Capitulo 16

Aunque te abraces a la Luna
Aunque te acuestes con el Sol
No hay más estrellas que las que dejes brillar
Tendrá el cielo tu color

No estés solo en esta lluvia
No te entregues, por favor
Si debes ser fuerte en estos tiempos
Para resistir la decepción
Y quedar abierto, mente y alma
Yo estoy con vos

Si te hace falta quien te trate con amor
Si no tenés a quien brindar tu corazón
Si todo vuelve cuando más lo precisás
Nos veremos otra vez

No estés sola en esta lluvia
No te entregues, por favor
Si debes ser fuerte en estos tiempos
Para resistir la decepción
Y quedar abierta, mente y alma
Yo estoy con vos

Si te hace falta quien te trate con amor
Si no tenés a quien brindar tu corazón
Si todo vuelve cuando más lo precisás
Nos veremos otra vez

La lluvia caía suavemente sobre la casa de los Famosos, creando una melodía relajante que resonaba en el ambiente. Lizzy, con su cabello rubio y su sonrisa encantadora, estaba sentada en la sala, disfrutando de la tranquilidad que ofrecía el día lluvioso. Desde la ventana, los vidrios estaban adornados con gotas de agua que se deslizaban lentamente hacia abajo, creando un espectáculo hipnótico.

Lizzy se acomodó en el sofá, con una manta suave envolviendo su cuerpo. A pesar de que el día era gris y lluvioso, su ánimo era radiante. Para ella, la lluvia era como un regalo de la naturaleza, una oportunidad para disfrutar de las cosas simples de la vida. Ya fuera leyendo un libro, escuchando música, viendo una película o simplemente contemplando el paisaje, Lizzy encontraba una paz inigualable en los días lluviosos.

Lizzy: (susurrando para sí misma) "Hay algo mágico en la lluvia. Es como si el mundo entero se detuviera por un momento y me permitiera disfrutar de la calma."

Aunque la lluvia era un fenómeno que podía ser inusual para muchos, para Lizzy era una experiencia casi mística. Desde pequeña, había sentido una conexión especial con el agua y el mar, y la lluvia era una extensión de esa fascinación. Su primer nombre, Mar, y su amor por el cuarto en el que se encontraba, eran un testimonio de su aprecio por las variantes del agua.

Lizzy se levantó y se dirigió a la puerta de la cocina que daba al patio. Sus ojos brillaban con una emoción infantil mientras observaba el patio mojado. Era como si la lluvia hubiera convertido el mundo en un lugar mágico, lleno de posibilidades y sueños.

Con una sonrisa en el rostro, Lizzy abrió la puerta y salió al patio. Se quedó allí, bajo la lluvia ligera, con la cara levantada y los brazos extendidos como si quisiera abrazar el cielo. Sus risas suaves se mezclaban con el sonido de las gotas de agua que caían a su alrededor. Para ella, la lluvia era un regalo que la llenaba de alegría y gratitud.

Adrian, que estaba en la cocina, observaba la escena con ternura y admiración. Desde su lugar, podía ver a Lizzy disfrutar de la lluvia con una inocencia y belleza que lo conmovían profundamente. Se acercó sigilosamente a la puerta para no interrumpir el momento especial que Lizzy estaba viviendo.

Adrian: (en voz baja, con una sonrisa en el rostro) "Eres increíble, Lizzy. Nunca había visto a alguien disfrutar de la lluvia de esa manera."

La casa de los Famosos estaba envuelta en un manto de tranquilidad, donde la lluvia caía suavemente sobre el tejado. El mundo exterior se había transformado en una obra de arte de tonos grises y verdes, una sinfonía de agua y viento que envolvía todo en un abrazo reconfortante. Lizzy estaba en el salón, completamente inmersa en la serenidad que ofrecía el día lluvioso. Su cabello rubio caía en ondas alrededor de su rostro, mientras sus ojos celestes observaban cómo las gotas de lluvia se deslizaban por la ventana.

A pesar de que Lizzy solía ser una fanática de los días soleados, encontraba una belleza inigualable en la lluvia ligera. Para ella, no era simplemente agua cayendo del cielo; era una oportunidad para disfrutar de momentos sencillos y felices. Sentía una conexión especial con la lluvia, como si fuera una amiga que llegaba para celebrar con ella los pequeños placeres de la vida.

Lizzy: (con una expresión de felicidad) "Hay algo tan reconfortante en cómo la lluvia convierte el mundo en un lugar más suave y mágico. Me hace sentir como si pudiera detener el tiempo y disfrutar de este momento para siempre."

La lluvia era como una caricia de la naturaleza, y Lizzy estaba deseosa de experimentar su magia de una manera más cercana. Con una risa llena de alegría, se levantó del sofá y se dirigió hacia la puerta de la cocina que daba al patio. Al abrir la puerta, una ráfaga de aire fresco y húmedo la recibió, y Lizzy no pudo evitar sonreír ampliamente.

Salió al patio, sintiendo la lluvia sobre su piel y la frescura del agua en sus pies. Su risa era contagiosa, y sus movimientos eran los de una niña que acaba de recibir el regalo de Navidad que tanto deseaba. Observaba el jardín con ojos brillantes, como si viera un espectáculo de fuegos artificiales en lugar de una simple lluvia.

Adrian, que había estado en la cocina preparándose para algo más, observó a Lizzy con una mezcla de sorpresa y ternura. Desde su posición, vio cómo Lizzy disfrutaba del momento con una gracia que lo conmovía profundamente. Su amor por ella crecía con cada instante que pasaba a su lado, y ver cómo ella encontraba alegría en las cosas simples solo profundizaba esos sentimientos.

Decidió unirse a ella, su corazón rebosante de amor mientras contemplaba cómo Lizzy se entregaba por completo a la magia de la lluvia. Sin pensarlo, se acercó a la puerta de la cocina y salió al patio, el agua fría salpicándole mientras se dirigía hacia donde ella estaba.

Adrian: (con una sonrisa llena de admiración) "Eres verdaderamente mágica, Lizzy. Nunca había visto a alguien disfrutar de la lluvia de esta manera. Eres especial, encantadora, dulce, apasionada... no puedo describir lo feliz que me haces al ver cómo te iluminas con estas pequeñas cosas."

Lizzy giró su cabeza hacia él, su sonrisa aún más radiante al escuchar sus palabras. La lluvia seguía cayendo a su alrededor, y Adrian se dio cuenta de que este momento era uno que querría atesorar para siempre. Sin pensarlo dos veces, se unió a Lizzy en el patio, dejándose empapar por la lluvia.

Lizzy: (con una sonrisa juguetona) "¡Ven aquí, Adrian! Diviértete un poco. Vuelve a ser un niño por una vez. Siente la libertad y la felicidad de un día lluvioso. No te preocupes por mojarte, solo disfruta del momento."

Adrian miró a Lizzy con una mezcla de diversión y cariño. La forma en que ella se entregaba a la lluvia le parecía adorablemente loca y especial.

Adrian: (riendo) "Estás loca, ¿lo sabías? Pero esa locura es lo que me encanta de ti. Haría cualquier cosa contigo, incluso cosas que nunca pensé que haría por nadie. Tienes una magia y un encanto especial, y eres mi chica loca."

Con una expresión decidida, Adrian tomó la mano de Lizzy y la giró hacia él. La lluvia seguía cayendo, y ambos estaban empapados hasta los huesos. Adrian, con un brillo en los ojos, la levantó en sus brazos, girándola mientras ella reía a carcajadas. Era como si todo el mundo hubiera desaparecido, dejándolos solos en su burbuja de amor y felicidad.

Lizzy, a pesar de que Adrian era más alto y fuerte, lo atrajo hacia ella con una fuerza encantadora. Su abrazo era cálido y lleno de amor, y ella lo miró con una sonrisa traviesa antes de besarlo con dulzura. La lluvia seguía cayendo, mezclándose con sus besos mientras ambos se dejaban llevar por la magia del momento.

Lizzy: (entre risas) "No me importa si nos mojamos o si nos desarreglamos. Con todo lo que hemos vivido, este momento es perfecto. Contigo, todo es mágico y especial. Somos nosotros contra el mundo, y nuestro amor contra todo."

Adrian la miró con una sonrisa llena de devoción. No le importaba el agua fría, el cabello despeinado o la ropa empapada. Estar con Lizzy convertía cualquier situación en algo mágico y especial. La lluvia era solo un testigo de su amor, un recordatorio de la belleza que podían encontrar juntos en cada momento.

Adrian: "Con Lizzy, todo es perfecto. No me importa si estamos empapados o desarreglados. Estar contigo convierte cualquier momento en algo mágico."

Se abrazaron bajo la lluvia, el agua cayendo a su alrededor como una cortina protectora. En ese instante, el mundo exterior se desvaneció. Solo contaba el amor que compartían y la felicidad que encontraban en estar juntos.

La lluvia seguía cayendo sin cesar, creando una melodía suave y rítmica que acompañaba el ambiente mágico en el que Lizzy y Adrian se encontraban. Para Lizzy, el mundo parecía perfecto bajo el manto de agua que cubría todo, como si la lluvia fuera un velo que ocultaba las imperfecciones del día y resaltaba solo la belleza de su momento. Adrian, por su parte, estaba completamente fascinado por la manera en que Lizzy se entregaba a la lluvia con una alegría infantil.

Sin pensarlo dos veces, Adrian se unió a Lizzy en su aventura bajo la lluvia, dejándose empapar por completo. La frialdad del agua no parecía afectarle en absoluto; de hecho, la lluvia añadía una capa de intensidad y autenticidad a su experiencia. Su ropa se pegaba a su cuerpo, su cabello se oscurecía por el agua, y sin embargo, no había en su rostro ni una pizca de incomodidad. Solo había amor, devoción y un profundo deseo de compartir cada instante con Lizzy.

Adrian miraba a Lizzy con una expresión de admiración incondicional. Cada risa, cada gesto que hacía mientras disfrutaba de la lluvia, solo profundizaba su amor por ella. Para él, Lizzy no era solo una mujer especial; ella era su hilo rojo, su conexión profunda con algo más grande y más hermoso que él mismo. Era la persona con la que se sentía verdaderamente vivo, la que lograba hacerle sentir emociones que jamás había experimentado antes.

Adrian: (con una sonrisa llena de amor) "Lizzy, nunca he hecho algo así antes. Nunca me he dejado llevar por una locura como esta. Pero contigo, lo haría una y otra vez. No importa si nos ensuciamos o si la lluvia nos empapa, porque todo esto es parte de la magia que creas en mi vida."

Lizzy, con sus ojos brillando como estrellas bajo la lluvia, se volvió hacia él. La forma en que sus labios se curvaban en una sonrisa juguetona, la manera en que se movía con una elegancia natural mientras el agua caía sobre ella, todo esto hacía que Adrian se sintiera como el hombre más afortunado del mundo.

Lizzy: (riendo) "¡Entonces ven aquí, Adrian! Vamos a disfrutar de este momento juntos. No te preocupes por el frío ni por ensuciarte. ¡Deja que la lluvia sea nuestra aliada!"

Adrian asintió con entusiasmo y se acercó a Lizzy, tomándola de la mano. Juntos, comenzaron a girar y a bailar bajo la lluvia, como si fueran los protagonistas de una película romántica. Cada paso estaba lleno de una mezcla de ternura y pasión, cada giro estaba cargado de una energía que parecía provenir del propio cielo.

Mientras la lluvia seguía cayendo, Lizzy tomó la iniciativa y comenzó a mover a Adrian en una danza improvisada. Sus movimientos eran ligeros y llenos de vida, como si estuviera trazando formas en el aire con cada paso. Adrian, completamente cautivado por su alegría, siguió sus movimientos con una sonrisa en el rostro.

Lizzy: (con un brillo travieso en sus ojos) "¡Vamos a bailar como si no hubiera mañana! No importa si nos empapamos, si el suelo se vuelve resbaladizo. Lo importante es que estamos juntos en esto."

Adrian se rió y asintió. A pesar de ser un hombre de gran estatura y fuerza, se dejó llevar por la gracia de Lizzy. La manera en que ella lo miraba, como si fuera el único en el mundo, hizo que cada giro y cada paso se sintieran mágicos. Era como si la lluvia se hubiera convertido en un escenario solo para ellos, y todos los problemas y preocupaciones se desvanecieran en el aire.

Lizzy lo giró en círculos, sus risas llenando el espacio mientras él se dejaba llevar por la música natural de la lluvia. La conexión entre ellos era palpable, como si cada gota de agua estuviera sellando un vínculo aún más fuerte entre ellos. Los movimientos se volvieron más intensos, más apasionados, y en medio de la danza, sus labios se encontraron en un beso lleno de ternura y deseo.

Adrian: (mientras se besan) "Eres increíble, Lizzy. Nunca pensé que encontraría a alguien que pudiera hacerme sentir así. No solo te amo, sino que me haces sentir vivo de una manera que nunca imaginé."

Lizzy sonrió contra sus labios y lo miró con una intensidad que hizo que su corazón latiera más rápido. La forma en que el agua corría por su rostro, su risa que parecía una melodía celestial, todo en ella lo hacía sentir que estaba en el lugar correcto, con la persona adecuada.

Lizzy: (entre besos) "Te amo, Adrian. No importa lo que pase, no hay nadie más con quien prefiera estar. Eres mi refugio, mi alegría, mi todo."

Después de un momento de profundo romance bajo la lluvia, Lizzy decidió hacer el juego más interesante. Se alejó de Adrian, corriendo a través del patio mientras él la seguía con una sonrisa llena de diversión. Sus risas se mezclaban con el sonido de la lluvia, creando una melodía alegre y contagiosa que llenaba el aire.

Lizzy: (riendo mientras corre) "¡Atrápame si puedes, Adrian! ¡Vamos a ver qué tan rápido puedes ser!"

Adrian se lanzó en su persecución, sus pasos grandes y fuertes pisando el suelo mojado mientras intentaba alcanzarla. Lizzy, con su risa y su energía contagiosa, parecía moverse como una flecha, esquivando a Adrian con gracia. El juego entre ellos era un testimonio de la felicidad que encontraban en su compañía mutua.

Finalmente, Lizzy tropezó con un sofá de patio que estaba cubierto por una manta protectora. Se cayó sobre el sofá con un grito de sorpresa y risa, mientras Adrian la alcanzaba y se tumbaba junto a ella. La lluvia seguía cayendo sobre ellos, creando un entorno aún más mágico.

Adrian la miró con ternura, sus ojos reflejando el amor y la pasión que sentía por ella. Sin perder un segundo, se inclinó hacia ella y la besó con una mezcla de ternura y deseo. El beso era una promesa de su amor, una declaración de lo que significaba Lizzy para él. Cada toque, cada caricia estaba cargada de emociones profundas, y la lluvia se convirtió en un testigo mudo de su pasión.

Adrian: (con un susurro entre besos) "No me importa si estamos empapados, si la lluvia nos rodea o si el frío nos cala. Contigo, todo es perfecto. Eres la única con la que haría todas estas locuras, la única con la que quiero compartir cada momento."

Lizzy se abrazó a él, sintiendo el calor de su cuerpo contra el frío de la lluvia. Sus labios se movían con un deseo contenido, una pasión que había sido alimentada por la magia del momento. El amor entre ellos era palpable, y en ese instante, no había nada más importante que estar juntos y disfrutar de la magia de su conexión.

Lizzy: (murmurando) "Contigo, todo es especial. No importa lo que pase, siempre quiero estar a tu lado. Eres mi mundo, mi amor, mi felicidad."

Los besos entre ellos se volvieron más profundos, más intensos, mientras la lluvia seguía cayendo sobre ellos. El mundo exterior parecía haberse desvanecido, y solo existían Lizzy y Adrian, abrazados en un sofá del patio, empapados pero completamente felices.

Mientras Lizzy y Adrian se entregaban a su momento de pasión y ternura bajo la lluvia, el mundo parecía detenerse a su alrededor. La lluvia seguía cayendo, creando una cortina de agua que los envolvía y los mantenía en su burbuja de amor. Cada gesto, cada mirada estaba llena de significado, y el amor que compartían era un testimonio de la belleza que habían encontrado el uno en el otro.

Adrian no podía dejar de admirar a Lizzy, su forma de moverse, de reír, de amar. Ella era su todo, la persona que había transformado su vida de maneras que nunca había imaginado. No importaba si estaban empapados o si la lluvia les hacía sentir fríos, porque en ese momento, todo lo que importaba era el amor que compartían.

Adrian: (mirándola con devoción) "Eres lo mejor que me ha pasado, Lizzy. No importa lo que venga, siempre estaré a tu lado. Contigo, todo es más hermoso."

Lizzy le sonrió con una dulzura que hizo que su corazón se derritiera aún más. La forma en que él la miraba, el amor en sus ojos, la hacía sentir como la persona más especial del mundo. Ella sabía que su amor era real, profundo y sincero, y que no había nada que pudiera cambiar lo que sentían el uno por el otro.

Lizzy: (besándolo suavemente) "Y tú eres todo para mí. No hay nadie más con quien quiera estar, nadie más que pueda hacerme sentir así. Juntos somos invencibles, Adrian. Y en este momento, bajo la lluvia, siento que no necesito nada más."

Ambos se abrazaron con fuerza, sintiendo la calidez del otro a pesar del frío de la lluvia. Sus corazones latían al unísono, sincronizados por el amor que compartían. El mundo exterior, con todas sus preocupaciones y problemas, parecía insignificante comparado con lo que sentían en ese momento.

La lluvia continuaba cayendo, pero ellos no querían moverse. Cada segundo que pasaban juntos, abrazados y en silencio, era un testamento de su amor y de la felicidad que habían encontrado en los brazos del otro. Era un momento perfecto, uno que ninguno de los dos olvidaría jamás.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Adrian susurró al oído de Lizzy:

Adrian: "Te amo, Lizzy. Y siempre lo haré, sin importar las tormentas que enfrentemos."

Lizzy cerró los ojos, sintiendo las palabras de Adrian resonar en su corazón. Sabía que él lo decía en serio, que su amor era tan fuerte como la tormenta que los rodeaba, capaz de resistir cualquier obstáculo.

Lizzy: (con una voz suave) "Y yo te amo, Adrian. Siempre."

Se besaron una vez más, sellando la promesa de su amor eterno bajo la lluvia. El frío de la noche, la humedad de la lluvia, todo parecía desvanecerse mientras sus labios se encontraban, como si el amor que compartían fuera lo único que importaba en el mundo.

Cuando finalmente se separaron, Lizzy se acurrucó en el pecho de Adrian, disfrutando del sonido de su corazón latiendo fuerte y constante. La lluvia continuaba cayendo, pero ahora, bajo el manto de la noche y con el amor en sus corazones, Lizzy y Adrian sabían que nada podía separarlos.

Desde la sombra de la puerta, Sian observaba a Lizzy y Adrian, envueltos en su burbuja de felicidad bajo la lluvia. Cada risa de Lizzy, cada caricia que Adrian le daba, eran como cuchillos que se clavaban en el corazón de Sian. No podía apartar la vista, aunque cada segundo que los miraba se sentía más y más destruido por dentro. ¿Cómo había sido tan cobarde? ¿Por qué no había tenido el valor de declararle su amor a Lizzy cuando tuvo la oportunidad?

Sian se recargó contra la puerta, sintiendo el peso de sus propios pensamientos aplastarlo. Su pecho estaba apretado, como si cada latido de su corazón le recordara el amor que había dejado escapar. Lizzy era su sol, su razón de ser, y ahora, la veía en brazos de otro, riendo y disfrutando de la vida, mientras él se hundía en la oscuridad de sus decisiones.

Sian: (pensando en silencio) "¿Por qué no fui lo suficientemente valiente? Lizzy... siempre te amé. Pero ahora, ya es demasiado tarde."

Mientras tanto, Gala estaba en el interior, observando la escena desde la ventana, donde antes solía estar con Lizzy. Cada gota de lluvia que golpeaba el vidrio resonaba como un eco en su corazón. La culpa la consumía, y las lágrimas corrían por su rostro mientras contemplaba la felicidad de Lizzy con Adrian. Gala había tenido todo, lo más puro y hermoso en Lizzy, pero lo había dejado escapar por su propia ambición, por su deseo de venganza.

Se recordó a sí misma las veces que había tenido a Lizzy entre sus brazos, susurros de amor compartidos en la oscuridad de la noche. Pero ahora, esos recuerdos eran solo fantasmas, espectros de lo que podría haber sido si no hubiera dejado que su egoísmo la guiara.

Gala: (con voz temblorosa) "¿Por qué tuve que arruinarlo todo? Cambié oro por piedra... Lizzy, eras mi todo, y ahora te perdí para siempre."

La lluvia seguía cayendo, pero Gala no podía apartar la vista de la escena frente a ella. Cada beso que Lizzy le daba a Adrian, cada sonrisa que le dedicaba, eran como espinas que se clavaban en su corazón, recordándole que nunca volvería a sentir ese amor, ese cariño que había despreciado.

Gala dejó escapar un sollozo ahogado, apoyando su frente contra el frío cristal de la ventana. El arrepentimiento la envolvía como un manto oscuro, mientras el sonido de la lluvia mezclaba con sus lágrimas. Sabía que nunca podría recuperar lo que había perdido, y ese pensamiento la destrozaba por dentro.

Al verla en ese estado, Karime y Briggitte, que estaban cerca, sintieron la necesidad de intervenir. Karime fue la primera en acercarse a Gala, quien estaba de pie, temblando bajo la lluvia, empapada y sola. Su corazón se apretó al ver a su amiga tan abatida, sabiendo que había cometido errores, pero también entendiendo el dolor que sentía.

Karime colocó una mano suave en el hombro de Gala y le dijo con ternura:

Karime: "No estés sola en esta lluvia, Gala. Sé que duele, pero no tienes por qué enfrentarlo sola."

Gala levantó la vista, sus ojos llenos de lágrimas, y asintió débilmente. Aunque sabía que era su culpa, sentía un alivio en la comprensión y el apoyo de Karime. Pero el dolor seguía ahí, un peso ineludible en su corazón.

