CL🅞WN II

Odiaba que las personas lo vieran como alguien inferior o lo ignoraran, la causa de aquel odio fue por su familia.


Era hijo único, pero a pesar de ello sus padres nunca lo malcriaban ni nada parecido. Desde que podía recordar, sus padres siempre lo castigaban y reprendían por sus pequeños errores o incluso por cosas de las que no tenía culpa; sin embargo, cuando obtenía algún logro o destacaba en algo, ellos nunca lo felicitaban por su esfuerzo. En la escuela intentó ser el mejor alumno, pudo ser miembro del consejo estudiantil y muchas veces ganó medallas y trofeos del primer lugar en los diferentes campeonatos regionales. Pensó que ser bueno en los estudios les alegraría, pero fueron indiferentes a lo que pasaba en su vida.


Logró ingresar a la universidad S y siguió la misma carrera que su padre había estudiado por órdenes de él. No le gustaba la carrera de Derecho, pero dio lo mejor de sí para sobresalir. Sus notas eran buenas, pero no lo suficiente como para destacar entre los demás alumnos de su carrera, por ello sus padres contrataron a un tutor privado.


Supo que su tutor era alguien de su misma edad, aunque solo le faltaba un año para acabar la carrera de Derecho. Eso se podría explicar a que entró a la escuela antes de lo normal y en esta se saltó dos años por su excelente rendimiento, de igual manera sucedió en la universidad, al adelantar varios cursos, pudo dejar de estudiar los dos años que normalmente hacía cualquier alumno. Era muy reconocido y querido en la universidad por sus perfectas notas y su personalidad extrovertida.


Cuando Chanyeol lo conoció, pudo admitir que era muy atractivo y rápidamente se dio cuenta que era una persona culta, hábil e inteligente por su manera de enseñar, explicar, tratar y hablarle. Lo primero que le atrajo de él fue que cada vez que reía, sus ojos se achicaban y lucía adorable, además de que era de baja estatura por lo que aparentaba ser alguien que necesitaba de protección, pero luego de conocerlo mejor se dio cuenta que en verdad era alguien muy estricto y sabía cuidarse muy bien.


Pasaron cinco meses desde que comenzó con las tutorías junto a él. Al estar tanto tiempo juntos, pudieron conocerse más y llegaron a ser muy buenos amigos, inclusive a veces salían a relajarse para despejar sus mentes de los estudios.


Con el pasar de las semanas se dio cuenta que en él afloraban sentimientos nuevos hacia su tutor, aunque no sabía qué tipo de sentimientos eran, solo sabía que eran agradables.


Comenzó a preocuparse más por su persona, por lo que no dudó en seguirlo hacia su habitación, que se encontraba cerca de la universidad, luego de que las tutorías acabaran. A partir de entonces siempre lo seguía, cuidándolo entre las sombras por si alguien quisiera lastimarle. Luego de un par de semanas, comenzó a voltear el rostro, como presintiendo que lo observaban; el más alto solo optaba por esconderse para no ser pillado, ya que no quería que le tuviera miedo.


Las semanas siguieron pasando y pasando, cada vez los pasos de su tutor se aceleraban más e incluso, al estar a solo unas cuadras de su habitación, corría con torpeza, como si lo estuvieran acechando. Parecía un pequeño ratón que huía de algún animal que lo consideraba su presa. Era tan adorable verlo de aquella manera que a veces a Chanyeol se le escapaban algunas risas.


Daba la casualidad que siempre que tenía tutorías con él, sus padres no se encontraban en casa y ese día no fue la excepción. El chico llegó antes de la hora acordada, pero Chanyeol lo dejó pasar y estaba dispuesto a dirigirse al salón de estudios si es que él no le hubiese interrumpido.


— ¡Tú eres el que me sigue siempre! —gritó tan alto como sus cuerdas vocales se lo permitían, o eso parecía, ya que al final su voz se quebró.


Chanyeol se asombró por su reacción ante lo que había hecho, sin embargo, mantuvo la calma y se acercó hasta él, llevando su diestra a la mejilla izquierda del más bajo y acariciándola casi imperceptiblemente.


— Solo cuido de que llegues bien a tu habitación —le respondió como si le hubiera preguntado, sabiendo que no fue así.


Una de las manos del chico golpeó con fuerza la mano que acariciaba su mejilla, obligándole a que la apartara de su rostro para luego volver a gritarle, esta vez con ira y mirándole como si le repugnara su existencia.


— ¡Gay de mierda!


