Capitulo 9


Siento lo mismo, me pasan cosas
Que son tan tontas, que son tan locas
Siento un vacio que no se llena
Y siento frio y mucha pena

Soy la que puedo, la que me dejan
La que se estrella, la que se aleja
Si estas tan solo te doy mis alas
Volemos juntos y habrá un mañana

Siento que siento
Una y mil veces
Que nada es lo que parece
Siento que mienten
Que no me entienden
No les importa o no me quieren

Es tan dificil que me comprendas
Soy una rara mezcla de estrellas
Yo te prometo que iré a buscarte
Cuando yo crezca, no sera tarde

Siento que siento
Una y mil veces
Que nada es lo que parece
Siento que mienten
Que no me entienden
No les importa o no me quieren

Siento que siento
Una y mil veces
Que nada es lo que parece
Siento que mienten
Que no me entienden
No les importa o no me quieren

Agustín, con una sonrisa arrogante, había logrado lo que pocos esperaban: ganó el juego de la semana. El ambiente en la casa de Mar era tenso, pero lleno de una energía palpable. Los habitantes de Tierra no podían ocultar su alegría, mientras que en Mar, aunque celebraban la victoria de su compañero, había una preocupación latente. Lizzy, quien siempre había sido el pilar emocional del equipo, sentía algo extraño en su pecho, una inquietud que no lograba entender del todo.

Agustín, saboreando su victoria, se acercó a Gala. "¿Sabes qué, Gala? Creo que esta noche podríamos aprovechar la suite para relajarnos un poco. ¿Qué dices, te gustaría acompañarme?"

Gala, sin pensarlo mucho, sonrió con entusiasmo. "¡Claro! Me vendría bien un poco de lujo después de todo lo que hemos pasado esta semana." Su respuesta fue rápida, sin detenerse a pensar en cómo podría afectar a Lizzy. En ese momento, Gala solo veía la oportunidad de disfrutar y descansar, sin anticipar las consecuencias de su decisión.

Lizzy observó la escena desde la distancia. Su sonrisa habitual se desvaneció lentamente cuando comprendió lo que acababa de suceder. Gala había aceptado la invitación de Agustín sin considerar lo que eso significaba para ella. Un nudo se formó en su garganta, y su corazón se sintió como si se partiera en mil pedazos. ¿Cómo podía Gala ser tan insensible?, pensó Lizzy, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con brotar.

La noche avanzaba en la casa de Mar con un sentimiento de tensión palpable. La victoria de Agustín en el juego de la semana había traído consigo una mezcla de emociones. En la suite, Gala disfrutaba de la exclusividad, mientras Lizzy, dolida y confundida, lidiaba con la creciente tristeza. Sin embargo, la peor parte estaba por venir. Adrian, con su astucia característica, había decidido intervenir y manipular la situación a su favor.


En el jardín, Lizzy estaba sola, perdida en sus pensamientos, cuando Adrian se le acercó con una expresión de preocupación genuina (o al menos así lo fingía). El brillo en sus ojos no era el de alguien que se preocupaba por su bienestar, sino el de un estratega calculador.

"Hey, Lizzy," dijo Adrian con suavidad, sentándose a su lado. "¿Cómo estás? Pareces preocupada."

Lizzy alzó la vista, sus ojos todavía llenos de lágrimas. "Estoy... confundida. Gala se fue con Agustín, y no puedo evitar sentir que estoy perdiendo algo importante."

Adrian asintió, su rostro mostrando una mezcla de simpatía y pesar. "Lo siento mucho. Debe ser difícil ver cómo alguien a quien valoras se va con alguien que... bueno, que no tiene las mejores intenciones."

Lizzy lo miró, sorprendida por su observación. "¿A qué te refieres?"

Adrian respiró hondo, como si estuviera a punto de decir algo muy importante. "Mira, no quiero que pienses mal de Gala. Ella no es la única culpable. Pero hay algo que debes saber. Agustín y Gala se gustan mutuamente. Ella aceptó ir a la suite con él porque realmente está interesada en él."

Las palabras de Adrian cayeron sobre Lizzy como una lluvia fría. Sus sentimientos de traición se intensificaron. "¿De verdad crees que Gala está interesada en Agustín? Eso... eso me duele."

Adrian inclinó la cabeza, mirando a Lizzy con una empatía fingida. "Lo siento mucho. A veces, las personas se enamoran de maneras que no podemos controlar. Y tú, Lizzy, eres una persona maravillosa, mereces lo mejor. No deberías tener que lidiar con esto."

Lizzy suspiró, sintiendo una mezcla de tristeza y confusión. "No sé qué hacer. Solo sé que me duele ver cómo las cosas están cambiando."

Adrian tomó un momento para elegir sus palabras cuidadosamente, intentando no parecer demasiado interesado en manipular la situación. "Entiendo cómo te sientes. Pero piensa en esto: si Agustín está con Gala, tal vez sea una señal de que es hora de que pienses en ti misma. Tienes tanto que ofrecer, y no deberías estar en un lugar donde no te valoran como mereces."

Lizzy lo miró, sintiendo que había algo más en sus palabras, algo que no podía definir del todo. "Pero, ¿qué quieres decir exactamente?"

Adrian sonrió suavemente, su voz llena de una ternura calculada. "Solo quiero que te sientas feliz, Lizzy. Tú eres una persona increíblemente dulce y buena, y a veces, eso no encaja en todos los lugares. Tal vez, Mar no es el mejor sitio para ti. Tal vez, Tierra podría ser un lugar donde realmente podrías brillar, donde la gente apreciaría tu verdadera naturaleza."

Lizzy, atrapada en el torbellino de sus emociones, empezó a considerar sus palabras. ¿Debería seguir en Mar o pensar en mudarse a Tierra? La idea de cambiar de equipo era aterradora, pero la perspectiva de estar en un lugar donde se sintiera apreciada y valorada era tentadora.

"No sé... es difícil decidir algo así en medio de todo esto," admitió Lizzy, su voz quebrándose.

Adrian se acercó un poco más, tomando su mano con una suavidad que parecía sincera. "No tienes que tomar una decisión ahora mismo. Solo quiero que sepas que hay opciones. Y que, pase lo que pase, yo estaré aquí para ti."

La cercanía de Adrian, su toque y sus palabras reconfortantes, hicieron que Lizzy se sintiera en conflicto. ¿Podía confiar en él? A pesar de sus reservas, la idea de tener a alguien que la apoyara en este momento de confusión parecía casi una bendición.

Mientras tanto, en la suite, Gala y Agustín estaban disfrutando de una noche relajada, sin ser conscientes de las repercusiones emocionales de su decisión. Gala se sentía feliz y aliviada, disfrutando del lujo y la exclusividad, mientras Agustín, con su mirada calculadora, seguía con sus propios planes.

"¿Sabes, Gala?" dijo Agustín con una sonrisa seductora. "Me alegra que hayas decidido pasar la noche aquí. Tienes un brillo especial, algo que me atrae."

Gala lo miró, su rostro iluminado por una sonrisa genuina. "Gracias, Agustín. La verdad es que necesitaba un descanso, y estar aquí me hace sentir bien."

