Capítulo 28: Mi amor

Estoy... Airado. ¿Lo estarían ustedes si tuvieran que dejar su lecho, ¡su anhelo!, para recibir visitas inesperadas? Los caminantes de la noche noposeemos un aroma corporal ni remotamente tan potente como el de los mortales,por lo que es casi imposible detectarnos los unos a los otros. Sin embargo... Lacolonia finamente destilada de esta maldita podría sentirla en cualquier parte,a cualquier distancia.

Mi rostro refleja circunspección, pero no me faltan ganas de saltarle encima a esta nínfula que está moviendo sus abultados labios delante de mi escritorio, en mi estudio personal. Estoy enfurecido. ¿Notará mis ganas de sesgarle la vida aquí y ahora?

―¿Noche divertida, Seok-jin? Apestas a mortal ―me dice, entrecerrando los ojos y apoyando su índice sobre el extremo de su labio bajo, ansiando mi réplica mientras me mira con deseo.

Aprieto los labios, doy un giro a mis pupilas y, con hastío, acomodo mi bata de seda para que mi pecho no quede tan al descubierto.

¿Qué? No voy a darle el lujo de ver mi hermoso cuerpo desnudo a cualquiera.

―Ve al grano, Gain. ¿Qué mierda quieres?

―Uy, qué lengua tan sucia. Veo que sí he interrumpido tu fiesta con un mortal.

―¿A qué has venido? ―insisto, cerrando los ojos y peinando una de mis cejas con dos dedos, en aras de sosegar mis impulsos asesinos.

―Bien sabes que soy vocera directa de los ancianos, ¿no?

Separo los párpados, detengo el masaje y fijo mis pupilas en las de ella; puede que esto sea interesante después de todo.

―No es un misterio que los ancianos quieren que asciendas como uno de ellos.

«Sí...», digo para mí, y una de las comisuras de mis labios se curva hacia arriba.

―Te presentarán en sociedad como candidato.

«Sí...»

―Por eso la celebración de este año será en tu morada.

La sonrisa que comenzaba a acariciar mis labios me abandona de repente. Mi estatus ante su revelación es claro; ella lo sabe, y sonríe en mi lugar.

―Esta es tu notificación personal ―me dice, sacando con descaro del escote de su vestido un sobre negro con un sofisticado sello de cera roja.

Al abrirlo, me pongo a leer de inmediato el papel oscuro con letras brillantes impresas en escarlata.

―Las invitaciones ya han sido enviadas a destino. Las familias principales estarán presentes junto a todos nuestros hijos e hijas. Será provechoso que las nuevas generaciones también te conozcan en persona.

―Puedes retirarte ya ―digo sin expresión en mi cara, haciendo un pequeño ademán con mi mano luego de haber arrojado con un desprecio mesurado la hoja con el sobre en mi escritorio.

Me dedica una sonrisa ladina y, con notable elegancia, abandona la silla y camina hacia la puerta. Se detiene en el umbral a último momento, regresando su níveo rostro hacia mí.

―Espero que nos brindes un banquete de excelente calidad.

―La sangre y el espectáculo no faltarán. Puedes despreocuparte, querida.

―Sé que así será. ―Amplía su mohín―. ¡Oh, y...! Luego de divertirte con tu lindo humano, será mejor que lo regreses a su sitio con el cerebro lavado, o lo mates ―me dice, agitando lentamente su dedo hacia mi persona como una insufrible broma.

Descarada irritante.

―¿Te largas de una vez, primor?

―También me dio gusto verte, Seok-jin ―dice y me arroja un beso al aire.

Ni un solo soplido tuyo quiero, mujer. El único cínico que puedo tolerar conmigo en un mismo espacio soy yo mismo.

