uno | yuu
uno | yuu
– ¡Jefe Zeff! –gritó el cocinero al mismo tiempo que salía corriendo hacia adentro.
–Ese viejo de mierda no puede hacer nada por salvarla, estúpido. –gruñó Sanji mientras se quitaba la sudadera que llevaba encima, se quitó los zapatos apresuradamente y saltó al mar.
Nadó rápidamente hasta la chica de cabello azul que se aferraba a un pedazo de madera aún estando inconsciente, llegó hasta ella y con un poco de dificultad logró que se desprendiera de aquel pedazo inservible de madera, aunque le había salvado la vida al arrastrarla hasta ahí. Sostuvo a la peli-azul y comenzó a nadar de regreso.
–Mocoso de mierda, apresúrate a subirla, podría estar muriendo ahora mismo. –regañó Zeff viendo a Sanji acercarse cada vez más, este no respondió.
Cuando llegó al barco logró levantar a la chica con sus brazos, mientras dos cocineros la sacaban del agua, la pusieron en el suelo y comprobaron su pulso ignorando completamente al rubio que ahora estaba congelándose con el frío de la mañana, y el estar todo mojado no lo ayudaba en nada.
– ¿Tiene pulso? –preguntó uno de ellos.
–Muy bajo. –respondió el que la atendía, uno de los cocineros principales llamado Carne. –Será mejor que la revise algún doctor.
–No sean estúpidos, aquí afuera se congelará antes de que puedan hacer algo. –gruñó Sanji poniéndose de pie.
–Ve a cambiarte de ropa, mocoso. –habló Zeff cuando Sanji se levantó.
–Iba a hacerlo aunque no me lo dijeras. –tomó su ropa del suelo y comenzó a caminar dentro del restaurant, no sin antes echarle una última mirada a la peli-azul, quien era levantada por Patty y llevada adentro.
***
–Entonces, ¿cómo está? –preguntó Carne a la mujer con la bata blanca, él, Patty, Zeff y Sanji estaban en la habitación de este último con la chica dormida sobre su cama, sólo que esta vez con ropa seca que le había puesto la doctora, ropa de Sanji.
–Por ahora está bien, solamente esta desmayada, parece haber sufrido un fuerte golpe en la cabeza así que posiblemente no recuerde mucho cuando despierte, pero no la presionen a recordar nada, sólo empeorará. –todos asintieron. –Pero eso no es lo único que me preocupa. –se giró a ver a la chica, todos por instinto lo hicieron también.
– ¿Hay algo mal además de ese golpe? –preguntó Patty.
–Cuando le cambié la ropa mojada... –suspiró bajando la mirada. –Su cuerpo tiene bastantes heridas, como si hubiese tenido un fuerte enfrentamiento contra alguien, pero por las heridas y su condición, me atrevo a decir que le dio una buena pelea a su contrincante. –sonrió de lado. –Tal vez pesque un resfriado también.
–Debió ser por el frío. –habló Carne.
–Eso ya lo sabemos, idiota. La pregunta aquí es ¿por qué tendría un enfrentamiento con alguien? –habló Sanji por primera vez luego de poner un pie en la habitación.
–Tal vez en defensa propia. –habló la doctora mirando a Sanji. –No sabemos que haya pasado en ese barco, tal parece que no hay sobrevivientes ya que no hubo alguna señal de auxilio. –todos asintieron. –Además, su cuerpo... –llevó la mirada hasta la chica. –...ella no ha tenido una comida decente desde hace muchísimo. –Sanji miró a la chica pero por el rabillo de ojo vio la reacción del viejo, nada, completamente serio.
–Eso nos deja mucho que pensar de ella. –habló Patty en voz baja mientras se cruzaba de brazos.
– ¿Qué harán con ella? –habló la doctora. –Perdón que me entrometa, es solo que...es tan joven. –susurró. –Siento pena por ella, debe haber tenido una vida difícil hasta ahora. –Sanji miró al jefe esperando su respuesta.
–La dejaremos quedarse aquí, al menos hasta que despierte, si recupera la memoria y resulta tener algún lugar al que ir, se irá, pero... –los demás lo miraron extrañados por el pero. –Si no recupera la memoria o no tiene lugar al que regresar...la dejaré quedarse. –todos lo miraron sorprendidos.
– ¿Quedarse? –preguntó Sanji entrecerrando los ojos. – ¿Y dónde se quedaría? ¿Con todos los idiotas? –los demás prestaron su atención a él. –No debe tener más de dieciocho, ella...
–Ella despertará y entonces haremos lo que dije. –habló Zeff interrumpiéndole. –Ahora, dejen a la chica descansar y a la doctora terminar de revisarla, vayan a trabajar, perezosos. –Sanji gruñó pero a los otros pareció no importarles y salieron tranquilamente de la habitación. – ¿Qué esperas, mocoso?