Briggitte, por su parte, se acercó a Sian, que estaba en la puerta, atrapado en sus propios pensamientos oscuros. Ella le tocó suavemente el brazo y le susurró, con una voz llena de empatía y preocupación:

Briggitte: "No te entregues, por favor. Si debes ser fuerte en estos tiempos, hazlo. No dejes que la tentación te consuma, Sian. Sé que es difícil, pero no estás solo."

Sian cerró los ojos, dejando que las palabras de Briggitte calaran en su ser. Sabía que tenía que ser fuerte, que no podía dejarse llevar por el dolor, pero eso no hacía que el sufrimiento fuera más fácil de soportar. Se sentía atrapado en una tormenta interna, una que solo él podía superar.

Ambos, Sian y Gala, se quedaron en silencio, cada uno luchando contra sus propios demonios. Pero sabían que tenían amigos que los apoyarían, que no los dejarían caer por completo. Sin embargo, la herida que llevaban dentro era profunda, y la imagen de Lizzy y Adrian, felices y enamorados, quedaría grabada en sus mentes, recordándoles el precio de sus errores y la amargura del arrepentimiento.

Karime y Briggitte se mantuvieron a su lado, como un faro en la tormenta, dispuestas a ofrecer consuelo y apoyo. Pero en el fondo, tanto Sian como Gala sabían que la única manera de superar su dolor sería enfrentando sus propios errores y encontrando la manera de seguir adelante, a pesar de todo.

Mientras la lluvia continuaba cayendo, marcando el ritmo de una noche llena de emociones encontradas, el mundo seguía girando. Lizzy y Adrian, ajenos al tormento de los demás, se entregaban por completo al amor que compartían, sin saber que eran el centro de la angustia de aquellos que, en otro tiempo, también los habían amado profundamente.

La lluvia seguía cayendo suavemente, empapando el patio donde Lizzy y Adrian se encontraban, creando un velo de gotas que parecía aislarlos del resto del mundo. Ambos estaban mojados, pero eso no les importaba; estaban demasiado perdidos el uno en el otro, en la magia del momento que compartían. La risa de Lizzy resonaba en el aire, llena de alegría, mientras seguía bajo Adrian, sus cuerpos aún entrelazados, sus almas conectadas en una danza silenciosa de emociones.

Lizzy miró a Adrian a los ojos, esos ojos que siempre le habían transmitido seguridad y amor incondicional. Sintió una oleada de calidez en su interior, a pesar del frío que la lluvia traía consigo. Sabía lo que quería, lo que ambos deseaban, y ese deseo iba más allá de la simple atracción física; era un deseo profundo, nacido del amor verdadero que había crecido entre ellos, un amor que cada día se hacía más fuerte, más intenso.

Con una sonrisa en los labios, Lizzy dejó que las palabras fluyeran de su corazón.

Lizzy: (asintiendo con determinación) "Sí, quiero."

Adrian la miró, sorprendido por la determinación en su voz, pero también lleno de ternura. Sabía exactamente a qué se refería, y esas palabras significaban más de lo que cualquiera podría imaginar. La había esperado, pacientemente, con el corazón en la mano, respetando sus tiempos, sus miedos, y sus deseos. Desde el principio, Adrian había entendido que Lizzy era especial, que su amor no era algo común, sino algo que debía ser atesorado, protegido y cuidado.

Recordó claramente la conversación que habían tenido poco tiempo atrás. Había sido un momento de vulnerabilidad, cuando él, con el corazón en la mano, le había confesado que la amaba con locura, que la deseaba profundamente, pero que la respetaba más que a nada en el mundo. Le había prometido que la esperaría, que no habría prisa, que cuando ella estuviera lista, él estaría allí, preparado para hacer que su primera noche juntos fuera mágica, única, tan especial como ella lo merecía.

Adrian: (con suavidad, acariciando su rostro) "¿Estás segura? Esto es algo muy importante... No hay vuelta atrás."

Lizzy asintió nuevamente, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y amor profundo. Sentía que ese era el momento adecuado, que no había nada más que esperar. Había encontrado en Adrian a su compañero, su cómplice, su amor verdadero. Sabía que con él estaba segura, protegida y amada, y no había nada en el mundo que deseara más que compartir ese amor de una manera que fuera tan mágica y especial como su conexión.

Lizzy: (con voz firme, pero dulce) "Estoy segura, Adrian. Te amo... Te amo con todo mi ser, y quiero que esta noche sea nuestra, como lo dijiste. Quiero que sea mágica, especial... como lo es nuestro amor."

Adrian sintió su corazón latir con fuerza ante las palabras de Lizzy. Había soñado con este momento, pero siempre había pensado que sería ella quien decidiera cuándo y cómo sucedería. Ahora, estaba aquí, diciéndole que lo quería, que lo amaba y que estaba lista para dar ese paso, para compartir con él algo tan íntimo y significativo. La adoraba por su valentía, por su honestidad, y por la forma en que siempre lograba sorprenderlo.

Adrian: (con una mezcla de amor y deseo) "Te amo, Lizzy. Siempre he soñado con este momento... Y prometo que haré que sea tan especial como tú lo eres para mí. No tienes que preocuparte por nada... Te protegeré, te cuidaré, y haré que cada segundo sea inolvidable."

La besó con una pasión contenida, una pasión que había estado esperando ser liberada, pero también con una ternura infinita. Quería que Lizzy sintiera cuánto la amaba, cuánto significaba para él. Era más que deseo; era un amor que lo consumía, un amor que lo hacía querer darle todo de sí, sin reservas, sin dudas.

Mientras el beso se profundizaba, Lizzy sintió que todo a su alrededor se desvanecía, que solo existían ellos dos en ese pequeño rincón del mundo, bajo la lluvia que seguía cayendo, pero que ya no importaba. Sus manos se entrelazaron, sus cuerpos se acercaron aún más, y el calor que compartían superaba cualquier frío que la lluvia pudiera traer.

Adrian se separó un poco, solo para poder mirarla nuevamente a los ojos. Esos ojos que tanto amaba, esos ojos que lo hacían sentir vivo, que lo hacían sentir que todo era posible.

Adrian: (con una sonrisa tierna) "No sabes cuánto te adoro, Lizzy. Haré que cada momento de esta noche sea perfecto... Y te prometo que, pase lo que pase, siempre te cuidaré, más que a nada en este mundo. Porque eres mi todo."

Lizzy sonrió, sintiendo que su corazón se hinchaba de amor por él. Sabía que había tomado la decisión correcta, que no había nadie más con quien quisiera compartir ese momento. Adrian era su refugio, su hogar, y juntos, sabían que podían enfrentar cualquier cosa.

Lizzy: (murmurando contra sus labios) "Y yo siempre estaré contigo, Adrian... siempre."

Se besaron nuevamente, esta vez con una pasión desbordante, mientras la lluvia seguía cayendo a su alrededor, sellando ese momento como testigo silencioso de su amor. No había nada que pudiera romper el vínculo que compartían, porque lo que tenían era real, era profundo, y era para siempre.

En medio de la lluvia, con sus cuerpos empapados y sus almas entrelazadas, Lizzy y Adrian sabían que habían cruzado un umbral. Lo que venía después solo ellos lo sabrían, pero estaban seguros de algo: ese amor que compartían era único, era verdadero, y lo cuidarían con todo su ser, protegiéndose mutuamente del mundo exterior, porque, en ese momento, nada más importaba. Eran ellos contra el mundo, y su amor era el escudo que los protegería de todo.

Mientras Lizzy y Adrian compartían su momento bajo la lluvia, dentro de la casa, las emociones hervían de manera diferente. Sian, quien observaba la escena desde la puerta, y Gala, que había visto todo desde la ventana, estaban atrapadas en una tormenta interna de celos, tristeza y enojo. Ambas se dieron cuenta de que habían perdido algo irremplazable, algo que habían dado por hecho, y la visión de Lizzy tan feliz, entregándose a Adrian, solo empeoraba el dolor.

Sian sintió un nudo en el estómago mientras veía cómo Adrian y Lizzy se besaban con tanta pasión. No podía soportar ver cómo su oportunidad con Lizzy se desvanecía ante sus ojos. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué había arruinado todo por no ser lo suficientemente valiente como para confesarle sus sentimientos? Su corazón dolía al ver a Lizzy tan feliz con otro, deseando haber tenido el valor de tomar la iniciativa antes.

Gala, por su parte, estaba sola, llorando en silencio mientras la lluvia seguía cayendo. Sus lágrimas se mezclaban con las gotas que corrían por su rostro, pero el frío no se comparaba con el hielo que sentía en su pecho. La culpabilidad la carcomía. Sabía que había perdido a Lizzy por su propia torpeza, por su egoísmo, y ahora el arrepentimiento la quemaba por dentro. Se preguntaba una y otra vez por qué había cambiado el oro de Lizzy por la piedra que era Agustín. ¿Por qué había sido tan ciega? Gala se sintió pequeña, rota, y sobre todo, sola.

Fue en ese momento cuando Karime, quien había estado observando desde un rincón, se acercó a Gala con un gesto serio pero compasivo. Karime entendía lo que era el amor no correspondido, el dolor de perder a alguien que nunca fue realmente tuyo.

—Gala —dijo suavemente, sentándose a su lado—, tienes derecho a sentir celos, sí, pero no a arruinar su felicidad. Tú pudiste intimar con Agustín, ¿pero ella no puede ser feliz? Amar también es dejar ser al que amamos, dejarlo ser feliz, aunque nos duela verlo con otro.

Gala levantó la vista hacia Karime, con los ojos hinchados y la mirada perdida. Sus palabras calaron hondo, y aunque sabía que Karime tenía razón, aceptar la realidad era mucho más difícil.

Antes de que Gala pudiera responder, Arath y Mario llegaron, notando el ambiente tenso. Arath, siempre el más perceptivo, frunció el ceño, preocupado.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Arath, su mirada se dirigió hacia la puerta, donde aún podía ver a Lizzy bajo la lluvia con Adrian—. ¿Y por qué Lizzy se está mojando afuera?

Briggite, que estaba a un lado, suspiró y les explicó a ambos lo que había estado sucediendo: cómo Lizzy y Adrian habían compartido un momento íntimo, y cómo, probablemente, estaban a punto de dar un paso más allá en su relación. Mario, que siempre había visto a Lizzy como una hermana menor, hizo un gesto de sorpresa.

—Oh, mi niña... —murmuró Mario, sintiendo una mezcla de felicidad por Lizzy y de tristeza por los que habían quedado atrás.

Arath, por su parte, se sintió nervioso y confuso. Lizzy siempre había sido como una hija para él, y la idea de que pudiera estar entregándose a Adrian, especialmente cuando este era un rival en muchos sentidos, lo llenó de preocupación. Sabía que Adrian no era una mala persona, pero las tensiones y rivalidades entre los equipos siempre habían estado presentes, y no podía evitar preocuparse por Lizzy, queriendo protegerla de todo mal.

Sin embargo, lo que Arath y Mario no entendían del todo era la profundidad del amor que Lizzy y Adrian compartían. Para ellos, no se trataba solo de una atracción física o de un capricho pasajero. Había algo más, una conexión tan intensa que superaba cualquier obstáculo. Lizzy había encontrado en Adrian alguien con quien podía ser ella misma, alguien que la hacía sentir amada, protegida, y sobre todo, comprendida.

Adrián podría ser un cretino, pero con Lizzy era diferente. Había algo en ella que lo desarmaba, que lo hacía querer ser mejor. A diferencia de Agustín, que había hecho alarde de sus conquistas y no dudaba en compartir detalles íntimos de lo sucedido con Gala en la suite, Adrián guardaba con recelo cada momento compartido con Lizzy. Para él, esos instantes eran sagrados, algo que pertenecía solo a ellos dos, lejos del morbo y las habladurías de los demás. Agustín, con su arrogancia y falta de tacto, había utilizado su relación con Gala como una herramienta para presumir, un medio para ganar terreno en el juego y, en el proceso, separarla de Lizzy. No obstante, en su afán por demostrar su dominio, había fallado en lo esencial: comprender que el verdadero amor no se trata de poder o control, sino de respeto, devoción y complicidad.

Adrián entendía esto de una manera que Agustín nunca podría. Amaba a Lizzy de verdad, con una pasión y ternura que lo sorprendían a él mismo. Cada vez que la miraba, sentía que el mundo se hacía más pequeño, como si solo existieran ellos dos. Lizzy era su alma gemela, su hilo rojo del destino, ese lazo invisible que los unía más allá de las circunstancias y las adversidades. No solo la veía como su pareja, sino también como su compañera en la competencia, su igual en todo sentido. Incluso cuando estaban en equipos opuestos, él no podía evitar admirarla, apoyarla en silencio, y desear que si él no ganaba, fuera ella quien se llevara la victoria. Lizzy lo merecía no solo por ser una competidora formidable, sino por ser la persona increíble que era: una amiga leal, una novia comprensiva y amorosa, y una competidora imbatible.

La noche en que decidieron dar ese paso tan importante en su relación fue mágica. Adrián había soñado con este momento desde que se dio cuenta de que lo que sentía por Lizzy iba más allá de la mera atracción. Quería que todo fuera perfecto, y aunque la situación no era la ideal —con cámaras en todos lados y la presión constante de la competencia—, lo único que le importaba era que Lizzy se sintiera amada y protegida. Desde el primer día que la conoció, supo que Lizzy era diferente. No era solo una chica bonita; era inteligente, divertida, y tenía una manera de ver el mundo que lo cautivaba. Ella era la persona con la que quería compartir su vida, y esa noche, mientras la lluvia caía sobre ellos, supo que ese era el momento.

Adrián la miró a los ojos, con el corazón latiendo a mil por hora, esperando que ella diera el primer paso. Y cuando Lizzy, sonriendo tímidamente pero con determinación, le dijo que sí, que quería dar ese paso con él, sintió que todo en su vida tenía sentido. La abrazó con fuerza, sintiendo cómo el calor de sus cuerpos se mezclaba con el frío de la lluvia. En ese momento, mientras la besaba con todo el amor y la pasión que sentía, supo que nunca dejaría que nadie, ni siquiera el juego, se interpusiera entre ellos.

Mientras tanto, dentro de la casa, Sian y Gala se estaban carcomiendo por dentro. Sian, quien había sido el primero en enamorarse de Lizzy, se sentía derrotado. Siempre había creído que tenía una oportunidad con ella, pero ahora, viendo cómo estaba con Adrián, se daba cuenta de que había perdido su chance. El dolor era insoportable, y aunque no quería admitirlo, sabía que en parte era su culpa. Había sido demasiado cobarde, demasiado indeciso, y ahora pagaba el precio. Gala, por otro lado, sentía una mezcla de rabia y tristeza. Había jugado con fuego, creyendo que podía tenerlo todo: a Agustín, la amistad de Lizzy, y su propia felicidad. Pero ahora, viendo cómo Lizzy y Adrián se unían más, comprendía que su egoísmo la había llevado a perder a una de las personas más importantes de su vida.

Karime, que siempre había sido la voz de la razón en el grupo, no pudo evitar acercarse a Gala, viendo cómo su amiga estaba al borde del colapso.

—Gala, tienes derecho a tener celos, a estar dolida —le dijo Karime con suavidad, pero firme—. Pero no tienes derecho a arruinar su felicidad. Si realmente la amas, debes dejarla ser feliz, aunque eso signifique que no sea contigo.

Gala la miró, sus ojos llenos de lágrimas, y asintió en silencio. Sabía que Karime tenía razón, pero aceptarlo era una de las cosas más difíciles que había tenido que hacer. Gala había intentado manipular la situación, jugando sus cartas de manera egoísta, y ahora pagaba el precio.

Lizzy estaba sentada en su habitación, rodeada de una calma inusual. Era una noche tranquila, perfecta para reflexionar sobre las cosas importantes de la vida. Karime y Briggitte, sus dos amigas más cercanas, estaban con ella, compartiendo una de esas charlas profundas que solo se tienen con quienes realmente confías. Las tres estaban en pijama, sentadas en círculo sobre la cama de Lizzy, con una taza de té en las manos.

Lizzy había estado pensando en Adrián todo el día, y finalmente decidió compartir sus pensamientos con las chicas. Sabía que ellas la entenderían y le darían los mejores consejos.

—Chicas, he estado pensando mucho en Adrián y en nuestra relación —comenzó Lizzy, su voz suave pero firme.

Karime y Briggitte se miraron entre sí, sabiendo que lo que Lizzy estaba a punto de decir era importante.

—¿Qué es lo que te ronda la cabeza, Liz? —preguntó Briggitte con una sonrisa cálida.

Lizzy tomó un sorbo de té antes de hablar.

—Me siento... especial, valiosa y mágica cuando estoy con él —confesó, su voz llena de emoción—. Cuando estoy con Adrián, me siento como si fuera la única persona en el mundo. Él me hace sentir única y hermosa, como si fuera un tesoro que merece ser cuidado y protegido.

Karime sonrió con complicidad.

—Eso suena como el verdadero amor, Lizzy —dijo, con un tono que mezclaba apoyo y picardía—. Y sabes qué, eso es lo que mereces. Alguien que te valore por lo que eres, que te haga sentir que eres lo más importante.

Lizzy asintió, sus ojos brillando con determinación.

—Sé que Adrián es tosco y bruto con todos los demás, pero conmigo es diferente. Conmigo es dulce y amable, me trata como si fuera su princesa. A veces, parece un ogro con los demás, pero cuando estamos juntos, es como si se convirtiera en mi príncipe azul. No sé cómo explicarlo, pero sé que con él estaré bien. Sé que me va a cuidar, que me va a valorar y respetar, porque soy especial para él.

Briggitte, que había estado escuchando atentamente, asintió en señal de aprobación.

—Eso es lo más importante, Lizzy. Que te haga sentir segura y querida. No importa cómo sea con los demás, lo que importa es cómo te trata a ti. Y si él es capaz de mostrarte ese lado suave y cariñoso, entonces sabes que es real.

Karime, que siempre había sido la más protectora del grupo, entrecerró los ojos con una expresión medio seria, medio juguetona.

—Más le vale, Lizzy. Porque si no te trata como te mereces, te juro que le voy a dar un buen golpe. Nadie se mete con mi chica sin enfrentarse a mí primero —dijo, levantando un puño en el aire para dramatizar su punto.

Las tres se rieron ante la imagen de Karime enfrentándose a Adrián, pero Lizzy sabía que, en el fondo, sus amigas estaban ahí para apoyarla en todo momento.

—Gracias, Kari —respondió Lizzy con una sonrisa—. Pero no creo que sea necesario. Adrián me ha demostrado que me quiere de verdad. Es solo que a veces siento que necesito asegurarme de que estoy haciendo lo correcto.

Briggitte se inclinó hacia adelante, sus ojos llenos de comprensión.

—Lizzy, todos tenemos dudas cuando estamos a punto de dar un gran paso. Es normal sentir un poco de miedo o incertidumbre. Pero si te sientes así de especial y amada con Adrián, entonces sabes que estás en el camino correcto. Confía en tus sentimientos.

Karime, quien nunca se había alejado de dar consejos directos, añadió:

—Mira, Liz, tú sabes que te mereces lo mejor. Si Adrián te hace sentir como una reina, entonces tienes que asegurarte de que siempre sea así. Hablen sobre lo que sienten, sobre lo que esperan el uno del otro. Y si alguna vez sientes que las cosas no están bien, no dudes en hablarlo. La comunicación es clave, y más cuando estás con alguien que te importa tanto.

Lizzy asintió, sintiendo que las palabras de sus amigas se asentaban en su corazón.

—Lo sé, y eso es lo que quiero hacer. Quiero hablar con Adrián, asegurarme de que estamos en la misma sintonía, que ambos queremos lo mismo. Porque no quiero que esto sea solo una etapa. Quiero que sea algo real, algo duradero.

Briggitte sonrió ampliamente.

—Eso es lo que te hace tan especial, Lizzy. Siempre piensas en el futuro, en lo que realmente importa. Y eso es algo que Adrián seguramente aprecia de ti.

Karime se levantó de la cama, estirando los brazos.

—Y hablando de futuro, es mejor que ese hombre se prepare, porque si te hace daño, va a tener que enfrentarse a nosotras —dijo en broma, pero con una pizca de seriedad que hizo que todas rieran.

Lizzy sintió una ola de gratitud hacia sus amigas. Sabía que, sin importar lo que pasara, siempre tendría su apoyo incondicional. Y aunque todavía tenía algunas dudas, estaba más segura que nunca de que con Adrián estaba tomando la decisión correcta.

—Gracias, chicas. No sé qué haría sin ustedes —dijo con una sonrisa radiante.

—¡Para eso estamos! —exclamó Karime, dándole un abrazo apretado.

—Y siempre lo estaremos —añadió Briggitte, uniéndose al abrazo.

Las tres se quedaron así, abrazadas, sintiendo la fuerza de su amistad y el amor que compartían. Lizzy sabía que el camino que estaba a punto de tomar con Adrián no sería fácil, pero con amigas como Karime y Briggitte a su lado, estaba segura de que podría enfrentar cualquier desafío.

Esa noche, Lizzy se acostó sabiendo que estaba rodeada de personas que la querían y la apoyaban, y que, pase lo que pase, siempre tendría un hogar en los corazones de sus amigas.

Adrián estaba sentado en uno de los sillones del área común, mirando pensativo al suelo. El ambiente en la casa era relajado, pero él no podía dejar de darle vueltas a lo que había estado en su mente desde hacía días. Estaba enamorado de Lizzy, más de lo que jamás había imaginado que podría estar de alguien. Y ahora que las cosas entre ellos se estaban poniendo serias, sentía la necesidad de hacer las cosas bien, de ser el hombre que Lizzy merecía. Sabía que ella se sentía lista para dar un paso más en su relación, y él también lo estaba. Pero quería asegurarse de que todo fuera perfecto, que ese momento fuera tan especial como ella.

Mientras reflexionaba sobre esto, Arath y Mario entraron en la sala, riendo por algo que había sucedido en la competencia de ese día. Cuando vieron la expresión seria en el rostro de Adrián, su risa se desvaneció un poco, y se acercaron a él, sentándose a su lado.

