⚡two⚡

—¿Eh? ¿Este domingo? —Yaoyorozu, pensativa, posó su índice en su mentón y pareció meditar algo por unos segundos, tras los cuales alzó su vista, sonriéndole a la chica frente a ella— ¡Sí! Estoy libre.

Kyōka intentó mostrarse alegre como si realmente estuviera feliz de tener la oportunidad de compartir un día con su mejor amiga, de verdad que lo intentó, pero sus labios dibujaron más bien una fea mueca que no parecía mucho una sonrisa, y es que estaba metiendo a la pobre Momo en un lío que a ella por lo menos no le agradaba mucho, y ese lío no era nada menos que Kaminari Denki. Su amiga no merecía esa tortura, si no algo mucho mejor, porque era la persona más dulce, amable, aplicada, creativa, resolutiva, linda, carismática... ¡No tenía ni un solo defecto! ¿Cómo podría ella merecer a... a... a Denki?

—E-entonces —Jirō tragó saliva— ¿te parece ir al parque acuático el domingo con nosotras? —propuso sin poder borrar esa incómoda mueca de su rostro.

—¡Sí, ven con nosotras Momo! —La incentivó Ashido, que también estaba allí junto a las otras dos chicas—. No vamos a ir solo las tres, Sero también irá y llevará a sus amigos —agregó abrazando a su novio, quien estaba de pie junto a ella.

La más alta de las tres parpadeó perpleja ante tal aclaración, y miró a la chica de cabello azulado oscuro.

—Eso significa que va a ir Kaminari —murmuró Yaoyorozu, provocando una punzada en el corazón de la más baja del grupo—. ¿No te molesta? —Le preguntó a esta misma, a lo que Kyōka negó con la cabeza.

—No voy a dejar que su insignificante y estúpida presencia me arruine el día —declaró cruzándose de brazos y alzando el mentón, orgullosa.

—¿A quién le dices insignificante y estúpido, eh? —Anunció el nombrado su llegada, golpeando con una hoja la cabeza de su compañera de actos de comedia.

—A ti pues, ¿ves a alguien más por aquí que merezca tal título? —Jirō puso una mano ladeada sobre su frente y fingió que buscaba algo—. Porque yo no veo a nadie —agregó sonriendo con sorna y sacándole la lengua al rubio.

Kaminari apretó su puño y tuvo que aguantarse las ganas de golpear la cabeza de la chica. Afortunadamente, justo en ese momento apareció por la puerta Shinsō con su típica expresión cansada y los audífonos puestos, y con su lenta caminata avanzó hacia el puesto del día anterior frente a Kyōka, dejando su mochila sobre la mesa y sentándose.

Denki miró a la chica a su lado, y Jirō nuevamente estaba que vomitaba corazones ante el simple hecho de verlo. El rubio rodó los ojos y se encaminó hacia Shinsō, apoyando sus manos en la mesa ajena para captar la atención del chico de cabellos lavanda, y cuando el más alto se quitó los audífonos y lo miró confundido, supo que la tenía.

—Eh, Shinsō, ¿qué tal? —Era una suerte que Kaminari fuera tan carismático, porque usualmente Hitoshi lo hubiera mirado con mala cara como al resto de la gente que le hablaba—. ¿Te gustan lo parques acuáticos?

El nombrado, tras mirar con extrañeza al chico frente a él, asintió lentamente, confundido ante la repentina interrupción.

—¡Qué bien! ¿Quieres venir con nosotros el domingo? —continuó el sonriente Denki, señalándose a sí mismo, a las chicas y a Sero, quienes conversaban amenamente alguna otra cosa—. Será divertido.

Shinsō lo miró por unos segundos, su expresión se mantuvo exactamente igual de seria e inalterable. Seguido bajó la vista hacia la mesa, una de sus manos posándose en su nuca y rascándola. Ya cuando Kaminari pensó que lo había ignorado y que lo mandaría a freír monos, Hitoshi alzó la mirada nuevamente.

—El domingo dijiste, ¿no? —Denki al oír la ronca voz del chico se emocionó y asintió—. Está bien —murmuró volviendo a ponerse los audífonos y a revisar su móvil desinteresado.

