30. LA COBRA REAL (NUEVO)
➹ ੈ♡CAPÍTULO TREINTA➹ ੈ♡
↳❝Puedo jugar sucio y sin piedad. No olvides que estuve en Cobra Kai más tiempo que tú.❞
—VEAMOS LA REPITICIÓN.—PIDIÓ EL RUBIO tras no saber quién había dado el primer golpe y por ende, quién iba a ganar el enfrentamiento, pero continuaba la duda.—Ve a otro ángulo.
—No hay otro ángulo.
—¿No tienen otro télefono?—insistió Johnny.
En ese momento, la mirada de Miguel Diaz se posó en Eli y Valerie entrando sl dojo agarrados de la mano. Ese podía haber sido un lindo momento y avance entre los chicos, pero no lo fue porque ambos estaban con los ojos llorosos. Y él traía puesta la capucha.
—¿Halcón? ¿Val?—Su preocupación por su mejor amigo y su melliza era evidente, y no tardó en correr hasta donde estaban.
—¡Rayos, Eli, Val! ¿Qué pasó?
Eli se quitó la capucha con la mano que tenía libre dejando ver que ya no existía su mohawk morado. Todos se llevaron una gran sorpresa al verlo de esa manera, incluido Issac, a quién solía sin agradarle. Pero, nadie sabía lo que sucedía con Valerie porque ella parecía ida, así que Johnny se acercó.
—¿Quién hizo esto?—le cuestionó a Eli, sin embargo, no dejaba de lado el rostro demacrado de Valerie.—¿Te hicieron daño?
—Fue Cobra Kai.—respondió con la voz entrecortada.—No, no me hicieron nada. Solo me llevé un gran susto, es todo.—mintió.
Johnny se enfureció demasiado.
—Si Kreese y Silver hicieron esto, pagarán.
—¡Cielos, Johnny, por favor!—Daniel se escuchaba cansado del asunto.—Kreese intentó matarte y, ¿quieres pelear contra los dos?
Mientras los senseis discutían, Miguel le hizo una seña a Sam y Demetri para que lo siguieran. El latino pasó su brazo por los hombros de Eli y Valerie dirigiéndolos hasta dentro del dojo para poder conversar lejos de los gritos de los adultos que debían ser más responsables con el asunto que se presentaba. Al llegar al dojo, Sam cerró las puertas con mucho cuidado y manteniendo un semblante molesto y preocupado. Miguel no se creía las mentiras de su melliza. Él sabía que algo más había ocurrido y que ella prefería callar para evitar más conflictos.
Disimuladamente, Valerie acomodó el vendaje de su brazo que tapaba el tatuaje. Después de que Cobra Kai se fuera, Eli buscó a Rico, su tatuador, para que pudiera limpiar la zona afectada y no tuviera una infección.
—¿Ya me dirás que te hicieron?
La castaña negó,—Ya dije que nada. Estoy bien. Solo me asusté y ya.
—Te conozco de toda la vida y sé que me estás mintiendo.—expresó Miguel tratando de transmitir tranquilidad.—También cómo sé que eres demasiado fuerte para llorar por un susto. Así que, cuéntame, Valerie, por favor.
Odio que me conozca tan bien. Valerie sollozó y lloró al sentirse completamente mal delante de sus grandes amigos y su hermano. Eli comenzó a sobar su espalda con delicadeza calmándola. Con mucho cuidado, la chica se levantó las mangas de la blusa dejando ver a simple vista el vendaje en su brazo, y rápidamente, se lo quitó, sacándole un grito ahogado a Samantha LaRusso.
Miguel estiró el brazo de su hermana, incrédulo por lo que estaba mirando.
—Hijos de perra.—murmuró arrastrando cada una de las palabras.—¿Quién fue él que te hizo esto?
—Fueron Axel y Tory.—respondió Eli.—Axel la golpeó mientras la tatuaba y perdió la conciencia. En ese lapso, le pidió ayuda a Tory, y ella accedió.
Valerie sintió una fuerte punzada en su corazón. Fue Tory. Aquella rubia que había querido tanto, y que días atrás le ofreció nuevamente su amistad, la volvió a herir terriblemente.
—Debemos decirle a Johnny. Él sabrá que hacer.
Ella negó repetidamente la cabeza.