Agustín se acercó un poco más, su tono cargado de sugestión. "¿Te gustaría que esta noche fuera algo más que un simple descanso? Podríamos aprovechar para conocernos mejor, para ver qué más hay entre nosotros."

Gala, atrapada en el ambiente lujoso y la atmósfera de la suite, asintió sin pensar demasiado en las posibles consecuencias. "Claro, Agustín. Me parece bien."

Sin embargo, su decisión no pasaba desapercibida para Adrian, que tenía sus propios motivos para estar interesado en Lizzy. Mientras Gala y Agustín disfrutaban de su tiempo juntos, Adrian estaba preparando el siguiente paso en su plan.

La noche se envolvía en un manto de silencio cargado de emociones no expresadas. Lizzy se encontraba en el rincón más apartado del jardín, donde las luces de la casa apenas lograban iluminar el paisaje. Su corazón estaba abrumado por una tristeza que parecía no tener fin. Gala, su amada, había decidido pasar la noche en la suite con Agustín, y Lizzy no podía apartar de su mente la traición que sentía. Cada lágrima que caía de sus ojos era un reflejo del dolor y la decepción que su corazón sentía.

En medio de su angustia, Karime y Briggitte se dieron cuenta de la ausencia de Lizzy y la encontraron sentada en el banco, con la cabeza gacha y los hombros temblando por las lágrimas. Karime, con su habitual sensibilidad y empatía, se acercó con pasos suaves, mientras Briggitte seguía de cerca, su preocupación evidente en el rostro.

"Lizzy," dijo Karime con una voz llena de ternura y preocupación, "te hemos estado buscando. ¿Por qué estás aquí sola? No te hemos visto en el interior."

Lizzy levantó la mirada, sus ojos enrojecidos y su rostro pálido. "Gala se fue con Agustín a la suite. No puedo creer que me haya dejado sola en un momento como este. Me siento... traicionada."

El corazón de Karime se hundió al ver la tristeza en los ojos de Lizzy. Sin dudarlo, se arrodilló frente a ella, envolviéndola en un abrazo cálido y reconfortante. Briggitte se unió al abrazo, y juntas intentaron ofrecerle el consuelo que tanto necesitaba.

"Lo siento mucho, Lizzy," dijo Karime con voz suave, "no puedo imaginar lo doloroso que debe ser para ti. Gala debería haber considerado tus sentimientos antes de tomar esa decisión. Pero queremos que sepas que estamos aquí para ti."

Briggitte asintió, sus manos acariciando la espalda de Lizzy en un gesto de apoyo. "No estás sola en esto. Eres una parte valiosa de nuestro equipo, y no mereces pasar por esto sin el respaldo de tus amigos. Gala debió haber pensado en ti, en nuestra relación, antes de actuar de esta manera."

Lizzy sintió un alivio momentáneo al escuchar las palabras de sus amigas. Sin embargo, el dolor seguía presente, un recordatorio constante de la traición que sentía. El peso de la decepción y la tristeza seguía agobiándola, y la ausencia de Gala se sentía como una herida abierta en su corazón.

"No sé qué hacer," susurró Lizzy, su voz temblando. "Me siento como si no le importara. No puedo creer que no haya pensado en cómo me sentiría."

Karime y Briggitte intercambiaron miradas llenas de comprensión. Sabían que la situación era complicada y dolorosa, y que el dolor de Lizzy era profundo. Karime tomó las manos de Lizzy entre las suyas, transmitiéndole una sensación de calidez y apoyo.

"Lo que Gala hizo fue egoísta," dijo Karime con firmeza, "y no reflejaba cuánto te valora. Pero nosotros, como tus amigas, queremos asegurarte que estamos aquí para ti. No estás sola, y no dejaremos que enfrentes esto sin nuestro apoyo."

"Exactamente," agregó Briggitte. "Tienes todo nuestro amor y apoyo. No importa lo que pase, siempre estarás rodeada de personas que te quieren y te valoran. Gala puede haber cometido un error, pero eso no cambia lo que significas para nosotros."

Lizzy sintió una oleada de gratitud hacia sus amigas, y aunque su dolor no desapareció por completo, el consuelo de Karime y Briggitte le daba una chispa de esperanza en medio de su angustia. Agradecía el apoyo incondicional de sus amigas y sentía que, al menos en su dolor, no estaba completamente sola.

Arath, observando desde la puerta del jardín, había sentido una profunda tristeza al ver el sufrimiento de Lizzy. Su instinto protector lo impulsó a acercarse y ofrecerle un refugio en el momento en que más lo necesitaba. Con cuidado y ternura, Arath entró al jardín, su rostro reflejando una mezcla de preocupación y cariño.

"Lizzy," dijo Arath con suavidad, "¿te gustaría descansar un poco? Sé que estás pasando por un momento muy difícil, y tal vez una buena noche de sueño te ayude a sentirte mejor."

Lizzy levantó la vista, sus ojos aún llenos de lágrimas. "No quiero ser una carga para nadie. Solo necesito un poco de tiempo para procesar todo esto."

Arath se acercó y, con una sonrisa reconfortante, le ofreció una mano para ayudarla a levantarse. "No eres una carga. Eres una parte importante de nuestro equipo y de nuestras vidas. Ven, descansa un poco. Estarás más tranquila si descansas."

Lizzy permitió que Arath la guiara hacia la habitación, donde Arath preparó la cama con cuidado. Lizzy se acomodó bajo las sábanas, sintiéndose envuelta en un manto de calidez y cariño. Arath, con un gesto paternal, se inclinó para darle un beso suave en la cabeza.

"Todo pasará, Lizzy," dijo Arath con voz suave. "Estamos aquí para ti. Juntos superaremos esto."

Lizzy cerró los ojos, sintiendo una mezcla de tristeza y consuelo al estar rodeada por la bondad de sus amigos. Aunque la traición y el dolor seguían presentes, el amor y el apoyo de su equipo le daban una chispa de esperanza.

En la sala de estar, el ambiente estaba cargado de una tensión palpable. Los demás miembros del equipo de Mar estaban preocupados por Lizzy y conscientes de la importancia de mantener la unidad del grupo. Aunque Gala estaba disfrutando de su tiempo en la suite con Agustín, la preocupación por Lizzy y el impacto de la situación seguían siendo una preocupación constante.

Karime y Briggitte, en un intento de distraer la mente de Lizzy, compartieron una conversación sincera sobre la situación mientras esperaban que Lizzy se sintiera mejor. Su preocupación por su amiga y su deseo de protegerla eran evidentes.

"Es difícil ver a Lizzy así," dijo Karime con una voz preocupada. "Ella es una persona tan buena y dulce, y no se merece pasar por esto."

"Lo sé," respondió Briggitte con un suspiro. "Y lo peor es que Gala no pensó en las consecuencias de sus acciones. Ahora, Lizzy está sufriendo por eso, y tenemos que estar aquí para ella."

Arath, por su parte, estaba decidido a hacer todo lo posible para apoyar a Lizzy. Su cariño por ella y el deseo de protegerla lo llevaron a tomar medidas para asegurarse de que ella se sintiera segura y valorada, a pesar de la traición que había experimentado.

