Capítulo 31: Mi encrucijada
Muchos de los invitados salen al exterior a contemplar la masacre que protagonizan los ancianos, abriendo esos cuellos con sus colmillos y bebiendo de la sangre como una cascada que se vierte sobre ellos, mientras que otros permanecen en el salón, degustando más sangre al compás de la música: una mezcla de sonidos electrónicos oscuros y retumbantes, como dark techno, cyberpunk e industrial. No es para nada del agrado de Seok-jin, pero pone por delante los gustos de sus allegados, sobre todo los más jóvenes, para que gocen de mayor comodidad.
Tiene unas ganas terribles de que el bullicio se apague y el silencio reine como de costumbre. De correr hacia su adorado amante y estrecharlo entre sus brazos hasta que ese calor tan humano lo impregne entre las sábanas de la cama.
«¡¿Es mucho pedir?!», grita en su cabeza, en tanto trata de que su rostro se vea lo más relajado posible.
No poder percibir su aroma entre el mar de fragancias lo está aniquilando, lo hace sentir que ya no está con él, que se ha ido lejos, y eso lo llena de ansiedad.
―Kim hyung-nim ―lo llaman de repente, por lo que corta el trago que iba a darle a su copa y se gira para responder.
Es entonces que observa a Taemin, quien está acompañado de su hermano menor, ambos dispuestos a presentar sus respetos.
―Oh, dichosos mis ojos, Taemin. Llevaba tiempo sin verte. Te ves muy guapo de rubio ―adula Seok-jin, rozando su mejilla con su pulgar y, después, aparta una pequeña hebra de su frente.
―Agradezco sus halagos. Y, si me permite, usted también luce muy bien esta noche.
El vampiro sonríe encantado, aunque no puede evitar notar esa pequeña cabellera rubia, y el rostro que intenta esconderse de su mirada.
―Tú debes ser el pequeño Jimin.
―Bu-buenas noches, señor Kim-hyung-nim.
El chico amaga a hacer una reverencia, pero Seok-jin toma su mano con un arrebato y, mirando fijamente a sus ojos, le besa el dorso de su mano. El gesto sorprende a ambos hermanos, aunque refleja cierta molestia en el mayor.
―Por favor, dime Seok-jin.
Taemin no puede evitar que una de sus cejas se contraiga un segundo; no a cualquiera le permite llamarlo por su nombre.
―D-de acuerdo...
Jimin luce un saco negro que esparce algunos brillos, una camisa blanca debajo y su cuello es rodeado por un lazo que forma un nudo muy sofisticado. Eso, en combinación con las alhajas que decoran sus dedos y orejas, junto a su rostro pueril, labios carnosos, ojos curiosos y expresión de ingenuidad y apocamiento, despiertan en el vampiro anfitrión una gran complacencia, y un abrumador deseo oscuro.
Seok-jin lleva la mano del chico hacia arriba y le pide que dé un giro, para poder contemplarlo con más detalle. El joven vampiro considera que es una solicitud algo extraña, aunque no se niega y lo complace, después de todo, ¿cómo podría? Sería una respuesta muy descortés, según él. Taemin, por su parte, siente una molestia mayor, pues no le parece correcto el proceder de su superior, mucho menos teniendo en cuenta que es la primera vez que se ven. No obstante, al igual que Jimin, prefiere no reaccionar, ya que se encuentran frente a un potencial anciano en progreso. Además, no es como si estuvieran haciendo algo malo o atrevido.
―Taemin me ha platicado mucho de ti ―comenta Seok-jin, enderezando la postura―, pero muchos otros personajes me han hablado infinidad de cosas de tu persona. Parece que eres el niño favorito de los ancianos.
―¿Yo? No... No creo.
―Créelo. ―Su tono amenaza y paraliza―. Me han dicho que eres un joven prodigio, casi todo se te da bien.
―No soy bueno en el amor, al parecer ―chista, bebiendo de su cáliz de cristal.
―Querido, en este mundo; las criaturas que somos, ¿quién lo es?
Jimin sonríe de manera discreta, aliviado al oír sus palabras, pero aún no completamente reconfortado.
