Capitulo 11

Fue una noche larga
Fue una noche cruel
Nos herimos tanto
Yo no sé por qué
Y en nuestra tormenta
No ha dejado de llover

Me dejaste sola
No supe qué hacer
Y salí a buscarte
Y me encontré con él
Me falló la mente
Me fallo la piel
Me equivoqué

Vuelve
No quise destruirnos
Hay tanto que decirnos
Por un error no mates lo que somos
Lo que fuimos
Perdóname mi amor
Perdóname mi amor

Vuelve
Por este amor valiente
No hay nada que no enfrente
La guerra es contra comprender
Que solo somos gente
Que ama y que miente
Perdóname mi amor
Perdóname mi amor

No me hagas preguntas
Que no responderé
No todo es blanco y negro
Hay tanto gris también
Pero me arrepiento
Y lo tienes que saber

Vuelve
No quise destruirnos
Hay tanto que decirnos
Por un error no mates lo que somos
Lo que fuimos
Perdóname mi amor
Perdóname mi amor

Vuelve
Por este amor valiente
No hay nada que no enfrente
La guerra es contra comprender
Que solo somos gente
Que ama y que miente
Perdóname mi amor
Perdóname mi amor

Si sobrevive nuestro amor
A las caídas y al dolor
No tengas miedo de intentar
Volver a mí
Volver a amar
Volver, volver, volver

Gente, si solo somos gente
Si solo somos gente
Que ama y que miente
Si solo somos gente
Si solo somos gente
Perdóname mi amor
Perdóname mi amor

¡Vuelve!
Vuelve
Por este amor valiente
No hay nada que no enfrente
La guerra es contra comprender
Que solo somos gente
Que ama y que miente
Perdóname mi amor
Perdóname mi amor

¡Vuelve, vuelve!
Vuelve
Por este amor valiente
No hay nada que no enfrente
La guerra es contra comprender
Que solo somos gente
Que ama y que miente
Perdóname mi amor
Perdóname mi amor

La noche era serena, solo interrumpida por el suave murmullo del agua en la piscina. Las estrellas, testigos silenciosos, se reflejaban en la superficie cristalina. Los ojos azules de Lizzy, normalmente tan brillantes y llenos de vida, ahora se encontraban apagados, dolidos. Enfrente de ella, los ojos cafés de Gala, normalmente cálidos y acogedores, reflejaban arrepentimiento y desesperación.

Gala intentaba buscar las palabras correctas, algo que pudiera aliviar el dolor que veía en los ojos de Lizzy. Pero las palabras parecían insuficientes, atrapadas en su garganta. Todo había comenzado en esa misma piscina, donde se habían besado por primera vez, donde se habían jurado amor eterno. Ahora, ese mismo lugar era testigo de la desintegración de lo que alguna vez fue hermoso y puro

Lizzy estaba sentada al borde de la piscina, con los pies descalzos apenas tocando el agua fría. El silencio entre ellas era espeso, cargado de emociones no expresadas. Lizzy sabía que tenía que hablar, que tenía que entender por qué Gala había decidido traicionarla de esa manera, pero no sabía si podía soportar escuchar la verdad.

Gala, de pie a un par de metros de Lizzy, intentaba armarse de valor. Quería explicarle, pero temía que cualquier cosa que dijera empeorara la situación. Sabía que había cometido un error terrible, que había actuado sin pensar en las consecuencias, y ahora estaba pagando el precio.

Lizzy finalmente rompió el silencio, su voz apenas un susurro cargado de dolor. "¿Por qué, Gala? ¿Por qué aceptaste subir a la suite con Agustín? Sabías lo que eso significaba para mí... para nosotras." Sus palabras eran suaves, pero cada una era como una daga, cortando directamente al corazón de Gala.

Gala tragó saliva, sintiendo cómo las lágrimas amenazaban con caer. "Lizzy, yo... no estaba pensando claramente. Quería... No, quería vengarme de Tierra, de Agustín, de todos ellos. No pensé en ti, no pensé en nosotras. Solo pensé en mi enojo, en lo que sentía en ese momento."

"¿Y eso te pareció una buena idea?" Lizzy respondió, su voz aumentando en volumen y emoción. "¿Engañarme? ¿Besarlo? ¿Romperme el corazón de esa manera? ¿Cómo pudo importarte tan poco lo que yo sentía, lo que yo quería?"

Gala bajó la mirada, incapaz de sostener la intensidad de la mirada de Lizzy. "No supe cómo manejarlo, Lizzy. Y ahora... ahora lo veo todo tan claro, pero es demasiado tarde."