Así que los ancianos finalmente se han decidido, a pesar de los problemas que pasé para quedarme con la "custodia" de Taehyung, un ser impuro y considerado una aberración para nuestra raza. Han visto y notado mi valía y poder de liderazgo. Bien. Que lo hagan. Tengo muchos planes para los caminantes de la noche y los de la luz. Duerman en mí, ancianos, porque he venido para ascender y comandar sobre todos los malvivientes que quieren aplastar mi cabeza todos los malditos días de mi asquerosa existencia.

Con una sonrisa cargada de vanidad, regreso a mi dormitorio, el santuario que es mi cama y el tesoro que escondo detrás de las cortinas. Mi Nam-joon descansa boca abajo, abrazado a una de las almohadas. Su respiración me dice que su sueño no es tan profundo. Me abro paso sobre los pliegues de la cama; las cortinas nos cubren del mundo. Repaso su cabello con mi mano, dejando que sus cortas hebras vuelvan a su sitio.

Hace una inspiración más marcada y me pierdo en admiración. Paso saliva y me ganan mis deseos. Mis labios tocan su espalda; lo acaricio con mi beso helado, y se estremece. Inspira profundo y sonoro, entreabre los ojos y nota que soy yo.

―Jin... ―suspira ronco y cierra los ojos de nueva cuenta.

―Sí, Nam. Soy yo. ―le respondo y vuelvo a besar su lomo―. El único... ―Un beso más―. Tu único. ―Otro.

―Mmm... Jin...

Siento cómo se le eriza la piel.

―¿Te doy frío?

―Siempre que me tocas me das frío...

―Pero si anoche te di calor... ―le digo en voz baja y deposito otro pequeño beso en su espalda baja, ganándome un gimoteo de su parte.

¿Desde cuándo eres tan adorable, chico?

Me arrimo y dejo que mis labios rocen la parte más alta de su oreja; sus puños aprietan las sábanas, su piel se pone como escarpias una vez más.

―Nam... Con solo ver tu espalda enseñándome toda su provocación me hace sentir ganas de degustarla como un postre. Quiero fusionar mi frío con tu calidez. Quiero darte un masaje con mis manos por toda su extensión, y mientras lo hago... quiero que me susurres que pare, deseando lo opuesto...

Esparzo mi aliento contra su cartílago auditivo y puedo sentirlo apretar los dientes, pasar saliva, su respiración agitada y el rubor apoderándose de sus pómulos.

―Te gusta que te hable así, ¿eh? Lo haré todo el tiempo que tú quieras, mi príncipe... ―susurro y toco su piel; él contrae el cuerpo.

―Jin... Te lo pido... Estoy cansado... ―me ruega en voz baja.

―Mmm... ―Bajo la cabeza, dejando que mi pelo roce su hombro, rendido―. Está bien, te dejaré descansar ―le digo con un bisbiseo áspero y dejo un último roce de mis labios contra su oreja.

Dejo escapar el aire de mis pulmones con lentitud mientras me abrazo a su torso y dejo que mi cabeza repose en esa espalda de sueño.

―Jin... Estás frío...

―La chimenea sigue encendida para ti. La habitación está cálida. Caliéntame, Nam... Te permito hacerme arder.

● ● ●

Los sentidos de Jimin se realzan de repente, como una alarma, al sentir el dulce aroma de la sangre bajo sus fosas nasales. Se relame los labios, sediento, y abre los ojos rojos de par en par mientras sus colmillos hacen una mordida al aire. Es en ese momento cuando se encuentra con el rostro de Kai, que sostiene el pequeño vaso de cristal.

El joven vampiro recorre la habitación con la mirada, contemplando la penumbra del espacio lujosamente decorado, con muebles antiguos y elegantes, pero con detalles que revelan su propósito más oscuro: saciar los placeres carnales.

Jimin está sentado sobre esa gran cama, con la espalda apoyada en el cabecero de hierro trabajado. Unos grilletes abrazan sus muñecas, conectados mediante cadenas a ese mismo soporte que se alza contra la pared. No necesita ver los instrumentos, lazos o correas esparcidos, ni aquel sillón de forma peculiar a lo lejos, para saber las cosas depravadas que han tenido lugar ahí dentro, cosas que los involucran tanto a él como a Kai. Y, hablando de él, Jimin vuelve a encontrar la mirada del susodicho.