Mientras Lizzy descansaba en la cama, rodeada de la calidez de sus amigos, el ambiente en la casa de Mar estaba cargado de una sensación de incertidumbre y preocupación. Gala y Agustín estaban en la suite, disfrutando de su tiempo juntos, sin pensar en el impacto de su decisión en los demás.

La noche avanzaba, y mientras Lizzy dormía, el equipo de Mar estaba unido en su preocupación por ella. La lealtad y el amor de sus amigos eran un recordatorio constante de que, a pesar de las dificultades, siempre habría un lugar para ella en la casa de Mar.

Karime, con el corazón pesado por la situación y preocupada por el bienestar de Lizzy, se encontró en la sala de estar, dando vueltas en círculos. Había visto a Lizzy llorar en la cama de Arath y comprendía la gravedad de la situación. Sabía que Lizzy necesitaba algo más que las palabras de consuelo de sus amigos; necesitaba paz, y, de alguna manera, necesitaba a Sian.

Karime se dirigió rápidamente hacia el jardín, donde había visto a Sian en su última visita. Aunque no le caía bien, sabía que él era uno de los pocos que realmente se preocupaba por Lizzy. Al llegar al jardín, lo encontró sentado en una banca, con la mirada perdida en las estrellas.

—Sian —llamó Karime con firmeza—, necesito hablar contigo.

Sian levantó la vista, su expresión cambiando de sorpresa a una mezcla de preocupación y curiosidad. Se levantó de la banca y se acercó a Karime.

—Karime, ¿qué pasa? ¿Por qué estás aquí?

Karime respiró hondo, tratando de articular sus pensamientos. —Lizzy está muy afectada. La he encontrado llorando en la cama de Arath. No podía soportar la idea de que estuviera sola en su habitación con Gala después de lo que ocurrió. Necesita a alguien en quien pueda confiar y que realmente se preocupe por ella. Y aunque nuestras relaciones han sido complicadas, sé que tú eres una de esas personas.

Sian frunció el ceño, sintiendo una oleada de emociones. —Entiendo. Si Lizzy necesita a alguien, estoy dispuesto a estar allí para ella. Siempre he querido lo mejor para ella, a pesar de lo que haya pasado entre nosotros.

Karime asintió, aliviada por la respuesta de Sian. —Entonces, por favor, ve a verla. Ella necesita consuelo y apoyo en este momento. No sé si tú podrás darle lo que necesita, pero creo que eres su mejor opción en este momento.

Sian asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. —Iré a verla. Gracias por decirme. Espero poder hacer algo para aliviar su dolor.

Karime, con el corazón pesado por la situación y preocupada por el bienestar de Lizzy, se encontró en la sala de estar, dando vueltas en círculos. Había visto a Lizzy llorar en la cama de Arath y comprendía la gravedad de la situación. Sabía que Lizzy necesitaba algo más que las palabras de consuelo de sus amigos; necesitaba paz, y, de alguna manera, necesitaba a Sian.

Karime se dirigió rápidamente hacia el jardín, donde había visto a Sian en su última visita. Aunque no le caía bien, sabía que él era uno de los pocos que realmente se preocupaba por Lizzy. Al llegar al jardín, lo encontró sentado en una banca, con la mirada perdida en las estrellas.

—Sian —llamó Karime con firmeza—, necesito hablar contigo.

Sian levantó la vista, su expresión cambiando de sorpresa a una mezcla de preocupación y curiosidad. Se levantó de la banca y se acercó a Karime.

—Karime, ¿qué pasa? ¿Por qué estás aquí?

Karime respiró hondo, tratando de articular sus pensamientos. —Lizzy está muy afectada. La he encontrado llorando en la cama de Arath. No podía soportar la idea de que estuviera sola en su habitación con Gala después de lo que ocurrió. Necesita a alguien en quien pueda confiar y que realmente se preocupe por ella. Y aunque nuestras relaciones han sido complicadas, sé que tú eres una de esas personas.

Sian frunció el ceño, sintiendo una oleada de emociones. —Entiendo. Si Lizzy necesita a alguien, estoy dispuesto a estar allí para ella. Siempre he querido lo mejor para ella, a pesar de lo que haya pasado entre nosotros.

Karime asintió, aliviada por la respuesta de Sian. —Entonces, por favor, ve a verla. Ella necesita consuelo y apoyo en este momento. No sé si tú podrás darle lo que necesita, pero creo que eres su mejor opción en este momento.

Sian asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. —Iré a verla. Gracias por decirme. Espero poder hacer algo para aliviar su dolor.

Mientras tanto, Lizzy estaba acurrucada en la cama de Arath, buscando un refugio temporal del dolor. No podía soportar la idea de regresar a su propia habitación y enfrentar los recuerdos recientes. Arath, con una amabilidad desbordante, le había ofrecido su cama para que pudiera descansar y encontrar algo de consuelo.

Lizzy estaba envuelta en una manta, con lágrimas aún secas en sus mejillas, cuando escuchó un suave golpeteo en la puerta. Levantó la vista, con el corazón esperanzado y temeroso al mismo tiempo.

La puerta se abrió lentamente, y Sian entró en la habitación con una expresión de preocupación genuina. Aunque la atmósfera estaba cargada de emociones, Lizzy sintió una chispa de consuelo al ver a Sian. Él se acercó a la cama y se sentó al borde, mirándola con ternura.

—Lizzy —dijo Sian suavemente—, Karime me dijo que necesitabas apoyo. ¿Cómo te sientes?

Lizzy lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y gratitud. —Siento un dolor profundo, Sian. Me siento traicionada y desilusionada. Gala... ella no pensó en mí en absoluto. Y ahora, todo parece tan incierto y doloroso.

Sian extendió una mano y la posó suavemente sobre la de Lizzy, su gesto cargado de empatía. —Lamento mucho que estés pasando por esto. Entiendo lo difícil que debe ser para ti. A veces, la gente hace cosas que no entendemos, y eso puede causar un gran dolor.

Lizzy sintió una ola de alivio al sentir el toque de Sian. A pesar de los conflictos pasados entre ellos, su presencia era un consuelo inesperado en medio del caos.

—Gracias por venir, Sian. No sabía si alguien podría entender realmente lo que estoy sintiendo. Tu apoyo significa mucho para mí, incluso si no lo esperaba.

Sian sonrió, con una mezcla de tristeza y esperanza en sus ojos. —Estoy aquí para ti, Lizzy. A veces, el consuelo llega de las maneras más inesperadas. Quiero que sepas que estoy dispuesto a ayudarte en lo que necesites.

Mientras tanto, Lizzy estaba acurrucada en la cama de Arath, buscando un refugio temporal del dolor. No podía soportar la idea de regresar a su propia habitación y enfrentar los recuerdos recientes. Arath, con una amabilidad desbordante, le había ofrecido su cama para que pudiera descansar y encontrar algo de consuelo.

Lizzy estaba envuelta en una manta, con lágrimas aún secas en sus mejillas, cuando escuchó un suave golpeteo en la puerta. Levantó la vista, con el corazón esperanzado y temeroso al mismo tiempo.