—¿Qué pasa, hermano? —preguntó Mario, dándole un ligero golpe en el hombro—. Pareces que has visto un fantasma.

Adrián levantó la mirada y esbozó una sonrisa, aunque todavía se notaba cierta tensión en su expresión.

—No es nada, solo estaba pensando en algunas cosas —respondió, intentando sonar despreocupado.

Arath, siempre perceptivo, no se dejó engañar.

—Vamos, Adrián. Te conocemos lo suficiente para saber que cuando dices que no es nada, en realidad es algo importante —dijo con una sonrisa comprensiva—. ¿Es algo sobre Lizzy?

Adrián suspiró, dándose cuenta de que no tenía sentido ocultarlo. Estos dos eran sus amigos, y confiaba en ellos. Si alguien podía darle buenos consejos, eran Arath y Mario.

—Sí, es sobre Lizzy —admitió finalmente—. Ustedes saben que estoy loco por ella. Desde que nos conocimos, supe que era especial, pero ahora... bueno, las cosas se están volviendo más serias entre nosotros, y quiero asegurarme de que todo salga bien. Quiero darle algo más, quiero que sepa lo mucho que significa para mí.

Mario asintió, entendiendo a dónde iba la conversación.

—¿Estás pensando en dar un paso más en la relación? —preguntó, tratando de ser lo más directo posible.

Adrián asintió lentamente.

—Sí. Sé que Lizzy está lista, y yo también lo estoy. Pero quiero asegurarme de que todo sea perfecto. Ella se merece lo mejor, y quiero que este momento sea algo que ambos recordemos siempre.

Arath sonrió con una mezcla de apoyo y algo de picardía.

—Eso es genial, Adrián. Se nota que realmente te importa. Y por lo que hemos visto, Lizzy te adora. Pero es bueno que estés tomándote tu tiempo para pensar en esto. Significa que realmente quieres hacer las cosas bien.

Adrián se pasó una mano por el cabello, nervioso.

—Es que no quiero apresurarme ni cometer errores. Lizzy es la mejor persona que he conocido, y quiero que se sienta amada, respetada, y segura. No quiero que tenga ninguna duda sobre mis intenciones.

Mario, siempre el más pragmático del grupo, decidió intervenir.

—Lo más importante es que seas sincero con ella. Si ambos están en la misma página, no hay razón para preocuparse tanto. Y por lo que hemos visto, tú la respetas y valoras mucho. Eso es lo que más cuenta. Haz que se sienta especial, como ya lo haces, y todo saldrá bien.

Adrián asintió, agradecido por las palabras de Mario. Sabía que tenía razón, pero aún así quería asegurarse de que todo fuera perfecto.

—Y no te olvides de algo —agregó Arath, con una mirada más seria—. Recuerda que también tienes que cuidarte a ti mismo en esto. Es fácil perderse en hacer que la otra persona sea feliz, pero es igual de importante que tú también te sientas bien con lo que estás haciendo. Si estás seguro de que esto es lo que ambos quieren, entonces ve por ello, pero hazlo porque también te hace feliz a ti.

Adrián lo pensó por un momento, sabiendo que Arath también tenía razón. Era fácil dejarse llevar por el deseo de hacer feliz a Lizzy, pero también tenía que asegurarse de que él estuviera bien con todo lo que venía.

—Tienes razón, Arath —dijo finalmente—. Quiero que este momento sea especial para ambos. Y sé que será así si nos apoyamos mutuamente, como lo hemos hecho hasta ahora.

Mario se levantó y le dio una palmada en la espalda.

—Eso es, hermano. Confía en ti mismo y en lo que sientes por ella. Al final del día, eso es lo que más importa. Y si alguna vez necesitas hablar, estamos aquí para ti.

Arath asintió en acuerdo.

—Exacto. No estás solo en esto, Adrián. Tienes a tus amigos para apoyarte, y tienes a Lizzy, que claramente está tan enamorada de ti como tú de ella. Así que relájate un poco y disfruta de lo que tienen.

Adrián sintió cómo el peso en su pecho se aligeraba un poco. Hablar con Arath y Mario había sido justo lo que necesitaba para aclarar sus pensamientos y sentirse más seguro de dar ese paso con Lizzy.

—Gracias, chicos. De verdad, necesitaba escuchar eso —dijo, sintiéndose más tranquilo.

Mario sonrió y se cruzó de brazos.

—No hay de qué. Ahora, lo único que queda es que sigas tu corazón. Lizzy es una chica increíble, y tú también eres un buen tipo. Estoy seguro de que todo saldrá bien.

Con esas palabras de aliento, Adrián se sintió más decidido que nunca. Sabía que lo que tenía con Lizzy era algo especial, algo que no quería perder. Y ahora, con el apoyo de sus amigos, se sentía listo para dar ese gran paso. No importaba lo que los demás pensaran o lo que pudiera pasar en el futuro; él estaba decidido a hacer que Lizzy se sintiera tan amada y especial como ella lo hacía sentir a él.

Y así, con una nueva confianza, Adrián se levantó del sillón, listo para enfrentar lo que venía. Sabía que con Lizzy a su lado, no había nada que no pudiera lograr.

Karime y Briggitte estaban en plena acción en el vestidor, rodeadas de telas, cosméticos y todos los accesorios imaginables. Lizzy, que ya era hermosa por sí misma, se estaba preparando para su noche especial con Adrian. La dedicación de sus amigas era palpable; querían que Lizzy brillara más que nunca en esta ocasión tan significativa. Cada uno de los detalles se ajustaba a la perfección: el vestido que le quedaba como un guante, el maquillaje que acentuaba sus rasgos y el peinado que hacía que su cabello pareciera aún más radiante.

Karime se encargó del maquillaje, eligiendo tonos que resaltaran sus ojos y complementaran su vestido. Su habilidad con los pinceles y las sombras hacía que Lizzy pareciera una estrella en el firmamento, lista para deslumbrar. Briggitte, por su parte, trabajaba en el peinado, creando ondas suaves que caían con elegancia sobre los hombros de Lizzy. Ambas estaban sumamente concentradas, trabajando en sincronía para garantizar que Lizzy se sintiera no solo hermosa, sino también segura y lista para dar el siguiente paso con Adrian.

—¡Perfecto! —exclamó Karime al terminar, mientras daba los últimos toques con un brillo sutil—. Ahora estás lista para robarte la noche, Lizzy. No solo estás increíblemente hermosa, sino que también estás irradiando una energía que solo puede venir del amor verdadero.

—Sí, estás perfecta —añadió Briggitte, ajustando un último mechón de cabello—. Adrian no va a poder apartar la vista de ti.

Lizzy sonrió, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. Sus amigas estaban haciendo un esfuerzo enorme para asegurarse de que todo fuera perfecto, y no podía estar más agradecida.

—Gracias a las dos —dijo Lizzy con sinceridad—. No sé qué haría sin ustedes. Me siento increíble, y es todo gracias a vosotras.

Mientras Lizzy se preparaba, Adrian estaba en la sala común, en compañía de Agustín y Ricardo, quienes estaban listos para darle algunos consejos cruciales. La noche anterior, Agustín había tenido una conversación con él sobre la importancia de hacer que el momento fuera especial. Aunque Agustín había sido parte del plan para separarla de Gala, había llegado a respetar y hasta admirar el compromiso de Adrian con Lizzy. Sabía que la relación de Adrian con Lizzy era auténtica, y no podía evitar sentirse un poco envidioso por la profundidad de sus sentimientos.

—¿Estás listo para esta noche? —preguntó Agustín, sentado al borde del sofá y mirando a Adrian con una expresión seria—. No puedo decir que me guste mucho que Lizzy y Gala estén en bandos opuestos, pero admiro que estés tan comprometido con ella.

Adrian asintió, nervioso pero decidido.

—Sí, estoy listo. He pensado mucho en lo que quiero decir y en cómo quiero hacerlo. Lizzy se merece lo mejor, y quiero asegurarme de que esta noche sea todo lo que ella espera y más.

Ricardo, que estaba cerca y había escuchado la conversación, intervino con una sonrisa comprensiva.

—Recuerda, Adrian, que lo más importante es ser sincero y auténtico. Lizzy ha pasado por mucho y ha demostrado ser una persona maravillosa. Merece alguien que la trate con amor y respeto, y eso es lo que tú deberías mostrarle esta noche.

—Sí, y asegúrate de cuidar de ella —añadió Sian, que también estaba presente—. Lizzy es una de las personas más valiosas que he conocido, y ha sido una fuente de luz en medio de la oscuridad para muchos. No dejes que ella se sienta decepcionada o herida de ninguna manera. Si alguna vez la lastimas, te haré pagar por ello.

Adrian, mirando a Sian con seriedad, asintió en acuerdo.

—Lo sé. La cuidaré con mi vida. Lizzy es todo para mí, y quiero hacerla feliz. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por ella, incluso si eso significa cambiar mi forma de ser para ser el hombre que ella merece.

—Esa es la actitud correcta —dijo Ricardo, sonriendo—. Lizzy merece ser feliz, y está claro que tú la haces feliz. No dejes que nada se interponga en ese amor.

Agustín asintió, aunque su expresión estaba mezclada con una pizca de celos y resignación.

—Sí, como dije, admiro lo que tienes con Lizzy. Aunque mis caminos con Gala no resultaron como esperaba, respeto lo que tú y Lizzy tienen. Haz que sea una noche inolvidable para ambos.

Con esos consejos en mente, Adrian se sintió más seguro y preparado para enfrentar la noche que tenía por delante. Sus amigos le habían dado el impulso final que necesitaba para asegurar que el momento fuera perfecto.

Mientras tanto, fuera de la casa, Lizzy estaba en el jardín, respirando el aire fresco de la noche. La lluvia había comenzado a caer suavemente, creando un ambiente romántico y mágico. La suave llovizna no había hecho más que realzar su belleza y su emoción.

Cuando Adrian apareció en el jardín, su mirada se iluminó al ver a Lizzy. Ella estaba radiante bajo la lluvia, con una sonrisa que podía iluminar la noche más oscura. La forma en que el agua caía sobre ella solo acentuaba su belleza, haciéndola parecer aún más especial.

Adrian, con una sonrisa en el rostro, se acercó a ella y la abrazó. El contacto de su piel contra la de ella, el calor que compartían a pesar de la lluvia fría, era exactamente lo que ambos necesitaban. Mientras se miraban a los ojos, ambos supieron que este era un momento que quedaría grabado en sus corazones para siempre.

—Eres increíble, Lizzy —le dijo Adrian, mientras la tomaba de la mano—. No puedo creer lo afortunado que soy de tenerte en mi vida.

Lizzy, sintiendo la sinceridad en sus palabras, sonrió con ternura.

—Y yo me siento especial contigo. Eres todo lo que he deseado, y más. Nunca había sentido algo así antes.

Ambos se besaron bajo la lluvia, con una pasión y ternura que solo se puede experimentar cuando se está completamente enamorado. En ese momento, el mundo exterior parecía desaparecer, y todo lo que quedaba era el amor que compartían.

La noche continuó con una mezcla de romance y magia, y mientras compartían risas, besos y momentos especiales, Adrian y Lizzy supieron que este era solo el comienzo de un viaje maravilloso juntos. La lluvia, que había sido testigo de su amor, se convirtió en un símbolo de la pureza y la belleza de su conexión.

En la casa, los consejos de Agustín, Ricardo y Sian habían preparado a Adrian para hacer de esta noche algo inolvidable. Y aunque los planes de algunos de sus rivales no habían resultado como esperaban, el verdadero triunfo fue el amor que Adrian y Lizzy compartían, una conexión que no podía ser rota por nada ni nadie.

Así, bajo la lluvia y rodeados por la magia de su amor, Adrian y Lizzy dieron un paso más allá en su relación, sabiendo que lo que tenían era real y duradero. Y mientras el mundo continuaba a su alrededor, ellos se aferraron a lo que habían encontrado juntos, celebrando la promesa de un futuro lleno de amor y felicidad.

En la tranquila noche en la casa, el ambiente se volvía cada vez más emotivo. Mientras Lizzy y Adrian disfrutaban de su momento especial bajo la lluvia, el resto de la casa estaba sumido en un torbellino de emociones. Gala, quien había estado observando desde la ventana con una mezcla de rabia y tristeza, estaba consumida por el dolor y la confusión. La imagen de Lizzy y Adrian juntos, felices y enamorados, era una puñalada directa a su corazón, ya que aún no había superado su propia traición y el dolor que había causado.

Gala había sido testigo del amor verdadero entre Lizzy y Adrian, y aunque había intentado arruinar su felicidad al involucrarse con Agustin, ahora enfrentaba la dura realidad de su elección. Sentada en un rincón oscuro de la casa, Gala sollozaba, sintiendo cómo las lágrimas caían sin control. Cada lágrima parecía llevarse consigo una parte del peso de su culpa y arrepentimiento.

Briggitte, que había estado cerca de Gala durante todo el proceso, se acercó con un gesto de consuelo. Su mirada era suave y llena de comprensión, ya que ella misma había enfrentado el dolor en su pasado.

—Gala —dijo Briggitte con una voz calmada—. Sé que esto es extremadamente difícil para ti. Ver a Lizzy feliz con Adrian después de todo lo que pasó debe ser desgarrador. Pero tienes que entender que tus acciones tuvieron consecuencias, y ahora es momento de enfrentar esa realidad. Lizzy ha encontrado su felicidad y merece vivirla plenamente.

Karime, que también estaba cerca, se unió a la conversación. Su enfoque era firme pero empático, sabiendo que Gala necesitaba tanto consejo como consuelo en ese momento crítico.

—Briggitte tiene razón —dijo Karime—. Tú cometiste errores y esos errores afectaron a Lizzy. Ella ha pasado por mucho y ha encontrado algo especial con Adrian. No puedes seguir lamentándote por lo que pasó, tienes que dejar que Lizzy viva su vida. Ella ha sido fuerte y ha demostrado su capacidad para superar el dolor, y ahora es momento de que tú también lo hagas.

Gala escuchaba con atención, las palabras de sus amigas resonando en su mente. Aunque el dolor era inmenso, comenzó a comprender que sus acciones habían tenido consecuencias profundas y que su propio camino hacia la aceptación y el perdón era necesario.

Mientras tanto, en otro rincón de la casa, Gomita estaba lidiando con sus propios sentimientos de tristeza y resignación. A pesar de que la relación con Agustin había sido dolorosa, Gomita se había convertido en una amiga leal y solidaria para Lizzy, apoyándola en sus momentos más difíciles. Recordaba cómo Lizzy había organizado una fiesta para ella, un acto de amistad y empatía que había sido un bálsamo para su propio corazón roto.

Gomita, al igual que Lizzy, había sufrido a causa de Agustin, y aunque el dolor era similar, entendía que Lizzy tenía derecho a ser feliz. Lizzy había demostrado ser una amiga verdadera, y ahora que había encontrado un amor genuino con Adrian, Gomita sentía que su felicidad era merecida.

—Lizzy ha sido una luz en mi vida —pensaba Gomita—. Ella me ha apoyado cuando más lo necesitaba, y ahora, al verla feliz con Adrian, me siento aliviada de que haya encontrado a alguien que la valore y respete. Aunque mi propio dolor persiste, estoy contenta de que ella haya encontrado algo verdadero.

Mientras Gala lidiaba con sus emociones, Agustin, quien estaba en una conversación aparte con algunos amigos, escuchó los comentarios y el apoyo que Lizzy estaba recibiendo. A pesar de su propio papel en la situación, Agustin no pudo evitar sentir una mezcla de respeto y resignación. Aunque había estado involucrado en los problemas, entendía que Lizzy había encontrado algo especial con Adrian.

—Adrian —dijo Agustin en tono serio—. Aunque mis acciones pasadas hayan causado dolor, quiero que sepas que Lizzy merece lo mejor. Si has encontrado algo verdadero con ella, debes valorarlo. No todos tienen la oportunidad de encontrar un amor tan auténtico, y es importante que lo aprecies.

Ricardo y Sian, también presentes en la conversación, ofrecieron sus perspectivas. Ricardo, consciente de los problemas que había surgido, se preocupaba por el bienestar de Lizzy.

—Lizzy ha pasado por mucho —dijo Ricardo con sinceridad—. Ha enfrentado traiciones y dolor, y ahora que ha encontrado algo especial con Adrian, es importante que él la trate con el respeto y el amor que merece. Si alguna vez la hiere, habrá consecuencias.

Sian, con una actitud práctica pero solidaria, añadió:

—Adrian, si realmente amas a Lizzy, debes ser consciente de lo que ha pasado. Ella ha enfrentado mucho dolor, y tu responsabilidad es ser una fuente de amor y estabilidad. Si fallas en esto, no solo será un problema para ella, sino para todos nosotros.

Adrian, conmovido por las palabras y consciente de la responsabilidad que tenía, respondió con firmeza.

—No tengo intención de fallar. Lizzy significa todo para mí, y estoy comprometido a cuidarla y amarla. Ella ha sido una luz en mi vida, y haré todo lo posible para hacerla feliz. Sé que ha pasado por mucho y no tengo intención de agregar más dolor a su vida.

La noche continuaba, y la lluvia seguía cayendo suavemente, simbolizando tanto la purificación como el nuevo comienzo. Mientras Gala seguía luchando con su propio arrepentimiento y tristeza, el apoyo y comprensión de sus amigos eran cruciales para su proceso de aceptación.

En el jardín, Lizzy y Adrian seguían disfrutando de su momento especial, sus risas y sonrisas iluminando la noche. Cada gota de lluvia parecía lavar el dolor del pasado y traer consigo una promesa de un futuro brillante y lleno de amor. Aunque el camino no había sido fácil, el amor y el apoyo de aquellos que realmente se preocupaban por Lizzy y Adrian eran un testimonio de la capacidad de las personas para enfrentar el dolor y buscar un futuro mejor.

En la noche lluviosa, el ambiente en la casa era una mezcla de emociones intensas. Mientras Lizzy y Adrian disfrutaban de su momento especial, el resto de la casa se preparaba para brindar apoyo y consejos a la pareja. La situación era delicada, y cada grupo de amigos tenía su propia perspectiva sobre lo que estaba sucediendo.

Arath y Mario, que siempre habían sido protectores y leales a Lizzy, se reunieron con ella en su habitación. Había una mezcla de preocupación y admiración en sus rostros mientras la escuchaban hablar sobre su relación con Adrian. La atmósfera estaba cargada de sinceridad y afecto.

—Lizzy —dijo Arath con una sonrisa cálida—, hemos visto todo lo que has pasado. Eres una persona increíble, y mereces toda la felicidad del mundo. Adrian parece ser alguien que realmente te valora y respeta, lo cual es fundamental para una relación duradera. Mi consejo es que sigas adelante con él si sientes que es lo correcto. Tu felicidad es lo más importante.

Mario, que había sido un amigo cercano y confidencial para Lizzy, también intervino con palabras de aliento.

—Arath tiene razón. Has enfrentado mucho y has demostrado ser fuerte y valiente. Adrian parece ser un buen hombre que te ama sinceramente. Lo que debes hacer ahora es seguir tu corazón y permitirte ser feliz. No te preocupes por lo que digan los demás. Tu felicidad y tu bienestar son lo más importante.

Briggitte y Karime, que habían estado más cerca de Lizzy en los momentos difíciles, se unieron a la conversación con una mezcla de emoción y sabiduría.

—Lizzy —dijo Briggitte—, eres una persona especial. Has mostrado tu fuerza y tu capacidad para superar el dolor. Ahora es el momento de permitirte ser feliz y disfrutar del amor que Adrian te ofrece. No permitas que el miedo al pasado te impida vivir el presente.

Karime, siempre práctica pero con un corazón lleno de cariño, agregó:

—Lizzy, tu relación con Adrian parece ser algo genuino y profundo. No te dejes influenciar por el pasado o las opiniones de los demás. Tómate el tiempo para disfrutar de este momento y para construir algo hermoso juntos. Si sientes que él es el indicado para ti, confía en tu instinto.

Mientras tanto, Sian, Agustin, Gomita y Ricardo se reunieron con Adrian en otro rincón de la casa. La conversación era intensa, y todos estaban enfocados en asegurarse de que Adrian entendiera la importancia de su relación con Lizzy.

Sian, a pesar de su propio dolor, tenía el corazón en el lugar correcto. Su principal preocupación era la felicidad de Lizzy.

—Adrian —dijo Sian con sinceridad—, entiendo que la situación es complicada, pero lo más importante es que cuides a Lizzy. Ella ha pasado por mucho y se merece lo mejor. Si realmente la amas, demuéstraselo. No la lastimes, porque ella ha sufrido bastante. Tu responsabilidad es protegerla y hacerla feliz.

Agustin, que había tenido un papel complicado en la historia, también se unió a la conversación con una actitud madura.

—Adrian, sé que las cosas no han sido fáciles para ninguno de ustedes. Mi consejo es que te asegures de que Lizzy sienta que la amas de verdad. No le des motivos para dudar de tus sentimientos. Ella merece ser feliz y debe sentir que estás comprometido con ella de manera genuina.

Gomita, que había sido una amiga leal para Lizzy, ofreció su perspectiva desde un lugar de empatía.

—Adrian, entiendo que esta es una etapa importante para ti. Lizzy ha pasado por mucho, y la forma en que la trates ahora determinará el futuro de su relación. Asegúrate de que ella se sienta valorada y amada en todo momento. Tu apoyo y cariño significan mucho para ella.

Ricardo, siempre con un enfoque práctico pero lleno de afecto, añadió:

—Adrian, es crucial que actúes con sinceridad y dedicación. Lizzy ha estado buscando una relación verdadera y estable, y ahora que la ha encontrado contigo, debes ser el hombre que ella necesita. Cuídala y respétala, porque se lo merece. La honestidad y el compromiso son clave para una relación exitosa.

Gala:

En medio de toda la actividad, Gala permanecía en un rincón, observando con un dolor profundo. Aunque había causado el dolor y la traición en el pasado, el sufrimiento de ver a Lizzy feliz con Adrian la afectaba más de lo que había esperado. Sabía que el camino que había elegido había llevado a este punto, y aunque su orgullo y su dolor eran evidentes, también estaba empezando a reconocer el daño que había causado.

