32. LA FAMILIA (NUEVO)

➹ ੈ♡CAPÍTULO TREINTA Y DOS➹ੈ♡
↳❝¡Dios mío! ¿Estás pensando lo mismo que yo?❞

TERRY SILVER QUERÍA GANAR EL TORNEO a toda costa, así eso implicara hacer trampa. No iba a permitirse ser derrotado por segunda vez delante de Daniel LaRusso, ya estaba harto de recordar el momento en el que su alumno estrella, Mike Barnes, perdió el torneo, y con él su oportunidad de convertir Cobra Kai en una franquicia millonaria.

Y ESA ERA LA RAZÓN POR LA QUE BUSCABA a la campeona del torneo All Valley, y ella era Valerie Diaz. Silver tenía un don para intuir el futuro, y eso le permitió saber que la técnica, pasión y destreza de esa chica la llevarían a la gloria, incluso más que Nichols. Al verla pelear salvajemente en su dojo, él se vio reflejado en los movimientos y ataques. La técnica de combate era impecable, de una verdadera cobra.

Después de la imprevista pelea con Nichols, le había hecho a Kreese que trataría de conseguir a Diaz para su equipo, sin importar el costo, y eso era lo que hacía con su auto lujoso fuera de la preparatoria de los jóvenes karatecas hasta que divisó a su objetivo.

—Señorita Diaz.—llamó, captando la atención de la castaña que pasaba por ahí.—Es grato verla, otra vez.

Ella parpadeó dos veces, incrédula, por unos segundos. La chica se detuvo abruptamente frente al sensei de Cobra Kai, y se cruzó de brazos, demostrando que no le intimidaba en absoluto.

—No puedo decir lo mismo, señor.

—La franqueza.—intuyó el hombre, con una sonrisa.—Una de las cualidades que más aprecio.

—No creo que esté aquí por mi franqueza, ¿cierto?—Valerie sabía que la visita de Terry no era casualidad, como nada de lo que hacía Cobra Kai.—Así que, díganme, ¿qué es lo que está buscando?

—A usted, Valerie Diaz. Quiero que vuelva a Cobra Kai como su única y verdadera campeona.

Decir que ella se quedó helada por la petición del hombre sería quedarse corto. Sintió cómo se le erizó todas las partes de su cuerpo, incluyendo la punta de su cabello. No se esperó, para nada, esas palabras. ¿Ser la campeona de Cobra Kai? Valerie no recordaba haberlo sido, porque ella no era la campeona de un dojo, sino de su sensei, Johnny Lawrence, al cuál consideraba un padre.

Además, le era extraño que Silver le pidiera ser su campeona cuando tenían a nada más que a la bravucona de Tory Nichols, quién no dudaría en destrozarla en el torneo como venganza por haberla superado en un simple entrenamiento delante de sus compañeros.

Silver frunció el ceño cuando escuchó las risas de la castaña, como si se tratara de una broma.

—¿Ha perdido la cabeza? Mi respuesta es y será un rotundo no.

—¿Incluso si puedo pagar los estudios de su hermano?—Touché, Silver. Acababa de dar en el clavo.—Él quiere estudiar en Stanford, ¿no es así? Y usted también. El dinero no es problema para mi.

Lo único que a Valerie le preocupaba era que su hermano no entrara a la universidad de sus sueños. Ella podía aceptar estudiar en cualquiera, o simplemente no hacerlo por los temas económicos, pero Miguel, no.

Sin embargo, no aceptaría nada de ese hombre mentiroso.

—No va a comprarme. Mi lealtad por mi sensei y mi dojo vale más que cualquier cosa que me ofrezca.

—¿Lo está diciendo en serio?

Valerie asintió con la cabeza, —¿Le parece que bromeo, señor?

—Su lealtad hacia Johnny Lawrence es admirable.

—Y también irrompible.—agregó, sorprendiendo al hombre por su convicción.—Tal vez sus estudiantes jamás conozcan ese término.

Terry pasó la mano por sus labios, ocultando su expresión de dolor ante la suposición de aquella muchacha. Sus palabras eran un arma de doble filo, pero él sabía tratar con ese tipo de personas. No negaría que ella le recordaba a su estudiante de Cobra Kai favorita, Amelia Carter.

