Capítulo 17: Mi experimento vivo

Han transcurrido alrededor de dos meses y medio desde la desaparición de Nam-joon. La investigación no cesa, pero mucho tardarían en dar con el culpable, si es que llegan a lograrlo.

―¡Vaya, Jung-kook! ―exclama Seok-jin, al ver el peso del joven.

Su aspecto físico ha cambiado considerablemente. Ha ganado grasa corporal y, con el espacio que copia la apariencia de un gimnasio establecido en la mansión, ha logrado tonificar gratamente su físico. Gracias a esa área de ejercicio, ha podido interactuar con Nam-joon y Tzuyu, lo que ha mejorado notablemente el humor de ambos muchachos. Aunque Seok-jin tampoco les permite relacionarse demasiado; lo pone de mal humor, aunque se niega a llamarlo "celos".

Ahora sí luce saludable y con mejor semblante, y su sangre, la cual ya se ha encargado de probar, es todo un manjar.

―Has mejorado muchísimo. Estoy impresionado.

Hyung-nim me ha cuidado bien ―dice, colocándose de nuevo su suéter.

―No lo hago por ti, sino por todos. Ahora, extiende el brazo, tomaré un poco de tu sangre.

―¿Para qué?

―Tú solo haz lo que te digo y no hagas preguntas.

Aunque un poco retraído, el chico hace caso a sus palabras y, sin agradarle para nada, extiende su brazo para él. De manera un poco grosera, el vampiro arruga la manga para descubrir su piel, coloca la banda para que afloren las venas e inserta la aguja, obteniendo un pequeño quejido en respuesta.

● ● ●

En todo este tiempo, Ho-seok ha continuado con su doble vida sexual a pleno, metiéndose a la cama de un chico que dice no amar, como un placer culposo, aunque culpa es lo que menos siente, es solo diversión para él. Luego, vuelve a su hogar, con su chico especial, aquel por el que sus latidos se aceleran y su cuerpo se calienta incluso con sus pequeñas manos heladas. Le ha jurado amor cada vez que lo ha hecho suyo en las noches en las que no hay lugar para las discusiones, mientras besa con fervor sus pomposos labios tan adictivos, y esa pobre criatura no inocente pero sí ingenua, ha sido mancillada con mentiras descaradas sin saberlo, sin imaginárselo en absoluto.

Jimin siempre se muestra como un depredador de la noche pacífico, sin embargo... ¿Qué pasaría si el día en que las mentiras salgan a la luz sea el mismo en que su serenidad se extinga?

Si juegas con fuego te quemarás. Si juegas con fuego sin saberlo, te incinerarás.

En paralelo, Seok-jin tampoco ha desperdiciado su tiempo con Nam-joon. Viéndolo mucho más sosegado y desinhibido, ha tomado sus labios cuanto ha querido. Ha explorado su cuerpo tanto como él se lo ha permitido, y cada vez que lo hace, le susurra arrullos de amor que lo hacen suspirar sobre sus labios o dentro de su boca, elevando su temperatura.

―¿Ella te decía cosas así, Nam? ―le preguntaba en un susurro, a lo que el aludido se limitaba solo a mover vagamente la cabeza.

»Yo jamás me cansaría de adularte. Seguiré haciéndolo hasta que te convenzas de tu propia valía, cariño. Ahora estás aquí entre mis brazos y te atesoraré como te mereces ―murmuraba entre besos.

Nam-joon no le respondía, pero sentía calidez con cada palabra que le dedicaba, con cada caricia y besos, en los que se sentía contenido y apreciado como nunca antes en su vida. Lentamente, su espíritu se quebrantaba ante el vampiro, era consciente de ello, por momentos, y por momentos solo... se dejaba querer.

● ● ●

Seok-jin se dirige al subsuelo de la mansión, donde se hallan los cuartos de almacenamiento y los calabozos. Allí se encuentra con Taehyung inmóvil, con la piel grisácea y varias venas sobresaliendo de su piel, producto de la deshidratación sanguínea. En el suelo, ya seca, está la sangre derramada de sus muñecas. Sus pestañas tiemblan levemente al sentir una presencia en su compañía, pero no siente a Seok-jin, sino a alguien más:

―Tae...

La voz dulce de una mujer.