La puerta se abrió lentamente, y Sian entró en la habitación con una expresión de preocupación genuina. Aunque la atmósfera estaba cargada de emociones, Lizzy sintió una chispa de consuelo al ver a Sian. Él se acercó a la cama y se sentó al borde, mirándola con ternura.

—Lizzy —dijo Sian suavemente—, Karime me dijo que necesitabas apoyo. ¿Cómo te sientes?

Lizzy lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y gratitud. —Siento un dolor profundo, Sian. Me siento traicionada y desilusionada. Gala... ella no pensó en mí en absoluto. Y ahora, todo parece tan incierto y doloroso.

Sian extendió una mano y la posó suavemente sobre la de Lizzy, su gesto cargado de empatía. —Lamento mucho que estés pasando por esto. Entiendo lo difícil que debe ser para ti. A veces, la gente hace cosas que no entendemos, y eso puede causar un gran dolor.

Lizzy sintió una ola de alivio al sentir el toque de Sian. A pesar de los conflictos pasados entre ellos, su presencia era un consuelo inesperado en medio del caos.

—Gracias por venir, Sian. No sabía si alguien podría entender realmente lo que estoy sintiendo. Tu apoyo significa mucho para mí, incluso si no lo esperaba.

Sian sonrió, con una mezcla de tristeza y esperanza en sus ojos. —Estoy aquí para ti, Lizzy. A veces, el consuelo llega de las maneras más inesperadas. Quiero que sepas que estoy dispuesto a ayudarte en lo que necesites.

A medida que la conversación entre Lizzy y Sian continuaba, la atmósfera en la habitación se volvió más relajada. Lizzy comenzó a abrirse sobre sus sentimientos, compartiendo el dolor y la confusión que había experimentado.

—Me duele ver cómo las cosas se han desarrollado —dijo Lizzy, su voz cargada de emoción—. Gala era tan importante para mí, y ahora siento que todo se ha desmoronado. No sé qué hacer con estos sentimientos.

Sian la escuchó atentamente, sin interrumpirla. —A veces, el dolor puede ser abrumador. Es natural sentirte perdida cuando alguien en quien confiabas te traiciona. Pero es importante recordar que el dolor eventualmente se apaciguará, y encontrarás un camino hacia adelante.

Lizzy lo miró, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. —Espero que tengas razón. En este momento, todo parece tan oscuro y sin esperanza.

Sian apretó suavemente la mano de Lizzy, ofreciendo un gesto de apoyo. —No estás sola en esto. Aunque las cosas sean difíciles ahora, hay personas que se preocupan por ti y están aquí para ayudarte a superar este momento. Lo importante es que te rodees de esas personas y permitas que te ayuden.

A medida que la conversación entre Lizzy y Sian continuaba, la atmósfera en la habitación se volvió más relajada. Lizzy comenzó a abrirse sobre sus sentimientos, compartiendo el dolor y la confusión que había experimentado.

—Me duele ver cómo las cosas se han desarrollado —dijo Lizzy, su voz cargada de emoción—. Gala era tan importante para mí, y ahora siento que todo se ha desmoronado. No sé qué hacer con estos sentimientos.

Sian la escuchó atentamente, sin interrumpirla. —A veces, el dolor puede ser abrumador. Es natural sentirte perdida cuando alguien en quien confiabas te traiciona. Pero es importante recordar que el dolor eventualmente se apaciguará, y encontrarás un camino hacia adelante.

Lizzy lo miró, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. —Espero que tengas razón. En este momento, todo parece tan oscuro y sin esperanza.

Sian apretó suavemente la mano de Lizzy, ofreciendo un gesto de apoyo. —No estás sola en esto. Aunque las cosas sean difíciles ahora, hay personas que se preocupan por ti y están aquí para ayudarte a superar este momento. Lo importante es que te rodees de esas personas y permitas que te ayuden.

Sección 10: Un Apoyo Inesperado

La conversación entre Lizzy y Sian continuó, con él ofreciendo palabras de aliento y consuelo. Aunque el pasado entre ellos era complicado, el presente ofrecía una oportunidad para encontrar un respiro en medio del dolor.

Mientras tanto, en la casa de Mar, Karime y el resto del equipo de Mar se habían reunido en la sala, preocupados por Lizzy. La lealtad y el cariño que sentían por ella eran evidentes en sus rostros.

—¿Cómo está Lizzy? —preguntó Arath, su preocupación palpable.

Karime asintió, reconociendo la sincera preocupación en la voz de Arath. —Sian ha ido a verla. Creo que necesitaba alguien que realmente se preocupara por ella, y Sian era la mejor opción en este momento.

Briggitte y Karime se miraron, compartiendo una expresión de alivio. Aunque la situación seguía siendo dolorosa, el hecho de que Lizzy estuviera recibiendo apoyo le daba un atisbo de esperanza.

—Espero que Sian pueda ayudarla a encontrar algo de paz —dijo Briggitte—. Lizzy lo necesita más que nunca.

Karime asintió, sintiendo una mezcla de gratitud y esperanza. —Sí, espero que sí. En medio de todo este caos, es importante recordar que aún hay personas dispuestas a ayudar y apoyar a Lizzy.

La noche continuaba con una sensación de esperanza y unidad en la casa de Mar. Aunque el dolor y la traición seguían presentes, el apoyo de amigos y la determinación de enfrentar las adversidades juntos ofrecían un respiro en medio del caos. Lizzy, rodeada del cariño de su equipo y la preocupación sincera de Sian, comenzaba a encontrar un atisbo de consuelo y esperanza en medio de la oscuridad.

Sian observó a Lizzy, que seguía acurrucada en la cama de Arath, con las mejillas húmedas por las lágrimas. Su corazón se encogió al verla tan vulnerable, y sintió un impulso protector que no pudo ignorar. Sin decir una palabra, sacó un pañuelo de su bolsillo y, con una suavidad que raramente mostraba, comenzó a limpiar las lágrimas que corrían por su rostro.

—Lizzy —murmuró con voz suave, casi en un susurro—, una chica tan bonita, dulce y especial como tú no debería llorar.

Lizzy lo miró con ojos llenos de sorpresa y un poco de vergüenza. No estaba acostumbrada a recibir este tipo de atención de Sian, quien siempre había sido más reservado y distante. Sin embargo, en ese momento, él estaba tan cerca y tan atento, como si quisiera sanar todas las heridas de su corazón. Lizzy había encontrado un refugio inesperado en Sian, alguien que siempre había estado allí en silencio, pero que ahora emergía como un faro en su oscuridad.

Sian continuó limpiando sus lágrimas, su mirada fija en ella, como si estuviera tratando de capturar cada pequeño detalle de su rostro. —Eres tan mágica, Lizzy. Tan soñadora. No deberías estar triste, sino sonreír, porque cuando lo haces, iluminas el mundo de todos los que te rodean. Incluso el mío.

Lizzy sintió un rubor cálido subir a sus mejillas. Las palabras de Sian, dichas con tanta sinceridad, la sorprendieron. No esperaba escuchar algo así de él, y mucho menos en un momento tan delicado. Una pequeña sonrisa tímida comenzó a formarse en sus labios, y por primera vez en lo que parecía ser una eternidad, se permitió reír.