El rubio de inmediato se giró a ver a la más baja, y sonriendo le mostró un pulgar arriba. La primera parte del plan ya estaba en marcha, ahora sólo tocaba esperar al domingo para llevar a cabo la segunda. Y si eran lo suficientemente suertudos todo resultaría tal y como acordaron.

La semana pasó bastante más rápido de lo que esperaron, quizá esa era una ventaja de que el horario de verano no fuera tan agotador como el habitual. Todos llegaron puntuales a excepción de Kaminari que se demoró más con la excusa de que "me tomó más tiempo de lo estimado inflar el pato". Y sí, llegó con un pato inflable bastante grande, cosa que hizo que los presentes se largaran a reír por lo ridículo que llegaba a ser el joven... excepto Shinsō, él sólo se cuestionó si había sido una buena idea aceptar esa invitación.

—Eh, intento de Pikachu, ¿para qué mierda nos invitaste si vas a llegar tarde? —reclamó un molesto chico de cabello rubio y desordenado, asemejando a una explosión. Sus ojos carmesís hacían que su fiera mirada fuera más intimidante de lo que ya era.

—Vamos Bakugō, no seas tan pesado, admite que igual es divertido el pato —Le regañó otro chico junto a él, este de cabello rojizo y medianamente largo, su nerviosa sonrisa mostrando sus afilados dientes.

—No pidas imposibles —murmuró Kaminari, ganándose una mirada asesina de perro rabioso por parte del rubio más alto—. Por cierto Kirishima, ¿y ese milagro que no te hiciste tu peinado rarito? —cuestionó Denki, logrando que el nombrado soltara una risita nerviosa y se rascara el mentón.

—Ah, bueno, es que como hoy veníamos a la piscina pensé que-

—Su mamá le dijo que si seguía gastando toda su mesada en productos para el cabello se la quitaría —El joven de dientes afilados se sonrojó un poco ante la información que reveló el otro chico de iris carmesís—. Ya de por sí gasta bastante dinero haciéndose mierda el cabello para que le quede del color de la nariz de Rodolfo.

Y aunque el rubio no lo haya dicho con la intención de hacer reír a los demás, igual surtió este efecto en los presentes, a excepción de Eijirō que le hizo un puchero a Katsuki por lo que dijo.

—Bueno, ¿qué estamos esperando? —Mina abrazó por los hombros a las otras dos chicas presentes—. ¡Vamos a pasarla bien!

Y así el gran grupo de amigos se adentró al gran parque con piscina y toboganes. Al ser verano había mucha gente, pero no tanta como habían pensado, ya que al ser fin de semana imaginaron que estaría algo abarrotado; por lo menos la piscina tenía harto espacio disponible, además de que era bastante grande.

—¡Ahh! —exclamó un entusiasmado Kaminari, sus ojos brillando de la emoción ante tal vista—. ¡Qué bien! ¡Hay mucho espacio para nosotros solos! ¡Tenía tantas ganas de venir a la piscina! —agregó sonriente, abrazando el gran pato inflable entre sus brazos.

—¡Y mira los toboganes! ¡Se ven tan divertidos! —Jirō habló con la misma o más emoción que la del rubio, sus ojos también brillando al señalar lo mencionado.

—¿Cómo se pueden emocionar así por algo tan simple? —cuestionó Sero en voz baja, que junto a los demás miraba desde lejos a la parejita que ya se había ido corriendo a la piscina para zambullirse en esta. El resto, en respuesta a su pregunta, tan solo se encogió de hombros y fueron a dejar sus cosas a una mesa disponible que estaba a pasos de allí.

Era increíble pensar que el matrimonio disfuncional que tanto peleaba entre la semana estaba tan entretenida jugando en la piscina, tirándose agua entre ellos y riendo, sin tomar en cuenta nada de lo que pasaba a su alrededor. Sin embargo, no les duró mucho, ya que tras unos minutos se percataron de lo que estaban haciendo, deteniéndose abruptamente y mirándose horrorizados.

—¡Idiota! —Jirō agarró el pato que Kaminari había traído y golpeó al rubio en la cara con él—. ¡Este no es el momento para estar haciendo tonterías! —Le reclamó molesta y sonrojada.