● ● ●
―No me importa que no seas un sangre pura, me gustaría acostarme contigo ―le dice la vampiresa Lisa a Taehyung, luego de prácticamente comérselo con los ojos por largos minutos―. Anhelo que me enredes con esos brazos y me estrujes con esas grandes manos.
―Preciosa, no me van las mujeres, ¿sabes? ―contesta indiferente, y da un sorbo generoso a su copa de sangre.
―Eso no me importa, ¿a ti sí?
―Da igual, mi respuesta es no.
―Lisa, hermosa, no pierdas tu tiempo con este... ―Lo mira de arriba abajo―. infraser ―termina Lucas, hijo de uno de los ancianos.
Taehyung lo mira sin decir una palabra. No se siente ofendido, aunque la ira comienza a calar en su interior. No es la primera vezque debe lidiar con los allegados de Seok-jin; está acostumbrado a sus constantes desplantes y comentarios peyorativos dirigidos hacia él.
―¿A ti qué te importa? Va a coger conmigo, no contigo ―dice la chica, entrelazando su brazo con el de Taehyung.
―No voy a fornicar contigo, ¿de acuerdo? ―responde, deshaciendo el agarre de sus extremidades.
―¿No lo oíste? Le gustan los chicos ―interviene Jeff, apoyando su codo en el hombro de su primo―. Eres lindo, Taehyung. Yo me apoderaría de ti de una forma muy dulce.
―Paso ―replica con desdén.
―Mírenlo... En medio de nuestra fiesta privada, consumiendo nuestra sangre... Este impuro se cree la gran cosa ―espeta Hyunjin, arrebatándole la copa y vaciándola de un solo trago―. Esto es demasiado bueno para ti ―añade, agitando el recipiente de cristal frente a él con desprecio.
―Deberíamos darle una paliza entre todos ―propone Lucas, cerrando los puños y haciendo crujir los nudillos.
―Yo digo que le rompamos los colmillos ―secunda Hyunjin.
―Ay qué rústicos son ―dice Jeff con una mueca de desagrado y dándole una palmadita en el hombro a Lucas―. Mejor llevémoslo a uno de los cuartos, le bajamos los pantalones y tomamos turnos.
―Y somos nosotros los rústicos... ―Hyunjin enarca una ceja; el rey de las muecas de desagrado.
―Deberían dejarlo tranquilo. ¿No se cansan de fastidiarlo cada vez que lo ven? ―interviene otro joven vampiro de cabello rubio opaco.
―Tú siempre tan aguafiestas, Eunwoo.
―Concuerdo con él ―apoya Soobin.
―Ignórenlo, es solo otro cenizo ―dice Yeonjun, haciendo un ademán desdeñoso.
Seok-jin percibe los síntomas de enfado en Taehyung. Tras excusarse educadamente con la bella dama con la que conversaba, avanza unos pasos y lo localiza a unos metros, rodeado por todos esos jóvenes vampiros llenos de adrenalina. Con el tedio reflejado en su rostro, decide intervenir, pero una figura se interpone en su camino, bloqueándole el paso.
―Hola, Seok-jin. Apenas ahora tengo oportunidad de saludarte ―dice Ken, arrimándose a su rostro y plantando un pequeño beso en cada mejilla.
―¿Qué puedo hacer por ti, Jae Hwan? ¿Estás disfrutando de la fiesta?
―Mucho, en verdad. Aunque más disfruto de tu compañía.
El vampiro deja escapar una risa nasal junto a un bufido, hallándose muy entretenido de repente, y bebe de su copa.
―Hace tiempo no nos vemos, Jin. Me abandonaste por completo.
―Lamento que te sientas así, cariño. Pero ¿sabes? Hay algo llamado vida. Deberías probarla en lugar de solo imaginarte montándome como un desquiciado.
―Eso no es vida, sino mi fantasía ―murmura, y escala con su mano por el brazo del vampiro―. Hagámoslo, Jin. Vuelve mi fantasía una realidad.
● ● ●
―Jeff, Yeonjun, Hyunjin, sujétenlo bien. Quiero ser el primero en darle un golpe ―comanda Lucas, tronando sus dedos.
