Capitulo 8
A medida que Lizzy comenzaba a formar parte del equipo, su presencia se sentía como un soplo de aire fresco que revitalizaba la atmósfera del NCIS Naval. Su capacidad para conectarse con las personas de manera auténtica hizo que, casi sin esfuerzo, se ganara la admiración de todos. No solo era hermosa, sino que su dulce y encantadora personalidad la hacía irresistible. Nadie podía evitar sentirse atraído por ella, pero no solo por su apariencia; era la bondad, la calidez y la empatía que emanaban de su ser lo que realmente los cautivaba.
Cuando Lizzy se cruzó por primera vez con Jimmy Palmer, el forense de la oficina, su simpatía y amabilidad inmediatamente hicieron que él se sintiera cómodo a su alrededor. Jimmy, normalmente tímido y algo torpe, no sabía qué esperar al conocer a la novia de Gibbs, pero cuando Lizzy se acercó a él con una sonrisa brillante y un "¡Hola, Jimmy! Soy Lizzy, es un placer conocerte", cualquier rastro de nerviosismo que él pudiera haber tenido desapareció.
"¡Wow, yo... ehhh... también es un placer conocerte, Lizzy!" respondió Jimmy, tartamudeando ligeramente, pero sonriendo de oreja a oreja. Lizzy se mostró atenta, escuchando con interés mientras él le contaba sobre su trabajo. "Gibbs habla mucho de ti", dijo Lizzy, mientras se inclinaba ligeramente, mostrando su respeto por su labor. "Debe ser increíble trabajar en lo que haces, ¿no?"
La amabilidad de Lizzy dejó una impresión profunda en Jimmy. No solo se interesó por su trabajo, sino que logró hacerle sentir que su rol era tan importante como el de cualquier otro en el equipo. A partir de ese momento, Jimmy se sintió muy cómodo en su presencia, y su interacción se hizo cada vez más cercana. Era la primera vez que alguien lo hacía sentir tan valorado.
Con Dr. Donald "Ducky" Mallard, el médico forense veterano del equipo, Lizzy también logró una conexión instantánea. Ducky, un hombre de muchas historias y una personalidad un tanto excéntrica, siempre había sido algo serio y formal, pero Lizzy logró que se relajara al instante. Con su calidez y su curiosidad genuina por las historias de Ducky, ella logró que él se abriera como nunca antes.
"Mi querida Lizzy, te debo decir que tu forma de escuchar es tan admirable como tu belleza", comentó Ducky un día mientras ambos caminaban por los pasillos de la oficina. Lizzy sonrió, agradecida por el cumplido, pero sin dejar de mostrar su humildad. "No se trata solo de escuchar, Ducky", dijo, "se trata de entender y aprender de cada uno de ustedes. Todos tienen algo tan valioso que compartir."
Ducky, que rara vez recibía tales cumplidos sinceros, se sintió profundamente tocado. "Eres una mujer extraordinaria, Lizzy. Me alegra mucho que estés aquí." Las palabras de Ducky fueron una muestra de cómo, poco a poco, Lizzy se ganaba la admiración de cada miembro del equipo, incluso de aquellos más reservados.
Incluso Nick Torres, el agente con una personalidad más directa y algo rebelde, no pudo evitar sentirse atraído por la calidez de Lizzy. Al principio, Nick se mostró un tanto distante, pero en cuanto ella lo invitó a unirse a una charla sobre sus intereses comunes en la música, las paredes que él había levantado comenzaron a derrumbarse.
"¿Te gusta la música rock? ¡Deberíamos ir a un concierto juntos alguna vez!" dijo Lizzy, con esa energía vibrante que era imposible de ignorar. Nick, que siempre había sido algo solitario, no pudo evitar sentirse atraído por su espontaneidad y sinceridad. "Claro, Lizzy, suena genial. No esperaba que alguien como tú fuera tan... interesante."
Lizzy, con su risa ligera y cálida, simplemente respondió: "Nunca subestimes el poder de un buen riff de guitarra, Nick." Desde ese momento, Nick comenzó a verla no solo como la novia de Gibbs, sino como una amiga genuina y una persona con la que podía compartir mucho más.
Pero fue con Leon Vance, el Director del NCIS, cuando Lizzy realmente demostró lo poderosa que podía ser su presencia. Leon, siempre serio y pragmático, estaba acostumbrado a mantener su distancia de los familiares de su equipo. Sin embargo, cuando Lizzy fue presentada a él, su actitud se suavizó al instante. Con su elegante sonrisa y su manera de hablar respetuosa pero a la vez cálida, Lizzy logró abrir una puerta que muchos pensaban que estaba cerrada.