―Tae... ―insiste entre risas.

―Quédate justo ahí. Te tomaré una foto ―dice el aclamado, posicionándose sobre la verde y vívida hierba y una cámara profesional en sus manos, listo para el disparo.

La luz del sol golpea la espalda de la muchacha y hace brillar el oro de su alianza de matrimonio en su dedo anular. Sus ojos se hacen pequeños al mostrar sus dientes, mientras hace el gesto de llevarse un mechón oscuro de su larga cabellera detrás de la oreja. Taehyung la observa hipnotizado por su belleza, cautivado por su espíritu y la forma en que lo hace sentir: vivo y feliz. Pero todo se torna oscuro de repente. Un rugido, un ataque, un intento de escape, gritos y sangre. Ella llama su nombre de una manera totalmente diferente ahora, y su rostro refleja terror y desespero. "Yo soy el diablo y vas a conocerme, perra", había dicho el monstruo de la noche.

Las imágenes, las voces, se vuelven borrosas. Seok-jin termina de romper el encanto, tal y como rompe la bolsa de sangre más pequeña de las tres que carga, y sin consideración la vierte sobre el cuerpo del joven vampiro, el cual reacciona de inmediato, absorbiendo la sangre como agua. Seguidamente sus párpados se abren dejando ver sus escleróticas negras ante el apetito que lo hace despertar de su estado de suspensión.

―Jin... por fin te dignas a aparecer, desgraciado ―murmura ronco y mirándolo con desdén.

―Espero que hayas aprendido una cosa o dos. Entre ellas, no desestimar mi autoridad en esta casa ―dice, mientras desamarra una de las cadenas que sujeta la pinza de su muñeca, dejando su cuerpo guindar solamente de la otra y causándole dolor.

En cuanto afloja la otra cadena, Taehyung cae sobre sus rodillas. Seok-jin se inclina frente a él y le remueve las pinzas, que habían calado hasta sus huesos, obteniendo quejidos y siseos de dolor en el proceso.

―Ten. No te ahogues ―le dice, y le arroja otra de las bolsas de sangre.

Taehyung muerde el plástico y comienza a engullir la sangre hasta dejarla vacía, como un auténtico famélico. Comienza a adquirir mejor aspecto y gruñe bajo al ingerir la última gota.

―Jung-kook... ―suspira con dolor y enojo; sabe que es su sangre―. ¡Dame más!

―Esa era sangre de Jung-kook cuando lo tenías hecho una miseria; la conservé bien. Y esta... ―Enseña la bolsa que le queda―, es su sangre ahora. ―Se la arroja.

Con solo conseguir olerla, los sentidos de Taehyung se alteran y devora esa sangre fresca con mayor agresividad y desespero.

―Dios... Qué delicia... ―suspira, estrujando la bolsa entre sus manos y apretando los párpados.

―¿Ves por qué debes cuidar bien a tu "mascota", Tae? Si lo cuidas bien te dará buena sangre.

―No dejaré de hacerlo mío, ¿oíste?

―Puedes cogértelo día y noche, no me importa. Pero lo alimentaré y pesaré todos los días. Si llego a verlo en mal estado de nuevo, aunque sea un poco, te castigaré más severamente, y no volveré a dejarte tocar a Jung-kook otra vez, ¿entiendes?

El vampiro joven lo testea con una mirada frívola, pero el mayor manda sus provocaciones al demonio propinándole una bofetada cuyo eco resuena en todo ese calabozo.

―Te hice una pregunta, infeliz. ¿Entiendes o no?

―Entiendo.

―Perfecto. Ve a ducharte, estás inmundo. Recoge al chico mañana en el segundo piso cuando se ponga el sol.

Dicho aquello, Seok-jin lo deja atrás y abandona la celda de hierro y piedra.

Más tarde, de regreso en su habitación, bajo la ducha helada y luego de ponerse sus propias manos encima ante oleadas de pensamientos perversos al pensar en la dulce sangre de Jung-kook marinando su cuerpo joven y cálido, listo para ser engullido por él, Taehyung hace su cabello hacia atrás y permite que toda la espuma del jabón y el champú escurran por su cuerpo. Es en ese momento que, al pasar una última vez las manos por su rostro, nota algo en su dedo anular izquierdo: una marca rodeando el falange. La carencia de... ¿un anillo? Lo deja ensimismado por unos segundos, pero no consigue recordar por más que se esfuerza.

