10. (☇) HISTORIA

ੈ♡CAPÍTULO DIEZ➹ ੈ♡
↳❝Eli siempre me dice lo hermosa que eres.❞ 

El sensei ha perdido la cabeza

TODOS OBSERVABAN el lugar con terror y confusión. El entrenamiento era en un depósito de autos, que Valerie estaba segura de que no era legal estar ahí, pero no le importó. Era emocionante hacer algo ilegal por primera vez. 

HALCÓN Y VALERIE bostezaron al mismo tiempo. Nada el otro mundo para dos jóvenes que se quedaron conversando hasta medianoche por Instagram. Y para su mala suerte, Johnny había sido especifico con la hora del entrenamiento del día para prepararse para el torneo en el que Cobra Kai iba a participar en menos de un mes. Valerie se mostró orgullosa tras enterarse de eso por boca de su hermano después de que regresara de su cita con Sam. También recordó como Miguel le dijo que había besado a su cita, quien se convirtió en su novia.

—Han entrenado duro. —oyó la voz de su sensei y lo vio encima de una camioneta con una lata de cerveza en la mano. —Son más fuertes, rudos y rápidos. Se esforzaron. Están listos para este torneo, ¿no?

—¡Si, sensei! —contestaron todos fuerte y claro al unísono.

El rubio les grito que era un error, con todas sus fuerzas, arrojó su lata de cerveza que salpicó su contenido en los pantalones de Miguel y Bert. Los estudiantes alzaron sus miradas, confundidos por la bipolaridad del sensei.

—¡Su mejor esfuerzo no es nada! Si quieren ganar el torneo de karate sub-18 All Valley deben dar lo mejor de lo mejor. Por eso, a partir de ahora, tendrán mi peor versión. ¿Entendido?

Siempre vemos lo peor de él. ¿Está diciendo que será todavía peor?

—¡Si, sensei!

—¿Son perdedores?

—No, sensei.

—¿Ustedes son nerdos?

—No, sensei.

—¿Están seguros de eso?

Los catorce estudiantes de Cobra Kai contestaron que no estaban seguros, mientras que Valerie contestó lo opuesto. Johnny se frustró por la bola de perdedores que eran sus estudiantes, se llevó las manos a la cabeza, sacándole una carcajada a Valerie. Pero aquella felicidad, le duró muy poco porque el sensei les ordeno hacer comenzar el entrenamiento. Les hizo probar su equilibrio caminado por una plancha de madera encima de un contenedor de basura mientras los “alentaba” llamando a los chicos, princesas, y a las chicas, débiles. Seguido, comenzaron a destruir autos como si eso fuera una prueba en el torneo.

La castaña pensó que desmayaría en ese momento, pero sintió un agarre que impidió que se desmoronara. Se dio vuelta encontrando a Halcón con una sonrisa que recordaba siempre, no una presuntuosa, sino una sincera: —Gracias.

—Si quieren ganar, tienen que tener hambre. ¿Tienen hambre? —Johnny les entregó un trocito de chocolate a cada uno. Que miserable, pensó la castaña recibiendo el chocolate. —Bien. Ellos también.

El sensei Lawrence sacó un silbato de su bolsillo y lo usó con una sonrisa maquiavélica. Valerie sintió mucho miedo al ver esa sonrisa en su sensei, que indicaba que tenía un plan que terminaría mal.

De repente, Aisha se dio cuenta a que se refería el sensei después de ver a cuatro perros corriendo hacía ellos con mucha hambre, ella les avisó a todo que corrieran para salvarse el trasero.

La latina amaba mucho los perros, pero esos parecían que querían comer adolescentes sudorosos, así que no tuvo otra opción que correr hasta subirse a una camioneta con una maniobra que aprendió viendo videos de YouTube.

—No tengan miedo. Huelen el miedo.

Halcón trataba de subir a un auto para escapar, pero no lo hizo a tiempo. Uno de los perros se abalanzó sobre él y le mordió el brazo mientras gritaba pidiendo ayuda. La castaña soltó un quejido viendo como sangraba el chico que le gustaba por aquella mordedura.

—¡Dios mío, Halcón!—Inmediatamente, giro su cabeza hacía el sensei. — Díganme que esos perros están vacunados, sensei. —preguntó, molesta.

