siete | haki
siete | haki
– ¿Estás segura de que puedes trabajar hoy, Yuu-san? –preguntó Patty al verla poniéndose el delantal y atando su cabello en una coleta. –Acabas de despertar ayer temprano, no hace ni veinticuatro horas que estás consiente, puedes descansar otro día más, encontraremos a alguien que te cubra por hoy...
–Deja eso ya, idiota. –murmuró Sanji entrando en la cocina. –Esta chica luce bien, ¿no es así? Si comienza a sentirse mal la reemplazas pero no quieras hacerlo aún sin verla trabajar. –se cruzó de brazos, Patty gruñó dispuesto a reñirle pero Yuu detuvo la "pelea".
–El jefe Zeff se molestará si el platillo principal no está listo en menos de diez minutos. –sonrió, Patty hizo una expresión de sorpresa y se alejó corriendo de ahí directo a cocinar. –Gracias, Sanji-kun.
–Apresúrate, ya estamos por abrir. –le sacudió la cabeza con la mano y se dio la vuelta arriscándose las mangas de la camiseta.
Diez minutos luego el restaurant comenzaba a tener clientes, los cocineros comenzaron con su trabajo mientras los camareros servían y tomaban órdenes. Yuu estaba muy activa, esa mañana especialmente tenía buen humor, mejor que cualquier otro día de trabajo.
–Esto va para la mesa siete y esto a la diez. –señaló Carne, Yuu asintió y colocó todo sobre dos bandejas. – ¿Puedes con ambos, Yuu-san? ¿No es preferible dar dos vueltas?
–Estoy bien, mi equilibrio es muy bueno. –levantó ambas bandejas con cada mano, la mirada de preocupación de Carne seguía ahí, Yuu para tranquilizarlo sonrió.
Salió de la cocina y caminó por el pasillo esquivando a algunos meseros y camareros que subían con una bandeja en manos, estos la miraban sorprendidos pues una bandeja con platos llenos de comida pesaba, y para colmo, Yuu llevaba una bandeja en cada brazo.
Bajó las escaleras y fue a la primera mesa, dejó la comida y puso la bandeja vacía debajo de la otra encaminándose a la siguiente mesa.
Llegó y sonrió a la familia que desayunaba en el restaurant, una pareja acompañados de sus dos hijos, una niña de unos seis años y un pequeño mucho menos que ella.
Los niños recibieron con entusiasmo el desayuno, los padres agradecieron y una vez que la peli-azul tomó ambas bandejas debajo del brazo se dio la vuelta.
Cuando se alejó un par de metros sintió algo, pareciera como si el mundo se hubiese detenido a su alrededor, o como si todo fuese a una velocidad -10. Sin siquiera una mirada pudo darse cuenta de qué sucedía, el pequeño niño de la mesa –que se encontraba de pie en la silla– tomó un vaso lleno de jugo y comenzó a tomarlo, un pequeño descuido hizo que el vaso resbalara de sus manos, y que por intentar tomarlo...el niño cayera con él.
El cuerpo de Yuu actuó por sí solo, tras una vuelta rápida logró tomar al pequeño con su brazo libre, quedando a simplemente unos centímetros del suelo, evitando que se diera un buen golpe estrellándose directamente al piso. La familia y varias mesas más quedaron en silencio total, Yuu ni siquiera se había dado cuenta de que había dejado de respirar hasta que el aire salió por sí solo de sus pulmones, el sonido del vaso cayendo al piso y haciéndose trizas la despertó de su trance.
– ¡Leo! –exclamó la madre asustada levantándose.
El niño comenzó a reír mientras se abrazaba al brazo de Yuu, esta se levantó –porque se había agachado a sostener al pequeño– y lo soltó sobre la silla, su mamá rápidamente lo tomó en brazos, revisando que estuviera bien.
– ¡Papá, esa chica es muy veloz! –exclamó la hermanita mayor señalándola, el rostro de Yuu inmediatamente tomó color al darse cuenta de que era el centro de atención.
–I-I-Iré por un trapo p-para limpiar eso. –se excusó y salió corriendo, sosteniendo fuertemente ambas bandejas contra su pecho.
Subió corriendo pero en lugar de ir a la cocina se fue rápidamente a la sala de descansos que estaba unos metros más alejada de su destino, cerró la puerta tras ella y se recargó en esta, meditando qué era lo que había sentido.
