Inupi/Koko; Capítulo 11.

La postura en la que duerme Inupi es difícil de describir: estaba bocabajo, con los brazos colgando en el borde de la cama, la mejilla derecha estaba apoyada en el colchón, con sus cabellos rubios desparramados en las sábanas; tenía las piernas ligeramente abiertas y un poco flexionadas, y la espalda un poco curvada. Parecía una serpiente muy poco estilizada. Soñaba bonito, él estaba dentro de su juego favorito como personaje principal y terminaba de vencer a todos los que intentaban hacerse de su país, cuando el timbre de su móvil sonó con insistencia.

Se enderezó en la cama y aún con los ojos cerrados, buscó a tientas el aparato. ¿Quién diablos lo estaba llamando? Nunca lo llamaban, de vez en cuando Takemichi o Akane, pero ambos debían estar trabajando. Soltó un par de maldiciones y tomó al fin su celular. Mientras abría sus ojos y su vista se aclaraba, detalló el nombre en la pantalla de inicio y no podía creerlo, si era Akane la que le estaba marcando. Extrañado, carraspeó y deslizó el dedo por la pantalla del móvil para responder

—¿Akane? ¿Eres tú? —preguntó adormilado. Debía asegurarse que la beta estuviera en su nueva oficina, no hablando con su hermanito menor.

—Seishu Inui, estás en problemas y muy serios problemas.


Se estremeció de miedo por la advertencia y repasó las cosas que había hecho los últimos días. No había nada que Akane no supiera, entonces, ¿qué le pasaba?

¿Qué hice ahora?

No puedo creer nuestra suerte, me encontré con tu amigo virtual, Koko está aquí. Me escapé de él apenas pude, pero debe estar buscándome, ¿qué se supone qué debo hacer? ¿Delatarte? estoy a punto de hacerlo, porque a ese pobre chico estoy segura que le gusto, digo, le gustas, o no lo sé, estoy muy confundida.

Akane habló tan rápido que Inupi no pudo procesar cada una de las palabras que dijo. Su mente había entrado en un estado de enfriamiento crítico, ¿quién era? ¿Dónde estaba? Bueno, tampoco debía exagerar, pero la realidad era que no podía creer lo que ella le decía, parecía una cruel broma. Se echó a reír, moviendo su cabeza como si estuviera intentando despertar de un mal sueño. Seguía durmiendo, era eso.

—¿De qué hablas, Akane? ¿Era Koko, de verdad?

— ¿Escuchaste algo de lo que dije, imbécil? Por tu culpa estoy en problemas en mi primer día de trabajo. —Ahora ella sonó exasperada.

Inupi entró en pánico. Su hermana hablaba en serio.

— ¿Cómo te encontraste con Koko?, y... ¿qué hacía en esa empresa?

—Trabaja aquí, creo... Inupi, no puedo darte muchas explicaciones ahora, estoy en el baño, debo irme.

—¡Espera, Akane. Dime más! ¡No te vayas, por favor!

—Te veo en casa y prepárate porque te voy a matar.

—¡Akane! —gritó Inupi al borde del colapso, se suponía que Kokonoi y Akane nunca se debían encontrar. No estaba en sus planes de vida. Koko era un buen amigo, un gran alfa y un excelente jugador; si se enteraba que le estuvo mintiendo durante meses, todo lo que había construido a su lado se acabaría.

Inupi no estaba listo para verlo, no quería enfrentarlo. Intentó devolver la llamada, de los nervios le temblaban los dedos, pero su hermana había apagado el móvil. Trató de razonar consigo mismo, decirse que Akane no lo delataría a la primera y acabó haciéndose bolita en la cama, con la respiración errática y el corazón desembocado.

¿Por qué nada le salía bien?

Por otro lado, más específicamente, en las oficinas principales de Bonten, Kokonoi estaba muy feliz. Mientras revisaba unos documentos, pensaba en Akane. Ella era muy real, la chica de la foto, con la que había estado jugando y mucho más hermosa de lo que imaginó al principio. Parecía que se había ganado la lotería, no todos en la vida tenían tanta suerte. Él esperaba conocerla, en un futuro lejano, cuando tuvieran confianza, una videollamada, tal vez, no de esa forma y le alegraba tanto.