Denki se sobó la cara y le arrebató el pato a la chica—. ¡Lo mismo te digo a ti! —respondió de mala gana, y entonces decidió buscar con la mirada a los demás, encontrándose con que los seis estaban ya acomodados en una mesa, poniéndose bloqueador y preparándose para meterse al agua—. Mierda, no me puse bloqueador, me voy a poner todo rojo... —murmuró antes de avanzar al borde de la piscina para salir—. Y creo que tú tampoco, así que ven, vamos antes de que nos quememos —Le extendió la mano una vez estaba fuera.

Ella miró la mano ajena desconfiada, por lo que simplemente la ignoró y salió por su cuenta, aunque claro le costó más que a él por su estatura. Denki ante esto rodó los ojos y soltó una risa floja, siempre tan orgullosa ella.

—Vaya, quién diría que el agua les quitaría las ganas de asesinar al otro. De haber sabido los hubiéramos traído antes —dijo con picardía Ashido, bajando sus lentes de sol para guiñarle un ojo a su amiga. Estaba sentada en el suelo sobre una toalla, su novio Sero poniéndole bloqueador solar en la espalda.

—Mina, cállate —Le respondió Jirō mirándole con una cara de pocos amigos mientras tomaba su toalla para secarse y así aplicarse el protector solar sin problemas.

—Ay, qué sensible —murmuró la nombrada rodando los ojos.

—Oigan, ¿alguien me presta bloqueador? Se me olvidó traer —interrumpió un avergonzado Kaminari tras un rato en el que buscó en el pequeño bolso que trajo consigo el protector solar.

—Qué imbécil —murmuraron Bakugō y Jirō al mismo tiempo y de la misma forma, el primero recibiendo una mirada de reproche por el pelirrojo a su lado.

—Toma Kaminari, aquí tienes —Le dijo una amable y tierna Momo, haciendo que el rubio se sonrojase levemente mientras sonreía y aceptaba la botellita que la chica le extendía.

«¡Qué linda!» exclamó Denki en su mente, sintiendo su corazón apretarse. ¿Por qué era tan amable y linda?

Kyōka desvió la mirada, ¡ya estaba ocurriendo, maldita sea!

—¿Necesitas ayuda? —La joven de cabello corto dio un respingo al oír la ronca voz de Shinsō, y es que le había tomado por sorpresa, y peor aún cuando estaba intentando ponerse la crema ella sola en la espalda... cabe decir que estaba fracasando totalmente en eso.

—E-ehm, sí, gracias... —murmuró de forma tímida Jirō, sonrojándose y agachando la mirada a lo que se daba media vuelta y le pasaba la botella al más alto.

Él no pareció darle importancia alguna, tan sólo tomó el envase y puso un poco en su mano para aplicarle el ungüento en la espalda a Jirō, quien estaba que le ardía la cara.

—¿Después quieres ir a nadar? —propuso Jirō aún cohibida, jugando con un mechón de su cabello.

—Mmh —Fue la corta respuesta de Shinsō, que volvió a poner un poco de bloqueador en su mano para terminar de cubrir la espalda de la chica.

—¿Realmente querías venir? —cuestionó preocupada ante la al parecer indiferente actitud del chico de cabellos violáceos.

—Si no hubiera querido venir, no lo habría hecho —respondió con simpleza, alejándose de la más baja un poco una vez terminó.

—¿En serio? —Esperanzada, se giró a verlo, encontrándose con él mirándole y extendiéndole el envase del bloqueador.

—Sí. Ustedes parecen interesantes... —aclaró encogiéndose de hombros y haciéndole un gesto con su cabeza a Jirō invitándola a entrar a la piscina con él, de inmediato dándose media vuelta para avanzar a la alberca.

—¿Interesantes? —inquirió para sí misma Kyōka, alzando una ceja y ladeando el rostro, confundida, pero prefirió no darle más vueltas y seguir al más alto.

Pasaron unos minutos en silencio, minutos en los que ya se adentraron en el agua y se refrescaron un poco, mas no hubo continuación de la conversación anterior y sólo permanecían en silencio, cosa que estaba poniendo de los nervios a la pobre Jirō.