***
– ¿Crees que estás enferma? –cuestionó la doctora.
Luego de que la doctora se enterara del episodio de enfermedad que había tenido Yuu se había encargado de ir a revisarla, un día después pero lo hizo.
–Algo así. –dudó. –Fue durante un momento, me sentí...rara, no lo sé. Ese niño estaba a punto de caer y pude verlo aún cuando mis ojos no estaban sobre él, mi cuerpo actuó por sí solo, es como si...es como si...
–Espera, espera...tranquila. –habló ella nerviosa. –No te alteres, relájate y cuéntame qué ocurrió.
–E-Estaba atendiendo a una familia, cuando les serví me di la vuelta y me alejé, pero, el niño, un pequeño que apenas y podía sostener un vaso...iba a caer.
– ¿Iba? Entonces no cayó. –Yuu negó.
–Dije iba porque... ¡él iba a caer! Vi cómo caía poco a poco, como ralentizado o algo así. –admitió con algo de vergüenza, apenas se daba cuenta de lo estúpido que sonaba eso.
– ¿No era tu imaginación? –ella volvió a negar pero de manera más enérgica.
–Su vaso se resbaló de sus manos, intentó alcanzarlo pero tambaleó en la silla, el niño cayó pero... –bajó la mirada al suelo. –...no sé cómo, mi cuerpo se movió y alcancé a sujetarlo antes de que se golpeara en el piso.
–Eso es algo bueno. –sonrió, Yuu hizo una mueca. – ¿Qué ocurre? Salvaste a ese pequeño de un buen golpe.
–Lo sé, pero, en ese momento, vi todo lo que ocurrió detalladamente... –la doctora asintió aunque ella no la mirara. –...aún cuando estaba ocurriendo a mis espaldas.
– ¿Ocurría a tus espaldas? –cuestionó extrañada.
–Yo me había dado la vuelta, estaba alejándome de ahí cuando sucedió todo. –revivió la escena frente a sus ojos y frunció el ceño. –Estaba a más de dos metros de la mesa, pero en un segundo ya tenía al pequeño en brazos.
– ¿Crees que te tele-transportaste? –preguntó la doctora con cierto humor, soltó una pequeña carcajada pero al notar que Yuu no reía guardó silencio. –Sabes que eso es imposible, Yuu-san.
–Lo sé, pero... –unos golpes en la puerta interrumpieron, esta se abrió poco después mostrando a Sanji.
– ¿Sanji-san? ¿Qué ocurre? –preguntó la doctora levantándose.
–Su Den Den Mushi está sonando en la oficina del viejo. –avisó.
–Tal vez sea algo importante. –murmuró para sí misma. –Vuelvo en un momento, Yuu-san. –ni siquiera le dio tiempo a contestar cuando ya había salido de la habitación de Sanji, Yuu bufó cansada y se tiró hacia atrás en la cama, dejando solamente sus piernas colgadas.
– ¿Qué ocurre? –preguntó Sanji metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón y acercándose discretamente.
–Muchas cosas. –se excusó, no tenía ganas de hablar con nadie en ese momento.
–Bueno, tengo tiempo y parece que tú también. –se sentó a su lado en la cama y se tiró hacia atrás justo a su lado. –Cuenta. –ella suspiró rendida y asintió.
– ¿De casualidad sabes algo sobre...no sé, presentir los desastres antes de que ocurran? –preguntó en voz baja, notó como Sanji fruncía el ceño.
– ¿A qué viene eso? –Yuu no respondió. –No había escuchado sobre tal cosa.
–Ya está, me estoy volviendo loca. –se cubrió la cara con las manos.
–Loca estás desde que despertaste. –bromeó él. – ¿Eso es todo?
–No exactamente. –se descubrió la boca para hablar pero seguía tapando sus ojos. –Salvé a un pequeño de haberse caído de una silla.
–Ajá.
–Lo sujeté justo antes de que se estrellara directamente al piso, fue algo muy...loco.
– ¿Es eso lo que te agobia? –ella simplemente negó con la cabeza. –Entonces, ¿cuál es el problema?
–Yo estaba a más de dos metros de la mesa, de espaldas, durante un momento todo a mi alrededor se detuvo, vi cómo el niño caía aún sin estar de frente a él y logré sujetarlo moviéndome desde donde estaba hasta la mesa en un segundo. –se sonrojó al decir eso, se imaginaba lo estúpido que sonaba eso.
