Inupi; capítulo 30

Inupi hundió su rostro en la almohada e inhaló tanto aire como sus pulmones se lo permitían. Se estiró sobre la cama y, dándose vuelta, se quitó las sábanas de encima. El despertar era confuso, ni siquiera podía recordar en qué momento se había quedado dormido, se sentía como si hubiese tomado una siesta de horas, ¿o años? Perdió por completo la noción del tiempo.

Pasó una de sus manos por su rostro adormilado, cuando la luz que se coló por la ventana dio directo en sus ojos. Tardó en darse cuenta dónde estaba: la cama de Takemichi. Se incorporó lentamente sobre la cama e hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para desperezarse, su cuerpo se sentía pesado. Su vista se aclaró y fue entonces que se dio cuenta que no era el único en la habitación. La otra persona estaba prácticamente metida en el guardarropa, desordenando las prendas pulcramente colocadas en ganchos. Inupi ladeó la cabeza y frunció el ceño, carraspeando para llamar la atención del alfa. Solo Mikey podía ser tan desordenado. Tuvo que tragarse la risa al ver que el chico se sobresaltaba por su culpa, como si lo hubiera pillado cometiendo un delito.

Mikey se giró sobre sus talones y le clavó la mirada al omega, viéndose un poco amenazante por la interrupción de lo que sea que estuviera haciendo.

—Por fin despiertas, es de mala educación robar las habitaciones de otros —dijo Mikey sin ocultar su disgusto.

Inupi se encogió de hombros y tras meditarlo se preguntó, ¿qué hacía Mikey allí?

—Es la habitación de Takemichi, mi mejor amigo —aclaró Inupi entre divertido y curioso por la reacción del alfa. Miró su propio atuendo y tenía la misma ropa de la salida, Mikey, sin embargo, estaba en pijamas y de su hombro colgaba una toalla de un rosa pálido—, no fue mi intención robarle SU lugar —prosiguió ignorando el bufido del alfa.

—Lo de Takemicchi también es mío —se quejó el alfa como si fuese un niño pequeño, marcando propiedad. Parecía que Inupi le estuviese robando algo y era ridículo porque era Mikey quien se iba a casar con Takemichi.

—No lo dudo, pero la habitación de Takemichi es cómoda. —No sabía de dónde le nació la valentía de enfrentar a Mikey, pero allí estaba, siguiéndole su infantil juego.

—¿Crees que por ser amigo de Takemicchi tienes derecho? Él es mío.

Inupi soltó una pequeña carcajada, negando rápido a aquello, ¿en serio Mikey estaba celoso de él, un omega?

—Lo conocí primero, claro que tengo derecho.

Los ojos de Mikey estaban clavados en los suyos y si no fuese porque Takemichi estaba a un par de metros —suponía, Inupi—, Mikey lo hubiese golpeado. Y hablando de Takemichi, el chico se apareció en la habitación, sonriendo en dirección a Inupi, totalmente ignorante de la riña que se formó segundos antes.

—¡Por fin despiertas! Dormiste toda la tarde y toda la noche, no quise molestarte, no es problema, ¿verdad? —preguntó Takemichi aún con su sonrisa cordial.

—¿Tanto dormí? —inquirió, sorprendido—. Jamás había dormido tanto, es extraño —respondió Inupi, mirando de reojo a Mikey. Ambos llegaron a un acuerdo silencioso de comportarse frente a Takemichi. No quería imaginar la reacción del omega si se enteraba de sus travesuras. Era mejor no descubrirlo.

Takemichi ni siquiera notó la tensión en la habitación y siguió charlando hasta que finalmente le dijo a Mikey que fuera a darse un baño y dejará a Seishu en paz. Mikey refunfuño y gruñó entre dientes que no estaba haciendo nada malo, hasta que los dejó solo y, por fin, Inupi pudo respirar tranquilo.

—Lamento haberme apoderado de tu cama —dijo Inupi avergonzado.