—Es horrible —murmuró Gala para sí misma—, ver al amor de tu vida ser feliz con el amor de su vida mientras tú estás rota. Pero sé que la culpa de todo esto es mía, y aunque me duele, entiendo que Lizzy tiene derecho a ser feliz, incluso si eso significa estar con Adrian.

Briggitte y Karime, viendo la lucha interna de Gala, se acercaron para ofrecerle consuelo.

—Gala —dijo Briggitte—, sabes que lo que hiciste tuvo consecuencias, y ahora es momento de enfrentar esa realidad. Lizzy ha encontrado algo especial con Adrian, y tu papel en todo esto debe ser aceptar la situación y permitir que ellos sean felices.

Karime, con una actitud de comprensión, añadió:

—No podemos cambiar el pasado, Gala. Pero sí podemos aprender de él y avanzar. Lizzy ha mostrado una gran fortaleza, y ahora es el momento de que tú también lo hagas. En lugar de enfocarte en el dolor, intenta encontrar tu propio camino hacia la sanación y la aceptación.

Mientras tanto, la lluvia seguía cayendo, creando un ambiente simbólico de purificación y renovación. Lizzy y Adrian se preparaban para una noche especial, y el apoyo de sus amigos y seres queridos era un testimonio de la fuerza de su amor y la importancia de la honestidad y el compromiso en las relaciones.

El ambiente estaba cargado de emoción y esperanza, y aunque el camino hacia la felicidad no siempre fue fácil, el apoyo mutuo y la comprensión eran fundamentales para avanzar hacia un futuro lleno de posibilidades y amor verdadero.

En la quietud de la noche, mientras la lluvia seguía cayendo afuera, Lizzy se encontraba en un rincón tranquilo de la casa. La atmósfera estaba cargada de emoción y esperanza. Mientras sus amigos continuaban brindándole apoyo, Lizzy comenzó a recordar los momentos especiales que había compartido con Adrian. Cada recuerdo era como una joya preciosa, y todos juntos formaban una imagen vibrante de su relación.

Lizzy cerró los ojos y dejó que su mente viajara hacia los momentos más significativos con Adrian. Recordó su primer encuentro, la chispa que había sentido en el aire y cómo, a pesar de la competencia, algo en él le había atraído desde el principio. Revivió las risas compartidas, las conversaciones profundas y las pequeñas sorpresas que habían hecho que su relación se sintiera mágica y única.

Pensó en la primera vez que Adrian había mostrado su verdadero yo, despojándose de la imagen de rival y mostrando su lado más tierno y protector. Recordó las noches en que él la había consolado durante sus momentos más difíciles, y cómo cada gesto de amor y cariño le había demostrado que él era diferente. La forma en que él había respetado sus tiempos y su espacio, esperando pacientemente a que ella estuviera lista para dar el siguiente paso en su relación, era un testimonio de su sinceridad y dedicación.

Lizzy sonrió al recordar cómo Adrian había hecho de cada momento juntos algo especial. Desde las pequeñas sorpresas hasta los grandes gestos, él había demostrado una y otra vez que la amaba profundamente. La idea de compartir su vida con él, de construir un futuro juntos, le llenaba de una felicidad que había estado esperando.

Después de sumergirse en estos recuerdos, Lizzy sintió una oleada de emoción y anticipación. Sabía que esta noche iba a ser especial, un momento para consolidar su amor y dar un paso más allá en su relación con Adrian. Se preparó con cuidado, eligiendo un atuendo que realzara su belleza natural, y se dirigió al lugar donde Adrian la esperaba.

Cuando llegó, vio a Adrian esperando con una mezcla de nerviosismo y emoción. Sus ojos brillaron al verla, y el amor y la ternura en su mirada eran evidentes. Adrian se acercó a ella con una sonrisa que reflejaba la profunda admiración y cariño que sentía.

—Lizzy —dijo Adrian con una voz llena de emoción—, me alegra verte. Estaba esperando este momento con ansias. ¿Cómo te sientes?

Lizzy le respondió con una sonrisa radiante, su corazón latiendo con fuerza.

—Me siento increíble. He estado recordando todos los momentos especiales que hemos compartido, y estoy lista para dar este paso contigo. Eres el amor de mi vida, Adrian, y quiero que esta noche sea tan mágica y especial como lo que sentimos el uno por el otro.

Adrian la miró con profunda admiración y emoción, sus ojos reflejando el amor y la dedicación que sentía por ella.

—Lizzy, no hay nada que desee más que hacerte feliz. He esperado este momento porque quiero que sea perfecto para ti. Eres todo para mí, y quiero que siempre te sientas amada y valorada.

Sin decir más, se acercaron y se abrazaron, sus corazones latían al unísono mientras compartían un beso lleno de pasión y ternura. La conexión entre ellos era palpable, y el mundo parecía desvanecerse a su alrededor.

Mientras Lizzy y Adrian compartían su momento especial, sus amigos observaban con una mezcla de felicidad y alivio. Arath, Mario, Briggitte, Karime, Sian, Agustin, Gomita y Ricardo habían sido testigos del viaje emocional de Lizzy y Adrian, y verlos juntos en este momento de intimidad y amor era un alivio y una alegría para ellos.

—Mira cómo se miran —dijo Arath con una sonrisa satisfecha—. Se merecen toda la felicidad del mundo. Es evidente cuánto se aman y lo felices que se hacen mutuamente.

Mario asintió, su rostro iluminado por una sonrisa cálida.

—Sí, es hermoso verlos juntos. Han pasado por tantas cosas, y ahora tienen la oportunidad de disfrutar de lo que han construido juntos. Me alegra ver que finalmente están encontrando la felicidad.

Briggitte y Karime compartieron una mirada de complicidad, sabiendo que el amor verdadero y la felicidad estaban al alcance de Lizzy y Adrian.

—Han trabajado mucho para llegar hasta aquí —dijo Briggitte—. Han demostrado que su amor es real y que están dispuestos a luchar por ello. Me alegra ver que están disfrutando de su momento.

Karime, siempre práctica pero con un corazón lleno de cariño, añadió:

—Esta noche es solo el comienzo de un capítulo hermoso en sus vidas. Merecen disfrutar de cada instante y construir un futuro juntos lleno de amor y felicidad.

Sian, a pesar de su dolor, observaba con una mezcla de tristeza y esperanza. Sabía que Lizzy había encontrado algo especial con Adrian y, aunque su propio corazón estaba herido, deseaba lo mejor para ella.

—Ellos parecen tan felices —murmuró Sian—. Aunque me duele verlos juntos, sé que Lizzy merece ser feliz y que Adrian la hace feliz. Solo deseo que su amor continúe creciendo y que encuentren la felicidad que buscan.

Mientras Lizzy y Adrian compartían su noche especial, el apoyo y el amor de sus amigos se sintieron como una cálida manta de afecto que los envolvía. La lluvia continuaba cayendo, pero dentro de la casa, el ambiente estaba lleno de esperanza y alegría, y el futuro parecía brillante para la pareja que había encontrado su camino hacia el amor verdadero.

En la penumbra de la noche, mientras la lluvia seguía su curso implacable, Gala se encontraba en un estado de desesperación y celos. La vista de Lizzy y Adrian compartiendo su amor y felicidad había sido un golpe doloroso para ella, y la sensación de pérdida y traición la consumía. En un intento desesperado de calmar su angustia y de alguna manera hacer frente a la situación, Gala decidió buscar a Agustín, su actual novio, y entregarse a la pasión con él.

Gala había estado dando vueltas por la casa, su mente enloquecida por la rabia y los celos. La imagen de Lizzy y Adrian juntos, felices y enamorados, se repetía en su mente como una película interminable. A pesar de los consejos de Karime y Briggitte, quienes le habían advertido que no se entregara a la desesperación, Gala estaba decidida a tomar el control de su propio destino. Creía erróneamente que si podía igualar el dolor que sentía al ver a Lizzy con Adrian, podría encontrar una forma de alivio.

En un arrebato de emoción, Gala encontró a Agustín en un rincón de la casa. Él estaba solo, pensativo, y no tardó en notar la presencia de Gala. La desesperación en su mirada era palpable, y Agustín, percibiendo la necesidad de Gala, se acercó a ella con una mezcla de preocupación y deseo.

—Gala, ¿estás bien? —preguntó Agustín, su voz suave pero llena de curiosidad.

Gala, sin responder con palabras, se lanzó hacia él con una intensidad que sorprendió a Agustín. Su beso era ardiente, cargado de una pasión desesperada que no se había visto antes. Agustín, atrapado en la vorágine emocional de Gala, correspondió con igual fervor, sus manos moviéndose por su cuerpo con una urgencia que reflejaba el estado tumultuoso de Gala.

En el calor de la pasión, Gala se entregó por completo a Agustín, tratando de ahogar su dolor y sus celos en el cuerpo de su novio. La habitación se llenó de susurros, gemidos y el sonido de la lluvia golpeando las ventanas. Para Gala, este acto era una forma de revancha, una manera de sentir que tenía el control y de intentar compensar el dolor que le había causado la visión de Lizzy y Adrian.

Agustín, aunque comprendía que Gala estaba lidiando con sus propios sentimientos y celos, no podía evitar dejarse llevar por el momento. La pasión y la urgencia de Gala creaban un ambiente intenso y enloquecedor, y él, atrapado en la tormenta emocional de ella, respondía con una entrega igual de intensa.

Mientras Gala se entregaba a la pasión con Agustín, su mente estaba llena de pensamientos confusos. Creía que al hacer esto, estaría pagando a Lizzy con la misma moneda, creyendo erróneamente que de alguna manera podría obtener una forma de justicia o satisfacción. La realidad era que este acto no estaba motivado por el deseo genuino hacia Agustín, sino por un deseo de venganza y una necesidad de alivio emocional.

En medio del fervor, Gala trató de convencerse de que estaba tomando el control de su vida y de sus emociones. Sin embargo, el acto en sí no logró llenar el vacío ni calmar el dolor que sentía. La pasión que compartía con Agustín era intensa, pero no podía borrar la tristeza ni la inseguridad que la consumían.

Después del encuentro, Gala se sintió vacía y más confundida que nunca. La satisfacción momentánea no había hecho más que agravar sus sentimientos de desesperación. En lugar de encontrar alivio, se dio cuenta de que su decisión impulsiva solo había aumentado su dolor. La venganza, que había creído que le daría un sentido de justicia, no había hecho más que profundizar su propio sufrimiento.

Gala se encontró sola, mirando al vacío, con una sensación de desilusión y arrepentimiento. Su corazón estaba dividido entre el amor que sentía por Agustín y el dolor de haber visto a Lizzy encontrar el amor con Adrian. Sabía que había cometido un error al tratar de hacer justicia a través de la venganza, y ahora debía enfrentar las consecuencias de sus acciones.

Karime y Briggitte, quienes habían intentado advertirle a Gala sobre las consecuencias de actuar impulsivamente, se enteraron de lo que había ocurrido. Aunque estaban tristes por el dolor de Gala, también sentían una mezcla de frustración y preocupación. Sabían que ella había actuado de manera impulsiva y que ahora debía enfrentar las repercusiones de sus decisiones.

Karime, con su naturaleza protectora, se acercó a Gala con una mezcla de compasión y firmeza.

—Gala, te lo advertimos. Actuar impulsivamente solo te ha causado más dolor. No se trata de venganza ni de intentar igualar el sufrimiento de los demás. Lo que necesitas es encontrar la paz dentro de ti misma y aprender a seguir adelante.

Briggitte, igualmente preocupada, añadió:

—No podemos cambiar lo que ya ha pasado, pero sí podemos aprender de nuestros errores. Lo importante es que encuentres una manera de sanar y de ser feliz por ti misma, sin dejar que el dolor te controle.

Mientras Gala lidia con sus emociones, Adrian, por su parte, se encuentra con el apoyo de sus amigos. Arath, Mario, y Ricardo le brindan palabras de aliento y consejos, reconociendo la profundidad de sus sentimientos por Lizzy. Sian, a pesar de su propio dolor, busca la felicidad de Lizzy por encima de todo, entendiendo que su amiga merece ser feliz.

Sian, con un tono sincero y preocupado, se dirige a Adrian:

—Adrian, solo quiero asegurarme de que estás listo para cuidar y proteger a Lizzy. Ella ha pasado por mucho, y lo que necesita ahora es amor verdadero y respeto. No quiero que la lastimes.

Ricardo, con una mirada seria pero comprensiva, añade:

—Lo que has logrado es valioso, pero también conlleva una gran responsabilidad. Si verdaderamente amas a Lizzy, debes ser consciente de cómo la tratas y cómo la haces sentir. Ella merece todo el respeto y el cariño del mundo.

Adrian, con un corazón lleno de determinación y amor, asegura a sus amigos que está dispuesto a hacer todo lo necesario para cuidar y proteger a Lizzy. Sabe que su relación no será fácil, pero está decidido a construir un futuro feliz y pleno junto a ella.

Mientras Gala se enfrenta a la realidad de sus decisiones, el apoyo de Karime, Briggitte, y el entendimiento de sus amigos le brindan una perspectiva nueva. Aunque el dolor y el arrepentimiento la envuelven, también comienza a reconocer que su enfoque en la venganza solo ha llevado a más sufrimiento.

El camino hacia la reconciliación y el autodescubrimiento no será fácil para Gala, pero con el tiempo, ella puede encontrar una forma de sanar y seguir adelante. La lección más importante que aprende es que la verdadera paz y felicidad vienen de dentro, y que la venganza solo perpetúa el ciclo de dolor.

La tarde había caído sobre el set del reality show, y el ambiente estaba lleno de una mezcla de tensión y anticipación. Karime y Briggitte, sentadas cómodamente en el sofá de la sala común, se encontraban inmersas en una conversación animada. La preocupación por Lizzy y Adrian seguía siendo palpable, pero ahora se habían desviado hacia un tema más ligero y curioso: ¿dónde podrían estar teniendo sus momentos íntimos?

—No puedo dejar de preguntarme dónde estarán teniendo esos momentos especiales —dijo Karime, con una mezcla de curiosidad y diversión en su voz. Sus ojos brillaban con un interés genuino mientras se acomodaba en el sofá, su taza de té humeante a un lado.

Briggitte, con una sonrisa traviesa, asintió. —Es una gran pregunta. Imagínate, con todas las áreas disponibles en el set, ¿dónde podrían estar encontrando su privacidad? La sala de zoom, donde se hacen las cenas de nominados y las noches de cine, es una opción interesante. Pero también están las habitaciones de los equipos, el baño e incluso el área común.

Ambas amigas se sumergieron en una serie de especulaciones y conjeturas sobre las posibles ubicaciones. Se sentían intrigadas por la forma en que Lizzy y Adrian podrían estar manejando su privacidad en un entorno tan público y competitivo.

—El baño es una opción que me intriga mucho —comentó Karime con una expresión pensativa—. Es un lugar pequeño y, aunque no es el más glamuroso, ofrece un tipo de intimidad que puede ser muy especial. Imagina a Lizzy y Adrian encontrándose allí, robándose momentos privados entre la rutina diaria del set. Es un refugio discreto que podrían aprovechar para estar a solas.

Briggitte rió suavemente, imaginando la escena. —Sí, el baño puede ser un lugar muy íntimo para esos momentos de conexión. No importa lo sencillo que sea el lugar, la cercanía y la privacidad pueden hacer que esos momentos sean aún más significativos.

Karime continuó pensando en las posibilidades. —Las habitaciones de los equipos también podrían ser una opción. Aunque es un lugar compartido y hay muchas personas alrededor, podrían encontrar momentos para estar a solas allí. Podrían aprovechar las horas más tranquilas para disfrutar de su tiempo juntos sin que nadie los interrumpa.

Briggitte asintió, comprendiendo el punto. —Sí, las habitaciones pueden ofrecer una cierta privacidad, especialmente durante las noches en las que el set está más tranquilo. Podrían tener su espacio para relajarse y disfrutar sin las miradas curiosas de los demás.

—Y la sala de zoom, donde se hacen las cenas de nominados y las noches de cine, también es una opción —dijo Karime, con un tono reflexivo—. Aunque es un espacio común, podrían aprovechar los momentos en los que no se está usando para tener su propia intimidad. Imagínate, después de una noche de cine, cuando la sala se vacía y queda en silencio.

Briggitte sonrió al imaginar la posibilidad. —Sí, eso sería bastante romántico. La sala puede convertirse en un lugar especial para ellos después de que todos se vayan, con las luces apagadas y el ambiente tranquilo. Es un lugar que podría ser transformado en algo íntimo para ellos.

Mientras Karime y Briggitte seguían conversando, su curiosidad seguía creciendo, pero también lo hacía su preocupación por la felicidad de Lizzy. Aunque el chisme y los detalles eran fascinantes, sabían que lo más importante era que Lizzy y Adrian encontraran un equilibrio entre su vida pública y privada, y que su relación floreciera de manera saludable y respetuosa.

—Al final, lo que realmente importa es que Lizzy y Adrian encuentren un espacio donde puedan ser felices y estar a solas sin preocuparse por el entorno —comentó Karime, con una mirada de preocupación y cariño hacia su amiga—. Aunque estamos intrigadas por los detalles, queremos lo mejor para ellos. La privacidad y el respeto en su relación son lo que realmente cuenta.

Briggitte asintió, compartiendo el sentimiento. —Sí, aunque disfrutamos de los detalles y de la especulación, lo más importante es que Lizzy y Adrian construyan una relación basada en el amor y el respeto. Queremos que encuentren su felicidad y su propio espacio, sin importar dónde elijan pasar su tiempo juntos.

Ambas amigas sabían que, a pesar de su curiosidad, su verdadero papel era apoyar a Lizzy en su camino hacia la felicidad. La conversación sobre las posibles ubicaciones para la intimidad de Lizzy y Adrian era solo una forma de expresar su interés y afecto por su amiga.

—Si Lizzy y Adrian necesitan algo, ya sea apoyo emocional o logístico, estaremos aquí para ellos —dijo Karime con una sonrisa—. Queremos asegurarnos de que tengan todo lo que necesiten para construir una relación sólida y duradera.

Briggitte asintió con entusiasmo. —Sí, y aunque estamos intrigadas por los detalles, lo más importante es que les demos el espacio y el apoyo para que su amor florezca. Lizzy merece ser feliz, y nos alegra ver que ha encontrado a alguien que la valora tanto como Adrian.

La conversación entre Karime y Briggitte no solo reflejaba su interés en los detalles de la vida de Lizzy, sino también su profunda preocupación y afecto por ella. Aunque disfrutaban del chisme y las especulaciones, sabían que lo más importante era la felicidad y el bienestar de su amiga. Su apoyo incondicional y su cariño eran prueba de que, más allá de la curiosidad y el entretenimiento, el amor y el respeto por Lizzy eran lo que realmente importaba.

La sala de la Casa de los Famosos, normalmente un lugar de relajación y conversaciones ligeras, estaba cargada de tensión esa noche. Sian, Mario y Arath se encontraban en el área común, alejados de las cámaras, con expresiones serias en sus rostros. La conversación había girado hacia el futuro de Lizzy y Adrian, y Sian estaba claramente preocupada.

Sian, con una mirada decidida y un tono grave, comenzó a hablar. —Voy a ser clara con ustedes, y con Adrian en particular. Lizzy es una de las personas más importantes para mí. La he visto atravesar tormentas emocionales, lidiar con traiciones y superar desafíos que muchos no podrían soportar. Ahora, ella ha encontrado a alguien con quien parece estar realmente feliz, y eso es algo que nunca imaginé que vería después de todo lo que ha pasado. Pero también quiero que Adrian entienda algo muy importante: si él la lastima, si no la cuida y la valora como se merece, va a tener que enfrentarse a mí.

Mario, aunque sabía que Sian hablaba en serio, trató de calmar la situación con su característico tono tranquilo. —Sian, entiendo completamente tu preocupación. Lizzy ha pasado por mucho, y verla feliz ahora es un alivio para todos nosotros. Adrian puede ser un poco complicado, pero también es obvio que está comprometido con ella. Sin embargo, tu preocupación es válida, y es natural querer proteger a alguien a quien amas.

Arath, que normalmente prefería mantener una postura más neutral, asintió con firmeza. —Estoy de acuerdo. Aunque no siempre me llevo bien con Adrian, creo que él ha demostrado que realmente se preocupa por Lizzy. No está jugando con sus sentimientos, y ha mostrado un verdadero esfuerzo por estar a la altura. Aún así, entiendo que quieras asegurarte de que no haya malentendidos. Es importante que Lizzy esté con alguien que la respete y la cuide, y tú estás haciendo lo correcto al exigir eso.

Sian se relajó un poco al escuchar a Mario y Arath, pero su preocupación seguía presente. —Lo que quiero decir es que he visto a Lizzy sacrificarse por los demás, soportar dolor y decepción. Ella merece alguien que la valore y la trate con la dignidad que merece. Adrian tiene que entender que, si bien puede ser un buen tipo, tiene una gran responsabilidad al estar con ella. Y si no cumple con esa responsabilidad, se va a tener que enfrentar a mí.

Mario sonrió con comprensión y añadió. —Sian, creo que todos aquí queremos lo mejor para Lizzy. Entendemos tu preocupación, y es natural que quieras protegerla. Sin embargo, también debemos reconocer que Adrian ha mostrado un verdadero compromiso con ella. Aunque pueda tener sus defectos, el hecho de que Lizzy lo haya elegido indica que ella ha visto algo en él que vale la pena.

Arath, con una expresión seria, intervino. —Exactamente. No podemos olvidar que Lizzy es una mujer fuerte y capaz de tomar sus propias decisiones. Ella ha elegido a Adrian porque cree en él y en lo que pueden construir juntos. Y aunque es importante ser protectores, también debemos confiar en su capacidad para hacer lo correcto. Pero sí, la advertencia a Adrian es justa y necesaria. Lizzy merece lo mejor, y todos esperamos que él esté a la altura.