—Ya escuchaste a Daniel, Sam. Johnny irá a buscar pelea.—espetó.—Él es mi padre. No quiero que Silver y Kreese le hagan daño.
—Entonces, nosotros nos vengaremos.—incentivó Miguel, apoyado por Sam. Demetri no parecía de acuerdo con la idea.—Esos imbéciles rompieron las reglas de no pelear hasta el torneo y los lastimaron.
Valerie sintió una gran desesperación al sentie que nadie la escuchaba. Pasó sus manos por su cabello, irritada.
—Lo mejor que pueden hacer es dejar las cosas en paz. No más problemas.
—Eli tiene razón.—dictó Demetri.
Miguel y Sam estaban con sed de venganza. ¿Cómo se atrevían a lastimar de esa manera a Valerie? Incluso Eli Moskowitz deseaba vengarse, pero sabía que Valerie no lo permitiría y al mismo tiempo, se sentía débil e inútil frente a Cobra Kai.
—Miguel.—la castaña acunó las mejillas de su hermano en sus manos.—Te amo, hermano. Y por eso mismo te pido que no hagas ninguna estupidez, ¿si? No sirve de nada buscar venganza.
El latino exhaló aire profundamente. No quería preocuparla o estresarla de más:—Si me encuentro a alguno de ellos los acabaré sin importar nada.
Miguel le había mentido a su hermana descaradamente. Estaba claro que Sam y él irán a buscar venganza contra Axel, y posiblemente contra Tory.
—Gracias, Miki.
El bello momento fue interrumpido por Johnny Lawrence, quién abrió las puertas del dojo, encontrando ahí a sus estudiantes junto con los de Miyagi-Do. El rubio Lawrence lucía un poco molesto tras la discusión con Daniel LaRusso debido al tema de Halcón y la venganza de Cobra Kai.
—Colmillos de Águila, vamos.—ordenó.—Esto se terminó. Haremos las cosas por nuestra cuenta.
Sam intercambió miradas con los mellizos. Tanto Valerie como Miguel deseaban seguir entrenando con Daniel por sus técnicas del balance, pero tampoco iban a dejar a Johnny, la persona que estuvo para ellos desde el primer momento, él era como su padre. Eli, Miguel y Valerie se despidieron de sus amigos con una sonrisa leve y siguieron a Johnny Lawrence hasta salir del dojo de Miyagi-Do y preparándose mentalmente para los próximos y pocos entrenamientos antes del torneo All Valley.
Y todo fue ocasionado por la aparición de Terry Silver en el dojo. Las cosas estaban a punto de cambiar.
—Mamá no puede verme así.—manifestó en un susurro y Johnny no la escuchara.—Lo descubrirá y se lo dirá al sensei.
—¿Y que propones, Val?
Eli alzó los hombros:—Puede dormir en mi casa por esta noche. En el cuarto de huéspedes, claro.—agregó tras notar la expresión gélida de Miguel.
—Gracias por ofrecerte, Eli.
—Le diré a mamá que te quedaste a dormir en casa de una amiga.—informó Miguel.—No apagues tu teléfono porque seguro te mandará algunos mensajes para saber cómo estás.
La castaña asintió con la cabeza. Su madre se preocuparía un poco al saber que está en una casa ajena, pero al menos contaba con el apoyo de Miguel y sabría que tranquilizaría a Carmen. Era esos momentos, donde Valerie amaba tanto tener una hermano que la apoyaba y estaba para ella. Tal vez, en el pasado, tuvieron unas grandes discusiones, pero nunca dejó de amarlo y viceversa.
—¿Sensei?—El rubio la observó.—Yo me quedaré a dormir en la casa de una amiga por esta noche. Halcón me llevará, si no le importa.
Johnny le dio una mirada de advertencia a su estudiante, que ya sabía que fue el novio de Valerie.
—Bien. Se lo diré a tu mamá. ¿Segura que estás bien? Porque si te hicieron daño, me importará un demonio cualquier trato y les patearé sus ancianos traseros.
A pesar de sus lágrimas, Valerie fue capaz de sonreírle a su padre. Si, lo había llamado de esa manera anteriormente porque era lo que sentía. Johnny Lawrence era su padre, tal vez su sangre no corría por sus venas, pero padre no es el que engendra, sino el que cuida.
