Capitulo 24



Las puertas de la prisión no se abren para mi
Sobre estas manos y rodillas me arrastro
Oh, te alcanzo
Bueno estoy aterrorizado en estas cuatro paredes
Esas rejas de hierro no pueden mantener mi alma

Todo lo que necesito es a ti
Ven por favor te estoy llamando
Y oh! Grito por ti
Date prisa que estoy cayendo, cayendo

Muestrame como es
Ser el ultimo en pie
Y enséñame el mal del bien
Y te mostrare lo que puedo ser
Y dilo por mi, dímelo
Y dejare esta vida atrás
Di si vale la pena salvarme

Las puertas del cielo no se abriran para mi
Con estas alas rotas estoy cayendo
Y todo lo que veo es a ti
En las paredes de esta ciudad no hay amor para mi
Estoy al borde de la décimo octava historia

Y oh grito por ti
Ven por favor, te estoy llamando
Y todo lo que necesito de ti
Date prisa que estoy cayendo, cayendo

Muéstrame como es
Ser el ultimo en pie
Y enséñame el mal del bien
Y te mostrare lo que puedo ser
Y dilo por mi, dímelo
Y dejare esta vida atrás
Di si vale la pena salvarme
Date prisa que estoy cayendo

Y todo lo que necesito es a ti
Ven por favor, te estoy llamando
Y oh! Grito por ti
Date prisa que estoy cayendo, cayendo, cayendo

Muéstrame como es
Ser el ultimo en pie
Y enséñame el mal del bien
Y te mostrare lo que puedo ser
Y dilo por mi, dímelo
Y dejare esta vida atrás
Di si vale la pena salvarme
Date prisa que estoy cayendo

Y dilo por mi, dímelo
Y dejare esta vida atrás
Di si vale la pena salvarme


La noche había caído sobre La Casa de los Famosos y, aunque todos esperaban ansiosos la eliminación, el ambiente estaba cargado de una mezcla de emociones. El equipo Mar se encontraba celebrando en una esquina de la casa, su alegría no podía esconderse. Con Ricardo fuera del juego, el equipo Mar había alcanzado un paso más hacia la final, mientras que el equipo Tierra quedaba reducido a tan solo unos pocos miembros. Lizzy, aunque emocionada por la victoria de su equipo, sentía un dolor en el pecho al ver a su compañero despedirse.

"Ricardo, lo lograste, llegaste tan lejos... ¡los ocho mejores!" Lizzy le dijo, acercándose a él con una sonrisa genuina. No era fácil estar en la misma competencia durante tanto tiempo, y que uno de los mejores jugadores tuviera que irse siempre era una sensación agridulce.

Ricardo la miró, aún sorprendido por su propia salida, pero sin perder su carácter. "Gracias, Lizzy. La verdad, no pensaba llegar tan lejos. Pero todo esto ha sido increíble, sobre todo haber conocido a personas como tú. Eres única, siempre tan llena de energía y bondad. Aunque sea difícil, te voy a extrañar."

Lizzy no pudo evitar sentir que la tristeza la invadía. Aunque su equipo había ganado, su corazón no estaba completo. El entorno competitivo y la presión del juego parecían no afectarle tanto como la partida de Ricardo, que había sido un compañero leal. "Yo también te voy a extrañar, Ricardo. Me encantaría que pudieras quedarte, pero sé que el juego es así."

Los otros miembros del equipo Mar comenzaron a acercarse a Ricardo, felicitándolo por su esfuerzo. Mientras tanto, Gala, que se encontraba un poco más distante, observaba desde lejos. A pesar de su éxito con el equipo, no podía dejar de sentir celos de la cercanía de Lizzy y Ricardo. Un sentimiento extraño la invadía cada vez que veía cómo la bondad de Lizzy trascendía todas las barreras. Gala no podía evitar preguntarse si esa dulzura también era para ella, o si todo lo que había hecho para ganarse el corazón de Lizzy había sido en vano.

Lizzy, por su parte, seguía hablando con Ricardo, pero al notar la presencia de Gala, no pudo evitar sentir una mezcla de incomodidad y tristeza. Sabía lo que estaba pasando entre ellas, y aunque quería perdonar a Gala por su traición, aún había una herida profunda en su corazón. No podía olvidar cómo Gala, en su desesperación, había usado a Agustín para obtener información de ella, dejándola con un corazón roto y desconfianza. Aunque lo había superado en parte, las cicatrices aún estaban allí.

Gala dio un paso al frente, como si estuviera tomando una decisión. Su mirada era fija, su rostro serio pero lleno de una vulnerabilidad que rara vez mostraba. "Lizzy, ¿puedo hablar contigo un momento?"

Lizzy, sintiendo el peso de sus palabras, la miró con algo de cautela. "Claro, Gala, ¿de qué se trata?"

Gala, sabiendo que sus palabras podían no ser bien recibidas, respiró hondo. "Sé que las cosas no están bien entre nosotras, y entiendo por qué. Pero quiero que sepas que mi amor por ti nunca ha cambiado. Sé que cometí errores, que me dejé llevar por mis inseguridades y que te hice daño, pero... estoy aquí para intentar enmendarlo. No me he rendido."

Lizzy la observó, su corazón dividido entre el dolor de la traición y el amor que aún sentía por ella. "Gala, me mentiste, jugaste conmigo. Pensé que me amabas, pero todo lo que hiciste fue usarme. Usaste a Agustín para sacarme información, me dejaste con el corazón destrozado."

Gala dio un paso más cerca, sus ojos llenos de arrepentimiento. "Sé que cometí un grave error, pero créeme, no fue mi intención lastimarte. En ese momento, sentí que debía hacerlo para protegernos, para ganar este juego. Pero te juro que lo que siento por ti es real. Mi amor por ti no es un juego. Te lo juro."

Lizzy, visiblemente afectada, bajó la mirada. "No sé si puedo volver a confiar en ti, Gala. Eso me dolió mucho... y no solo por lo que hiciste, sino por lo que significaba para mí lo que teníamos. Me sentí utilizada, traicionada..."

Gala, sintiendo que su corazón se rompía ante las palabras de Lizzy, intentó tomar sus manos, pero Lizzy retrocedió ligeramente. "Sé que me equivoqué, y si pudiera borrar todo lo que hice mal, lo haría. Quiero que sepas que no fue por maldad, Lizzy. He aprendido tanto desde que te vi irte. Lo que más deseo en el mundo es tener una segunda oportunidad."

Lizzy cerró los ojos un momento, luchando con sus propios sentimientos. Podía sentir la sinceridad en las palabras de Gala, pero también el miedo que había dejado en ella. "No es fácil para mí, Gala. Mi corazón no es un objeto que se pueda recuperar con palabras. Necesito tiempo, y eso... no sé si lo tenga."

Antes de que Gala pudiera responder, el ruido de la eliminación interrumpió el momento. Todos se reunieron para escuchar el anuncio oficial. Lizzy, aún con el nudo en la garganta, se dio cuenta de que este era solo el comienzo de un nuevo capítulo, pero el peso de las palabras de Gala aún resonaba en su mente.

Lizzy caminaba por la casa, con la mente en caos, cada paso parecía resonar en su cabeza como una repetición interminable de pensamientos y sentimientos encontrados. El dolor de la traición de Gala aún la golpeaba, pero al mismo tiempo, el amor que aún sentía por ella no dejaba de fluir por su corazón. Era una batalla interna constante. La decisión de confrontarla, el deseo de sanar lo que se había roto, pero también la incertidumbre de si lo que había sido real podía ser recuperado.

Se sentó en el sofá, su mirada perdida en las paredes de la casa, intentando ordenar sus pensamientos. En ese momento, Briggitte y Karime entraron al salón, con esa energía inconfundible que las caracterizaba. Briggitte, siempre tan animada y directa, parecía no notar la gravedad del asunto, mientras que Karime, más tranquila, la observaba con una comprensión silenciosa.

