dieciocho | pasado

dieciocho | pasado

Hace nueve años.

– ¡Ryo! –gritaba la pequeña peli-azul asustada. – ¡Ryo, no!

–Cállate, Yuu. –le dio un zape en la cabeza. –Ni siquiera duele, idiota, qué escandalosa eres. –Yuu comenzó a llorar y se abrazó al brazo izquierdo de su hermano.

–Pero la aguja te está traspasando la piel. –sollozó, Ryo gruñó en voz baja y miró a Kai, este se acercó a Yuu y la abrazó.

–Tranquila, Yuu, Ryo es valiente, a él no le duele. –Yuu se soltó de su hermano y se abrazó a Kai, este se sonrojó totalmente.

Ryo había cumplido los diez años hace unas semanas, como lo decía la ley debían hacerle su tatuaje, justo en ese momento un hombre estaba tatuándole su muñeca derecha. Cuando terminó de hacerlo le lavó la mano con agua y lo soltó al fin.

–Ya está, mocoso, ahora eres oficialmente parte del Reino. –lo aventó para que se bajara de la silla, Ryo bajó y se acercó a Kai y Yuu, quienes estaban sentados un poco alejados de él.

–Ya ves, llorona, no fue para tanto. –le enseñó la mano, Yuu saltó a sus brazos y volvió a llorar.

–Me gustaría ser tan valiente como tú, Ryo. –sollozó ella, su hermano le acarició el cabello.

–En un año tendrás que tatuarte, así que vete acostumbrando a no llorar tanto. –Yuu asintió y se separó de él limpiándose las lágrimas.

– ¿Vamos con los demás? Quiero ver sus rostros cuando sepan que ya eres oficial. –propuso Kai emocionado.

Los tres niños se fueron a casa, en ese entonces vivían todos los niños huérfanos en una casa grande siendo cuidados por una mujer algo anciana, nada más entrar a la sala principal fueron rodeados por los demás.

Los más pequeños estaban impacientes porque les tatuaran también, algunas niñas alagaban a Ryo haciéndolo sonrojar, mientras que uno que otro mayor felicitaban al recién tatuado.

–Según me dijo Número Doce el lunes comenzaré a trabajar. –mencionó él una vez las cosas estaban más tranquilas.

– ¿En qué trabajarás? –preguntó uno de los niños.

–Comenzaré limpiando las casas de los subordinados de rangos mayores. –muchos niños comenzaron a murmurar. –No es lo mejor pero tiene una de las mejores pagas.

–Yuu. –se escuchó una vocecita detrás de la peli-azul, quien se mantenía atenta a la plática. –Yuu.

– ¿Hikari? ¿Qué sucede? –preguntó Yuu sonriente poniéndose en cuclillas en el piso, la más pequeña la tomó de la camiseta y jaló un poco.

–Quiero ir al baño. –susurró avergonzada, Yuu se levantó y le tomó la manita a la pequeña de cuatro años.

–Ahora vuelvo. –avisó a Kai, este asintió y volvió a la plática.

Yuu y la pequeña pelirroja caminaron por todo el pasillo hasta llegar a una puerta, entraron y siguieron por el lado derecho donde estaba el baño de niñas, hacia el lado izquierdo se encontraban los niños. Yuu le abrió la puerta del baño a Hikari y ella entró.

– ¿Puedes tú sola? –la más joven asintió y cerró la puerta.

Yuu rondaba los nueve años, Hikari apenas tenía cuatro, Ryo acababa de cumplir diez y Kai estaba a punto de cumplir nueve. Yuu y Ryo eran hermanos de sangre, aunque la primera nunca conoció a sus padres Ryo le contaba lo escasamente poco que sabía de ellos.

Ambos eran natales de esa isla, Kai y Hikari provenían de una isla vecina pero prácticamente toda su vida la habían pasado en el Reino.

Como ya se había mencionado antes, los niños huérfanos al cumplir diez años comenzaban a trabajar, ese era el caso de Ryo. Yuu, Kai, Hikari y los que aún eran menores se mantenían de lo que les daba el Reino.

La primera semana de trabajo de Ryo había terminado, recibió su paga y emocionado le mostró a sus amigos. Utilizó el poco dinero que le habían dado para invitarles un helado a cada uno, lujos que normalmente no podían darse.

