Capitulo 2
Los dos éramos jóvenes cuando te vi por primera vez
Cierro mis ojos y los recuerdos empiezan
Estoy de pie allí
En un balcón, en el aire de verano
Veo las luces, veo la fiesta, los vestidos de baile
Te veo hacer tu camino entre la multitud
Y decir: Hola
Yo poco sabía
Que tú eras Romeo, estabas lanzando guijarros
Y mi papá dijo: Aléjate de Julieta
Y yo estaba llorando en la escalera
Rogándote: Por favor, no te vayas
Y dije: Romeo, llévame a algún lugar donde podamos estar solos
Estaré esperando, todo lo que nos queda por hacer es huir
Serás el príncipe y yo seré la princesa
Esta es una historia de amor, mi amor, solo di que sí
Así que escapé hacia al jardín para verte
Nos mantenemos callados, porque estaríamos muertos si supieran
Entonces cierra tus ojos
Escapa de esta ciudad por un rato, uh, oh
Porque eras Romeo, yo era una letra escarlata
Y mi papa dijo: Aléjate de Julieta
Pero tú eras todo para mí
Te rogaba: Por favor, no te vayas
Y dije: Romeo, llévame a algún lugar donde podamos estar solos
Estaré esperando, todo lo que nos queda por hacer es huir
Serás el príncipe y yo seré la princesa
Esta es una historia de amor, mi amor, solo di que sí
Romeo, sálvame, están tratando de decirme cómo sentirme
Este amor es difícil, pero es real
No tengas miedo, saldremos de este lío
Esta es una historia de amor, mi amor, solo di que sí
Oh, oh
Pero me cansé de esperar
Me pregunto si alguna vez llegarás
Mi fe en ti se está desvaneciendo
Cuando te conocí en las afueras de la ciudad
Y dije: Romeo, sálvame, me he sentido tan sola
Sigo esperando por ti, pero nunca llegas
¿Inventé todo esto en mi cabeza? No sé qué pensar
El se arrodilló y sacó un anillo
Y dijo: Cásate conmigo, Julieta, nunca tendrás que estar sola
Te amo, y eso es todo lo que realmente importa
Hablé con tu padre, ve a escoger un vestido blanco
Esta es una historia de amor, mi amor, solo di que sí
Oh, oh, oh
Oh, oh, oh, oh
Porque éramos jóvenes cuando te vi por primera vez
Lizzy se encontraba en el pasillo del hospital, revisando un expediente médico con concentración cuando escuchó una voz áspera pero llena de autoridad detrás de ella.
"¿Estás perdida o solo te gusta vagar por los pasillos del hospital?"
Lizzy se giró lentamente para encontrarse con un hombre de aspecto desaliñado pero con una mirada penetrante y una sonrisa traviesa que le resultaba curiosamente atractiva. Reconoció de inmediato al Dr. House, el legendario jefe del departamento de diagnóstico, aunque nunca antes lo había visto de cerca.
"No estoy perdida", respondió Lizzy con una sonrisa juguetona. "Solo estoy explorando. Soy la nueva interna en el departamento de diagnóstico".
House arqueó una ceja con interés. "¿Ah sí? Y dime, ¿qué tan emocionante es la vida de una Espósito?"
Lizzy levantó la barbilla con orgullo. "Más emocionante de lo que podrías imaginar, Dr. House. Después de todo, no soy solo una Espósito. Soy Mar Elizabeth Espósito Rinaldi, y estoy aquí para demostrar que soy mucho más que solo el nombre de mi familia".
House la observó con interés, captando el brillo desafiante en sus ojos. "Interesante", murmuró. "Entonces, ¿qué harás para demostrarlo?"
Lizzy sonrió con determinación. "Lo que sea necesario, Dr. House. Estoy aquí para hacer una diferencia, no solo en la medicina, sino en todo lo que hago. Y te aseguro que no me detendré ante nada para alcanzar mis metas".
La conversación continuó en un tono ligero y lleno de bromas, con Lizzy y House intercambiando comentarios sarcásticos y coqueteos sutiles mientras exploraban las complejidades de sus respectivas personalidades y pasiones. A medida que la conversación avanzaba, la tensión entre ellos se volvía palpable, cargada de una atracción magnética que ninguno de los dos podía ignorar.