—No pasa nada, necesitabas un descanso, ¿quieres desayunar? —cuestionó Takemichi sin parecer, en lo absoluto, molesto con él—, hay cereal y yogur, pero podría decirle a Mikey que baje por algo que desees.

—No, no, ya haces mucho por mí. Yogur estará bien —respondió Inupi, levantándose de la cama—, ¿saldremos hoy también? —continuó hablando y salió de la habitación al lado de Takemichi, en dirección a la cocina.

Takemichi tardó en responderle. Inupi tuvo el presentimiento de que algo andaba mal, pero no podía darse una idea del qué.

—En realidad no saldremos hoy, por eso Mikey está aquí. Él irá a revisar lo que falta con Draken, claro. No quise que te esforzaras tanto después de lo de ayer.

Las palabras del chico lo descolocaron, ayer parecía muy seguro de querer organizar todo por su cuenta. Inupi sintió una punzada de culpa, si tan solo no estuviera allí, seguro todo iría mejor.

—Estoy bien, Michi —aseguró Inupi, forzando una sonrisa—, lo de ayer solo fue estrés. Hoy estoy como nuevo, no debes detener tus planes por mi culpa.

Takemichi se le adelantó y le tomó las manos suavemente, mirándolo con una ternura que removió algo dentro de su interior. Era calidez y seguridad, un sentimiento tan tenue que temía que se esfumara muy rápido. Inupi de verdad no se merecía esa amistad.

—Tomé está decisión porque hay algo de lo que debemos hablar y no puede esperar.

Takemichi lo dijo con tanta resolución, que Inupi tembló, ¿qué podría ser tan importante como para cancelar sus planes de la semana? Además, ¿por qué había tanto misterio? No puede imaginar qué pudo haber hecho tan mal.

Soltó las manos de Takemichi y se fue a servir su desayuno.

—Está bien, confío en ti. Escucharé todo lo que tengas para decirme.

Se quedaron en un cómodo silencio después de eso. Inupi comió lentamente, tragándose a la vez, el nudo que se había formado en la garganta por los nervios. No dejaba de pensar en las palabras de Takemichi, no estaba tranquilo sabiendo que había algo que, seguramente le recriminarían; o cielos, necesitaba calmarse.

Mikey salió de la habitación ya vestido y habló un poco con Takemichi de temas irrelevantes, y así continuaron hasta que Draken pasó por el apartamento en busca de Mikey. Inupi levantó su mano para saludar al recién llegado y Draken le sonrió de vuelta, tan amable como lo recordaba. El día anterior ni siquiera tuvo tiempo de agradecerle por lo que hizo por él en Bonten. Llegó tan cansado que apenas tocó la almohada se quedó dormido.

—No tienes que agradecer —dijo Draken como si pudiese leer sus pensamientos—, Necesitabas un poco de ayuda allí, si ese alfa te molesta de nuevo patéalo.

—Koko es bueno. —Fue la corta respuesta de Inupi y se rascó la mejilla un tanto apenado.

—¿Entonces te gusta? —preguntó Draken con curiosidad—, todos pensamos que Hajime se iba a quedar soltero. Parece más enamorado del dinero que de la gente. —Lo animó.

—Tal vez eso sea verdad, Koko es muy dedicado a su trabajo.

—Supongo, pero ahora tendrá más cosas de las que preocuparse, ¿verdad?

Inupi abrió su boca para preguntar a Draken a que se refería, pero Mikey se entrometió entre ellos, estirando sus manos para mantenerlos a ambos separados. Según Mikey, Inupi no estaba conforme de robarle a Takemichi que también quería quitarle a Draken.

Inupi rodó los ojos e ignoró al presumido, hasta que Takemichi intervino y empujó a ambos alfas fuera del apartamento, para que pudiesen averiguar lo del salón, antes de que se hiciera más tarde.