El carácter de Amelia era demasiado especial, sin embargo, al momento de pelear contra su oponente, demostraba esa rebeldía y valentía que la representaba al momento de abrir la boca para refutarlo.

Silver sonrió un poco, tras recordar que Amelia y Mike Barnes tenían un hijo, el cuál trataría de reclutar a Cobra Kai, lo más antes posible para el torneo All Valley. Sabía que Amelia no se negaría en absoluto a la idea de que su hijo continuara con su legado y sus días de gloria, pero por el lado de Mike, no conocía sus sentimientos al respecto.

—Está tomando la decisión equivocada, Diaz, y se arrepentirá tarde o temprano.

—¿La está amenazando, anciano?—Demetri, al lado de Eli Moskowitz, se mostró firme sin temor alguno, aunque por dentro, quería llorar. Valerie le sonrió.—Valerie es nuestra chica, y si se mete con ella, se mete con todos, ¿oyó?

—Debería irse, sensei.—le siguió Eli.

Terry Silver pasó una mirada fugaz en los muchachos manteniendo una ceja alzada, antes de regresarla a su objetivo.

—Aún tiene tiempo para pensarlo.

—Ya le di mi respuesta definitiva.—dijo con un tono seguro y una postura imponente. Silver apretó los puños de impotencia.—No me uniré a su dojo.

—Ya la escuchó. ¿Qué espera para irse?

Demetri no toleraba la manera en la que su mejor amiga se ponía incómoda por la situación, y haría lo que sea para defenderla y cuidarla como ella siempre cuidaba de él, incluso sintiendo un poco de miedo por Silver.

El hombre asintió con la cabeza, dando entender que la había quedado claro la decisión de la muchacha aunque no era de esa manera, y entró a su lujoso auto para salir de ahí lo más rápido posible, dejando que Valerie volviera a respirar con normalidad, y su corazón no latiera muy rápido por la situación.

Demetri se giró hasta quedar delante de ella, y tomó sus hombros, obligándola a mirarlo, —Val Val, ¿estás bien? Ese anciano no te lastimó, ¿verdad?

—De De, estoy bien.—lo abrazó.—Gracias por defenderme, bestie.

—¿Quién más lo haría si no soy yo? No puedes confiar en nadie, Valerie, solo en mí.

—Y en mi también.

Rápidamente, los ojos marrones de Valerie recorrieron hasta toparse con Eli Moskowitz, el chico que amaba, ofreciéndole una sonrisa forzada. Al verlo, no podía evitar pensar en aquel beso con Robby Keene, quién había sido el que ocasionó la pérdida de confianza en él al cortarle el mohawk.

¿Por qué le respondí el beso? Solía ser la pregunta que ocupaba gran lugar en su cabeza últimamente. Nunca sintió ningún tipo de sentimientos románticos por Robby, y tampoco los tenía ahora, sobre todo, conociendo que era el ex de su mejor amiga, Sam, y el culpable del accidente de su hermano.

Robby representaba todo el dolor que tuvo que soportar, y aún así, lo besó.

—Gracias.—meneó la cabeza, tratando de olvidar su sentimiento de culpa, pero no fue así.—Yo necesito ir al baño. Nos vemos en el almuerzo.

La latina no esperó ninguna respuesta, ya que al terminar de pronunciar dichas palabras, desapareció del lugar. A pesar de odiar con todas sus fuerzas hacer algo así, era lo que necesitaba para despejar y esclarecer sus ideas con respecto a sus malas decisiones últimamente con Robby y todo el mundo.

Luego de ser inspeccionada por los guardias de la puerta de la escuela, encontró a Sam LaRusso, frente a su casillero, observando cada segundo la puerta principal, como si estuviera esperando la llegada de alguien. Y fue donde lo recordó: El regreso de Tory.

Cuando escuchó que Sam, con influencia de sus padres, dejaría que su agresora volviera a la escuela, su único lugar seguro lejos del drama del karate, no tardó en sentir admiración por la valentía y fuerza que tuvo. Samantha se volvía, poco a poco, en un ídolo para ella.

—Eres demasiado evidente, LaRusso.

La ojiazul cerró su casillero, delicadamente. Y acto seguido, apoyó su espalda sobre el, logrando mirar a los ojos a Valerie, la única que podía entenderla.