¿Qué debería hacer ahora? ¿Invitarla a un café y preguntarle sobre su vida?

Si ella decidía mantener la amistad en secreto y solo hablar por el juego, lo aceptaría, sin embargo, ahora que la conocía, no iba a desaprovechar en cortejarla. Era innegable que la beta le gustaba. Por lo menos, en medio del juego y los mensajes sintió la conexión, aunque de momento, era solo la impresión, porque Akane no parecía feliz de verlo, al contrario. Aprovecharía que ella era la nueva secretaria de los Haitani para demostrarle que era tan real como en el juego. Y un gran alfa, claro.

Sacó una carpeta del archivero y guardó dentro los papeles que Mikey debía firmar, para luego levantarse e ir a su oficina. Antes de salir, se arregló el cabello y se acomodó el traje, asegurándose de verse bien para Akane. Esperaba no verse tan desesperado por ella.

Una vez en los pasillos, se desvió del objetivo inicial: llevarle los papeles a Mikey, presentarle el informe y obtener su firma a cambio. Y se fue a las oficinas de los Haitani por voluntad propia. En otra ocasión jamás lo hubiera hecho, es decir, el par de hermanos eran molestos y se habían adueñado de un piso completo. Tenían su propia recepción, cafetería y sala de espera. Koko jamás hubiera malgastado tanto, con una oficina y un baño estaba bien.

Se detuvo en medio del pasillo, viendo a lo lejos la recepción donde estaba Akane, la nueva asistente. Ella estaba tan concentrada en alguna tarea, que apenas y parpadeaba mientras tecleaba en la computadora. Kokonoi definitivamente estaba encaprichado, la mera imagen de la beta trabajando le gustaba.

Se acercó cauteloso para no espantar a la chica, apoyando un codo sobre la alta barra, que separaba el escritorio de los invitados.

—Akane —le llamó.

Akane se sobresaltó, soltando una maldición para nada profesional. Era tal como la recordaba en el juego.

Disculpe murmuró ella sonrojada, se irguió en el asiento. Mirándolo con más calma, con su expresión relajada, aunque en sus ojos hubiese pánico—, me tomó desprevenida, ¿necesita algo?

—¿Por qué tanto formalismo? Pensé que éramos amigos.

Ella pareció meditar algo, luego soltó un suspiro y le sonrió débilmente.

—Lo somos, solo que este encuentro me tomó desprevenida. En lo personal no esperé que nos encontráramos nunca.

—Auch, eso dolió, ¿sabes? — Trató de sonar indignado, pero al final, él también estaba igual de conmocionado. No se había preparado para ver a Akane en persona. —. Pensé que trabajabas en algo relacionado a las ventas, estoy seguro que me dijiste que hacías algo de eso, fue una sorpresa verte aquí como asistente.

Akane entrecerró sus ojos y por un segundo pareció molesta, luego, con toda la serenidad del mundo, lo miró y negó.

—¿Yo dije eso? Seguramente estaba confundida. Siempre he trabajado de recepcionista o en cajas, debe ser un error.

Kokonoi estaba seguro que no era un error, pero no insistiría por el momento. De todas formas, había cosas que seguramente no se contaban por internet.

—¿Quieres ir a tomar algo después del trabajo? Nos ponemos al día sobre nosotros, ya sabes —dijo un tanto apenado. No estaba acostumbrado a los galanteos.

—Verás, yo... —Akane cerró y abrió su boca un par de veces, para luego agregar—: acepto, de todas formas tengo algo que contarte sobre mí.

—Está bien, te veo a la salida. No te escapes antes de que podamos hablar.

—No lo haré, ¿no tienes trabajo que hacer, Koko?

Akane señaló los papeles que tenía en sus manos y Kokonoi soltó una risa, antes de darse vuelta y marcharse. Le recordó a la distancia su cita y la beta rodó los ojos para después seguir trabajando.

El alfa se aseguraría de que nada saliera mal en su improvisada cita. 

Buenas noches, ya debía actualización.

Gracias por leerme. Y sigo diciendo que a penas terminé está historia estaré de principio a fin. Amo mucho escribir de esta pareja.



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