–Nada. –salió de la habitación sin quitar esa mirada.
–Vaya chico. –sonrió la doctora.
–Sólo tiene dieciséis, es un mocoso irrespetuoso. –habló Zeff. – ¿Encontró algo más sobre ella o de dónde viene? –preguntó cruzándose de brazos.
–Un par de cosas, aunque de ellas...no sé qué pensar. –buscó en el bolsillo de su bata y sacó un collar de oro, tenía un pequeño anillo de oro colgando como un dije. –El anillo tiene grabadas unas palabras. –se lo entregó a Zeff, este lo examinó de cerca.
Por siempre, Yuu.
– ¿Qué significarán esas palabras? –preguntó Zeff extrañado.
–No lo sé, pero la última palabra... –Zeff asintió devolviéndole el collar. –Posiblemente así se llame. –sonrió dejando el collar sobre la mesita de noche de Sanji.
– ¿Qué era eso otro que descubrió? –preguntó Zeff dirigiendo su mirada a la peli-azul, la doctora suspiró.
–Esto no quería mostrarlo frente a los demás. –admitió, tomó a la chica y le levantó la camiseta de Sanji, la cual le quedaba enorme. Subió esta hasta lograr mostrar algo en su costado derecho, una cicatriz reciente. –Pero no es la única que tiene, parece ser que un animal salvaje logró hacerle un gran rasguño desde su clavícula hasta el hombro, además, tiene dos marcas por quemaduras y varias por cuchillos...esta chica no solo ha tenido un enfrentamiento, parece ser algo usual en su vida diaria...y uniendo los hechos, puede ser una delincuente que roba comida o asesina gente por lo mismo, eso explicaría las cicatrices y el por qué no come.
–Debe tener la edad de Sanji. –susurró él mirándola de pies a cabeza, pero se detuvo en su mano izquierda. –Eso de su muñeca, es... ¿un tatuaje? –la doctora asintió volviendo a acomodar a la chica, dos simples líneas sin ningún orden rodeaban su muñeca. –Sin duda debió haber vivido como una delincuente toda su vida, pero aunque sea una delincuente...no la abandonaré.
***
–Ese estúpido viejo, no sólo le permití que dejara a la chica en mi habitación, sino que también le presté mi ropa, ¿y ahora sale con que va a dejar que se quede? Ni siquiera me agradeció por permitirle todo eso, estúpido. –gruñía Sanji por lo bajo mientras continuaba sirviendo el plato principal que había ordenado algún cliente.
–Yo no veo problema en que se quede. –habló uno de los camareros más jóvenes mientras lavaba los platos, no parecía ser mayor de veinte años. –Es bastante bonita en realidad, y no estaría de más una mujer en la cocina. –habló él mientras el color subía a su rostro.
–Las mujeres te distraen del trabajo, estúpido, concéntrate. –gruñó otra vez.
–Jefe Zeff, ¿qué pasará con ella? –comenzaron a hablar en cuanto el Jefe entró a la cocina, este los mandó a trabajar ignorando las preguntas.
–Estúpidos todos. –murmuró Sanji. –Oye, viejo, ¿la doctora se ha ido?
–Más respeto, mocoso. –le regañó. –Aún no, está en tu habitación con la mocosa. –habló con voz dura.
–Bien, sirve esto, debo hablar con ella. –le ordenó al camarero terminando con el último detalle, el chico asintió y salió de la cocina seguido de Sanji, solo que este se dirigió hacia el tercer piso, directo a su habitación.
Llegó y no se preocupó ni siquiera de tocar la puerta y entró, la doctora estaba sentada en una silla a un lado de su cama, sin despegarle el ojo de encima a la peli-azul, al darse cuenta de su presencia se levantó.
–Me alegra que estés aquí, debo hacer algo con urgencia, cuídala mientras tanto. –habló ella con voz apresurada mientras se dirigía a la puerta, Sanji la miró extrañado. –Serán un par de minutos, no tardo. –y con eso salió corriendo, Sanji bufó.
–Bien, y por esto dejé la cocina. –se acercó a su cama y se sentó donde la doctora anteriormente estaba, miró a su alrededor buscando algo para entretenerse, vio un pequeño objeto dorado sobre su mesita de noche y lo tomó entre sus dedos. –Por siempre, Yuu. –leyó mientras pasaba sus dedos sobre el anillo de oro.
–Hi-kari... –escuchó una voz femenina, dejó de prestarle atención al collar para ver a la chica sorprendido, hablaba pero ni siquiera había abierto los ojos aún. –Ryo...Kai... –balbuceaba la chica mientras comenzaba a removerse en la cama.
