Capitulo 13

El hospital se alzaba imponente ante ellos, sus luces parpadeantes una señal de esperanza en medio de la oscuridad de la noche. Kelly bajó apresuradamente de la ambulancia, sosteniendo la mano de Lizzy con firmeza mientras el personal médico la llevaba adentro. Sus ojos buscaban desesperadamente a Simon, quien se apresuraba hacia ellos con una mezcla de preocupación y determinación en su rostro.

"Simon", murmuró Kelly, su voz apenas un susurro en el aire cargado de tensión. "Lo siento. Lo siento mucho".

Simon lo miró con ojos llenos de compasión, su mano apretando el hombro de Kelly con fuerza reconfortante. "No hay nada de qué disculparse", respondió con suavidad. "Estamos en esto juntos, Kelly. Lizzy es parte de nuestra familia, y haremos todo lo que esté en nuestras manos para ayudarla".

Kelly asintió con gratitud, sintiendo un peso pesado en su pecho mientras seguía a Lizzy hacia el interior del hospital. A su alrededor, el resto de la familia de Lizzy se reunió, sus rostros llenos de preocupación y angustia. Theo se acercó a Kelly, su expresión sombría pero determinada.

"Vamos a hacer todo lo posible por ella, hermano", murmuró Theo, su voz temblorosa pero firme. "Lizzy es fuerte. Sobrevivirá a esto".

Kelly asintió, incapaz de articular palabras en medio de la tormenta de emociones que lo consumía. Sus ojos siguieron a Lizzy mientras desaparecía por las puertas del hospital, una sensación de impotencia retorciéndose en su interior.

Dentro del hospital, el tiempo parecía detenerse mientras Kelly y el resto de la familia de Lizzy esperaban noticias sobre su estado. Cada segundo se sentía como una eternidad, cada latido de su corazón una súplica silenciosa por la salud y el bienestar de su amada.

Finalmente, un médico se acercó con noticias, su rostro serio pero esperanzado. Kelly se aferró a cada palabra, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras escuchaba atentamente.

"Lizzy está estable por ahora", dijo el médico, su voz un bálsamo para el alma de Kelly. "Está inconsciente, pero estamos haciendo todo lo posible por ayudarla. Mantendremos informada a la familia sobre su progreso".

Un suspiro colectivo de alivio recorrió la habitación mientras el médico se retiraba, dejando a Kelly y a su familia con un atisbo de esperanza en medio de la incertidumbre. Kelly se sintió abrumado por la gratitud, su corazón lleno de esperanza renovada por el futuro.

Juntos, se aferraron a la promesa de que Lizzy se recuperaría, de que superaría este desafío y saldría más fuerte que nunca. Porque en medio de la oscuridad, siempre hay una luz de esperanza, y para Kelly y su familia, esa luz era Lizzy, su amada, su fuerza, su todo.

En la sala de espera, Kelly se hundió en una silla, su mente girando con pensamientos tumultuosos. Gabriela se sentó a su lado, su mano encontrando la suya en un gesto de consuelo silencioso. "Ella estará bien", murmuró Gabriela, su voz suave pero firme. "Lizzy es fuerte, y tienes que creer en eso".

Kelly asintió, agradecido por el apoyo de Gabriela en un momento tan oscuro. "Sé que es fuerte", respondió, su voz apenas un susurro. "Pero la idea de perderla... es como si me arrancaran el corazón".

Gabriela apretó su mano con más fuerza, transmitiendo su apoyo de una manera que las palabras no podían expresar. "No la perderás", dijo con determinación. "No si puedes hacer algo al respecto. Ahora, más que nunca, debes mantener la fe en ella y en tu amor".

Kelly le miró con gratitud, un destello de determinación brillando en sus ojos. "Tienes razón", dijo con determinación. "No perderé la fe. Porque Lizzy es mi todo, y haré todo lo que esté en mi poder para asegurarme de que salga de esta bien".

Mientras esperaban, los recuerdos de su tiempo juntos inundaron la mente de Kelly, cada momento compartido un recordatorio del amor y la alegría que Lizzy había traído a su vida. Recordó su primera cita, el nerviosismo palpable mientras Lizzy le sonreía con dulzura, disipando sus temores con su simple presencia. Recordó las noches en las que se perdían en conversaciones interminables, compartiendo sus sueños, sus miedos, sus esperanzas más profundas.

Y sobre todo, recordó el día en que Lizzy le había confesado su amor, sus ojos brillando con emoción mientras le prometía su corazón para siempre. "Te amaré siempre, Kelly", había dicho, su voz llena de una fe inquebrantable. "Nada ni nadie podrá separarnos".

Esas palabras resonaban en la mente de Kelly ahora más que nunca, un recordatorio del vínculo indestructible que compartían. Porque, aunque Lizzy estuviera inconsciente en una cama de hospital, su amor seguía siendo tan fuerte como siempre, una luz que iluminaba incluso las sombras más oscuras.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, un médico se acercó con noticias sobre el estado de Lizzy. Kelly se levantó de su asiento con el corazón en la garganta, sus ojos buscando desesperadamente cualquier indicio de esperanza en el rostro del médico.

"Lizzy está consciente", dijo el médico, su voz llena de alivio. "Está débil, pero se espera que se recupere por completo".

Un suspiro colectivo de alivio llenó la sala de espera mientras Kelly dejaba escapar un sollozo de gratitud

El corazón de Kelly latía con fuerza en su pecho mientras absorbía cada palabra del médico. Lizzy estaba consciente. Una oleada de alivio lo recorrió, pero también persistía la preocupación por su amada. Se puso de pie lentamente, su mente abrumada por emociones encontradas.