—Y... —Empezó intentando idear algún tema de conversación—. Shinsō, ¿estás en la clase de verano porque no pasaste el examen final? —Fue lo primero que pasó por su cabeza para preguntar.

—No —negó con su cabeza—, tuve un resfriado el día del examen así que no lo pude hacer —Se encogió de hombros—. Quise ir pero mi mamá me dijo que tenía fiebre y que no quería que me pusiera peor... —agregó rascando su nuca, avergonzado.

—Ah, así que es eso... —La mirada de la joven estaba perdida en el agua, como si fuera sumamente interesante. Permaneció en silencio otros segundos antes de volver a hablar— ¿Y tienes algún parentesco con el señor Aizawa? Digo, se parecen bastante —murmuró eso último aclarando el porqué de su pregunta, intentando no parecer tan invasiva.

—Es mi tío —respondió Shinsō de forma simple y concisa.

—Oh, ya veo...

Y ahí estaba otra vez, el maldito silencio incómodo que tanto estaba torturando a Jirō.

«¡¿Qué estoy haciendo?!» exclamó en su mente, entrando en pánico «¡Un tema! ¡Necesito encontrar un tema! Pero... ¡Pero no tengo la más mínima idea de qué decir!» pensó con extrema preocupación Jirō, sus manos tomando sus mejillas. Hubiera continuado con ese colapso mental si no hubiera sido por el sorpresivo pelotazo que le llegó en todo el rostro.

—¡Oigan! —gritó un alegre Denki que estaba ya en la piscina junto a Yaoyorozu, quien miraba con preocupación a su amiga tras el pelotazo que le llegó. El rubio agitó el brazo en busca de llamar la atención de la pareja, pero fue ignorado por ambos.

—¿Jirō? —habló Shinsō con un leve tono de preocupación en su voz al ver a la chica tomarse el rostro y al parecer sollozar—. ¿Estás bien? ¿No te dolió?

—Sí, me dolió un poc-

—¡Vengan a jugar vóleibol con nosotros! —Y en menos de un segundo Kaminari ya estaba ahí, tomando de la muñeca a ambos y arrastrándolos consigo a donde estaba Momo esperándolo, mas al llegar allí sólo soltó a Shinsō y siguió de largo con la más baja.

—Oye idiota, espera, ¿qué haces? —masculló intentando zafarse del agarre del rubio.

—¿Qué estás haciendo tú? —preguntó deteniendo su andar y girándose a mirarla— ¡El pobre parece que se va a morir del aburrimiento! —exclamó en susurros, acercándose a la otra de forma para nada sospechosa.

—¡Pero no sé qué decir! —Fue la excusa de ella, que se sonrojó al admitir aquello.

—Eso es porque estás tratando de actuar como una chica linda —La mofó sonriendo con sorna.

—¿Qué dices? —inquirió frunciendo el entrecejo y apretando sus puños, una venita hinchándose en su frente.

—Eso, lo que dije —La desafió sacándole la lengua—. Mira, simplemente actúa como siempre lo haces, solo sé normal —habló ya más tranquilo, sonriéndole de forma sincera esta vez.

Jirō miró al contrario extrañada por sus palabras, buscando algún signo de que estaba molestándola al decir ello, pero el chico estaba hablando en serio. ¿No era extraño eso? ¿El chico que siempre se burlaba de su actitud diciéndole que sea ella misma, como si eso fuera bonito para un chico?

Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir un fuerte ardor en su espalda, todo por una palmada sorpresa que le dio Kaminari.

—¡Bien, juguemos! —Denki exclamó volviendo hacia donde estaba Yaoyorozu y Shinsō esperándolos, mirándolos extrañados por esa charla que tuvieron.

—¡Oye imbécil eso dolió! —Le reclamó Jirō molesta al rubio, pero este sólo la ignoró.

Ella suspiró. Quizá, y sólo quizá, él tenía razón, y ser ella misma era la mejor opción en esos momentos. Una sonrisa se dibujó en sus labios, porque a veces, y sólo a veces, Kaminari Denki parecía dejar de ser el Rey de los Idiotas y decir cosas inteligentes.