–Eso podría ser una pista, ¿no? –ella se sorprendió al notar que no se había burlado.
– ¿Un pista? –esta vez Sanji asintió, Yuu se descubrió los ojos y lo miró.
–Sobre quién eres. –los ojos de Yuu se abrieron a lo doble. –Tienes buenos reflejos, un equilibrio perfecto, una fuerza superior a cualquier chica, estuviste ese día en el barco que naufragó de alguna u otra manera y saliste viva de ahí, es como armar un rompecabezas, une las piezas para que sepas de qué trata el diseño. –ella se sentó de golpe.
– ¡Eres brillante, Sanji-kun! –exclamó sorprendida.
–No es para tanto, se supone que tú... –Yuu lo interrumpió.
–Si logro descubrir aunque sea de dónde soy podré regresar a mi antigua vida. –sonrió, esta vez Sanji se quedó en blanco. –Espero descubrirlo muy pronto. –Sanji se sentó y posteriormente se puso de pie.
–Sí, como sea. –abrió la puerta de la habitación y se giró hacia ella. –Olvidé decirte que el viejo quiere vernos en su oficina.
***
–Cuando mencionó que quería vernos no me imaginé que fuera para esto. –murmuró Sanji molesto cruzado de brazos en el asiento trasero del pequeño barco-submarino.
Zeff había mandado a Patty, Yuu y Sanji a comprar con el dinero ahorrado de Yuu sus muy preciados muebles nuevos.
–No empieces, amargado. –habló Patty. – ¿Qué piensas comprar, Yuu-san? –le sonrió.
Yuu tenía en sus manos un pequeño sobre con todos sus ahorros dentro, iba con una gran sonrisa sentada sin soltar ni por un segundo ese sobre.
–Necesito una cama, una mesita de noche, un ropero para guardar mi ropa...ahora que lo pienso también necesito ropa nueva. –comenzó a reflexionar en voz alta. – También un escritorio, aunque eso es más secundario.
–Seguro que encontraremos más de un lugar donde puedas comprar todo eso.
Tras llegar a la isla Patty se encargó de abrir la escotilla del barco-submarino y dejó salir a Yuu y a Sanji, dijo que iría a buscar un lugar en el muelle principal para dejar el barco y los dejó irse al pueblo a buscar los muebles que comprarían para Yuu.
– ¿Por dónde comenzamos, Sanji-kun? –cuestionó ella emocionada.
–Me da igual. –se encogió en hombros.
–Entonces vayamos por esta calle. –señaló a su derecha, Sanji sin decir nada se dirigió hacia allí.
Dieron vueltas por varias tiendas de muebles y encontraron varias cosas lindas o bastante económicas, pero para variar Yuu no se decidía.
Sanji comenzaba a entrar en un estado de aburrimiento, estrés y agobio total, no decía nada pero su rostro lo decía todo.
–Aún sigo pensado en esa mesita de noche de madera que vimos hace unos minutos, parecía una buena oferta y no lucía mal. –Sanji sonrió fingidamente. –Volvamos, Sanji-kun. –se dio la vuelta y comenzó a caminar, Sanji bufó cansado y le siguió el paso.
–Mujeres. –gruñó por lo bajo.
Finalmente y luego de un buen rato terminaron de comprar los muebles, tenían una cama, una mesita de noche, un ropero y hasta el escritorio que Yuu quería, todo amontonado en medio de la calle, Sanji se cruzó de brazos y miró a la peli-azul.
– ¿Cómo se supone que llevaremos todo esto hasta donde nos espera el idiota de Patty? –ella giró su cabeza hacia un costado y frunció el ceño apretando los labios.
–Buena pregunta. –Sanji negó con la cabeza y se acercó a los muebles. – ¿Qué harás?
– ¿Acaso no es obvio? –levantó la mesita de noche/buró de madera y cuando se acomodó comenzó a caminar. –Espera aquí, volveré con Patty para que traiga lo demás. –ordenó y se fue esquivando a la gente que pasaba.
Yuu se sentó sobre la base de la cama [ya que el colchón de esta estaba a un lado] y cruzó las piernas una sobre otra mientras esperaba, saludaba a la gente que pasaba y la miraba por lo mucho que llamaba la atención todo eso, ella simplemente les sonreía y les deseaba un buen día.