Gala intentó defenderse, aunque sabía que no tenía excusa. "¿Y qué hay de ti? Si Sian te invitara a la suite, ¿no irías? O incluso Adrian... ¿No harías lo mismo para joder a Tierra?"

Lizzy se levantó del borde de la piscina, ofendida por las palabras de Gala. "¿Cómo puedes decir eso, Gala? Yo no soy como tú. Pienso en ti, en nosotras. No solo me pongo a mí misma primero. Tengo principios, Gala. Soy leal a mi equipo, y se supone que Mar juega limpio."

Lizzy caminó hacia Gala, su voz temblando de dolor y decepción. "Y lo más importante, te amaba. Te idealizaba, te tenía en lo más alto. Nunca haría nada para lastimarte u ofenderte. No aceptaría subir con ninguno de ellos a la suite ni nada parecido, porque cuando amo a alguien, lo cuido, lo valoro, lo respeto. Y tú... tú no tuviste nada de eso hacia mí."

Las palabras de Lizzy eran como puñaladas para Gala, cada una haciéndola sentir más pequeña, más culpable. Sabía que había fallado de la peor manera posible.

Lizzy se detuvo por un instante antes de girarse para enfrentar a Gala una vez más. Sus ojos, habitualmente llenos de calidez y ternura, ahora reflejaban una mezcla de dolor, decepción y tristeza. La piscina, que alguna vez había sido testigo de sus momentos más felices y amorosos, ahora era un escenario frío y desolado donde se desmoronaba lo que Lizzy había considerado su gran amor.

"¿Sabes lo que más duele, Gala?" comenzó Lizzy, con la voz rota pero firme. "Pensé que eras el amor de mi vida. Para mí, eras todo, lo más importante, especial y bonito. Nuestro amor era algo único, algo que quería para siempre, algo que jamás iba a traicionar, a diferencia de ti. Pensaba que tú sentías lo mismo, pero ahora veo que me equivoqué."

Lizzy hizo una pausa, intentando contener las lágrimas que luchaban por salir. "Tú eras todo lo que yo deseaba, Gala. Contigo, soñaba con un futuro, con algo duradero y verdadero. Y en vez de eso, me encontré con una traición. ¿Cómo pudiste? ¿Cómo pudiste siquiera pensar que aceptaría subir a una suite con Sian o Adrian? Ellos son mis amigos, Gala. Solo mis amigos. Pero parece que para ti eso no es válido. ¿Por qué tú sí puedes tener amigos, pero yo no?"

Gala, sintiéndose cada vez más acorralada y llena de culpa, intentó responder, pero Lizzy no le dio tiempo. Su voz se alzó, llena de la emoción que ya no podía contener.

"¿Por qué no confiaste en mí? ¿Por qué pensaste que haría algo tan bajo como eso? Yo, que te amaba más que a mi vida. Yo, que siempre te puse a ti y a nuestro amor por encima de todo. ¿Cómo pudiste dudar de mí? No lo entiendo, Gala, no lo puedo entender."

Gala intentó dar un paso hacia Lizzy, pero ella retrocedió, manteniendo la distancia entre ambas. El gesto fue más doloroso que cualquier palabra que Lizzy pudiera haber dicho.

"Lo peor de todo," continuó Lizzy, con la voz temblando, "es que no solo me fallaste a mí, sino a nosotras. Nos prometimos un futuro, un amor que sobreviviría a todo, y tú lo tiraste por la borda como si no valiera nada. Me rompiste el corazón, Gala. No sé si alguna vez podré perdonarte por eso."

Gala finalmente encontró su voz, su tono desesperado. "Lizzy, por favor, entiéndeme. Me equivoqué. Sé que lo arruiné, pero nunca quise hacerte daño. Nunca quise perderte. Lo que hicimos en la piscina... era real. Mi amor por ti era real."

Lizzy la miró, los ojos llenos de lágrimas, pero su expresión se había endurecido. "Tal vez lo era, Gala. Tal vez en algún momento realmente lo era. Pero lo destruiste. Lo que teníamos, lo que yo sentía por ti, lo que creíamos que podíamos tener... ya no existe. Lo mataste con tus acciones, con tus mentiras."

El silencio entre ellas se hizo más pesado, cada segundo un recordatorio del abismo que ahora las separaba. Gala intentó acercarse una vez más, pero Lizzy negó con la cabeza, deteniéndola en seco.

"Lo que más me duele," confesó Lizzy, en un susurro cargado de amargura, "es que realmente creí que tú eras la persona con la que quería pasar el resto de mi vida. Creí en ti, Gala, más que en nadie. Pero ahora sé que me equivoqué. Y tengo que aprender a vivir con eso."