—No se preocupe, sensei. Estoy perfecta como siempre.—Johnny asintió.—¿Le parece si mañana no asisto al entrenamiento?
—Bien, pero entrenarás más duro que los demás.
—Puedo con eso y más.
Valerie le dio un beso de despedida en la mejilla a su hermano y a su sensei, antes de subir al auto gris de Eli Moskowitz y dirigirse a la casa del muchacho. Ella conocía a la perfección el camino de ida y vuelta. ¿Cuántas veces habían ido juntos a esa casa para pasar tiempo juntos? Bastantes veces. Esta vez, Eli encendió la radio con un volumen moderado y condució en silencio. No estaba de ánimo para ponerse a cantar, y Valerie menos. Aún no podían creer que les hubiera pasado algo así. Ambos pensaban que eran unos completos inútiles incapaces de defenderse y Valerie no deseaba sentirse de esa manera nunca más. A ella le encantaba tener el control de su furia, de sus sentimientos. No dejaría que los imbéciles de Cobra Kai se salieran con la suya.
—¿Estás bien, solecito?—le preguntó a Eli. El chico asintió.—Quería ser de ayuda, pero en cambio, resulté ser un estorbo. Lo siento tanto.
—Tú no tienes nada de qué disculparte.—habló, convencido.—Esto no es tu culpa. Esos imbéciles están locos.
La castaña se acurrucó en el asiento, y simplemente lo miró:—No sé lo que haría sin ti, Eli Moskowitz. Eres una de las personas que son indispensables en mi vida.
A pesar de sentirse como una mierda, se le dibujó la más bella de las sonrisas en su rostro a la vez que su corazón no dejaba de brincar alegramente. Por un breve momento, posó sus ojos azules sobre la castaña que lo continuaba mirando.
—Eres mi persona, Valerie Diaz.
—¿Como Cristina y Meredith?—Hizo referencia a una de sus series favoritas.
—Mucho más que eso.
La castaña se sonrojó demasiado tras escuchar las palabras de Eli. Al parecer, habían liviado su estado de ánimo y se sentían mucho mejor que antes. Ese era el efecto que tenía uno del otro.Valerie desvió su mirada y la clavó en sus manos, sin esconder su gran sonrisa hasta llegar a la casa de los Moskowitz.
Eli estacionó su auto, y bajó primero para abrirle la puerta a su ex-novia como todo un caballero y después entrar a la casa y guiarla al cuarto de huéspedes, donde dormiría ella por esa noche. Aquella habitación nunca era usada porque, sinceramente, Eli y su madre no eran personas que solían recibir muchas visitas. La única persona que había recurrido bastante a esa casa era Valerie Diaz cuando era la novia de Eli, y ella prefería dormir en la cama de su novio, junto a él, o a veces, no dormir.
—¿Necesitas algo para dormir? Tal vez, te puedo prestar una camiseta o algo.
Ella se giró y negó con la cabeza.
—Ya hiciste mucho por mi, Eli.—aclaró, tranquilamente.—Y te lo agradezco mucho.
—No debes agradecer. Haría lo que sea por ti.—se sinceró, y juraba que las ganas de besarla aumentaban más cada vez.—Buenas noches, Valerie.
La castaña se acercó un poco más a él, se paró de puntitas para llegar hasta su rostro y depositó un beso en la mejilla del muchacho. Cuando se alejó, notó que Eli mantenía una sonrisa y la miraba con una expresión maravillada.
—Buenas noches, Eli.
Luego de cerrar la puerta, Valerie comenzó a pensar en la manera en la que Eli Moskowitz trataba de fingir que no le dolía que Cobra Kai le haya cortado su mohawk solo para no preocuparla, y debido a eso, la chica Diaz preparaba su gran venganza, una donde nadie tendría ganas de meterse con ella de nuevo. En realidad, no quería que nadie volviera a dañar a alguien que amaba. Entre tanto pensar, poco a poco, el cansancio le fue ganando hasta que cayó en los brazos de Morfeo. Sin embargo, aún en sus sueños, le aterrorizaba el hecho de no haber ayudado a que lastimaran a Eli.
