CAPITULO 3
El sol comenzaba a sumergirse en el horizonte, pintando el cielo de tonos cálidos y dorados, mientras Steve y Lizzy caminaban por la playa que tantos recuerdos compartían. El sonido suave de las olas rompiendo en la orilla creaba una sinfonía relajante a su alrededor.
Steve miró a Lizzy con ojos llenos de ternura, deteniéndose frente al tranquilo mar. Respiró profundamente antes de comenzar, sus palabras llevando el peso de sus emociones.
"Lizzy, ha habido algo que he querido decirte por mucho tiempo, y creo que es hora de que lo sepas", comenzó Steve, sus ojos azules reflejando la intensidad de sus sentimientos. "Desde el momento en que llegaste a Hawaii, desde el instante en que nuestros caminos se cruzaron, algo cambió dentro de mí. Y ahora, no puedo dejar de pensar en ti ni un solo día".
Lizzy le miró con curiosidad, sus ojos expresando un anhelo silencioso.
"Te amo, Lizzy. Profunda y sinceramente. Eres el amor de mi vida", continuó Steve, su voz firme pero llena de emoción. "No me importa que seas una princesa y yo solo un teniente. No me importa nada más que tú y yo".
Sin darle la oportunidad de responder, Steve se acercó a Lizzy con determinación y suavidad. La tomó suavemente por la cintura, acercándola más a él. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, robándole el aliento a ambos. El sonido del océano de fondo se mezclaba con el latido de sus corazones, creando una melodía única.
Cuando se separaron, Steve miró a los ojos de Lizzy con una sonrisa tierna. "Eres mi princesa, Lizzy, y no hay nada que desee más que ser el hombre que está a tu lado, sin importar las circunstancias".
Lizzy respondió con una sonrisa radiante, sus ojos brillando con la misma intensidad. "Steve, yo también te amo. Eres mi príncipe, mi héroe, y no quiero estar con nadie más que contigo".
Se quedaron allí, abrazados en la playa, con el sol despidiéndose lentamente y el amor entre ellos iluminando la oscuridad que caía sobre el horizonte. Era un momento que ambos guardarían en sus corazones para siempre.
La brisa marina acariciaba sus rostros mientras Steve y Lizzy paseaban por la playa en una noche estrellada en Hawaii. Las luces tenues de la luna iluminaban el camino, creando un ambiente mágico. Steve miró a Lizzy con una sonrisa cariñosa, sintiendo el palpitar acelerado de su corazón.
"Lizzy, hay algo que he querido preguntarte desde hace tiempo", comenzó Steve, deteniéndose y tomando suavemente las manos de ella. "Eres la razón por la que todo en mi vida tiene sentido. ¿Te gustaría ser mi novia?"
Los ojos de Lizzy brillaron con emoción mientras asentía con una sonrisa radiante. "Sí, Steve. Sí, quiero ser tu novia".
Steve tomó su rostro entre sus manos y selló la decisión con un beso apasionado bajo la luz de la luna. Después, la llevó a su casa en la playa, un lugar lleno de recuerdos compartidos. La casa estaba iluminada con velas, creando un ambiente íntimo y romántico.
Con suavidad, Steve deslizó sus manos por la espalda de Lizzy mientras bailaban lentamente en la sala de estar. La música suave resonaba en el fondo, acompañando la cadencia de sus corazones. Cada movimiento era una expresión de amor puro.
Después de bailar, Steve llevó a Lizzy al balcón con vista al océano. Una mesa elegantemente decorada aguardaba con una cena preparada con esmero. El sonido de las olas proporcionaba la banda sonora perfecta.
"Quería que esta noche fuera especial, Lizzy. Porque eres especial", dijo Steve, sirviendo champán en dos copas. "Quiero que siempre recuerdes este momento, el comienzo de nuestra historia juntos".
Lizzy sonrió, sintiéndose abrumada por la ternura de Steve. La cena transcurrió entre risas y miradas cómplices. Después, caminaron de la mano por la playa, sintiendo la arena bajo sus pies.
Finalmente, Steve condujo a Lizzy hacia un rincón especial donde una cabaña estaba decorada con luces brillantes. Al entrar, Lizzy descubrió un espacio lleno de fotos y recuerdos de su relación, creando un ambiente íntimo y personal.
"Quiero que este sea nuestro lugar", dijo Steve, tomando las manos de Lizzy. "Un lugar donde podamos ser nosotros mismos y compartir nuestro amor".