–O-Oi. ¿E-Estás bien? –preguntó él asustado, de pronto la chica abrió los ojos bruscamente.
Azules, un azul muy oscuro que puede confundirse con el negro.
Sanji iba a hablar de nuevo pero algo en su mente hizo click, se levantó rápidamente y salió de la habitación con paso apresurado.
Volvió con la doctora no más de dos minutos después, ambos entraron a la habitación, la chica estaba recostada aún, se tomaba la cabeza fuertemente mientras gemía en voz baja.
–Llama a Zeff-san. –ordenó la doctora dirigiéndose a paso apresurado hasta la chica, Sanji se quedó procesándolo unos segundos hasta que salió corriendo por segunda vez.
***
– ¿Puedes decirme tu nombre? –preguntó la doctora con voz calmada, la chica estaba recostada pero ya no le dolía la cabeza, ahora estaba...simplemente recostada. –No te presiones mucho, puede que no lo recuerdes.
–Yo... ¿quiénes son ustedes? –preguntó ella en voz baja, Sanji miró al jefe quien sostenía su mirada en la chica. – ¿Qué hago aquí? ¿Dónde estoy? –la doctora le tomó la mano y acarició suavemente.
– ¿No recuerdas absolutamente nada? –la chica se quedó callada unos segundos pero terminó por negar ligeramente con la cabeza. – ¿Ni siquiera tu nombre?
–Mi nombre... –murmuró en voz baja mientras dirigía su mirada hacia abajo, subió la mirada nuevamente con un pequeño brillo en los ojos.
–Tu nombre... ¿es Yuu? –preguntó Zeff, la chica dirigió su mirada a él y asintió ligeramente.
–Eso creo...desde que desperté ese nombre se repetía en mi cabeza. –habló en voz baja, como si se sintiera insegura o intimidada. – ¿Pueden decirme qué pasó?
–Claro. –sonrió la doctora. –Zeff-san me dijo que apareciste flotando sobre un pedazo de madera en medio del mar, Sanji-san te salvó. –informó ella, la chica giró su cabeza hacia un lado con expresión confundida.
– ¿Zeff? ¿Sanji? –preguntó extrañada, la doctora rió en voz baja.
–Mira, estás en un restaurant en medio del mar. –la chica asintió sin quitar esa expresión. –Este hombre es Zeff, el jefe del restaurant. –explicó ella señalando a Zeff, la chica miró al hombre un poco intimidada por la fría mirada del hombre. –Sanji es él. –lo señaló. –Es el asistente de jefe de cocina. –la chica miró a Sanji a los ojos, este se sorprendió un poco al ver sus ojos, esta vez eran más claros que antes.
– ¿San-ji? –preguntó arrastrando las palabras.
–Sí, Sanji. –sonrió la doctora llamando su atención, haciendo que quite su mirada de él. –Perdón por presionarte con esto, Yuu-san, pero necesitamos saber si recuerdas algo, ¿de dónde vienes? ¿Quiénes son tus padres? –la chica bajó la mirada a sus manos y comenzó a jugar con sus dedos.
–No lo sé...no puedo recordar nada. –habló sin levantar la mirada aún, la doctora dirigió su mirada a Zeff, este hizo un simple movimiento de cabeza.
–Bueno, no es obligatorio que lo recuerdes ahora, puede tomarte un tiempo recordar tu pasado. –la peli-azul asintió. –Por ahora, Zeff-san te dejará quedarte aquí, ¿está bien? Al menos hasta que recuerdes algo. –la chica levantó la mirada y cambió su rostro a uno mortificado.
–P-Pero, Zeff-san ni siquiera me conoce, no quiero causarle problemas ni ser una carga, yo no... –comenzó a hablar pero Zeff la calló dándole un golpe en la cabeza con su sombrero.
–No serás una carga...trabajarás aquí también, así te ganarás el techo y el plato en el que comes todos los días. –la chica asintió mientras sobaba su cabeza. –Por ahora descansa, debes ahorrar fuerzas porque mañana comenzarás a trabajar como camarera...Sanji te traerá algo para comer y mandaré a que te compren algo de ropa. –se dio la vuelta y se dispuso a salir, Sanji lo imitó pero antes de salir algo lo detuvo.
–Gracias, Zeff-san...y gracias por salvarme, Sanji-kun. –sonrió la chica dejando a Sanji aturdido un momento, nunca había visto una sonrisa más hermosa.
–Muévete, mocoso, la comida no se preparará sola. –habló Zeff golpeando al rubio en la cabeza como anteriormente lo hizo con la chica.
–Eso duele, viejo de mierda. –gruñó él cerrando la puerta, pero escuchando la risita de ambas mujeres dentro de la habitación.
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