Ella observó cómo los Cobra Kai sostenían cruelmente a Eli en contra de su voluntad, mientras Robby Keene empezaba a cortarle su preciado mohawk morado con una cuchilla, seguido de las burlas de Tory Nichols.
—¡No lo toquen, infelices!—gritó, pero nadie parecía escucharla, a excepción de Axel, quién se giró y la miró con desdén.
Una sonrisa de superioridad se apoderó del chico Deveroux.
—¿Y qué esperas, Diaz? Salva a tu noviecito.
Valerie trató de moverse, pero no lo lograba. Era como si no tuviera el control de su propio cuerpo. Solamente podía hablar y ver lo que sucedía. De inmediato, comenzó a llorar de impotencia de no poder defender al chico que amaba.
—¿Qué me hiciste? ¿Por qué no puedo moverme?
—No te hice nada.—le espetó.—Tal vez no puedes moverte porque eres una cobarde incapaz de ayudar a su novio.
Valerie Diaz se levantó del sueño rápidamente soltando un grito ahogado y sintiendo su respiración totalmente acelerada. No había tenido pesadillas desde el accidente de Miguel, y ya pasaron más de seis meses. Mientras trataba de recuperar el aliento, notó que alguien se acercó a ella.
—¿Estás bien, Valerie?
Eli le ofreció un poco de agua en un vaso.
—Si, solo fue una estúpida pesadilla. Ya estoy bien. No te preocupes por mí.
El chico asintió con la cabeza, mientras se disponía a regresar a su habitación para volver a dormir. En ese preciso momento, sintió que la castaña sostuvo su brazo, lo que le sorprendió demasiado, pero aún así, no retiró su brazo para nada.
—Quédate conmigo, por favor.—le pidió, y para él, fue difícil negarse.—No quiero estar sola.
—De acuerdo.—respondió, nervioso.
Él se acostó al lado de ella con una evidente verguenza. Y sin importar que no eran novios, ni nada romántico, Valerie apoyó su cabeza en el hombro de Eli Moskowitz y entrelazó sus dedos con los del muchacho, antes de, finalmente, dormir profundamente junto con el chico que volvía a amar.
PARA ELI MOSKOWITZ, DORMIR CON Valerie Diaz era una completa tortura, y no era porque la castaña se movía como una culebra y en ocasiones, lo golpeaba, sino que odiaba tenerla tan cerca y lejos al mismo tiempo. La última vez que durmieron juntos en una cama, ambos eran novios y a él le gustaba saber que tenía alguna relación romántica con la chica que amaba, y no precisamente por el sexo. Eli sabía que su relación con Valerie no se basaba en el sexo, era mucho más que eso.
Y AHORA, ESTABA TERMINANDO ALGUNOS pendientes de la escuela, antes de que le entrara flojera en hacerlos o se olvidara. Aunque como iba la situación, no deseaba volver nunca a la escuela.
—¿Qué huele tan delicioso?—La castaña apareció con una sonrisa.
Eli señaló la pequeñita mesita frente a él y la bandeja con comida.
—Te preparé el desayuno, pero no quería despertarte porque sé que amas dormir hasta tarde.
Dormir es mi pasión. Valerie se acercó hasta el sofá donde estaba Eli Moskowitz y depositó un beso en su mejilla. Él seguía sin acostumbrarse a que la castaña le diera besos después de tantos meses sin tener ningún tipo e contacto físico, pero tampoco se quejaba.
—¿Por qué estás usando eso?—cuestionó refiriéndose al gorro y la capucha. Eli se encogió de hombros.—No tienes que avergonzarte de nada, Eli.
—Perdí mi mohawk, Val.
—¿Y?—espetó, extrañada. Eli la observó, confundido.—El mohawk no define quién eres. No negaré que me gustaba, pero me gustaba más Eli.
Aún así, el chico parecía dudar sobre si mismo. Tener el mohawk le hacía sentir muy seguro. De esa manera, las personas ya no se fijarían en su gran cicatriz del labio, solo verían su gran cabello cool. Una parte de él estaba lleno de dudas acerca de cómo sería su vida ahora sin su mohawk; las burlas volverían. Seguiría siendo el chico del labio deforme, y de tan solo pensarlo, no quería volver a la escuela nunca más.
—No soy nada sin el mohawk, y lo sabes. ¿O ya olvidaste cómo era antes? Un completo pátetico al que todos molestaban todo el día.