"Es un honor conocerla, Señora Espósito", dijo Leon, con una inclinación de cabeza que dejaba claro el respeto que sentía por ella. Lizzy no dudó en devolver el saludo con una sonrisa amplia. "El honor es mío, Director Vance. Agradezco mucho que me hayan recibido aquí. Estoy muy feliz de ser parte de este equipo."
Vance, que generalmente era alguien muy reservado y con pocos amigos cercanos, se sintió sorprendido por la genuina calidez de Lizzy. A medida que conversaban, ella demostró un nivel de inteligencia y perspicacia que pocos hubieran esperado. Además, su humildad y respeto por el trabajo de todos en el equipo hizo que Vance se sintiera realmente cómodo a su lado.
"Deberías saber que aquí, todos nos respetamos mucho", dijo Leon, mirando a Lizzy con una sonrisa que rara vez mostraba. "Te doy la bienvenida al equipo, Lizzy. Estoy seguro de que traerás algo muy valioso a este lugar."
Lizzy, con su capacidad innata para conectar con las personas, había logrado algo que muy pocos habían conseguido: no solo se había integrado al equipo, sino que había hecho que todos, desde los más reservados hasta los más extrovertidos, la apreciaran y respetaran profundamente. Era como si su luz interior, alimentada por su dulzura, inteligencia y bondad, hubiera tocado a cada uno de ellos de una manera única.
Cuando Lizzy estaba cerca, no importaba quién estuviera en la sala; todos parecían relajarse y sentirse mejor. Su capacidad para hacer sentir a las personas valoradas, su atención genuina a los detalles, y su habilidad para encontrar algo en común con cada uno de ellos la convirtieron rápidamente en una amiga de todos. No solo era la novia de Gibbs; ella era una persona que, con solo una sonrisa, podía cambiar el ambiente de cualquier situación, siempre dispuesta a dar lo mejor de sí misma.
Era una tarde tranquila en la casa de Gibbs, donde el aroma de la cena casera flotaba en el aire. Lizzy estaba sentada junto a él en el sofá, la luz suave del atardecer entrando por la ventana. A pesar de que el día había sido largo, la paz que encontraba en su compañía la hacía sentirse completa. Sin embargo, había algo en su mente, algo que había estado dando vueltas en su corazón desde hacía tiempo. Algo que necesitaba decirle.
Gibbs, al notar que Lizzy parecía perdida en sus pensamientos, la miró de reojo y sonrió, sus ojos azules brillando con calidez. "¿Qué pasa, Lizzy? Te noto pensativa."
Lizzy lo miró con una suavidad que parecía reflejar el mismo sol que se ponía afuera. Se acercó un poco más, tomándole la mano, y con una sonrisa tierna y sincera, comenzó a hablar.
"Estaba pensando...", comenzó, su voz cálida y suave como la brisa de verano. "Pensaba en nosotros, en todo lo que hemos vivido juntos hasta ahora, y en lo que me has dado."
Gibbs frunció el ceño, sin entender del todo, pero le apretó la mano en señal de apoyo. "¿Qué quieres decir, Lizzy?"
Ella suspiró profundamente, su mirada fija en él, con una intensidad que él no podía ignorar. "Quiero decirte algo que tal vez no he dicho lo suficiente", dijo con determinación en su voz. "Sé que no soy como las mujeres con las que has estado antes, que no tengo la experiencia que tú tienes. Y sé que tenemos una diferencia de edad... treinta años, para ser exactos."
Gibbs abrió la boca para decir algo, pero Lizzy le puso un dedo en los labios, evitando que hablara. "Déjame terminar", insistió suavemente. "Porque no me importa la diferencia de edad. Ni me importa tu pasado, ni el hecho de que podrías ser como un padre para mí. Yo solo veo al hombre que amo, al hombre que me ha hecho sentir más viva que nunca."
Gibbs la miró fijamente, con una mezcla de sorpresa y una vulnerabilidad que rara vez dejaba ver. Lizzy lo miró con cariño, sus ojos brillando con sinceridad.
"Lo que quiero decir, Jethro", continuó, su voz temblando un poco por la emoción, "es que no importa que tú tengas la edad de mi padre, o que hayas sido un agente, o que yo sea una princesa, como dicen. Lo único que me importa es que yo te amo. Te amo con toda mi alma. Y no me importa lo que pase, lo que digan, ni lo que pueda ocurrir en el futuro. Te amaré siempre, pase lo que pase, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad. Y lo haré para siempre."