Lo que ninguno de los dos sabía era que, incluso antes de conocerse cara a cara en ese momento, ya estaban profundamente enamorados el uno del otro. A pesar de sus diferencias y desafíos, estaban destinados a encontrarse y a descubrir una conexión que trascendía el tiempo y el espacio.
Para cuando la conversación llegó a su fin, House y Lizzy se miraban el uno al otro con una mezcla de sorpresa y deseo en sus ojos. Habían encontrado en el otro algo más que una simple conexión profesional; habían encontrado el comienzo de un amor que transformaría sus vidas para siempre.
La sala de examen estaba llena de tensión mientras Lizzy y House trabajaban juntos en el caso de un paciente complicado. Lizzy estaba concentrada y decidida, respondiendo cada pregunta de House con precisión y confianza, dejando a su mentor sorprendido y, secretamente, impresionado por su habilidad.
"Ciertamente, tienes una mente afilada", comentó House, un destello de admiración en sus ojos mientras observaba a Lizzy.
Lizzy sonrió con timidez, un rubor de orgullo coloreando sus mejillas. "Gracias, Dr. House. Solo estoy haciendo lo mejor que puedo".
A medida que la práctica continuaba, Lizzy continuaba impresionando a House con su conocimiento y habilidades. Cada vez que ella acertaba algo, una sonrisa iluminaba su rostro y un pequeño gesto de alegría se manifestaba en forma de un suave saltito, demostrando su dulzura y entusiasmo infantil.
House no pudo evitar sentirse cautivado por la inocencia y la alegría pura que Lizzy irradiaba. Era una cualidad refrescante en un entorno tan sombrío como el hospital, y lo hacía sentirse más vivo de lo que había estado en mucho tiempo.
A medida que avanzaban con el caso del paciente, Lizzy y House formaron un equipo formidable, complementándose y trabajando juntos de manera fluida y eficiente. A pesar de sus diferencias, descubrieron una conexión única y poderosa que iba más allá de la medicina, una conexión que los unía en un nivel más profundo y significativo.
Cuando finalmente resolvieron el caso y vieron mejorar al paciente, Lizzy y House intercambiaron una mirada de satisfacción y complicidad. Habían demostrado que juntos eran capaces de superar cualquier desafío, y en ese momento, se sintieron más cerca el uno del otro que nunca antes.
El día estaba en pleno apogeo en el hospital Princeton-Plainsboro, con los pasillos llenos de actividad y el bullicio característico de un día típico en el departamento de diagnóstico. Lizzy se encontraba ocupada revisando expedientes cuando de repente escuchó una voz familiar.
"Lizzy, ¡eres tú!"
Lizzy levantó la mirada para encontrarse con la niña que había conocido anteriormente, con una sonrisa radiante en su rostro. Sin dudarlo, la niña corrió hacia Lizzy y la abrazó con fuerza.
"¡Hola, cariño!" exclamó Lizzy con alegría, devolviendo el abrazo con ternura. "¿Cómo estás? ¿Mejor desde la última vez que nos vimos?"
La niña asintió con entusiasmo. "Sí, mucho mejor gracias a ti, Lizzy. Gracias por cuidarme y por hacer que me sienta mejor".
Lizzy sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de la niña. Recordó el momento en que la había conocido por primera vez, cuando llegó al hospital con un problema de salud grave y sin esperanza. Había sido un desafío formidable, pero Lizzy nunca había dudado en dar lo mejor de sí misma para ayudar a la niña.
"Estoy feliz de verte tan bien", dijo Lizzy con sinceridad, sintiendo una oleada de gratitud y alegría. "Eres una luchadora, ¿sabías?"
La niña le sonrió con gratitud y sacó algo de su bolsillo. "Quiero que tengas esto", dijo, ofreciéndole un peluche. "Es mi forma de decir gracias por todo lo que has hecho por mí".
Lizzy aceptó el peluche con ternura, sintiendo una mezcla de emociones mientras observaba a la niña alejarse con una sonrisa en el rostro. Era un recordatorio del impacto que había tenido en la vida de la niña, y Lizzy se sintió profundamente conmovida por el gesto.
Mientras tanto, James se acercó a Gregory con una expresión seria en el rostro. "Necesito hablar contigo", dijo, llevando a Gregory a un rincón apartado del pasillo.