Aquellas palabras, la forma en que lo decía y en cómo miraba al más alto, lo hizo enfurecer. Odiaba que le trataran como alguien inferior, pero odiaba aún más el que le miraran como si fuese alguien anormal.


Apretó sus manos en puños, agachó su cabeza, dejando que el flequillo ocultara sus ojos, en ese momento seguro estos estaban rojos por la ira, su mandíbula estaba tensa por la fuerza con que presionaba sus dientes.


No pudo aguantar más y empezó a reír de una manera desquiciada, alzando la vista para verle directamente a los ojos mientras avanzaba hacia él a paso lento y este retrocedía tambaleante. Su espalda chocó contra la puerta de entrada de la casa y Chanyeol pudo ver el miedo en su mirada, podría decir que hasta podía olerlo, además de que el cuerpo del pequeño temblaba ligeramente. Sus manos se apoyaron en la puerta, a cada lado de su rostro, inclinándose hacia él para dejar que su aliento chocara contra sus labios, a causa de su acelerada respiración. Lo tenía acorralado, se veía tan vulnerable de aquella manera, el otro lo veía suplicante para que lo dejara ir, pero quería entretenerse solo un poco más con él.


— Baekhyun-ah, a partir de ahora sabrás lo que significa vivir miserablemente —le susurró en el oído, rozando la punta de su nariz con la piel descubierta de su cuello para luego separarse de él, retrocedió varios pasos y dejó que pudiera huir.


Para Chanyeol fue entretenido verlo intentar abrir la puerta varias veces, siendo traicionado por sus nervios y provocándole reír sin pudor, pero luego de unos minutos, pudo lograr su objetivo y salir huyendo, alejándose de él.


Baekhyun no volvió a darle clases particulares, dándoles la excusa a los padres de Chanyeol de que ahora trabajaba a medio tiempo y que junto con sus estudios le era casi imposible tener tiempo libre.


Sin embargo, el más alto se las apañó para poder verlo en la universidad, lo siguió muchas veces y el más pequeño lo sabía, siempre se encontraba nervioso y con el pasar de las semanas unas ojeras se hicieron visibles debajo de sus hermosos ojos, aunque aun así tenía la belleza de un ángel.


Los rumores llegaron a Chanyeol, enterándose que su rendimiento universitario había bajado. Pudo escuchar casualmente una conversación entre un par de profesores, donde se quejaban de que él ya no prestaba atención a las clases y en cambio se ponía a murmurar cosas mientras volteaba repetidas veces hacia la puerta y la ventana, junto a que cada vez que le preguntaban algo, él se hundía más en su asiento, asustado. Su Baekhyunnie, al parecer, la estaba pasando mal.


Cuando lo vio pasar frente a sus ojos, lo siguió como muchas otras veces, pero esta vez el otro no fue a su habitación, sino que se fue caminando por las calles sin rumbo fijo hasta ya entrada la noche. Chanyeol pudo comprobar que iba a ser medianoche al sacar su celular, por lo que, algo preocupado, se acercó más a él para alcanzarlo y cuando lo hizo, él gritó de pánico, tuvo que taparle la boca con una mano y ponerlo contra el muro de aquel callejón.


Durante algunos minutos ninguna persona se acercó, así que lo soltó y lo abrazó por la cintura, él solo temblaba y el más alto quiso tranquilizarlo, por lo que pasó una mano por sus suaves cabellos, el otro solo escondió su rostro en el pecho de Chanyeol, lo cual hizo que este sonriera de lado.


Estuvieron en esa posición por mucho tiempo hasta que se atrevió a tomarle del rostro con la mano que antes acariciaba sus cabellos, se agachó lo suficiente como para tener su rostro cerca al suyo, una vez más le miraba con miedo y sus ojos estaban acuosos, inmediatamente los cerró, temiendo que le hiciera algo, pero el alto solo le besó ambos párpados y la frente.


— ¿Por qué lo haces? —Baekhyun preguntó con la voz rota.


Su voz era tan suave que embriagaba los pensamientos de Chanyeol.


— Porque te odio —susurró en su oído, llevando lentamente las manos a su cuello y cerrándolas sobre este, asfixiándolo y aprisionando su cuerpo contra él, dejando el suyo entre el más alto y la pared para que no pudiera moverse; sus pequeñas manos intentaron quitar las que estrujaban su cuello, sin éxito.


Lo soltó a los pocos segundos después de ver que su rostro se ponía pálido y sus labios ligeramente morados por la falta de oxígeno. Él tosió un par de veces antes de verle con los ojos acuosos por lo anteriormente acontecido.