Sian, con una expresión de determinación, concluyó. —Exactamente. Mi objetivo es asegurarme de que Lizzy sea feliz y esté con alguien que la respete y la valore. No estoy diciendo que Adrian sea un mal tipo, pero necesito que él entienda la seriedad de la situación. Si no está dispuesto a darle a Lizzy el amor y el cuidado que ella merece, entonces va a tener que lidiar conmigo. Mi prioridad es su felicidad, y no voy a permitir que nadie la lastime.

Mario, con un tono reconfortante, dijo. —Sian, estamos todos aquí para apoyar a Lizzy y asegurarnos de que esté bien. Tu preocupación es válida, y es bueno que estés al tanto de todo. Al final del día, todos queremos que Lizzy y Adrian encuentren la felicidad juntos. Si vemos algún problema, lo enfrentaremos juntos.

Arath asintió y añadió. —Sí, y mientras Lizzy siga eligiendo a Adrian, debemos confiar en que ella sabe lo que está haciendo. Pero tu advertencia es importante para recordarle a Adrian la responsabilidad que tiene. Todos queremos lo mejor para Lizzy, y ese es el objetivo común aquí.

Sian, aliviada por el apoyo de Mario y Arath, asintió con gratitud. —Gracias a ambos. Me siento mejor sabiendo que tenemos un enfoque equilibrado. Aunque mi preocupación no desaparecerá por completo, estoy agradecida por su apoyo. Lo más importante es que Lizzy esté feliz y segura en su relación, y estoy dispuesta a hacer todo lo necesario para asegurarme de que así sea.

Mario sonrió y agregó. —Y así debe ser. Lizzy merece ser feliz, y si eso significa ser protectores y vigilantes, entonces lo haremos con gusto. Al final del día, lo que más importa es su bienestar y su felicidad.

Arath asintió en acuerdo, con una mirada decidida. —Así es. Todos estamos aquí para asegurarnos de que Lizzy y Adrian encuentren su camino juntos. Mientras veamos que ambos están comprometidos y trabajando en su relación, podemos estar tranquilos de que todo saldrá bien.

La conversación entre Sian, Mario y Arath en la sala de la Casa de los Famosos reflejó la profunda preocupación y cariño de Sian hacia Lizzy. A pesar de sus reservas y la necesidad de proteger a su amiga, Sian recibió el apoyo y la comprensión de Mario y Arath. La advertencia a Adrian subrayó la seriedad de la situación y la importancia de que Lizzy esté con alguien que la valore. Con el respaldo de sus amigos y el compromiso de todos, Lizzy y Adrian estaban en una posición mejor para construir una relación sólida y duradera.

La historia en la Casa de los Famosos parecía estar en un ciclo de dolor y arrepentimiento. Antes, era Lizzy quien, llena de dolor, lloraba abrazada a Karime, desgarrada por la traición de Gala. Su angustia y desesperación eran palpables, y el consuelo que Karime le brindaba era un refugio en medio del tormento emocional. Lizzy se había sentido profundamente herida por la infidelidad de Gala, y el consuelo de su amiga había sido un salvavidas en esos momentos oscuros.

Ahora, sin embargo, el destino había dado un giro. Gala, quien anteriormente había causado tanto sufrimiento, se encontraba en una posición similar. El karma, esa fuerza implacable que a veces parece equilibrar la balanza de la justicia, había regresado para reclamar su parte. Gala, acurrucada en el sofá, estaba ahora abrazada a las piernas de Karime, completamente abatida y rota por el dolor que ella misma había causado.

Karime, con un corazón comprensivo y una paciencia infinita, sintió cómo el peso de la situación recaía sobre ella nuevamente. La imagen de Lizzy llorando en su regazo le era familiar, pero esta vez era Gala quien se entregaba a su dolor, y Karime no podía evitar sentir una mezcla de tristeza y compasión. La ironía de la situación no se le escapaba; Gala había sido la causa del sufrimiento de Lizzy y ahora enfrentaba su propia versión del karma.

Gala, con la cabeza hundida en el regazo de Karime, sollozaba incontrolablemente. Sus lágrimas eran una manifestación de la culpa y el arrepentimiento que sentía por la traición a Lizzy, por el daño que había causado no solo a su exnovia, sino también a ella misma. —No sé cómo llegué a esto... —murmuró Gala entre sollozos—. Solo quise vengarme y ahora me doy cuenta de que todo lo que hice fue empeorar las cosas. Me duele saber que he causado tanto dolor y que ahora estoy pagando por ello.

Karime, con un gesto de ternura, acarició el cabello de Gala y la abrazó con fuerza. —El karma a veces llega de formas que no podemos predecir —dijo Karime en un tono reconfortante—. Lo que es importante ahora es cómo eliges manejarlo. Aprender de tus errores y tratar de hacer las cosas bien es un paso hacia la redención. No te castigues más de lo necesario. Lo importante es que reconozcas el daño que has causado y trabajes en sanar.

Mientras tanto, en la cocina, el ambiente contrastaba con el dolor que se vivía en la sala. Lizzy, con una sonrisa brillante y una energía positiva, estaba inmersa en la preparación de una cena especial con Mario y Arath. La cocina estaba llena de risas y charlas animadas, y Lizzy parecía estar en su elemento, disfrutando de cada momento. La cocina era un refugio donde Lizzy podía concentrarse en algo positivo y construir nuevos recuerdos mientras su relación con Adrian florecía.

Mario y Arath estaban ocupados colaborando con Lizzy. Mario, con su carácter afable, estaba ayudando con la preparación de los platos, mientras Arath se encargaba de la limpieza y organización. La atmósfera en la cocina era alegre y llena de camaradería, un contraste marcado con el dolor que Gala experimentaba en la sala.

Adrian, por su parte, estaba en su propio mundo, trabajando para asegurarse de que la noche fuera especial para Lizzy. Su amor por ella era evidente en cada gesto, en cada detalle que preparaba para mostrarle cuánto significaba para él. Estaba decidido a demostrar que estaba comprometido a construir una vida juntos, a pesar de las complicaciones y desafíos que enfrentaban.

En la sala, Gala continuaba llorando en el regazo de Karime, buscando consuelo en la misma amiga que había estado al lado de Lizzy en sus momentos más oscuros. La escena era un reflejo de la complejidad de las relaciones humanas, donde la traición y el arrepentimiento se entrelazaban con el perdón y la esperanza de redención.

Karime, con paciencia y empatía, mantenía a Gala en su abrazo, reconociendo la dolorosa ironía de la situación. —A veces, el camino hacia la sanación requiere enfrentar el dolor que hemos causado y trabajar en convertirlo en algo positivo —dijo Karime—. No puedes cambiar el pasado, pero puedes aprender y hacer mejor el futuro.

Gala, a través de sus lágrimas, asintió lentamente. El peso de sus acciones la había llevado a un lugar de profunda reflexión y dolor, pero también a un reconocimiento de la necesidad de cambiar y crecer.

Mientras tanto, la preparación de la cena en la cocina avanzaba, con Lizzy, Mario y Arath trabajando juntos en un ambiente de amistad y alegría. La noche prometía ser un recordatorio de que, a pesar del dolor y las dificultades, el amor y el apoyo de amigos podían iluminar incluso los momentos más oscuros.

La cocina de la Casa de los Famosos estaba envuelta en una atmósfera de calidez y camaradería mientras Lizzy, Mario y Arath trabajaban en la preparación de la cena. Los aromas tentadores llenaban el aire, y las risas y charlas animadas resonaban en todo el espacio. Era un contraste refrescante con el dolor y la tristeza que habían marcado los días anteriores.

Lizzy estaba en el centro de la actividad, moviéndose de un lado a otro mientras supervisaba la preparación de los platos. Su sonrisa era contagiosa, y su entusiasmo por la cena se reflejaba en cada gesto. Mario, con su habitual amabilidad, le pasaba ingredientes y platos mientras Arath, aunque menos expresivo, ayudaba en la limpieza y organización.

—Este plato está casi listo —dijo Lizzy con una sonrisa, mirando el estofado que burbujeaba a fuego lento—. Solo falta un poco de sal y estará perfecto.

Mario se acercó con un tazón de ensalada fresco y lo colocó en la mesa. —¿Cómo va el estofado, Lizzy? —preguntó mientras se preparaba para servir la ensalada—. ¿Necesitas ayuda con algo más?

—Todo va de maravilla —respondió Lizzy mientras revisaba el estofado—. Gracias por toda tu ayuda, Mario. Sin ti, esto sería mucho más difícil.

Arath, que estaba limpiando una sartén, miró hacia Lizzy con una expresión de aprecio. —Todo está saliendo muy bien. No puedo esperar a probarlo.

Lizzy se rió y se acercó a Arath para darle un pequeño empujón en el brazo. —Gracias, Arath. ¡Espero que lo disfrutes! Vamos a hacer de esta noche algo memorable.

La tarde en la Casa de los Famosos se desarrollaba con un aire de anticipación y emoción. La cocina estaba en plena ebullición, con Lizzy, Mario y Arath trabajando en conjunto para preparar una comida que prometía ser memorable. La comida no solo era una celebración de la amistad y el amor, sino también una muestra del talento culinario de Lizzy, quien cocinaba con una pasión y dedicación que se reflejaban en cada plato.

Lizzy se movía por la cocina con una gracia natural, su energía vibrante llenaba el espacio mientras supervisaba el proceso. A cada paso, mostraba su habilidad y amor por la cocina. Sus manos trabajaban con destreza, y su sonrisa era un testimonio de la alegría que encontraba en el acto de cocinar para aquellos que amaba.

—Mario, ¿puedes pasarme ese tazón de ensalada, por favor? —pidió Lizzy mientras revisaba el estofado que estaba a punto de terminar. Su voz tenía un tono cálido y afectuoso, un reflejo del cuidado que ponía en todo lo que hacía.

Mario, siempre dispuesto a ayudar, le entregó el tazón con una sonrisa. —Aquí tienes. Todo huele increíble. Eres una chef excepcional.

—Gracias —respondió Lizzy mientras comenzaba a servir la ensalada en platos grandes—. Hago lo mejor que puedo, especialmente cuando se trata de compartir con amigos especiales.

Arath, que estaba limpiando una sartén, observaba a Lizzy con una mezcla de admiración y cariño. —No solo eres increíble en la cocina, Lizzy. También tienes una forma de hacer que todos se sientan especiales.

—Eso es lo que más me importa —dijo Lizzy con una sonrisa sincera—. Hacer que cada momento sea especial es lo que realmente cuenta.

Con la cena finalmente lista, Lizzy, Mario y Arath comenzaron a preparar la mesa. La sala de estar había sido transformada en un espacio acogedor, con luces suaves y una mesa decorada con esmero. Los invitados comenzaron a llegar, y la atmósfera se llenó de emoción y anticipación.

Sian, Agustin, Gala y Ricardo fueron los primeros en entrar, seguidos por Karime, que estaba ocupada organizando todo para que todo estuviera perfecto. La llegada de Lizzy y Adrian fue el punto culminante del evento. Lizzy, con un vestido elegante y una sonrisa radiante, caminaba hacia la mesa de la mano de Adrian, que se veía impecable con su traje a medida.

Cuando todos los platos estuvieron listos y la mesa estaba cuidadosamente dispuesta, los invitados comenzaron a llegar. La sala de estar había sido transformada en un entorno acogedor y elegante, con luces suaves y una mesa decorada con esmero. Lizzy, con un vestido elegante que acentuaba su belleza natural, caminó hacia la mesa de la mano de Adrian. Su presencia era magnética, y su sonrisa iluminaba la habitación.

Adrian, con su traje a medida, miraba a Lizzy con una mezcla de admiración y deseo. La forma en que ella se movía y sonreía le hizo sentir una atracción profunda. Su mirada seguía cada gesto de Lizzy, notando la forma en que ella compartía su alegría y amor con todos.

La cocina de la Casa de los Famosos estaba llena de vida y actividad. Lizzy, Mario y Arath habían trabajado arduamente para preparar una comida deliciosa. Lizzy, en particular, había puesto todo su corazón en la cocina, y el resultado era evidente en el aroma tentador que llenaba el aire.

La mesa estaba elegantemente dispuesta, y el ambiente estaba cargado de anticipación y emoción. La comida estaba lista, y todos se reunieron para disfrutar de un almuerzo que prometía ser especial. Lizzy, radiante en un vestido sencillo pero elegante, se movía por la cocina con gracia, mientras Adrian, con su traje impecable, la miraba con admiración.

Es hora de ponerse romántica
Y ahora tenemos una razón para tener un tipo corpulento
Necesito un tipo grande
Dame un tipo grande

Es hora de ponerse romántica
Y todas las chicas están saliendo en busca de un tipo corpulento
Necesito tipo grande
Quiero tipo grande

La tarde en la Casa de los Famosos estaba llena de entusiasmo y una atmósfera vibrante. Lizzy, con su habitual gracia y belleza, había decidido hacer algo especial durante el almuerzo. Con una sonrisa radiante, se acercó a Adrian y, sin previo aviso, se acomodó sobre sus piernas. La acción sorprendió a todos y marcó el comienzo de un momento íntimo y cargado de emoción.

Cuando Lizzy se sentó sobre las piernas de Adrian, la reacción fue inmediata y notable. El peso de su cuerpo y el roce cercano provocaron una respuesta que Adrian intentó ocultar. Aunque trataba de mantener una expresión relajada, la excitación era inconfundible.

—¿Vamos a comer juntos? —preguntó Lizzy con una sonrisa juguetona mientras se acomodaba sobre él. Su voz era suave, y su mirada estaba llena de ternura. Sabía exactamente cómo provocar a Adrian, y lo estaba haciendo de manera magistral.

Cuando Lizzy se acomodó sobre las piernas de Adrian, él sintió una oleada de sensaciones. Aunque trataba de mantener una expresión tranquila y profesional, el impacto físico fue inmediato y evidente. La proximidad de Lizzy, el roce de su trasero contra su pantalón, y el calor de su cuerpo hicieron que Adrian experimentara una excitación que no podía ignorar. La erección, que había sido una reacción involuntaria, ahora se convertía en un desafío constante para él, ya que intentaba ocultarla de sus compañeros y mantener su compostura.


Lizzy se dio cuenta de la reacción de Adrian y decidió aprovechar la oportunidad para jugar con él. Se movió ligeramente, aumentando el roce entre ellos y haciendo que la atracción fuera aún más palpable. Mientras se acomodaba, se inclinó hacia adelante, permitiendo que su cuerpo rozara aún más contra el de Adrian.

—Sabes que me encantas, ¿verdad? —susurró Lizzy con una voz seductora y cargada de dulzura, su aliento cálido acariciando el oído de Adrian. El tono de su voz era a la vez apasionado y juguetón, demostrando que conocía el poder que tenía sobre él.

Adrian, con su corazón latiendo rápidamente y su mente nublada por el deseo, asintió lentamente. Su cuerpo no podía ocultar la excitación que sentía, y la presión entre sus piernas se volvía cada vez más incómoda. A pesar de su esfuerzo por disimularlo, era evidente que Lizzy tenía un control absoluto sobre sus emociones y deseos.

—Y yo sé que te encanto —continuó Lizzy, su voz ahora un susurro casi imperceptible—. Sé que harás todo lo que yo te pida, ¿no es cierto, amor?

El efecto de sus palabras fue instantáneo. Adrian, atrapado entre el deseo creciente y la necesidad de mantener su compostura, sólo pudo asentir como un tonto. La mirada en sus ojos reflejaba tanto la admiración como la adoración que sentía por Lizzy. No podía negar el deseo que experimentaba, ni tampoco podía ignorar la forma en que Lizzy lo estaba dominando con su presencia y sus palabras.

Lizzy, viendo la reacción de Adrian, sonrió con satisfacción. Sabía que tenía a Adrian completamente cautivado y bajo su control. Su sonrisa era una mezcla de ternura y picardía, y el roce constante entre sus cuerpos solo intensificaba el deseo que ambos sentían. Lizzy se inclinó aún más cerca de Adrian, sintiendo la respuesta de su cuerpo a cada movimiento.

—Tú y yo tenemos una conexión especial —dijo Lizzy, sus labios rozando la piel del cuello de Adrian mientras hablaba—. Eres mi Big Boy, y sabes que siempre podré contar contigo para todo lo que necesite.

Adrian intentó mantener la calma, pero era evidente que su cuerpo estaba reaccionando de manera intensa a la cercanía de Lizzy. Cada palabra y cada toque de ella aumentaban su deseo y hacían que fuera cada vez más difícil mantener la compostura. El calor en sus mejillas y la forma en que su respiración se volvía más irregular indicaban claramente cuánto lo afectaba Lizzy.

A medida que Lizzy se movía sobre las piernas de Adrian, él no podía evitar mirar hacia abajo y notar la reacción física que no podía ocultar. Lizzy, al sentir la respuesta de Adrian, se rió suavemente, disfrutando del efecto que tenía sobre él.

—Creo que te he puesto en una situación bastante complicada, ¿no? —dijo Lizzy con una sonrisa juguetona—. Pero no te preocupes, amor, estoy aquí para cuidarte.

Adrian, aunque aún intentaba mantener la compostura, no podía evitar la sonrisa que se formaba en sus labios. La sensación de tener a Lizzy tan cerca y el deseo que sentía por ella eran abrumadores. Aunque trataba de concentrarse en la conversación y en mantener una apariencia normal, era evidente que su mente y su cuerpo estaban completamente enfocados en Lizzy.

Karime, observando la escena con una mezcla de diversión y complicidad, decidió intervenir con un comentario juguetón. —¡No coman delante de los pobres! —dijo, riendo mientras miraba a Lizzy y Adrian—. Parece que han olvidado que hay más personas en la mesa.

Arath se unió a la broma, riendo mientras asentía con la cabeza. —Sí, al menos sobra un plato —comentó, mientras se metía un bocado de comida en la boca—. No queremos que nadie se quede con hambre mientras ustedes se roban el espectáculo.

Mario, mientras pasaba los platos, no pudo resistirse a bromear. —Al menos tenemos un plato extra, por si acaso —dijo, entregando un plato de comida a Lizzy y Adrian—. Así que no se preocupen, todos tendrán suficiente.

Lizzy y Adrian continuaron disfrutando de su cercanía mientras compartían el almuerzo. La comida, que había comenzado como un simple almuerzo en grupo, se convirtió en una celebración del amor y la conexión entre ellos. La risa y la conversación fluían libremente, y la cercanía de Lizzy y Adrian solo aumentaba la intensidad del momento.

El ambiente en la sala estaba lleno de alegría y camaradería, y aunque Lizzy y Adrian estaban en el centro de la atención, era claro que su conexión era especial y única. La comida no solo era una oportunidad para disfrutar de la buena compañía, sino también para celebrar el amor y la pasión que compartían.

La tarde avanzaba y el almuerzo se estaba convirtiendo en una velada encantadora y llena de risas. Lizzy, disfrutando de la atención y el calor de la cercanía de Adrian, seguía moviéndose suavemente sobre sus piernas. Aunque sus movimientos eran aparentemente inocentes y naturales, había una intención clara detrás de ellos. Cada sutil roce y ajuste estaba diseñado para mantener la conexión física y emocional que ambos compartían.

Mientras Lizzy conversaba animadamente con los demás, su postura y el movimiento de sus caderas seguían enviando pequeñas olas de excitación a Adrian. Cada vez que se movía, la fricción entre ellos se volvía más pronunciada. Aunque mantenía una actitud juguetona y despreocupada ante los amigos, había un propósito detrás de su actitud. Su intención era clara: seguir provocando a Adrian y disfrutar de la forma en que respondía a sus acciones.

Adrian estaba luchando por mantener la calma. Cada vez que Lizzy se movía sobre él, su excitación se hacía más evidente. Estaba en una lucha constante para controlar sus reacciones físicas mientras mantenía una conversación normal con sus amigos. A medida que Lizzy seguía moviéndose, Adrian sentía cómo el deseo se acumulaba dentro de él, y su respuesta física era difícil de ignorar.

Karime, sin darse cuenta de la tensión que se estaba desarrollando, decidió hacer una pregunta a Adrian. Mientras tomaba un bocado de su comida, miró hacia él con curiosidad.

—Oye, Adrian, ¿qué opinas de la nueva estrategia para el próximo desafío? —preguntó Karime, con una sonrisa amistosa—. Creo que podríamos necesitar un enfoque más innovador.

La pregunta de Karime era inocente, pero para Adrian, responder a ella en ese momento era un desafío monumental. La excitación que sentía era palpable, y su voz, cuando intentó contestar, salió más grave de lo normal.

—Eh, sí, claro —dijo Adrian, su voz temblando un poco mientras intentaba sonar natural—. Creo que un enfoque diferente podría ser beneficioso...

Adrian, notando la forma en que su voz había sonado más grave, se dio cuenta de que tenía que hacer algo para disimular su estado. Así que, de manera torpe, comenzó a toser suavemente, como si hubiera tenido un ataque de tos repentino. Su intención era clara: intentar camuflar el impacto de la excitación que sentía y volver a una actitud más normal.

—Perdón —dijo, mientras tosía—. Algo se me fue por el maldito camino.

Lizzy, que estaba disfrutando de la reacción de Adrian y de la atención que estaba recibiendo, se dio cuenta de cómo él estaba tratando de disimular. Se inclinó un poco más cerca, sonriendo con complicidad mientras lo miraba de reojo.

—¿Todo bien, amor? —preguntó Lizzy con una voz suave y cargada de insinuaciones, su tono denotando un divertido entendimiento de la situación—. ¿Necesitas algo?

Adrian la miró, tratando de mantener la compostura mientras su rostro se enrojecía ligeramente. La forma en que Lizzy se movía y la cercanía de su cuerpo solo aumentaban la intensidad de sus sentimientos.

—Sí, estoy bien —respondió Adrian, tratando de sonar tranquilo—. Solo necesito... un momento.

Karime, Arath y Mario, ajenos a la verdadera causa de la incomodidad de Adrian, se rieron y continuaron con la conversación. Karime observó la dinámica entre Lizzy y Adrian con una mezcla de diversión y sorpresa.