La noche continuó con risas, confidencias y un amor que crecía con cada momento compartido. Para Steve y Lizzy, esta velada especial marcó el comienzo de una nueva etapa en su historia, una llena de amor y compromiso.
La noche transcurría con una cadencia única, donde el susurro del viento se entrelazaba con el murmullo suave de las olas del mar. La cabaña, iluminada por velas titilantes, creaba una atmósfera de intimidad y romance que rodeaba a Steve y Lizzy. Se miraron el uno al otro, sus ojos reflejando la chispa del amor compartido.
Steve tomó suavemente las manos de Lizzy, sus dedos entrelazándose con la delicadeza de quien sostiene un tesoro preciado. En el rincón íntimo de la cabaña, el tiempo parecía detenerse mientras comenzaban a expresar con palabras lo que sus corazones ya sabían.
"Lizzy, desde el primer día que te vi, supe que eras la única para mí", confesó Steve, su voz resonando con sinceridad. "En cada momento que hemos compartido, he descubierto nuevas capas de tu ser, y cada una ha fortalecido mi amor por ti".
Lizzy sonrió con ternura, sintiendo la conexión profunda que compartían. "Steve, tú eres mi amor, mi apoyo. No hay otro lugar donde prefiera estar que a tu lado", respondió, acariciando la mejilla de Steve con dulzura.
Decidieron sellar su compromiso con un beso apasionado, sus labios encontrándose en una danza íntima que transmitía promesas de amor eterno. La cabaña se llenó con la esencia de su unión, y los susurros del viento exterior se convirtieron en cómplices silenciosos de sus juramentos.
"Juro amarte en cada amanecer y en cada anochecer, en días de risas y en días de lágrimas", dijo Steve, acariciando el rostro de Lizzy. "Eres mi compañera de vida, mi confidente, y prometo ser tu refugio, tu apoyo incondicional".
Lizzy respondió con palabras cargadas de emoción, "Steve, mi amor, juro ser tu compañera en todas las estaciones de la vida, en días de sol radiante y en noches oscuras. Tu amor me da fuerzas, y prometo cuidar de nuestro amor con la misma dedicación".
Con cada juramento, el lazo entre ellos se fortalecía, creando un compromiso eterno que trascendería el tiempo. Se abrazaron con ternura, sabiendo que estaban comenzando un capítulo nuevo y emocionante de su historia juntos.
La cabaña, testigo silencioso de su amor, resonaba con risas, susurros y la promesa serena de un futuro compartido. La noche pasional y especial dejó en su estela una memoria imperecedera, marcada por la promesa de amarse por siempre.
La magia de la noche los envolvía mientras Steve y Lizzy se retiraban hacia su habitación, la cual había sido adornada con pétalos de rosa y velas perfumadas que inundaban el aire con un aroma embriagador. El suave resplandor de las velas creaba destellos dorados en las paredes, pintando la habitación con una atmósfera de ensueño.
Steve condujo a Lizzy hacia la cama, cuyas sábanas suaves y sedosas parecían ser el escenario perfecto para el capítulo más íntimo de su historia de amor. Con cada paso, el suelo crujió bajo sus pies, añadiendo una melodía suave al ritual romántico que estaban a punto de compartir.
Los dos se miraron con complicidad, las miradas hablando un idioma que solo ellos entendían. Steve tomó suavemente el rostro de Lizzy entre sus manos, admirando cada rasgo como si fuera la primera vez. Lizzy, a su vez, acarició la nuca de Steve, sintiendo la conexión eléctrica que siempre fluía entre ellos.
Juntos, se sumergieron en un beso apasionado, dejando que la intensidad de su amor fluyera libremente. Las manos de Steve exploraron cada centímetro del cuerpo de Lizzy con un toque delicado pero decidido, mientras sus corazones latían al unísono.
En un momento de silenciosa comunión, Steve deslizó suavemente la ropa de Lizzy, revelando la vulnerabilidad y la belleza de su amor compartido. Cada caricia era un juramento, cada beso una promesa de entrega mutua.
Después de entregarse el uno al otro en cuerpo y alma, se acurrucaron juntos, compartiendo sus secretos más profundos y sueños más salvajes en la tenue luz de las velas. La habitación, testigo mudo de su conexión inquebrantable, albergaba sus risas suaves y susurros de promesas cumplidas.
La noche pasional y especial no solo selló su compromiso, sino que también creó un santuario donde su amor podría florecer eternamente. En los brazos del otro, se quedaron dormidos, sabiendo que su historia apenas estaba comenzando, y que cada capítulo sería aún más bello que el anterior.
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