26.

Se sentía bien ese día.

Su cuerpo estaba muy relajado por el buen momento que tuvo en la madrugada y su mente estaba tranquila porque antes de salir de casa, Wonho le dijo que lo amaba.

Todo eso era razón suficiente para ser feliz, tan feliz que incluso ni siquiera se dio cuenta si Otto le habló o no.

Por su mente lo único que pasaba era la promesa de lo que le esperaba al llegar a casa y no podía sentirse más ansioso.

Se vio en el espejo del baño de aquel lugar donde cumplía con su práctica profesional de psicología y sonrió sintiéndose bien consigo mismo.

Estaba tan ensimismado ordenando su cabello para Wonho, que ni siquiera se dio cuenta que alguien más había entrado al lugar hasta que sintió algo que lo hizo estremecer.

Se giró y miró a Otto quien estaba con una sonrisa por ver la reacción que Hyungwon tuvo al sentir el beso en el cuello.

- ¿Qué demonios quieres?

- Yo nada... sólo saludarte, pero ya que me has ignorado todo el día decidí saludarte de una forma distinta y por lo visto... me has extrañado muchísimo.

Hyungwon lo vio con molestia.

- Eres ridículo... así que si me disculpas, me voy a casa en este instante.

Hyungwon intentó esquivarlo, pero al ser de su misma altura y tener un cuerpo casi como el de Wonho, fácilmente lo detuvo y lo empujó contra la pared aprisionandolo con su cuerpo.

Otto atrapó la boca de Hyungwon en un desesperado beso que al principio estremeció a Hyungwon debido a que sus hormonas habían estado alteradas todo el día pensando en lo que haría al volver a casa, sin embargo, en esta ocasión no estaba correspondiendo.

Intentó apartar a Otto empujandolo pero al ver que no daba resultado, simplemente le dejó ir un fuerte golpe en la entrepierna que automáticamente hizo que Otto cayera de rodillas.

- ¡Maldito infeliz!

Hyungwon le mostró el dedo medio.

- ¡Es para que aprendas a no tocar lo que no te pertenece! Imbécil...

Salió de allí con una sonrisa, dejando a Otto retorciendose de dolor en el suelo.

...

Aparcó el coche en el garaje, justo al lado del de Wonho, pues aunque fuera temprano, al parecer Wonho ya estaba en casa.

Sonrió pensando en que quizá Wonho estaría igual de emocionado que él por que pasaría esa noche, pues para ambos sería como comenzar de nuevo en todos los aspectos.

Ingresó a la casa acariciando su cachorro que cada vez estaba más grande y al ver que Wonho no estaba merodeando por allí, corrió directamente a la habitación.

Y allí estaba.

Sentado en la cama viendo el celular.

Hyungwon sonrió maliciosamente y se acercó por la espalda acariciandolo con suavidad y envolviendolo con sus manos para tocar su pecho mientras dejaba cortos besitos en su pálido cuello.

Wonho levantó la cabeza al sentir sus caricias,más no reaccionó.

- Hyungwon, espera...

Hyungwon hizo caso omiso a sus palabras y sus manos comenzaron a bajar por el abdomen de Wonho.

- Hyungwon...

- Shh...

Sus manos siguieron bajando hasta llegar a la entrepierna de Wonho que tocó sin vergüenza.

Pero en ese momento Wonho tomó sus manos y las apartó con fuerza.

- ¡He dicho que esperes!

Hyungwon se quedó de rodillas en la cama, sorprendido y un poco asustado por esa actitud, Wonho se puso de pie y comenzó a caminar de un lado a otro.

Hyungwon suspiró sabiendo con su lado profesional como futuro psicólogo que una persona depresiva tiende a sentir poca autoestima, inseguridad, ansiedad, tristeza, frustración e incluso aislamiento.

Lo sabía, sabía que de alguna manera se sentía así, pero era precisamente lo que quería borrar de Wonho.

Así que su parte personal como pareja sexual y persona, lo llevó a pensar una sola cosa de Wonho: egoísmo.

Wonho siguió caminando, pensativo y la molestia de Hyungwon fue creciendo en su pecho a tal grado que no soportó y tuvo que escupir las palabras que estaba pensando.

- ¡Eres un maldito egoísta! ¡Joder!

Hyungwon golpeó una almohada y se bajó de la cama mientras Wonho lo miraba.

- ¿Yo soy un egoísta?

- ¡Sí! ¡Un maldito egoísta!

Wonho lo miró con mucho enfado y se acercó a él peligrosamente cerca.

- Y tú... ¿Cuándo planeabas decirme Hyungwon? ¿Eh?

Hyungwon lo miró confuso.

- ¿Decirte que?

