trece | fotografía

trece | fotografía

–Sanji-kun actúa raro. –murmuró Yuu distraída, Carne enarcó una ceja volteando a mirarla.

– ¿A qué te refieres? –preguntó interesado, Yuu se encogió en hombros.

–No sé qué le pasa, desde hace una semana que está así. –Carne hizo una mueca volviendo a su trabajo.

– ¿Has hablado con él sobre eso? –Yuu asintió, aún sin mirarlo y sin despegarle la vista a Sanji volvió a hablar.

–Cuando le pregunto me cambia de tema, lo evita...espero que esté bien. –susurró lo último en voz baja.

–Esta orden ya está lista, Yuu-san. –avisó Carne, Yuu levantó la bandeja en su mano derecha, como siempre tomó una segunda bandeja y la colocó bien equilibrada en su otra palma. –Con cuidado.

–Gracias, Carne. –se dio la vuelta y caminó hasta la puerta, ágilmente la abrió con el pie y salió de ahí directo al primer piso.

Yuu continuó con su trabajo, Sanji notó cuando salió y relajó los músculos de la espalda, había sentido la mirada de su novia puesta en su espalda todo el tiempo, lo ponía nervioso sin duda. Volvió a concentrarse en seguir cocinando, Zeff, quien se encontraba cerca negó con la cabeza cruzándose de brazos.

El jefe usualmente se encontraba siempre en su habitación, pero daba rondas por la cocina cada tanto, supervisando a sus cocineros.

Llegó la hora de descanso, Sanji, Yuu y algunos otros cocineros salieron de la cocina para ir a la sala al fondo del pasillo, una gran habitación con mesas donde solían comer, pasar el rato y eso. Con una pequeña bandeja con comida entraron a la sala, se dispersaron por ahí y comenzaron a comer, al final de cuentas tenían menos de una hora para hacerlo.

Otros simplemente preferían comer en la cocina, otros subían a las habitaciones y gastaban su tiempo libre en otras cosas, cada uno hacía lo suyo.

Yuu tomó asiento frente a Sanji, comenzó a comer tranquilamente al igual que el rubio, quien solo se concentraba en eso, de un segundo a otro Yuu levantó la mirada del plato sintiéndose incómoda, aún con el bocado en la boca y los cachetes hinchados hizo una mueca.

–No me mires así. –pidió, Sanji sonrió de lado, recargó su rostro sobre el puño de su mano izquierda, su codo sobre la mesa y la cabeza ligeramente ladeada.

–Luces muy linda comiendo. –Yuu enrojeció totalmente, levantó su tenedor y apuntó a Sanji con él.

–Nadie luce lindo comiendo. –Sanji levantó su tenedor y con la punta de este bajó el de Yuu.

–Nadie excepto tú. –Yuu evitó su mirada muy sonrojada, Sanji carcajeó ante eso.

–De pronto estás muy empalagoso, ¿no te parece? –murmuró con el ceño fruncido volviendo a su comida, la sonrisa de Sanji se borró un poco.

– ¿Está mal eso? –Yuu se quedó callada, negó aún sin mirarlo. – ¿Entonces qué te ocurre?

–No, ¿qué te ocurre a ti? –Sanji se enderezó escondiendo los brazos debajo de la mesa de nuevo. –Actúas muy raro, temo que sea algo malo y no me hayas contado aún...

–Yo solo... –pensó las cosas durante un segundo. –No es nada malo, lo prometo. –sonrió, Yuu asintió aún sin quitar su rostro de preocupación, Sanji pasó una mano por encima de la mesa y tomó la suya. –Tengo que hablar contigo de algo importante. –de pronto Yuu se puso nerviosa.

– ¿Sobre qué? –Sanji ensanchó su sonrisa.

–Esta noche sabrás. –aún sin soltar su mano le guiñó el ojo, siguió comiendo naturalmente mientras Yuu se mantenía ansiosa.

La jornada de trabajo terminó, Yuu aprovechó algo de tiempo para arreglar su habitación, en aquellos últimos meses había conseguido algo más de ropa y muebles, lo suficiente. Había lavado hacía tres días, aún le quedaba suficiente ropa para terminar la semana, recogió lo más que pudo su recamara y orgullosa sonrió ante su duro trabajo.

No había quedado impecable pero algo era algo.

Tres toques en la habitación la hicieron voltear, esta se abrió seguido de eso, Sanji estaba de pie ahí sonriendo. Yuu y él salieron y subieron hasta la azotea, como era la costumbre, se sentaron en el suelo y aprovecharon a que el sol ya no daba tan fuerte como para recostarse y mirar el cielo.

Simplemente en silencio y viendo como la noche caía poco a poco se quedaron disfrutando de la vista; luego de un rato Yuu fue quedándose dormida recargada sobre su brazo en el suelo, sin embargo, un movimiento la hizo despertar.

Parpadeó un par de veces extrañada y se dio cuenta de que ya no estaba recostada en el suelo, sino en su cama, se levantó algo brusca dándose cuenta de que no estaba sola, Sanji estaba de pie a un lado de la puerta, en posición para salir.