"Lizzy, ¿estás bien?" preguntó Briggitte, sentándose junto a ella. "Parece que tienes la mente en mil lugares. ¿Es por lo de Ricardo o...?"

Lizzy no respondió de inmediato. Miró a Briggitte y luego a Karime, que estaba de pie, cerca de la ventana. Karime era el tipo de amiga que siempre había tenido una palabra sabia, una mirada que entendía el fondo de las cosas, y hoy parecía más serena que nunca. Lizzy suspiró profundamente, sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros.

"No sé qué hacer, chicas," comenzó Lizzy, su voz temblando ligeramente. "Amo a Gala, pero me duele el alma. Me hizo tanto daño. Todo lo que pasó con Agustín... no me lo esperaba. Lo que me duele es que pensaba que ella me amaba, que lo que teníamos era real. Pero todo eso se desmoronó cuando me enteré de lo que hizo, cuando supe que se besó con Agustín para conseguir información sobre el equipo Tierra. ¿Cómo pudo hacerme eso?"

Karime la miró con suavidad, acercándose un paso. Briggitte no interrumpió, simplemente escuchaba, su rostro serio a pesar de su naturaleza extrovertida.

"Lizzy," dijo Karime, tomando un momento para pensar antes de hablar. "Lo primero que quiero que sepas es que el amor no duele. El amor, verdadero, no lastima. Lo que lastima son las personas que lo usan para manipular, para sus propios fines, y te lo digo por experiencia. Pero también sé que eso no hace que el dolor desaparezca. Porque el amor, cuando es sincero, te atraviesa, te duele, pero también te fortalece."

Lizzy la miró con atención, un poco confundida pero necesitada de esas palabras. Karime siempre tenía esa calma que le daba paz. Ella siguió hablando, su voz suave pero firme.

"Esas rosas que te dio Gala, Lizzy, esas flores, tienen espinas. Pero son rosas al fin y al cabo, y tú sabes que en algún momento te hicieron feliz. La decisión está en ti, si sigues viendo las espinas o si, de alguna manera, logras mirar las flores que aún están ahí. Pero también tienes que saber que lo que realmente importa es si Gala está dispuesta a cambiar, a demostrarte que lo que hizo fue un error y que, más allá de las traiciones, lo que siente por ti es más grande."

Lizzy sintió un nudo en el estómago. Las palabras de Karime le llegaban como un bálsamo, pero aún la herida seguía abierta, sangrante. "¿Y qué pasa si ya no hay flores, Karime? ¿Qué pasa si todo se ha ido por completo?"

Briggitte se sentó junto a ellas, mirándola con una mirada franca. "Tienes razón, Lizzy. Lo que Gala hizo fue un error. Y no te estoy diciendo que lo olvides o que lo ignores, porque yo sé lo que es sentir esa traición en el corazón. Pero también sé que lo que Gala siente por ti es algo que no puede desaparecer tan fácilmente. No es solo un juego para ella. No lo fue nunca."

Lizzy la miró confundida. "Pero... ¿cómo sabes eso? ¿Cómo sabes que Gala realmente me ama?"

Karime le sonrió con dulzura, sus ojos brillando con una verdad profunda. "Porque las acciones de las personas hablan más que sus palabras. ¿Acaso no ves lo que ha hecho por ti? Lo que hizo con Agustín fue un error, un error tremendo, pero fue un error impulsado por la presión, por la manipulación de otras personas. Agustín, Adrián Marcelo, ellos tienen sus propios planes, Lizzy. Ellos querían separarlas, querían destruir lo que ustedes tenían."

Lizzy no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar los nombres de Agustín y Adrián Marcelo. "¿Cómo sabes eso? ¿Por qué no me lo dijiste antes?"

Briggitte intervino, tomando la palabra. "Porque nosotras no podíamos decir nada hasta ahora. Pero cuando Agustín y Adrián Marcelo se dieron cuenta de lo que Gala y tú representaban, de lo fuerte que era su relación, decidieron actuar. Sabían que si podían ponerla en una posición vulnerable, separarla de ti, eso debilitaría a todo el equipo Mar. Sabían lo mucho que Gala te amaba, Lizzy. Ellos sabían que esa relación podía ser la clave para que el equipo Tierra tuviera alguna oportunidad. Y lo hicieron. Usaron a Gala, la manipularon."

Lizzy se quedó en silencio, procesando las palabras de sus amigas. Todo lo que había experimentado en las últimas semanas, todo lo que había sufrido, cobraba ahora un nuevo sentido. La lucha de Gala no había sido por maldad, sino por supervivencia en un juego cruel, donde las alianzas y las traiciones eran moneda corriente.

"Entonces..." murmuró Lizzy, casi para sí misma. "¿Me estás diciendo que Gala no lo hizo por mí... sino por todo el juego?"

"Exactamente," respondió Karime con un asentimiento. "Y por lo que siente por ti. No te equivoques, Lizzy, ella no lo hizo porque no te amara. Lo hizo porque, en ese momento, pensó que estaba haciendo lo correcto. El juego hace que la gente pierda la perspectiva, que vea las cosas de manera distorsionada."

Lizzy dejó escapar un suspiro pesado. "Lo sé... pero me duele tanto. Me dolió tanto cuando me enteré de lo que había hecho. Y ahora todo está tan confuso. ¿Cómo puedo seguir adelante con esto? ¿Cómo puedo perdonarla si siento que todo ha sido una mentira?"

Briggitte la miró con una mezcla de cariño y comprensión. "Porque el amor no es perfecto, Lizzy. Nadie es perfecto. Y a veces, el camino hacia la sanación requiere tiempo, entendimiento, y aceptar que las personas cometen errores. Pero no todos los errores son irreparables."

Karime asintió. "Es un proceso, Lizzy. Y el hecho de que aún la ames, a pesar de todo, muestra que hay algo que todavía está vivo entre ustedes. No ignores ese sentimiento, pero también date el espacio para sanar."

Lizzy guardó silencio, sintiendo que las palabras de sus amigas la estaban llevando por un camino que no había considerado antes. La traición de Gala había sido dolorosa, sí, pero no todo estaba perdido. Podía elegir, podía tomar su tiempo para decidir si quería seguir adelante con ella o dejarla ir para siempre.

"Gracias, chicas," dijo finalmente Lizzy, con una sonrisa débil pero sincera. "Por estar aquí, por escucharme. No sé qué haría sin ustedes."

"Siempre estaremos aquí para ti, Lizzy," respondió Briggitte, abrazándola rápidamente.

"Y recuerda," añadió Karime, "que no todo en la vida es blanco o negro. A veces, el perdón es el primer paso hacia una nueva oportunidad."

Lizzy miró al frente, sintiendo que el dolor en su corazón comenzaba a desvanecerse lentamente. Aún tenía mucho por resolver, pero al menos ahora entendía que no todo estaba perdido. El amor, aunque complicado y a veces cruel, era también una oportunidad para crecer.


Lizzy permaneció en el sofá, con el corazón lleno de dudas. La conversación con sus amigas, aunque le había traído algo de alivio, no lograba despejar completamente la tormenta en su interior. Gala había sido la causa de su dolor, pero también era la razón de su felicidad. Cada rincón de su ser aún la deseaba, a pesar de la traición y el sufrimiento que le había causado. La confusión la envolvía, y la idea de perdonarla parecía cada vez más compleja. En ese momento, las palabras de Karime comenzaron a resonar con más fuerza, y el rostro de Lizzy reflejaba una mezcla de tristeza, esperanza y vulnerabilidad.

"Karime... yo..." Lizzy comenzó, pero no sabía cómo seguir. Las palabras se atascaban en su garganta, luchando por salir, pero siempre interrumpidas por las emociones que sentía.

Karime, como siempre, la observaba con una calma que parecía tener la respuesta a cada uno de sus pensamientos. Se acercó lentamente, sentándose a su lado y colocando su mano suavemente sobre la de Lizzy.