Gala sintió que el mundo se desmoronaba a su alrededor, sabiendo que cada palabra de Lizzy era una verdad de la que no podía escapar. "Lizzy, por favor, dame una oportunidad. Puedo cambiar, puedo demostrarte que todavía podemos ser felices juntas."

Pero Lizzy solo negó con la cabeza una vez más. "No sé si alguna vez podré confiar en ti otra vez, Gala. Y sin confianza, no hay amor. Sin confianza, no hay futuro."

Lizzy respiró hondo, tratando de recuperar algo de la calma que había perdido. "Te pido que solo compartamos equipo y cuarto. No quiero más problemas, no quiero más dolor. No tengo nada más que decirte. Lo que sea que nos quedaba, lo mataste. Y ahora, lo único que quiero es distancia."

Las palabras finales de Lizzy resonaron en el aire, como un eco que se negó a desaparecer. "Gracias por todo, Gala. Yo te amé, pero parece que mi amor no fue suficiente. Y aunque me duele en el alma, sé que tengo que seguir adelante."

Con esas palabras, Lizzy se dio la vuelta y comenzó a alejarse, cada paso más pesado que el anterior. Gala, incapaz de moverse, se quedó ahí, mirando cómo la mujer que amaba se alejaba, llevándose consigo todo lo que alguna vez había sido hermoso entre ellas.

El reflejo de la piscina, ahora sereno y tranquilo, no hacía más que acentuar el vacío que se sentía en el aire. La noche, que había sido testigo de su amor y promesas, ahora se volvía testigo de su final.

Lizzy, mientras se alejaba, supo que estaba tomando la decisión correcta. Aunque su corazón dolía, sabía que merecía algo mejor, alguien que la valorara y la amara de la misma manera que ella amaba. Y aunque todavía amaba a Gala, entendió que algunas cosas no podían repararse, y que a veces, lo más difícil era también lo más necesario: dejar ir.

Lizzy no pudo más que dejarse caer en el sofá del área común, incapaz de contener las lágrimas que habían estado luchando por salir desde el momento en que había confrontado a Gala. Se sentía vacía, rota, como si un agujero negro se hubiera abierto en su corazón, tragándose todos los momentos felices, los sueños, y las promesas que alguna vez compartió con ella. El dolor era tan intenso que apenas podía respirar, y su cuerpo temblaba con cada sollozo que salía de su pecho.

Lizzy, la italiana, se hundía más y más en el sofá, como si su dolor pudiera ser absorbido por el mueble. Las lágrimas no cesaban de correr por sus mejillas, y aunque intentaba mantenerse fuerte, el peso de la traición que sentía por parte de Gala, la mexicana que había sido su pareja ideal y compañera inseparable en la casa, era insoportable. Era como si cada lágrima que caía representara una promesa rota, una esperanza desvanecida.

Briggitte, siempre tan enérgica y dispuesta a animar a los demás, no podía soportar ver a Lizzy en ese estado. Sabía que Lizzy era el corazón del equipo Mar, la que siempre lograba unir a todos con su dulzura y su habilidad para ver lo mejor en las personas. Verla así, tan destrozada, era desgarrador. Así que, sin pensarlo dos veces, decidió que haría lo que fuera necesario para devolverle la sonrisa.

"¡Arath!" llamó Briggitte, moviéndose rápidamente hacia donde él estaba. Arath, que había estado observando desde la distancia, levantó la mirada, sorprendido de ser llamado por su compañera de equipo.

"¿Qué pasa, Briggitte?" preguntó Arath, aunque en su interior ya sabía la respuesta. Todos en la casa podían sentir el dolor de Lizzy, incluso aquellos que no estaban en su equipo.

"Ven conmigo," dijo Briggitte, sin darle tiempo a Arath para cuestionar su decisión. "Tenemos que hacer que Lizzy se sienta mejor."

Arath asintió, siguiéndola hasta donde Lizzy estaba, hundida en el sofá. Mientras se acercaban, no pudo evitar notar la expresión en el rostro de Adrian, quien estaba sorprendentemente cercano a Lizzy. Adrian, que normalmente mantenía una fachada fría y distante, parecía haber dejado caer todas sus defensas frente a ella. Verlo así, tan humano, sobre todo con alguien del equipo Mar, era un choque para Arath.

"Hey, Lizzy," comenzó Briggitte con una sonrisa, tratando de inyectar algo de su habitual alegría en el ambiente. "Mira a quién traje para animarte."

Lizzy levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Arath, quien, a pesar de estar un poco incómodo por la situación, sonrió de manera tentativa. No era el tipo de persona que solía mostrar mucha emoción, pero la vulnerabilidad de Lizzy lo afectaba de una manera que no podía explicar.