– ¿S-Sanji-kun? –Sanji sonrió de lado y se acercó a ella.

–Te hubieses quedado dormida. –le acarició la cabeza, Yuu suspiró más relajada, de pronto se dio cuenta de algo.

– ¿Tú me trajiste? –Sanji ensanchó más su sonrisa y asintió. – ¡¿C-Cómo pudiste?! ¡Debiste despertarme y así no tenías que...! –Sanji se acercó a ella, se agachó y la calló suavemente con un beso.

– ¿A esta altura vienes a avergonzarte porque te cargué en brazos? –Yuu un poco avergonzada no dijo nada, Sanji rió. –No es que peses mucho, de todos modos.

–Vale, muchas gracias. –agradeció finalmente, Sanji le acarició la mejilla y se enderezó.

–Iba a hablar contigo sobre algo esta noche, pero se está haciendo tarde, será mañana. –avisó, Yuu tragó y asintió finalmente.

– ¿Podrías darme una pista de lo que es? –Sanji levantó la ceja extrañado.

–Bueno, creo que ya lo sabes también, así que solo te lo recordaré. –se sentó a su lado. – ¿Recuerdas qué día comenzamos a salir? –Yuu asintió.

–Fue un día veinti-... –se quedó callada analizando la situación. –Ay, no, este sábado cumplimos cuatro meses, ¿verdad? –Sanji asintió. –Perdón por olvidarme, había estado muy preocupada por algunos asuntos y...

–No hay problema, simplemente te recordaba porque no quiero que hagas planes para ese día. –Yuu extrañada hizo una mueca de confusión, Sanji sonrió. –Tengo una sorpresa planeada para ti.

En algún lugar.

–Ryo, ¿has terminado ya? –la voz de aquel joven se hizo sonar en todo el lugar. – ¡Ryo...!

– ¡Te escuché desde la primera vez! –exclamó el mayor desde dentro de una habitación, el primer chico caminó sigilosamente por aquella casa solitaria, llegó a la puerta de la habitación donde había sonado la voz del segundo y al notar la puerta abierta se decidió por entrar.

– ¿Qué tanto haces? Se está haciendo tarde. –el mayor sin hacerle caso siguió en lo suyo. – ¿Ryo?

Estaba de espaldas a la puerta, sentando en el piso delante de una cajonera. El que recién había entrado se extrañó un poco, se acercó a él sigilosamente volviendo a llamarlo por su nombre, cuando se dio cuenta de qué ocurría simplemente suspiró.

–No llores, idiota. –le dio un pequeño golpe en la nuca.

–Lárgate. –gruñó en voz baja secando sus lágrimas.

–No sirve de nada que te quedes aquí mirando esa tonta fotografía. –negó poniéndose en cuclillas a su lado, el mayor lo miró con enojo, el primero terminó por suspirar otra vez. –Tú fuiste el primero en decir que no nos rendiríamos...

–No lo haremos. –replicó. –La encontraremos.

–No quiero llevarte la contraria, hermano, pero la hemos buscado durante casi un año. –evitó su mirada llevándola a la foto entre las manos de Ryo. –Sé que eres optimista pero no creo que llorando y recordando podamos...

–Kai. –este guardó silencio. –No quiero escuchar que lo digas. –Kai tragó en seco y negó rápidamente.

–N-No me malinterpretes, la seguiremos buscando, es sólo que creo que... –a medida que el tono de su voz iba bajando acercaba sus manos hasta la foto, la tomó entre sus dedos sonriendo ligeramente. –...no está tan cerca como lo creíamos.

–Te equivocas. –susurró, Kai miró al pelinegro que acababa de hablar. –Sé dónde está. –habló decidido.

– ¿D-De qué hablas? –balbuceó. –En todas partes a donde hemos ido nos han negado haberla visto.

–Así fue, pero sé perfectamente que nos mintieron una vez. –apretó los puños. –Ahora mismo nos dirigiremos hacia allá.

–P-Pero, hoy iríamos a ver a... –Ryo lo ignoró y se levantó. –Ryo.

–Ella es más importante, Kai. –le quitó la foto y la puso dentro del bolsillo de su camiseta, sacudió sus pantalones y se revolvió el cabello bruscamente. –Nos tomará al menos un día llegar allá.

–N-No creo que sea buena idea dejarlo esperar tanto tiempo. –Ryo volvió a ignorarlo saliendo de la habitación. – ¡Ryo! –salió corriendo siguiéndole el paso.

Una vez fuera de la casa se encontraron con un par de personas que parecían estar esperando, estas personas eran jóvenes de no más de veinticinco años, al verlos a ambos salir dejaron de hablar y se acercaron a ellos.

–Llamen a Hikari, necesito hablar con ella. –avisó el mayor.

–Ryo, creo que será mejor esperar a que termine la semana, no solo estamos arriesgándonos a nosotros, es... –una chica pelirroja de al menos unos trece años llegó corriendo apresuradamente.

– ¿Qué sucede, chicos? –Ryo dejó atrás a Kai y se puso cara a cara con la chica.

–Saldremos durante unos días, ¿estarás bien cuidando al niño tú sola? –Hikari recuperó el aliento y asintió sonriente.