"Lizzy," dijo con dulzura, "lo que más te duele ahora mismo es el hecho de que la persona a la que amas, la que te hizo sentir única, te ha fallado. Y eso te está quebrando el alma, lo entiendo perfectamente. Yo también he estado allí. Pero lo que tienes que ver es que el amor verdadero no es perfecto. Como las rosas, tiene espinas."

Lizzy la miró, confundida. Las palabras de Karime sonaban tan sencillas, pero al mismo tiempo tan profundas. "¿Espinas? ¿Cómo... cómo puede el amor ser como una rosa? ¿Por qué no simplemente un amor sin dolor?"

Karime sonrió ligeramente, una sonrisa que cargaba años de experiencia. "Porque, Lizzy, las rosas son bellas. Son hermosas, fragantes, deseadas por todos. Pero también tienen espinas. Son inevitables. Las espinas son parte de lo que las hace ser lo que son. Y las personas, al igual que las rosas, tienen lo bueno y lo malo. Lo hermoso y lo imperfecto. Lo que tienes que aprender a aceptar, lo que tienes que entender, es que las espinas no significan que la flor no valga la pena. Lo que realmente cuenta es si estás dispuesta a aceptar las espinas para poder disfrutar de la belleza de la flor. El amor es lo mismo. No puedes esperar que siempre sea fácil, pero eso no significa que no valga la pena luchar por él."

Lizzy asintió lentamente, absorbiendo cada palabra de Karime, pero todavía sentía que había algo más, algo que no lograba entender completamente. "¿Pero cómo puedo aceptar esas espinas, Karime? ¿Cómo puedo aceptar que Gala me hizo tanto daño, que me traicionó de esa manera?"

Briggitte, que había permanecido en silencio hasta ese momento, se acercó y puso una mano en el hombro de Lizzy. "Es que lo que tienes que ver, Lizzy, es que Gala no lo hizo por maldad. No lo hizo porque no te amara. Lo hizo porque estaba atrapada, porque el juego la presionó, porque Agustín y Adrián Marcelo la manipulaban. Todos sabían lo que significaba para ti, y jugaron con eso."

Lizzy se giró hacia Briggitte, sus ojos llenos de lágrimas. "¿Y qué pasa si lo que ella hizo no tiene perdón? ¿Qué pasa si lo que me hizo me destruyó por dentro?"

Karime la miró con ternura, dándole espacio para respirar antes de responder. "Lizzy, yo te conozco. Y sé que lo que más te duele no es tanto lo que Gala hizo, sino que eso hizo que todo lo que creías verdadero se desmoronara. Pero yo también te conozco a ti. Y sé que aún la amas, que no importa lo que haya pasado, aún la ves con esos ojos llenos de amor. Y eso, cariño, no se borra tan fácilmente. Las personas, como las rosas, tienen espinas. Pero eso no las hace menos bellas. Solo las hace más humanas."

Lizzy sintió que el nudo en su pecho comenzaba a aflojarse. El dolor seguía allí, como una sombra que no desaparecía del todo, pero las palabras de Karime comenzaban a calmarla, a darle algo de paz en medio de la tormenta. "Pero... ¿y si las espinas me hieren demasiado, Karime? ¿Y si ya no puedo más con el dolor?"

"Las espinas pueden doler, sí," dijo Karime, "pero también te enseñan algo valioso. Te enseñan a ser más fuerte, a ser más sabia. Y lo que más te enseña es que el amor no es un camino fácil. Y lo que tienes que aprender ahora es si quieres seguir adelante con Gala, si quieres aceptar las espinas de su corazón, sus errores, y lo que ha hecho para intentar salvar su relación contigo. Porque lo que yo veo en ella, Lizzy, es un amor más grande que todo lo que hemos vivido en este juego. Su mirada, sus risas, su forma de ser contigo... todo eso me dice que ella te ama más que a nada en el mundo. Y más aún ahora, con todo lo que ha sucedido. No puedes olvidar eso."

Lizzy se quedó en silencio, pensando profundamente en las palabras de Karime. Cada una de ellas calaba hondo, tocando las fibras más profundas de su ser. Gala siempre había sido un ser especial para ella, alguien que la hacía sentir única, amada, aceptada. Pero las heridas de la traición eran profundas, y no sabía si podría sanar completamente. A pesar de todo, el amor que sentía por ella nunca había desaparecido. Aún quería luchar por lo que tenían, por lo que podían ser, aunque el miedo a ser herida de nuevo la asfixiaba.

"Karime, no sé si soy lo suficientemente fuerte para seguir adelante," murmuró Lizzy, su voz quebrada. "No sé si puedo superar el daño que me hizo. Y eso me duele más que todo lo demás."

Karime le acarició la mano con suavidad, su rostro lleno de comprensión. "Lizzy, el hecho de que sientas todo eso es prueba de lo grande que es tu corazón. El amor verdadero es un sacrificio. No es fácil, no es perfecto. Pero es real. Y a veces, para seguir adelante, tenemos que enfrentarnos a las espinas, aprender a manejarlas. Pero, ¿sabes qué? Estoy segura de que Gala te ama, igual o incluso más que tú a ella. Y eso no se puede ignorar."

Briggitte sonrió. "Además, el equipo Mar está contigo. No estás sola en esto. Tienes a tus amigas, a Arath, a Mario, a todos los que te apoyan. Y aunque el camino sea incierto, te ayudarán a encontrar tu propia paz."

Lizzy respiró hondo, con una mezcla de alivio y tristeza. Todavía quedaba un largo camino por recorrer, y aunque el dolor no desaparecía, algo en su interior le decía que el amor que compartía con Gala no estaba perdido. Tal vez, solo tal vez, si podía aceptar las espinas, podría encontrar la belleza de la flor nuevamente.

"Gracias," dijo, su voz más tranquila. "Gracias a ambas por estar aquí, por ayudarme a ver las cosas con más claridad. Sé que no será fácil, pero ahora sé que tengo que intentar, por mí misma y por Gala."

"Claro, cariño," respondió Karime, sonriendo con calidez. "Recuerda, las espinas están ahí, pero lo que cuenta es la rosa. Y tú sabes que ella tiene algo muy especial en su corazón para ti."

Lizzy asintió, mirando hacia el futuro con un nuevo sentido de determinación. A pesar de las espinas, el amor por Gala seguía ardiendo en su corazón. Y con el apoyo de sus amigas, tal vez pudiera encontrar el camino para sanar las heridas y reconstruir lo que una vez fue.

Lizzy se quedó un largo rato pensativa, mirando al frente, mientras las palabras de Karime y Briggitte seguían rondando en su mente. No podía evitar sentir una mezcla de dolor y esperanza al mismo tiempo. Las espinas eran dolorosas, lo sabía, pero el amor seguía allí, como una flor en su pecho, luchando por florecer a pesar de las heridas.

Cuando levantó la mirada, vio que Arath y Mario se acercaban. Arath, el mayor de todos, con su presencia serena y su mirada llena de sabiduría, siempre sabía cómo consolarla. Mario, por su parte, aunque un poco más extrovertido y juguetón, tenía una ternura que solo las personas de su corazón tan puro poseían. Ellos, al igual que Karime y Briggitte, eran su familia, su refugio. Se acercaron con una actitud protectora, como si supieran exactamente lo que necesitaba.

"¿Cómo estás, Lizzy?" preguntó Arath, con su tono profundo y cálido. Su voz tenía ese toque de sabiduría que solo los mayores podían ofrecer, pero también la calidez de un amigo cercano.

Lizzy suspiró, tomando un momento antes de responder. "Estoy confundida, Arath. No sé qué hacer con todo esto. Por un lado, quiero seguir amando a Gala, pero por otro, me duele tanto lo que hizo... me duele que me haya traicionado así."

Arath asintió, su rostro serio pero comprensivo. "Te entiendo, Lizzy. El amor a veces trae consigo mucho dolor. Pero también trae mucha fuerza. El amor verdadero no se trata de no tener dificultades, sino de saber enfrentarlas. El amor, aunque a veces nos lastima, también tiene el poder de sanarnos. El hecho de que sientas tanto dolor demuestra cuán grande es tu corazón. Eso es algo hermoso. El amor siempre sana, Lizzy, siempre. Solo tienes que permitirte sentirlo."