Gregory frunció el ceño, preocupado por la expresión de James. "¿Qué pasa?"
James respiró hondo antes de comenzar a hablar sobre la importancia de Lizzy en el hospital y, sobre todo, en la vida de la niña que acababa de ver.
"¿Sabes por qué Lizzy es tan especial para todos nosotros, especialmente para esa niña?" dijo James, explicando todo lo que Lizzy había hecho para ayudar a la niña, desde pasar noches sin dormir hasta trabajar incansablemente en la oficina de su padre para encontrar una solución médica.
Gregory escuchó atentamente, asombrado por la dedicación y el sacrificio de Lizzy. Sabía que Lizzy era una médica talentosa, pero no tenía idea de la profundidad de su compromiso con sus pacientes.
"Es increíble", murmuró Gregory, sintiendo una oleada de admiración por Lizzy. "No tenía idea de todo lo que había hecho por esa niña. Deberíamos hacer algo para mostrarle nuestro agradecimiento".
James asintió con solemnidad. "Estoy de acuerdo. Lizzy se merece todo el reconocimiento del mundo por lo que ha hecho".
Mientras tanto, Lizzy se encontraba en la sala de espera, sonriendo mientras observaba a la niña jugar con su nuevo peluche. Sabía que su trabajo como médica era duro, pero momentos como este hacían que todo valiera la pena.
Y mientras se preparaba para enfrentar el próximo desafío, Lizzy se sintió renovada en su determinación de hacer todo lo posible para ayudar a aquellos que más lo necesitaban, sabiendo que tenía el apoyo y la gratitud de sus colegas y pacientes.
A lo largo de los pasillos del Princeton-Plainsboro, Lizzy era recibida con sonrisas cálidas y saludos afectuosos por parte de los señores y señoras mayores que la conocían desde su época de residencia.
"¡Ahí va la doctora Lizzy!", exclamaba una anciana desde su silla de ruedas, con los ojos brillantes de emoción. "Siempre tan amable y diligente".
Lizzy se detuvo para saludar a la anciana, su rostro iluminado por una sonrisa genuina. "Buenos días, señora Thompson", dijo con amabilidad. "¿Cómo se encuentra hoy?"
La anciana le devolvió la sonrisa con gratitud. "¡Mejor ahora que te veo, querida! Tu presencia siempre alegra mi día".
Para muchos de los ancianos del hospital, Lizzy representaba la esperanza y la bondad en un mundo lleno de incertidumbre y dolor. Su presencia radiante y su actitud compasiva eran un bálsamo para sus almas cansadas, y siempre estaban agradecidos por su atención y cuidado.
"¿Has visto a la doctora Lizzy hoy?", murmuraba otro anciano mientras descansaban en el área de descanso. "Es tan joven, pero tiene el corazón de un ángel".
Su amigo asintió con solemnidad. "Es cierto. La forma en que trata a los pacientes mayores es admirable. Se toma el tiempo para escuchar y comprender sus preocupaciones".
Incluso los doctores más experimentados y respetados del hospital reconocían el valor de Lizzy como médica y como ser humano. La veían no solo como la hija del jefe, sino como una colega talentosa y dedicada que siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás, sin importar las circunstancias.
"La doctora Lizzy es un verdadero activo para nuestro equipo", comentaba el Dr. Patel mientras revisaba unos expedientes. "Su capacidad para conectar con los pacientes es incomparable".
Gregory asintió con acuerdo, recordando algunas de las interacciones que había presenciado entre Lizzy y sus pacientes. "Es impresionante ver cómo puede tranquilizar a los pacientes con solo una sonrisa y unas palabras de aliento".
James, que estaba de acuerdo con sus colegas, agregó: "Y no solo eso, su conocimiento médico es excepcional. Siempre está dispuesta a aprender y a mejorar, lo que la convierte en una médica formidable".
Y así, mientras Lizzy continuaba su trabajo en el hospital, su influencia positiva se extendía a todas las áreas de su vida. Desde los ancianos que la admiraban hasta los doctores que la respetaban, Lizzy era valorada y querida por todos en el Princeton-Plainsboro, y su legado como médica y como ser humano perduraría mucho tiempo después de que dejara su huella en ese lugar.