Johnny negó con la cabeza: —Los encontré por ahí.

EL ASCENSOR se detuvo en el piso cinco, el mismo que Valerie había marcado al ingresar. La castaña salió del ascensor cuando llegó a donde quería, caminó hasta ver la recepción en la sala del hospital.

— Buenas tardes.— saludó Valerie tímidamente. La mirada de la señora se posó en aquella pequeña chica.— Me podría decir en que habitación se encuentra el paciente Eli Moskowitz, él fue...

— ¿Estás buscando a mi hijo?—Preguntó una melodiosa y pacífica voz detrás de Valerie.— ¿Lo conoces?

Valerie Diaz no tuvo otra opción que darse vuelta para no verse malcriada ni irrespetuosa delante de la madre del chico que le gustaba. No pasó por su mente que pudiera encontrarse con ella, que tonta era.

Halcón había heredado los ojos y la belleza de su madre.

— Señora Moskowitz, me llamo Valerie Diaz. Eli y yo vamos juntos al dojo y a la escuela.— se presentó.

— Ah, Valerie. Mi hijo me ha hablado mucho de ti. Estoy segura que querrá verte, ven, sígueme.

La castaña se sonrojó demasiado por la respuesta. Siguió a la señora Moskowitz hasta donde Halcón se encontraba siendo atendido por una enfermera. Valerie podía ver cómo el chico de cresta azul sufría mientras le curaban la mordedura de perro.

Halcón dirigió su mirada a la puerta, encontrando a su madre junto con Valerie. Deseaba que su madre no le haya dicho nada fuera de lugar acerca de él. Su corazón estuvo a punto de salirse de su lugar cuando Valerie le sonrió con dulzura.

— Tendrás que esperar aquí hasta que pase la infección y te apliquen la vacuna contra la rabia.— explicó la enfermera a Eli y su madre.— Trata de no mover mucho el brazo por las próximas horas.

Los Moskowitz asintieron demostrando que entendieron la orden. Halcón se recostó mirando a Valerie entrar completamente a la habitación, mientras que su madre se quedaba afuera observando la gran sonrisa que la castaña producía en su hijo.

— ¿Que estás haciendo aquí, Val? No te esperaba.

— Si quieres, me puedo ir, no quiero incomodarte...

— ¡No!— Valerie sonrió ampliamente. Halcón se irguió tratando de detener a la castaña, pero le fue imposible debido a que estaba lejos de él y le dolía un poco el brazo.— No quiero que te vayas, solamente me sorprendió que vinieras hasta aquí.

La escena enterneció mucho a Melissa Moskowitz. Era la primera vez que veía a su hijo actuando así, tan nervioso, por una chica. Al ver a Eli y Valerie le vino a la mente, las escenas románticas de las películas, aquellas con finales felices.

— Estaba muy preocupada por ti, Eli.— expresó Valerie.— Una mordida de un perro sin su vacuna contra la rabia es peligroso. Lo sé porque planeo ser doctora algún día.

— La doctora Díaz. Suena muy bien, espero ser tu primer paciente oficial.

Melissa Moskowitz intervinió en la conversación. Sabía que era muy pronto, pero creía que Valerie era un gran partido para su hijo. Si él no quería dar el primer paso, ella lo haría por él.

— Eli siempre me dice lo hermosa que eres, pero ahora que te veo en persona, diría que sus palabras no te hacen justicia.

Halcón se sonrojó demasiado.

— ¡Mamá!

— Muchas gracias, señora Moskowitz. Usted también es demasiado hermosa.— alagó causando el sonrojo de la madre de su crush. En ese momento, recordó lo que su hermano le había dicho antes de salir de casa.— ¡Oh, dios! Tengo que irme. Mi hermano me está esperando, no puedo dejarlo.

La castaña le dio una beso al chico en la mejilla sin importarle que la madre de este estuviera ahí mirando todo. También se despidió de ella, cordialmente, y se marchó corriendo al entrenamiento con Miguel y Johnny.

Melissa Moskowitz se acercó a su hijo y le susurró:— Me agrada Valerie, ¿cuándo la invitarás a cenar a casa?

LOS MELLIZOS DIAZ estaban entrenando golpeándose entre ellos. La castaña había llegado al entrenamiento privado justo a tiempo, no deseaba ser gritada por su sensei, aunque él estuviera en su oficina. Una vez más, Valerie utilizó su patada giratoria para golpear a su Miguel en la cara y derrotarlo.

