#2: HOME SWEET MEMORIES🎯
Linda tenía un piano de cola en el pequeño estudio abuhardillado donde la madreselva había invadido el barandal de la terraza. Un instrumento tan carismático como la vieja guitarra llena de firmas que Ruslana afinaba mientras los ecos de la noche lideraban su propia sinfonía.
El olor a la hierba mojada por el rocío, los grillos, las ranas croando la nana del universo o algunas luciérnagas errantes en el porche trasero, se unían al espectáculo del cielo nocturno que solía observar en su niñez.
Una cuerda estaba demasiado tensa para su gusto, al punto de rasgar el acorde casi con la misma cadencia de la lastimera canción que no quería dedicar. No recordaba en qué momento había dejado de disfrutar hacer música.
Cuándo componer se había convertido en un martirio y no en la ansiada válvula de escape para sus interludios con la melancolía. Hoy se apreciaba más sola que nunca y sin embargo, su corazón incompleto estaba en paz.
Un gato atigrado se restregó contra sus tobillos desnudos. Ruslana arrugó la nariz antes de acariciarle detrás de las orejas. Unos ojos igual de enigmáticos que los del felino se posaron sobre ella.
Asher Henderson estaba cerca del escalón combado del porche, portando una cesta de mimbre como en los tiempos en que ella debía hacer lo mismo para traer los restos del pastel de arándanos y chocolate que solía preparar su abuela.
—Pippa ya no usa medias de colores ni dibuja con aerosol sobre la fachada del instituto.
El acento sureño de él le recordó la pura esencia de lo que más deseaba evitar. Ruslana ladeó la cabeza mientras Asher se apropiaba de uno de los pórticos de la terraza.
—Pippa creció y los sueños dejaron de tener significado ¿Qué tal esa rodilla?
Era la primera vez que alguien le preguntaba directamente sobre el tema que había constituido por mucho tiempo el Santo Grial. Una sonrisa de chico de calendario no se hizo esperar, pero ella estaba más ocupada buscando razones en un punto que solo sus extraños iris podían divisar.
Asher se empapó de aquella imagen única. Una mujer sentada bajo los faroles de una casa antigua con una guitarra en el regazo y un gato ronroneando en sus tobillos.
Una mujer sin maquillaje con una sudadera enorme y pantalones de chándal, cuyas pecas salpicaban el puente de una nariz respingona que le gustaría delinear con los labios.
Una mujer tan complicada como el mundo y al mismo tiempo tan frágil como los reflejos de la luna. Una mujer ridículamente sola que ahora lo volvía a mirar.
—Le dije que no a McCallister pero eso no significa que esté abierta a propuestas. Es tu turno, Ash Terminator.
Una mueca coqueta se construyó en aquellos labios con la tonalidad de las frambuesas. Él aprovechó para develar el contenido de la cesta. Porciones de queso, tostadas francesas y pechugas marinadas con tinto se mezclaban en una armónica fuente. Ella no tenía que preguntar para saber que eso había salido de aquellas manos con el rastro de las cicatrices.
—Estamos a menos de quinientos metros el uno del otro. Linda saldría de la tumba si supiera que el hijo de Jeff y Doris se cargó su santuario.
Una servilleta fue extendida con una pieza de pollo en dirección a la pelirroja. Ruslana le agradeció antes de azuzar al gato para poder picotear directo de la fuente.
—Recuerdo que le agradabas a mi abuela. Es decir, yo era invisible en aquel entonces, pero siempre escuchaba su discurso sobre el chico maravilla. Supongo que predijo bien tu baraja hasta el accidente.
Él se escabulló tras un sorbo de vino mientras su mirada se volvía a perder sobre ella. Le costaba asociar a la chica tímida de la pre adolescencia con la mujer que levantaba rumores incendiarios como el que le habían abandonado en el altar. Ella supo en qué momento sus pensamientos cruzaron esa línea cuando lo interceptó.
—No quiero tu compasión. Deberías estar acostumbrado a la frialdad del mundo cuando solías ser el centro de las miradas en la NFL. Es duro decirlo, pero somos dos extraños pretendiendo que nada importa.
—¿Y en serio importa?¿Qué haces para enfrentar la polvareda cada día? Y no me digas que ser la oveja negra del pueblo es tu vocación, porque no te creo. No tienes ni un solo gramo de superficialidad, nieta de Linda Summer.
Algo en el tono de él logró enfurecerla de veras. Estuvo tentada a levantarse y dar media vuelta en dirección a la casa, pero eso solo confirmaría el hecho de que la presencia ajena le afectaba y que en lugar de veintisiete volvía a los casi trece años, en especial a esa tarde en el riachuelo, algo que no se permitiría admitir ni en mil años.
Él percibió una vez más sus intenciones antes de retirarle un mechón color caoba que se enredaba sobre la pálida frente.