—No puedo evitarlo.—Sus ojos demostraban lo cansada que estaba, y no físicamente, sino en un estado emocional.—Saber que estará aquí me genera malestar. Es irritante.

—Solo demuéstrale que ya no le temes.

—Es lo que haré.—Sam le guiñó un ojo y se rió. Y decidió ser una buena amiga, y preguntar por ella.—¿Ya supiste lo de torneo femenino?

Valerie suspiró con pesar, —Es una gran mierda. ¿Por qué siguen subestimando a las mujeres? Dios, estamos en el siglo XXI.

Sam asintió. Todo sería mejor si hubiera un solo campeón de todo el torneo, en lugar de dividirlo en dos categorías.

—Seremos rivales y no quiero eso.

—Yo tampoco, Sammy.—bajó la cabeza, apenada.—Al menos no después de todo lo que pasamos para llevarnos bien y no pelearnos.

Ambas se rieron al mismo tiempo. Para llegar a ser amigas, habían atravesado un camino lleno de baches y rocas, anteriormente. Sin embargo, ahora eran adolescentes más maduras que trataban de ver el lado bueno a los acontecimientos de la vida, y que sabían lo importante que eran la una para la otra.

El balance perfecto.

Así lo llamaba Daniel LaRusso.

—Seguiremos siendo grandes amigas, sin importar lo que suceda en el torneo, ¿verdad?

Con seguridad, la castaña sostuvo las delicadas y hermosas manos de Sam, regalándole una sonrisa sincera.

—La pregunta ofende, Samantha.—aclaró.—Ambas acabaremos con las chicas cobras en nuestra división.

—Cuenta con ello.

El odio de Sam y Valerie por Cobra Kai era más grande de lo que se podían imaginar. Las cosas que ellas habían tenido que pasar por los miembros de ese macabro dojo, solo las llenaban de ganas de venganza y justicia.

Robby es de Cobra Kai.

Le recordó su conciencia, reproduciendo, a la par, el beso apasionado que tuvo con el rubio. Su corazón comenzó a latir más fuerte de lo normal, y un sentimiento de culpabilidad se apoderó de ella frente a Sam.

¿Cómo podía jurarle amistad eterna y sincera si se había comido a su ex?

Enseguida, soltó abruptamente las manos de Sam, sorprendiéndola por el repentino cambio de actitud de su mejor amiga.

—¿Valerie?—Sam trató de obtener su atención, y encontrar su mirada perdida.—Estás pálida. ¿Sucede algo?

Sé sincera.

—Pasó algo romántico entre Robby y yo.—explicó, pero al notar que Sam no comprendió como ella esperaba, tuvo que especificar.—Nos besamos, Samantha.

El rostro de la ojiazul representaba una alto grado de confusión con la confesión de su amiga. En el fondo, siempre había sido consciente de los sentimientos de Robby por Valerie, pero, ¿acaso Valerie no amaba a Eli? Sam fue capaz de notar el inicio de un estado de desesperación en las facciones de la chica Diaz, y se apresuró a dar su punto de vista de la situación:

—Es algo sorpresivo.—comentó, extrañada.—Entonces, ¿él te gusta?

Sam trató de ser razonable con Valerie. Aunque de igual manera, no iba a pretender que le agradaba la idea de que ella se hubiera besado a su ex, pero  también supuso que era el maravilloso karma haciendo presencia después de meses.

Ella quiso a mucho a Robby, sin embargo, nunca fue él. Le gustaba la manera en la que Robby siempre la cuidaba y se preocupaba por ella, y tal vez eso hizo que confundiera amor con amistad. Pero aunque trató de amarlo, no lo consiguió porque era Miguel, el dueño de su corazón, al cuál lo denominan el primer amor.

Y lo supo muy tarde, específicamente, cuando lo volvió a ver en la pista de patinaje con otra chica, que era nada más ni nada menos que con la tuvo un altercado en la piscina por su comportamiento. ¿Cómo Miguel puede estar con alguien así? Le jodió tanto.

—No me gusta Robby, Sam.—le respondió ella, liberándola de sus pensamientos. Sam suspiró.—Él casi mata a mi hermano y lastimó a Eli, ¿Cómo podría tener sentimientos por él?

—¿Y por qué lo besaste?

