cuatro | ayuda

cuatro | ayuda

Dale a Sanji un motivo por el cual sonreír...

Esas palabras hacían eco en su cabeza, ¿a qué se refería exactamente Zeff con eso? Dio la vuelta en la cama para quedar recostada de su lado derecho, gimió de dolor en voz baja al sentir como presionaba su herida, ya que esta aún no sanaba del todo.

La doctora le había dicho que todas esas heridas fueron causadas en la explosión que hubo en el barco donde ella se encontraba justo antes de caer al mar y ser salvada por Sanji.

Agradecía el hecho de no recordar el dolor que pasó tras las heridas y simplemente haber despertado con una de ellas aún sin sanar, aunque había algo realmente sospechoso en todo eso.

¿Por qué las demás heridas habían cicatrizado mucho antes que la de su costado derecho?

Tenía teorías pero no quería asegurar nada, nadie podría asegurarlo ya que si ella no lo recordaba no había posibilidad de saber cómo fue que se hizo aquellas marcas.

Quemaduras ligeras, varios cortes, arañazos de animales salvajes.

Yuu no era tonta, se imaginaba lo que debió haber ocurrido en su pasado pero se negaba a aceptarlo. ¿Por qué Zeff la habrá aceptado teniendo marcas y pruebas en contra del posible hecho de que ella fuese una criminal? Se lo preguntaría luego, cuando al menos esté un noventa por ciento segura de que eso fue en su pasado; una criminal.

A la mañana siguiente despertó al escuchar el llamado que hacían sus compañeros y el escándalo que se armaba para ir a las duchas, suerte que Sanji tenía su propio baño en la habitación.

Esa era otra de las grandes preguntas que tenía en mente, ¿por qué Sanji vivía con más lujos que los demás? Tenía la loca idea de que tal vez Sanji era hijo de Zeff, pero que fuese tan irrespetuoso con su padre le quitaba las esperanzas, Zeff no tenía cejas rizadas, además dudaba de que se haya casado alguna vez.

Poco sabía sobre el pasado de sus compañeros, y no es que mereciera saberlo pues apenas llevaba unas semanas trabajando ahí, tal vez en un futuro lograra sacarle información sobre su pasado y saber el por qué Sanji es como es, el por qué Zeff no tiene una pierna, el saber por qué se fundó el Baratie.

Al pensar en el futuro su mente siguió trabajando aún más rápido, ¿qué pasará en el futuro con ella? No sabe nada de su pasado y tal vez eso llegue a afectar en su futuro, le gustaba trabajar en el Baratie, pero ¿iba a trabajar ahí para siempre? No.

Debía comenzar a buscar pistas sobre su pasado para así enderezar su futuro.

¿Quién era ella y qué hacía ese día en el barco que naufragó? ¿Quiénes eran sus padres? No sabía ni siquiera cuando era su cumpleaños ni qué edad tenía, su nombre fue suficiente para que Zeff la aceptara y le diera otra oportunidad, ¿qué hubiese sido de ella si Zeff la hubiese corrido?

Se preparó rápidamente y una vez lista bajó a la cocina, donde la mayoría de sus compañeros comenzaban a preparar los platillos especiales del día. Tomó la libreta y bajó lista para comenzar a trabajar.

***

Eran alrededor de las dos de la tarde, su jornada de trabajo ya casi terminaba, unos minutos más y tendría el resto del día libre, acababa de servirle su comida a una pareja que acaba de llegar a celebrar otro mes juntos cuando notó algo.

Sanji estaba sirviendo vino a un hombre cuando este se levantó molesto, tirando los platos de comida que estaban sobre la mesa. El hombre comenzó a gritarle a Sanji sobre el vino, que ese no era el vino que él había pedido y que quería hablar con el jefe.

Sanji no le hizo caso en lo más mínimo y se agachó a juntar la comida, con una verdadera expresión molesta.

