Un día casual

Era imposible no apreciar ese hermoso rostro, sentía que no me podía centrar en nada más, no podía pensar en otra cosa... En qué momento de mi vida empecé a notar cosas por un chico?

–¡Nath! ¿Me estás escuchando?

–¿Qué? No, lo siento, repítelo de nuevo...

–Da igual, no era nada importante... Estás mirando a ese chico, ¿verdad? –mira hacia aquel rubio de ojos verdes a la misma vez que su compañero.

–¿Qué chico?

–¡Oh vamos, Nath! ¡No te hagas el tonto! ¡Llevas toda la hora del recreo mirándole sin apartar la vista!

–¿Tanto se me nota?

–Un poquito solo –dijo irónicamente.

–Joder... Es que no lo puedo evitar... ¡Me está pasando igual que con Marinette!

–Cosa que refuerza de sobra tu bisexualidad –se ríe.

–Marc, ¿tú sabes lo que es estar loco por una chica y que días después de que te rechazase te des cuenta de que en realidad también te gustaban los chicos, pero intentabas reprimirlo?

–Sí, sé lo que es. También sé de sobra lo que es sentir además que perteneces a ningún género y vestir como te dé la gana. Te entiendo perfectamente.

–Pero... Tú eras solo gay, ¿no?

–No Nath, la camiseta de arcoiris que tengo está de adorno –dijo sarcásticamente.

–Ah ya...

–Otra vez me dejaste de escuchar, ¿cierto?

–Perdona, no puedo evitarlo...

Terminó el instituto y Nath fue por la tarde al parque. Estaba dibujando a una paloma que estaba enfrente suya con otras cuantas más... Hasta que de repente ve pasar a Chat Noir.

Nunca antes se había fijado con detalle en la complexión física del superhéroe ni tampoco en su aspecto, solamente en Ladybug, a la cual dibujaba. Pensó que sería buena idea también tener un retrato de él, así que empezó a dibujarlo. Estaba un rato así hasta que se dio cuenta de que los supuestos superhéroes solo aparecían cuando había un akumatizado. Pero para cuando lo percibió, ya lo tenía detrás suya. Era un cíclope gigante bastante intimidante.

–Mierda. –echó a correr lo más rápido que pudo, pero no consiguió evadir su enorme mano, con la cual lo capturó, haciendo que a Nath se le cayese su cuaderno.

Chat Noir fue para allá al ver que el gigante estaba ahí y se encontró con el cuaderno de Nath, para segundos más tarde ver que lo tenía secuestrado. Agarró el cuaderno e iba a enfrentar al enorme akumatizado, pero Ladybug intervino.

–Chat Noir, podemos hacer esto. Tú harás de ciudadano y así te secuestrará y yo podré enfrentar...

–My lady, deja que me encargue yo esta vez del akumatizado. Lo mejor sería que tú fueses avisando a los ciudadanos de las zonas por las que vaya pasando el gigante para ponerlos a salvo.

–¿Estás seguro?

–Confía en mí. ¿Cuándo te he defraudado? –dijo con ese tono coqueto y atrevido que tenía a la vez que le guiñaba un ojo.

Segundos después de eso, echó a correr hacia él gigante y le gritó.

–¡HEY, TUERTO! ¡ESTOY AQUÍ!

El cíclope le miró con furia y empezó a correr hacia él. Chat noir dejó rápidamente el cuaderno de Nath en un banco y se dispuso a atacar también. Elevó su barra y se apoyó en el hombro del gigante, le empezó a golpear varias veces en la cabeza hasta dejarlo aturdido. Volvió al suelo cuando vio que empezaba a tambalearse y a poner la mano en su cabeza. Justo en ese momento tan oportuno, llegó Ladybug.

–¡AHORA, LADYBUG! ¡QUÍTALE EL AKUMA!

Ladybug vio donde estaba el akuma y se lo quitó, haciendo que la transformación del gigante se disipase, soltando a Nath, que caía desde una gran altura. Chat Noir, raudo y veloz, lo salvó y lo cogió en sus brazos, rodando ambos por la presión y cayendo uno encima del otro.

–Gracias... –dijo Nath, con una sonrisa tierna.

–¡De nada, para eso estamos! –ríe nerviosamente.

Hace su choque de puños con Ladybug y ella se va, quedando él y el pelirrojo a solas

–Dónde... ¿Dónde está mi cuaderno?

–Te refieres a... ¿Este? –le enseña su cuaderno, mirándole atrevidamente.

–¡Sí, es ese! ¡Gracias de nuevo! ¡Creía que ya lo había perdido!

–No hay de qué. Por cierto... Me gustó mucho el retrato que me hiciste.