Gibbs se quedó en silencio, mirándola fijamente, sus ojos fijos en los de ella como si estuviera tratando de entender la profundidad de sus palabras. Su corazón latía con fuerza, una emoción profunda se apoderó de él, una que no podía describir con palabras, pero que sentía con cada fibra de su ser.
Lizzy sonrió, viendo su reacción. Se acercó un poco más, su respiración tranquila pero llena de cariño. "Porque tú eres el amor de mi vida, Jethro", dijo con firmeza. "Y nada ni nadie nos va a separar. Nada en este mundo, ni en el otro, podrá cambiar lo que siento por ti."
Gibbs tragó saliva, sintiendo cómo sus sentimientos por Lizzy se intensificaban. Él había sido un hombre duro, un agente que había visto demasiadas cosas para creer en el amor eterno. Pero Lizzy, con su dulzura, su bondad y su mirada llena de esperanza, lo hacía sentir algo que nunca pensó que experimentaría.
"Te amo, Lizzy", dijo finalmente, su voz rasposa por la emoción. "Tú también eres el amor de mi vida. Y lo que me haces sentir... nunca lo había sentido con nadie más. Me haces sentir cosas que no sabía que podía sentir. Tú me has enseñado lo que significa ser realmente amado, lo que significa dar sin esperar nada a cambio."
Lizzy, con una sonrisa brillante en el rostro, se acercó aún más a él. "Entonces, no importa lo que pase, ¿verdad? Estaremos juntos. Porque quiero pasar el resto de mi vida contigo. No me importa si tienes que dejar el NCIS, o si tenemos que irnos a un lugar donde nadie nos reconozca. Lo único que quiero es estar a tu lado, Jethro. Toda mi vida."
Gibbs la miró, con los ojos llenos de emoción, y la tomó de la mano con firmeza. "Si eso es lo que tú quieres, Lizzy, entonces lo haremos. No quiero que te alejes de mí. Te prometo que no importa lo que pase, siempre estaré a tu lado. Incluso si tengo que dejar todo esto atrás, si eso significa estar contigo."
Lizzy se sintió como si el mundo se detuviera en ese momento, como si el tiempo se desvaneciera, y solo existiera ella y él, unidos por un amor profundo y eterno. "Gracias", susurró, acariciando suavemente su mejilla. "Gracias por amarme, Jethro."
Él sonrió, una sonrisa genuina que rara vez mostraba. "No tienes que agradecerme, Lizzy. Es un honor amarte. Y siempre lo será."
Con esas palabras, Lizzy se acercó a él, abrazándolo con fuerza, sabiendo que en ese momento, su futuro juntos era lo único que importaba. Ningún obstáculo, ninguna dificultad, podría separarlos. Porque su amor era más fuerte que cualquier desafío que pudieran enfrentar, más fuerte que el tiempo, que la distancia, que cualquier sombra del pasado.
Se quedaron abrazados por un largo rato, dejando que sus corazones latieran al unísono, sabiendo que, sin importar lo que viniera, siempre estarían el uno para el otro. Y así, en ese abrazo silencioso, sellaron su promesa de amor eterno.
Era un día tranquilo en la sede del NCIS, y los miembros del equipo estaban trabajando en sus respectivas estaciones. Sin embargo, había una atmósfera diferente en el aire, algo ligero, algo lleno de sonrisas y una energía positiva que los envolvía. Lizzy había ido a visitar a Abby, como solía hacer de vez en cuando, y ambas estaban sentadas cerca de las mesas de trabajo de la forense, charlando y riendo.
Lizzy, como siempre, irradiaba una luz que no podía ser ignorada. Su risa contagiosa llenaba el aire y su presencia, serena y dulce, tenía la capacidad de hacer que todos a su alrededor se sintieran mejor, incluso en los días más difíciles. Sus ojos brillaban mientras hablaba sobre sus proyectos, su voz suave y cálida contrastaba con el bullicio habitual de la oficina.
Abby estaba completamente absorta en la conversación, sonriendo y disfrutando cada palabra. "Lizzy, eres como un rayito de sol", comentó Abby con una sonrisa traviesa. "Cada vez que llegas, todo se vuelve más brillante, incluso más que mis experimentos. ¿Cómo lo haces?"
Lizzy soltó una risa suave, su tono lleno de humildad. "No hago nada especial, Abbs, solo trato de disfrutar cada día y rodearme de gente increíble como tú."