Taehyung se mantiene serio y firme, sin intención de retroceder, mucho menos de huir. Si esos chiquillos mimados, como los cataloga, buscan pelea, él está dispuesto a responder. La cólera lo invade con tal intensidad que siente su cerebro vibrar por unos segundos. Sus uñas comienzan a endurecerse y alargarse, a la vez que la saliva se acumula en su boca, espesándose más de lo habitual.
―¿Qué es ese hedor? ―inquiere Soobin, arrugando el entrecejo.
―Este lugar está rodeado por extensos bosques; es normal captar el olor de los animales salvajes que rondan la zona―responde Eunwoo en voz baja.
«Tae, tu secreto está a salvo conmigo». Esa voz tan familiar llega a Taehyung en un suspiro.
―Jennie... ―suspira, apenas audible y legible.
Una fuerte punzada repercute en su cabeza, obligándolo a cerrar con fuerza los párpados y llevarse una mano al rostro.
Los vampiros están a punto de atacarlo sin miramientos, pero una voz repentina los detiene al instante:
―¿Por qué no se meten con alguien de su tamaño?
―¡Ji-Jimin! ―exclama más de uno con asombro.
El joven inmortal no solo es reconocido y admirado por sus mayores y superiores, también goza de gran popularidad entre los vampiros más jóvenes. Aunque no lo consideran como una figura absoluta de autoridad, lo respetan o, más bien, evitan buscar problemas con él, después de todo, es sabido que los ancianos tienen un favoritismo particular hacia su persona. Asimismo, Jimin es conocido no solo por ser un depredador de la noche muy pacífico, sino también por su actitud tajante y temeraria cuando logran enfurecerlo.
―Déjenlo en paz. Parecen chiquillos de escuela.
―Vamos, Jimin, solo nos divertimos...
―Se creen la gran cosa solo por ser hijos de los sabios ancianos, pero con estas conductas no hacen más que quedar pésimo en sociedad.
―Jimin...
―¿Por qué no van a morderse los penes a un arbusto y se dejan de molestar?
● ● ●
Seok-jin mira perplejo a Jae Hwan, bebe lo que quedaen su copa y hace un ruido desagradable con su lengua, saboreándola.
―Eres muy lindo, Ken ―dice con afecto, acariciando su mejilla con su índice, sin que la copa se le escape―. Pero... ―Aparta su brazo del tacto ajeno y acerca sus labios a su oreja―, a mí jamás me gustó lo fácil ―masculla, seductor.
Al devolverle la mirada, encuentra la sorpresa del vampiro en su rostro. Seok-jin enarca una ceja, reforzando sus palabras.
―No te regales, cariño. Eso no habla bien de ti ―dice, y deposita su copa vacía en la mano del muchacho―. Dásela a uno de los sirvientes cuando encuentres uno, ¿quieres? Gracias ―añade mientras se aleja.
El recadero de los ancianos tiene los ojos desbordados en lágrimas frías. Su expresión es de enfado, y con la ira más absoluta hace añicos la copa en su mano, enterrándose los cristales en su palma y dedos.
Kim se detiene a unos metros, encontrándose de nuevo con ese precioso ejemplar que es Park Jimin, platicando con Taehyung.
―No tenías que intervenir ―dice, indiferente.
―No hay problema. Pueden ser verdaderamente pesados a veces. Puro o no, eres un vampiro como todos nosotros aquí. Aunque... ―Olisquea el aire―. Hueles un poco a... ¿perro? ¿Bebiste de algún animal recientemente?
―¿Eh? S-sí... ―balbucea. No está interesado en dialogar, aunque admite sin reparos que Jimin es una de las criaturas más bellas que ha encontrado entre tanto vampiro a su alrededor.
»Al menos algunos "vampiros puros" tienen cerebro ―elogia, casi sin pensarlo. El chico sonríe.
―Soy Jimin. ―Extiende su mano.
―Taehyung. ―Le da vuelta el rostro y lleva sus manos a los bolsillos.