—Parece que estos dos están en su propio mundo —dijo Karime, riendo mientras miraba a Lizzy y Adrian—. Bueno, al menos están disfrutando.

Arath, disfrutando del espectáculo y de la atmósfera ligera, se unió a la broma. —Sí, al menos no hay que preocuparse por el hambre —dijo, con una sonrisa amplia—. Parece que están muy ocupados para pensar en comida.

Mario, que estaba sirviendo los platos, no pudo resistirse a añadir su propio comentario. —Siempre es bueno ver a una pareja tan unida —dijo, entregando un plato de comida a Lizzy y Adrian—. Aunque, a veces, puede ser difícil mantener el enfoque cuando están tan absorbidos en su propio mundo.

Mientras el almuerzo continuaba, el ambiente en la sala seguía siendo alegre y lleno de camaradería. Lizzy y Adrian seguían compartiendo su comida y disfrutando de la cercanía, mientras los amigos a su alrededor continuaban con la conversación y las bromas. La tensión y el deseo que ambos sentían solo añadían una capa adicional de emoción a la experiencia compartida.

A pesar de las dificultades que Adrian estaba enfrentando para mantener su compostura, el amor y la conexión entre él y Lizzy eran evidentes. Cada movimiento, cada sonrisa y cada susurro contribuían a un momento de intimidad y complicidad que solo ellos podían entender completamente.

La comida continuó, y aunque el deseo entre Lizzy y Adrian era palpable, también era claro que su relación estaba marcada por un profundo amor y una conexión genuina. El ambiente en la sala seguía siendo cálido y amigable, y aunque había una tensión subyacente, era parte del encanto y la magia del momento.

La comida avanzaba con un ambiente relajado y alegre. Lizzy, con una sonrisa traviesa y sus ojos brillando de diversión, decidió intensificar el juego que había comenzado. Mientras todos conversaban y disfrutaban de la comida, ella comenzó a acariciar suavemente las piernas de Adrian por debajo de la mesa. Sus dedos recorrían la tela de su pantalón con una caricia sutil pero deliberada, creando una sensación que claramente no pasaba desapercibida para él.

Lizzy, consciente de la reacción que estaba provocando, dejó que sus manos se deslizaran lentamente hacia arriba, acariciando sus muslos con una familiaridad que solo aumentaba la tensión. Mientras sus dedos exploraban su piel, su respiración se volvía cada vez más difícil de controlar para Adrian. Cada toque era un recordatorio de la conexión íntima que compartían, y el deseo entre ellos se hacía más palpable.

Aunque Adrian era conocido como el "Big Boy" en su grupo, era claro que en ese momento, Lizzy tenía el control. La forma en que movía sus manos y la manera en que lo miraba con esa mezcla de dulzura y picardía dejaban en claro que ella era la que mandaba en la situación. Su dominio era evidente, y aunque Adrian estaba completamente cautivado por ella, sabía que no podía hacer mucho más que responder a sus provocaciones.

Lizzy se inclinó un poco más cerca de Adrian, llevándolo a una posición en la que sus manos estaban sobre sus propias piernas. Con un gesto juguetón, tomó las manos de Adrian y las colocó suavemente sobre su muslo, justo en el lugar donde la fricción era más intensa. El contacto directo era aún más estimulante, y Adrian sentía cómo sus sentidos se intensificaban con cada movimiento.

Mientras Lizzy mantenía la conversación con sus amigos, su voz seguía siendo clara y normal para todos los presentes. Sin embargo, con Adrian, su tono cambiaba sutilmente. Hablaba con una voz más dulce, cargada de pasión y provocación. Cada palabra que dirigía a Adrian estaba impregnada de un doble sentido, una insinuación que solo él podía captar.

—¿Así que, Mario, qué opinas de la nueva estrategia? —preguntó Lizzy con un tono alegre y casual, dirigiendo su pregunta a Mario mientras mantenía sus manos en las piernas de Adrian. Su voz era tan normal y amigable que no levantaba sospechas, pero la forma en que sus dedos acariciaban a Adrian añadía una capa de tensión a la conversación.

Adrian, con su mente parcialmente nublada por la excitación, intentó responder a la pregunta de Mario. Su voz salió más grave de lo habitual, y él tuvo que hacer un esfuerzo consciente para sonar coherente. La presión de sus piernas y el roce constante lo estaban llevando al límite de su autocontrol.

—Eh, sí, creo que... un enfoque más innovador... podría ser la clave —respondió Adrian, su tono temblando ligeramente mientras trataba de mantener la compostura.

Tan pronto como terminó de hablar, Adrian tosió ligeramente, tratando de disimular la tensión física que estaba sintiendo. Su rostro estaba ligeramente enrojecido, y el sudor comenzaba a formarse en su frente mientras luchaba por mantener una apariencia tranquila.

Lizzy notó la reacción de Adrian y sonrió con satisfacción. Cada vez que su piel tocaba la de él, el deseo entre ellos se hacía más evidente. Mientras sus amigos continuaban con la conversación y las bromas, Lizzy se inclinó hacia Adrian, su aliento cálido en su oído mientras sus labios apenas rozaban la piel de su cuello.

—Sabes que me encantas, ¿verdad? —susurró Lizzy con una voz suave, pero cargada de una pasión palpable. Su tono era un susurro seductor, cada palabra impregnada de un significado más profundo.

Adrian, atrapado entre la necesidad de mantener la compostura y el deseo incontrolable que sentía, solo pudo asentir con una sonrisa tonta. Su mente estaba completamente enfocada en la provocación de Lizzy, y su cuerpo estaba respondía de manera involuntaria.

—Sí, claro —murmuró Adrian, su voz siendo apenas un susurro mientras intentaba disimular la intensidad de sus sentimientos—. Haré todo lo que me pidas, amor.

Lizzy se enderezó y miró a Adrian con una sonrisa satisfecha. Su juego estaba funcionando a la perfección, y la tensión en el aire era palpable. Aunque estaba disfrutando de la provocación, también sabía que había un equilibrio delicado que mantener entre el deseo y la normalidad de la situación.

Mientras tanto, Karime, Arath y Mario estaban ajenos a la tensión que se desarrollaba entre Lizzy y Adrian. La conversación seguía siendo ligera y alegre, con risas y bromas intercaladas en la charla. Karime, sin perder la oportunidad de bromear, se dirigió a Lizzy y Adrian con una sonrisa.

—Parece que ustedes están disfrutando mucho de su comida —dijo Karime con una risa juguetona—. Al menos no tendremos que preocuparnos por que nos falte comida, ya que están compartiendo.

Arath, sin poder contener una sonrisa, asintió con la cabeza. —Sí, al menos nos quedará algo de comida. Aunque, con la forma en que se están comportando, no estoy seguro de que quede mucho para nosotros.

Mario, riendo mientras servía los platos, agregó con tono bromista. —Si siguen así, probablemente tendríamos que preparar algo más. Pero mientras tanto, al menos el amor está en el aire.

El ambiente seguía siendo alegre, pero la conexión entre Lizzy y Adrian no pasaba desapercibida. A medida que avanzaba la comida, la atmósfera se llenaba de un calor y una intimidad que solo ellos podían entender completamente. Cada mirada, cada toque y cada susurro contribuían a un momento especial y único que estaba entrelazado con el cariño y el deseo que compartían.

El ambiente en la sala seguía siendo animado, pero el rincón de Lizzy y Adrian estaba envuelto en una atmósfera única. Lizzy, con su sonrisa traviesa y sus ojos brillantes, parecía disfrutar de la interacción con Adrian más de lo que cualquiera podría imaginar. Mientras los demás seguían charlando y riendo, Lizzy decidió llevar su juego un paso más allá.

Con un gesto deliberado, Lizzy llevó su mano hacia los labios de Adrian, frotando suavemente con las yemas de sus dedos como si estuviera limpiando una migaja imaginaria. Su toque era ligero y provocador, y la forma en que sus dedos rozaban los labios de Adrian era tan sutil como intensa. Adrian, sintiendo el contacto delicado, no pudo evitar sonrojarse, sus sentidos enloqueciendo con la cercanía de Lizzy.

Lizzy, aprovechando el momento, se inclinó hacia Adrian y, con una sonrisa juguetona, lo besó en los labios. El beso fue breve pero cargado de ternura y deseo, y cuando se separó, su mirada seguía siendo tan cautivadora como siempre.

Después de ese beso, Lizzy se acercó más a Adrian, susurrándole al oído con una voz que era una mezcla perfecta de dulzura y picardía.

—¿Ves, querido Adrian? —le dijo con un tono seductor—. Podrás ser de Tierra y un gran Big Boy, pero las chicas, y sobre todo las de Mar, siempre ganamos, mi amor.

Mientras sus palabras se deslizaban en el oído de Adrian, Lizzy dejó que su mano recorriera el borde de la entrepierna de Adrian de manera sutil pero deliberada. Su tacto era tan intencional que Adrian sintió una oleada de calor recorrer su cuerpo. La sensación de su mano en esa zona era provocativa, y Adrian luchaba por mantener la calma, su respiración volviéndose irregular.

Con una sonrisa llena de complicidad, Lizzy se alejó ligeramente y, con un gesto juguetón, le pasó la mano por la comisura entre su trasero y la entrepierna. La provocación era clara, y Lizzy estaba disfrutando cada momento de la reacción que estaba generando en Adrian.

—Vas a tener que hacerme caso, ¿lo sabes, verdad? —le dijo con una sonrisa encantadora, su mirada fija en la de él mientras esperaba su respuesta.

Adrian, atrapado entre el deseo, la pasión y el nerviosismo de ser observado por los demás, no pudo evitar sentir la mezcla de emociones. Su cuerpo estaba reaccionando a los encantos de Lizzy de una manera que era difícil de ocultar. Los demás en la sala estaban ajenos a la tensión que se desarrollaba en ese rincón, pero Adrian estaba completamente inmerso en la provocación y el deseo que Lizzy estaba despertando en él.

Con una mezcla de deseo y nerviosismo, Adrian asintió lentamente, tratando de mantener su compostura mientras la atracción y el deseo se apoderaban de él.

—Sí, claro —murmuró Adrian, su voz siendo apenas un susurro mientras su mente estaba ocupada en mantener el control—. Haré lo que me pidas, Lizzy.

Lizzy se inclinó hacia Adrian, su sonrisa se ensanchó al ver la reacción que había provocado. Era evidente que estaba disfrutando del control que tenía sobre él, y su confianza era palpable. Mientras los demás seguían con sus conversaciones y bromas, Lizzy y Adrian compartían un momento íntimo que solo ellos podían comprender completamente.

El deseo y la atracción entre ellos eran innegables, y la forma en que Lizzy se movía y hablaba dejaba en claro que tenía a Adrian completamente bajo su hechizo. El ambiente en la sala seguía siendo alegre y relajado, pero el rincón de Lizzy y Adrian estaba cargado de una tensión y un deseo que solo aumentaba con cada toque y susurro.

La sala estaba llena de risas y charlas animadas mientras todos se divertían en la comida. Sin embargo, Lizzy había decidido que ese momento era suyo y de Adrian. Aunque la atención de los demás estaba centrada en sus propias conversaciones y platos, Lizzy y Adrian estaban inmersos en su propio mundo de seducción y deseo.

Con una mirada traviesa y un movimiento deliberado, Lizzy se inclinó hacia Adrian, sus labios rozando suavemente el cuello de él. Su lengua, cálida y húmeda, deslizó lentamente por la piel de Adrian, enviando ondas de placer a través de su cuerpo. Lizzy lo hizo con una suavidad y una intención que era imposible de ignorar. Cada movimiento de su lengua estaba diseñado para provocar, para encender una chispa de deseo en Adrian que él intentaba mantener bajo control.

El roce de su lengua era tan cercano, tan íntimo, que Adrian sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Era una sensación que le resultaba difícil de ignorar, y el deseo se intensificaba con cada segundo que pasaba. Lizzy, sintiendo su respuesta, sonrió con satisfacción. Sabía que tenía a Adrian completamente atrapado en su juego.

Después de ese provocador roce de lengua, Lizzy no esperó mucho tiempo antes de que sus labios encontraran los de Adrian. El beso fue intenso, cargado de pasión y ternura. Lizzy lo besó con una profundidad y un deseo que reflejaban el nivel de atracción que sentía por él. Era un beso que decía más que mil palabras, un beso que hablaba de la química y el deseo que había entre ellos.

Mientras lo besaba, Lizzy dejó escapar una risa coqueta y juguetona. Se separó ligeramente, sus labios aún rozando los de él mientras decía:

—Oh, mi amor, nos vamos a divertir mucho, ¿no es cierto? —dijo con una voz seductora, llena de promesas y diversión—. ¿Pensaste que ibas a tomar las riendas del asunto y fui yo, verdad?

Lizzy, manteniendo su sonrisa juguetona, volvió a besar a Adrian, sus labios moviéndose con una sincronía que mostraba la intimidad y la conexión que compartían. Después de ese beso, ella tomó un poco de comida del plato que compartían, y con una gracia deliberada, se la pasó a Adrian.

El plato, que antes estaba lleno y ahora estaba casi vacío y frío, parecía ser lo último en lo que Lizzy pensaba en ese momento. La comida ya no era importante para ella; lo que realmente importaba era el deseo que había encendido en Adrian y la forma en que podía seguir provocándolo.

Lizzy sabía que sus acciones estaban llamando la atención de Adrian, y estaba decidida a mantenerlo bajo su hechizo. Mientras él disfrutaba de la comida que ella le había pasado, Lizzy continuó moviéndose sobre sus piernas, su contacto físico y su cercanía eran una mezcla de ternura y seducción. Cada vez que ella lo besaba o tocaba, el deseo entre ellos crecía, y Lizzy parecía disfrutar al ver cómo Adrian luchaba por mantener la compostura.

—Vamos, come algo, amor —dijo Lizzy con un tono cariñoso, su voz una mezcla de dulzura y picardía—. No querrás que la comida se enfríe completamente, ¿verdad?

Mientras Adrian intentaba mantener la calma, la excitación que sentía era palpable. Su cuerpo estaba respondiendo a cada uno de los movimientos de Lizzy, y el deseo que sentía por ella era tan fuerte que era difícil de controlar. La forma en que ella se movía sobre él, la forma en que lo tocaba y lo besaba, era un recordatorio constante de la conexión intensa y el deseo que compartían.

Lizzy, consciente de su efecto sobre él, no dejaba de jugar con su atracción. Sus movimientos eran calculados, su toque era deliberado, y su sonrisa nunca se desvanecía. Ella estaba disfrutando cada momento, sabiendo que tenía a Adrian completamente a su merced. La forma en que él respondía a cada uno de sus gestos le daba una satisfacción que iba más allá de lo físico; era una sensación de poder y conexión profunda.

Mientras Lizzy y Adrian se perdían en su propio mundo de deseo y seducción, los demás en la sala seguían ocupados en sus propias conversaciones. Karime, sin darse cuenta de lo que estaba sucediendo entre Lizzy y Adrian, se volvió hacia ellos con una pregunta inocente.

—Oye, Adrian, ¿quieres más comida? —preguntó Karime, sin percatarse de la tensión que se estaba desarrollando en el rincón.

Adrian, tratando de responder con una voz más grave de lo normal debido a su excitación, se aclaró la garganta antes de hablar. Su respuesta fue un poco áspera, pero trató de mantener la compostura mientras la situación lo envolvía.

—No, está bien, gracias —dijo Adrian, su voz siendo un poco más baja y ronca de lo habitual.

Lizzy, viendo la lucha interna de Adrian, no pudo evitar reírse de manera juguetona. La forma en que él estaba tratando de disimular su excitación y su deseo era adorable y cómico a sus ojos. Ella estaba encantada con el control que tenía sobre él y estaba disfrutando de cada momento de la interacción.

—Parece que Adrian está tan distraído con nosotros que se olvidó de la comida —dijo Lizzy con una sonrisa traviesa, lanzando una mirada coqueta a Adrian.

Adrian, sintiendo el calor en sus mejillas y la atracción que Lizzy estaba provocando en él, no pudo evitar sonreír también. A pesar de la situación incómoda, él estaba disfrutando de la complicidad y el deseo que compartían.

Mientras Lizzy y Adrian continuaban su juego de seducción, el ambiente en la sala seguía siendo animado y alegre. Los demás estaban completamente ajenos a la tensión que se estaba desarrollando en el rincón, y la interacción entre Lizzy y Adrian se mantenía en privado.

El deseo y la atracción entre ellos eran innegables, y el juego de seducción que Lizzy había iniciado seguía creciendo. Cada toque, cada beso y cada palabra susurrada estaba llevando su relación a un nivel más profundo, y ambos estaban completamente inmersos en la pasión que compartían.

La cena continuaba con el bullicio habitual de las conversaciones y el ruido de los cubiertos, pero Lizzy había decidido que este momento sería el suyo y de Adrian. Mientras los demás se mantenían distraídos con sus propias conversaciones y bromas, Lizzy intensificó su juego de seducción, moviéndose de manera cada vez más intencionada y provocativa sobre las piernas de Adrian.

Cada vez que Lizzy se movía, lo hacía con un propósito claro: seducir a Adrian. Su movimiento era tan deliberado como fluido, casi como si estuviera bailando una danza íntima en la que solo ellos dos participaban. Aunque el ambiente estaba lleno de risas y charla, para Lizzy y Adrian, todo parecía haberse reducido a su propio mundo de deseo y atracción.

—Lo siento, Adrian —dijo Lizzy con una risa juguetona mientras se movía sobre él—. Es que soy tan pequeña y tú eres tan alto. Simplemente estoy buscando un poco de acomodo.

Mientras se movía, sus movimientos eran como una coreografía sutil, donde cada giro y cada ajuste estaban diseñados para provocar una respuesta en Adrian. Ella sabía que su cercanía y su contacto estaban teniendo un impacto profundo en él, y disfrutaba cada momento.

Lizzy, con una sonrisa perversa en sus labios, deslizó sus manos lentamente desde el cuello de Adrian hasta su cadera y luego a su trasero. Cada toque era deliberado, y Lizzy lo hacía con una confianza y un encanto que era imposible de ignorar. Sus manos se movían con una sensualidad que indicaba su intención de mantener a Adrian completamente cautivado por ella.

Sus dedos exploraron la cadera y el trasero de Adrian con una ternura que contrastaba con la provocación de sus movimientos. Lizzy sabía que su contacto era electrizante para él, y la forma en que él respondía lo confirmaba.

Con una sonrisa seductora, Lizzy se inclinó hacia Adrian, sus labios casi rozando su oído. Sus palabras eran un susurro suave pero cargado de deseo:

—¿Quieres ser mi Big Boy? —preguntó Lizzy, su voz un susurro seductor que estaba lleno de promesas y tentaciones.

Adrian, completamente atrapado en el encanto de Lizzy, asintió sin dudarlo. Su reacción fue inmediata, casi como si estuviera bajo un hechizo. La emoción y el deseo en sus ojos eran innegables, y el modo en que asintió mostró que estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para complacerla.

El impacto de las palabras de Lizzy y su contacto provocativo hizo que Adrian sintiera una oleada de emociones. Su cuerpo respondió de manera evidente al deseo que estaba experimentando. La excitación que había intentado mantener bajo control se hacía cada vez más difícil de ocultar. La forma en que Lizzy lo tocaba y lo provocaba lo tenía completamente nublado por el encanto, y su deseo por ella se manifestaba claramente en su respuesta.

Lizzy, al ver su reacción, no pudo evitar sonreír con satisfacción. Sabía que tenía a Adrian completamente bajo su influencia, y la forma en que él estaba dispuesto a cumplir sus deseos le daba un poder que disfrutaba profundamente.

Lizzy continuó moviéndose con una mezcla de coquetería y deseo, su cuerpo ajustándose y acomodándose sobre el de Adrian de una manera que mantenía la tensión entre ellos palpable. Cada movimiento y cada toque estaban diseñados para intensificar la conexión que compartían.

Mientras el resto del grupo seguía inmerso en sus propias conversaciones y risas, Lizzy y Adrian estaban en su propio pequeño mundo de atracción y deseo. La forma en que Lizzy se movía y tocaba a Adrian era un recordatorio constante de la conexión íntima que compartían, y el deseo entre ellos solo se intensificaba con cada momento que pasaban juntos.

Cuando Lizzy finalmente se detuvo, sus movimientos se ralentizaron y su toque se volvió más suave, casi como si estuviera satisfecha con el impacto que había causado. Se inclinó hacia Adrian una vez más, sus labios rozando los suyos en un beso suave pero lleno de promesas.

—Gracias por ser mi Big Boy —susurró Lizzy con una sonrisa traviesa—. Estoy segura de que nos divertiremos mucho juntos.

Adrian, aún nublado por el deseo y la emoción, la miró con una mezcla de devoción y anticipación. Sabía que Lizzy había ganado el juego de seducción, y estaba completamente dispuesto a seguir sus deseos.

La noche continuaba en un ambiente de camaradería y charla animada, pero para Lizzy y Adrian, el tiempo parecía haberse ralentizado, concentrándose únicamente en su propio mundo de deseo y atracción. Lizzy, con una maestría que deslumbraba, había logrado capturar completamente la atención de Adrian, y el ambiente entre ellos estaba cargado de una tensión irresistible.

Lizzy, con una sonrisa juguetona y seductora en sus labios, se inclinó hacia Adrian. Sus labios, suaves y tentadores, encontraron los de él en un beso que estaba cargado de promesas y anhelos. El beso era una mezcla de dulzura y deseo, y Lizzy lo ejecutaba con una habilidad que no dejaba lugar a dudas sobre sus intenciones. La forma en que sus labios se movían sobre los de Adrian revelaba una pasión contenida, una conexión íntima que iba más allá de las palabras.

Cuando finalmente se separó, Lizzy miró a Adrian con una expresión de satisfacción y cariño. Se inclinó para susurrarle al oído, su voz un susurro suave pero cargado de intensidad.

—¿Ves todo lo que puedo provocar en ti? —le dijo Lizzy, su voz impregnada de un cariño que era a la vez dulce y provocador—. Me encanta.