Cada encuentro entre Lizzy y House era como una pequeña obra de teatro en el escenario del Princeton-Plainsboro, donde los dos protagonistas se encontraban una y otra vez en situaciones que parecían sacadas de un guion romántico.
En una tarde soleada, Lizzy entró en el ascensor del hospital y se sorprendió al encontrarse con House ya dentro. "Oh, hola, Dr. House", saludó con una sonrisa nerviosa.
House levantó una ceja con interés. "Buenas tardes, doctora Lizzy", respondió con su típico tono sarcástico. "¿Listo para otro día de salvar vidas y hacer diagnósticos brillantes?"
Lizzy se rió, relajándose ante el humor de House. "Por supuesto, siempre lista para lo que venga", respondió con confianza.
Mientras el ascensor ascendía lentamente, Lizzy y House continuaron charlando animadamente, compartiendo anécdotas y bromas mientras el aire entre ellos se cargaba de electricidad.
En otro encuentro, Lizzy y House se encontraron en la sala de descanso del hospital, donde ambos buscaban un momento de tranquilidad en medio del ajetreo del día. Lizzy se acercó a la máquina de café, y House la siguió con la mirada.
"¿Necesitas una recarga de cafeína para seguir salvando vidas, doctora Lizzy?" preguntó House, con una sonrisa pícara en los labios.
Lizzy se giró hacia él, sosteniendo una taza de café humeante. "Solo si tú me acompañas", respondió con una mirada traviesa.
House se acercó a ella, inclinándose contra la encimera de la cocina. "En ese caso, no puedo decir que no", dijo con una sonrisa.
Mientras compartían una taza de café, Lizzy y House continuaron charlando animadamente, compartiendo historias de sus vidas y descubriendo más sobre los intereses y pasiones del otro.
Y así, en cada encuentro, Lizzy y House se acercaban más el uno al otro, construyendo una conexión que iba más allá de las paredes del hospital y desafiaba todas las expectativas. Aunque sus conversaciones eran a menudo ligeras y llenas de humor, la chispa de romance estaba siempre presente, esperando ser encendida.
El encuentro en la sala de descanso fue diferente a los anteriores. Mientras Lizzy y House compartían anécdotas y bromas, algo en el aire cambió sutilmente, una electricidad que ninguno de los dos podía ignorar.
House se acercó a Lizzy, sus ojos azules centelleando con una intensidad que la dejó sin aliento. "Sabes, Lizzy", murmuró, su voz suave y cargada de emoción, "hay algo que he querido hacer desde que te conocí".
Lizzy sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras House se acercaba, su proximidad llenando la habitación con una tensión palpable. "¿Qué es?", preguntó con voz apenas audible, incapaz de apartar la mirada de los ojos de House.
Sin decir una palabra, House la acorraló suavemente contra una de las mesadas de la cocina, su cuerpo casi rozando el suyo. Lizzy pudo sentir el latido acelerado del corazón de House, igualando el ritmo frenético del suyo propio.
Los rostros de Lizzy y House estaban a centímetros de distancia, sus respiraciones entrelazadas en el aire cargado de anticipación. Por un momento, el mundo entero parecía desvanecerse a su alrededor, dejándolos a solas en su propio universo de deseo y pasión.
Los labios de House rozaron los de Lizzy en un susurro apenas perceptible, enviando una oleada de calor a través de su cuerpo. Por un instante, Lizzy sintió como si estuviera flotando en el éxtasis del momento, su corazón clamando por el toque de House.
Pero antes de que pudieran cruzar la línea entre la amistad y la intimidad, un sonido repentino rompió el hechizo, sacándolos bruscamente de su trance. Era el timbre del teléfono, llamándolos de vuelta a la realidad del hospital.
Con un suspiro de resignación, House se apartó lentamente de Lizzy, su mirada llena de frustración y anhelo. "Otro momento, Lizzy", murmuró, con un tono de promesa en su voz. "Otro momento".
Lizzy asintió con un suspiro, sabiendo que el tiempo no estaba de su lado en ese momento. Pero en el fondo de su corazón, guardaba la esperanza de que algún día, encontrarían ese momento perdido entre ellos, uniendo sus labios en un beso que sellaría su amor para siempre.
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