Lo miró desde lejos y negó con la cabeza, aún sonriendo; no iba a admitir que las palabras del idiota descerebrado la habían hecho sentir mejor.

—¡Kyōka! ¿Qué esperas? ¡Ven a jugar! —La voz de Momo la distrajo de su ensoñación.

—¿Eh? —Parpadeó, sonrojándose al darse cuenta que se había quedado ahí parada sin reaccionar—. ¡Y-ya voy!

Fue hacia el grupo para unirse al juego. Aunque no era muy buena en el vóleibol, disfrutó mucho esos minutos que estuvieron jugando, y al parecer Shinsō también lo estaba haciendo porque su serio semblante estaba relajándose, incluso de vez en cuando una pequeña sonrisa podía percibirse en su rostro, cosa que hacía que Jirō se sintiera mucho mejor que antes; después de todo, ser ella misma pareció ser la mejor opción.

—Oigan —Jirō atrapó el balón en sus manos para detener el juego, cosa que extrañó a los demás—. ¿Dónde están los demás? —cuestionó mirando a su alrededor en busca de los otros cuatro.

—¿Las parejitas del año? —Denki también comenzó a buscarlos con la mirada, mas tampoco lo halló—. Ahora que lo dices, no tengo ni idea.

—Se fueron a los toboganes —respondió Yaoyorozu a la duda de sus amigos, señalando el gran tobogán que estaba a unos metros de ellos.

Al mirar donde la pelinegra les señaló, pudieron ver a las parejitas en las balsas por las que se tiraban en los toboganes, viéndolos bastante entretenidos, tanto que hasta el gruñón de Bakugō había relajado el ceño que normalmente estaba fruncido.

—Cierto que habían toboganes... —murmuró Kaminari, embelesado ante la vista de la gran infraestructura.

—Sí... —dijo Jirō de la misma forma, sus oídos pudiendo percibir claramente las risas y gritos de emoción de sus amigos.

El rubio y la pelinegra se quedaron callados por unos momentos, en los cuales seguían viendo y escuchando lo bien que se la estaban pasando Kirishima, Bakugō, Ashido y Sero. Ambos quisieron resistirse, de verdad que lo intentaron, pero sus ojos brillando delataron cuánto deseaban poder ir allí también.

Un grito de emoción se les escapó.

—¡Shinsō! ¡Vayamos allá! —pidió Jirō con demasiada emoción como para ser ella.

—¡Sí, Yaoyorozu, vamos también! —exclamó Kaminari de la misma forma.

—Uh, no me gustan esas cosas... —murmuró un apenado Shinsō, su rostro tornándose levemente rojo de la vergüenza.

—Yo me mareo... —confesó tímida Momo.

Los otros dos presentes ante estas respuestas se desinflaron cuál globo de la decepción. ¡Aún podían oír los gritos de diversión, tanto así que sus orejas les picaban! Pero no podían cometer la misma estupidez de dejar a sus planes de conquista por un simple capricho, no podían, debían resistir a la tentación.

Jirō miró con determinación al más alto, sabiendo bien lo que debían hacer. Kaminari en respuesta asintió, sus ojos demostrando la misma o mayor determinación que ella.

—¿Está bien si vamos a jugar un rato? —preguntaron al mismo tiempo y con la misma carita de inocencia.

—Sí, claro —murmuró Momo sonriendo.

—Mmh —Shinsō se encogió de hombros.

Kaminari y Jirō, tras agradecerles y gritar de la emoción, no tardaron mucho en irse hacia el lugar que tanto querían probar, exclamando cosas respecto a cuánto les fascinaban los toboganes. Y continuaron en su lapso de idiotez aún cuando el señor que estaba atendiendo les dijo las instrucciones de seguridad y que se calmaran, cuando se subieron a la balsa y cuando comenzaron a caer por el tobogán, gritando eufóricos y alzando los brazos incluso cuando el señor les dijo que no podían hacer eso. No fue hasta que volvieron a la mesa donde estaban sus amigos que se dieron cuenta de la estupidez que hicieron.