Finalmente, ambos omegas quedaron solos. Inupi estiró sus brazos y se miró a sí mismo, incómodo al notar que la ropa que tenía ayer estaba sucia. Tal vez debería tomar un baño y uno muy largo, pero antes de moverse, Takemichi se interpuso en su camino.

Cierto, tenía una conversación pendiente.

—Espera, hablemos primero. Esto es importante —dijo Takemichi, luciendo por un momento demasiado preocupado.

Inupi se preocupó también, sus sospechas de que algo malo estaba pasando se acrecentaban.

—Claro, no estoy seguro de que pueda ser esto, pero sea lo que sea, no fui yo. Yo no empecé la pequeña disputa con Mikey —se adelantó a decir, antes de que Takemichi lo culpara primero.

—¿De qué hablas? —preguntó Takemichi un tanto sorprendido, pero luego se echó a reír—, no es nada malo. Luego me cuentas que te hizo Mikey, por ahora... Ayer no te sentías bien y, me pregunto entonces, ¿pasaste tu celo con un alfa verdad?

Inupi enrojeció furiosamente, asintiendo apenado. ¿Qué tenía que ver su celo con la charla con Takemichi? Pensaba que lo más vergonzoso era hablar de ese tema con su hermana, muy lejos estaba de la verdad. Hablar de ese tema con su mejor amigo también era muy malo.

—Takemichi, ¿Puedes hablar claro? No estoy entendiendo nada.

—Bien... —Takemichi tomó un poco de aire y se fue por una bolsa que estaba en la mesita de la sala de estar, bolsa que por cierto Inupi no había notado antes. Takemichi se la extendió y tomó aire antes de seguir o más bien, escupir las palabras—: toma, esto... ¡Creo qué estás embarazado!

Inupi sintió aquellas palabras como un baldado de agua bien fría. Se quedó paralizado, sosteniendo sin ganas la bolsa entre sus manos. ¿Embarazado? ¿él? Tenía ganas de decirle a Takemichi que estaba alucinando, pero al ver como los ojos del chico se llenaban de lágrimas, supuso que no bromeaba. ¿Por qué lloraba? Inupi era el del problema y lo estaba aceptando demasiado bien.

—Oh, es eso... ¿en la bolsa hay pruebas de embarazo? ¿quieres qué las tome? —preguntó Inupi con la voz más serena que le salió. Miró dentro y había varias cajas con una etiqueta inconfundible.

—Sí... yo... Esto es más fácil de lo que pensé —suspiró Takemichi luciendo de repente aliviado.

—Es que no es cierto, no sé de dónde sacas estas ideas, pero no lo estoy. Fue el primer celo que pasé con un alfa, no es posible.

—Solo para descartar, ¿cierto? —preguntó Takemichi, temblando visiblemente. De verdad el tema lo estaba afectando mucho.

Inupi asintió con calma. Tomaría las pruebas por su mejor amigo, para calmarlo y asegurarle que no estaba embarazado. Estaba seguro de que tras decirle que las pruebas habían dado negativo, él dejaría de verlo con lastima. Porque Takemichi estaba equivocado, tenía que estarlo.

Se metió al baño en compañía de su mejor amigo y lentamente sacó de su empaque las tres cajas. Se tomó un momento para leer las instrucciones y se sentó en el retrete para hacerse las pruebas sin dar demasiadas vueltas. Allí decía que debía esperar quince minutos y Takemichi fue amable al tomar el tiempo por él, luego de eso se acomodó la ropa y dejó las pruebas sobre el lavabo en la espera.

El tiempo jamás había corrido tan lento. La espera fue interminable.

Cuando llegó el tiempo límite, Inupi tomó las tres pruebas y miró el resultado. Todas tenían la misma respuesta: positivo. Su semblante tranquilo fue cambiando, primero sus ojos se abrieron, incrédulo. Luego se rio como si fuera un maníaco y finalizó con un resoplido de frustración, mientras lanzaba a la basura cada una de las pruebas con los resultados.

