Inupi/Koko; Capítulo 14.
Inupi sostenía en sus manos dos botellas distintas de salsa de soya; ambas se veían prácticamente iguales, empaques parecidos y contenido de un viscoso color negro, con la única diferencia de que una de las botellas decía que estaba libre de gluten y la otra no, ¿qué significaba eso?
Nuevamente le habían obligado a ir de compras, otro día más de tortura. Akane lo había dejado a su suerte, incluso mandándolo sin un listado detallado de las compras como normalmente lo haría, con la excusa de que no tenía tiempo por el trabajo. Inupi debía improvisar esa vez, o como le habían gritado horas antes: "Has ido muchas veces de compras, ya debes saber que comemos". Su hermana seguramente estaba delirando, pero estaba acostumbrado.
Se tomó muy en serio la ida al supermercado y una de las razones era que necesitaba distraerse. Kokonoi seguía rondando en su cabeza, acaparando cada una de sus intenciones. Era desesperante para el omega, porque el alfa gustaba de su hermana, no de él. Debía llevar más tiempo de lo estipulado allí. Llegó cuando se estaba ocultando el sol y ya estaba completamente oscuro fuera, de todos modos, la mitad del carrito tenía comida, podía darse por bien servido.
—Supongo que probar cosas nuevas no estaría nada mal —dijo en voz baja, haciendo un recuento mental de todas las salsas que había comprado antes. Ninguno de sus alimentos estaba libre de gluten. Tan ensimismado estaba, que no se dio cuenta que alguien se acercaba.
—¿Normalmente hablas solo? —preguntó el desconocido a sus espaldas.
Inupi se sobresaltó al punto de que casi dejó caer los frascos de salsa; por fortuna logró atraparlos a tiempo, con algo de esfuerzo y sus piernas dobladas al agacharse, o hubiera hecho un verdadero desastre en el pasillo de salsas y pastas.
—Maldición... —farfulló Inupi, cerrando los ojos. No tenía que ser un genio para reconocer el olor y la voz del alfa a unos centímetros de distancia. Su piel se erizó por el calor que irradiaba el chico, era una atracción casi magnética. Inupi se tragó las ganas de darse vuelta y darse un gran bocado de ese aroma; su dignidad estaba en juego.
— Perdón por asustarse, ¿Inupi?—prosiguió el alfa, poniéndose a un lado de Seishu. Llevaba consigo un carrito de compras.
¿Cómo no lo había escuchado antes?
—No pasa nada, ¿Koko? —No se atrevió a levantar la cabeza. Abrió lentamente sus ojos y se concentró más que nunca en las salsas. Inupi era experto en ocultar sus emociones, por lo que pronto escondió su nerviosismo y lo reemplazó con fingido desinterés. Agradecía su sudadera con capucha o Kokonoi hubiese visto en primer plano sus mejillas ruborizadas.
¿Qué hacía Koko allí? Se suponía que vivía en una zona más exclusiva de la ciudad, podía ir a un supermercado más grande.
—Qué casualidad, vengo muchas veces aquí y no te había visto antes —agregó Koko, apartando los ojos del omega para ver las salsas. El alfa se había dado cuenta de la presencia del chico hacía poco tiempo, si no hubiese sido por el olor no lo habría reconocido. Inupi llevaba demasiada ropa encima.
—Es que solo vengo una vez por semana —respondió Inupi, tomando un largo suspiro.
—¿No sales mucho de casa?
—En realidad no, prefiero no hacerlo nunca, pero Akane me obliga a salir de compras —contestó, dejando en el estante la botella de salsa sin gluten para la otra dejarla en el carrito. Seguía rehuyendo la mirada del chico.
—¿Por qué? —Kokonoi volvió su atención al omega, manteniendo su distancia para no espantarlo.
—No es algo qué te interese. —No quería ser grosero, pero necesitaba tomar distancia del alfa.
Kokonoi podía sentir el cambio de aroma del omega, era casi imperceptible, pero parecía agobiado y tal vez enfado, aún no entendía que le había hecho al chico para que lo odiara tanto, ¿Tanto protegía a Akane? ¿Era por eso que ella no quería ni verlo en el trabajo?
—Sé que estás molesto porque hablo con tu hermana —dijo con calma—, Pero, no me he sobrepasado con ella.
—¡No es eso! —exclamó Inupi, alarmado, dándose vuelta por primera vez en todo el rato para encararlo.
Y Kokonoi soltó un jadeo de sorpresa al ver la totalidad del rostro del Omega.
La primera vez el encuentro había sido tan fugaz y sorpresivo, que Koko no tuvo tiempo de detallar sus bonitos ojos celestes o la quemadura que cubría gran parte de su lado izquierdo.
Inupi se dio cuenta de la mirada fija que, sin vergüenza le estaba dando, y rápidamente volvió a darse vuelta, apenado, creyendo que Kokonoi lo rechazaría; pero, al contrario, el alfa intentó tranquilizarlo.
—Lo siento —carraspeó Koko, incómodo.