Lizzy lo miró, buscando en su rostro la certeza que necesitaba. "Pero... ¿y si ya no puedo más? ¿Y si el daño es demasiado grande?"

Mario, que había estado observando la escena desde atrás, se acercó un paso más, con una sonrisa cálida que le daba un aire de seguridad. "Lizzy, el amor no es fácil, ya lo sabemos. Pero lo importante es que nunca debes dejar de escucharte a ti misma. Tienes que ponerte a ti primero, tus sentimientos, tus necesidades. El perdón es una de las cosas más difíciles de dar, pero te libera, te ayuda a seguir adelante."

Lizzy frunció el ceño, pensativa. "¿Perdonar a Gala? Después de todo lo que hizo..."

"Sí," respondió Mario con firmeza. "Perdonar no significa que lo que hizo esté bien. No lo está, y lo sabes. Pero el perdón es más para ti, Lizzy, no para ella. El perdón te permite sanar, te permite dejar atrás el dolor y empezar de nuevo. Y tú, como la persona increíble que eres, te mereces ese espacio para sanar. Miras al mundo con un corazón lleno de bondad, y eso no se debe permitir que nadie te lo arrebate."

Lizzy sintió una punzada en el pecho. El amor de Gala, aunque complicado, seguía siendo su amor, y su corazón aún anhelaba ser parte de lo que ellas habían compartido. Pero el miedo a sufrir nuevamente, el miedo a ser herida de nuevo, la hacía dudar.

"Pero... ¿y si vuelvo a ser herida?" susurró, como si las palabras pudieran darle respuestas que no encontraba en su mente.

Arath se acercó y puso una mano en su hombro, un gesto tranquilo pero lleno de apoyo. "Lizzy, no hay garantías en la vida. Todos estamos expuestos a las espinas, y lo sabes. Pero también sabemos que no podemos vivir con miedo. El miedo a sufrir no puede gobernar nuestras vidas. Lo que está en tus manos es elegir a quién abres tu corazón. Y, en este caso, siento que el amor que te une con Gala es algo que vale la pena."

Mario asintió, mirando a Lizzy con sinceridad. "Lo que tienes que hacer ahora es ser fiel a ti misma. No a lo que otros esperan de ti. No a lo que los demás te dicen que hagas. Hazlo por ti, Lizzy. Elige lo que te hace feliz. Si eso es darle otra oportunidad a Gala, entonces hazlo. Pero recuerda que siempre debes ponerte a ti primero. Tu bienestar es lo más importante."

Lizzy, con lágrimas en los ojos, miró a ambos, buscando la certeza que necesitaba. "¿Y si todo esto me consume, si el dolor es tan grande que ya no puedo más?"

Arath la miró, su mirada profunda como siempre. "Lizzy, el amor verdadero nunca se apaga. Puede que haya momentos difíciles, que te sientas perdida, pero el amor siempre regresa, siempre te da una nueva oportunidad para aprender, crecer y ser más fuerte. Todo lo que necesitas hacer es confiar en tu corazón. Hazle caso a lo que te dice. Escucha tu instinto, porque el amor no es solo algo que se da, también es algo que se recibe. No dejes que el miedo te cierre el corazón."

Mario, dándole un toque en el brazo para darle fuerza, agregó: "Y recuerda que no estás sola en esto. Tienes a todos los de tu equipo Mar, que estamos aquí para apoyarte en cada paso que tomes. No importa lo que decidas, estaremos a tu lado. Eres una persona increíble, Lizzy. Inteligente, empática, dulce... todos te amamos por lo que eres. Y mereces lo mejor, porque lo das todo sin esperar nada a cambio."

Lizzy miró a Mario y Arath, sintiendo una calidez en su pecho. Eran como los padres que nunca tuvo, los protectores que siempre habían estado allí para ella, sin importar las circunstancias. Con ellos, sentía que podía ser vulnerable, que podía mostrarse tal y como era, sin máscaras ni reservas.

"Gracias, chicos," dijo, con la voz temblorosa. "Gracias por estar aquí, por escucharme y darme fuerzas. No sé qué haría sin ustedes."

Arath sonrió, su expresión tranquila y serena. "Lizzy, nunca estás sola. Estamos contigo, no solo porque seas parte de nuestro equipo, sino porque te queremos. Y queremos verte feliz, porque te lo mereces."

Mario, con una risa cálida, le lanzó un abrazo amistoso. "¡Y también porque si no te apoyamos, ¿quién lo hará?! Sabemos lo fuerte que eres, Lizzy, pero incluso los más fuertes necesitan apoyo. Y tú siempre serás nuestra prioridad."

Lizzy se dejó abrazar por ambos, sintiendo el peso de sus palabras y el consuelo de su presencia. El miedo aún estaba ahí, pero con ellos a su lado, sentía que tenía la fuerza suficiente para enfrentarlo. A lo largo de los días, sabía que tendría que tomar decisiones difíciles. Pero ahora, al menos, sabía que no estaría sola.

"Voy a intentar," murmuró, abrazando a ambos con más fuerza. "Voy a intentar perdonar a Gala y escuchar lo que mi corazón me diga. No sé si todo será fácil, pero sé que, con su amor y el de ustedes, podré enfrentar lo que venga."

"Eso es todo lo que necesitas, Lizzy," dijo Arath, dándole una sonrisa cálida. "Escucha a tu corazón, y lo demás vendrá por sí solo."

Mario asintió, dándole una palmadita en la espalda. "Y si alguna vez necesitas recordarlo, nosotros siempre estaremos aquí para ti."

Lizzy sonrió entre lágrimas, sintiendo que algo dentro de ella había comenzado a sanar. Sabía que el camino aún era incierto, pero con el apoyo de su equipo Mar, y con la fuerza que el amor podía brindarle, se sentía lista para tomar la decisión que su corazón le indicara.

La noche estaba quieta en la casa, como si todo estuviera esperando el siguiente paso. El aire estaba cargado de tensión, los concursantes de "La Casa de los Famosos" estaban a punto de hacer sus nominaciones. Lizzy sentía un nudo en el estómago, como si todo lo que había construido a lo largo de las semanas pudiera desmoronarse en un solo instante. Los momentos previos a la eliminación siempre habían sido difíciles, pero esa noche, la incertidumbre la golpeaba con más fuerza que nunca. No solo por la eliminación, sino porque el nombre que ella temía escuchar podría salir de los labios de cualquiera.

Cuando las nominaciones comenzaron, Lizzy se sentó en el sofá, sus pensamientos alborotados, mientras observaba a cada uno de los demás. Karime, Arath y Mario estaban a su lado, dándole apoyo sin decir nada, solo con su presencia. Cada uno de ellos sabía lo que significaba para Lizzy este momento, y aunque estaban unidos, no podían evitar sentirse nerviosos también. Sabían que, fuera quien fuera, la eliminación significaría una pérdida para su grupo.

Uno a uno, los miembros del equipo Mar comenzaron a dar sus nombres. En su mayoría, todo parecía transcurrir de manera normal, aunque había un aire de tristeza y tensión flotando en el ambiente. Los rostros de todos reflejaban la misma incertidumbre, la misma sensación de estar jugando con fuego. Nadie sabía qué pasaría cuando llegara el turno de Sian.

Lizzy no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido hasta ahora. Recordaba cómo Sian fue una de las primeras personas en la casa que realmente le mostró su apoyo. Desde sus primeros días en el equipo Mar, había sido su amigo más cercano. Le había dado su confianza y le había mostrado lealtad en momentos en los que ni siquiera ella misma se sentía segura. Pero después, cuando el cambio hacia el equipo Tierra ocurrió, las cosas se volvieron complicadas. Aunque Sian se había mudado de bando, siempre había estado ahí para Lizzy. Había sido él quien, en un momento de confusión, le había hablado claro sobre las malas intenciones de Agustin y Adrian Marcelo.