—¿De verdad piensas eso? —preguntó Lizzy, su voz aún temblorosa por la emoción, pero con una chispa de curiosidad y gratitud en sus ojos.

Sian asintió, su expresión más suave que nunca. —Claro que sí. Eres una persona increíble, Lizzy. No deberías dejar que la tristeza te consuma. Hay tantas cosas hermosas en ti, tantas cosas que hacen felices a las personas que te rodean, incluyéndome a mí.

Lizzy sintió una calidez en su pecho que no había sentido en mucho tiempo. Sian siempre había sido alguien en quien podía confiar, pero nunca había imaginado que pudiera expresar sentimientos tan profundos hacia ella. Su risa, aunque pequeña, fue un sonido que trajo alivio tanto a ella como a Sian.

Él la observó reír, y algo en su interior se alivió también. Ver a Lizzy feliz, aunque solo fuera por un momento, era un regalo que no había esperado recibir esa noche. Se inclinó hacia ella y la abrazó con cuidado, envolviendo sus brazos alrededor de su pequeña figura, como si quisiera protegerla de todo el dolor del mundo.

—¿Ves? —dijo Sian con un toque de orgullo en su voz—. Aún tengo mi poder, Liz. Puedo hacerte sonreír.

Lizzy se acurrucó en el abrazo de Sian, sintiendo una mezcla de alivio y seguridad. Había algo en él, una fuerza tranquila que le permitía relajarse y sentir que, aunque el mundo se estaba desmoronando a su alrededor, todo estaría bien mientras él estuviera allí. Era una sensación que no había experimentado desde que las cosas comenzaron a desmoronarse con Gala.

Sin embargo, a pesar de lo que pudiera parecer, Sian estaba lidiando con sus propios sentimientos. Desde hacía mucho tiempo, él sabía que sus emociones hacia Lizzy iban más allá de una simple amistad. Había intentado mantenerlas bajo control, especialmente cuando ella comenzó a salir con Gala. Pero ahora, viendo su dolor, su corazón se quebraba, y aunque una parte de él se sentía egoístamente aliviada por la oportunidad de consolarla, la otra parte lo carcomía por dentro. No quería aprovecharse de su vulnerabilidad, no quería ser como Adrian, quien solo buscaba su propio beneficio. Sian quería ser el caballero que Lizzy necesitaba, alguien en quien pudiera confiar, alguien que la amara de verdad, sin condiciones ni intereses ocultos.

Lizzy, sintiendo el calor del abrazo de Sian, decidió confiar en él. Poco a poco, sin dejar de mirarlo a los ojos, se acomodó en sus piernas. Se acurrucó más cerca, buscando ese consuelo que solo él parecía poder ofrecerle en ese momento. A diferencia de la frialdad que había sentido últimamente con Gala, con Sian todo se sentía cálido y seguro. Él era su refugio, su hogar en medio del caos.

—Sian... —murmuró, su voz llena de una mezcla de cansancio y gratitud—. No sé cómo agradecerte por estar aquí. Me haces sentir en paz, me haces sentir... en casa.

Sian sintió que su corazón daba un vuelco al escuchar esas palabras. Sabía que significaban mucho más de lo que aparentaban. Lizzy había encontrado en él un lugar seguro, algo que había perdido con Gala. Aunque no lo dijera en voz alta, Sian sabía que ella lo necesitaba, y ese simple hecho era suficiente para él. La abrazó más fuerte, como si con ese abrazo pudiera protegerla de todo el mal que la rodeaba.

—Lizzy, siempre estaré aquí para ti. No importa lo que pase, no importa cuántas veces el mundo se ponga en tu contra. Siempre tendrás un lugar conmigo, siempre.

Lizzy, sintiendo el peso de esas palabras, cerró los ojos y permitió que una pequeña sonrisa cruzara su rostro. La oscuridad en su corazón comenzó a disiparse, aunque solo fuera un poco, gracias a Sian. Él era su faro en la tormenta, y en ese momento, eso era todo lo que necesitaba.

La noche avanzaba lentamente, y la tristeza que había atrapado a Lizzy comenzó a transformarse en algo más suave, algo más llevadero. Sian estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, incluso si eso significaba quedarse en Mar, en un lugar donde no era bienvenido por muchos. No le importaba que sus amigos de Tierra lo miraran con desconfianza o que su lealtad fuera cuestionada. Todo lo que importaba era la felicidad de Lizzy. Si eso significaba quedarse allí, cerca de ella, para asegurarse de que estuviera bien, lo haría sin dudarlo.

Karime, quien había visto toda la interacción desde la puerta, no pudo evitar sentir una mezcla de emociones. Sabía que Sian estaba profundamente enamorado de Lizzy, pero también reconocía que, a diferencia de otros, él estaba dispuesto a hacer lo correcto. Aunque le dolía ver a Lizzy acercándose tanto a Sian, no podía negar que él era exactamente lo que ella necesitaba en ese momento. Briggitte, quien había estado observando con Karime, no pudo resistir la tentación de hacer una broma para aliviar la tensión.

—¿Qué pasa, Karime? —dijo Briggitte con una sonrisa pícara—. ¿Crees que estamos viendo cómo se forma un trío amoroso? Aunque, si lo piensas bien, podríamos hacer felices a los cuatro, como dice Maluma.

Karime se rió suavemente, agradecida por el intento de su amiga de aliviar el ambiente. —Por favor, Briggitte. No hagas esto más complicado de lo que ya es —dijo, dándole un leve golpe en la espalda en señal de camaradería.

Briggitte se unió a la risa de Karime, sabiendo que, a pesar de la complejidad de la situación, el amor y el apoyo que todos sentían por Lizzy prevalecerían. Sin importar cómo se resolviera todo, lo importante era que Lizzy sabía que no estaba sola, que tenía un grupo de amigos que la amaban y que harían cualquier cosa por ella. Incluso si eso significaba bromear sobre situaciones que, en realidad, eran mucho más serias.

Mientras tanto, en la cama de Arath, Lizzy se había quedado dormida apoyada en las piernas de Sian. Él la observó, su corazón latiendo más rápido de lo que le gustaría admitir. Podía sentir el calor de su cuerpo, su respiración suave y rítmica, y aunque sabía que este momento no cambiaría las complejidades de su relación, al menos le daba una sensación de paz, una sensación de que, por un instante, todo estaba bien.

La noche pasó lenta y silenciosa, la tensión en el aire se desvaneció en la suave brisa que soplaba desde el mar. Mientras la oscuridad retrocedía, dando paso al amanecer, el cielo se llenó de tonos rosados y dorados. Los primeros rayos de sol comenzaron a iluminar la habitación, filtrándose a través de las cortinas y bañando la escena con una luz cálida y reconfortante.

Lizzy se despertó lentamente, su cuerpo acurrucado contra el de Sian. Podía sentir el calor de su cuerpo, el ritmo constante de su respiración y el suave latido de su corazón bajo su mejilla. Abrió los ojos, parpadeando con suavidad, y lo primero que vio fue el rostro de Sian, que la observaba con una mezcla de ternura y preocupación. Sus ojos, normalmente llenos de una confianza casi arrogante, estaban suavizados por una preocupación genuina. La vulnerabilidad de ese momento era palpable, y Lizzy sintió una oleada de gratitud y afecto por él.