—¿Cómo estuvo? —preguntó Sero aguantándose la risa al verles las caras de pendejos que tenían.

—¡Estuvo genial-!

La realidad les llegó de golpe, y se miraron horrorizados por segunda vez en el día al notar lo que acababan de hacer.

—¡Por la mierda, otra vez! —exclamaron molestos al mismo tiempo, haciendo que Ashido, Sero y Kirishima se largaran a reír. Bakugō tan sólo rodó los ojos.

—Eh, momento —Kaminari miró a los presentes, dándose cuenta de la ausencia de la más alta de las chicas—. ¿Y Yao-momo?

—Quién sabe, no ha estado por aquí hace un rato... —murmuró Kirishima encogiéndose de hombros.

—Shinsō tampoco está... —susurró Jirō.

Ambos se miraron, comenzando a entrar en pánico ante la idea de que sus parejas se habían aburrido o molestado por haberlos abandonado para ir a un tobogán. ¡Pero es que de verdad que eran tontos! ¿Cómo se les ocurrió hacer eso? ¿Por qué no pudieron aguantarse como los seres humanos racionales que eran? O bueno, Jirō al menos.

Sin embargo, el alma le volvió al cuerpo a Jirō al ver a Hitoshi caminar hacia ellos, y afortunadamente en su mirada no había indicios de molestia o aburrimiento.. sólo su cansancio, como siempre.

—¿A dónde habías ido? —preguntó Kirishima confundido, ya que él también había pensado que se había ido ya que su cara tan seria le hacía pensar que no estaba a gusto.

—Al baño —respondió encogiéndose de hombros.

—¿De casualidad viste a Yao-momo? —preguntó Kaminari intentando no sonar desesperado.

—Eh, sí. La vi comprando en la tienda —respondió el chico de cabellos violáceos, tomando asiento en el suelo sobre su toalla—. Estaba hablando con un chico del curso de ustedes.

Los presentes se miraron extrañados, pensando en quién podría haber estado hablando con ella. Pero bueno, al menos Kaminari no tenía que preocuparse de que la chica lo haya dejado por ser tan idiota.

—Ahí viene —dijo Bakugō señalando con el mentón a los ausentes, haciendo que Denki se girara a mirarla de inmediato.

Yaoyorozu venía caminando de vuelta con una bolsa en su mano, y se veía bastante contenta en verdad, muy contenta. Kaminari no sabía cómo tomarse eso. ¿Habrá sido por ese chico que Shinsō mencionó?

—Adivinen a quién me encontré —dijo alegremente Momo una vez llegó con el resto, su sonrisa tan amplia y sincera que cegaba con sólo verla.

—A juzgar por tu felicidad... —Ashido fingió pensar—. Deberé decir que te encontraste a Todoroki.

Y entonces Kaminari se dio cuenta que definitivamente estaba así de feliz por el chico que se encontró. ¡De todos sus compañeros, de todos los estudiantes del 1-A tenía que ser el más atractivo de todos! ¡Maldita sea! ¿Era esto acaso una jugarreta del destino?

«¿Pero qué estoy pensando? No tengo que preocuparme, tan sólo le cae bien, eso es todo. No porque sea el más atractivo de la clase significa que le vaya a gustar» se dijo a sí mismo Kaminari, tranquilizándose. Aunque todos sabemos que Denki no era el mejor pensando o dándose cuenta de las cosas, porque al decirse eso era obvio que no se había percatado del leve sonrojo en las mejillas de Yaoyorozu.

—¡Sí! Estaba aquí con su familia, por eso no pudo venir, pero les mandó saludos —Momo estaba que irradiaba felicidad—. ¡Oh, cierto! Les traje jugo a todos, me había dado sed así que fui a comprar —agregó mientras sacaba de la bolsa un jugo y se lo iba pasando a cada uno de los presentes, quienes agradecieron la amabilidad de la chica.

Jirō, tomando su jugo, miró de soslayo al rubio a su lado, notando que se veía bastante tranquilo en contraste a cómo pensaba que estaría con la noticia de que Momo se encontró con el famoso Todoroki Shōto, pero entonces recordó que él no tenía ni idea del crush que su amiga tenía con el chico de cabello bicolor.