— ¿P-por qué? —sus labios temblaron al preguntarle.


— Baekhyun-ah, te verías más hermoso si esa linda boquita tuya no preguntara tanto. ¿Debería cortarte la lengua? —preguntó con una sonrisa ladina en los labios mientras tomaba su rostro con una mano, apretando una de sus mejillas con el pulgar y la otra con el resto de los dedos, impidiéndole responder por la fuerza con que presionaba sus mejillas—. Dije que te haría la vida miserable y lo haré —contestó tardíamente a su pregunta, mirándole fijamente a los ojos, sin expresión alguna en el rostro—. Te veo luego... —Lo soltó y se alejó lentamente de él, empezando a caminar por aquel callejón, perdiéndose entre las sombras—. Quizá mientras duermes —dijo antes de desaparecer por completo de allí.


Todo salió sin planearlo ni imaginarlo. El pequeño Baekhyun no pudo soportar más su presencia así que trato todo lo posible para alejarse de Chanyeol, pero nada funcionaba, sabía muy bien que no podía denunciarlo porque el padre del alto era una persona influyente en la política y no le creerían. Su ex-alumno era el hijo único y ejemplar de una pareja adinerada, ¿y él? Un simple estudiante de Derecho que apenas podía pagar una habitación cercana a la universidad. Se asombró que el más bajo tuviera las agallas e inteligencia de hacer cualquier cosa para detenerlo, aun así, terminó por arruinarle la vida.


Baekhyun había llegado repentinamente a la casa de Chanyeol, cuando sus padres se encontraban en esta, entregándole una caja de bombones caros y luego dejando un beso en la mejilla del otro, delante de sus progenitores. En ese momento se extrañó por su comportamiento y lo invitó a pasar a la sala, pero él se negó reticentemente y disculpándose con los tres, se retiró.


Dejó aquella caja encima de la mesa central de la sala de estar. Odiaba los dulces, demasiado y sus padres lo sabían. En cambio, ellos amaban los dulces así que dejó que comieran los bombones.


— Hijo, ¿eso fue una declaración? —preguntó su madre con una suave voz.


— Vaya, no pensé que este idiota tuviera popularidad entre los chicos... —secundó su padre, él solo se quedó callado y el otro continuó—. Aunque con las pintas que tiene, claramente se nota que es un desviado. Qué vergüenza —Soltó con un tono de repulsión, odiaba demasiado a su padre, y a su madre también porque nunca lo defendía de las palabras duras que constantemente le decía.


Menos de media hora pasó cuando terminaron de comerse los bombones y no pasaron ni diez minutos cuando, ambos, empezaron a sujetarse de sus cuellos, tosiendo fuertemente y con lágrimas en los ojos. Su madre cayó al suelo, intentando respirar, se retorcía sobre la alfombra y su padre se aflojaba la corbata que llevaba.


A pesar de la escena, en ese momento Chanyeol no se asustó, pero se quedó paralizado. Luego de unos segundos reaccionó y llamó a emergencias, pidiendo ayuda. Les dio la dirección y en unos diez minutos llegaron, llevándose a sus padres. Subió a una de las ambulancias, pero en el camino al hospital, los paramédicos que veían los signos vitales de su madre, voltearon hacia él y le observaron con preocupación y compasión. Su madre había muerto y también su padre que estaba en la otra ambulancia.


Luego del entierro, al cual asistieron muchas personas famosas, pero que a ninguna realmente conocía, heredó toda la fortuna de sus padres, fue un alivio que no tuvieran alguna deuda. La mayor parte de esa fortuna la guardó en el banco y con el resto se alquiló un modesto apartamento en el centro de Seúl.


El juicio de Baekhyun fue rápido, la prueba contundente de que era el culpable fue la filmación de una de las cámaras de su casa. El cargo de intento de asesinato hacia Chanyeol y el otro que fue asesinato en segundo grado, homicidio voluntario, lograron que su condena fuera de 30 años, en una cárcel fuera de la ciudad de Seúl. Baekhyun lloró luego de que lo sentenciaran y entre sollozos se lo llevaron de la sala.


Ahora estaba lejos de Chanyeol, sin sus acosos, pero era tan miserable como este siempre quiso que lo fuera. El más alto no podía mentir y decir que sentía lástima por él o por sus padres. No, todos ellos se lo merecían, por menospreciarlo y tratarlo como un animal, como un inepto.

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