—Buenos días —murmuró Sian, su voz ronca por el sueño, pero suave y llena de calidez—. ¿Cómo te sientes?

Lizzy se tomó un momento para responder, aún atrapada en esa frontera entre el sueño y la vigilia. Las emociones de la noche anterior aún pesaban en su pecho, pero se sentían un poco más ligeras ahora, como si el amanecer hubiera llevado consigo parte de su tristeza. Levantó la cabeza lentamente, mirándolo a los ojos, y esbozó una pequeña sonrisa.

—Me siento mejor —susurró Lizzy, con la voz aún teñida de cansancio pero con una sinceridad que no necesitaba palabras—. Gracias, Sian. Gracias por todo. Por quedarte conmigo, por consolarme... por ser mi refugio, incluso cuando sé que no es fácil para ti.

Sian sintió un nudo formarse en su garganta al escuchar sus palabras. A pesar de todo lo que había sucedido entre ellos, a pesar de las veces que había sentido que nunca podría ser suficiente para ella, en ese momento, su gratitud le daba una paz que no había esperado. Pasó suavemente una mano por su cabello, apartándolo de su rostro, y luego le acarició la mejilla con la yema de los dedos.

—No tienes que agradecerme, Lizzy. —respondió con un tono serio pero cálido—. Haría cualquier cosa por ti, incluso si eso significa enfrentar las miradas y los juicios de mi propio equipo o de los de Mar. No me importa lo que piensen de mí, solo me importa que tú estés bien.

Lizzy lo miró a los ojos, sintiendo que cada palabra que Sian decía estaba cargada de un significado más profundo. Sabía que la relación entre Tierra y Mar había sido tensa, y que la presencia de Sian en su mundo era vista con recelo, tanto por sus propios compañeros como por los suyos. El hecho de que él estuviera allí, sin importar las consecuencias, significaba más de lo que podía expresar.

—Sé que no es fácil para ti estar aquí —dijo Lizzy, su voz llena de emoción—. Sé que algunos de los tuyos pueden no entender por qué te quedaste. Pero... te agradezco de corazón, Sian. Gracias por no dejarme sola, por quedarte a pesar de todo.

Sian sonrió ligeramente, pero sus ojos revelaban una profundidad de sentimientos que no había mostrado antes. Lizzy podía ver el sacrificio que él estaba haciendo por ella, no solo en términos de su relación con sus compañeros, sino también en cómo estaba manejando sus propios sentimientos.

—No me importa lo que piensen, Lizzy. —repitió Sian, con una determinación firme en su voz—. Lo que me importa es que tú estés bien. Que te sientas segura, querida y apoyada. Si tengo que enfrentarme a todo el equipo de Tierra o Mar para asegurarte eso, lo haré.

Lizzy sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero esta vez no eran de tristeza, sino de una profunda gratitud y algo más que no podía nombrar. Se acercó más a Sian, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello y apoyando su cabeza en su pecho. El latido de su corazón, constante y firme, la hizo sentir más segura que nunca.

—No sé qué haría sin ti —murmuró Lizzy, sus palabras casi perdidas en la suave tela de la camisa de Sian—. Gracias, Sian. De verdad.

Sian la abrazó con más fuerza, permitiéndose cerrar los ojos y simplemente disfrutar del momento, del contacto de Lizzy y de la conexión que compartían. Sabía que no era fácil, que las cosas eran complicadas y que había muchos obstáculos por delante, pero en ese instante, nada de eso importaba.

Mientras el amanecer seguía bañando la habitación con su luz dorada, Lizzy se dio cuenta de que Arath, con una discreción poco usual, había decidido dormir en su propia cama, dejándolos a ella y a Sian el espacio que necesitaban. Arath, a pesar de sus diferencias con Sian, había visto lo que estaba sucediendo y, en un gesto silencioso de apoyo a su amiga, les había dado la privacidad que necesitaban. A su manera, Arath también quería que Lizzy encontrara la paz que tanto anhelaba, incluso si eso significaba aceptar la presencia de Sian.

No solo Arath, sino también Briggitte, Mario y Karime habían decidido darle una tregua a Sian. A pesar de las fricciones del pasado, todos habían visto cuánto significaba Lizzy para él y cómo él estaba dispuesto a hacer cualquier sacrificio por su bienestar. Briggitte incluso había bromeado antes, insinuando que podrían formar un "trío amoroso" con Sian, pero en realidad, había un entendimiento tácito de que Sian no estaba ahí por diversión o por algún beneficio personal, sino porque realmente amaba a Lizzy. Karime, aunque le había dado un leve golpe en la espalda por la broma, había sonreído, entendiendo la verdad detrás de sus palabras.

—Quizás seamos un desastre en muchas cosas, pero estamos aquí por Lizzy —había dicho Briggitte la noche anterior, mientras miraba a los demás—. Y si eso significa aceptar a Sian por un tiempo, entonces que así sea.

Ahora, con el nuevo día iluminando su rostro, Lizzy se dio cuenta de que, a pesar de todas las dificultades, había encontrado algo precioso en Sian. Aun cuando todo parecía desmoronarse, había alguien dispuesto a quedarse con ella, a enfrentar cualquier desafío por su felicidad. Y eso, en sí mismo, era un tipo de amor que Lizzy nunca había experimentado antes, uno que le daba una nueva esperanza para el futuro.

—Sian... —comenzó Lizzy, levantando la cabeza para mirarlo a los ojos—. No sé qué nos depara el futuro, pero sé que, pase lo que pase, estoy agradecida por ti, por estar aquí cuando más te necesito.

Sian la miró con una mezcla de emociones, su mano acariciando suavemente su cabello. —Y yo estoy agradecido de estar aquí, Lizzy. Eres más de lo que cualquier persona podría pedir, y lucharé por ti, siempre.

Lizzy sonrió, sintiendo una calidez que inundaba su corazón. En ese amanecer, con Sian a su lado, supo que, por primera vez en mucho tiempo, todo estaría bien.

Adrián se encontraba en su cama, aparentemente dormido, pero en realidad no lograba conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Lizzy llorando en brazos de Sian aparecía en su mente, atormentándolo. No entendía por qué se sentía tan celoso, tan consumido por una mezcla de enojo y frustración. Él había planeado todo, había puesto en marcha su estrategia para acercarse a Lizzy y aprovechar la situación con Gala para separarlas. Pero ahora, Sian estaba allí, ocupando el lugar que él había planeado para sí mismo, y eso lo estaba volviendo loco.

Adrián no era tonto. Sabía que su atracción por Lizzy era más que una simple curiosidad. Ella lo intrigaba, lo desconcertaba. Era tan diferente de él, tan llena de luz y calidez, que casi parecía irreal. Y, sin embargo, cada vez que pensaba en ella, sentía una necesidad creciente de tenerla cerca, de entenderla, de poseerla de alguna manera.

Con estos pensamientos en mente, escuchó los suaves pasos de Sian al regresar al cuarto. Sin abrir los ojos, Adrián se quedó quieto, fingiendo estar dormido, pero atento a cada movimiento de su rival. Sian, con una sonrisa en el rostro y una tranquilidad que Adrián envidiaba, se deslizó en su cama, probablemente aún con el aroma de Lizzy en su piel.