Mientras hablaba, sus manos, aún en contacto con las de Adrian, los guiaron hacia su propio trasero, moviendo sus dedos con una suavidad deliberada que acentuaba la cercanía y la intimidad entre ellos. Lizzy sabía que cada toque y cada movimiento estaban diseñados para mantener a Adrian completamente cautivado por ella.

Lizzy continuó con su juego seductor, su voz bajando un tono más profundo y apasionado mientras le hablaba al oído. Sus palabras eran un eco de las promesas que había hecho, y su tono era tan lleno de deseo como el de un amante que sabe exactamente cómo mantener a su pareja bajo su hechizo.

—Y lo más divertido es que en la noche vamos a jugar mucho, pero mucho más, cariño. ¿Creías que tú eras el que mandabas? No, corazón, de los dos, mando yo. Tanto en el amor, en el juego, en la cama, en todo. ¿Entiendes, corazón?

Las palabras de Lizzy estaban cargadas de una autoridad juguetona que hacía que Adrian se sintiera completamente sumiso a su voluntad. La forma en que sus manos se movían y cómo sus labios se curvaban en una sonrisa traviesa revelaba una confianza absoluta en su habilidad para dominar la situación.

Adrian, atrapado en el hechizo de Lizzy, la miraba con una mezcla de admiración y devoción. Cada palabra, cada toque, era una afirmación de su sumisión a ella, y la forma en que asintió con una sonrisa tonta era un testimonio de su total entrega. Su cuerpo, aún reaccionando a la intensa atracción que Lizzy había provocado, estaba completamente a merced de sus deseos.

Lizzy, al ver la reacción de Adrian, no pudo evitar sonreír con satisfacción. Sabía que tenía a Adrian completamente bajo su influencia, y la forma en que él estaba dispuesto a cumplir sus deseos era una confirmación de su poder en la relación. Su sonrisa se amplió, y su mirada se suavizó en una mezcla de cariño y deseo.

Con una sonrisa satisfecha, Lizzy se inclinó nuevamente hacia Adrian, sus labios rojos y tentadores rozando su oído. Su voz, ahora llena de una dulzura que contrastaba con el deseo ardiente, le dijo:

—Así me gusta, mi amor. Bien obediente, mi Big Boy.

Las palabras de Lizzy estaban llenas de una autoridad cariñosa que dejaba claro que ella estaba a cargo. La forma en que Adrian la miraba, con sus ojos llenos de adoración y emoción, era un testimonio de cómo había caído bajo su hechizo.

Mientras el resto del grupo continuaba distraído con sus propias conversaciones y risas, Lizzy y Adrian seguían inmersos en su propio mundo de intimidad. Lizzy, con su habilidad innata para seducir y provocar, continuaba jugando con los límites de la atracción y el deseo. Cada toque, cada susurro, estaba diseñado para mantener a Adrian completamente cautivado por ella, y su dominio en la situación era evidente.

Lizzy se movía con una confianza que reflejaba su completo control sobre la dinámica entre ellos. Cada vez que se movía, su cuerpo se ajustaba de manera que mantenía la tensión entre ellos palpable, y la forma en que tocaba y provocaba a Adrian era un testimonio de su habilidad para mantener el control de la situación.

Finalmente, mientras el resto del grupo seguía disfrutando de la cena y de las conversaciones animadas, Lizzy y Adrian estaban sumidos en su propio mundo de deseo y atracción. La manera en que Lizzy dominaba la situación, y cómo Adrian respondía a sus encantos, era una indicación clara de la profunda conexión que compartían. Lizzy sabía que había logrado lo que quería: mantener a Adrian completamente cautivado y sumiso a sus deseos, y la noche que les esperaba estaba llena de promesas y expectativas.

La escena entre ellos era un reflejo de la pasión y la conexión que compartían, y el deseo que Lizzy había logrado provocar en Adrian era un testimonio de su habilidad para mantener el control en su relación. La noche prometía ser una continuación de este juego seductor, y Lizzy estaba lista para disfrutar cada momento de su dominio sobre el hombre que había logrado cautivar por completo.

La cena continuaba en la sala, llena de risas y charlas animadas, pero para Lizzy y Adrian, el mundo se había reducido a su pequeño rincón de intimidad y seducción. Después de su intercambio de besos y susurros, Lizzy decidió que era el momento perfecto para añadir un toque extra a su juego de seducción.

Con una sonrisa traviesa en los labios y una mirada llena de promesas, Lizzy se levantó de las piernas de Adrian. La sala estaba iluminada por una luz suave, creando un ambiente cálido y acogedor que realzaba la atmósfera íntima entre ellos. Lizzy se movió lentamente hacia el rincón donde había un almohadón suave, asegurándose de que cada paso fuera deliberadamente seductor. Mientras caminaba, dejó que su trasero se moviera con una suavidad coqueta, permitiendo que Adrian viera cada curva y movimiento con claridad.

El movimiento era tan sutil como intencional. Lizzy sabía exactamente cómo provocar a Adrian, y el modo en que se movía dejaba claro que estaba completamente en control de la situación. Su trasero se movía lentamente, casi como si estuviera bailando para él, y la forma en que sus caderas se balanceaban era un espectáculo hipnotizante.

Adrian, incapaz de apartar la mirada, sentía cómo su deseo aumentaba con cada movimiento de Lizzy. La manera en que ella se movía y coqueteaba con él lo mantenía completamente cautivado, y la intensidad de su atracción no hacía más que crecer.

Finalmente, Lizzy llegó al rincón donde estaba el almohadón. Se inclinó con gracia para recogerlo, permitiendo que su trasero se moviera aún más de manera tentadora. La vista de ella en esa posición, con su figura perfectamente delineada y su actitud juguetona, era un verdadero festín para los sentidos de Adrian.

Con el almohadón en la mano, Lizzy regresó hacia Adrian. Cada paso era deliberado, cada movimiento estaba diseñado para mantener su atención completamente centrada en ella. Cuando llegó a su lado, se volvió a sentar sobre sus piernas, esta vez con el almohadón entre ellos para mayor comodidad.

Lizzy se acomodó en las piernas de Adrian con una sonrisa encantadora, sus movimientos suaves y elegantes. El almohadón le daba un toque adicional de comodidad, pero también actuaba como un medio para mantener el contacto cercano y prolongar la intimidad entre ellos. Mientras se asentaba, Lizzy hizo un movimiento deliberado para ajustar el almohadón, permitiendo que su trasero se moviera de manera provocativa contra las piernas de Adrian.

—¿Todo bien ahí, mi Big Boy? —le preguntó Lizzy con una sonrisa traviesa, su voz cargada de dulzura y una ligera provocación.

Adrian, aún aturdido por la experiencia, logró sonreír y asentir. Su deseo estaba claramente visible, y la forma en que miraba a Lizzy era un testimonio de la intensidad de sus sentimientos.

Lizzy, sintiendo la reacción de Adrian y disfrutando del efecto que estaba teniendo en él, se inclinó hacia él para darle un beso suave en los labios. Fue un beso lleno de cariño, pero también de una promesa de más. La forma en que sus labios se movían sobre los de Adrian era una clara señal de su dominio y control sobre la situación.

—¿Sabes cuánto me encanta provocarte, verdad? —le susurró al oído, su voz un susurro seductor—. Me gusta verte así, tan completamente bajo mi encanto.

El beso se prolongó, y Lizzy, mientras mantenía el contacto, pasó su mano suavemente por la espalda de Adrian. Su toque era una mezcla de ternura y deseo, y la forma en que lo acariciaba dejaba claro que estaba completamente en control de la dinámica entre ellos.

Adrian, atrapado en el hechizo de Lizzy, estaba completamente cautivado. Cada toque, cada susurro, era una confirmación de su completa sumisión a ella. La forma en que ella se movía y cómo lo provocaba mantenía su deseo al máximo, y él no podía hacer más que rendirse a sus encantos.

—Así me gusta —le dijo Lizzy, su voz llena de una mezcla de cariño y autoridad—. Bien obediente, mi Big Boy.

Adrian, con una sonrisa tonta y un brillo en los ojos, asintió con entusiasmo. Su reacción era una clara señal de cómo Lizzy había logrado capturarlo completamente. La forma en que su cuerpo respondía a ella, y cómo se movía y sonreía, era un testimonio de su poder sobre él.

Con el almohadón entre ellos y la intimidad que habían creado, la noche prometía ser una continuación de su juego seductor. Lizzy sabía que había logrado mantener a Adrian completamente cautivado y deseoso, y la forma en que él respondía a sus provocaciones era un testimonio de su habilidad para mantener el control en su relación.

Mientras el resto del grupo seguía disfrutando de la cena y las charlas, Lizzy y Adrian estaban inmersos en su propio mundo de deseo y atracción. La forma en que Lizzy había manejado la situación, y cómo había provocado a Adrian, era una indicación clara de la profunda conexión que compartían.

La noche que les esperaba estaba llena de promesas y expectativas, y Lizzy estaba lista para disfrutar cada momento de su dominio sobre el hombre que había logrado cautivar por completo. El juego de seducción continuaría, y Lizzy estaba decidida a aprovechar cada oportunidad para mantener a Adrian completamente bajo su hechizo.

Lizzy y Adrian habían estado inmersos en su juego de seducción durante toda la cena, con Lizzy dominando la situación con su encantadora y calculada coquetería. La atmósfera en la sala era cálida y animada, pero para ellos, el mundo parecía haberse reducido a su propio rincón privado de intimidad y deseo.

A medida que la cena avanzaba, Lizzy continuó moviéndose sobre las piernas de Adrian con una deliberada sensualidad. Cada movimiento estaba diseñado para mantenerlo completamente cautivado. Mientras sus caderas se balanceaban y su trasero se movía de forma provocativa, Adrian sentía cómo su deseo se intensificaba. La presión contra su entrepierna era innegable, y aunque trataba de mantener la calma, su excitación era evidente.

Lizzy, al darse cuenta del efecto que tenía en él, no pudo evitar sonreír con satisfacción. Sabía que estaba logrando exactamente lo que quería. La forma en que se movía, las miradas que le lanzaba y los susurros que compartían mantenían a Adrian completamente rendido a sus pies.

—¿Cómo estás, cariño? —preguntó Lizzy con una voz suave y seductora, mientras sus movimientos se volvían más lentos y deliberados. —¿Te estás divirtiendo?

Adrian, tratando de mantener su compostura, intentó responder con normalidad, pero su voz traicionó su excitación.

—Sí, estoy... —empezó, pero su voz se quebró ligeramente—. Estoy disfrutando mucho.

Lizzy se inclinó hacia él, sus labios rozando su oído. El susurro de su voz era como un soplo de aire caliente que aumentaba la intensidad de su deseo.

—Me alegra oír eso, amor. —le susurró Lizzy, su voz cargada de una mezcla de cariño y picardía—. Porque yo también estoy disfrutando cada momento.

Mientras hablaba, Lizzy continuó moviéndose con suavidad, como si estuviera bailando sobre las piernas de Adrian. La sensación era embriagadora, y el contacto continuo entre sus cuerpos mantenía a Adrian en un estado constante de excitación. La forma en que Lizzy se movía, la presión que ejercía y la cercanía de sus cuerpos hacía que Adrian sintiera una necesidad desesperada de ella

Lizzy, notando el creciente deseo de Adrian, decidió llevar el juego al siguiente nivel. Se inclinó hacia él, sus labios encontraron los de él en un beso lleno de pasión y ternura. El beso fue largo y profundo, y mientras sus labios se movían, Lizzy se aseguró de que cada toque fuera completamente seductor.

—¿Sabes cuánto me encanta tenerte así, deseándome? —le susurró Lizzy, su voz entrecortada por la intensidad del momento—. Eres mío, Adrian. Todo lo que hago, lo hago porque me encanta tenerte a mis pies.

Adrian, incapaz de apartar la mirada de ella, sintió cómo su excitación aumentaba aún más. La forma en que Lizzy lo provocaba y cómo su cuerpo se movía sobre él era un tormento delicioso. Aunque trataba de mantener la calma, no podía evitar sentirse completamente dominado por ella.

Lizzy, con una sonrisa traviesa, se movió para ajustar el almohadón entre ellos, permitiendo que su trasero se moviera contra su entrepierna de una manera aún más provocativa. Luego, se inclinó para darle un último beso en los labios, un beso que fue a la vez suave y lleno de promesas.

—Vas a necesitar este almohadón, amor —dijo Lizzy, mientras colocaba el almohadón en su entrepierna con una sonrisa—. Para que puedas acomodarte un poco.

La insinuación era clara, y Adrian sintió cómo su deseo se intensificaba aún más. Lizzy estaba completamente consciente del efecto que tenía en él, y su sonrisa y la forma en que lo miraba solo servían para aumentar su excitación.

Luego, Lizzy se levantó con gracia, su movimiento era deliberadamente seductor. Se inclinó para darle un beso en el labio y luego en el cuello, justo donde su piel se unía con el pecho. El contacto de sus labios en ese punto tan sensible dejó una marca que era tanto física como emocional.

—No olvides, cariño —le susurró Lizzy al oído, su voz llena de una mezcla de dulzura y autoridad—. Esta noche, nos vamos a divertir mucho. Tú y yo. Y recuerda, en nuestra relación, yo mando. En todo.

La forma en que Lizzy lo miraba y las palabras que le decía estaban diseñadas para mantenerlo completamente bajo su hechizo. Adrian, con el deseo aún evidente en su rostro, asintió sin poder dejar de sonreír.

Lizzy se alejó con un movimiento elegante, asegurándose de que su salida fuera tan provocativa como su entrada. La forma en que se movía, el balanceo de sus caderas y la sonrisa en sus labios eran un claro recordatorio de la dinámica de su relación.

Mientras Lizzy se dirigía hacia la puerta, dejó que sus movimientos fueran tan seductores como los de antes. La forma en que su cuerpo se movía y cómo se inclinaba ligeramente mientras se iba era un espectáculo que mantenía a Adrian completamente cautivado.

—No me hagas esperar, amor —le dijo Lizzy con una sonrisa—. Nos vemos esta noche.

Adrian, aún sintiendo la marca de su contacto en su piel y el deseo que había experimentado, no podía hacer más que asentir y sonreír. La forma en que Lizzy lo había tratado y la manera en que lo había dominado eran una prueba de su poder sobre él. Aunque él era el líder de Tierra, había sido completamente dominado por la pequeña, dulce y apasionada Lizzy de Mar.

A medida que Lizzy salía de la sala, dejó una estela de deseo y excitación que era imposible de ignorar. Adrian, aún atónito por la intensidad del momento, se quedó sentado, sintiendo cómo su cuerpo reaccionaba a cada recuerdo de la experiencia.

Lizzy había demostrado que, a pesar de su tamaño y apariencia, tenía un poder y una influencia que podían desafiar incluso al hombre más fuerte y dominante. Su habilidad para provocarlo y mantenerlo cautivado era una prueba de su encanto y su control sobre la dinámica de su relación.

La noche prometía ser una continuación de la pasión y el deseo que Lizzy había iniciado, y tanto ella como Adrian estaban listos para explorar cada aspecto de su conexión. Lizzy había establecido claramente su dominio y había dejado una marca indeleble en la mente y el cuerpo de Adrian, preparándolo para lo que prometía ser una noche inolvidable.

Lizzy, con su encanto natural en plena exhibición, se levantó de las piernas de Adrian como si nada hubiera pasado, manteniendo una sonrisa juguetona en sus labios. Su actitud era casual, pero sus ojos brillaban con una chispa de travesura que no pasaba desapercibida. Con un guiño coqueteo, se giró hacia Mario y Arath, quienes estaban distraídos con la conversación y la limpieza.

—Mario, Arath, ¿necesitan ayuda con algo? —preguntó Lizzy, su voz suave y cargada de una intención que solo Adrian podía interpretar completamente.

Mientras hablaba, Lizzy se inclinó ligeramente para recoger los platos de la mesa. Al hacerlo, su escote se hizo evidente, atrayendo miradas furtivas y aumentando aún más el deseo de Adrian. Su escote, apenas visible mientras se movía, parecía estar diseñado para provocar y seducir a su amado. Con un último destello de complicidad, Lizzy levantó el plato de Adrian y lo miró con una sonrisa pícara.

—Voy a llevar esto a la cocina —dijo, mientras se giraba y comenzaba a caminar hacia la cocina con una gracia que no podía pasarse por alto.

Mientras Lizzy se dirigía a la cocina, su movimiento era deliberadamente sensual. Cada paso parecía estar coreografiado para mantener a Adrian en un estado de constante anticipación. La forma en que movía sus caderas y el ligero balanceo de su trasero al caminar eran una invitación abierta a los deseos más profundos de Adrian.

Una vez en la cocina, Lizzy se puso a lavar los platos con una elegancia que solo ella podía combinar con la sensualidad. Mientras frotaba y enjuagaba, su canto alegre y despreocupado llenaba el espacio. Sin embargo, no era solo su voz la que atrapaba la atención; era también la forma en que su cuerpo se movía mientras lo hacía. Cada vez que se inclinaba o giraba, su trasero se hacía visible, seduciéndolo incluso a la distancia.

Lizzy sabía exactamente lo que estaba haciendo. Cada gesto, cada movimiento de su cuerpo estaba diseñado para mantener a Adrian completamente cautivado, incluso cuando estaban separados por una pared. La forma en que se movía y cómo se inclinaba para alcanzar los platos permitía que su figura fuera vista de manera provocativa.

El control que Lizzy tenía sobre Adrian era evidente. Incluso en la distancia, su presencia era abrumadora. Cada vez que Lizzy pasaba cerca de la ventana de la cocina, el reflejo de su trasero en el cristal parecía amplificar el efecto de su encanto. Adrian, aún sentado en la mesa, se encontraba en una lucha constante entre el deseo y la necesidad de mantener su compostura.

Lizzy se movía con una habilidad maestra, usando su atractivo para controlar la situación. Sabía que podía mantener a Adrian en un estado de anticipación constante, y lo hacía con una destreza que solo podía venir de una experiencia cuidadosa en el arte del encanto.

Después de un rato, Lizzy salió de la cocina con los platos limpios y un aire de satisfacción en su rostro. Su actitud era la misma de antes: despreocupada y llena de confianza. Cuando regresó a la mesa, Adrian notó el leve temblor en sus labios, que mostraba su satisfacción por haber logrado mantener a Adrian completamente atrapado en su hechizo.

—Todo listo aquí —dijo Lizzy, dejando los platos sobre la mesa con un último toque de coquetería. —Si necesitan algo más, no duden en pedírmelo.

Con una última sonrisa juguetona y un guiño a Adrian, Lizzy se volvió para regresar a la cocina, dejando a los presentes con la impresión de que había una dinámica mucho más profunda y seductora en juego. Su habilidad para manejar a Adrian y la forma en que sabía cómo provocar y controlar su deseo era un testimonio de su maestría en el arte del encanto.

Lizzy se adentró nuevamente en la cocina, y mientras se preparaba para continuar con sus tareas, no pudo evitar sonreír al pensar en la reacción de Adrian. Ella sabía que la noche apenas comenzaba, y con la habilidad de seducción que poseía, estaba lista para continuar jugando con su amado. La forma en que manejaba la situación y el control que tenía sobre Adrian demostraban que ella era la verdadera maestra del juego de la seducción, y estaba preparada para llevar su encanto y pasión a nuevas alturas.

Adrian, sintiendo el aumento palpable de su excitación debido a la seducción de Lizzy, intentó mantener su compostura mientras ella seguía moviéndose con un encanto irresistible. La mezcla de deseo y la necesidad de disimular su erección creaban una situación complicada. Con una habilidad rápida y precisa, Adrian se levantó de la silla con la intención de resolver el incómodo problema.

Mientras se levantaba, Adrian pensó rápidamente en el almohadón que Lizzy le había dado antes. Con movimientos sutiles, lo tomó de la silla y lo acomodó entre sus piernas, tratando de ocultar la evidencia de su excitación. El almohadón era grande y mullido, proporcionando una cobertura temporal que le permitiría manejar la situación sin que los demás notaran nada. Con un esfuerzo concentrado, Adrian caminó hacia el sofá cercano, intentando evitar que su incomodidad fuera evidente.

Adrian se dirigió hacia el sofá, cruzándose de piernas de manera que el almohadón quedara estratégicamente colocado para ocultar su erección. Se sentó con una actitud relajada, intentando parecer casual, pero era evidente para él que cualquier movimiento brusco podría traicionarlo. El almohadón, ahora encima de sus piernas, se convirtió en su escudo protector, mientras él se esforzaba por mantener una postura natural.

Desde su posición, Adrian observó cómo Lizzy se movía con gracia y seguridad en la cocina, ajena a la pequeña crisis que había causado. La forma en que ella había manejado la situación era una mezcla de audacia y maestría, y Adrian no podía evitar sentir una mezcla de admiración y frustración por la habilidad con la que ella lo había seducido.

Lizzy, que había regresado a la cocina, observó a Adrian con una sonrisa divertida. Ella había notado inmediatamente el movimiento hacia el sofá y la forma en que él había tratado de ocultar su situación. La risa de Lizzy fue suave y contagiosa, y se convirtió en un pequeño espectáculo para las chicas presentes, quienes estaban completamente desconcertadas.

—¿Todo bien, Adrian? —preguntó Lizzy con un tono juguetón mientras lavaba los platos. Su voz era clara y cargada de una sutileza que solo él podía captar, y su sonrisa era un reflejo de su satisfacción por la situación.

Las chicas, que estaban distraídas con sus propias conversaciones y actividades, no entendieron del todo la situación. Su atención estaba centrada en temas diferentes, y el comportamiento de Adrian no despertó su curiosidad. Sin embargo, los varones presentes, acostumbrados a lidiar con situaciones similares y a captar detalles que las mujeres a menudo pasaban por alto, empezaron a sospechar.