—Necesito tomar un baño —dijo.

—¿Estás seguro? Puedo llamar a Akane —sugirió Takemichi.

—¡No! —gritó Inupi, sobresaltando a su pobre amigo. La culpa volvió más fuerte que antes, estaba conteniéndose para no gritar y ponerse a llorar como un bebé delante de Takemichi—, lo siento. No quiero que ella lo sepa aún.

—Lo siento, no sabrá; no le diré por el momento. Estaré fuera todo el tiempo, si necesitas algo llámame —murmuró Takemichi suavemente, había levantado sus brazos con ganas de consolar a Inupi, pero solo retrocedió hacia la puerta. Suponía que ese no era un buen momento para charlar o dar consuelo.

—Lo haré, pero estoy bien, lo prometo.

—Hay toallas limpias en el cajón debajo del lavabo —fue lo último que dijo Takemichi antes cerrar la puerta.

El silencio al estar solo fue espeluznante. Seishu se desnudó lentamente, casi como una acción mecánica. Encendió la ducha y su mirada se quedó en su abdomen plano. Allí había un bebé, un bebé de Koko. Él tendría un bebé del alfa que estaba enamorado de su hermana. La comprensión le llegó como un torbellino y, aunque no era un chico que mostrara sus emociones abiertamente, las lágrimas empezaron a mojar sus mejillas.

¿Cómo se lo diría a Akane?

¿Cómo se lo diría a Kokonoi?

Estaba jodido. Jamás había estado tan asustado. Sollozó en silencio, ahogado con los nuevos sentimientos, y por el bebé. ¿Inupi quería a ese bebé? Ni siquiera estaba seguro de quererse a sí mismo. Él no podía hacer eso, no podría hacerse responsable de otra vida.

Se quedó en el baño hasta que su piel se arrugó y el frío lo consumió. Salió envuelto en una toalla y caminó de regreso a la habitación. Takemichi estaba en el sillón hablando por teléfono cuando lo vio pasar. No le dijo nada. Menos mal.

No tenía más planes ese día que hundirse en su miseria, por lo que solo se puso una sudadera holgada y su pantalón de pijama. Al regresar a la sala, se sentó al lado de Takemichi; hizo como si todo el tema del bebé no existiera y el resto del tiempo se la pasó viendo televisión o jugando en la computadora que el omega le prestó. Podía sentir la mirada de Takemichi sobre sí, estudiándolo y tal vez, solo tal vez, juzgándolo, pero no tenía ganas de hablar del tema.

Se fue a la cama más temprano y pensó que lograría quedarse dormido pronto, sin embargo, allí estaba, dando vueltas en el colchón, incómodo. Tomó su móvil y revisó la lista de contactos. A las tres de la mañana era un buen momento para deprimirse y pensar en un futuro incierto, ¿cierto?

No tenía muchos números guardados, de hecho, Akane fue su primera y única opción, no obstante, antes de darse cuenta, se desvió al otro nombre que tenía guardado y presionó "llamar". Estaría bien si Koko no le respondía, ¿verdad?

Un suspiró tembloroso se le escapó cuando el pitido de la llamada resonó en su oído. No sabía que esperaba con ello, pero tampoco tenía tiempo de pensarlo. Justo cuando estaba a punto de colgar, una voz del otro de la línea le respondió; adormilada y ronca por el sueño. Inupi se emocionó tanto que sus ojos acabaron llenándose de lágrimas.

—¿Seishu? ¿Eres tú?

—Me llamas Seishu tan formal y yo te llamo Koko, ¿También debería llamarte Hajime? ¿Por qué no me dices Inupi cómo todos los que me aman? —preguntó con tanta angustia en su voz que creyó estar ahogándose de la pena. Estaba equivocado, no debió llamar a Kokonoi, pero el alfa definitivamente estaba empeñado en hacerle creer lo contrario.