—¿Patético?—cuestionó con sorna.—Patético era que unos chicos que estaban cerca de cumplir la mayoría de edad se comportaran como unos imbéciles y se burlaran de una estúpida cicatriz. Tú no eres para nada patético, al contrario, eres maravilloso.
—Solo lo dices porque salimos juntos.
—Lo digo porque me sigues importando y es la verdad.
Las tremendas ganas de los muchachos en darse un beso era demasiado grande. Valerie había tratado de reprimir sus sentimientos por Eli, pero ya no podía hacerlo. Le seguía importando, tal vez más que antes. Aún le asustaba lo que pudiera pasar si le volvía a romperle el corazón, sin embargo, siempre hay tomar el riesgo, ¿no?
—¡¿Dondé diablos has estado?!—Demetri bajó las escaleras con rápidez, encontrando a sus mejores amigos mirándose fijamente.—Oh, diablos. No sabía que estabas aquí, Val. Interrumpí algo, ¿no?
Valerie negó. Se alejó un poco de Eli, y se sentó correctamente en el sofá para escuchar lo que Demetri tenía que decir. El ojiverde parecía estar conmocionado, y eso no era algo bueno. Por otra parte, Eli estaba un poco fastidiado porque su mejor amigo interrumpió su momento con Valerie.
—Demetri, ¿cómo entraste?
—Ah, tu madre siempre ha dejado la llaves cerca de las flores.—Demetri le lanzó las llaves y Eli trataba de agarrarla.—Deberías pensar en aumentar la seguridad teniendo en cuenta la guerra de karate. Pero eso no importa ahora.
—¿La seguridad no importa? ¿Qué es lo que importa entonces?
Demetri observó a Valerie como si se tratara de un extraterreste que no sabía ni siquiera su propio nombre. Ella alzó la ceja, esperando oír la respuesta del ojiverde.
—¿No se enteraron? El All Valley tiene divisiones de género separadas. ¿Parezco la mejor esperanza de Miyagi-Do para derrotar a Robby Keene?
—Oh, mierda. ¿Una división femenina? Pensé que querían promover la igualdad entre hombres y mujeres.
Eli bajó la cabeza. Continuaba sintiéndose mal por lo que Robby le había hecho el día anterior, y no estaba preparado para escuchar ese maldito nombre, de nuevo.
—El señor LaRusso dice que cualquiera puede ser el héroe, pero yo no soy Batman. Soy más bien Alfred.—apuntó a Eli con su dedo.—Tú eres Batman. Oh, y Valerie es Gatúbela.
Los mencionados se miraron por unos segundos, algo confundidos. Demetri era fanático de DC Cómics, mientras que ellos eran mega fans de Marvel. A pesar de eso, tenían un poco de conocimiento sobre los personajes principales, pero no de la trama y el desarrollo.
—Creo que Eli prefiere ser Steve Rogers, y yo más como Wanda Maximoff.
—Cierto, lo olvidé. No les gusta DC.—Demetri continuaba caminando de un lado a otro, causándole ansiedad a la chica. Y esta vez se dirigió solo a Eli.—Olvida a Batman. Tú eres Halcón.
Eli se quitó la gorra y la capucha dejando ver su cabello castaño corto, y supuestamente, representaba que ya no era Halcón. Tremenda estupidez. Para la castaña, Halcón era una nueva era de Eli, y no por los tatuajes o el look, sino por la confianza y seguridad que derrochaba en cada paso. Al igual que Valerie, Demetri trataba de decirle a Eli que no importaba su cabello, ni la opinión de los demás, pero él continuaba con la inseguridad y terquedad.
—Arruiné mi reputación, hablé mucho y al final, fui un imbécil.—dictó con pena. Demetri se sentía mal por su amigo.—Para Miguel, para el sensei y sobre todo para ustedes. Lo merecía.
Me duele tanto verlo así. La castaña no decía nada, solo bajó la cabeza hasta mirar el vendaje de su brazo que ocultaba el maldito tatuaje hecho por los Cobra Kai, mismos que lastimaron a Eli y destruyeron su confianza. Cuando Valerie estaba tratando de dejar su venganza pendiente contra Cobra Kai, escuchó que Eli dijo que renunciaría al karate.