Lizzy recordó aquella conversación. Fue en un rincón apartado de la casa, en donde Sian le había revelado lo que él sabía, lo que ella nunca habría imaginado. Él le había contado que Agustin y Adrian Marcelo no eran lo que parecían, que sus intenciones no eran solo ganar el juego, sino separarlas a ella y Gala. Lizzy en ese momento no pudo hacer más que escuchar, sin poder creer lo que oía, pero Sian había tenido la valentía de decirlo. A pesar de que las palabras de Sian la sorprendieron, ella nunca dejó de verlo como su amigo. A pesar de que las circunstancias cambiaron y la relación se volvió más distante, su cariño por él seguía siendo el mismo.

Cuando le tocó nominar a Sian, Lizzy sintió una punzada en el pecho. Sabía que, aunque el destino de ambos se estaba cruzando en ese momento, él estaba al borde de la eliminación. En su corazón, ella deseaba que Sian pudiera quedarse, pero también entendía que las reglas del juego eran implacables. A pesar de todo, el saber que uno de sus mejores amigos podría irse le destrozaba por dentro.

Al final de las nominaciones, Sian quedó sentenciado. Lizzy tragó saliva, intentando mantener la compostura. Aunque ya lo esperaba, el saber que él estaría en la cuerda floja le dolió profundamente. Sabía lo que representaba para él estar ahí, frente a todos, en ese momento de incertidumbre. Él había sido su amigo desde el principio, había sido su confidente, y aunque las cosas entre ellos nunca habían sido fáciles, Lizzy nunca había dejado de quererlo.

Con el nombre de Sian anunciado, Lizzy no pudo evitar que las lágrimas le llenaran los ojos. Se levantó rápidamente del sofá y caminó hacia él. No importaba que el juego fuera una competencia. No importaba que, en teoría, debiera estar centrada en ganar. En ese momento, lo único que importaba era Sian, su amigo, la persona que había estado allí desde el principio.

Cuando Lizzy llegó a donde estaba Sian, no dijo nada. En lugar de palabras, lo abrazó con fuerza. Un abrazo cargado de todo el amor y la gratitud que sentía hacia él. Era un abrazo lleno de emociones, un abrazo que llevaba consigo el agradecimiento por todo lo que había hecho por ella, por haberse mantenido a su lado, por nunca soltar su mano, a pesar de todo lo que había sucedido.

Sian, sorprendido al principio, la abrazó de vuelta con la misma intensidad. Los dos permanecieron así durante un largo rato, sin hablar, solo sintiendo la presencia del otro. Para Lizzy, ese abrazo significaba mucho más que una despedida. Era un símbolo de todo lo que habían compartido, de la amistad que los unía, y del amor incondicional que ella sentía por él, a pesar de las circunstancias.

"Gracias, Sian," susurró Lizzy, mientras sus lágrimas comenzaban a caer. "Gracias por todo lo que hiciste por mí, por estar siempre a mi lado."

Sian la miró con una sonrisa triste, pero sincera. "No tienes que darme las gracias, Lizzy. Yo siempre querré lo mejor para ti. Siempre te apoyaré, sin importar nada."

Lizzy sentía que su corazón se rompía, porque sabía que, aunque no podía corresponderle de la misma manera en la que él la quería, siempre lo admiró, lo respetó y, sobre todo, lo quiso como un gran amigo. Pero había algo más, algo profundo, que Lizzy necesitaba expresar.

"Quizás nunca te correspondí como querías, pero siempre te querré como a un amigo. Quizás nunca te amé de la misma manera en que amo a Gala, pero tú fuiste mi amigo, mi apoyo incondicional. Y eso es algo que jamás olvidaré."

Sian la miró fijamente, y por un momento, sus ojos reflejaron una tristeza silenciosa. "Lo sé, Lizzy. Yo sé que me quieres. Y aunque me duela, siempre estaré aquí para ti. Yo... yo sé que si Gala no lucha por ti, si no tiene la valentía de estar a tu lado, yo estaré esperando por ti, afuera, pase lo que pase. No importa lo que suceda en este juego. Yo siempre seré tu amigo."

Lizzy no pudo evitar sentirse abrumada por sus palabras. Sian no esperaba nada más de ella, no deseaba que lo amara de la misma manera en que ella amaba a Gala, pero su lealtad hacia ella era indiscutible. Era su amigo, su compañero, su confidente, y lo que más le dolía era la posibilidad de perderlo.

"Prometido," dijo Lizzy, con la voz quebrada. "Sea lo que sea que pase, siempre seremos amigos, Sian. Te quiero mucho, y nunca lo olvidaré. Gracias por todo."

Sian la miró con una sonrisa cálida, aunque sus ojos estaban llenos de tristeza. "Siempre serás la persona más importante para mí, Lizzy. Pase lo que pase, yo siempre estaré a tu lado."

El ambiente se volvió pesado, como si el aire se hubiera cargado de una emoción profunda e inquebrantable. Los dos se quedaron ahí un buen rato, abrazándose, sin importarle lo que estaba sucediendo a su alrededor, porque en ese momento, el único que importaba era el otro.

En ese abrazo, Lizzy encontró consuelo, aunque también sabía que la despedida era inminente. Sian quedaba sentenciado, pero en su corazón, Lizzy sabía que, sin importar el resultado del juego, siempre lo tendría como amigo, y él siempre la tendría a ella.

El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de tonos naranja y rosados. La brisa fresca movía las hojas de los árboles, creando una atmósfera tranquila en el patio de la casa. Mientras tanto, dentro de la casa, el equipo Mar estaba reunido en la sala, charlando sobre las últimas nominaciones y los desafíos que se acercaban. Sin embargo, Lizzy, con su rostro pálido de preocupación, había decidido escapar un momento de la agitación interna y salió al jardín. Necesitaba aire fresco, un poco de espacio para organizar sus pensamientos.

Allí, sentados sobre la banca del jardín, estaban Sian y Agustín. Los dos miraban al horizonte con expresiones pensativas, pero Sian era el que, a pesar de estar nominado, parecía más tranquilo que nunca. En su rostro se reflejaba una cierta serenidad, como si, en el fondo, supiera que la situación estaba fuera de su control, pero que no por eso dejaría de ser quien era.

Lizzy se acercó, sin saber exactamente qué decir. Había una mezcla de emociones en su interior. Sian había sido su primer gran apoyo en la casa. Había sido su amigo incondicional, alguien que le había ayudado cuando las cosas con Gala no eran fáciles y que nunca había dejado de luchar por ella, a pesar de las circunstancias. Por otro lado, Agustín, quien parecía haberse reconciliado con ella en estos últimos días, observaba todo desde su lugar con una mirada algo inquisitiva.

"Sian," dijo Lizzy, con voz suave pero decidida, "sé que estás pasando por un momento difícil, pero quiero que sepas que me importa mucho lo que ha sido nuestra amistad. Has sido uno de los primeros en creer en mí aquí, y eso no lo olvido."

Sian la miró con sus ojos azules profundos y asintió lentamente, como si comprendiera la importancia de sus palabras. "Gracias, Lizzy. Lo que pasa es que la casa es difícil para todos. Algunos se quedan, otros se van, pero al final del día, lo que más importa es que siempre haya alguien con quien puedas contar. Y tú fuiste esa persona para mí."

Lizzy sonrió con amargura, no sabía si quería pensar en la posibilidad de perder a Sian en la eliminación, pero al menos sentía que debía decirle lo que sentía. "No sé qué pasará en la eliminación, pero pase lo que pase, siempre vas a ser parte de mi historia aquí. No quiero perder a un amigo como tú, aunque sé que la competencia sigue y es cada vez más difícil."

Agustín, que hasta ahora había permanecido en silencio, no pudo evitar intervenir. "Lizzy, sabes que todos están pasando por lo mismo, ¿verdad? La eliminación es parte del juego, pero eso no significa que sea el fin de la amistad con nadie, ni de la relación con quien sea. La vida sigue después de todo esto, y lo importante es que sigas siendo fiel a ti misma. No hay nada más importante que eso."