—Inupi —repitió el alfa para tranquilizarlo, luego con un tono de voz teñido de preocupación le preguntó—: ¿Qué pasa? ¿Necesitas ayuda?

—¿No puedo hablar con un amigo? —Probablemente estaba siendo muy desconsiderado, pero de verdad necesitaba de Koko en esos momentos.

—Claro, me gustan las llamadas a las tres de la mañana

Sabía que era sarcasmo, por lo que Inupi se rio abiertamente. Se removió en la cama, limpiándose el rostro con el dorso de su mano libre.

—Lo siento, yo... Solo quería hablar con alguien, ¿tienes algo interesante que contarme? Hace semanas que no tenemos una conversación decente.

—Pensé que no querías hablar conmigo —Inupi no se imaginaba que tipo de expresión estaría teniendo Koko en esos momentos y le hubiese gustado verlo, deseaba tanto verlo—. con respecto a tu pregunta, lo más interesante que me pasó es que Seishu, ahora Inupi, me llamó de madrugada, ¿es acaso qué me extraña? —se preguntó el alfa como si no estuviese hablando con Inupi directamente. El omega volvió a reír, completamente divertido por la situación.

¿De qué había estado tan preocupado en primer lugar? Koko no era un chico malo.

—No seas tan engreído, no es eso. No te extraño. —Una mentira piadosa, pero no podía decir cuán desesperado estaba por volverlo a escuchar. Si lo extrañaba.

—¿Ah no? Vaya, me había ilusionado, ¿Sabes? —Inupi podía jurar que Koko estaba sonriendo tanto como él lo hacía, y de alguna forma eso lo calentó. Ese alfa era especial fuera de esa capa de autosuficiencia—. Si solo quieres hablar, entonces hablemos. Han sido días caóticos en la oficina, ¿Recuerdas a Rin?

—Lo recuerdo, ese omega bonito que está enamorado de Souta —respondió Seishu, curioso. ¿Qué tenía que ver Rin en esa conversación?

—Ese mismo, lo que pasa es que está embarazado y se formó un caos en Bonten. No lo he visto desde ayer y me preocupa...

Kokonoi siguió hablando. Inupi por otro lado estaba perdiendo la cabeza, "embarazado". Era lo último que esperaba escuchar. La palabra revoloteó dentro de sí, como un recordatorio constante de su estado. Se llevó una mano a su abdomen y vaciló antes de continuar. Koko había dejado de hablar en algún punto y ahora, Inupi sin saber que decir, soltó lo primero que se le ocurrió:

—¿También lo está?

—¿Puedes creerlo? Él entre todos está... —De repente la línea quedó en silencio. Inupi podría jurar que sentía los engranajes en la cabeza de Koko dar vueltas. Si no estuviesen tan lejos, seguro hubiese sido algo muy raro. Cuando por fin pareció recuperar el habla, el alfa preguntó: —¿También? ¿De qué hablas?

Inupi se mordió la lengua y negó, sintiéndose estúpido por su desliz.

—¿También qué? —preguntó en voz baja, empezando a temblar como una hoja en medio de una fuerte ventisca.

—¿Sigues en casa de Takemichi? —La pregunta de Koko lo tomó desprevenido. Inupi se sentó en la cama tan rápido como pudo, ignorando el miedo que se formó en su abdomen. Del otro lado, se podía escuchar el siseo de las sábanas y el traqueteó del colchón de cuando alguien se levanta.

No podía ser cierto, Koko no podía ir a verlo, ¿o sí? 

Buenas noches, lo prometido es deuda.

Otro cap, creo que el más largo hasta ahora. Es que siento que no puedo dejar detalles por fuera.

Hoy vengo con una pregunta importante.

¿Desean qué el próximo cap. Sea un especial o este enfocado al RinxSouta o quieren que siga con mi narración normal KokoInu?
Saben que su opinión es importante.

Besos en la cola.  Algo extra, ¿Vieron el panel del KokoInu adorable? Me muero de ternura, será mi próxima portada.

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