—¿Qué estás diciendo?
—No puedes renunciar.—siguió Demetri, sentándose en el sofá.
—Ya les dije. Está decidido.—respondió, convencido.
Valerie se levantó del sofá con mucha velocidad, asustando a los chicos por su reacción. Ella no se quedaría de brazos cruzados al ver que su chico perdía la confianza que tanto le había costado conseguir. Demetri no entendía que es lo que haría su mejor amiga.
—Creo que ya debería irme.
—¿Me abandonarás con esta situación?—expresó Demetri, sorprendido.—Necesito ayuda, Valerie.
La castaña negó con la cabeza.
—En realidad, no la necesitas. Dem, tú sabes que hacer.—El ojiverde rodó los ojos. Aún no se le ocurría nada para convencer a Eli de volver al karate. Valerie se agachó hasta quedar frente el rostro de Eli con una extraña cercanía.—No seas muy necio, ¿si? Escucha lo que tiene que decirte, y quiero que sepas, que cualquier decisión que tomes, te apoyaré, ¿vale?
Eli no tuvo otra opción que asentir con la cabeza:—Bien, pero no prometo nada.
Valerie le sonrió, antes de depositarle un beso en la frente con mucha ternura.
—Lo sé, caramelito.
LOS ESTUDIANTES DE COBRA KAI SE encontraban calentando bajo la supervisión de Terry Silver, el nuevo sensei de Cobra Kai, con un aire de superioridad. Después de escuchar acerca de la división femenina que habría en el torneo All Valley, Silver se encargó de mandar a diseñar uniformes y materiales de trabajo para atraer más estudiantes y tener la victoria asegurada, un sentimiento que había transmitido a sus estudiantes, y ahora se creían los ganadores absolutos, sin haberse enfrentado a sus rivales aún.
LA ESTÚPIDA CAMPANA DE LA PUERTA que sonaba cada vez que alguna persona entraba al local, anunció la llegada de alguien que nadie esperaba observar tan pronto, ni mucho menos en el dojo de Cobra Kai, la competencia principal. Al notar la extraña reacción de sus estudiantes, Terry decidió ser el primero en dar el paso.
—¿En qué la puedo ayudar, señorita...?
Valerie examinó completamente cada centímetro del lugar. Sin duda, no lo había echado de menos, pero al estar ahí, recordaba alguna de sus hazañas en ese dojo donde aprendió a ser despiadada bajo los entrenamientos de Kreese a espaldas de Johnny Lawrence. Ella pasó una corta y aterradora mirada en cada uno de los estudiantes, antes de clavar su vista en Terry Silver y sacarse los zapatos para pisar la colchoneta.
—Soy Valerie Diaz. Estudiante de Colmillo de Águila.
El silencio que formó fue roto por la risa burlesca de Kyler después de oír el nombre del dojo dirigido por Johnny Lawrence.
—¿Colmillo de Águila?—cuestionó Kyler, burlándose seguido de más estudiantes.—Un nombre ridículo.
—Más ridículo es llamarse Kyler Park.—inquirió la castaña, generando algunas risas de otros estudiantes por la humillación al chico de rasgos asiático, entre ellos, Kenny Payne y Robby Keene.
El rubio intercambió una mirada con Tory Nichols. Ambos no sabían que era lo que estaba buscando la castaña, ni lo que quería lograr con su repentina aparición en el dojo.
—Señorita Diaz.—Kreese salió de su oficina con una expresión de confusión y agrado al mismo tiempo.—Es una sorpresa tenerla aquí, nuevamente.—se detuvo al lado de Terry Silver, quién continuaba sin comprender nada.—La señorita Diaz es la alumna estrella de Johnny Lawrence.
La castaña se sintió alagada por ser llamada la alumna estrella de su sensei. En realidad, siempre sintió que Miguel lo era, pero tampoco quería competir con su hermano por cuestiones de ego. Tal vez, la Valerie del pasado lo hubiese hecho, sin embargo, ya no estaba.
—¿Y que trae por aquí a la estudiante estrella de nuestro dojo rival?
—Es simple, sensei Silver.—caminó un poco más hasta quedar en medio de la colchoneta. Ella sabía que debía decir para conseguir lo que quería.—Sus preciados y psicópatas estudiantes rompieron la regla de no pelear hasta el torneo anoche cuando atacaron a mi novio y a mi en un establecimiento de tatuajes.