Y es que al parecer se le olvidó aclarar ese detalle cuando hicieron su trato. ¡Pero sólo son detalles! Nada de qué preocuparse.

Nada de qué preocuparse.

—¿Qué tal estuvo eso? —La sorpresiva interrupción de Shinsō volvió a hacer que diera un respingo, aunque por suerte no botó nada de jugo.

—¿Qué cosa? —preguntó sin entender bien a lo que el más alto se refería. Él, en respuesta, señaló el gran tobogán—. ¡Ahhh! ¿Eso? Estuvo fantástico, muy divertido. Tan divertido que no notas la irritante presencia del idiota que te acompañó —contestó sonriente, mirando con grandes ojos expectantes a Hitoshi.

—Oye, te escuché —dijo Kaminari interrumpiendo su propia conversación con Momo, mirando con mala cara a la chica de cabellos oscuros azulados, aunque fue ignorado rotundamente por esta.

—¿Y no da miedo?

—No, para nada —respondió sonriente—. Además, si te pones nervioso, las balsas tienen agarraderas para sujetarse, así que estás súper asegurado.

—Mmh... —Shinsō pareció comsiderar sus opciones, mirando el gran tobogán a la lejanía— . ¿Por qué no? Vamos, quiero intentarlo.

Los ojos de la joven se iluminaron ante la propuesta del pelilavanda, poniéndose rápidamente de pie para ir con él hacia el lugar. Sin embargo, antes de irse sus oídos pudieron captar el sonido de las risas de Kaminari y Yaoyorozu mezclándose, por lo que giró a darles una fugaz mirada de mera curiosa, recibiendo la agradable sorpresa de que su amiga se veía bastante cómoda ante la presencia del rubio.

Quizá, después de todo, esta salida haya sido una muy buena idea.

—¡Gracias a todos por venir! La pasé muy bien —Kaminari sonrió alegre y abrazó con fuerza a los chicos que estaban a su lado, siendo estos Kirishima y Bakugō—. Lástima que no los vea mañana a ustedes, par de suertudos.

—Sería bueno que hubiera sido suerte —respondió el pelirrojo sonriendo divertido ante la imagen de su novio zafándose del abrazo con brusquedad—. Tuve que matarme estudiando, pero todo sea por dormir hasta tarde y poder ir de viaje con Bakugō.

—¿De viaje? ¿Y adónde se van? —preguntó una interesada Mina, acercándose a ellos junto a su novio.

—La mamá de Bakugō me invitó a ir con ellos a la playa... Usualmente van todos los veranos, tienen una casa all- —De repente, Eijirō fue callado por la mano de Katsuki, quien le tapó la boca para que dejase de hablar demás, aunque ya era demasiado tarde; sus amigos ya lo estaban mirando feo.

—¿En serio tienes una casa de verano allá y no nos invitaste? Qué feo, Bakugō, aunque era de esperarse de ti —murmuró Denki fingiendo tristeza, limpiándose una lágrima de cocodrilo.

—Bah, ¿para qué los invitaría? Ustedes sólo harían desastres. Además, no es mía, es de mi mamá —Kirishima rodó los ojos ante su absurda excusa. ¿No era lo mismo al fin y al cabo?

—Huh, seguro no es tan bonita y le da vergüenza invitarnos... —murmuró Sero a la chica de cabello rizado lo suficientemente alto como para que Katsuki lo oyera, siendo esa la intención.

—¡¿Eh?! ¡¿Qué dijiste, imbécil?! ¡Mi casa es la más bonita de todo puto Japón! ¡Ya verás, el próximo verano la verán y admitirán que es la mierda más preciosa de toda la playa! —El rubio, molesto y rojo de la ira, tomó de la mano a su novio—. ¡Kirishima, nosotros nos vamos por acá! —exclamó como solía hacer, arrastrando al pelirrojo por una calle que doblaba a la izquierda.

—¡Adiós chicos! Espero verlos pronto, gracias por la invitación —Y así se despidió un feliz Eijirō antes de desaparecer por la calle en la que fue arrastrado.