Unos diez minutos después Yuu comenzaba a aburrirse, no podía dejar el lugar ya que se robarían sus cosas así que irse a pasear no era una opción, terminó por pedirle a unos hombres que pasaban si podían ayudarla con sus cosas, ellos accedieron amablemente y comenzaron a cargar las cosas que Yuu quería llevarse.
Avanzaron por todo el pueblo hacia el muelle, cuando iban acercándose se encontraron con Sanji y Patty caminando hacia ellos, este último se encargaron de llevarse lo que aquellos hombres tenían mientras Yuu les agradecía, insistió en pagarles por ayudarla pero ellos negaron.
–Fueron muy amables, déjenme... –sacó unos billetes y los acercó a ellos con una sonrisa, los hombres volvieron a negar mientras miraban los billetes, se quedaron perplejos durante un segundo y sus miradas cambiaron a unas de nerviosismo y terror. – ¿Q-Qué ocurre?
–T-Tú e-e-er-es... –balbuceó uno de ellos, Yuu levantó una ceja extrañada y quiso acercarse a ellos, preocupada de su extraño comportamiento. – ¡Aléjate! –se dieron la vuelta y se alejaron corriendo de ahí.
– ¡E-Esperen! –quiso avanzar pero la tomaron del brazo. – ¿Qué pasó? ¿Por qué huyeron así? –preguntó extrañada mirando a Sanji.
–Estamos atrayendo la atención de la gente, esto no es bueno. –se excusó él, Yuu dejó que Sanji la llevara casi a rastras hacia el muelle donde Patty estaba guardando las cosas dentro del barco.
– ¿Por qué esas caras? –preguntó Patty, Yuu no respondió, Sanji le mintió para que dejara de preguntar y entró en el barco.
***
–Tenían unas miradas aterrorizadas. –murmuró ella con voz decaída.
–No dejes que te moleste eso, ¿qué más da? –ella negó con la cabeza mientras miraba el cielo.
Ambos, Sanji y Yuu se encontraban en la azotea del Baratie, como todas las noches, recostados en el piso mirando las estrellas. Yuu no había podido olvidar lo que había ocurrido en el pueblo, había sido algo muy...extraño.
–Tal vez te confundieron con otra persona. –trató indirectamente de animarla, Yuu suspiró.
–O tal vez me confundieron con mi anterior yo. –Sanji no pudo responder a eso. –Sé que tú también lo pensaste, Sanji-kun, ¿por qué tratas de ocultarlo?
–No eres una mala persona. –ella se enderezó sentándose en el piso.
–Puede que ahora no lo sea, pero... ¿cómo puedes asegurar que antes no hacía cosas malas? –Sanji se sentó también, dobló una pierna y apoyó su brazo en su rodilla.
–No puedo asegurar eso. –Yuu iba a responderle pero Sanji volvió a hablar. –Pero hayas o no sido una delincuente o algo parecido...la chica que está a mi lado ahora no lo es.
–Ya no sé qué pensar. –admitió, Sanji le revolvió el cabello como solía hacerlo en algunas escasas ocasiones [o sea, cuando andaba de buen humor].
–Entonces no lo pienses tanto, si en tu pasado lo fuiste pues bueno, es tu pasado y no puedes cambiarlo, concéntrate ahora en lo que haces y en lo que harás y deja de llorar por lo demás. –Yuu evitó su mirada.
–No estoy llorando. –infló los cachetes, Sanji sonrió de lado.
–Pareces una niña, ni siquiera sabemos si tienes la edad que aparentas, podrías ser una anciana de cincuenta años y parecer una chica de dieciséis. –bromeó, ella se cruzó de brazos.
–Estoy segura de que no soy una anciana. –habló indignada.
– ¿Y cómo puedes asegurar eso?
–Bueno, pues... –se quedó callada sin nada que decir, Sanji levantó las cejas y ella enrojeció. –Pues porque lo sé y ya. –se dio la vuelta.
–Y luego dicen que quien no ha madurado soy yo. –ironizó Sanji tirándose al piso de nuevo, colocando ambos brazos debajo de su cabeza. –Una anciana de cincuenta años en un cuerpo de una chica de dieciséis con una mente de una niña de cuatro. –rió, Yuu lo miró molesta y se tiró sobre él a golpearlo.
– ¡Cállate, tonto de ceja rizada!
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