–Lo... ¿Lo has visto?

–Un poco por encima... –dijo, con una sonrisa pícara. En fin... Tengo que irme. ¡Ya nos veremos! –eleva su barra y va haciendo parkour por los tejados.

¿Nath se había enamorado de chat noir también? ¿O era solo admiración?

Al día siguiente...

–¡Wow! ¡Vi por la tele ayer que te había secuestrado un cíclope gigante! ¿Qué sentiste? –preguntó el moreno de ojos verdes, muy intrigado.

–Pues... Básicamente náuseas. Me estaba moviendo mucho. Y miedo a que me soltase, cuando lo hizo creí que iba a acabar aplastado en el suelo, pero por suerte me rescató Chat Noir.

–Y... ¿Qué tal? –preguntó, con una mirada atrevida.

–Pues... Tenía unos brazos y un pecho muy entrenados –respondió, siguiéndole el juego.

–¿Verdad? ¡A mí cuando me agarró también fue lo primero que noté! Imagina cómo tiene que tener lo de abajo entonces...

–¡Marc! ¡No seas pervertido! –dijo, muy avergonzado. Aunque... Yo también me lo imaginé –se empieza a reir mucho.

–¿Ves? ¡Es inevitable! –se ríe también.

–¡Qué mal estamos! ¡Si alguien nos escuchara nos llevaría a un psiquiátrico!

–Oye... Los locos también me ponen...

Nath se empieza a reír muy alto.

–¡No jodas! ¡Cielos, tú sí que estás enfermo!

–¡Qué puedo decir!

El timbre sonó.

–Joo, ya sonó el timbre... Retomaremos esta conversación tan enfermiza en otro momento –añadió el pelirrojo.

Cuando todos estaban en clase, Luka y Juleka se pusieron donde los profesores daban la clase para decir una cosa

–¡Escuchadme todos! ¡Esta noche mi hermana y yo hemos decidido dar una fiesta en el jardín de nuestra casa! Tenéis que venir todos, yo cantaré y tocaré la guitarra esa noche y mi amigo Adrien tocará el piano!

La clase estaba como en duda...

–Habrá alcohol y marihuana. –añadió Juleka.

De repente, todos empezaron a animarse.

–¡Es algo que no os podéis perder! ¡Y así también nos vamos conociendo todos mejor! Eso es todo –se vuelve a su sitio, que era al lado de Iván.

–Hey compa, tú vienes, ¿no?

–Supongo –respondió Iván.

–¡Guay!

Atrás estaban Nath y Marc cuchicheando.

–¿Estás seguro de que quieres ir a esa fiesta? –preguntó Marc.

–¿Por qué no? ¡Puede que sea divertido! –respondió Nath.

–Pero... ¿Tú has estado alguna vez en una fiesta?

–Sí, estuve en dos. Pero ni las disfruté, me sentía tan miserable con mi vida que lo pasaba mal, por eso, ahora que estoy superando mi depresión y mis pocas ganas de vivir, quiero darle una oportunidad...

–Pero nosotros no somos gente de fiestas... Ambos somos muy tímidos y no somos sociables, ni tampoco nos interesa beber...

En ese momento, fueron interrumpidos por Luka, que se volteó a hablarles.

–Vosotros vais a venir, ¿no?

Cuando Marc miró a Luka de cerca, se quedó embobado y sin saber qué decir.

–Sí claro... ¿Por qué no? –respondió Nath.

–¡Genial! ¿Tú vienes? –miró a Marc.

Este, más tenso que un palo y sin apartar la mirada de él, solo asintió.

–¡Bien, ya tenemos a más gente! –apunta a ambos en la lista de invitados. Ah por cierto... –se gira de nuevo– ¡Me encanta tu ropa, es muy de mi rollo, muy cool!

–Eeh... ¿Gracias? –dijo muy nervioso.

Luka no dijo nada más, solo le miró, con esa sonrisa atrevida que siempre tenía, me guiñó un ojo y se giró.

Marc se puso rojo.

–Luego el tomate soy yo, ¿no? –dijo Nath, con ironía.

–Cállate –dijo, mientras se escondía poniendo la cabeza sobre la mesa y rodeándola con sus brazos.

–Está bueno, ¿eh? –le susurró, mientras aún seguía en esa posición.

–Nath... Eres idiota.

El pelirrojo se echó a reír.

–Si te gusta, tírale.

Marc se incorpora de nuevo.

–Tío, ¿qué dices? ¡Es súper hetero! Además... Está saliendo con Marinette... Ella me ayudó mucho... No voy a quitarle a su pareja.

–Te entiendo...

CONTINUARÁ...

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