Lizzy miró a Agustín, quien ahora parecía más amigable, pero sabía que no debía olvidar las cosas que habían pasado antes. "Gracias, Agustín. Lo sé. A veces me siento como si todo fuera demasiado grande, como si las decisiones que tomamos aquí tuvieran un peso que no sé si soy capaz de manejar."

Sian, con una sonrisa relajada, añadió: "Es normal, Lizzy. A veces tenemos que estar en una situación incómoda para ver las cosas con claridad. Y eso también es parte de lo que somos. Nos conocemos mejor, aprendemos a valorar a las personas por lo que realmente son, no por lo que queremos que sean."

Lizzy asintió, entendiendo el punto de Sian. La casa, las eliminaciones, todo el juego, la competencia... todo parecía demasiado para manejar algunas veces. Pero lo que sí sabía era que había personas que, a pesar de la adversidad, siempre estarían allí para apoyarla. Sian había sido uno de esos pilares.

"Te lo agradezco mucho, Sian," dijo Lizzy, con una sonrisa triste pero sincera. "Te lo he dicho antes, pero lo repetiré. Eres una de las primeras personas que me dio su apoyo, y eso no lo voy a olvidar. Independientemente de lo que pase, siempre te llevaré en mi corazón como uno de mis mejores amigos aquí."

Sian la miró con una sonrisa cálida, esa sonrisa que siempre tenía cuando quería transmitir paz. "Yo también te considero mi amiga, Lizzy. Y no importa lo que pase. Si alguna vez necesitas algo, sabes que siempre estaré aquí, fuera o dentro de la casa."

En ese momento, Agustín, que había estado observando todo desde su lugar, decidió acercarse un poco más, como si quisiera compartir algo más. "Sabes, Lizzy," comenzó, con tono calmado, "sé que todo esto es un juego, y sé que todos tenemos nuestras propias batallas. No soy perfecto, ni mucho menos, pero al final del día, lo que más importa es que cada uno de nosotros sea quien realmente es. Ya no estamos en la misma división de antes, y me di cuenta de que siempre he admirado tu forma de ser. Creo que eso es lo que realmente importa."

Lizzy lo miró, no con desconfianza, pero sí con una mezcla de emociones. "Gracias, Agustín. No sé si podré confiar al 100% en ti después de todo lo que pasó, pero aprecio tus palabras. Realmente lo hago."

La conversación se mantuvo tranquila durante unos minutos, todos en el patio compartiendo un espacio que, aunque lleno de tensiones, también estaba lleno de momentos de reflexión. Lizzy no podía evitar pensar en Gala mientras hablaba con Sian y Agustín. La imagen de Gala, con su rostro serio y decidido, volvía a su mente una y otra vez. A pesar de la amistad que compartía con Sian y Agustín, su corazón seguía perteneciendo a Gala. Pero también sabía que, si quería seguir adelante, debía aprender a equilibrar lo que sentía por ella y lo que sentía por los demás.

"Sabes," dijo Sian, interrumpiendo sus pensamientos, "te aprecio mucho, Lizzy. Y espero que no olvides lo que te dije. El amor a veces duele, sí, pero también puede sanarnos. Y el amor que tienes por Gala es algo que no debes dejar ir. Si realmente la amas, tienes que luchar por ella."

Lizzy lo miró, sorprendida. "¿Crees que todavía hay esperanza entre nosotros?"

Sian asintió, con una sonrisa sincera. "Sí, Lizzy. Siempre hay esperanza. Y, si alguna vez necesitas hablar, aquí estoy. Sabes que siempre seré tu amigo."

Lizzy sintió un nudo en el estómago, pero también una sensación de alivio. Sabía que lo que tenía con Sian era una amistad verdadera, y que, pase lo que pase, podría contar con él.

El resto de la noche pasó lentamente. Mientras los demás continuaban en la sala, Lizzy salió nuevamente al patio, esta vez para reflexionar sobre sus decisiones. Sabía que no podía seguir perdiendo tiempo en dudas, ni tampoco dejar de lado su corazón. El amor que sentía por Gala era más fuerte que todo lo que había sucedido. Y si la oportunidad de estar con ella aún existía, no dejaría que se desvaneciera sin luchar por ella.

Gala estaba sentada en una esquina de la sala de la casa, rodeada por el equipo Mar. Karime, Briggitte, Arath y Mario la miraban con una mezcla de preocupación y comprensión. El aire estaba cargado de tensión, porque sabían que Gala estaba atravesando un momento difícil, especialmente después de los últimos eventos que habían marcado la competencia. No solo su eliminación se acercaba, sino que sus sentimientos por Lizzy se habían vuelto más intensos, más profundos. Era algo que todos sabían, incluso sin que Gala lo dijera en voz alta. Era imposible ignorarlo. El amor de Gala por Lizzy era evidente en cada gesto, en cada palabra que salía de su boca, en cada mirada que le dirigía a la sirena.

Karime fue la primera en romper el silencio. Miró a Gala con una mirada que reflejaba el entendimiento de alguien que había pasado por los altibajos del amor. "Gala, no tienes que ser tan dura contigo misma," dijo con suavidad, acercándose un poco a ella. "Sé que te está costando, pero todos en esta casa lo hemos visto. Es tan obvio lo que sientes por Lizzy. En cada rincón de esta casa, todos lo notamos. Y créeme, se nota en cualquier lugar: en México, en Italia, en cualquier parte del mundo."

Briggitte asintió, su expresión también llena de sinceridad. "Sí, Gala. En cada mirada que le diriges, en cada vez que mencionas su nombre, se te nota. Te brillan los ojos. Cuando hablas de ella, es como si todo lo demás se desvaneciera. Es como si ella fuera tu centro, tu sol."

Gala bajó la mirada, sintiendo una mezcla de emociones intensas recorrer su cuerpo. El amor por Lizzy la devoraba desde adentro, y al mismo tiempo, la desbordaba. Quería gritarlo, confesarlo, pero las dudas, las inseguridades, y la culpa la atenazaban. ¿Qué haría si Lizzy ya no sentía lo mismo por ella? ¿Qué pasaría si la había perdido para siempre?

Arath, quien siempre había sido un pilar en el equipo Mar, intervino con una sonrisa comprensiva. "Gala, el amor no es algo que puedas esconder, y mucho menos algo que puedas negar. El corazón sabe lo que quiere, y tú, mi amiga, sabes perfectamente que lo que sientes por Lizzy es algo más grande que cualquier otra cosa. Todos lo vemos. Nos lo demuestras a diario."

Mario, que hasta ese momento había permanecido en silencio, también quiso compartir sus pensamientos. Se acercó a Gala, su voz suave pero firme. "El amor no siempre es fácil, Gala. Y no estoy diciendo que sea un camino sin obstáculos, pero lo que siento que deberías entender es que, si realmente amas a Lizzy, debes luchar por ella. No se trata solo de ganar el reality. Ganar la competencia no es lo que realmente importa en este momento. Lo que importa es tu corazón, lo que sientes, lo que quieres de verdad. No dejes que el miedo te detenga."

"Quizás no ganarás La Casa de los Famosos," continuó Mario, "pero si luchas por Lizzy, si le demuestras cuánto la amas, no solo ganarás algo mucho más valioso, sino que ganarás algo que es tuyo, que te pertenece: su perdón, su amor, y lo más importante, la paz que ambos necesitan. No olvides lo que te hace sentir viva. No olvides lo que realmente importa."

Gala los miró a todos, sintiendo una oleada de emociones. Sus palabras eran como un bálsamo para su alma herida, pero también un desafío. No podía seguir callando lo que sentía. No podía seguir ocultando su amor por Lizzy, ese amor que la consumía, que la hacía sentir viva, que la hacía sentir que podía conquistar el mundo, pero también que la aterraba, porque no sabía si Lizzy compartiría esos mismos sentimientos.