Valerie sintió muchas ganas de llorar por no entender lo que sentía o la manera de explicarlo.

—No lo sé, Sam, no sé que pasó por mi cabeza en ese momento. Pero te puedo garantizar que yo no tengo ningún sentimiento por Robby.

—Oye, está bien.—Al notar los ojos lagrimosos de la castaña, volvió a sostener su mano.—Nada es más importante que nuestra amistad, ni siquiera un chico.

—Sé que te molestó, Sam.

—Te equivocas. Solo es un poco raro.

—Lo siento.—se disculpó al instante.

—No te disculpes, Val. Todo está bien.

Valerie volvió a sentirse aliviada, y no tardó en abrazar a Sam con todas sus fuerzas. Por un momento, pensó que perdería esa bella amistad que tanto le costó formar, y la cuál nunca quería romper. Sam se había convertido en algo más que su amiga, era como su hermana.

Lamentablemente, el abrazo entre las muchachas se tuvo que romper cuando escucharon varios murmullos de sorpresa de los estudiantes en dirección a la puerta central, y eso solo indicaba una cosa; Tory estaba aquí.

En cuestión de segundos, el semblante de Sam se endureció y no tardó dirigirse al encuentro de la rubia. Valerie no sintió ningún tipo de preocupación porque sabía que Sam tenía todo bajo control, era capaz de controlar su ira y ser más astuta que Tory.

Los ojos verdes de Tory se encontraron, primero, con la mirada de odio intenso de Valerie, pero al recordar la gran paliza que le dio el día anterior, cambió de dirección, encontrándose cara a cara con la persona que más detestaba; Sam LaRusso. Contrólate, Tory. Piensa en Brandon y en mamá.

A pesar de todos los conflictos con Samantha, ella no conseguía evitar sentirse agradecida por dejarla volver a  la escuela, y se lo haría saber. Incluso si significaba tragarse su orgullo, de nuevo.

—Sé que me dejaste volver, LaRusso.—Le costaba ser amable con ella, pero igual trataba.—Así que debería...

Sam no toleró más "mentiras" por parte de su bravucona, y prefirió dejar las cosas en claro.

—No sé cuál es tu juego esta vez, pero no te tengo miedo. No tienes el control aquí, lo tengo yo.—espetó, con superioridad. Esa es mi chica.—Puede que mis padres se traguen tus cuentos, pero si me llegas a mirar raro, te patearé el trasero por tercera vez.—se inclinó ligeramente a Tory.—Iré por ti, perra.

Tory no dijo nada más, solo la observó con un sentimiento de odio indescriptible por aprovecharse de su ventaja para devolverle la jugada, pero si ella quería jugar de esa manera, así sería.

Por otro lado, Sam regresó hasta donde estaba su amiga, con una sonrisa autosuficiente, y pasó un brazo por su hombro, para encaminarse a su clase compartida.

—¿Qué tal lo hice?

—Estuvo súper. Hasta yo te tuve miedo. La perra de Tory ni se atreverá a mirarte.

—Eso funcionará por ahora.

LO MEJOR DEL HORARIO ESCOLAR DE ese día era el debate acerca de la pena de muerte, un tema muy controversial, y deseaba escuchar los argumentos de los estudiantes para defender su postura. Cuando llegó al auditorio, logró divisar a Miguel y Bert sentados entre los pocos adolescentes que se inmutaban en estas actividades, y caminó hasta ellos para encontrar un asiento.

—Muchachos.—saludó en voz baja.—Díganme que no llegué tarde.

—El debate inició hace unos diez minutos.

—Ay, no puede ser.

Miguel recostó su cabeza en el hombro de su hermana, —No te has perdido de mucho, Val.

La castaña sonrió ante la acción cariñosa de su mellizo. Últimamente, sobre todo después del ataque de Cobra Kai en el establecimiento de tatuajes, Miguel era demasiado sobreprotector con ella, como si se sintiera responsable de no haber estado para defenderla, a pesar de que Valerie jamás lo culpó. Y digamos que ella no detestaba las muestras de amor de su hermano.

Val no apartó la mirada de los jóvenes del debate, ni su atención de los buenos y elaborados argumentos. Valerie se sorprendía de la elocuente manera en la que hablaban, ella no podría hacer algo así sin desmayarse antes.