Adrián no pudo soportarlo más. Decidió que era el momento de actuar, de obtener la información que necesitaba para seguir adelante con su plan. Se incorporó lentamente, fingiendo despertar, y se estiró como si hubiera dormido profundamente.

—¿Cómo estuvo la noche? —preguntó Adrián en un tono casual, como si solo estuviera interesado en una conversación amigable.

Sian, sin sospechar de las intenciones de Adrián, lo miró con una leve sonrisa.

—Fue una noche larga —respondió, tratando de no entrar en detalles. Sabía que cualquier cosa que dijera podría ser malinterpretada, pero también estaba demasiado contento para ocultarlo.

Adrián forzó una sonrisa, tratando de no dejar entrever sus verdaderas emociones.

—Me alegra que hayas estado ahí para Lizzy —comentó, tratando de sonar genuino—. Sabes que a ella le afecta mucho todo esto.

Sian asintió, recordando cómo Lizzy se había acurrucado en sus piernas, buscando consuelo en medio de su dolor. Para él, fue un momento de conexión profunda, una muestra de que aún tenía un lugar especial en su corazón, a pesar de todo lo que había sucedido.

—Sí, solo quería asegurarme de que estuviera bien —respondió Sian, quitándole importancia al asunto—. Ella es fuerte, pero también necesita a alguien que la apoye en momentos como este.

Adrián fingió estar de acuerdo, pero por dentro estaba ardiendo de celos. No soportaba la idea de que Sian estuviera tan cerca de Lizzy, de que fuera él quien la consolara cuando ella más lo necesitaba. Sabía que tenía que hacer algo, que no podía quedarse de brazos cruzados mientras Sian se ganaba el corazón de Lizzy.

—Es bueno que haya alguien como tú —dijo Adrián, tratando de disimular su frustración—. Alguien que realmente se preocupe por ella.

Sian sonrió, agradecido por las palabras de Adrián, pero también consciente de que algo en su tono no cuadraba del todo.

—Gracias, Adrián. Pero creo que todos aquí queremos lo mejor para Lizzy.

Adrián asintió, pero su mente ya estaba en otra parte, planificando su próximo movimiento. No iba a permitir que Sian se quedara con Lizzy sin luchar. Sabía que tenía que ser más astuto, más calculador, y sobre todo, debía ganarse la confianza de Lizzy.

Sian, por otro lado, se sentía en paz. A pesar de lo complicado de la situación, sabía que había hecho lo correcto al consolar a Lizzy. Se recostó en su cama, dejando que la tranquilidad de la noche lo envolviera, sin saber que Adrián estaba ideando su próxima jugada, una que podría cambiarlo todo.

Mientras Sian se sumía en el sueño, Adrián se quedó despierto, planeando su siguiente paso. Sabía que tendría que jugar bien sus cartas, que no podía permitirse ningún error. Pero también sabía que, si lograba acercarse a Lizzy, podría ganarse su confianza y, eventualmente, su corazón.

Al día siguiente, Adrián se levantó temprano, decidido a poner en marcha su plan. Sabía que Lizzy aún estaría afectada por lo sucedido con Gala, y que Sian probablemente no estaría cerca de ella en ese momento. Era la oportunidad perfecta para acercarse y mostrarle su apoyo.

Buscó a Lizzy por toda la casa y finalmente la encontró en la cocina, preparando un té para calmarse. Sus ojos aún estaban hinchados por el llanto, y su expresión mostraba la tristeza que aún sentía.

—Lizzy —dijo Adrián con suavidad, acercándose a ella—, quería ver cómo estabas. Anoche me preocupé mucho por ti.

Lizzy lo miró con una mezcla de sorpresa y agradecimiento. No esperaba que Adrián se preocupara tanto por ella, y aunque había notado ciertos comportamientos extraños en él, en ese momento solo quería sentirse acompañada.

—Gracias, Adrián —respondió ella con una pequeña sonrisa—. No ha sido fácil, pero estoy tratando de sobrellevarlo.

Adrián asintió y se acercó un poco más, buscando conectar con ella de una manera más personal.

—Sabes, Lizzy, eres una persona increíble. No deberías estar pasando por esto sola. Mereces estar rodeada de personas que realmente te valoren, que se preocupen por ti —dijo, buscando sembrar una semilla de duda en su mente sobre Sian.

Lizzy lo miró, tratando de entender a dónde quería llegar con sus palabras.

—Sé que no es fácil, pero a veces las personas que menos esperamos pueden sorprendernos —continuó Adrián, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Y a veces, aquellos que creemos que están de nuestro lado, pueden terminar lastimándonos más de lo que imaginamos.

Las palabras de Adrián comenzaron a resonar en la mente de Lizzy, aunque no estaba segura de a quién se refería exactamente. Sin embargo, el dolor que sentía por la situación con Gala y la traición que percibía la hacía más susceptible a las insinuaciones de Adrián.

—Pero no quiero que pienses en eso ahora —añadió Adrián rápidamente, notando la expresión confundida de Lizzy—. Solo quiero que sepas que estoy aquí para lo que necesites. Ya sea para hablar, desahogarte, o simplemente pasar tiempo juntos. No estás sola en esto, Lizzy.

Lizzy lo miró a los ojos, sintiendo una mezcla de emociones. No podía negar que Adrián estaba siendo muy atento con ella, y aunque no lo conocía tan bien como a Sian, su presencia en ese momento era reconfortante.

—Gracias, Adrián —repitió, esta vez con un poco más de convicción—. Realmente aprecio que estés aquí para mí.

Adrián sonrió, satisfecho de haber logrado acercarse un poco más a ella. Sabía que aún le quedaba un largo camino por recorrer, pero cada pequeño paso que daba lo acercaba más a su objetivo.

Mientras conversaban, Adrián notó cómo Lizzy comenzaba a relajarse un poco más, a abrirse un poco más con él. Y aunque sabía que no podía apresurar las cosas, se sentía confiado de que estaba en el camino correcto.

Por otro lado, Sian, ajeno a lo que estaba sucediendo en la cocina, se despertó con una sensación de inquietud. Sabía que había hecho lo correcto al consolar a Lizzy, pero no podía sacudirse la sensación de que algo estaba cambiando, algo que no podía controlar.

Decidió levantarse y buscar a Lizzy, asegurándose de que estuviera bien después de la noche anterior. Pero cuando llegó a la cocina y vio a Adrián y Lizzy conversando, su corazón se detuvo por un momento. La sonrisa de Adrián, la forma en que Lizzy parecía más relajada en su presencia, todo eso lo hizo sentir una punzada de celos que no esperaba.

Sin embargo, Sian no era alguien que se dejara llevar por las emociones negativas. Sabía que Lizzy merecía ser feliz, y si Adrián lograba hacerla sonreír, entonces quizás debía aceptar que él no era el único que podía hacerla sentir especial.

Pero mientras Sian observaba a Adrián y Lizzy desde la puerta, no pudo evitar pensar que algo no estaba bien. La mirada en los ojos de Adrián, la forma en que parecía estar más interesado en lo que Lizzy estaba diciendo de lo que sería normal, todo le hizo sospechar que había algo más en juego.