En medio del alivio, no pudo evitar sentir la punzada del miedo persistente. Lizzy estaba débil, necesitaba de todo el apoyo y cuidado posible. Kelly se prometió a sí mismo estar ahí para ella en cada paso del camino, no importaba cuán difícil fuera.

Mientras tanto, en la sala de espera, Matthew estaba visiblemente alterado. Sus ojos estaban enrojecidos por las lágrimas, su voz temblaba de rabia contenida. "¡Esto es culpa tuya, Kelly!", gritó, su tono lleno de acusaciones y dolor.

Gabriela se puso de pie de inmediato, su expresión seria mientras enfrentaba a Matthew. "¡No es su culpa!", respondió con firmeza. "Kelly está sufriendo tanto como todos nosotros. Necesitamos apoyarnos mutuamente en lugar de buscar culpables".

El ambiente se tensó con la emoción, pero Gabriela no retrocedió. Su lealtad hacia Kelly era inquebrantable, y estaba dispuesta a defenderlo en su momento de necesidad.

Mientras tanto, Simon observaba en silencio, su corazón destrozado por la angustia de ver a su hija en peligro. Lizzy era su luz, su razón de ser. No podía soportar la idea de perderla, de verla sufrir.

Se aferró a su esposa, buscando consuelo en su abrazo mientras luchaba por mantener la compostura. Juntos, enfrentarían este desafío con valentía y esperanza, manteniendo la fe en que Lizzy se recuperaría.

Finalmente, cuando llegaron las noticias de que Lizzy estaba consciente y se esperaba su recuperación, un suspiro colectivo de alivio llenó la sala de espera. Kelly sintió que un peso se levantaba de sus hombros, pero sabía que el camino hacia la recuperación sería largo y difícil.

Sin embargo, estaba decidido a estar allí para Lizzy en cada paso del camino, para apoyarla, amarla y cuidarla con todo su ser. Porque su amor por ella era inquebrantable, una fuerza que lo guiaba incluso en los momentos más oscuros.

Con el corazón lleno de esperanza, Kelly se preparó para enfrentar los desafíos que vendrían, sabiendo que, juntos, podrían superar cualquier cosa. Porque su amor era más fuerte que cualquier adversidad, y estaban destinados a estar juntos, en la salud y en la enfermedad, para siempre.

Kelly se aferró a la mano de Lizzy con determinación, sintiendo cada latido de su propio corazón reflejado en el pulso débil de ella. Su mente estaba llena de pensamientos y preocupaciones, pero una cosa estaba clara: quería ser lo primero que Lizzy viera cuando abriera los ojos.

Gabriela lo observaba con comprensión en sus ojos, reconociendo la profundidad de su amor por Lizzy. "Kelly, necesitas cuidarte también", le dijo con voz suave. "Ella querría que estuvieras bien mientras esperas su despertar".

Pero Kelly negó con la cabeza con determinación. "No puedo alejarme de ella", respondió con firmeza. "Prometí estar aquí para ella, y eso es lo que haré. No importa cuánto tiempo tome, estaré a su lado cuando despierte".

Gabriela asintió con tristeza, entendiendo la devoción de Kelly hacia Lizzy. Sabía que no había manera de convencerlo de lo contrario. "Entonces, al menos come algo", sugirió. "Necesitas mantener tus fuerzas".

Kelly se negó a apartarse de Lizzy, incluso cuando Gabriela insistió en que necesitaba cuidarse también. "No puedo dejarla", murmuró con determinación, sintiendo que su lugar estaba junto a ella, sin importar qué.

Gabriela asintió comprensivamente, reconociendo el profundo vínculo entre Kelly y Lizzy. "Entiendo", dijo suavemente. "Pero debes asegurarte de que estás bien para cuidarla adecuadamente cuando despierte".

Kelly asintió con pesar, comprendiendo la lógica de las palabras de Gabriela. "Lo intentaré", prometió, aunque sabía que sería difícil apartarse de Lizzy incluso por un momento.

Con el corazón lleno de preocupación, Kelly permaneció junto a Lizzy, sintiendo su mano frágil entre las suyas. Cada latido de su corazón resonaba con la esperanza de que ella se despertara pronto, para que pudieran enfrentar juntos lo que sea que el futuro les deparara.

Los minutos se convirtieron en horas, pero Kelly se mantuvo firme en su lugar, negándose a ceder ante la fatiga o el agotamiento. Su única preocupación era Lizzy, y estaba decidido a estar allí para ella en cada momento, sin importar cuánto tiempo tomara.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Kelly sintió un ligero movimiento en la mano de Lizzy. Su corazón dio un vuelco de esperanza cuando vio cómo ella apretaba su mano con la suya, reconociendo su presencia incluso en su estado inconsciente.

"Lizzy", susurró con voz temblorosa, incapaz de contener la emoción que sentía en ese momento. "¿Puedes oírme? ¿Estás despertando?"

No hubo respuesta de Lizzy, pero el simple hecho de sentir su apretón lo llenó de renovada determinación. Sabía que Lizzy estaba luchando por regresar a él, y él estaría allí para recibirla con los brazos abiertos cuando lo hiciera.

Mientras esperaba ansiosamente a que Lizzy despertara, Kelly recordó cada momento que habían compartido juntos: los momentos de risa y alegría, las conversaciones profundas y significativas, y sobre todo, el amor inquebrantable que compartían.

"Te amo, Lizzy", murmuró con ternura, deseando con todo su ser que ella lo escuchara. "Y siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase".

Con el corazón lleno de amor y esperanza, Kelly permaneció junto a Lizzy, esperando pacientemente el momento en que finalmente abriría los ojos y lo vería a su lado, listo para enfrentar juntos lo que el destino les tenía reservado. Porque su amor era eterno, y nada podría separarlos nunca más.

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