Pasó el tiempo, tanto Yuu como Kai comenzaron a trabajar el año siguiente, no era la gran cosa, Kai servía de comer en la hora de descanso a los trabajadores de la mina, mientras que a Yuu le había tocado el mejor trabajo a la vista de muchos, no solo porque recibía muy buena paga, sino por lo hermoso que era estar en la costa.

Yuu limpiaba los barcos de los encargados de las misiones.

Cuando Kai y Yuu recibieron su primera paga estaban tan emocionados que pensaron en gastarlo, Ryo los golpeó a ambos diciendo que no fueran estúpidos y que guardaran el dinero.

– ¿Ahorrar? Cuando tú recibiste tu primera paga lo gastaste. –acusó Yuu, Ryo le jaló la oreja.

–Deberías agradecerme por pensar en ti. –la soltó, Kai rió ligeramente y Ryo hizo lo mismo con él que con Yuu. –Guarden ese dinero, quizá puedan necesitarlo luego.

–De acuerdo. –ambos niños con las orejas rojas y adoloridas asintieron.

– ¿Te parece si lo guardamos juntos? –propuso Yuu.

–Como quieras, podemos ponerlo dentro de una botella y...

Algunos años más tarde las cosas cambiaron, tanto Ryo como Kai habían subido de puesto y ahora se encargaban de preparar los barcos para las misiones, reparar cualquier daño que tuviera o simplemente llenarlos de provisiones.

Yuu, en cambio, desde los catorce años trabajaba como mano derecha de uno de los subordinados principales de Sell-sama, el número tres. Hacía todo lo que le ordenaba, limpiar, la comida, cuidar a sus hijos, etc.

Todo transcurría normal cierto día, Yuu se había levantado temprano para irse a trabajar, se despidió de Kai y Ryo, y de la pequeña Hikari también, y salió camino a casa de Número Tres.

Entró con la llave que le habían asignado y subió las escaleras hasta la habitación principal, tocó la puerta dos veces pero nadie contestó.

–Quizás esté dormido. –susurró, volvió a tocar pero igual, solo silencio.

Se encaminó hacia la habitación de los hijos de Número Tres, un par de gemelos varones. Tocó la puerta pero tampoco contestaron.

–Es un poco tarde ya, ellos siempre están despiertos antes de que llegue. –susurró algo preocupada, bajó las escaleras y fue a la cocina, todo estaba intacto, se adentró un poco más pero entonces pasó algo.

Se tiró al suelo al momento en que vio al hombre apuntándole con un arma, este falló, recargó el arma dispuesto a volver a disparar pero Yuu fue más rápida y salió de la cocina.

Tomó un Den Den Mushi al pasar por la sala y subió corriendo. Algo de lo que le habían advertido al entrar en ese trabajo eran los traidores, asesinos o bandidos que se lograban infiltrar, sabía qué debía hacer pero necesitaba encontrar un lugar seguro.

Al estar en el segundo piso intentó abrir la habitación de huéspedes, pasó a la segunda puerta y luego a la tercera, estaban todas cerradas. Llegó a la habitación principal y notó que la puerta no estaba cerrada, entró y cerró detrás de ella.

Tan solo darse la vuelta gritó, se cubrió la boca al instante evitando hacer más ruido, el subordinado Número Tres de Sell-sama estaba en su cama junto a su esposa, ambos habían sido asesinados.

Encendió el Den Den Mushi y le pidió que le contactase con Sell-sama, un subordinado de este atendió y se negó a pasarle la llamada, no fue hasta que se escuchó otro disparo que accedió a hacerlo.

El balazo había provenido desde el suelo, significaba que el traidor estaba en el piso de abajo, Yuu salió de ahí y corrió a la habitación de los niños. Al entrar encontró la misma escena que en el cuarto de sus padres.

Sus ojos se humedecieron, y se cubrió la boca para evitar llorar, habían matado a unos niños, que por más malcriados que fuesen, eran inocentes.

En el Den Den Mushi sonó la voz grave de un hombre, Yuu atendió inmediatamente.

–S-Sell-sama, trabajo en casa de Número Tres, h-hay un... –el hombre la interrumpió.

– ¿Cuál es tu nombre? –Yuu apretó la quijada.