● ● ●

―Jimin, cariño. Estoy en casa ―se anuncia Ho-seok, cargando un pequeño ramo de flores en su mano.

En la mañana habían tenido una calurosa discusión, siempre por el mismo tema: sexo. Eran muchos los días en que Jimin no se alimentaba debidamente de sangre, ya que no deseaba herir a otras personas para obtenerla, y eso posteriormente generaba problemas con su pareja, ya llegado el momento de intimar resultaba una tortura en absoluto placentera para el joven vampiro, en ocasiones, ni siquiera podía besarlo en los labios, pues sus colmillos lo traicionaban, cosa que ponía furioso a Ho-seok. ¿Cómo era posible que no pudiera tocar a su novio? Las alegaciones se volvían interminables y siempre culminaba con él saliendo del apartamento y Jimin llorando en soledad.

―¿Jimin? ―lo llama, luego de encender las luces.

La casa se halla vacía, ordenada y silenciosa. Súbitamente, Ho-seok siente algo sobre el hombro, por lo que lleva sus ojos ahí, encontrándose con un salpicón que escurre. ¿Es agua o...? Lleva las pupilas al techo y dos ojos rojos le devuelven la mirada, helándolo al instante y provocando que suelte el ramo.

La saliva destila por los largos colmillos del hambriento vampiro trepado en el techo. Cuando los pétalos de aquellas margaritas tocan el suelo el depredador se abalanza sobre el mortal, y con el grito de Ho-seok en su testa, los ojos de Jimin se abren de par en par y se levanta del colchón con un grito ahogado. Suda frío, respira agitado y se lleva el cabello hacia atrás.

―Jimin-ssi... ―balbucea Ho-seok con voz ronca.

Se endereza un poco y restriega sus ojos. Al momento siguiente siente el apretón de su novio contra su cuerpo y lo escucha sollozar.

―¿Qué tienes?

―Ya no puedo, Hobi... Ya no puedo... ―Mueve la cabeza en negación y frota las lágrimas contra su camiseta.

―Cálmate, bebé... ―Lo aparta con gentileza y lo toma por el rostro para encontrar sus ojos―, ¿no puedes qué?

―No quiero que sigamos así... ―gimotea y se limpia las lágrimas―. Nos hacemos daño y eso me duele...

―Amor... ―Lo mira enternecido―. Tranquilízate, por favor... ―Limpia sus lágrimas frías―. ¿Eso es lo que te tiene así? Tenemos problemas, todas las parejas los tienen.

―¡Sí, pero...!

―Lo superaremos, porque nos amamos, ¿no es así?

―¡Claro que te amo! ¿Lo dudas?

―No lo dudo. ¿Dudas tú que yo te ame?

―Si me lo dices no lo haré.

―Te amo, Jimin-ssi. Lo haré siempre, y nunca te dejaré.

Sellan lo dicho con un beso dulce y prolongado, probándose con cariño y abrazándose con devoción. Se acurrucan uno junto al otro; Ho-seok comenta lo fría que está la piel de Jimin, a lo que este se disculpa.

―No importa. Yo te calentaré con mi cuerpo ―susurra y lo envuelve con sus brazos.

―¿Y si no funciona?

―Unos cariñitos ayudarían, ¿cierto? ―murmura sobre su oreja y sonríe.

―Cierto ―responde y cierra sus ojos.

Una sonrisa aparece en el rostro de Jimin al sentir los labios de su novio detrás de su oreja y su cuello, luego su peso y calidez al acomodarse casi pegado a su nuca para conciliar el sueño. El joven vampiro halla alivio nuevamente, sin embargo, al escuchar el viento rugir y generar un sonido contra la ventana que solo sus oídos alcanzan a oír lo lleva a abrir sus ojos, pensando que tal vez podría tratarse del rumor de algo amenazante, aunque amenazante es lo que ocurre en su vida de pareja. La idea de perder a Ho-seok lo devasta. Se conocen hace seis años, son novios desde hace cinco y conviven hace tres años, contando el presente. Este último año... se está volviendo una tortura, Jimin lo sabe, pero no quiere darse por vencido con todo ese amor que tiene en su pecho por Jung Ho-seok.