—Entierra el hacha de la guerra esta noche. A fin de cuentas, no vine en busca de una pelea o un contrato comercial. Han pasado dos semanas desde que nos vimos en el restaurante. Hemos estado coincidiendo en el pueblo aún cuando nos esforzamos por ignorar al otro ¿No crees que ya es hora de abrir el juego, cariño?
Aquellos ojos color resaca marina relampaguearon anunciando la tormenta de la que ella más deseaba escapar. Ruslana le dedicó su mejor sonrisa altanera.
—No voy a visitar tu cama, Henderson.
La diversión pobló las facciones de él, al punto de dibujar aquel hoyuelo que desde hace tanto tiempo no veía. Las pequeñas líneas de expresión rodeando los ojos o las espesas pestañas oscuras cubriendo la naturaleza de sus pretensiones debieron confortarla pero fue todo lo contrario.
—No vendas el santuario de tu abuela. Sé que detrás de esos ojos de sirena se esconde un vacío mucho mayor. Te lo dice alguien que eligió cortar sus raíces y al final regresó con el rabo entre las piernas. Eres buena sacudiéndote las opiniones ajenas, pero eso no significa que las heridas detrás de la máscara sigan sangrando. Yo puedo ayudarte a...
—¡Basta!¿Quieres parar de psicoanalizarme gratis? ¡Métete en tus asuntos o ve a tirarte a Vanessa!
Ladró ella antes de romper el delicado manto de autocomplacencia que los mantenía a flote. Lo próximo que visualizó él fue un remolino pelirrojo acompañando a su dueña de camino al interior del hogar. Por primera vez en mucho tiempo, Asher se planteó la idea de volver a jugar con todo el equipo en el campo.
Unos tres días después de aquel nuevo punto de ruptura, una pequeña multitud se congregaba cerca de la entrada de Sato's para apreciar el volante donde se anunciaba la realización de un Festival de Verano cuyo premio era la oportunidad de grabar un demo y ser presentado a un compositor en Los Ángeles.
Unas chicas con el uniforme de las animadoras de la secundaria local repartían los promos que habían nacido de una apuesta fallida entre Mer y Rus.
Los gemelos Sato también tenían que ver con el diseño de la propaganda al protagonizar un directo desde su cuenta de Instagram interpretando un cover de Boulevard of Broken Dreams con la guitarra autografiada por Billie Joel Amstrong.
Para desear deshacerse del negocio familiar, Ruslana Summer parecía haber encontrado un pequeño brote de esperanza a fin de manejar su melancolía.
Desde su extraña pelea con Asher, las ideas no habían parado de llegar a ella como un torbellino dramático. Era como derramar colores sobre un lienzo mustio. A veces eran amarillos brillantes, otros un rojo tan vivo como las puntas de su cabello bajo el sol del verano en Tennesse.
Luego el calidoscopio giraba para llenarse de notas desde su vieja guitarra y marcar el compás sobre los teclados, e incluso grabar su oxidada voz. La furia y la melancolía pugnando bajo el mismo abanico de contradicciones mientras el huracán precipitaba y dejaba ver claros de nimbos al mismo tiempo.
Dónde estaba realmente su esencia o por qué la idea de vender ahora se presentaba cada vez más difusa. La culpa era de él y esa sonrisilla prepotente cada ocasión que se cruzaban en el pueblo o cerca de Henderson Hall.
Como Sweet Cherry Summer's quedaba a medio camino entre su casa natal y el antiguo Rancho que revitalizaría el rodeo local, Asher se había tomado la atribución de incluir el Coffee Shop en las promociones del evento, incluso entre viejos conocidos y celebridades del fútbol, su meta de acorralarle con memorias de ciudad natal hasta que su fachada de chica mala se quebrara, estaba haciendo efecto más rápido de lo que debía admitir.
—Nos vemos esta noche cuando se enciendan las luces. Verás que será un éxito total. Marion está que baila de contenta.
Gorjeó Meredith presa de todo el entusiasmo infantil que puede tener alguien acostumbrada a la tranquilidad de la rutina. Ruslana deseó seguir con su afición a los cigarrillos Marlboro cuando la ansiedad pulsaba en su interior como las cuerdas dañadas de su vieja guitarra.
—Si tú lo dices. Iré a chequear las provisiones del catering. La idea de vender por Internet de los gemelos fue genial.
—No olvides quiénes los trajeron a este mundo.
—Dale el crédito a Yuta, tú solo les pasaste la estupidez.
—También te quiero, Mrs. Amargura.
—Otro tanto, irritante rayo de Sol.
Sacándole la lengua a Mer, Ruslana regresó a su Cadillac, solo para ser atrapada por un aguacero de verano cuando faltaba medio kilómetro para llegar al Café.
—Podría ser peor...