–Por supuesto, los niños son mi especialidad. –borró su sonrisa y la cambió por una expresión preocupada. – ¿A dónde irán?

–La traeremos de vuelta. –la joven chilló.

– ¡¿Sabes dónde está?! –Ryo asintió.

–Lo estuve pensando toda la noche, ese rubio que nos atendió aquella vez en el restaurant flotante, ¿lo recuerdas? –Kai asintió. –Actuaba raro, esconde algo.

–No podemos asegurar eso, será mejor estar seguros antes de molestarlos, podríamos causar problemas. –siguió insistiendo Kai.

– ¿De qué hablan? ¿Problemas con quien? –Ryo miró a Hikari y le acarició la cabeza.

–No habrá problemas, tranquila, déjame manejar esto. –la chica asintió. –Asegúrate de que el niño esté bien, no sé cómo reaccionaría ella si le llega a pasar algo. –rió ligeramente.

–Entendido. –sonrió Hikari. –Ryo, buena suerte, tráiganla de vuelta. –lo abrazó, se separó de él y abrazó a Kai.

–Aún no estoy del todo de acuerdo. –admitió el menor, se separó de Hikari, esta se despidió de ellos y se fue corriendo. –Si llegamos a tener problemas graves con el jefe te echaré toda la culpa. –decidido se dio la vuelta caminando hacia el muelle.

–Hazlo, habrá valido la pena si conseguimos traer de vuelta a la pequeña peli-azul. –sonrió en grande lleno de energía. –La extraño mucho, Kai.

–Yo igual. –admitió. –Todos aquí la queremos ver pronto, pero no habrá que hacernos falsas esperanzas.

–Si tan solo logramos conseguir algo de información, con eso será suficiente. –su mente fue llenándose de recuerdos conforme avanzaban hacia el barco que los esperaba en la costa.

–Ryo, esto duele mucho. –chilló la pequeña peli-azul.

–No seas llorona, todos aquí pasamos por lo mismo. –el chico se cruzó de brazos, miró la muñeca izquierda de la chica y frunció el ceño mientras la escuchaba contener sus sollozos.

Luego de un rato la niña estaba rodeada por un grupo de niños tanto más pequeños como más grandes que ella. Ryo estaba a su lado, simplemente viendo cómo ella sonreía secándose las lágrimas de la cara.

–Por fin lo tienes, Yuu-chan, yo aún debo esperar un año para tener el mío. –habló un niño.

–N-No es la gran cosa, sólo son dos líneas. –murmuró ella.

–Aún así, el significado de ellas es más que eso. –habló el pequeño Kai que en ese entonces rondaba los once años de edad.

–Ya ves, tonta, no fue para tanto. –negó Ryo, Yuu rió un poco, sonrió ampliamente saltando hacia él, abrazándolo fuertemente.

–Muchas gracias por acompañarme en todo momento, Ryo. –el mayor se sonrojó un poco pero terminó por abrazarla igual.

–No es nada. –sonrió resignado. –Fuiste muy valiente allá, por fin eres oficial. –la alagó.

–Ryo, ¿en qué tanto piensas? –preguntó Kai, ni siquiera se había dado cuenta de que ya estaban frente al pequeño barco.

–Lo siento, tuve un recuerdo de hace unos años. –negó sonriente.

–Bueno, ya tendrás tiempo de recordar después, si queremos salir de aquí deberá ser antes de que oscurezca totalmente. –miró al cielo, el sol comenzaba a ponerse. –Andando.

– ¿Y ahora de dónde sacaste esas ganas de ir? –preguntó animado el mayor, Kai se sonrojó un poco y negó con la cabeza.

–No es nada. –una vez sobre el barco soltaron la soga que lo ataba y se alejaron de ahí, no llevaban provisiones ni nada, simplemente lo que había quedado ahí del último viaje que realizaron, o sea, un poco de comida, frutas, agua y por supuesto, pocas armas.

– ¿Entonces? –Ryo tomó asiento al frente del pequeño bote.

– ¿Qué? –preguntó Kai tomando asiento algo alejado de él, Ryo lo miró un segundo y sonrió, Kai entendió todo. –Se te ve muy confiado, supongo que me pegaste tu confianza.

–Vale, creo que el hecho de poder ver a Yuu otra vez no afecta, ¿no? –Kai evitó su mirada sonrojándose de nuevo. –No te avergüences, hermano, yo estoy igual de emocionado.

–Es que, bueno, no quiero decepcionarme luego. –admitió recargando su rostro sobre la palma de su mano.

–No pienses en eso ahora, simplemente disfruta de sentirte libre por al menos un rato. –se estiró y se tiró hacia atrás recostándose, cerró los ojos sonriendo disfrutando de la brisa del mar.

–Ryo. –tras el llamado el mayor no abrió los ojos, pero Kai sabía que lo escuchaba. – ¿Por qué estás tan seguro de que encontrarás a Yuu en el Baratie? –preguntó temeroso, Ryo borró su sonrisa, abrió los ojos y tras meditar un segundo habló.

–Supongo que...es el instinto de hermano mayor.

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