De repente, la chica sintió cómo alguien tocó su brazo. Y cuando giró para encarar a esa persona, se dio cuenta que era nada más que su amado sensei, lo que primero la alegró, pero después la asombró.

—Sensei, ¿qué lo trae por aquí?

—¿Qué hace aquí?—Miguel no ocultó su sorpresa, al igual que Bert.—Creí que el debate era para freakys.

Val frunció el rostro por lo que escuchó. Ella amaba los debates y estaba segura que no era una freaky.

—Lo es, por eso nos iremos. Ustedes tienen razón, no nos rendiremos a la división de chicas. Por eso, pensé diferente.

Menos presión sobre mi.

Johnny le entregó una mochila negra a Miguel, y Valerie deseaba saber que era lo que contenía, sin embargo, olvidó silenciar su teléfono y recibió un mensaje de Eli Moskowitz. La castaña sintió cómo los presentes la observaron con cierta incomodidad por interrumpir su extrema concentración.

Ella murmuró un lo siento mientras abandonaba su asiento para ir en busca de su ex novio, quién la necesitaba con urgencia. Antes de irse, observó que su hermano sacaba una peluca de la mochila que le entregó Johnny y supo que su idea de pensar diferente sería una basura y cómica. 

De alguna manera, su corazón le decía repetidamente que no debería acercarse a Eli por el sentimiento de culpa por haber besado a su enemigo. Ella lo amaba más de lo imaginaba, y tan solo pensar que anoche besó a Robby Keene le daba una sensación de repulsión.

Valerie respiró una y otra vez deseando que lo que Eli Moskowitz quería hablar con ella no sea nada relacionado con su beso prohibido con Robby Keene. La única que lo sabía era Samantha, y Val confiaba en ella totalmente.

O tal vez fue Robby.

Posiblemente, el beso era un plan de Axel y Tory para destabilisar a Valerie y Eli antes de la competencia. Suena algo planeado por ellos. La rubia deseaba destruirla más que nunca por haberla vencido en su propio dojo y era obvio que su novio psicópata la ayudaría.

—¿Eli?—lo llamó cuando lo encontró sentado en una banca en el parque más cercano de la escuela. Él la miró con una sonrisa leve.—¿Todo está bien?

¿Él lo sabe?

Con temor, ella se sentó al lado de Eli, esperando oír la razón por la que necesitaba hablar urgentemente.

—En realidad, no lo sé.

—¿No lo sabes?

—Tomé una decisión difícil.

—¿De qué hablas, Eli?—quiso saber.

El chico la miró directamente a los ojos, consiguiendo que todo el cuerpo de la castaña se erizara. Ella trató de recuperar su normal ritmo cárdiaco.

—Me uniré a Miyagi-Do, Val.

—¿Qué?—La confesión la impactó.

—Lo lamento, pero quiero encontrar mi propio equilibrio. Ya no quiero ser el mismo de antes.

—Eli, no lo eres.

—¿Y si vuelvo a serlo? Quiero aprender el otro lado del karate.—la manera en la que lo decía era tan desesperada que Val tuvo la necesidad de abrazarlo. Él tenía miedo de volver a decepcionar a todos los que quería convirtiéndose en alguien despiadado.—Lamento traicionarte de nuevo.

Valerie Diaz negó con la cabeza, sin soltar el abrazo.

—No me estás traicionado. Ni a mí, no a nadie.

—Estoy abandonando el dojo del sensei Lawrence.

—¿Y?—agregó.—¿Qué importa lo que piense él o los demás? Solo interesa cómo te sientes tú con tu decisión. Yo estoy orgullosa de ti y siempre, siempre te apoyaré, Eli Moskowitz.

—Gracias, Valerie Diaz. Eres mi estrella.

Y ESTOY FELIZ DE QUE HAYA ENCONTRADO su propio camino.

Era temprano por la mañana y los mellizos Diaz tenían una pequeña plática acerca de la decisión de Eli Moskowitz de unirse a Miyagi-Do bajo el mando de Daniel LaRusso, el actual amienemigo de su sensei. Valerie le contaba a su hermano acerca de su perspectiva de la noticia y esperaba saber la suya.

—Halcón merece estar tranquilo después de todo lo que pasó.