"Es que..." Gala comenzó a hablar, pero su voz se quebró. "No sé si tengo lo suficiente dentro de mí para luchar por ella. A veces siento que la he perdido, que nunca más voy a ser lo que ella necesita. Pero... cada vez que la veo, cuando me mira, cuando sonríe... siento que todo es posible de nuevo. Mi corazón late tan rápido, tan fuerte por ella. No puedo evitarlo. La amo con cada fibra de mi ser. Es como una obsesión, una necesidad que no puedo controlar. Cada vez que la veo, siento que soy incapaz de respirar sin ella, que mi mundo gira alrededor de Lizzy."

Karime, con una sonrisa maternal, tomó las manos de Gala. "Gala, no tienes que controlarlo. El amor no debe ser algo que te cueste controlar. Debes aceptarlo, vivirlo, sentirlo. Sí, a veces el amor es doloroso, a veces nos quita la calma. Pero eso no significa que debas huir de él. El amor, aunque sea tormentoso, siempre será la respuesta. Y Lizzy, aunque tal vez no lo veas ahora, también te ama. Se ve en sus ojos cuando habla de ti, en sus sonrisas, en la manera en que te cuida."

Briggitte agregó: "Lizzy te correspondería, Gala. Lo sabemos, lo sentimos. No tienes que dudar de lo que ella siente. La química entre ustedes es obvia. Y aunque ahora parezca complicado, si sigues a tu corazón y no te rindes, puedes ganar algo mucho más importante que cualquier trofeo. Puedes ganar su amor, y lo más importante, tu paz."

El grupo de Mar miraba a Gala con complicidad, cada uno con un sentimiento de cariño profundo hacia ella. Sabían que el amor que Gala sentía por Lizzy era real, que su devoción era sincera, aunque a veces sus inseguridades y temores la hicieran dudar. Pero ellos no dudaban. Para ellos, era obvio que Gala amaba profundamente a Lizzy.

Arath, siempre tan sabio, cerró los ojos por un momento y luego habló: "No te dejes vencer por tus miedos, Gala. Las rosas tienen espinas, y eso es algo que todos debemos aprender. Pero eso no significa que las rosas no sean hermosas. Solo porque algo tenga espinas no significa que no merezca ser amado. Al contrario, esas espinas son parte de lo que la hace tan única, tan especial. Así es el amor. A veces duele, a veces no es fácil. Pero si realmente amas a Lizzy, si realmente quieres estar con ella, no dejes que los obstáculos te detengan. Anda hacia ella, lucha por su corazón. Y si no puedes ganarlo todo, al menos podrás ganar su perdón y su amor verdadero."

Gala los miró, sintiendo que sus palabras calaban profundo en su ser. Sabía que no podía seguir huyendo de sus sentimientos. Sabía que tenía que hacer algo para luchar por Lizzy, que no podía rendirse. Podía no ganar el reality, pero el amor de Lizzy era algo que valía más que cualquier victoria.

"Gracias, chicos," dijo Gala, su voz quebrada por la emoción, pero llena de determinación. "Voy a luchar por ella. No sé qué pasará, pero no voy a rendirme. No voy a dejar que este amor se apague sin luchar."

El equipo Mar asintió con sonrisas cálidas, sabiendo que Gala había tomado una decisión importante. Sabían que la batalla por Lizzy no iba a ser fácil, pero también sabían que el amor que Gala sentía por ella era algo que no podía ignorarse.

Gala se encontraba en su habitación, sentada en la cama, las manos entrelazadas sobre sus rodillas, mirando fijamente al suelo. El ruido del resto de la casa parecía desvanecerse mientras ella se sumía en sus pensamientos. El corazón le latía con fuerza, cada vez más rápido, como si su cuerpo tuviera vida propia, ansioso por salir al encuentro de Lizzy. Sabía que tenía que hablar con ella, que tenía que ser sincera, que tenía que luchar por su amor, pero el miedo la invadía.

A lo lejos, los murmullos de sus compañeros se filtraban, pero nada de eso importaba ahora. Su mente solo podía pensar en una cosa: Lizzy. La mujer que había conseguido hacer que su mundo entero girara alrededor de ella sin esfuerzo alguno. Gala la había conocido de una forma distinta, diferente a todos los demás, y desde ese momento, supo que algo había cambiado en su interior.

Se levantó de la cama y caminó hacia el espejo que colgaba en la pared. Se observó a sí misma, sus ojos brillando con la determinación de quien ha tomado una decisión importante. "Voy a ir por ella", susurró para sí misma. "Voy a luchar por el único amor que me ha devuelto la vida."

Pero antes de dar ese paso, su mente viajó hacia Lizzy. Recordó la primera vez que la había visto, la primera vez que sus ojos se habían cruzado. Lizzy no solo era hermosa en su apariencia; su alma brillaba con una luz única, como si fuera una criatura salida de otro mundo. Su piel blanca, suave como la seda, reflejaba la luz de una manera etérea. Sus ojos azules, tan profundos y brillantes, siempre parecían contener un océano de emociones. Parecían tener la capacidad de leer el alma de quienes los miraban, y Gala había caído por completo en su hechizo.

Su cabello rubio y largo caía en ondas suaves alrededor de su rostro, como una cascada de luz. Era un contraste perfecto con la intensidad de su mirada, una mezcla de dulzura y fortaleza que Gala nunca había encontrado en nadie más. Todo en ella, desde su risa hasta su caminar, irradiaba una paz que resultaba imposible de ignorar. Lizzy era todo lo que Gala había soñado y más. Era tan hermosa por fuera como por dentro.

Pero lo que más la cautivaba de Lizzy no era solo su aspecto físico, sino la pureza de su alma. Lizzy tenía algo que Gala no había encontrado en nadie más: una bondad infinita. Era inteligente, sí, pero sobre todo era empática. Su capacidad para entender y sentir el dolor ajeno la hacía única. Y su dulzura, esa dulzura que emanaba en cada gesto, en cada palabra, hacía que el corazón de Gala se desbordara. Lizzy no conocía el odio, la maldad ni la mentira. Era pura, sincera, y todo en ella estaba hecho de amor y paz.

"Es como un ángel", pensó Gala mientras una sonrisa triste se dibujaba en su rostro. "Ella es la luz de este mundo. Siempre está para todos, siempre se preocupa, siempre da lo mejor de sí misma... y yo, yo la he fallado."

Gala sabía que ella era la última persona que merecía traicionar a Lizzy. La conocía, había visto su corazón sincero, su nobleza. Lizzy no merecía sufrir. No merecía ser herida por alguien que la amaba con todo su ser, pero sabía que, a veces, los errores ocurren, y que, por muy buena persona que seas, la vida te pone a prueba de formas que no siempre puedes prever.

Recordó cómo la veía cada vez que hablaba de ella. Cada vez que Lizzy la miraba, su corazón latía con fuerza. Los pequeños gestos, las sonrisas, la forma en que se sonrojaba cuando sus ojos se encontraban con los de Gala, todo en ella la volvía loca. Gala sabía que Lizzy no solo era especial por su belleza externa, sino que su alma brillaba con una luz tan intensa que no podía evitar sentirse atraída hacia ella. Lizzy tenía algo mágico, algo que Gala no sabía cómo describir. Era como si cada vez que estaba cerca de ella, el mundo se desvaneciera y solo existieran ellas dos.

"No me puedo permitir perderla", pensó Gala, su determinación comenzando a tomar fuerza. "No importa lo que haya pasado, no importa lo que haya hecho. Ella es mi vida. Ella es todo lo que quiero."

Y entonces recordó una conversación que había tenido con Karime, Briggitte, Arath y Mario. Ellos le habían hablado sobre su amor por Lizzy, sobre lo evidente que era para todos, sobre lo que sentían cuando la miraban. "Tus ojos brillan cuando hablas de ella, Gala", había dicho Karime. "Tu sonrisa se ilumina de una forma que no puedo describir. Lizzy te enamora cada vez más, y lo sabemos, todos lo sabemos."