— ¡Diablos, Mikki! ¿Estás bien? No quería hacerte daño, lo siento.

Miguel asintió ocultando el dolor que sentía por el golpe de su hermana. Desde muy pequeños, Valerie había demostrado que era más fuerte que Miguel aunque él no quisiera admitirlo. La castaña estiró sus brazos para ayudar a su mellizo a levantarse del suelo.

— Guarden un poco para el torneo.— Johnny se acercaba hacía ellos desde su oficina. Se detuvo en frente de los mellizos después de calificar su pelea.

— ¿Por qué somos los únicos aquí, sensei?

— Admitámoslo, son la única oportunidad que tengo para ganar.— contestó haciendo saltar al gran ego de Valerie.

Miguel y Valerie sonrieron con diversión.

— ¿Es por que somos sus mejores estudiantes?— cuestionó el latino caminando hasta donde estaba su celular y revisar las notificaciones que habían llegado.

— No se ilusionen. ¿Has visto a los otros?

— Por mucho que me gusta que alimente a mi ego, sensei.— rió la castaña.— Debe reconocer que hay muy buenos estudiantes en el dojo, ¿verdad, Mikki?

La castaña esperó el momento en el que su hermano le diera la razón, pero nunca llegó. Se giró rápidamente pensando que tal vez Miguel había desaparecido y por esa razón no contestaba, pero al hacerlo, notó la sonrisa embobada de su hermano en su teléfono.

— ¿De qué te ries?— Johnny preguntó.

El latino inclinó su celular enseñándole el contenido a su sensei y a su hermana. La última al ver de lo que se trataba, rodó los ojos: — No, nada. Solo la foto graciosa que publicó mi novia.

El sensei Lawrence le quitó bruscamente el celular a Miguel Diaz para revisar todas las fotos de la novia de su pupilo. Esperaba estar equivocado, pero no era así.

— Espera, ¿es la hija de Daniel LaRusso?

— Si, ¿conoce a Samantha?— Miguel se mostró confundido.

Valerie miraba atentamente la escena. La parecía raro la actitud que tenía el sensei tras ver la foto de la odiosa novia de su hermano, sobre todo, cuando mencionó el nombre del padre de Samantha.

— ¿Sales una LaRusso?

— Si, ¿por qué? ¿Hay algo malo?

— Valerie, ¿también sales con un LaRusso?— señaló a la castaña

—No me gustan los mayores, ni los menores.—indicó refiriéndose a la edad del menor, Anthony, y de Daniel.

— Bien, tenemos que hablar.

Los mellizos se sentaron frente el dojo para poder escuchar la historia del rubio. Valerie no comprendía porque tanto drama de que su hermano saliera con Samantha LaRusso, a ella no le caía nada por sus propias razones, pero, ¿por qué el sensei se pondría así?

La castaña tomó un sorbo de su lata de Coca Cola.

— Verano de 1982.— comenzó a explicar Johnny.— Rocky III acaba de salir. Mi amigo, Dutch, era una gran admirador de Mister T y fuimos al cine a verla.

La castaña prestaba más atención al relato de Johnny, que a todas sus clases de la escuela.

— Frente a nosotros, habían unas chicas lindas, comían palomitas. Dutch comenzó a lanzarles chocolates.

Miguel hizo una mueca mostrando lo confundido que estaba por aquella acción:— ¿Qué? ¿Por qué hizo eso?

— Es un movimiento alfa. Les gusta que las trates como basura.

Valerie hizo una mueca de asco. Estaba segura que las chicas detestaban ese comportamiento tan machista, pero no comentó nada porque el relato estaba un poco interesante y se moría de ganas por saber la razón de la incomodidad del sensei con la novia de su hermano.

— Al final, las chicas se molestaron tanto, que una de ellas se levantó y comenzó a gritarnos.— Val sonrió porque por lo menos alguien puso en su sitio al amigo del sensei.— Ahí fue la primera que la vi.

— ¿A quién?— cuestionó Valerie.

Johnny sonrió recordando a aquella rubia que le robó el corazón:— A Ali. Le arrojó las palomitas a Dutch y lo llenó de mantequilla.— Miguel rió mientras que Val murmuró que Ali le caía muy bien.— De inmediato, supe que esta chica era dinamita.