—¡Exacto, Micky! Es lo mismo que pensé.—Valerie sonrió por la positiva actitud de su hermano, pero luego su sonrisa desapareció cuando sintió un fuerte tirón en su brazo mientras estiraba en la sala.—Diablos, eso dolió. ¿Ya podemos detenernos, Miguel?

—Aún no, Val. No seas floja.

La castaña no ocultó su indignación por el adjetivo calificativo de su hermano. En ese momento, apareció su madre y al observarlos en su rutina de estiramiento, comentó lo que pensaba sobre la excesiva mentalidad de superación de su hijo.

—Miguel y Valerie, están en eso desde las seis de la mañana. Es mucho estiramiento.

Valerie dejó de copiar los movimientos de su hermano y se tiró en el sofá, totalmente agotada.

—Díselo a este loco.—señaló a Miguel, quién le sacó la lengua.—Se obsesionó con el calentamiento.

—El torneo es un mes. Y el sensei nos exigirá al máximo.

—Ay, es cierto.—señaló Val con pesadez.

—¿Y eso les gusta?

—No.—contestó rápidamente la chica.

—Si, me gusta.—respondió al unísono Miguel. Y luego de escuchar a su hermana, la miró con una ceja alzada.—No me sorprende tu respuesta. Pero deberíamos entrenar más para vencer a Tory en el All Valley.

Ella alzó los hombros restándole importancia.

—Ella es la que debería entrenar más.

—Tan confiada, hermanita, como siempre.

—Y tú tan tonto, hermanito, como siempre.

—¡Oye!

Valerie le sonrió en modo de disculpa, al mismo tiempo que su madre abría la puerta de la casa dejando entrar a Johnny Lawrence. El rubio estaba ahí para recogerlos y llevarlos al dojo para su entrenamiento intensivo y diario antes del torneo All Valley. Y aunque Valerie no lo admitiría, también necesitaba entrenar más de la cuenta.

Conocía a Tory y sabía que ella no pararía hasta verla en suelo, derrotada. Una de las cosas que más admiraba de Tory Nichols era su perserverancia, y no deseaba que eso le jugara en su contra.

—Tus estudiantes están listos para un entrenamiento intenso.—dijo su madre con una linda sonrisa.

—¿Ah, si? Ya lo veremos.

Valerie se levantó del sofá para colocarse su mochila de entrenamiento, pero cuando se la iba a colocar, notó que le faltaba su gran botella de agua, y clavó su mirada en su mellizo.

—Miguel, ¿donde está mi botella?

—La olvidé en el auto junto con la mía.

—Las llaves están en mi habitación.

—Bien.—asintió Val.—Si las encuentro primero, me quedaré con tu botella.

—¡Hey, no!

Miguel corrió detrás de su hermana, quién ya había iniciado la carrera al cuarto de su madre a buscar las llaves d auto. Cuando los mellizos plantaron su mirada en las llaves que se encontraban encima de la mesita de su madre, ambos intercambiaron una mirada y se abalanzaron sobre ellas.

El latino aprovechó su fuerza y ventaja para empujar a su hermana tan fuerte que logró que se cayera de espaldas contra la cama de su madre, haciéndola quejarse del dolor, —¡Miguel!

—¡Valerie, lo siento tanto!

—Ayúdame, imbécil.—ella alzó los brazos en señal de ayuda.

Valerie se sujetó de los brazos de su hermano para poder recomponerse, sin embargo, en ese acto, la almohada de su madre cayó al suelo dejando ver una cinta muy particular. Miguel la recogió y la observó por unos minutos tratando de comprender por que razón estaba ahí.

—¿La cinta del sensei? ¿Por qué está aquí?

Por Jesús, María y José.

—¡Dios mío! ¿Estás pensando lo mismo que yo?—la castaña sintió que se le salía el corazón por la boca.

—El sensei y mamá...

—..., se están comiendo—terminó ella.—Santa Mierda, ¿cómo es posible?

—No seas obscena, Valerie. Están saliendo, no se están comiendo.

Val alzó una ceja, —¡Claro! Y la cinta del sensei estaba en la cama de mamá porque quiso coserla, ¿no?—Miguel suspiró, ella tenía razón.—¡No seas tan ingenuo!

—Trato de no pensar en eso, Valerie, y no me ayudas.