―¿Quieres? ―lo invita a beber de la sangre en su vaso con una sonrisa vanidosa.

El joven inmortal asiente, entonces Kai bebe todo el contenido de su vaso de golpe. Jimin apenas tiene tiempo de arquear una ceja cuando siente la mano ajena tirar de su tobillo de repente, volcando su cuerpo desnudo sobre el colchón y tensando las cadenas ligadas a sus muñecas. El hombre apoya una rodilla al lado de su cadera, lo toma por el rostro, abultando un poco sus mejillas, y se inclina sobre él. Jimin comprende y, de manera seductora, abre su orificio bucal para él. Así, Kai une sus labios con los suyos y le otorga la sangre prometida. Aquello va acompañado de caricias sobre su boca, en un beso tierno y disfrutable para ambos, incluso para el reticente Jimin.

―Exquisito ―dice, dándose una última relamida a su piel.

―¿Y la sangre? ¿Qué te pareció? ―pregunta retóricamente, limpiando con su dedo la comisura de la boca del chico para luego llevarlo a sus propios labios y degustar ese poco de sangre.

―Sublime.

Jimin parpadea y ve en su cabeza imágenes que viajan a toda velocidad:los sucesos de la noche que, al parecer, compartió con ese vampiro. Recuerdalos jadeos, los gritos, el sudor frío, los latigazos, las correas, losescupitajos y las obscenidades verbales que le dedicaba, acompañadas deinsultos y bofetones. Por supuesto, ahora ya no presentaba un solo rasguño ensu anatomía, solo las dulces memorias que dibujan una sonrisa traviesa en surostro y una mordaza que cuelga de su cuello, con una barra de metal en elcentro, llena de marcas.

―Así que te saliste con la tuya y te apoderaste de mi cuerpo, ¿eh?

―No pude resistirme. Hacía tiempo que deseaba probarte. Y el love shot que compartí contigo te dejó totalmente entregado a mí.

Hacía mucho tiempo no tenía una sesión de sexo tan intensa; se siente fresco y renovado, mas la pena en su corazón lo aqueja de repente como un aguijonazo.

―Serás bastardo... ¿Te gusté al menos?

―Me fascinaste. Ese humano está loco, tú eres un excelente amante.

―No quiero que lo menciones a él.

―Jimin... ―Lo toma por la barbilla y dirige sus ojos hacia los propios―. Eres una criatura excepcional y dotada de belleza. No dejes que una mala experiencia arruine tu ego interno y tu seguridad.

―Si tú lo dices...

―Bien sabes que yo no verbalizo mentiras. ―Sonríe.

Jimin tira de los grilletes, sorprendiéndose al no conseguir liberarse porsí mismo.

―Estas cadenas tienen algo diferente... ¿Por qué no puedo romperlas y soltarme?

―Están hechas con un material especial, para poder retener a seres como nosotros.

―¿Guardas esto contigo? Tú sí eres sádico.

―Los ancianos me las proporcionaron, de hecho. Ellos cuentan conmigo para ocuparme de los rebeldes que no siguen las reglas.

―¿Como tú mismo?

―Llámame hipócrita, no me importa ―dice con una sonrisa ladina.

―¿Te importaría quitármelas? Tengo que irme.

Kai lo mira fijamente por un instante, luego lo agarra del rostro con sutileza, su palma contra su mejilla y el castañeo de sus anillos al tocarse entre sí.

―Tal vez no quiero soltarte... ―dice con una voz gutural, escudriñando su cuerpo con los ojos―. Tal vez quiero quedarme contigo y poder tocar cada uno de tus puntos sensibles... ―dice, bajando su mano y paseando sus dedos por su cuerpo desnudo.