Mientras las dos conversaban, los miembros del equipo de Gibbs se encontraban cerca, observando desde la distancia. McGee, Dinozzo, Ziva y el propio Gibbs estaban reunidos en la mesa de trabajo, discutiendo algunos detalles de la investigación, pero sus miradas se deslizaban ocasionalmente hacia Lizzy, que parecía desbordar una calidez que pocos podían ignorar. Cada vez que ella reía o movía la cabeza de manera entusiasta, todos los hombres del equipo se sentían atraídos por su energía positiva y su belleza natural, pero era Gibbs quien no podía apartar la vista de ella. Su mirada estaba completamente fija en Lizzy, llena de admiración y amor.
Tony, que siempre tenía una broma lista para cualquier situación, observó a su jefe con una sonrisa picaresca en el rostro y le dio un codazo a McGee. "Oye, McGee, ¿te has fijado en Gibbs? Míralo", dijo en tono bajo, pero con una chispa de curiosidad en su voz.
McGee siguió la mirada de Tony y, al igual que él, vio a Gibbs observando a Lizzy. La expresión de Gibbs era de total fascinación, como si ella fuera la única persona en el mundo. Los ojos del agente se suavizaban con cada mirada que dirigía a Lizzy, sus labios se curvaban en una sonrisa sutil, pero evidente, y su postura mostraba un afecto palpable. Era como si nada ni nadie más existiera para él en ese momento.
Ziva, que había notado la interacción desde el principio, no pudo evitar esbozar una sonrisa. "No es difícil ver lo que está pasando ahí", comentó con una ligera sonrisa en su rostro, aunque su tono era serio.
"¿Qué quieres decir?", preguntó McGee, aún mirando a Gibbs con atención.
Ziva se acercó un poco más, observando a Gibbs con una mirada comprensiva. "Míralo. Es como si estuviera viendo una obra de arte. Es obvio que la está mirando con el mismo respeto y admiración que un pintor tendría por su obra maestra. Él solo ve a Lizzy, y es como si todo lo demás desapareciera alrededor de él."
Tony sonrió ampliamente, ya sabiendo a dónde iba Ziva. "¿Entonces qué, Ziva? ¿Nos estás diciendo que Gibbs se ha convertido en un romántico empedernido? ¡Nunca pensé que lo vería! ¿Quién diría que el gran agente Leroy Jethro Gibbs, con toda su dureza y frialdad, sería tan... tan..." Tony se detuvo, buscando la palabra correcta. "¿Tan tierno?"
Gibbs no había oído las conversaciones de sus compañeros, pero lo que sí escuchó fue a McGee decir con una sonrisa: "Jefe, ¿es cierto? ¿Qué tan enamorado estás de Lizzy? Porque, vamos, no puedes dejar de mirarla como si fuera la mejor cosa que has visto en tu vida."
Gibbs, sin apartar los ojos de Lizzy, respondió en un tono bajo pero claro. "La amo más que a nada ni a nadie en este mundo. No me importa lo que pasó antes, ni lo que pueda pasar. Ella es mi todo. Si no estuviera aquí, el resto del mundo no importaría. Lizzy es mi mundo." Su voz era profunda, serena, y sincera, y había una determinación inquebrantable en ella. No se trataba solo de palabras; era una declaración de su corazón.
McGee, Dinozzo y Ziva intercambiaron miradas. A pesar de todo lo que había pasado en la vida de Gibbs, con las pérdidas y los sacrificios, nunca lo habían escuchado hablar de alguien con esa sinceridad. En sus ojos, había una profunda emoción que rara vez compartía con los demás. Su corazón estaba completamente entregado a Lizzy, y no había dudas al respecto.
"Jethro..." Ziva comenzó, su voz suavizándose, "Es hermoso verte tan feliz. Me alegra que hayas encontrado a alguien que te haga sentir de esa manera, después de todo lo que has pasado."
Tony asintió, con una sonrisa genuina. "Lo mismo digo, jefe. A veces, pensé que alguien como tú nunca encontraría el amor verdadero. Pero Lizzy, ella tiene algo especial, ¿verdad? Sabíamos que había algo entre ustedes, pero verla a ustedes dos juntos... es como si todo encajara."
Gibbs sonrió de forma nostálgica, su mirada fija en Lizzy mientras ella reía con Abby. "Ella es el amor de mi vida", dijo, con una seguridad que no había tenido antes. "Y no me importa lo que el mundo piense, porque en este momento, solo ella y yo importamos."
Tony sonrió, reconociendo lo profundo de las palabras de su amigo. "Estoy feliz por ti, Jethro. En serio. Y creo que todos lo estamos."
A lo lejos, Lizzy notó la mirada de Gibbs sobre ella y sonrió con dulzura. Sabía lo que significaba esa mirada, y su corazón latió con fuerza. Cuando sus ojos se encontraron, él le dedicó una pequeña sonrisa, y Lizzy se sintió completamente amada. No necesitaba nada más.
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