—Lo siento. También es nuevo para mi.

—Quiero una explicación de mamá y el sensei.

—Después de ti, hermano.—señaló a la puerta. Ella estaba de acuerdo con él en  todo sentido.

Ambos salieron de la habitación y encontraron a su madre hablando de manera extraña con su sensei. En otras ocasiones, ella había supuesto que tenían una relación amical, pero ahora era obvio que no sucedía eso.

—Sensei.—habló Miguel frunciendo el ceño.—Creemos que esto es suyo.

—¿Lo quiero de vuelta o lo volvemos a poner en la cama de mi madre?

Johnny y Carmen intercambiaron una mirada poco relajada. Ya era momento de decirles la verdad, aunque no fue a la manera en la que ellos tenían pensando. La madre de los mellizos los invitó a sentarse en el sofá juntos, y Johnny y ella se sentaron en el que estaba al frente.

La situación era demasiado incómoda. ¿Cómo podrías estar bien si tu sensei estaba saliendo con tu madre? Valerie quería saber desde cuando pasaba eso, si recordaba que Johnny estaba tratando de impresionar a su ex novia de su adolescencia, tanto así que tuvieron que tomarle fotos en museos y comiendo sushi.

¿Lo de su madre sucedió al mismo tiempo que Ali?

—Queremos hablar con ustedes...

—Esta es...

Valerie se rascó la nuca cuando notó la descoordinación de Johnny y Carmen por hablar.

—Habla tú.—sugiere Johnny.

—No, tú.

Incluso pelean como pareja.

Nadie dijo nada. Era un total e incómodo silencio.

—¿Y bien?

—Su madre y yo.... hacemos eso.

Miguel abrió los ojos, sorprendido, por el término del sensei. Por otro lado, Valerie quiso reírse por el nerviosismo de Johnny. Y bueno, Carmen lo miró un poco incómoda por las palabras escogidas por su novio.

—No, es más que eso.—corrigió.—Verán, cuando dos personas..., cuando dos personas se atraen...

—Entendemos. Están saliendo.

—Si. Ya no estamos en jardín de niños para que nos hablen de esa manera. Miguel ya tiene novia.

El último comentario lo dijo con un tono de burla que pasó desapercibido.

—No queríamos que se enteraran así.

—Si, buscábamos el momento y lugar  indicado. Queríamos llevarlos a un buen restaurante y darles la noticía en lugar bonito. Una cafetería o hamburgesería.

—Chicos, ¿están bien?—quiso saber su madre.

—Si, estoy bien.—alzó los hombros.—Ah, eso creo. Sorprendido, pero tampoco supersorprendido. Yo hubiera escogido a alguien con mejor comida en su nevera, pero el sensei es un buen sujeto. Si eres feliz, yo soy feliz.

Las miradas se centraron en Valerie.

—Cuando dije que consideraba al sensei como una figura paterna, no me refería a que tenía que salir con mi madre.—se burló.—Pero, estoy de acuerdo con esta relación. Mamá está muy feliz, y el sensei también, y solo me importa eso.

—Si, lo somos.

—Somos felices.

Valerie y Miguel sonrieron incómodos. Aún no se acostumbraban a la relación,  pero no serían un obstáculo para su madre, solo la apoyarían. Ellos se leventaron del sofá cuando vieron la oportunidad de ahorrarse la situación y fueron a buscar sus botellas de agua, mientras que hablaban sobre lo extraño que sería ver a su madre besarse con el sensei en las cenas familiares.

—Da igual, ¿sabes? El sensei es mejor que ese hijo de perra de Graham.

—Es cierto, Val.

—Si el sensei lastima a mamá, me encargaré de incendiar su auto.




HOLAA, REINAS <3 ¿cómo están?

sé que me demoré un montón para la actualización, pero ya volví lista para cerrar el acto 4 <3

📍OPINIONES DEL CAPÍTULO📍

¿les gustó el capítulo? sam no se molestó por beso de robby y val. y ahora los mellizos ya saben de la relación de su madre con johnny. ¿val y eli estarán juntos? el próximo capítulo es previo al baile, ¿qué creen que suceda?



TEORIAS Y SUGERENCIAS👉

síganme en mi tik tok donde publico spoilers, edits de mis borradores

LAS AMO






























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