Cuando llega a su vientre, se detiene para admirar un momento el metal que adorna su ombligo.

―¿Tienes pensado hacerte otro?

―En los pezones, tal vez...

―Qué delicia... ―murmura, llevando su mano a esa zona―. ¿Justo aquí?

―Sí... ―suspira, luego de haber despedido un siseo.

Kai se acomoda mejor, sentándose al lado de Jimin, creando un sonido hipnótico al fruncir las sábanas con su peso, acompañado de su respiración. Coloca ambas manos sobre el área pectoral de su chico y empieza a frotar, brindándole un masaje sugestivo que no tarda en arrebatarle pequeños suspiros de placer.

―Kai... En serio... debo irme...

―¿Por qué la prisa?

―Tengo... trabajo que hacer...

―Oh, claro. Eres todo un chico policía, ¿eh? ¿Por qué no me hablas un poco de ese caso tan intrigante en el que estás metido?

―Hay unas... desapariciones en las que estoy trabajando... Me inquieta porque, incluso con mis sentidos agudos, no soy capaz de avanzar. Aunque...

Jimin se queda pensativo unos segundos y fija sus ojos en los del otro vampiro.

―No tendrás algo que ver, ¿o sí?

―¿Yo? ―Alza las cejas, sorprendido, deteniendo su masaje―. Oh, ya entiendo... ―Relaja el rostro―. Lo dices por la chica mortal, ¿verdad? Como la tuve a ella aquí crees que he secuestrado personas... Lo entiendo. Pero, oficial... ―dice, estirando el brazo y reposando su mano contra su cuello, acariciándolo con suavidad―, soy inocente.

Jimin lo mira en silencio.

―Aunque si quieres llevarme bajo custodia, no pondré resistencia...―agrega, sonriéndole con picardía, exponiendo sus muñecas frente a él.

―¿La sumisión también es lo tuyo?

―Dije que no opondría resistencia cuando me lleves bajo custodia, no dije lo que haría después...

―Mejor suéltame ya, ¿quieres?

Kai ríe por lo bajo y empieza a besar su pecho.

―Tal vez me quede contigo un poco más... ―murmura.

Pasa su lengua contra su pezón, abre más su boca y hunde su colmillo en la carne. Jimin deja escapar un plañido estrepitoso; Kai atrapa su rostro con su mano, apretando ligeramente sus mejillas y silenciando su quejido. Un poco de sangre brota, y el vampiro la consume.

―Cuéntame más del caso, tal vez te pueda ayudar ―dice mientras relame la herida y besa la zona.

―E-es... Se trata de un aparente fan del desaparecido.

―¿Fan? ―Baña su pezón con la humedad de su lengua.

―S-sí... ―suspira entrecortadamente―. No pude encontrar información que me haga avanzar, solo... sé que le llevaba rosas azules... cuya procedencia... tampoco pude esclarecer...

―Ya veo... Qué misterioso... ―dice, y de imprevisto atrapa con suavidad la carne sobre su costilla.

Moja con su boca y succiona con sus labios, arrancándole un gemido y atrapándolo en la sensación de un cosquilleo placentero.

―Hijo de puta...

―Continúa.

―H-he encontrado informes muy antiguos sobre un químico... vertido en un terreno... y las personas comentaban que todo lo que crecía ahí desde entonces se tornaba azul. ―Su voz se agudiza ante las atenciones que recibe su cuerpo―. Pero... No lo sé... ―Intenta controlarse y enfocarse en lo que quiere decir―. Suena muy curioso, pero no encontré más información al respecto.

―Un químico que torna la vegetación de un tono azulado... ―recalca, elevándose sobre el chico―. He oído eso antes. ―Posa sus dedos debajo de su barbilla y se acomoda al lado de Jimin en la cama.

―¿De verdad?

―Sí, uno de los ancianos lo mencionó hace tiempo. También me pareció curioso. Veré si puedo averiguar algo más para tu investigación, policía.