Se recordó a sí misma mientras las gotas explotaban sobre el polvo de la carretera al punto de impedir la visión. Otro vehículo se estacionó detrás del Cadillac cuando la cortina de agua se hizo más densa. Ruslana casi pega un grito cuando la puerta sin seguro del copiloto del coche cedió ante la humanidad de Asher Henderson.
—¡Tú sí que sabes cómo hacer una entrada triunfal!
Pronunció en su mejor tono sarcástico. Él la ignoró olímpicamente rebuscando en la guantera por las esperadas toallas de papel con tal de recomponer el desastre en su rostro.
—Mi Ford acaba de fallecer y llueve demasiado como para hacerme a la idea de pasar la tormenta en soledad.
—Es la excusa más pobre que pudieras inventarte. Apuesto lo que sea a que ese pedazo de chatarra funciona perfectamente.
Ruslana se dio cuenta de su error cuando aquellos ojos de lince la enfrentaron con malicia.
—No hablaba en serio... no apuesto a que... ¿Qué demonios haces?
Se escuchó casi hiperventilando cuando él le sacó el cinturón de seguridad y tiró de su codo para casi arrastrarla sobre su regazo.
—Ash...
—Shhhh... haz hablado demasiado, cariño.
La avidez de aquellos labios esculpidos en líneas duras la distrajeron lo suficiente como para obviar el hecho de que aquel beso debía detenerse.
Ojos verde pizarra contra azul grisáceo. Mar contra primavera y Ruslana empujó el conjunto de voces internas que solían criticarla hasta la saciedad para perderse en la necesidad de otro beso. Del incómodo asiento del copiloto se las arreglaron para llegar a la parte trasera del Cadillac.
Los ecos de la lluvia camuflaron aquellos sonidos que ambos llevaban tanto tiempo sin escuchar. Dos solitarios jugando a construir un milagro sobre el horizonte del atardecer. Dos mundos colisionando bajo la sombra de los prejuicios al borde del mismo abismo social.
El soldado de los Titans caído en batalla, con un pasado brumoso tatuado en miles de cicatrices. La chica desastre acostumbrada a sacudirse las preocupaciones cuando intentaba evadir cánones y vacíos con canciones pop. Dos líneas de piano en tempos diferentes, abrazándose camino a un ocaso tan irónico como el destino.
—Quédate en el pueblo esta vez...
—No soy tan libre como desearía. Tú solo estás obsesionado con la idea que represento.
—¿Y cual sería esa? Además de la mujer endiabladamente sexy e inteligente con la que me encantaría despertar cada mañana.
Ella sonrió antes de besarle el hombro desnudo, justo en el punto donde se extendía la cicatriz de una cirugía por desgarro del labro.
—Eres un adulador de primera, pero estoy consciente de lo que se habla de mí. Soy una zona de fallas ambulante. Todos los días me digo a mí misma que no importa. Que eventualmente todo estará bien, pero a veces siento que solo es un eslogan manido para seguir a flote. Ya no me emociono como antes. Supongo que he aprendido a vivir en cámara lenta en un mundo de tonalidades grises. Quiero ser un arcoíris pero solo soy los cristales antes de la lluvia. Dime... ¿Tú podrías cargar parte de esa melancolía en tus hombros mientras intento acercarme? Linda tenía razón, yo perdí mi raíz hace mucho tiempo...
Los últimos reflejos del día sobre el parabrisas cubierto por motas de agua le confirieron un halo celestial a la expresión de ella. Asher comprendía casi como un dolor físico la dimensión de esa necesidad. Una que él también se esforzaba por ocultar tras la idea de continuar un día a la vez.
—Sabes... Pippa... a veces dos náufragos encuentran una isla y deciden habitarla lejos de los muros de lo conocido. La poesía nunca ha sido mi fuerte, pero me gustaría probar. Si fracasa, si se jode todo mañana, al menos sabré que tomé ese último pase e intenté un touchdown. Como las canciones de Gun's and Roses, la lluvia púrpura de noviembre se suele detener. Por ahora yo veo un pequeño arcoíris sobre tu tejado. Mientras pueda encontrar esas huellas en tu hermoso rostro, para mí será suficiente.
A ella le hubiera gustado que fuera de otra manera. Quizás que el estereotipo de macho alfa le ganara a la calidez de sus palabras o a la idea del hogar.
Podía jugar muchos papeles: ser una impostora en defensa de sus sueños o una de las integrantes de la tropa de Ali Babá. Sin embargo, cuando miraba dentro del océano gris de aquellos iris, la pequeña brizna que le recordara el alma libre que solía ser, se incendiaba dichosa para demostrarle que quizás, solo quizás, estaba a punto de renacer de sus cenizas.
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~•~•~•~•LOVELY DISASTER~•~•~•~•~
by AworldIH
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