— ¿Y la invitó a salir o se quedó espiándola como un bobo?— comentó la castaña ganando un codazo de su hermano.

Johnny rió ante el comentario de su estudiante.

— Lo intenté muchas veces hasta que tuve la oportunidad. Fuimos a Golff N' Stuff en nuestra primera cita. Nos besamos en la rueda de la fortuna. Estábamos muy enamorados, salimos por dos años.

¿Dos años? ¡Dios, eso es una vida! No me imagino saliendo con alguien todo ese tiempo.

Para el día de San Valentín, le regalé un brazalete rosado.— El sensei rebuscó los bolsillos de su pantalón hasta que encontró lo que buscaba; la cinta negra.— Ella me dio esto.

— ¿Que pasó después?

— El año anterior a mi último año, nos peleamos. Pensé que resolveríamos las cosas, pero Daniel LaRusso apareció.— los mellizos fruncieron el ceño.—  Me enteré que a ella le gustaba. Los vi juntos coqueteando.

Valerie observaba a su sensei y escuchaba atentamente. La historia se había vuelto más interesante con la mención del padre de la novia de Miguel.

— Fui a tener una conversación civilizada con Ali, pero LaRusso seguía metiéndose. Le dije que se metiera en sus asuntos. Y de la nada, el tonto me golpeó.

Miguel negó con la cabeza sin poder creer lo que le decía el sensei:— ¡Que imbécil!

— ¡Wow, ahora entiendo porque Sam es imbécil! Es hereditario.— soltó la castaña ganando una mala mirada de su mellizo, pero no le importó.

— Hice lo que cualquiera hubiese hecho, me defendí. Supuse que eso era todo, pero LaRusso no quería dejarlo ir. En el baile de Halloween, estaba haciendo mis cosas cuando me mojó con una manguera.— ¿Quién se creía que era LaRusso?— ¡No lo había visto en meses y abrió una manguera sobre mi cabeza!

Valerie tomó un sorbo de su Coca Cola. Estar muy atenta le hacía perder muchas energías.

— Lo seguí e intenté ponerle fin esa noche.— Miguel asintió.— resultó que tenía un maestro de karate. Salió de la nada y nos golpeó a mi y a mis amigos. Creo que mi amigo, Tommy, sufrió daño cerebral por esa pelea.

— ¡Santo cielo! Pobrecito.

— Decidimos resolver las cosas en el torneo All Valley. Ambos llegamos a la final, íbamos dos a dos...

Johnny dejó de relatar y rápidamente Valerie supo aquella razón. Su sensei no había ganado, lo hizo LaRusso. En ese momento, sintió repulsión por los LaRusso.

— ¿Y que pasó? ¿Quién ganó?— se atrevió a preguntar Miguel.

Valerie golpeó su cabeza con su mano por las preguntas tontas de su hermano y no dudó en hacerle saber que le parecía un tonto:— ¿Por qué siempre tienes que ser tan menso, Miguelcito?

Johnny tuvo que decirle a su estudiante hombre que perdió el torneo, pero lo más importante que perdió fue Ali, su primer amor. Miguel bajó la cabeza, apenado, por todo lo que pasó el rubio en la adolescencia.

—Les digo todo esto porque deben tener cuidado con los LaRusso.


TRAS EL NUEVO entrenamiento, Johnny sus estudiantes regresaron a Reseda, encontrando a la madre de estos, quién invitó al sensei de sus hijos a cenar con su familia, a lo que él aceptó. A los mellizos no les importó que Johnny los acompañara en su cena familiar, es más, hasta lo consideraban parte de su familia.

Como en cada comida, los Diaz agradecieron a Dios por brindarles alimentos, pero lo hacían en español confundiendo al pobre Johnny.

Amén. Esa si me la sé. comentó cuando terminó la oración ganando la sonrisa de los presentes.

La comida que había preparado Rosa Diaz, era el plato favorito de Valerie y Miguel desde años, así que no tardaron en comenzar a comer, mientras que su madre comenzaba a interrogar a su sensei.

Entonces, los chicos me contaron sobre el torneo. Espero que no se lastimen.