Terry no ocultó su enfado con sus estudiantes por desobeceder la única regla que tenían,—¿Es eso es cierto?
Ninguno de sus estudiantes abrió la boca para negarlo, solamente maldicieron a la castaña por soplona. Estaban al tanto que tendrían un castigo por eso, pero para algunos, lo valía. Halcón debía pagar por ser traicionero.
—Lo es, sensei.—afirmó Val.—Y como sé que en Cobra Kai se toman en serio lo de responder el golpe cuando te atacan, así que por eso estoy aquí; regresar el golpe.
John Kreese alzó las cejas, incrédulo. La misma chica que dejó Cobra Kai porque se volvía un dojo basado en la venganza estaba, ahora, frente a él buscando vengarse de sus estudiantes por haberla atacado. Seguramente Johnny no lo sabía, y le generaba suspicia.
—¿Cómo dice, Diaz?—John Kreese quiso entender mejor.
—Estuve en Cobra Kai por un largo tiempo como para saber que a los senseis odian cuando desacatan una regla, ¿no?—Terry centró su mirada atenta en la visitante.—Bien, y quiero enfrentarme a cualquiera de ellos. Mi venganza será la humillación y los golpes que recibirán.
Terry Silver parecía interesado en la propuesta de la castaña. Un enfrentamiento no era mala idea. Tal vez eso ayudaría a sus estudiantes a adquirir más confianza antes del torneo cuando Valerie Diaz perdiera frente a uno de ellos.
—¿Y que te hace creer que ganarás o que permitiré este desafío?
—Porque necesitan alimentar su ego antes del torneo, y que mejor que hacerlo luchando contra una estudiante del dojo rival.
Antes de escuchar la respuesta de Kreese y Silver, la campana de la entrada volvió a sonar, y esta vez, sin duda se impactaron por lo que vieron, incluida Valerie. ¿Qué mierda había sucedido?
—¡¿Qué te pasó?!—preguntó Tory, preocupada por el chico que le atraía.
Axel Deveroux entró al dojo con unos evidentes y grandes hematomas en el rostro, y sangre en algunas heridas. De todas maneras, Valerie sintió sactisfacción de verlo de esa manera, pero tenía curiosidad de lo que sucedió, como todos. Extrañamente, Axel pasó por el lado de Valerie y la ignoró olímpicamente.
—Sam LaRusso y Miguel Diaz me emboscaron en el camino.—explicó cuando se colocó al lado de Tory.—Dijeron que era una venganza.
—¿Y cómo explica esto, señorita Diaz?—señaló Kreese.
Valerie encogió los hombros, restándole importancia.
—Así es la venganza, ¿no? Ojo por ojo. Falta uno más.
—Está bien, sensei Kreese.—asintió Silver.—La chica tiene razón. Si quiere una pelea, la tendrá. Y nosotros, otra victoria más.—pasó una mirada rápida por sus estudiantes.—Nichols, es tu momento de brillar.
La rubia tragó saliva. No deseaba lastimar a Valerie, ni mucho menos pelear contra ella, sin embargo, estaba en falta con su sensei y no podía negarse. Con el dolor de su corazón, dio un paso adelante, lista para el enfrentamiento.
—Si, sensei.—caminó en círculos, al igual que Valerie, y trataba de persuadirla.—Estás loca, Diaz. No te conviene hacer esto.
—Puedo jugar sucio y sin piedad.—dictó ella, apretando los puños.—No olvides que estuve en Cobra Kai más tiempo que tú.
Todos los estudiantes se sentaron alrededor la colchoneta para observar con claridad el combate entre Nichols y Diaz. Robby confiaba en que Tory ganaría, al igual que los demás, porque la rubia era más despiadada y la mejor del dojo.
—¡Comiencen!
Al recibir la orden, la garganta de Valerie ardía con sus gritos encarcelados. Su expresión era sombría y vacía, algo que Tory nunca había visto antes. Valerie sabía que Tory golpearía primero, eso era lo más predecible de ese dojo, así que observó con detenimiento el primer golpe de la rubia, unos puñetazos, y los bloqueó con un solo movimiento, sorprendiendo a Silver por el gran talento de la chica.