―¿Lo dices en serio? ―Abre grande los ojos―. ¿Qué quieres? ―Entrecierra los párpados.

―Ya tengo lo que quiero ―dice, dándole un giro brusco a su cuerpo, y el golpe que le da en una de sus nalgas resuena en todo el cuarto.

A continuación, abre la mandíbula, mostrando sus largos colmillos ya listos para enterrarlos en sus glúteos, pero Jimin es más rápido. Con agilidad, envuelve su cuello con la pierna y aprieta con fuerza.

―Ya estuvo bien, Kai, suéltame de una vez ―dice con una voz más opaca y ruda.

El referido intenta hablar, pero Jimin comprime más su cuello, entonces lleva su mano a su extremidad.

―Está bien, tú ganas. Te dejo ir... ―dice con apenas un hilo de voz.

El chico entrecierra los ojos, desconfiado, y oprime más, por lo que el vampiro arranca la llave que cuelga de su cuello y se la muestra; solo entonces, lo suelta. Toma la llave entre los dedos de su pie y con el otro lo aparta de un empujón. Estira la pierna hasta su mano, toma la llave y abre los grilletes. Kai lo observa maravillado mientras amasa su cuello resentido. Jimin masajea sus muñecas y se levanta rápido, dirigiéndose a su ropa, cuidadosamente dispuesta sobre una silla, y comienza a vestirse.

―Me encanta cuando te pones a la defensiva. Y cuando te enojas, te ves doblemente sexy.

El joven vampiro lo escucha y se gira hacia él unos segundos para luego continuar vistiéndose.

―En verdad eres una criatura extraordinaria, Park Jimin ―le susurra al oído, tras haberse arrimado a su espalda en un instante, y acaricia sus hombros.

―Basta. ―Se aparta―. Ya no más charlatanería...

En el instante en que pronuncia la última sílaba de su oración, Kai le da la vuelta bruscamente para encarar su rostro. Jimin se sorprende, pues se ve molesto. ¿Habría sido demasiado irrespetuoso con su hyung, o tal vez...? Sus pensamientos se disipan cuando el hombre le sonríe.

―Aunque me hayas hecho eso, voy a conseguirte esa información para tu caso ―le dice, contemplándolo con deseo.

―Pero qué generosidad la tuya. ¿Y qué vas a querer a cambio? ¿Una sesión completa de BDSM con duración de una semana?

―No me tientes, Jimin... ―dice, con un tono seductor―. Pero ya que mencionas el "intercambio", me conformaré con pedirte que pienses en la propuesta de ser mi sumiso.

―Te ahorraré tiempo, Kai: la respuesta es no ―dice, quitándose la mordaza que lleva alrededor del cuello y se la entrega.

El hombre parpadea sin decir nada, circunspecto, y mira el objeto. Avanza hacia Jimin y reposa su mano sobre su mejilla, realzando su rostro de manera brusca, haciendo que lo mire a los ojos.

―Te enamoraste.

El muchacho baja la mirada y se aparta despacio de su toque.

―Jimin... Somos criaturas que viven por y para el placer, para procrear y no dejar que se extinga nuestra especie. No existe tal cosa como el amor para nosotros.

―Pues yo no lo siento así. ―Lo enfrenta con la mirada―. Creo que somos capaces de sentir y retribuir amor.

―¿Amor entre nosotros? Lo dudo. ¿Hacia los humanos? Ellos son frágiles, se dañan, mueren. Al final del día acabaremos solos con nosotros mismos, así que ¿para qué molestarse?

―¿No te parece una postura conformista?

―Realista, más bien. ―Sonríe.

―Supongo que vemos la realidad de manera diferente.

Silencio.

―Ve a casa, precioso. ―Acaricia su cabello―. Cuando encuentre la información que necesitas me comunicaré contigo.

―¿De verdad?

―Por supuesto.

―Guardaré tu secreto ―le dice, y reposa su palma sobre su mejilla.