– ¡Eso no importa! ¡Apareció un hombre y mató a la familia! –la respiración pesada del hombre se escuchó por el Den Den Mushi.

–Entiendo, ¿y qué quieres que haga? Ya están muertos, ¿no es así? –Yuu se quedó con la boca abierta tras escucharlo.

– ¿C-Cómo? –un bostezo se escuchó proviniendo de él.

– ¿Interrumpiste mi siesta por esto? –Yuu apretó ambos puños. –Encárgate de él, niña, realmente no me importa lo que...

– ¡Váyase a la mierda! –le colgó luego de eso.

El intruso llegó a la habitación donde estaba Yuu, entró rompiendo la cerradura de la puerta con un balazo y buscó a Yuu con la mirada, se extrañó de no verla ahí, y no fue hasta que Yuu salió de detrás de la puerta que la notó.

Con un golpe Yuu le tiró el arma, levantó sus brazos sosteniendo un palo de madera entre ellas y le apuntó al hombre.

– ¿Quién eres? –preguntó ocultando su miedo y nerviosismo.

–Nadie importante, a decir verdad. –levantó ambos brazos mostrándolos, haciéndole saber que no tenía armas. –Niña, ya tengo mi venganza, no te haré daño si me dejas ir. –Yuu apretó el palo entre sus manos sintiendo cómo sudaba.

–N-No te creo. –se puso en posición de ataque pero el hombre fue más rápido, le quitó el palo de las manos a Yuu y la golpeó en la cabeza, Yuu cayó al suelo de espaldas aturdida. El hombre se acercó a ella esta vez con el arma en manos, se hincó en el suelo a su lado y la tomó de la cara, sonrió y le apuntó.

–Eres bastante estúpida al creer que me vencerías utilizando eso. –Yuu sonrió de lado mientras sentía como su vista se oscurecía, la sonrisa del hombre se borró de pronto al sentir cómo algo le atravesaba el estómago.

–Pu-puede que sí, p-pero sería aún más...estúpida...d-de no haber traído...otra arma...conmigo. –soltó el cuchillo que había tomado de la cocina y este cayó al suelo todo ensangrentado, el hombre escupió sangre y soltó el arma para tomarse el lugar donde Yuu lo había apuñalado. –Muérete ya, idiota.

Yuu cerró los ojos luego de eso y no sintió nada más.

Mientras con Ryo y Kai, se encontraban cargando algunas cajas llevándolas a un barco en el muelle, conversaban de cosas triviales cuando escucharon algo.

– ¡Ryo! –ambos giraron la cabeza viendo como Hikari se acercaba corriendo. – ¡Kai!

– ¿Qué sucede? –preguntó preocupado el primero, Hikari llegó a su lado y comenzó a respirar más profundamente.

–Y-Yuu... –comenzó a llorar, tomó una bocanada de aire y habló. –Yuu fue llevada ante Sell-sama. Van a juzgarla. –sollozó, ambos chicos soltaron las cajas, Kai agarró a Hikari de los hombros y la sacudió.

– ¿Qué fue lo que hizo? –ella siguió llorando. – ¡Hikari!

–Vámonos. –Ryo les tomó del brazo a ambos y comenzó a caminar dejando atrás el muelle. –No me importa qué haya hecho, no pueden juzgarla si no estoy con ella.

Llegaron al área principal del Reino, el castillo de Sell-sama, los guardias no les dejaron pasar pero al decir que eran familiares de la próxima en ser juzgada les dieron permiso.

Llegaron a unas enormes puertas siendo guiados por los guardias, tocaron y una grave voz les permitió pasar. Nada más entrar se sorprendieron, estaban en medio de lo que parecía ser un escenario rodeado de gente que vestía ropas raras, todos parecían ser gente de dinero.

– ¡Yuu! –exclamó Hikari sonriente al verla hincada frente a un hombre de gran tamaño, más que un humano normal.

– ¡Chicos! –ella los miró y comenzó a llorar, tenía una venda alrededor de su cabeza por lo que se extrañaron aún más.