–Etto...señor, cálmese, le traeré otro plato de comida y el vino que usted ordenó. –habló Yuu con una sonrisa tratando de calmar a aquel hombre, este estaba indignado y ordenaba una disculpa por parte de Sanji.

–Este idiota no merece una disculpa después de lo que hizo. –murmuró Sanji en voz baja, Yuu se agachó con él y lo ayudó a juntar los platos y la comida.

– ¿Qué sucede, Sanji-kun? –preguntó Yuu en voz baja, Sanji no la miró pero se le notaba la furia en la mirada, sólo que esta vez no era hacia ella.

–Ese bastardo ha desperdiciado la comida que preparé por un estúpido vino aún más fino del que él pidió. –gruñó en voz baja, Yuu sonrió nerviosa.

–Bueno, sí se ha pasado pero...

–No hay excusa para eso, la comida no se desperdicia. –se levantó con los platos y los puso sobre una bandeja, Yuu lo imitó y tomó la bandeja entre sus manos para llevársela.

Justo cuando comenzó a subir las escaleras se escuchó un estruendo, el hombre había golpeado la mesa con el puño, Yuu tragó en seco al ver como Sanji se contenía para no partirle la cara.

De un momento a otro, y cuando nadie se lo esperaba, Sanji levantó la pierna y le dio una patada en la cara a aquel hombre la cual lo mandó al piso, las ropas finas de este terminaron arrugadas y su cabello bien peinado terminó por ningún lado, así salió del restaurant.

Yuu subió más rápido y entró a la cocina con una cara mortificada. Sanji había soltado una patada como todo un profesional, con una fuerza suficiente pero que no mostraba toda la que tenía, era más fuerte de lo que imaginaba, cosa que ningún chico de su edad o cualquier hombre común podía igualar.

Sanji entró a la cocina y tras arriscarse las mangas de la sudadera, lavarse las manos y alistarse comenzó a cocinar.

Yuu siguió con el trabajo sin ignorar aquella escena, Zeff llegó poco después y regañó a Sanji, aunque no lo regañó por golpear al cliente sino por armar una escena, cosa que nuestra peli-azul no ignoró tampoco.

Parecía ser como si Zeff y Sanji tuviesen algún tipo de conexión mayor a Jefe-Asistente, algo más pero no sabía que era. Algún pasado juntos, algún vínculo que los relacionara, quería saber, la curiosidad la picaba pero era muy pronto, no debía entrometerse.

Era extraño pues hacía ya casi tres semanas que trabajaba ahí y justo en ese momento la curiosidad por conocer a su jefe, a Sanji y la extraña relación que llevan era mayor.

Jugueteó con sus muñequeras ansiosa mientras un cocinero terminaba de servir el platillo.

Varios cocineros le preguntaron a lo largo del proceso de aceptación por qué usaba muñequeras, porque sí, Yuu usaba muñequeras negras de tela. La respuesta era simple para ella, quería ocultar un tatuaje en su muñeca, pero no podía decirle a sus compañeros que tenía esa marca permanente, ¿qué pensarían de ella? Ni siquiera ella sabe qué pensar sobre sí misma.

Su jornada de trabajo terminó por fin, Zeff le pagó lo de la semana anterior y Yuu corrió directo a la habitación de Sanji. Tenía ahorrado algo de dinero que no gastó en ropa o artículos personales, fácil ya que ella no pagaba comida como cualquier otra persona independiente.

Contó el dinero que llevaba ahorrado e hizo una mueca, no era suficiente para comprar toda la pintura que necesitaba su nueva habitación, tal vez con eso ajustaba para un mueble pero necesitaba empezar por lo básico.

Guardó el dinero y tomó la llave del ático, subió por las escaleras y entró a la habitación, el olor a polvo y moho se hicieron presentes, no tan fuertes como la última vez que estuvo ahí. Quería comenzar cuanto antes a recrear su habitación así que caminó hasta una pila de cajas y comenzó a abrirlas.