Decidió no intervenir por el momento, pero se prometió a sí mismo que estaría atento. No iba a permitir que nadie lastimara a Lizzy, y menos alguien que no fuera sincero con sus intenciones.

Sian, con el corazón apesadumbrado por el dolor de Lizzy, sabía que debía hacer algo especial para ayudarla a sanar. Recordó que la música siempre había sido su refugio y decidió que un gesto con un toque personal podría ser justo lo que necesitaba. Se dirigió a la jefa del equipo para pedir un favor: una guitarra. La jefa, con un entendimiento inmediato de la situación, le otorgó el instrumento sin dudarlo, reconociendo que la música podría ser una forma efectiva de consolar a Lizzy.

Al regresar a la habitación donde Lizzy se encontraba, Sian la vio en un estado de profunda melancolía. Con una sonrisa tranquilizadora, le ofreció la guitarra. "Pensé que podrías querer esto," dijo, colocando el instrumento en sus manos. Lizzy, con una mezcla de sorpresa y agradecimiento, aceptó la guitarra. Sian se sentó a su lado, con la intención de tocar la melodía que pudiera ayudar a Lizzy a liberar sus emociones.

Sian comenzó a tocar, con la suavidad y la maestría de alguien que había estado en un grupo musical. Su habilidad con la guitarra era evidente en cada nota, y pronto Lizzy se unió con su dulce voz, llenando la habitación con una melodía que resonaba profundamente en su corazón roto.

Letra de la Canción: "Siento"

"Siento lo mismo, me pasan cosas
Que son tan tontas, que son tan locas
Siento un vacío que no se llena
Y siento frío y mucha pena

Soy la que puedo, la que me dejan
La que se estrella, la que se aleja
Si estás tan solo te doy mis alas
Volemos juntos y habrá un mañana

Siento que siento
Una y mil veces
Que nada es lo que parece
Siento que mienten
Que no me entienden
No les importa o no me quieren

Es tan difícil que me comprendas
Soy una rara mezcla de estrellas
Yo te prometo que iré a buscarte
Cuando yo crezca, no será tarde

Siento que siento
Una y mil veces
Que nada es lo que parece
Siento que mienten
Que no me entienden
No les importa o no me quieren

Siento que siento
Una y mil veces
Que nada es lo que parece
Siento que mienten
Que no me entienden
No les importa o no me quieren"

La canción llenó el aire con una atmósfera mágica, resonando en el jardín donde todos los presentes podían escuchar. La voz de Lizzy era tan clara y emotiva que parecía hacer que el tiempo se detuviera. Sian, tocando la guitarra con habilidad y ternura, acompañaba a Lizzy de manera perfecta, creando una armonía que era a la vez conmovedora y reconfortante.

Adrián, que había estado tratando de encontrar su lugar entre las sombras, se detuvo en seco al escuchar la voz de Lizzy. La canción le llegó directamente al corazón, avivando su propia mezcla de admiración y celos. Cada nota que salía de la garganta de Lizzy parecía cortar a través de sus inseguridades y deseos. Aunque estaba enfadado y frustrado, no pudo evitar sentirse atrapado por la belleza de su canto. Sus ojos, fijos en Lizzy, reflejaban la batalla interna que libraba entre su deseo de estar cerca de ella y su furia hacia Sian, quien parecía estar tomando el lugar que él siempre había querido.

Gala, en el otro extremo del jardín, estaba completamente abatida. La voz de Lizzy, cargada de dolor y esperanza, parecía enfatizar su propia incapacidad para hacer que Lizzy permaneciera a su lado. A medida que Lizzy cantaba sobre sentirse incomprendida y sola, Gala sentía cómo el peso de sus errores y su egoísmo se acumulaban. La desesperación en su corazón era palpable, y el hecho de que Lizzy estuviera compartiendo ese momento tan íntimo con Sian solo intensificaba su angustia. Sabía que había perdido algo precioso, y escuchar a Lizzy cantar sobre su dolor y sus deseos le hizo sentir que sus propias acciones habían sellado su destino.

La voz de Lizzy también capturó la atención de todos los presentes, no solo del grupo de Tierra, sino también de aquellos en el equipo de Mar. Gomita, Agustín y Ricardo estaban allí, observando la escena con una mezcla de asombro y admiración. La voz de Lizzy, mezclada con el suave rasgueo de la guitarra de Sian, era como una melodía hipnótica que mantenía a todos en silencio, absorbiendo cada palabra y cada emoción que se transmitía.

Brigitte, Mario y Karime también estaban cautivados. La magia de la voz de Lizzy era innegable, y Brigitte no pudo evitar hacer un comentario ligero en medio de la intensidad del momento. "Si seguimos así, podríamos tener un trío amoroso," bromeó, señalando a Sian, Lizzy y Gala. "O incluso un cuarteto con Agustín," añadió con una risa suave, que hizo que Karime le diera un leve golpe en la espalda, su rostro iluminado por una sonrisa. La broma, aunque en medio de un momento serio, ayudó a aliviar la tensión y a recordarle a todos que la música tenía el poder de unir incluso en los tiempos más difíciles.

Sian, mientras tanto, estaba completamente inmerso en la actuación de Lizzy. Sus sentimientos por ella estaban en constante crecimiento, y escucharla cantar con tanta vulnerabilidad y honestidad solo hacía que su atracción se volviera más intensa. La habilidad con la guitarra le permitió estar en un lugar cercano a Lizzy, no solo físicamente sino emocionalmente, compartiendo un momento que era profundamente íntimo y significativo para ambos. Cada acorde y cada verso estaban imbuidos de su deseo de sanar y apoyar a Lizzy, y él se entregó por completo a ese propósito.

El jardín, lleno de la magia de la música y los susurros de emociones no dichas, se convirtió en el escenario de un drama emocional donde todos estaban involucrados, ya fuera como espectadores o participantes. Lizzy, con la guitarra en las manos y el corazón en la voz, ofreció a todos una visión de su alma, revelando sus sentimientos más profundos y su anhelo de conexión. Sian, al lado de ella, no solo estaba tocando la guitarra, sino también intentando construir un puente entre el dolor y la esperanza, entre el corazón roto y la paz.

La canción de Lizzy resonó en el aire mucho después de que las últimas notas se desvanecieran. El silencio que siguió estaba cargado de una profunda reflexión y emoción compartida, un recordatorio de que la música, en su forma más pura, podía ser una fuente de consuelo y de unión en medio del caos emocional.

Sian miró a Lizzy, quien se recostaba en su hombro, su respiración calmada y su rostro relajado por primera vez en mucho tiempo. "Gracias por dejarme estar aquí contigo," dijo en voz baja, su tono lleno de sinceridad. Lizzy le sonrió, sus ojos brillando con gratitud y una nueva esperanza. "Gracias a ti por estar aquí. No sé qué haría sin ti."

En ese momento, en el jardín iluminado por la luna, rodeados por la magia de la música y el dolor compartido, todos estaban unidos en una experiencia que, aunque cargada de tristeza, también ofrecía un destello de esperanza y redención.


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