Se quedaron en silencio unos segundos, Inupi no era capaz de moverse, tenía sus nudillos blancos de tanto apretar el mango del carrito.
—No es tu culpa, no hiciste nada malo. No es como si me hubieses hecho esa cicatriz —murmuró, encogiéndose de hombros.
—Comprendo —Kokonoi no tenía mucho que decir, en realidad no sabía qué decir. Simplemente desvió la mirada.
Inupi por fin se armó de valor y empujó el carrito lejos de allí, pensando que perdería al alfa, sin embargo, el carrito de Koko se movió tras él.
—No lo hago a propósito, lo juro—dijo divertido el cínico.
Inupi rodó los ojos sin creerle nada. Estaba claro que donde fuera, Koko lo seguiría.
—Ajá, no me estás siguiendo.
—Hablemos como personas civilizadas —Koko trató de razonar, manteniendo su distancia para evitar accidentes con el omega, eso era lo último que le faltaba en la lista de malas impresiones—. No soy alguien que rogaría a otra persona, pero es necesario que tengamos una conversación.
—¿Sobre qué quieres hablar? —Inupi tomó un camino alterno hacía los vegetales, agarrando de algunos estantes algunos condimentos que solía usar Akane en las comidas y que a Inupi le gustaban.
—Sobre nosotros —respondió Koko, Inupi se detuvo de golpe, con los ojos bien abiertos y el corazón latiendo a mil. Ese estúpido alfa no sabía lo que decía.
—¿Qué quieres decir con "nosotros"?
—Me interesa tu hermana, es decir, debemos ser amigos o por lo menos llevarnos bien, ¿no?
Su frente se arrugó y sus ojos se entrecerraron, la respuesta de Koko era la más obvia, sin embargo, escucharla no le sentó nada bien. Koko estaba haciendo todo eso por Akane, no por él. Aunque si lo pensaba bien, debía volverse cercano al alfa, ser su amigo y ganarse su confianza, cuando tuviese que confesarle la verdad no sería tan doloroso para ninguno de los dos o en todo caso, convencer a Akane para que no dijera nada.
—Está bien, pero que conste que solo lo hago por mi hermana, ¿Entendido?
Kokonoi asintió con una sonrisa tonta, había ganado una de las batallas contra el omega. Le demostraría que era un buen partido para su hermana.
—Bien, ¿Qué vamos a comprar ahora? —preguntó el alfa, siguiendo como un cachorrito a Inupi, quién no pudo negarse a la nueva compañía. Kokonoi no hablaba demasiado, pero hacía sugerencias de alimentos sanos y a bajo costo. Inupi sabía por el juego que el alfa era un poco ahorrador, pero viéndolo desde mejor perspectiva, solo era tacaño.
— ¿En realidad solo eres un simple contador? —inquirió, curioso—. Akane dice que parece que tienes un buen puesto en la empresa y usas trajes bien finos, sin embargo, no has comprado casi nada.
—Soy uno de los socios de la empresa y quien prácticamente maneja todas las finanzas, pero no considero que sea para tanto.
—¿Cómo qué no? —Inupi, volteó a verlo incrédulo. Kokonoi no parecía ser modesto, ni humilde—. Vives en un buen edificio y tienes un gran puesto de trabajo.
El omega se preguntó porque Koko pareció cambiar su expresión, confundido y un poco cauteloso, y rápidamente se dio cuenta de su error y se corrigió.
—Akane me contó dónde vives —respondió rápidamente, un tanto nervioso.
Koko se encogió de hombros y aceptó esa respuesta.
Anduvieron en silencio los siguientes minutos, hasta que Inupi terminó de comprar. Charlaron un poco más en la fila para el pago, con Inupi más relajado en presencia del alfa. Takemichi no estaba ese día en su puesto de trabajo, cosa que extrañó al omega, pero lo pasó por alto al saber que si lo veía con Koko tendría que darle muchas explicaciones y no estaba listo para confesar sus pecados, no aún.
—¿Quieres qué te ayude con las compras? —preguntó Kokonoi al verlo con dos bolsas grandes en sus manos.
Inupi negó, con una sonrisa más amable.
—Puedo con esto, gracias por tu compañía. No fue tan malo como creía.
—¿Tienes planes para mañana? —agregó el alfa.
Inupi trató de ocultar lo sorprendido que estaba por esa pregunta, ¿qué planeaba?
—En realidad no, pero no salgo mucho de casa.
—Entonces iré a tu casa, no creo que a Akane le incomode o ¿sí?
Inupi abrió y cerró su boca, incapaz de articular palabra. Kokonoi lo confundía mucho. Cuando recuperó el habla, fue para soltar más frases mordaces que seguro que Koko ignoraría.
—Solo no intentes pasarte de listo —fue lo último que dijo, no se quedó a escuchar una respuesta. Caminó tan rápido como las bolsas se lo permitían de regreso a casa. Tenía una extraña calidez en el pecho. Pasar tiempo con Koko era muy reconfortante.
Buenas, capítulo nuevo.
Gracias por leerme.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top