Wonho se rió sarcasticamente.

- Ahora no recuerdas... a ver, déjame refrescarte la memoria... ¡¿Cuándo pensabas decirme que el día que murió el bebé era porque estabas besuqueandote con tu amiguito de la Universidad en un maldito bar?!

Hyungwon se quedó en shock y no podía responder nada así que Wonho sacó su celular y comenzó a mostrarle en su galería, una foto de aquella vez que estuvo muy cerca de besarse con Otto tomada de un ángulo exacto donde parecía que realmente estaban besándose.

- Una vez... ¡Podía tolerar una maldita vez! ¿Sabes por qué Hyungwon? Todos dirían: "Oh pobre Hyungwon ha sufrido tanto por Wonho, que merece tener aunque sea una pequeña aventura, de cualquier manera es sólo un pequeño error" así lo dirían.

Wonho tomó el celular, buscó algo más y se lo puso cerca de la cara a Hyungwon quien miró en la pantalla un vídeo de como Otto lo besaba de manera muy provocadora en aquel bar.

La peor parte es que Hyungwon se miraba así mismo, muy feliz en el vídeo.

Tuvo que apartar la vista del celular y la dirigió a Wonho quien tenía las lágrimas en sus ojos.

- Pero... una segunda vez también podía pasar ¿No? Al final tu has sufrido mucho por mi... ¿Qué ese día murió el bebé? Pudo haber sido cualquier día ¿No? Pero... así como hay una primera vez, hay una segunda y una tercera...

Wonho le mostró de nuevo el celular dejando ver en la pantalla una foto de ese mismo día, tomada hacía nada más una hora, cuando Otto se acercó a él en el baño.

- Hyungwon, te digo con todo el amor de mi alma que estoy dispuesto a dejar ir esto y tragarme mi maldito luto por amor a ti... ¿Y haces esto? Pero eso no es todo... vienes acá a gritarme que soy un maldito egoísta...

Hyungwon suspiró y agachó su cabeza.

- Wonho, hay una explicación.

Wonho volvió a reírse mientras las lágrimas corrían por sus ojos demostrando lo roto que estaba por dentro.

- Tu explicación es que soy un maldito egoísta... pues déjame explicarte lo que este maldito egoísta ha hecho todo este tiempo...

Hyungwon suspiró nuevamente y se sentó en la cama.

- Este maldito egoísta cargó con la culpa de la muerte de su bebé él solo, este maldito egoísta ha trabajado como un loco para atender de la mejor manera a las 3 personas que dependían de mi... este maldito egoísta ha tenido muy poco descanso, este maldito egoísta te había perdonado una puta infidelidad que ocurrió mientras mi hijo moría ¡Este maldito egoísta te ha amado con locura! ¡Este maldito egoísta estaba planeando una fiesta de graduación sorpresa! ¡Este maldito egoísta había tomado todos los planes de boda de tu laptop y los llevó a cabo para celebrar la boda en un maldito crucero! ¡Todo eso yo sólo! ¡Para ti!

Hyungwon levantó su vista sorprendido sin poder decir algo más.

- ¿Qué has pensado de mi, Hyungwon? ¿Qué iba a enamorarme de Natalia y dejarte? ¿Eso soy para ti? ¿Así crees que soy? ¡Quería desposarte en un maldito crucero, Joder! Jamás me creí ningún maldito rumor sobre ti, incluso con las evidencias, mi amor por ti me impedía creer en eso...

Wonho comenzó a llorar amargamente y estrelló su celular contra la pared para finalmente salir de la habitación.

Hyungwon se quedó con un nudo en la garganta, que ni siquiera le permitía hablar, en cambio sus lágrimas resbalaban lentamente por sus mejillas.

Y es que dolía muchísimo saber que era el causante de que muchos de sus hermosos planes se estaban echando a perder.

En ese momento vio el celular de Wonho que timbraba.

Era Ruby, así que recogió el celular y contesto con voz apenas audible.

- Ruby...

- ¿Hyungwon? Te estaba llamando a tu celular y vi que no contestas...

- Ruby la he cagado, he cagado todo.

- ¿Qué? ¿De qué hablas Hyungwon? Si te refieres a Wonho, ya te dije que le des tiempo y así ambos puede habl-

- ¡Ya no hay nada de que hablar Ruby! ¡Lo sabe todo!

- Madre mía...

Hyungwon suspiró con fuerza y dejó sus lágrimas caer mientras se tiraba en la cama.

Pero en ese momento escucho un ruido que llamó su atención.

Salió corriendo de la habitación, salió por la puerta principal y al llegar afuera no pudo hacer nada más que gritar.

- ¡Wonho!

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