La castaña miró a su hermano pidiéndole que haga algo para detener la preocupación de su madre. Ella lo haría, pero estaba con la boca llena y tampoco deseaba dejar de comer esa deliciosa comida.

Mamá, te dije hay árbitros. avisó Miguel. No pueden lastimarnos. 

No permanentemente. Aquel comentario asustó mucho a Carmen. Estarán bien.
 
Miguel y Valerie observaron a su madre, preocupados, pensando que diría que no quería que participaran en el torneo por la gran posibilidad de salir muy heridos. Ambos conocían su madre a la perfección, como para saber que el comentario de Johnny no la había aliviado.

—  ¿Y siempre has vivido en Reseda?
— Los mellizos volvieron a respirar después de que su madre cambiara de tema.

— No, crecí en Encino.

— ¿En serio? Hay casas muy linda allí.— anotó Carmen.

Johnny asintió con la cabeza, aunque según él, que vivas en lugar hermosa no siempre significa que la pases bien.  Carmen y Valerie pudieron deducir que la vida de Johnny había sido muy dura y complicada.

— Uhm, me gustan estas bananas.— el sensei cambió rápidamente de tema.

Carmen sonrió ampliamente.

— Se llaman plátanos.

— Yo lo llamo bananas.— comentó. Los Diaz comenzaron a reír de aquel comentario generando la confusión del rubio.— ¿Qué es tan gracioso?

Cuando Valerie se disponía a explicarle a su sensei la razón de sus risas, un timbre de llamada se hizo presente. Inmediatamente, Miguel sacó su celular del bolsillo de su pantalón para ver quién lo llamaba a esta hora; era su novia, Sam.

— Contesta, mi hijo, esta bien. No te demores o tu comida se enfriará.

Miguel fue corriendo a contestar la llamada nocturna de Samantha, mientras que Valerie hizo una mueca de molestia, que no pasó desapercibido por Johnny.

— Ahora tiene novia.— anunció Carmen, orgullosa y feliz.

— Si, una novia odiosa que lo llama a la hora de la cena.— se quejó Valerie. Todos posaron su mirada en ella.— Si sabe que Miguel también tiene que cenar, ¿no? Seguro ella ya comió y se pone a molestar al resto.

Johnny sonrió al darse cuenta que su alumna también sentía un rechazo hacia un LaRusso, al igual que él. Era la única que sabía que los LaRusso no traían nada bueno en la vida, más que problemas.

— ¡Valerie!— la regañó Carmen.— Discúlpala, Johnny. Solamente está celosa que su hermano tenga a una chica más en su vida. 

La mencionada soltó una carcajada por lo que su madre había dicho. Era lo más gracioso que escuchó durante toda su vida.

— ¿Estar celosa de LaRusso? ¡Ja! Yo soy la melliza de Miguel, hemos sido compañeros de útero. ¿De verdad crees que Miguel me va a dejar de lado por su novia? ¡Eso no pasará, mamá! Es absurdo. Simplemente me molesta que lo llame en la hora de la cena.

Valerie continuó comiendo. ¿Cómo se atrevía su madre de acusarla de algo así? Jamás podría sentir celos de Sam, ella era mil veces mejor. Sin duda, el comentario fuera de lugar logró que no disfrutara aquel delicioso plato de comida que amaba. De repente, su celular que estaba en la mesa comenzó a timbrar, señal de un mensaje.

— ¿Puedo responder? Tal vez es Aisha o Eli. Prometo que será la primera y última que contesto un mensaje en la cena.— Carmen aceptó, permitiendo que Valerie fuera a su habitación a hablar con el chico que le gustaba.

Mientras Valerie le pasaba súper genial hablando con Halcón, Miguel sufría al sospechar que Sam jamás lo presentaría con su padre por ser de Cobra Kai y los problemas que tenía con Johnny. Así que decidió, por consejos de Halcón, aparecer en casa de Sam para poder presentarse personalmente con Daniel, pero cuando lo hizo, encontró a la familia LaRusso cenando con un chico rubio que tenía una mirada coqueta en Samantha.

  


HOLISSS!

la cosa está fuerte, ¿no? Unos capítulos más y termina el acto uno.

¿les gustó el capítulo? ¿que les gustó más y por qué?

TEORÍAS Y SUGERENCIAS👉

LAS AMO, ALCORCU

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