"Hola, Lizzy," dijo Arath con suavidad, inclinándose un poco para estar a su altura. "Sabes, no soy muy bueno en estas cosas, pero... si necesitas hablar o simplemente alguien que te escuche, estoy aquí."

Lizzy esbozó una pequeña sonrisa, agradecida por el gesto, aunque aún podía sentir el dolor en su corazón. "Gracias, Arath. Aprecio que estés aquí."

Adrian, que había permanecido en silencio hasta ahora, no pudo evitar sentir una punzada de celos al ver a Arath acercarse a Lizzy. Aunque nunca lo admitiría, algo dentro de él se removía cada vez que alguien más intentaba consolarla. Y cuando Lizzy le sonrió a Arath, un extraño sentimiento de posesividad surgió en su pecho.

"Estamos todos aquí para ti, Lizzy," intervino Adrian, su voz firme pero con un tono inusualmente cálido. "No tienes que pasar por esto sola."

Briggitte asintió enérgicamente, buscando cualquier oportunidad para animar el ambiente. "Exacto, ¡no podemos dejar que nuestra Lizzy esté triste! Necesitamos a nuestra chica fuerte y sonriente."

Mientras tanto, en otra parte de la casa, Karime y Mario se habían acercado a Gala, que estaba sentada sola en el jardín, completamente devastada por lo que había ocurrido. La mexicana, que siempre había sido fuerte y decidida, ahora se encontraba en un estado de confusión y arrepentimiento, sabiendo que lo que había hecho había lastimado profundamente a Lizzy.

"Gala, ¿estás bien?" preguntó Karime con suavidad, sentándose a su lado. Aunque la situación entre Gala y Lizzy había creado una tensión enorme, Karime no podía dejar que Gala se enfrentara sola a sus sentimientos de culpa.

Mario se sentó al otro lado de Gala, poniendo una mano reconfortante en su hombro. "Sabes que esto no es el fin del mundo, ¿verdad? Todos cometemos errores."

Gala, con lágrimas en los ojos, asintió débilmente. "Lo sé, pero... Lizzy no se merecía esto. Ella es... era todo para mí."

Karime y Mario intercambiaron una mirada preocupada. Sabían que Lizzy y Gala habían compartido un vínculo especial, algo que había trascendido el simple juego de la casa. Y ahora, ver ese vínculo roto era doloroso, no solo para Gala y Lizzy, sino para todos los que habían sido testigos de su relación.

Mientras tanto, en la habitación del equipo Tierra, Gomita y Ricardo observaban la situación desde la distancia. Ambos sentían una profunda pena por Lizzy, a quien consideraban una persona extraordinariamente dulce y bondadosa. Aunque pertenecían a un equipo diferente, no podían evitar desearle lo mejor.

"¿Crees que Lizzy estará bien?" preguntó Ricardo en voz baja, sin apartar la vista del monitor que mostraba a Lizzy rodeada de sus amigos.

Gomita suspiró, cruzando los brazos sobre su pecho. "Espero que sí. Ella es fuerte, pero esto debe haber sido un golpe muy duro. Siempre ha sido tan buena con todos... no se merece esto."

"Sí, es cierto," agregó Ricardo, asintiendo. "Ojalá supiera que aquí también la apoyamos."

En otra parte de la casa, Agustín, el aliado de Adrian, observaba la escena con una mezcla de satisfacción y ligera preocupación. Su plan había funcionado; habían herido al equipo Mar donde más les dolía, desestabilizando su núcleo. La relación entre Lizzy y Gala había sido el punto fuerte del equipo, y ahora, con eso fracturado, el equipo Mar estaba vulnerable. Sin embargo, al ver el dolor en los ojos de Lizzy, Agustín no pudo evitar sentir una punzada de remordimiento, aunque no lo suficiente como para arrepentirse de lo que había hecho.

"Al menos," pensó para sí mismo, "esto nos da una oportunidad. Yo puedo acercarme a Gala, y Adrian puede finalmente tener una oportunidad con Lizzy. Dos goles de un solo tiro."

Mientras Lizzy permanecía en el sofá, rodeada por Briggitte, Arath y Adrian, su mente no dejaba de girar en torno a la traición de Gala. Sabía que tenía que ser fuerte, que no podía dejar que esto la destruyera. Pero cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Gala y las palabras que había dicho se repetían en su cabeza como un eco incesante.

"Vamos, Lizzy," dijo Briggitte con una sonrisa, intentando aliviar la tensión. "¿Recuerdas aquel día en que casi te caes en la piscina y Arath tuvo que sacarte? Fue épico. Y Adrian casi se ríe por primera vez en la vida."