Jirō permaneció callada en todo ese trayecto por el simple hecho de no estar acostumbrada a ese grupo. Y es que, sí, Mina podía ser una de sus mejores amigas, pero al momento de tener que compartir con los mejores amigos de esta tenía complicaciones. ¡Era tan raro! Por ejemplo, Bakugō gritaba mucho y le daba la sensación que cualquier cosa que le dijese lo haría enojar, aunque por lo que acababa de ver, los otros no temían en provocarlo.

—No entiendo cómo siempre cae con eso —Sero rompió con esa frase, riendo—, pero al menos ahora ya estamos oficialmente invitados a su casa en la playa. Lástima que tengamos que esperar un año entero para ir... —Rascó su mentón, una pequeña gotita de sudor deslizándose por su sien.

—Yo creo que ya sabe porqué lo hacemos, y lo hace a propósito —agregó Kaminari encogiéndose de hombros—. Digo, él se da cuenta de las cosas muy fácil...

—Nah, yo creo que de verdad el carácter a veces le puede a su inteligencia —Ashido soltó una pequeña risita tras decir eso, y seguido miró a la joven a su lado—. ¿Por qué tan callada, Kyōka?

—No, por nada... —La chica de cabello oscuro se encogió de hombros—. Sólo estoy cansada, eso es todo.

—Ah sí, yo igual —dijo Kaminari tallándose un ojos y bostezando—. No venía hace tanto a la piscina que he quedado agotado...

—¡Ay, chicos! —exclamó Ashido de repente, sorprendiendo a los presentes—. Ya me he pasado la calle, ¡qué tonta! Bye bye, nos vemos mañana.

—Te acompaño, ya es tarde —propuso Sero, a lo que ella asintió—. Fue un día muy divertido, chicos, hasta mañana —Se despidió el pelinegro sonriéndoles antes de volver con su novia para devolverse por el camino ya recorrido.

El rubio continuó el trayecto en silencio junto con la más baja, ninguno se atrevió a decir algo para interrumpir el silencio por unos momentos. Para desgracia de ambos, vivían muy cerca, por lo que debían recorrer practicante el mismo camino juntos.

—Se ve que la pasaste bien con Shinsō, y pareció que le agradaste mucho a él —Kaminari decidió hablar, iniciando una calmada conversación—. Aunque al principio te costó, empezaste a ser tú misma y fue otra la historia. ¿Ves? Qué hubiera sido de ti sin mí allí —agregó con aires de grandeza, inflando su pecho y alzando su barbilla.

—Cállate mejor —respondió Jirō de mala gana y mirándole con cara de pocos amigos, aunque tras un suspiro relajó el semblante—. Pero tú también lo hiciste bien con Momo, ella se veía muy cómoda y divertida contigo.

—¿Verdad que sí? ¡Ahhh! ¡Se sintió tan bien! —El chico posó ambas manos en sus sonrosadas mejillas—. Ella es tan linda, en serio no entiendo cómo es tu amiga.

Y qué manera de arruinar el ambiente.

—No tienes remedio... —Jirō puso los ojos en blanco, y agradeció que su casa estuviera a sólo unos pasos de distancia—. Todo un día contigo ha sido agotador... debo descansar para reponer las neuronas que se murieron por respirar el mismo aire que tú —murmuró con voz monótona y cansada la joven, deteniéndose frente a la residencia "Jirō".

—¡Ey, ni que fuera para tanto! —reclamó molesto el rubio, algo ofendido. Ella tan sólo le mostró el dedo de al medio como despedida, a lo que él respondió sacándole la lengua—. Adiós, marimacha.

—Hasta mañana, imbécil —dijo ella antes de cerrar la puerta sin mirarlo una última vez.

Kaminari, tras mirar la casa con curiosidad por unos segundos, siguió su camino para descansar ya que al día siguiente debía levantarse temprano, y tenía la idea de que sería un gran día.

Pero no se imaginaba lo que realmente le esperaba.

ESCRIBÍ 4000 PALABRAS EN UN DÍA, MARICA NO ENTENDÍ. El súper dotado xddd ahr mentira, qué fome.

Gracias a todos por leer, muchos corazones gays pa ustedes 💕 ily bbs, tengan un lindo día/tarde/noche.

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