Una nueva copa le es ofrecida a Seok-jin. Luego de tomarla, sin siquiera mirar al sirviente, observa a ese par interactuar, bastante intrigado. Park Jimin le parece un inmortal muy lindo.
Tan lindo...
Las imágenes comienzan a volar en su cabeza, y es que su abstinencia y la contención por Nam-joon lo tienen sublevado. Desea llevarse a Jimin a un rincón apartado, donde los ecos de la fiesta sean apenas perceptibles; unir su espalda contra la pared, abrir sus piernas y meterse entre ellas. Le gustaría ver cómo ese cabello rubio, perfectamente peinado, se torna húmedo y carente de volumen, pegado a su cuerpo sudoroso. Sí. Con solo haber escuchado su dulce voz, puede visualizar los rumores de sus jadeos agudos mientras lo toma de nuevo, de cara contra la pared está vez, deleitándose cuando voltea su rostro para encarar el suyo, imaginándolo cómo hunde sus dedos en el muro y aprieta los párpados, mientras su cuerpo siente el agite de su feroz empuje. Con una pierna en alto para facilitar su constante acceso, y gimiendo al unísono con él, en la soledad del pequeño cuarto en donde decidiera dar rienda suelta a su depravación, volviendo sus suspiros suplicantes más deliciosos. «Hy... Hyung-nim... má-más, por favor...». Lo escucha en su cabeza y se siente afiebrado. Aunque rápidamente esa vocecilla se torna áspera, y el rostro lleno de éxtasis de Nam-joon es lo que sostiene en su mano, repasando sus labios con su lengua para él. Su entrepierna arde con solo tener esa vívida imagen en sus perversos pensamientos.
● ● ●
Poco a poco, la fiesta se agita. Los invitados, bajo las luces rojas y la estrepitosa música hipnótica, se seducen en la pista de baile. Se insinúan como amantes del placer, y otros más osados saltan y recorren las paredes, cazándose entre ellos para copular.
Entre la multitud convulsiva, Jimin discute con su hermano, quien le insiste nuevamente en que intente interactuar con otros vampiros, pero el joven con colmillos crudos se muestra reticente. Cuando su hermano se aleja, Jimin se lleva una mano a la frente, frustrado.
Después de por fin poder quitarse a un patán de encima, asfixiado en demasía, el joven inmortal decide salir al jardín trasero, que está menos concurrido. Sin embargo, confunde el trayecto y se detiene en uno de los desolados corredores, donde suspira desganado. En realidad, detesta ver a todas esas parejas juntas; aunque las considera de sentimientos vacíos, no puede evitar sentirse en falta. Extraña a su chico, a su hombre, la calidez de su ser. Pero entonces recuerda las descaradas mentiras, y las lágrimas quieren volver a sus ojos ya tristes.
Una sombra corpulenta se posa a su espalda, bloqueando la luz tenue del pasillo. Se gira esperando encontrar a alguien grande y fornido, pero en su lugar ve a un chiquillo con una pelota entre sus pálidas manos.
―Vaya...
―Mi mamá me enseñó a hacer ese truco de la sombra.
―Estuvo muy bueno ―dice Jimin, inclinándose un poco para que su rostro llegue a su altura―. Realmente pensé que se trataba de un adulto. ¿Cómo te llamas?
―Riki. Pero todos me llaman Ni-ki ―responde con inexpresividad en su rostro―. Juega conmigo, hyung ―demanda con un tono y mirada frívolas, dándole vueltas a la pelota entre sus manos―. En verdad detesto que todos estén besuqueándose y apareándose sin control como si nada.
«Increíble, pero hablas mi idioma», piensa Jimin, aunque no tiene mucho tiempo para conectar con sus pensamientos, ya que se ve obligado a hacerse a un lado bruscamente cuando el niño le arroja la pelota con tirria. El juguete de goma rebota en el muro y vuelve a su mano; el muchacho apenas puede balbucear cuando la bola vuelve en su dirección. Esta vez la golpea con su mano; la pelota pica contra una de las paredes, luego en la paralela y, como si se tratara de una canasta en el básquet, entra de lleno en una puerta abierta al final del pasillo. Jimin nota, no muy lejos de la entrada, un cuerpo tendido: uno de los sirvientes de Seok-jin. Al acercarse, se da cuenta de que lo han noqueado, y regresa sus ojos, ahora furiosos, hacia el niño.