Agustín, uno de los varones que había sido testigo de la interacción entre Lizzy y Adrian, comenzó a sentir una punzada de envidia. Observó la forma en que Lizzy había seducido a Adrian con facilidad y cómo él había reaccionado a su encanto. La diferencia en la forma en que Lizzy manejaba a Adrian en comparación con la forma en que Gala se había comportado con él era evidente, y Agustín no podía evitar preguntarse por qué Gala no había sido capaz de atraer a Adrian de la misma manera.

Mientras Adrian se acomodaba en el sofá, su mente estaba llena de pensamientos sobre Lizzy. La forma en que ella lo había hecho sentir lo había sorprendido, y su poder para provocarlo y mantenerlo cautivado era algo que no había experimentado antes. Lizzy no solo había jugado con sus emociones, sino que también había demostrado un control absoluto sobre él, incluso en un entorno público.

El almohadón bajo sus piernas se convirtió en un símbolo de la situación, y Adrian sabía que, aunque había logrado disimular su erección, la noche estaba lejos de terminar. La anticipación de lo que le esperaba esa noche con Lizzy lo mantenía en un estado de excitación constante, y la forma en que ella lo había manejado en la cena solo aumentaba su deseo.

La tensión en el ambiente era palpable, y mientras Adrian trataba de recuperar la compostura, Lizzy seguía moviéndose con una elegancia y un encanto que no dejaban lugar a dudas sobre su habilidad para seducir. Cada gesto, cada palabra y cada sonrisa eran una demostración de su dominio sobre la situación.

Mientras la noche avanzaba, Lizzy se convirtió en el centro de atención, y su influencia sobre Adrian no era algo que se pudiera ignorar. La forma en que ella lo había cautivado y el efecto que había tenido sobre él era un testimonio de su habilidad para manejar la seducción y el romance con una maestría que solo ella podía poseer.

Con cada movimiento de Lizzy y cada mirada furtiva hacia Adrian, el deseo y la anticipación crecían. La noche prometía ser una experiencia intensa y emocionante, y Adrian sabía que estaba a punto de entrar en un juego de seducción y pasión que solo Lizzy podía dominar. La forma en que ella lo había llevado al límite durante la cena solo era un preludio de lo que estaba por venir, y Adrian estaba listo para entregarse por completo a lo que la noche le tenía reservado.

Adrian, consciente de la necesidad urgente de deshacerse de la erección que había estado ocultando con el almohadón, decidió retirarse al baño. Su mente estaba en una mezcla de anticipación y ansiedad. Se necesitaba un momento de soledad para recuperar la compostura y evitar que la situación se volviera aún más incómoda. Lo que no esperaba, sin embargo, era que Lizzy iba a seguirlo, ni mucho menos la manera en la que lo haría.

Cuando Adrian se adentró en el baño y abrió la ducha, dejando que el agua caliente comenzara a caer, sintió un alivio momentáneo. Se despojó de su ropa con rapidez, con la esperanza de que una buena ducha le ayudaría a calmarse y a restablecer su normalidad. Sin embargo, el sonido de la puerta del baño abriéndose y el aroma de su perfume favorito pronto lo hicieron darse cuenta de que la situación estaba lejos de ser tranquila.

Lizzy, con el cabello atado en un elegante moño que dejaba ver su rostro radiante y su sonrisa coqueta, entró al baño sin previo aviso. Su presencia era deslumbrante y completamente inesperada. La expresión en su rostro era una mezcla de travesura y deseo, lo que dejaba claro que no tenía la intención de dejar a Adrian en paz.

—Oh, bonito mío —dijo Lizzy con un tono seductor y juguetón—, ¿tan fácil crees que te has librado de mí?

Sin darle tiempo a Adrian para responder o reaccionar, Lizzy se acercó a él con una sonrisa persuasiva. Sin dudarlo, lo empujó suavemente hacia la ducha y lo siguió, sin preocuparse por mojarse. El agua caliente caía sobre ellos, y el ambiente se llenó de vapor, intensificando la atmósfera romántica y cargada de deseo.

Adrian, aún sorprendido por la llegada inesperada de Lizzy, no tuvo tiempo de recuperarse antes de que ella lo besara con una pasión arrebatadora. Sus labios se encontraron en un beso ardiente que combinaba deseo, cariño y ternura. Lizzy lo tomó por sorpresa, y él se rindió completamente a la intensidad del momento.

Con una determinación inquebrantable, Lizzy se aferró a las piernas de Adrian, mientras él la sostenía en sus brazos. La conexión entre ellos era palpable, y la erección que había intentado controlar había regresado con una fuerza renovada. Lizzy, con su habilidad innata para seducir, había logrado provocar una respuesta aún más intensa de lo que Adrian había anticipado.

Lizzy, con su figura elegante y su forma de moverse con gracia bajo el agua, estaba completamente en control. Cada toque, cada susurro y cada movimiento eran una demostración de su dominio sobre el juego de la seducción. La forma en que se aferraba a Adrian y lo besaba con una mezcla de ternura y pasión solo aumentaba su deseo y fascinación.

Adrian, atrapado entre el deseo y la admiración, no pudo evitar rendirse completamente a los encantos de Lizzy. La combinación de su belleza, su sensualidad y su habilidad para hacer que se sintiera completamente cautivado lo dejó sin palabras. En ese momento, se dio cuenta de que Lizzy no solo había ganado el juego de la seducción, sino que también había conquistado su corazón y su cuerpo de una manera que nunca había experimentado antes.

Mientras el agua continuaba cayendo sobre ellos, el ambiente se volvía cada vez más íntimo y cargado de pasión. Lizzy, con su actitud juguetona y dominante, mantenía a Adrian completamente sumido en su juego. Cada beso, cada caricia y cada susurro eran una prueba de su capacidad para hacer que él se sintiera completamente a su merced.

Adrian, aunque era el líder fuerte y manipulador de Tierra, se encontró completamente rendido ante el poder seductor de Lizzy. La forma en que ella lo había atrapado en su juego y había hecho que se sintiera tan deseado y amado lo llevó a una experiencia que superaba todas sus expectativas. Lizzy, con su habilidad para dominar la situación y provocar emociones intensas, había demostrado ser una diosa en el arte de la seducción.

Finalmente, el beso de Lizzy y la forma en que se aferraba a él con cariño y deseo crearon una sensación de completa entrega. La pasión entre ellos se hizo evidente mientras el agua seguía cayendo y la temperatura del baño se elevaba aún más. Lizzy, con su sonrisa satisfecha y su habilidad para controlar cada aspecto del momento, había logrado lo que parecía imposible: hacer que Adrian se rindiera completamente ante ella.

Adrian, sintiendo el deseo y la pasión que Lizzy había logrado despertar en él, supo que esta noche iba a ser una de las más intensas y memorables de su vida. Con una mezcla de anticipación y felicidad, se entregó completamente a la experiencia, sabiendo que Lizzy había ganado el juego de la seducción y que, por esta noche, él estaba completamente a su disposición.

Mientras el agua caía en torrentes sobre ellos, la intensidad de la situación era palpable. Adrian, completamente atrapado en la pasión y el deseo que Lizzy había desatado en él, no pudo más que rendirse por completo. Su respiración era pesada, su cuerpo temblaba ligeramente de emoción y el deseo ardía en cada rincón de su ser.

Lizzy, con su habilidad innata para seducir y dominar la situación, estaba completamente en control. Cada movimiento y cada caricia que realizaba estaba diseñada para mantener a Adrian completamente bajo su influencia. La combinación de su belleza, su sensualidad y su poder de seducción era irresistible.

Adrian, con su corazón acelerado y sus pensamientos nublados por el deseo, finalmente encontró las palabras para expresar lo que sentía. Con una voz cargada de emoción y sinceridad, miró a Lizzy a los ojos, su mirada reflejando una mezcla de admiración y adoración.

—Lizzy, me vuelves loco —dijo Adrian con voz temblorosa—. Haré cualquier cosa que me pidas, absolutamente todo. No hay nada que no esté dispuesto a hacer por ti. Me encanta, te deseo con una intensidad que nunca había experimentado antes, y te amo más de lo que puedo expresar. Estoy completamente bajo tu control, y seré tu Big Boy, todo lo que tú quieras, todo lo que necesites.

Cada palabra que Adrian decía estaba cargada de sinceridad y desesperación, mostrando cuánto había sido atrapado por los encantos de Lizzy. Sus emociones estaban a flor de piel, y la forma en que hablaba solo servía para aumentar la pasión en el aire.

Lizzy, al escuchar las palabras de Adrian y ver el deseo y la devoción en sus ojos, no pudo evitar sonreír con satisfacción. Su corazón latía con fuerza, no solo por el deseo, sino también por la alegría de saber que tenía a Adrian completamente cautivado.

Sin decir una palabra, Lizzy se acercó a Adrian con una intensidad que solo aumentó el deseo entre ellos. Sus labios se encontraron en un beso ardiente que combinaba la pasión con el cariño. El beso era un testimonio de la conexión profunda entre ellos, una mezcla de ternura y deseo que solo hacía que el momento fuera más intenso.

A medida que Lizzy se pegaba aún más a Adrian, el contacto físico entre ellos se volvía más cercano y ardiente. Sus cuerpos estaban completamente en sincronía, y la sensación del calor del agua y la proximidad de sus cuerpos solo intensificaban el deseo.

Lizzy, con su sonrisa encantadora y su actitud dominante, sabía exactamente cómo hacer que Adrian se sintiera completamente a su merced. Cada caricia, cada toque y cada beso estaban diseñados para mantenerlo completamente cautivado y deseoso. La forma en que se movía contra él, la manera en que se aferraba a él con cariño y la intensidad de su pasión solo hacían que la conexión entre ellos fuera más fuerte.

Mientras el beso se profundizaba y la pasión entre ellos se volvía más intensa, Lizzy sabía que tenía el control total de la situación. Cada movimiento, cada susurro y cada caricia eran una prueba de su habilidad para dominar y seducir. La forma en que se pegaba a Adrian, la forma en que sus labios se movían contra los de él, y el calor que emanaba de su cuerpo solo aumentaban el deseo y la excitación entre ellos.

Adrian, completamente rendido ante los encantos de Lizzy, no pudo más que entregarse por completo. Sus palabras y acciones mostraban claramente cuánto estaba dispuesto a hacer por ella, y la pasión en sus ojos reflejaba la intensidad de sus sentimientos

Finalmente, Lizzy, con su sonrisa satisfecha y su actitud juguetona, se alejó ligeramente para mirar a Adrian con una mirada de desafío y seducción. Su voz, cargada de ternura y deseo, estaba llena de promesas para la noche que se avecinaba.

—¿Ves todo lo que puedo provocar en ti? —dijo Lizzy con un tono suave y apasionado—. Me encanta, y esta noche vamos a divertirnos mucho más. Pero recuerda, cariño, que en este juego, yo soy la que mando. Tanto en el amor, como en el juego, como en la cama, tú solo tienes que seguirme y hacer lo que te pida. ¿Entiendes, corazón?

Adrian, completamente embriagado por el deseo y la devoción, asintió sin dudarlo. Su mirada estaba llena de adoración, y su cuerpo seguía respondiendo al encantador control de Lizzy. La conexión entre ellos era innegable, y Lizzy había demostrado ser una maestra en el arte de la seducción y el control.

Lizzy, con su sonrisa triunfante y su actitud juguetona, finalmente se apartó de Adrian, dejando que el agua siguiera cayendo sobre ellos. Su presencia era una mezcla de ternura, deseo y poder, y la forma en que se movía y se comportaba solo servía para reafirmar su dominio sobre la situación.

Adrian, aunque todavía abrumado por el deseo y la pasión, sabía que esta noche iba a ser una de las más intensas y memorables de su vida. Lizzy había demostrado que, a pesar de su tamaño y fuerza, él estaba completamente bajo su control, y no podía esperar para ver cómo se desarrollaba la noche. La combinación de su amor, su deseo y su habilidad para seducir solo hacía que la anticipación fuera aún mayor.

Después de una intensa y apasionada ducha juntos, Lizzy y Adrian se separaron para vestirse, sus cuerpos aún resonando con el calor del momento compartido. Adrian, visiblemente afectado por la experiencia, se encontraba en un estado de completa rendición ante los encantos de Lizzy. Cada movimiento, cada palabra de ella había dejado una marca indeleble en su corazón y mente.

Una vez vestidos, Lizzy, con una sonrisa satisfecha y una mirada triunfante, se acercó a Adrian. Él, con la misma intensidad en sus ojos, se le acercó con un paso decidido. La conexión entre ellos era palpable, una mezcla de amor profundo, deseo ardiente y respeto mutuo.

Adrian, mirando a Lizzy con una mirada que combinaba adoración y devoción, se detuvo frente a ella. Sus ojos reflejaban la claridad de sus sentimientos y la profundidad de su compromiso.

—Lizzy —comenzó Adrian, su voz cargada de emoción—, quiero que sepas algo. Te amo con todo mi corazón. Haré todo lo que quieras, tanto como pareja, como competidor y en cualquier aspecto de nuestra vida. Me has ganado por completo. La italiana ha conquistado al mexicano, la rubia al moreno, la baja al alto. El amor ha vencido, y tú has penetrado en mi ser de una manera que nunca imaginé posible.

Adrian se acercó a Lizzy, tomando sus manos en las suyas con una ternura sincera. Su mirada era intensa, llena de pasión y devoción.

—Desde el momento en que te vi, supe que había algo especial en ti. Y ahora, después de todo lo que hemos compartido, estoy completamente rendido. Has roto todas mis barreras, has deshecho todas mis reservas y has demostrado que el amor que siento por ti es más fuerte que cualquier cosa que haya experimentado antes.

Lizzy, con una sonrisa llena de ternura y satisfacción, escuchó las palabras de Adrian con atención. Su corazón latía con fuerza, no solo por el amor que sentía, sino también por la satisfacción de haber conquistado a alguien tan fuerte y decidido como él.

—Oh, Adrian —dijo Lizzy con un tono suave y apasionado—, no hay nada que desee más que tenerte a mi lado, en todos los aspectos de nuestra vida. Me has demostrado que estás dispuesto a darlo todo por mí, y eso significa más de lo que las palabras pueden expresar.

Con una sonrisa coqueta y un brillo en sus ojos, Lizzy se acercó aún más a Adrian. Lo besó con ternura, un beso lleno de amor y promesas para el futuro. La conexión entre ellos era profunda, y el beso era una manifestación de todo lo que sentían el uno por el otro.

izzy, con una mirada llena de promesas y deseo, se apartó ligeramente para mirar a Adrian a los ojos. Su voz, cargada de ternura y pasión, era un reflejo de su amor y devoción.

—Sabes que te quiero más de lo que puedo expresar. Y ahora que has admitido que me has ganado, me encanta saber que somos un equipo, que en nuestra relación, en nuestra vida y en nuestras competiciones, estamos completamente juntos.

Adrian, con una sonrisa de felicidad y una mirada de profundo amor, asintió enérgicamente. Su corazón estaba lleno de gratitud y amor por Lizzy, y no podía esperar para ver lo que el futuro les deparaba.

Mientras se miraban el uno al otro, la conexión entre ellos era innegable. Lizzy había logrado algo extraordinario: había ganado el corazón de Adrian, un hombre fuerte y decidido, y lo había hecho de una manera que solo ella podía.

—Entonces, cariño —dijo Lizzy con una sonrisa—, preparémonos para todo lo que viene. Estamos juntos en esto, y no hay nada que no podamos enfrentar si estamos el uno con el otro.

Adrian, con una mirada llena de admiración y devoción, se inclinó para darle otro beso a Lizzy. La pasión y el amor entre ellos estaban claros, y sabían que su relación era más fuerte que nunca

Con un último suspiro de satisfacción y amor, Adrian y Lizzy se abrazaron, sus cuerpos entrelazados y sus corazones latiendo al unísono. Sabían que el futuro que les esperaba estaba lleno de promesas, desafíos y, sobre todo, amor incondicional.

—Estamos listos para lo que venga —dijo Adrian con firmeza—. Juntos, podemos superar cualquier cosa.

Lizzy, con una sonrisa llena de amor y determinación, asintió en acuerdo. Su relación era una prueba de que el amor verdadero podía conquistar todas las barreras y superar cualquier desafío. Con el corazón lleno de amor y la certeza de que estaban destinados a estar juntos, se prepararon para enfrentar todo lo que el futuro les tenía reservado.

Mientras la tarde avanzaba y el ambiente se impregnaba de una mezcla de anticipación y amor, Lizzy y Adrian se encontraron en un rincón tranquilo de la casa. El resplandor dorado del sol poniente filtrándose a través de las ventanas creaba un ambiente íntimo y cálido, perfecto para el momento que estaban a punto de compartir.

Adrian, aún con las emociones a flor de piel después de su conversación y las promesas compartidas, se acercó a Lizzy con una intensidad palpable. Sus ojos reflejaban un deseo ardiente y un amor profundo, mientras que Lizzy, con una sonrisa coqueta y un brillo travieso en sus ojos, se preparaba para el siguiente paso en su jornada juntos.

Lizzy levantó la mano para acariciar suavemente la mejilla de Adrian, su toque era delicado pero cargado de intención. La conexión entre ellos era innegable, y ambos sabían que el amor y la pasión que sentían el uno por el otro estaban a punto de alcanzar un nuevo nivel.

Adrian, sintiendo la calidez de la mano de Lizzy en su rostro, se inclinó hacia ella, su respiración entrecortada por la anticipación. Lizzy, con una expresión de ternura y deseo, se acercó lentamente, permitiendo que sus labios se encontraran en un beso que era una mezcla perfecta de pasión, deseo, cariño y amor.

El primer contacto de sus labios fue suave y tierno, como si estuvieran explorando el territorio de su intimidad con un cuidado reverente. Sin embargo, a medida que el beso se profundizaba, la pasión comenzó a intensificarse. Los labios de Adrian se movieron con fervor, y Lizzy respondió con la misma intensidad, sus bocas se entrelazaban en una danza sensual y emotiva.

El beso entre ellos era un reflejo de todas las emociones que sentían: la pasión que los consumía, el deseo que los unía y el amor profundo que los mantenía firmes el uno al otro. Era un beso que hablaba de promesas y sueños, de la noche especial que se acercaba y de la certeza de que estaban hechos el uno para el otro.

Las manos de Lizzy se deslizaron hacia el cuello de Adrian, acariciando su piel con ternura mientras él envolvía sus brazos alrededor de su cintura, atrayéndola más cerca de él. La conexión entre sus cuerpos era innegable, y el calor de sus cuerpos entrelazados aumentaba la intensidad del momento.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y amor. Lizzy, con una sonrisa satisfecha y un destello en sus ojos, miró a Adrian con una expresión de confianza y anticipación.

—Esta noche —dijo Lizzy, su voz suave y cargada de promesas—, vamos a disfrutar de cada momento juntos. Estoy deseando que llegue.

Adrian, con una sonrisa amplia y llena de amor, asintió con entusiasmo. Sus palabras eran un reflejo de su emoción y deseo.

—No puedo esperar a compartir esta noche contigo —respondió Adrian, su voz resonando con un tono lleno de pasión y devoción—. Estaré esperando cada segundo, sabiendo que vamos a crear recuerdos que nunca olvidaremos.

Con una última caricia y un beso corto pero dulce, Lizzy se apartó ligeramente, sus ojos brillando con un amor inquebrantable. Adrian la miró con adoración, sabiendo que la noche que se avecinaba sería una celebración de su amor y pasión.

—Hasta luego, mi amor —dijo Lizzy con una sonrisa—. Te estaré esperando con todo lo que tengo.

Adrian, con una mirada de anticipación y cariño, asintió. Mientras Lizzy se alejaba, la promesa de la noche especial llenaba el aire, y ambos sabían que el tiempo que estaban a punto de compartir sería una confirmación de su amor y deseo mutuos.

Antes de que Lizzy pudiera dar un paso hacia la puerta, Adrian la detuvo suavemente tomando su mano con firmeza pero sin brusquedad. Sus ojos, cargados de emoción y un poco de melancolía, reflejaban el deseo de mantener ese momento justo un poco más.

Lizzy se volvió hacia él, su corazón acelerado al ver la expresión de Adrian. La conexión entre ellos era tan intensa que parecía casi palpable en el aire. Adrian se acercó, sus dedos acariciando la mano de Lizzy mientras su mirada se centraba en sus ojos.

—Antes de que te vayas —dijo Adrian con voz baja y cargada de emoción—, necesito mostrarte cuánto te voy a extrañar.

Sin esperar una respuesta, Adrian inclinó su cabeza hacia adelante y la besó con una intensidad que superó cualquier beso previo. Sus labios se encontraron en una danza ardiente y apasionada, un beso que hablaba de sus sentimientos profundos y de la anticipación de la noche que se avecinaba.

Lizzy respondió al beso con igual fervor, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello, acentuando el contacto entre sus cuerpos. El beso era una mezcla de deseo ardiente y cariño sincero, un recordatorio de la conexión profunda que compartían.

Cuando finalmente se separaron, ambos respiraban con dificultad, sus labios aún rozándose levemente. Lizzy miró a Adrian con ojos brillantes, una sonrisa tierna curvando sus labios.

—Te voy a extrañar mucho, incluso si es solo por un rato —dijo Adrian con sinceridad, su voz temblando ligeramente con la emoción.

Lizzy le devolvió la sonrisa, sus ojos reflejando el mismo amor y anhelo. —Y yo te voy a extrañar también, más de lo que puedes imaginar. Pero sabes que nos amamos, y eso es lo que hace que todo esto valga la pena.

Adrian asintió, su expresión relajándose con una mezcla de felicidad y tristeza. —Sí, lo sé. Nos amamos profundamente, y eso nos mantendrá fuertes, incluso cuando estemos separados por un tiempo.

Lizzy le dio un último beso, suave pero lleno de promesas, antes de alejarse lentamente. La calidez de su amor seguía envuelta en el aire, y ambos sabían que, a pesar de la separación temporal, su amor era lo que los mantenía unidos.

Con una última mirada llena de cariño, Lizzy se dirigió hacia la puerta, mientras Adrian la observaba, su corazón lleno de anticipación por la noche que les esperaba y de amor por la mujer que acababa de robarle el corazón una vez más.

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