Capitulo 1

En los pasillos del Hospital Princeton-Plainsboro, una joven de cabello rubio como los rayos del sol y ojos del color del mar, caminaba con una seguridad que emanaba de lo más profundo de su ser. Lizzy Espósito, de baja estatura pero con una presencia que llenaba la habitación, tenía una sonrisa sincera y amable para todos los que se cruzaban en su camino.

Nacida en las soleadas tierras de Italia, Lizzy era la respetable hija de dos doctores empáticos, profesionales y grandiosos, Simón Espósito y Marianella Rinaldi, quienes además eran los dueños del hospital. Su corazón era tan grande como el universo mismo, y su bondad irradiaba como un faro en la oscuridad. Desde una edad temprana, Lizzy sintió el llamado de la medicina, inspirada por el ejemplo de sus padres, quienes dedicaron sus vidas a ayudar a los demás.

A pesar de su origen privilegiado, Lizzy nunca perdió su conexión con los menos afortunados. Pasaba horas en los hospitales locales, ofreciendo su ayuda y consuelo a aquellos que más lo necesitaban. Su compasión y dedicación no pasaron desapercibidas, y pronto se convirtió en una figura querida en su comunidad.

Durante sus años de escuela, Lizzy se destacaba tanto por ser la más inteligente y hábil como también la más empática y dulce con todos sus compañeros. Era admirada por su capacidad para entender y ayudar a los demás, y su nombre era sinónimo de bondad y amabilidad en la escuela. Durante ese tiempo conoció a Robert Chase, otro chico inteligente y guapo, en quien muchos pensaban que terminaría estando junto a Lizzy, ya que el rubio la miraba con una mirada especial y una sonrisa de enamorado. Sin embargo, Lizzy no le correspondía, quizás porque aún no había conocido el amor verdadero, el cual lo encontraría más adelante con House.

Mientras Lizzy avanzaba por los pasillos del hospital, su mente estaba llena de expectación y emoción por la nueva oportunidad que se avecinaba: trabajar bajo la tutela del Dr. Gregory House, un hombre cuya fama de brillante y excéntrico se extendía por todo el hospital. Aunque sabía que sería un desafío trabajar con él, Lizzy estaba decidida a encontrar la luz en la oscuridad, incluso en la persona más improbable. Aún no sabía que su destino estaría entrelazado con el del enigmático Dr. House, una revelación que le llegaría más tarde, cuando su amigo James Wilson le revelara la noticia.

En el bullicio constante del Hospital Princeton-Plainsboro, Lizzy Espósito parecía una luz brillante, iluminando cada rincón con su presencia. House la observaba desde la distancia, fascinado por su gracia natural y su capacidad para irradiar calidez y bondad. A pesar de sus esfuerzos por mantenerse distante y frío, Lizzy parecía penetrar en la coraza que House había construido a su alrededor, despertando emociones que había enterrado profundamente.

Cada vez que Lizzy trataba a sus pacientes con amabilidad y ternura, House no podía evitar sentir una punzada de envidia. Era como si ella tuviera la capacidad de ver lo mejor en las personas, incluso en medio de la enfermedad y el sufrimiento. Para House, que había perdido la fe en la humanidad hacía mucho tiempo, ver a Lizzy interactuar con sus pacientes era como presenciar un milagro.

No solo era su corazón compasivo lo que llamaba la atención de House, sino también su aguda inteligencia y habilidad médica. Lizzy parecía tener una respuesta para todo, siempre lista para ofrecer su conocimiento y experiencia a quienes lo necesitaban. House la observaba con fascinación mientras respondía a las preguntas de sus colegas y profesores con una confianza que él mismo había olvidado hace mucho tiempo.

En una ocasión, House presenció cómo Lizzy explicaba pacientemente una técnica a otro compañero de clase. Su generosidad y disposición para ayudar a los demás eran evidentes en cada palabra y gesto. No había rastro de competencia o egoísmo en su comportamiento, solo un deseo genuino de contribuir al bienestar de los demás.

El hospital era su hogar, tanto por su conexión con sus padres como por la comodidad y familiaridad que sentía en ese entorno. Pero para House, Lizzy también representaba un nuevo tipo de hogar, uno lleno de luz, bondad y posibilidades de amor. La veía con admiración y cariño, maravillado por su empatía, dulzura, habilidad e inteligencia que brillaban con cada paso que daba.

A medida que pasaba el tiempo, House encontraba cada vez más difícil resistirse a la atracción que sentía por Lizzy. Se encontraba buscando excusas para estar cerca de ella, buscando cualquier oportunidad para escuchar su risa contagiosa o perderse en la profundidad de sus ojos azules como el mar. Aunque intentaba mantenerse alejado por temor a lastimarla, el magnetismo de Lizzy era demasiado fuerte para resistirlo.

Con el tiempo, House comenzó a notar pequeños detalles sobre Lizzy que lo enamoraban aún más. Desde la forma en que movía con gracia por los pasillos del hospital hasta la manera en que hablaba con cada paciente con una calidez y empatía genuinas, Lizzy era una presencia que llenaba su vida de luz y esperanza. A pesar de todas sus diferencias, House no podía evitar sentirse atraído hacia ella como una polilla hacia la llama.

Sin embargo, a pesar de sus sentimientos cada vez más profundos, House sabía que no podía permitirse cruzar esa línea. Lizzy merecía alguien que pudiera ofrecerle estabilidad y felicidad, no un hombre atormentado por demonios internos y cicatrices del pasado. Aunque le dolía mantenerse alejado, sabía que era lo mejor para ambos.