―No atrapaste la pelota. Ahora debes ir por ella ―dice, con una sonrisa perversa, escondiendo sus manos detrás de la cintura.
―Cuando vuelva con la pelota tendremos una charla. ―Lo apunta con el dedo.
Jimin mira la oscuridad de las escaleras, que parecen conducir a un sótano, o lo que cree que es un sótano. Sin miramiento alguno, el niño se traslada detrás de él en un parpadeo y lo empuja. Con un quejido, rueda escaleras abajo.
―Si sales... ―murmura el chiquillo, y cierra la puerta.
Jimin vuelve a quejarse y acomoda los huesos de su muñeca, su mano y pierna, respira profundo y se sostiene de la baranda metálica de la escalera para ponerse de pie.
―Maldito mocoso del diablo... ―refunfuña, sacudiendo el polvo de su ropa.
Observa a su alrededor, dándose cuenta que aquello no es un sótano, sino la entrada a unas mazmorras. Sus ojos se agrandan ante "lo más cool que ha presenciado en una época moderna". El aroma a pino, lavanda y cítricos lo envuelven de inmediato; no le resulta extraño. No obstante, al avanzar un poco, no tarda en percibir el inconfundible aroma de alimentos conservados, frutas y verduras acumuladas, sin el infaltable hedor del ajo, lo que hace que se lleve el dorso de la mano contra la nariz por inercia, soltando un quejido de desagrado.
―¿Por qué Seok-jin-hyung-nim conserva tantos alimentos si no los consume? O... ¿Lo hace?
Atrapado por su naturaleza curiosa, sigue caminando. Sabe que entre todos los aromas que percibe, hay uno que se le escapa por momentos. Llega a una primera puerta, la abre y encuentra la comida, aunque con poca presencia de ajo. Abre la puerta paralela: herramientas de jardinería y abundante tierra en bolsas apiladas, tónicos y fertilizantes, entre otras cosas. Los olores son fuertes; arriba no se perciben en absoluto, pero allí bailan a su alrededor, confundiéndolo y alterándolo.
Es en su tercer intento cuando abre otra puerta más apartada, y allí su figura se congela, sus sentidos se detienen y su mente colapsa ante la realidad, hundiéndose en el divague. Un muchacho encadenado desde lo alto de una viga en esa pequeña despensa, rodeado de nada más ni nada menos que ajo, colgando desde arriba y llenando cajones de madera a los lados. Las fosas nasales del joven vampiro se irritan, se inflaman, y se ponen rojas, no solo por el ajo. No consigue apartar sus ojos de ese pobre prisionero, que sufre bajo la cinta plateada que le cubre la boca, atrapando cada alarido que intenta liberar al ver a Jimin de pie en el marco de la puerta.
―J-Je... Jeon Jung-kook... ―suspira estupefacto.
Quiere brindarle ayuda, por supuesto que lo hará, pero en el segundo siguiente, Jimin libera un último suspiro antes de que una figura siniestra y fatal se le aproxime por la espalda y le rompa el cuello, dejándolo desplomado, con medio cuerpo dentro de la habitación y la otra mitad fuera. Jung-kook ahoga un grito desesperado contra los bollos de tela en su boca, que reducen el volumen de sus cuerdas bocales. Taehyung se endereza victorioso, le sonríe, cierra un ojo y coloca el índice sobre los labios, chistándole. En cuestión de segundos carga el cuerpo de Jimin sobre su hombro y, luego de cerrar cuidadosamente la puerta, se marcha mientras el chico se ahoga con su propia saliva en su encierro.
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¡Hola! n-n
Como prometí, segundo capítulo en la misma semana. Lamentablemente no puedo prometer que esto no se volverá a repetir, pero si el momento llega daré aviso y esperaré que la demora no sea grande.
Gracias por su paciencia, su tiempo brindado a lo que escribo y su apoyo, lo agradezco muchísimo. ♥
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