–Ahora sí podemos comenzar, tu familia ya está aquí y... –habló Sell-sama, miró la muñeca de Yuu y frunció el ceño. – ¿Sólo dos líneas? Entonces dos de esos mocosos sobran aquí. –unos guardias revisaron a los tres, terminaron por llevarse casi a rastras a Kai y Hikari, Ryo les dijo que esperaran afuera, que las cosas resultarían bien. –Eres muy confiado como para prometer eso. –rió Sell-sama sin nada de humor.

– ¿Qué ocurrió? –preguntó él nervioso.

–En realidad, nada grave, el verdadero criminal fue encontrado muerto en casa de Número Tres, esta chica está aquí por otras razones. –bajó su mirada hacia Yuu y sonrió de lado. –Dos cosas, chiquilla, primero... ¿a quién mandaste a la mierda? –Yuu bajó la cabeza mientras lloraba asustada.

–Y-Yo no... –Sell-sama la interrumpió.

– ¿Tú no...? Vamos, creí que eras mejor que eso. –Yuu apretó los parpados y levantó la cabeza.

–A usted, Sell-sama, a usted lo mande a la mierda. –la gente del público comenzó a murmullar.

– ¿A mí? Ya veo, ¿por qué razón? –Yuu miró a todas partes y luego volvió a mirarlo a él.

–Por ser un idiota. –susurró con enojo.

– ¡Yuu! –gritó Ryo en forma de regaño, ella negó con la cabeza. –Sell-sama, ella no...

– ¡Silencio! –todo el lugar quedó en un silencio aplastante, Sell-sama volvió a mirar a Yuu. –Entonces, chiquilla, soy un idiota, ¿podrías explicarme por qué lo soy?

–Su subordinado, uno de los más cercanos...fue asesinado. –susurró ella, pero todos escucharon perfectamente. –Y a usted le importó una vil mierda eso. –enojada apretó la quijada. – ¡¿Así se hace llamar un buen líder?! ¡Asesinaron a uno de los suyos y lo dejó pasar por completo, idiota!

– ¿Qué sabes tú sobre liderar? –preguntó él con humor. – ¿Crees que podrías hacerlo mejor que yo?

–Hasta una rata podría liderar mejor que usted. –escupió, Sell-sama rió.

–Me gustaría ver eso. –se cruzó de brazos. –Ahora mismo podría mandarte a ejecutar, ¿lo sabías? Creo que lo haré, has sido una niña muy grosera y malcriada.

– ¿Qué esperaba? Yo, mi hermano, mis amigos, todos los niños huérfanos...crecimos entre basura. –con odio lo miró, Sell-sama borró su sonrisa.

– ¿Esperabas un castillo? Lo siento, niña, el castillo es mío. –Yuu negó con la cabeza.

–Ni siquiera un hogar decente se nos permite, vivir en El Reino es un asco. –Sell-sama volvió a sonreír.

–Pero sigues aquí, comes de la comida que este lugar te brinda, el dinero sale de aquí, sin este lugar ahora estarías vagando por el mundo, viviendo posiblemente peor que ahora. –Yuu frunció el ceño molesta.

–No en todo el mundo hay lugares gobernados por ratas sin sentimientos. –Sell-sama rió sonoramente.

–Me gusta cómo piensas, niña, supongo que no te mataré, tienes futuro. –Yuu se sorprendió de escuchar eso, lo miró con los ojos muy abiertos a lo que Sell-sama sonrió arrogantemente. –En cambio te diré algo.

– ¿Q-Qué...? –Ryo no podía creer lo que estaba pasando, Yuu siempre había tenido una lengua muy afilada, podía herir a los demás si se lo proponía, pero ante sus superiores era muy respetuosa.

–Te conseguiré un trabajo mejor, Número Tres murió, ya no puedes trabajar para él. ¿Quieres salir al mundo y enfrentarte a él por tu cuenta? Así será, te encargarás de completar misiones a las que ni mis subordinados más cercanos les encargo, la paga será excelente, por supuesto, así podrás sacar a "tus amigos" de la basura.

–Yo no...

–No es una pregunta,niña, te estoy dando una orden, ese será tu nuevo trabajo. –Yuu tragó en seco,esa valentía con la que había hablado había desaparecido de pronto. –Eso sí, tuprimer misión la harás la próxima semana, fallas en la más mínima cosa y estásmuerta. –ella asustada negó con la cabeza, Sell-sama borró su sonrisa y en suaspecto serio habló. –Llévensela.

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