Pero incluso mientras luchaba contra sus propios deseos, House no podía evitar preguntarse qué podría haber sido si las circunstancias fueran diferentes. Si Lizzy alguna vez llegara a saber la verdad sobre sus sentimientos, ¿podría ella corresponderlos? ¿O sería su amor destinado a permanecer en silencio, como un secreto guardado bajo llave en el corazón de House?

A medida que pasaban los días, House se encontraba cada vez más fascinado por Lizzy y su presencia luminosa en el hospital. La idea de estar cerca de ella se había convertido en una obsesión silenciosa que ocupaba sus pensamientos incluso en los momentos más inoportunos. Sabía que no podía seguir ignorando sus sentimientos, y decidió que era hora de actuar.

Con una determinación renovada, House comenzó a trazar un plan para acercarse más a Lizzy bajo la apariencia de ser su mentor en la residencia. Sabía que tendría que actuar con cuidado para evitar levantar sospechas, así que elaboró una serie de excusas creíbles que le permitirían pasar más tiempo cerca de ella sin despertar la atención no deseada de sus colegas.

Primero, se aseguró de ganarse el favor de los profesores de Lizzy, demostrando su habilidad y conocimiento en el campo de la medicina. Sabía que si lograba impresionar a los que estaban a cargo de la residencia, tendría más probabilidades de que le asignaran un papel activo en la formación de los nuevos médicos, incluida Lizzy.

Además, House se tomó el tiempo para cultivar relaciones con los amigos y compañeros doctores de Lizzy, mostrándoles su lado más amable y colaborativo. Aunque había sido conocido por su comportamiento desafiante y antagónico en el pasado, House estaba decidido a cambiar esa percepción y ganarse la confianza de quienes estaban cerca de Lizzy.

Con el tiempo, sus esfuerzos comenzaron a dar frutos, y House se encontró en una posición en la que podía influir en la asignación de mentores para los residentes, incluida Lizzy. Utilizando su astucia y habilidad para manipular las situaciones a su favor, House aseguró discretamente que él fuera designado como el mentor de Lizzy, bajo la fachada de querer ayudarla a desarrollar todo su potencial como médica.

A medida que asumía su nuevo papel como mentor de Lizzy, House se encontraba cada vez más cerca de ella, admirándola en silencio mientras trabajaban juntos en casos difíciles y compartían conversaciones sobre medicina y vida en general. Aunque su amor por ella seguía siendo un secreto bien guardado, la simple presencia de Lizzy a su lado le proporcionaba un consuelo y una felicidad que nunca antes había experimentado.

Después de mucho deliberar y sopesar las opciones, James Wilson finalmente decidió que era hora de contarle a Lizzy sobre la propuesta de House. Sin embargo, lo que James no sabía era que House había movido las piezas del tablero a su favor, influyendo discretamente en la asignación de residencia de Lizzy para asegurarse de tenerla más cerca en el departamento de diagnóstico.

"Mira Lizzy, hay algo que necesito decirte", comenzó James con cautela, buscando las palabras adecuadas para transmitir la noticia. "El Dr. House ha expresado su deseo de que te conviertas en su interna en el departamento de diagnóstico aquí en el Hospital Universitario Princeton-Plainsboro".

Lizzy levantó una ceja en sorpresa ante la revelación. Aunque nunca había considerado la posibilidad de trabajar directamente bajo la tutela de House en el departamento de diagnóstico, la idea la emocionaba más de lo que estaba dispuesta a admitir. Sin embargo, su entusiasmo estaba teñido de confusión. ¿Por qué House quería que fuera su interna en ese departamento? ¿Y por qué James había decidido contárselo ahora?

Mientras Lizzy procesaba la noticia, James luchaba con sus propios sentimientos. Durante mucho tiempo, había estado enamorado en secreto de Lizzy, pero nunca había encontrado el valor para confesar sus sentimientos. Ahora, con la perspectiva de tenerla aún más cerca, el peso de sus emociones se hacía más difícil de llevar.

Después de un momento de reflexión, Lizzy respondió con una sonrisa radiante. "¡Eso suena increíble, James! Estoy emocionada de tener la oportunidad de trabajar más de cerca con el Dr. House en el departamento de diagnóstico y aprender de él. Gracias por contármelo".

James asintió con una sonrisa forzada, ocultando sus propios sentimientos detrás de una máscara de felicidad por su amiga. Mientras la veía alejarse, un nudo de amargura se formaba en su garganta. Sabía que había hecho lo correcto al contarle sobre la propuesta de House, pero no pudo evitar sentir una punzada de celos al pensar en la posibilidad de perderla aún más.

A medida que los días pasaban y Lizzy comenzaba su internado en el departamento de diagnóstico bajo la tutela de House, la tensión entre ellos era palpable. Aunque Lizzy estaba encantada de tener la oportunidad de pasar más tiempo con House en su especialidad elegida, James se sentía cada vez más distante de ella, atrapado en un torbellino de emociones contradictorias.

Mientras tanto, House observaba desde la distancia, satisfecho con su maquinación para mantener a Lizzy cerca. Sabía que tenía que actuar con cautela para no levantar sospechas, pero estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para asegurarse de tenerla en su vida, aunque fuera solo como su interna en el departamento de diagnóstico.

Mientras tanto, James luchaba con sus propios demonios internos, preguntándose si alguna vez encontraría el coraje para confesar sus sentimientos a Lizzy. Sabía que tenía que dejarla seguir adelante y perseguir su propia felicidad, incluso si eso significaba renunciar a la suya propia.

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