―Sé que sí, Jimin-ssi ―responde con un tono calmo, y posa su mano sobre la impropia, tomándola y besa la palma―. Por eso estoy tranquilo.

Los ojos de Kai se tornan rojos, sus colmillos afloran y los clava en la nívea piel del vampiro más joven, degustando su sangre la cual encuentra casi tan dulce como la de los caminantes de la luz.

Después de la partida de Jimin, ordenando a un chofer personal que lo lleve a su residencia, Kai se queda en la sala, pensativo, bebiendo y observando el cielo nocturno por esos grandes ventanales hasta que uno de sus sirvientes interrumpe su paz y soledad, haciéndole llegar a sus manos un sobre negro.

El vampiro toma el picahielo sobre el mostrador del bar, se aproxima a una velocidad abismal frente al hombre y, con la misma rapidez, toma el sobre de la refinada charola de oro blanco. Blande lentamente el filo del picahielo frente a su rostro, sin quitarle la mirada, para luego rasgar el papel grueso de un tajo limpio.

―Puedes retirarte ―dice con voz cavernosa.

Kai despliega el papel y lee mientras lame la punta del cuchillo, haciendo que su lengua sangre un poco.

―Así que los ancianos presentarán formalmente en sociedad a Kim Seok-jin como posible candidato a ser catalogado como uno de ellos. Vaya, vaya... Y yo que pensé que me tendrían en cuenta a mí primero... Parece que solo seguiré siendo su verdugo y recadero personal ―dice con un tono lleno de tirria y arruga la hoja en su puño.

● ● ●

Jimin regresa a su casa y, al entrar en la sala, se encuentra con su hermano besándose fervientemente con su prometida. Al notar su presencia, ambos se separan y lo saludan, aunque el joven solo se limita a una breve reverencia. A diferencia de otros vampiros, Jimin no es vanidoso ni narcisista, solo un poco coqueto en ocasiones particulares. Jamás se lo vería siendo descortés, pero ahora, simplemente está descolorido y desganado.

―Iré a darme un baño ―dice, mientras sube las escaleras.

Ya en el cuarto de aseo, dentro de su dormitorio, el joven vampiro abre el grifo y deja que la bañera se llene mientras se despoja de su ropa. No tiene ánimos para permanecer de pie bajo la lluvia dejando que repiquetee contra su espalda, por lo que prefiere sumergirse en la tina, con sales especiales para su piel sensible, unas cuantas velas en la oscuridad y esencia de flores silvestres. Empapado por el agua tibia, casi fría, hace un recuento mental de todo lo acaecido. Recuerda los toques de Kai; cómo lo hizo suspirar, gruñir y gritar. Por momentos, Kai se transformaba en Ho-seok, invasor ingrato, conmemorando todas las noches en las que fue suyo. Suspira y explora su cuerpo con las manos hasta llegar a su sexo y estimularse, sumiéndose en su propio abismo de perdición, bajo el agua, conteniendo la respiración para invocar más rápido su desasosiego.

Luego, la ingratitud es mayor al dibujar a su amor con ese otro muchacho, sus cuerpos entrelazados como una enredadera, consumando su lujuria oculta en besos tan ardientes que sus siluetas destilan vapor, y ahí, mientras Ho-seok le regala besos a ese cuello, Min Yoon-gi fija sus ojos en Jimin con una sonrisa victoriosa. Indignado y quebrado, abre los ojos y saca la cabeza del agua. Su mirada se entristece. Lo que vivió con Kai horas antes fue intenso, pero con Ho-seok simplemente había sido algo mucho más profundo. «Te enamoraste», recordó las palabras del vampiro. Jimin es el primero en saberlo, no necesita que se lo digan, pero detesta la mirada de desaprobación de sus iguales.

«¿Acaso nadie ha amado o amará como lo hago yo? ¿Estaré realmente errando en mi camino?», se cuestiona en sus pensamientos, consciente de que las paredes tienen oídos.