Lleva la vista a la mesita de noche que está de su lado de la cama y observa las flores que Ho-seok le había traído cuando llegó a la casa luego del trabajo. Un lindo detalle que lo hace sonreír de nuevo.

«Se está esforzando. Debo hacer lo mismo», piensa y cierra sus ojos para tratar de dormir un poco.

● ● ●

Seok-jin terminó con su jornada laboral en el hospital, pero eso no significaba que el trabajo había terminado para él. Despertó temprano a Jung-kook para hacerle unos estudios médicos. Ahora, en su retorno con los resultados, procede a pesar al chico y después pincha su dedo índice con una pequeña aguja para probar su sangre.

―Exquisito. ―Se relame los labios―. Todo parece estar en orden, Jung-kook. Estás en forma y muy saludable ―dice, dejando los papeles sobre el mueble a un extremo y se lleva las manos a los bolsillos.

El vampiro comienza a dar vueltas alrededor del muchacho y lo contempla.

―Tienes un cuerpo muy esbelto. Tu estatura lo acompaña muy bien y con ese rostro enternecedor que tienes debes llamar la atención muy rápido.

―N-no en realidad, no... ―murmura apenado.

―¿Has tenido pareja, Jung-kook? ―pregunta de repente.

―S-sí, alguna vez...

―¿Hombre? ¿Mujer?

―A-ambos...

―O sea que cuando fuiste traído aquí ya no eras casto.

―¿Perdona?

―Virgen, niño, virgen. Puro, casto, sin "pecado original".

―N-no, no... Yo no...

―Ya veo.

Seok-jin se queda mirándolo, parece querer decir algo más, pero Jung-kook lo interrumpe sin querer:

―¿Puedo vestirme ya? Tengo frío.

―Claro. ―Sonríe.

El joven se acomoda la sudadera frente al espejo cuando de pronto llaman a la puerta. Su corazón por poco tiene un vuelco ante el sonido de los golpes, pero Seok-jin ya sabe de quién se trata, por lo que agarra al chico del brazo y se dirigen con calma a la puerta. Jung-kook ya está nervioso y asustado de por sí, pero en cuanto la puerta se abre y queda cara a cara con Taehyung se paraliza por completo, sus ojos se quedan tiesos y su piel se vuelve blanca como papel.

―No, ¡no! ―grita, y forcejea en vano contra el agarre de Seok-jin.

―Basta, Jung-kook. Sé buen niño y compórtate. Sabías que este día llegaría.

―¡Por favor! ¡Va a lastimarme otra vez! ¡No lo dejes, hyung!

―No te preocupes por eso. Ya hablé con Taehyung y a partir de ahora te tratará bien, o de lo contrario se las verá conmigo, ¿cierto, Taehyung?

El referido desvía las pupilas hacia el vampiro mayor y asiente con un rostro inexpresivo.

―Vamos, mocoso ―dice, tomándolo del brazo y llevándoselo con él.

―¡E-espera! ¡Por favor! ¡Jin! ―exclama y cae sobre sus rodillas, implorando desesperado―. ¡Te lo suplico! ¡Haré lo que tú me pidas! ¡Pero no me dejes con él! ―grita, aferrándose con su mano al pantalón, pero Seok-jin no se inmuta. Lo levanta sin delicadeza y endereza su postura. Para entonces, Jung-kook está llorando sin dejar de suplicar clemencia.

―Nos vamos ―habla Taehyung de nueva cuenta y jalonea al chico del brazo.

En esta ocasión siente un tirón por el lado opuesto a su agarre, lo que lo hace pensar que de nuevo se está aferrando a Seok-jin como un niño pequeño, pero cuando voltea con todo su hastío, para su sorpresa, es el vampiro quien lo mantiene sujeto del otro brazo y le regala una mirada recelosa.

―No vayas a olvidar lo que hablamos, Taehyung. Traerás a Jung-kook a la cocina para sus comidas diarias, le darás tiempo de ocio y le permitirás hacer actividad física.

―Oh, pero le daré mucha actividad física.

―Sabes de lo que hablo, maldito enfermo. Y pobre de ti si llego a verlo magullado.

―Ya entendí, Jin. ¿Vas a soltarlo ahora?