Lizzy no pudo evitar soltar una pequeña risa, aunque fuera por el esfuerzo que estaba haciendo Briggitte. Adrian, por su parte, la observó con una mezcla de alivio y algo más profundo, algo que ni él mismo entendía del todo.

Arath, animado por la pequeña risa de Lizzy, agregó: "Sí, y luego intentaste salvarme cuando casi me caigo también. Fue un desastre, pero nos divertimos mucho."

Lizzy asintió, sintiendo cómo el peso en su pecho se aligeraba un poco. "Esos fueron buenos tiempos."

"Y habrá más buenos tiempos," dijo Adrian con determinación, su voz baja pero cargada de una promesa silenciosa. "No voy a permitir que esto te rompa, Lizzy. Eres demasiado fuerte para eso."

Lizzy levantó la mirada hacia Adrian, sorprendida por la intensidad de sus palabras. Había algo en la forma en que la miraba, algo que no había notado antes. Era como si él también estuviera lidiando con sus propios sentimientos, emociones que ni siquiera había admitido hasta ahora.

"Adrian... gracias," murmuró Lizzy, su voz temblando ligeramente. La conexión entre ellos en ese momento era innegable, y aunque el dolor seguía presente, algo dentro de Lizzy empezó a cambiar. Quizás, solo quizás, podía empezar a sanar, a reconstruir lo que Gala había destruido.

"Siempre, Lizzy," respondió Adrian, sin apartar la mirada de la suya. En ese momento, todo parecía tener sentido para él. Todo lo que había hecho, todo lo que había sentido desde que entraron en la casa, se resumía en ese instante. Lizzy era especial, y por primera vez, Adrian supo que no quería dejar que ella se desmoronara. No quería perderla.

Mientras el sol empezaba a asomar por las ventanas, anunciando un nuevo día en la casa, Lizzy supo que, aunque el camino hacia la recuperación sería difícil, no estaría sola. Tenía a personas que la querían, a amigos que la apoyaban, y quizás, solo quizás, a alguien que estaba dispuesto a amarla más de lo que ella jamás hubiera imaginado.

Con un último suspiro, Lizzy decidió que no dejaría que la tristeza la dominara.

Adrián y Sian no pudieron quedarse indiferentes al ver a Lizzy en aquel estado. Aunque pertenecían a equipos opuestos, la conexión que habían desarrollado con ella superaba cualquier barrera que la competencia pudiera imponer. La rivalidad que se suponía que los mantendría alejados había sido sustituida por un lazo invisible, pero firme, que los unía a la joven italiana de una manera que ninguno de los dos había anticipado.

Adrián, que había estado observando la escena desde la distancia, sintió una punzada de celos, pero también algo más profundo, algo que no había experimentado antes. Su corazón, tan acostumbrado a las barreras y a la frialdad, se había quebrado al ver a Lizzy herida. Por primera vez en mucho tiempo, sintió la necesidad de consolar a alguien, de estar ahí para ella.

Se acercó lentamente, su rostro serio pero con una mirada que reflejaba una tormenta interna. Al llegar junto a Lizzy, se agachó a su altura, y por primera vez en mucho tiempo, sus palabras no fueron cortantes ni distantes.

—Lizzy... —murmuró, buscando sus ojos—. No dejes que esto te derrumbe. Eres mucho más fuerte de lo que crees, y... —su voz se quebró ligeramente, algo que sorprendió a ambos—. No estás sola.

Lizzy levantó la mirada y sus ojos se encontraron con los de Adrián. Algo en él había cambiado, y ella lo notó al instante. Adrián tenía una expresión que nunca antes había visto en él, una mezcla de ternura y vulnerabilidad que la desarmó. Sin dudarlo, se lanzó hacia él y lo abrazó con fuerza, sintiendo cómo el mundo se detenía por un momento. El aroma a coco que emanaba de su piel llenó los sentidos de Adrián, y fue como si todo su mundo cobrara sentido. Entendió en ese instante por qué no había podido sacarla de su mente desde el primer día: Lizzy era la combinación perfecta de fortaleza y dulzura, alguien que lo había tocado de una manera que nadie más lo había hecho.

—Gracias, Adrián —susurró Lizzy, su voz suave y cargada de gratitud.

Adrián sintió cómo algo se curaba dentro de él, una herida que ni siquiera sabía que tenía. La dulzura del contacto de Lizzy lo envolvió, y en ese instante, comprendió que su obsesión por ella no era simplemente una atracción física o competitiva. Era algo mucho más profundo, algo que iba más allá de lo que podía explicar con palabras.