Tory se enfureció y volvió a empezar con más fuerza. Una patada tras otra, sin embargo, Valerie predecía sus movimientos. Estampó su puño en el estómago de la rubia, que la hizo jadear de dolor.
—¿Ella es su mejor estudiante?—se burló.—Es patética y predecible.
Valerie golpeó a Tory en su brazo izquierdo. La rubia de ojos verdes contraatacó con una patada dirigido en la cara de su rival, que Val esquivó apenas, logrando que Tory perdiera un poco el equilibrio. Val sabía que el talón de Aquiles de la rubia era el equilibrio y lo demostró varias veces.
Al sentir que perdía en su mismo juego, Tory se abalanzó sobre Valerie, trató de rodearla con las manos y derribarla, pero la castaña la empujó salvajemente, tirándola al suelo. La rubia se levantó con rápidez, dándole una mirada molesta a la castaña
—¡Vamos, Ry!—gritó Axel apoyando a su compañera.—Puedes con esa debilucha que no es capaz de defender a su noviecito.
La chica pareció meditar las palabras de su enemigo. Fue ese momento de distracción el cual Tory aprovechó para tumbar a la castaña con un barrido fronta y se colocó encima de la chica esperando dar el golpe final.
Axel y Robby creyeron que todo terminaría ahí, con la victoria de Tory, pero, joder, estaban equivocados. Subestimaban a la tierna castaña, no sabían que dentro de ella surgía una sed de venganza tremenda.
Valerie logró safarze del agarre de Tory, mordiéndole el brazo. La rubia cometió el error de soltarla, y fue ahí donde Valerie la golpeó con su cabeza para salir de esa posición. La castaña se colocó encima de la rubia y apretó su cuello con la mano, deshabilitándole cualquier medio para atacar, defenderse o respirar.
—Eso es trampa. La mordió.—intervino Kenny asombrado.
—Estamos en Cobra Kai, niño. Todo vale.
Valerie hizo una ademán de golpearla con su otro puño, pero algo no estaba bien. Notó la mirada de auxilio de Tory, y los gritos de los chicos disminuían. Quiso dejar todo ahí, olvidarse de la venganza y continuar su vida, pero lo recordó todo.
La traición de Tory en la pelea de la escuela.
Su beso con Halcón.
Herir cruelmente a Sam.
Atacar a Eli.
La única voz que pudo oír con claridad fue la orden inesesperada de Terry Silver en medio de la pelea.
—¡Ácabala!
Y así lo hizo.
Uno, dos, tres fuertes puñetazos estampó en el rostro pálido de Tory Nichols, acompañado de los gritos ahogados de la mayoría de los estudiantes, y el mismo Kreese. Rápidamente, soltó su cruel agarre de la rubia para que volviera a respirar con normalidad y pudiera tocarse la nariz y notar cómo la sangre caía como una cascada. Parecía estar rota. Al verla de eso modo, sintió un gran arrepentimiento por haber ido hasta ahí para vengarse.
—Y-yo no quería hacerlo.—murmuró en voz baja al notar el resto de sangre que pintaba sus nudilllos.
Silver parecía encantado con lo que había presenciado. Poco le importaba que Tory Nichols estuviera sangrando sobre la colchoneta o las miradas de terror de sus estudiante sobre Valerie Diaz.
—Pero lo hizo, señorita Diaz. Era lo que quería, ¿no?
La castaña trató de no llorar.
—Lo lamento.—fue lo último que dijo antes de salir del dojo con rápidez en dirección a buscar a la única persona que la entendería.
Por otro lado, Silver sabía que Valerie Diaz sería la campeona del torneo All Valley y necesitaba reclutarla en Cobra Kai lo más pronto posible. Era capaz de ofrecerle todo el dinero y oportunidades que quisiera. No la quería de enemiga, sino de aliada. Y si no la tenía en su equipo, tendría que jugar sucio.
HOLIS, mis nenas <3 ¿cómo andan?
📍OPINIONES DEL CAPÍTULO📍
¿les gustó el capítulo? val y eli son los más tiernos del mundo. ¿se esperaban la venganza de sam y miguel? ¿y la de val?
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TEORÍAS Y SUGERENCIAS👉
las amo <3
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