El vampiro lo hace sin más, aunque no de buena gana. Ambos se miran un tanto desafiantes y Taehyung parte con Jung-kook, quien todavía mira a Seok-jin, esperando que una fracción de su ser se compadezca de él y lo salve, pero eso no ocurriría. A medio camino Taehyung lo carga sobre su hombro y en un instante fugaz los dos desaparecen del pasillo bajo la atenta mirada del hombre.

Lejos, en el ala izquierda de la mansión, Taehyung utiliza la llave del cuarto que le ha entregado Seok-jin para ingresar y, en un abrir y cerrar de ojos, deja al chico en el suelo y cierra la puerta, para luego colgarse la llave en el cuello.

Jung-kook está temblando, mirando asustado a su alrededor por estar de nuevo en esa alcoba, encerrado con el mismísimo diablo. No obstante, se sorprende al ver que el cuarto está mucho mejor ambientado, incluso se siente cálido, con la chimenea encendida, cobertores gruesos en la cama y el ventanal descubierto, por donde se filtra luz de día a través de las cortinas. Pero todo ese asombro dura los mismos segundos que ha podido contemplar el espacio que lo rodea, ya que el vampiro lo toma por la ropa y lo sienta de manera brusca en la cama.

―Quítatela.

―¿Q-qué cosa...?

―La sudadera, tonto. Quiero que te la quites y me dejes ver tu pecho desnudo.

El temblor en su cuerpo y el estremecimiento de su corazón le causan dolor y ganas de ponerse a llorar de nuevo. Incluso si las lágrimas salieran otra vez, ¿qué cambiaría? Se siente condenado.

―¡Que te la quites! ¿O quieres que te la arranque?

―N-no... ―tartamudea, y despacio toma la prenda por los extremos y comienza a quitársela.

―Ponte de pie.

Jung-kook lo hace, entonces él se encandila con su cuerpo. Algunos flashes vienen a su cabeza, la silueta de una mujer, que lo hacen sentir tan o más encantado que el chico. Mira su mano y ve la marca en su dedo, sin entender. Eso lo hace enojar, entonces azota el cuerpo del muchacho y le da la vuelta, dejándolo con las rodillas sobre el piso y el pecho recostado sobre el colchón.

―¡¿Q-qué vas a hacer?! ―exclama alarmado.

―¿Tú qué crees? ―contesta indiferente―. Ha pasado mucho tiempo... ―Pasea su mano por su espalda, erizándole la piel, esa piel que vuelve a ser sedosa y de músculos firmes, como si fuese la primera vez que sus dedos la tocan.

»Te me apareces de esta manera ahora... ¿Tienes idea la sed que me provocas?

Jung-kook ya no consigue controlar su miedo y las lágrimas vuelven a él.

―Por favor... te lo suplico, no lo hagas...

―Guarda silencio y relájate. ―Desprende los jeans del chico―. Usaré lubricante... aunque no te prometo ser suave.

El muchacho aprieta las sábanas entre sus dedos y hunde su rostro húmedo contra ellas. Es real. El infierno es real una vez más, e incluso con su condición saludable, nunca lo podría enfrentar, mucho menos derrocar a ese monstruo que de nuevo haría de él su maldita y asquerosa voluntad.

A su vez, en el subsuelo de la mansión, en el laboratorio personal de Seok-jin, este se halla ensimismado observando un objeto pequeño entre su dedo índice y el pulgar. Es un bello anillo de oro que lleva grabado en la parte interna "Taehyung". Sin el mejor aprecio, el vampiro deja caer la joya sobre la mesa, justo al lado de su pieza gemela, la cual lleva grabada en su interior "Jennie".

―Muy bien, Taehyung... veré qué tanto puedes llegar a interesarme, entretenerme y satisfacerme ―dice, llevando sus manos a los bolsillos y observando unas placas de rayos X sobre una pizarra metálica, con una luz azul iluminándolas.

Dichas radiografías muestran un cráneo que parece tener un objeto metálico incrustado en el hemisferio derecho.

―Si los mortales son interesantes, ¿por qué no lo serían los mortales convertidos? ―dice, ensanchando una sonrisa maliciosa en su pálido rostro, da media vuelta y abandona la habitación, cerrando la puerta a su espalda.

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