Sian, siempre sincero y directo, fue el primero en actuar. Al ver a Lizzy con los ojos hinchados por las lágrimas y el corazón visiblemente roto, sintió una punzada de dolor en el pecho. Se agachó junto a ella, y sin pensarlo dos veces, la rodeó con sus brazos en un gesto cálido y protector. Era un abrazo cargado de afecto, como si quisiera con él espantar toda la tristeza que la embargaba.

—¿No que no íbamos a llorar, bonita? —le dijo Sian con un tono suave, aunque firme, mientras acariciaba su cabello con ternura—. Me lo prometiste, Lizzy. Tienes que reír. Tu sonrisa... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Tu sonrisa es lo que nos mantiene a todos aquí.

Lizzy, aún sumida en la tristeza, no pudo evitar sentirse reconfortada por las palabras de Sian. Se aferró a él, agradecida por su presencia, por su calidez. A pesar de que el dolor seguía ahí, el abrazo de Sian parecía aliviarlo un poco, recordándole que no estaba sola, que había personas a su alrededor que la apreciaban, que la querían.

—Tienes razón, Sian —respondió ella con voz entrecortada, apartándose ligeramente de él para mirarlo a los ojos—. Te lo prometí y... voy a cumplirlo desde ahora. No más lágrimas, lo prometo.

Pero mientras decía esto, Lizzy no se dio cuenta de que aún tenía tomada la mano de Adrián, quien había permanecido cerca, observando la escena con una mezcla de emociones que apenas comenzaba a comprender. Cuando Lizzy finalmente lo notó, sus mejillas se tiñeron de un suave tono rosado. Era un gesto tan inocente, tan puro, que la hizo sonreír como si fuera una niña pequeña descubriendo algo nuevo y maravilloso.

—Oh, lo siento, Adri —dijo Lizzy rápidamente, soltando su mano, pero al mismo tiempo, dejando escapar una pequeña risa—. Digo, Adrián... Aunque, la verdad, no te queda tan mal "Adri" como apodo.

Adrián, que normalmente habría corregido a cualquiera que se atreviera a llamarlo por un diminutivo, no dijo nada. De hecho, por primera vez, no se molestó en absoluto. Aquella sonrisa, aquella risa que escapó de los labios de Lizzy, lo había desarmado por completo. Era como si esa risa tuviera el poder de desvanecer cualquier barrera que él pudiera haber construido a su alrededor. Se quedó mirándola, absorto, mientras ella se levantaba para ir a la cocina por un vaso de agua, todavía con las mejillas ligeramente sonrojadas.

"Adri". Nadie lo había llamado así antes, y sin embargo, no pudo evitar sentirse... bien al escucharlo salir de los labios de Lizzy. Cualquier otra persona hubiera recibido una mirada fría o una corrección rápida, pero Lizzy... Lizzy era diferente. Todo en ella era especial, incluso las cosas que normalmente lo irritarían en cualquier otra persona. Su risa, tan genuina y llena de vida, lo había cautivado. Era una risa que iluminaba la habitación, que hacía que todo pareciera más ligero, más sencillo.

Adrián se quedó allí, mirando cómo Lizzy se alejaba hacia la cocina. No podía evitar pensar en lo pequeña y dulce que era, en lo fácil que sería protegerla de todo mal, de todo daño. Era como si la fragilidad de Lizzy despertara en él un instinto protector que jamás había sentido por nadie más. Era algo que no podía explicar, pero que le resultaba imposible ignorar. Y entonces lo entendió. Lo que sentía por Lizzy no era solo una atracción física o una simple obsesión pasajera; era algo mucho más profundo. Estaba comenzando a enamorarse de ella, y no solo de su apariencia, sino de todo lo que representaba: su dulzura, su alegría, incluso su infantilidad, cosas que en otra persona le parecerían molestas, en ella eran mágicas.

Mientras tanto, en otra parte de la casa, Gala observaba la escena con una mezcla de celos y tristeza. Ver cómo Lizzy se había acercado tanto a Adrián y Sian, dos de sus rivales más acérrimos, la hacía sentir una punzada de dolor en el pecho. Ella había luchado por el amor de Lizzy, había intentado conquistar su corazón, pero ahora, veía con angustia cómo dos personas de otro equipo estaban logrando lo que ella no había podido: hacer que Lizzy sonriera, que se sintiera especial.

Gala sabía que había cometido errores, que había dejado que el juego y la competencia la alejaran de la persona que más le importaba. Y ahora, al ver a Lizzy riendo con Adrián, sintió una mezcla de arrepentimiento y desesperación. Lizzy, la persona que había logrado tocar su corazón de una manera que nadie más había conseguido, se le estaba escapando. Y lo peor de todo, es que ahora tendría que competir con dos personas por el amor de Lizzy, dos personas que también parecían dispuestas a hacer cualquier cosa por ganarse su corazón.

