero gracias.
—No importa, es justo que lo tengas. No puedo salir mucho siendo el esclavo de Mikey —dijo el alfa con amargura—, por lo menos puedo darte regalos.
Inupi tuvo el impulso de consolar al chico y llenarlo de su aroma, pero se quedó en su lugar sin ganas de arruinar el momento.
—Todo mejorará, ya verás —dijo al último.
—Seguro que lo hará, por cierto... te ves bien —mencionó Koko, luciendo un poco apenado.
Era raro verlo de esa forma, por lo que el estómago de Inupi se llenó de una calidez inexplicable.
—Gracias, Koko. Igual tú —murmuró, bajando un poco la mirada, hasta que recordó la salida—. Guardaré el regalo y ya vengo.
—¿No lo abrirás?
—Ahora no —respondió con una sonrisa de vergüenza, girándose para ir de vuelta a su habitación.
Se topó con su hermana en el camino, pero ella se dirigió a Koko y se quedó hablando con él, mientras Inupi guardaba su regalo en el cajón superior de su escritorio. Lo abriría a solas, donde pudiese emocionarse sin pena y chillar como el omega enamorado que era.
Al regresar, bordeó a su hermana que estaba en medio de la puerta y se plantó al lado de Koko con una sonrisa resplandeciente.
—Ya estoy listo.
—Me escribes cuando regreses, probablemente no esté en casa —le dijo Akane, mirando entre Inupi y Koko—, y si este bobo hace algo le das una patada.
—No haré nada y me aseguraré de que llame —respondió Koko en su nombre, tomándole de los hombros para girarlo y llevárselo de allí.
Aunque Inupi no estuviese de acuerdo con la extraña enemistad entre esos dos, era gracioso verlos interactuar. Sabía que su hermana lo estaba protegiendo y no podía culparla por ello. Partieron al apartamento de Rindou, hablando de cualquier tema, en especial del bebé y las últimas visitas al médico. Por el momento no podían hacer planes futuros, al menos hasta que Koko dejara de estar castigado por Mikey.
Cuando llegaron al lugar, había un camión de mudanzas al frente, por lo que se detuvieron en el costado contrario. Inupi observó la nueva casa de Rin y Souta, sin poder evitar la sonrisa que se extendió en su rostro; no era la más elegante, pero la fachada era enorme y no quería imaginar cómo sería por dentro. Se bajó del auto después de Koko y mientras era guiado a la entrada, se encontraron con un animado Rindou, el cual parecía estar guiando las cajas que salían del camión.
—Pensé que no vendrían —dijo el omega, mirando directamente a Inupi. No disimuló.
Inupi se encogió un poco de hombros y saludó con un suave "hola", sin poder encarar al chico después de la fiesta de compromiso. En todo ese tiempo no había podido disculparse con él, y de eso ya habían pasado casi dos meses. Rindou se veía mejor de lo que lo hubiese visto antes, incluso su panza sobresalía por sobre un suéter holgado que lucía costoso y sus mejillas estaban algo rellenitas.
—Me sorprende que pienses a veces —agregó Koko sin una pizca de tacto, mirando alrededor—, ¿pudiste sacar tus cosas del apartamento de Ran sin que te retuviera?
—No estaba allí y dudo que lo haya estado por un tiempo, me odia. —El buen humor del chico se desinfló.
—No creo que te odie —era la única respuesta de Koko—. Anímate, tienes todo lo que querías.
Rin asintió y entonces Souta se acercó, rodeando la cintura de su omega. Con ello, el ambiente volvió a su cauce natural, charlas tranquilas y los planes con la mudanza; había demasiadas cajas por organizar.
Estando ya dentro de la casa, Inupi descubrió que la pareja no estaría sola, de hecho, vivirían con Nahoya, quien estaría ayudando con todas las cosas del bebé y del restaurante. Era un omega muy independiente y colaborador, como justo en esos momentos que estaba ayudando con la mudanza, acomodando primero las cosas de la cocina.
La presencia de ambos omegas tenía los nervios de Inupi crispados, verlos juntos no le traía buenos recuerdos, aunque ellos se estuviesen encargando de hacerlo sentir cómodo.
—No tengo nada que perdonarte, al contrario, tengo mucho que agradecer. Por ti estoy junto a Souta y soy feliz —murmuró Rindou, apoyando el hueso de la cadera en la encimera; cansado por el trajín del día.
—Pero... fui muy imprudente ese día, ¿y si todo hubiese salido mal? —preguntó Inupi, compungido.
—Todo salió bien. Míralo por el lado bueno, sin ti, jamás me habría enterado de que tendría un sobrino —Animó Nahoya, colocando una mano en el hombro de Inupi—, aunque la fiesta se arruinó al último, Takemichi no está enfadado con nadie. Es una bolita de amor y comprensión.
—Es cierto, hemos hablado un par de veces. —Estuvo de acuerdo Inupi, un poco más tranquilo—. Mikey está siendo muy duro con Koko, ¿a ti no te pone a hacer tiempo extra? —preguntó con la atención dirigida hacia Rin.
El omega negó y soltó una pequeña risa.
—No lo hace, porque estoy embarazado. Es mi ventaja —dijo, llevando una mano a su vientre ligeramente redondeado—, tampoco puede despedirme, trabajaré desde casa por un tiempo.