Gala había escuchado sus palabras y, por primera vez, se dio cuenta de lo que había estado ignorando: que su amor por Lizzy no solo era un sentimiento pasajero, sino algo profundo, algo que no podía ocultar. Era un amor verdadero, un amor que la hacía sentirse viva, que la hacía sentir que no había nada en este mundo que no pudiera lograr, siempre y cuando Lizzy estuviera a su lado.

"Estoy hecha para ella", pensó Gala con firmeza. "No importa lo que haya pasado, no importa lo que los demás piensen. Yo la quiero, y no voy a rendirme. Tengo que luchar por ella. Tengo que demostrarle lo que siento, porque Lizzy es todo lo que quiero. Su amor es todo lo que necesito."

Gala se levantó del espejo, su mente llena de determinación y su corazón acelerado por la emoción. Sabía que tenía que ir hacia Lizzy, que no podía esperar más. No podía dejar que el miedo o las dudas la frenaran. El amor que sentía por Lizzy era más grande que cualquier obstáculo, y no podía dejar que su oportunidad se desvaneciera.

"Voy a hablar con ella", murmuró Gala. "Voy a luchar por su amor, por ella, porque lo merezco. Ella se merece que luche por ella."

Con una respiración profunda, Gala salió de la habitación y caminó hacia el patio donde Lizzy solía pasar tiempo. El sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos, pero para Gala, ese momento era el comienzo de algo mucho más grande. Su vida, su amor por Lizzy, estaba a punto de cambiar para siempre.

La casa estaba silenciosa esa noche, un manto de sombras cubría las paredes, mientras los miembros del equipo Mar disfrutaban de un momento de descanso en la sala. Lizzy se encontraba en el jardín, sentada en el banco de madera, con las piernas cruzadas y los ojos fijos en el cielo estrellado. Cada estrella parecía reflejar la confusión que invadía su corazón. En su mente, las preguntas se entrelazaban con recuerdos, pero la respuesta que más temía no llegaba. ¿Debería dejar atrás todo lo que sentía por Gala? ¿Podría perdonarla?

Su alma aún sangraba por lo que había sucedido, por la traición que sentía, pero algo dentro de ella, una chispa de esperanza, se negaba a apagar. No podía negar que el amor de Gala por ella había sido verdadero, y esa verdad la desarmaba. Justo en ese momento, la puerta de la casa se abrió y Gala apareció en el umbral. Su rostro estaba marcado por el sufrimiento, pero su mirada tenía un destello de determinación, como si al fin se hubiera armado de valor para enfrentar lo que había estado evitando. Con pasos vacilantes, Gala se acercó a Lizzy.

"Lizzy..." su voz sonó suave, pero en sus palabras se leía la desesperación. "Necesito hablar contigo."

Lizzy la miró, con una mezcla de tristeza y confusión. No sabía si quería escuchar lo que Gala tenía que decir, pero sabía que, de alguna manera, su corazón pedía esa conversación. "¿Qué más puedes decirme, Gala? Ya no sé qué pensar..." respondió, con el dolor evidente en su voz. "Tú... Tú me traicionaste. Todo lo que creí, todo lo que sentí por ti... Se rompió en un instante. No sé si hay algo más que puedas decir que pueda cambiar eso."

Gala sintió como su pecho se apretaba ante las palabras de Lizzy. No esperaba que todo fuera tan fácil, sabía que había arriesgado todo con su error, pero su amor por ella, el amor que había crecido tan profundo y tan fuerte, no la dejaría rendirse. "Sé que te fallé, Lizzy. Sé que te lastimé. Pero lo que más me duele... es perderte. Porque tú eres mi salvación."

Lizzy la miró, sorprendida por las palabras de Gala. En sus ojos había una tormenta de emociones, pero también un destello de amor que se negaba a desaparecer. Gala dio un paso más cerca de ella, como si intentara acercarse a lo que más deseaba, aunque todo dentro de ella temía que Lizzy se apartara. "Las puertas del paraíso no se abren para mí, Lizzy. Perdí lo que más amaba. Te perdí a ti. Y ahora, todo lo que quiero es tu perdón."

Lizzy cerró los ojos por un momento, como si las palabras de Gala la alcanzaran con más fuerza de lo que esperaba. En su interior, sentía la batalla entre lo que su corazón deseaba y lo que su mente le gritaba. ¿Cómo podía perdonar una traición tan grande? ¿Cómo podía aceptar que Gala, la misma persona que la había amado, ahora la había dejado herida?

Pero las palabras de Gala seguían retumbando en su mente: Te perdí a ti. En ese momento, Lizzy comprendió algo profundo. Gala no solo había perdido la oportunidad de estar con ella, sino que, quizás, también había perdido la esencia de sí misma. La lucha interna de Gala no era solo por recuperar su amor, sino también por recuperar su paz, la paz que solo Lizzy podía brindarle.

Gala continuó, con los ojos llenos de lágrimas, la voz quebrada por el dolor. "Te amo, Lizzy. Siempre te he amado, y ahora, me doy cuenta de que mi vida no tiene sentido sin ti. No sé si hay algo que pueda hacer para enmendar lo que hice, pero necesito que sepas que, cuando me miras, veo mi salvación. Te necesito más que nunca."

Lizzy la miró, la angustia visible en sus ojos, pero en su corazón había una parte que quería creerle. Sabía que Gala era capaz de cosas increíbles, que su amor era puro, aunque sus errores la habían marcado. Pero algo en su pecho le decía que aún había esperanza, que podía haber un futuro entre ellas si ambas estaban dispuestas a luchar.

"Yo..." Lizzy comenzó, con una voz quebrada. "Te amé tanto, Gala. Y no sé si alguna vez podré dejar de hacerlo. Pero ahora me siento perdida, rota, y no sé si puedo volver a confiar en ti. Me duele tanto... No solo por lo que hiciste, sino porque yo también te fallé, al no haberme dado cuenta de que estábamos destruyéndonos, ambas."

Gala la miró con ojos llenos de comprensión. "Sé que te fallé, Lizzy. Y me duele más que nada en este mundo. Pero si me das una oportunidad, te demostraré que no soy esa persona que te falló. Te demostraré que mi amor por ti es más grande que cualquier error, que cualquier traición. Porque tú eres mi paz, mi hogar, mi vida. No quiero vivir en un mundo donde no estés tú."

Lizzy sintió como su corazón se apretaba, como la razón luchaba por prevalecer sobre el amor que aún ardía en su interior. "Las puertas del cielo no se abren para mí", susurró Lizzy, repitiendo las palabras de Gala, pero con un tono más suave, como si al fin comenzara a entenderlas. "No sé si podemos encontrar una salida a todo esto. No sé si puedo volver a ser quien era antes, ni si podremos encontrar un camino juntos."

Gala, con lágrimas en los ojos, dio un paso más cerca, tomando las manos de Lizzy entre las suyas, apretándolas con fuerza. "Yo estoy dispuesta a caminar contigo, Lizzy. No sé si será fácil, ni siquiera sé si lo lograremos, pero lo que sí sé es que te amo. Y que, si me das una oportunidad, lucharé por ti, por nosotros."

Lizzy la miró fijamente, las emociones corriendo como un río turbulento en su interior. No podía ignorar lo que sentía, ni la devoción que Gala le ofrecía. Pero también sabía que, si quería seguir adelante, tendría que tomar una decisión. Podía seguir siendo la misma persona que temía confiar en los demás, o podía ser la mujer valiente que luchara por lo que amaba.

Gala no esperaba que Lizzy la perdonara de inmediato, pero sabía que había dado todo lo que tenía. Y si esa oportunidad llegaba, entonces se aferraría a ella con todas sus fuerzas. "Quiero que sepas que, pase lo que pase, siempre te amaré, Lizzy. Y siempre te esperaré, aunque nunca lo logre, te esperaré."

Lizzy la miró con los ojos llenos de lágrimas, su corazón retumbando en su pecho. La decisión estaba ante ella. Y, al fin, comenzó a sentir que las puertas del paraíso, aunque cerradas por un momento, podían abrirse para ellas.

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