Adrián, por su parte, no podía apartar la vista de Lizzy. La imagen de ella riendo, tan pequeña y tan dulce, seguía grabada en su mente. Y en ese momento, lo supo con certeza: Lizzy le encantaba. No solo la admiraba, no solo la deseaba, sino que sentía algo mucho más profundo, algo que lo asustaba y al mismo tiempo lo llenaba de una emoción que no había experimentado antes. Estaba dispuesto a todo por ella, a protegerla, a hacerla feliz, aunque eso significara enfrentarse a sus propios sentimientos, a sus propias inseguridades.

La competencia que Gala había comenzado por el amor de Lizzy ahora se había vuelto más intensa. Lizzy, sin darse cuenta, había despertado un torbellino de emociones en quienes la rodeaban, creando una tensión en la casa que ninguno de ellos había anticipado. Gala, Adrián y Sian, cada uno a su manera, estaban dispuestos a luchar por ella, por ganar su corazón, y la batalla apenas comenzaba.

El día comenzó con un aire de frescura que prometía una nueva oportunidad, pero para Lizzy, era un nuevo desafío lleno de dolor y compromiso. En la casa, todos deseaban ver a Lizzy regresar a ser ella misma: la chica brillante y soñadora, dulce y alegre, que siempre encontraba motivos para reír y disfrutar de la vida. Querían ver de nuevo a la joven que tenía el corazón más feliz y sincero del mundo, que nunca conoció el odio ni la mentira, y que era conocida por su bondad y autenticidad.

Lizzy despertó con el corazón apesadumbrado, herido por la reciente traición de Gala. Aunque su amor por Gala era profundo y sincero, y cada recuerdo de su piel, sus caricias y su sonrisa era una tentación constante, Lizzy sabía que debía mantener la distancia. La traición y el engaño de Gala habían roto su confianza, y el dolor de esa ruptura era algo que no podía ignorar. A pesar de su deseo de acercarse, de sentir la proximidad de Gala y de volver a experimentar la calidez de su abrazo, Lizzy se prometió a sí misma que se mantendría fuerte. Era un compromiso que había hecho no solo con ella misma, sino también con su familia, sus seguidores a través de las cámaras y sus amigos en la casa. Esta promesa era su guía en medio del tumulto emocional que estaba atravesando.

Cuando Lizzy entró al comedor al día siguiente, su actitud era una mezcla de fortaleza y tristeza. Saludó a todos con besos en las mejillas y abrazos cálidos, tratando de mantener la sonrisa que todos esperaban ver. Sin embargo, cuando se trató de Gala, la distancia emocional era palpable. Su saludo hacia Gala fue frío y distante, un "Buenos días, Gala" que contrastaba dolorosamente con el caluroso recibimiento que ofreció a los demás. La separación era evidente, y el peso de la situación se sentía en cada movimiento de Lizzy.

Gala observó con el corazón en pedazos cómo Lizzy se movía por la habitación. Cada saludo cálido a otros y cada abrazo sincero aumentaba su dolor, especialmente al ver a Lizzy interactuar con los demás, como Sian y Adrián. La tristeza de Gala se profundizaba con cada gesto de Lizzy, y el contraste con el trato que recibía de la italiana hacía que su sufrimiento fuera aún más agudo.

Sian, al notar la tristeza en el rostro de Lizzy y la distancia emocional que mantenía con Gala, decidió intervenir. Con la ternura y la sinceridad que solía mostrarle, se acercó a Lizzy y la rodeó con un abrazo cálido y protector. Su gesto buscaba reconfortarla, y su tono juguetón ofrecía un respiro en medio del dolor.

—Espero que hayas dormido bien, italiana —dijo Sian, con una sonrisa juguetona—. ¿Soñaste conmigo, verdad? Si no, me voy a poner celoso.

Lizzy, tocada por el gesto de Sian y el tono en su voz, permitió que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro. La risa ligera y sincera que brotó de ella le proporcionó un momento de alivio en medio de su dolor. La calidez del abrazo de Sian era un bálsamo para su corazón herido.

—Claro, cubano —respondió Lizzy con una sonrisa—. Gracias por estar aquí. Lo tomaré en cuenta.

Después de su abrazo con Sian, Lizzy se volvió hacia Adrián. Se acercó a él con la misma calidez que había mostrado a Sian, rodeándolo con un abrazo sincero. Durante el contacto cercano, Adrián percibió el aroma a coco del jabón de Lizzy, una fragancia que evocaba frescura y tranquilidad. Su cabello, con su aroma a champú de miselánea, lavanda y frutilla, le transmitió una sensación de suavidad y cuidado.