—Vaya, ¿quién como tú? —preguntó Inupi risueño.
—Me gustaría decir que soy afortunado, pero... ¿por qué tengo más panza que tú? ¿En serio estás embarazado? —preguntó Rin, mirándolo de pie a cabeza.
Cuando estaba por responder, Koko entró en la cocina y lo salvó de la vergüenza.
—Claro que lo está y deja de hacer este tipo de preguntas, ¿cómo es que no aprendes?
—No seas tan duro conmigo —se quejó Rindou, tratando de acercarse a Inupi por curiosidad, pero Koko lo protegió hasta el último minuto.
Entre risas pasó el tiempo, e Inupi se enteró de los detalles que se perdió de la fiesta por estar desmayado, lo mal que había quedado Ran después de los golpes de Nahoya. Y vaya que ninguno tuvo contemplaciones, menos cuando se enteraron de los planes que tenía para deshacerse del bebé de Souta y Rin. Nadie sentía pena por el hermano mayor Haitani, se merecía todo lo malo que le pasara, aunque por el momento estuviese un poco desaparecido.
El último tema del que hablaron fue de la boda de la pareja, algo privado con apenas unos diez invitados por la rapidez. Igual Rindou solo adelantó el evento porque según él, no quería verse mucho más panzón de lo que ya estaba, sin embargo, hasta diciembre muchas cosas podrían suceder.
—Ustedes también deberían casarse o al menos, la marca —dijo Rin—. No pueden dejar que el bebé nazca fuera de una familia, ¿verdad?
Koko escupió el jugo que estaba tomando y apoyó sus manos en el borde de la mesa que rechinó por la fuerza del agarre repentino. Inupi por otro lado, estaba muy rojo por la conmoción. Koko y él, no habían pensado en ello. Ni siquiera vivían juntos.
—No... no es tu problema —respondió Koko, recuperando lentamente el aliento.
—No puedes usar por siempre la excusa de trabajar extra para Mikey —continuó Rin, sacándole la lengua a su mejor amigo.
La mayoría en la mesa se rio, menos Koko que quería matar con la mirada a Rin.
—Mi sobrino no impedirá que te patee.
—Tengo a mi alfa para protegerme, no como Inupi que es un omega solitario sin alfa. —Y vaya que ese omega no le temía a la muerte.
Koko chasqueó la lengua y ladeó la cabeza, con el fin de ignorar al odioso omega, aunque al igual que Inupi estaba rojo como un tomate. La incómoda conversación acabó cuando Nahoya ofreció el postre. Tanto a Inupi como a Rin le brillaron los ojos, felices. Y el resto de la mudanza acabó muy bien con la ayuda extra.
Era gratamente reconfortante para Inupi la compañía de Koko, pasar tiempo con él después de las semanas ajetreadas le daba una sensación de confort. A veces creía que el alfa se estaba limitando con él, luego de la fiesta pareció un poco ausente, pero tenía el presentimiento que era culpa de Akane.
Se tomaron de la mano al andar por los pasos en dirección al apartamento, disfrutando del contacto y el calor del otro; el aroma también era reconfortante, era la mezcla perfecta de todo lo bueno. Estar juntos era sentir que estaban en un hogar.
—Lamento lo de Rin, es un idiota —dijo Koko, deteniéndose frente a su puerta.
—No dijo nada malo, creo. —No quería pensar en ello, había muchas cosas que aún debían resolver.
—De todos modos, esta semana apelaré por mi libertad y encontraré la forma de que estemos más tiempo juntos.
—Eso me gustaría. Te extrañé... —agregó, mirando directamente a los ojos del alfa.
Koko respondió con una sonrisa y eliminó el espacio entre ambos para presionar sus labios sobre los suyos. El roce fue tan suave que Inupi se sintió consolado, como si nada malo pudiese pasarles de nuevo. Era el momento de estar juntos. Levantó sus brazos y rodeó el cuello del alfa, animándose a profundizar la tenue unión de sus bocas. Aquella era la mejor forma de acabar su noche.
Se besaron hasta quedarse sin aliento y lo repitieron una vez más, y luego siguieron hasta sentirse mínimamente satisfechos el uno con el otro. Sus feromonas se mezclaron una vez más y esta vez a Inupi le costó alejarse, quería más del aroma de Koko.
—Volveré pronto, lo prometo. Hablar por un computador o el celular no es suficiente.
—Lo sé, ya debería entrar —Inupi le soltó, sintiendo que parte de su alma se quedaba con Koko—, te amo. —Las palabras salieron solas, pero era lo único que sentía.
—Yo también te amo.
Inupi entró al apartamento, encontrándose con su hermana que ya había llegado. Hablaron un poco, hasta que el omega no pudo mantenerse en pie y se dirigió a la habitación. Antes de meterse en la cama, tomó su regalo y lo sostuvo con fuerza en sus manos, sintiendo a través de él que estaba cerca de Koko.
Buenas noches, tarde, pero seguro.
Ay, ¡Me siento algo sensible! El próximo capítulo es el último, y como he dicho desde el comienzo, lo mandaré a borradores un par de días después de subir el cap. 40. Porque quiero editarlo desde el comienzo y que se vean un poco las mejoras.
¡Gracias a todos por leerme! El último cap. Probablemente lo suba el lunes.
Besos en la cola.
Aquí quejas, solicitudes. Lo que deseen.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top