Tras abandonar la bañera por fin, seca su cuerpo. Desnudo como está, con la toalla colgando de los hombros, se la lleva a su cabeza para secar su cabello. Cruza la puerta y camina por su habitación, sabiendo de antemano que, con solo haberlo visto por el rabillo del ojo, su hermano mayor está sentado al pie de su cama.

―¿Qué quieres, Taemin? ¿Ya no puedo tener privacidad? ―dice, apartando la toalla y dejándola de nueva cuenta sobre sus hombros.

―Lo siento, Jimin ―Se pone de pie y se acerca a él―. Es que te noté pesadumbroso... Como estuviste con Kai quise asegurarme de que estuvieras bien ―añade, tomándolo delicadamente por el mentón y dirigiendo su rostro al suyo.

―¿Dejaste a tu novia sola?

―Mi Choa se fue hace tiempo. ¿No sabes cuánto llevas en el cuarto de baño?

―No.

―Jimin...

―Todo está bien.

Taemin se acerca y estrecha su frente con la de su hermano.

―No me mientas, Mimi...

―Se acabó con Ho-seok. Todo se acabó... así que discúlpame si no estoy en mi mejor momento, ¿okey? ―dice, un poco a la defensiva, mirándolo desafiante.

―Ya veo... Parece que Kai no pudo llenar tu vacío.

―No quiero que nadie llene mi vacío. ―Lo aparta bruscamente―. El fin de una relación intensa es un duelo y quiero que sea respetado. ―Su mirada es intensa.

―Entiendo, hermanito. Te respetaré entonces y no insistiré, ¿te parece bien?

―Gracias.

―No agradezcas. ―Le sonríe―. Sabes cuánto te aprecio ―dice, acariciando sus cabellos húmedos y apartándolos de su cara. Después lo agarra del rostro con ambas manos, realzándolo.

»Eres mi tesoro, velaré por tu bienestar siempre. Lo sabes, ¿verdad?

―Lo sé. Eres la única persona de mi familia que realmente me agrada.

―Lo sé.

Taemin amplía su sonrisa, besa su frente, luego sus labios, y lo estrecha entre sus brazos. Jimin cierra los ojos y se deja envolver por el frío toque de su hermano; el portal entre los mortales y los caminantes de la noche: Taemin. Una lágrima amarga y fría se escapa de sus ojos. ¿Taemin lo ama como él ama? ¿Qué tipo de amor es el que Taemin siente por él? ¿Puede llamarse amor como tal?, se pregunta Jimin.

● ● ●

Kai se encuentra en la sombra de un árbol, testigo de la noche que acontece. Vigila con ojos felinos y actitud de pantera a una fémina a la distancia: la misma muchacha que había dejado bajo su dominio con anterioridad y de quien, ante los ojos juiciosos de Jimin, removió su poderío y dejó marchar con una clara advertencia. Advertencia que Kai sabe no fue escuchada ni respetada, puesto que la joven se dirige a paso acelerado hacia la estación de policía, en pleno centro de la ciudad. El vampiro se lamenta y chista con su lengua, negando con la cabeza.

Dos muchachos la acompañan; Kai sabe que no será lindo, pero se divertirá en grande.

―¿Lo ves, Jimin-ssi? No podemos confiar en los humanos mortales ―dice, iluminado por las llamas de los cuerpos que ha decidido incinerar hasta que no quede nada, luego de haberse bebido hasta la última gota de sangre.

Decidió llevarlos a su propiedad para desaparecerlos sin estorbos, camuflado por el bosque.

―Pero te daré algo de crédito... ―agrega, limpiando con deleite la sangre en las comisuras de su boca. Luego se gira, dándole la espalda a las llamas que sus sirvientes controlan.

»Tampoco se puedeconfiar en los vampiros ―añade, y una sonrisa se despliega en sus labiosmientras se aleja, dispuesto a servirse un trago escarlata acompañado de mucho licor.

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