Separó las cajas y bolsas en dos, en una las cosas frágiles que podrían dañarse o romperse, y en otra las que no. Comenzó arrastrando una caja pesada llena de lonas y cobertores por el piso, ya que parecía demasiado pesada, una vez que llegó a la puerta se quedó quieta observando las escaleras, ¿cómo las bajaría?

Sin pensárselo mucho gritó "¡Caja abajo!" y dejó que la caja resbalara por las escaleras, esta terminó a mitad del pasillo, Yuu sonrió y siguió con las demás.

Ahora otro nuevo problema, las cosas frágiles no podía tirarlas por las escaleras, necesitaba cargarlas sí o sí. Levantó una de ellas y caminó hasta las escaleras, se sorprendió al notar que era mucho más ligera de lo que pensaba, bajó y volvió a subir para cargar un par más.

Fue mucha su sorpresa al levantar dos cajas y darse cuenta de que pesaban mucho menos de lo que aparentaban, hasta se rió por eso. Una vez logró bajar todas las cajas la habitación quedó totalmente vacía.

Miró el lugar y una gran sonrisa apareció en su rostro, le veía mucho potencial a ese lugar.

***

–Así que toda esta pintura será necesaria para tu habitación. –habló Patty, Yuu asintió, Patty la había llevado hasta un pueblo cercano para comprar la pintura, una vez que Zeff le pagó la semana siguiente no esperó ni un día más para hacerlo. –Segura que no quieres que te ayude con eso. –señaló con la mirada una gran lata de pintura que Yuu llevaba entre sus manos, ella negó sonriente.

–No está pesada. –Patty tragó en seco.

–Bueno, considerando que tú y yo llevamos la misma carga...no sé qué pensar.

Durante esa semana todo había pasado normal, las peleas entre los cocineros seguían como siempre, los continuos regaños del jefe, todo, sólo había algo que le parecía extraño. Sanji se comportaba diferente, antes la miraba y se aseguraba de que ella se diera cuenta de que le mandaba odio con una simple mirada, le volteaba la cara o le contestaba de manera brusca en ciertas ocasiones.

Pero ya no.

Ahora simplemente la pasaba, la ignoraba y hacía como si no existiera. Las continuas indirectas sobre lo molesto que estaba desaparecieron, tal vez había madurado por fin, o tal vez había visto las cosas desde otra perspectiva.

Esa perspectiva era que Yuu no tenía la culpa de nada de lo que había pasado, por tanto no merecía todo lo que él le decía o hacía, al contrario, se esforzaba por no molestarle y parece que al fin lo iba a lograr.

Patty debía seguir trabajando así que dejó la lata pesada de pintura justo en la entrada de la habitación nueva, Yuu lo imitó y una vez que se despidieron Patty se fue a la cocina, a seguir con su trabajo.

Yuu estaba vestida con la ropa que Sanji le había prestado –dado a la fuerza–, ropa que podría manchar sin preocuparse ya que era bastante vieja, se ató su cabello en una coleta y abrió la primera lata de pintura.

Ya había dejado todo preparado ese día, justo al terminar su jornada de trabajo llevó todas las cajas y bolsas que había sacado del ático a donde Zeff ordenaba, a eso de las cuatro de la tarde comió y volvió a su nuevo trabajo, limpió el piso por completo al igual que las ventanas, tiró lo sucio e inservible de las paredes y puso un par de lonas por todo el piso.

Arriscó las mangas de la camiseta y tomó una brocha de pintura, se acercó a la primera pared que había a su derecha y justo cuando iba a comenzar se escucharon unos golpes en la puerta.

Su sorpresa fue bastante cuando vio en el marco de la puerta a Sanji, cruzado de brazos y con una mirada de incomodidad, se aclaró la garganta nervioso y tras meter las manos a los bolsillos de su pantalón habló.

– ¿Tienes otra brocha?

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