Este contacto era reconfortante para Adrián. El aroma a coco y la suavidad del cabello de Lizzy le proporcionaron una sensación de calma inesperada. Al experimentar la conexión especial con ella, Adrián comenzó a notar cómo sus barreras se desmoronaban. La risa de Lizzy y su sonrisa brillante estaban transformando el ambiente a su alrededor, rompiendo las barreras que él había levantado a lo largo de su vida.

Adrián hizo una broma ligera, algo que nunca antes había hecho con alguien en la casa. Aunque sus palabras eran juguetonas, el tono en el que las dijo era sincero y lleno de admiración.

—Deberías haber soñado conmigo —dijo Adrián con una sonrisa traviesa—. Soy el mejor en esta casa y en Tierra.

Lizzy se rió, y la risa que brotó de ella parecía iluminar todo el comedor. La reacción de Lizzy hizo que Adrián sintiera una calidez que nunca antes había experimentado. La forma en que ella se rió de su broma y su sonrisa brillante hicieron que el ambiente se volviera más ligero y alegre. Cada risa de Lizzy parecía tener el poder de transformar el estado de ánimo de todos a su alrededor.

Adrián comenzó a notar lo especial que era Lizzy. La dulzura y la calidez que ella emanaba estaban rompiendo las barreras que él había levantado a lo largo de su vida. El aroma a coco de su jabón, el brillo en sus ojos y la suavidad de su cabello, junto con su risa y su manera de sonreír, estaban haciendo que Adrián se sintiera cada vez más atraído hacia ella. Era como si todas las respuestas a las preguntas que había estado formulando durante las noches se estuvieran revelando ahora. Entendía por qué no podía dejar de pensar en Lizzy, por qué su presencia le provocaba una sonrisa y por qué el simple hecho de verla o hablar con ella le traía una sensación de alegría.

Adrián también empezó a entender el origen de sus celos. Cuando Sian volvía sonriendo del cuarto Mar al de Tierra, después de haber abrazado a Lizzy y consolarla, Adrián sentía una punzada de celos. Veía cómo Sian la consolaba y la hacía reír, y no podía evitar compararlo con su propia incapacidad para estar allí en ese momento. También sentía celos de Arath, quien la cuidaba con esmero, y de Agustín, e incluso de Gala misma. Cada vez que veía a otros acercarse a Lizzy y recibir su afecto, la sensación de celos y frustración en Adrián se hacía más intensa. Ahora comprendía por qué Lizzy le importaba tanto, por qué su presencia afectaba tanto sus emociones y por qué Gala y Sian también se habían fijado en ella.

Mientras tanto, Gala estaba hundiéndose más en su dolor. La distancia emocional que Lizzy había impuesto, aunque necesaria para la italiana, estaba agravando la situación de Gala. La tristeza de Gala se profundizaba a medida que veía a Lizzy interactuar con los demás, especialmente con Adrián y Sian, quienes estaban recibiendo toda la calidez y el cariño que ella deseaba para sí misma.

Adrián, aún abrazando a Lizzy, sintió una oleada de emociones que no había experimentado antes. El contacto con Lizzy era reconfortante y emocionante a la vez. Sus sentimientos hacia ella estaban evolucionando de manera inesperada. La forma en que Lizzy hacía que su corazón se acelerara y la forma en que su risa podía iluminar su día le estaban revelando una nueva perspectiva sobre el amor y la conexión. Lizzy, con su risa, su calidez y su capacidad para romper barreras, estaba haciendo que Adrián se sintiera más vivo y conectado que nunca antes.

Cada noche que Adrián pasaba desvelado, preguntándose por qué Lizzy era tan especial y por qué no podía dejar de pensar en ella, ahora encontraba respuestas. Sentía una conexión profunda con ella, algo que nunca antes había experimentado. La forma en que Lizzy hacía que su corazón se acelerara y su mente se llenara de pensamientos sobre ella le estaba revelando el verdadero significado de lo que sentía.

Lizzy, al abrazar a Adrián, le hizo sentir como si todas las piezas de su corazón se hubieran encajado en su lugar, como si hubiera encontrado su hogar y su paz en su presencia. Su abrazo no era solo un gesto de consuelo, sino una manifestación de la conexión profunda que estaba forjando con él. Su presencia, su ternura y su calidez estaban reparando las heridas que Adrián había acumulado a lo largo del tiempo y creando un espacio de seguridad y entendimiento mutuo.

El día continuó con una mezcla de emociones. La presencia de Lizzy estaba dejando una marca indeleble en todos a su alrededor. La forma en que ella estaba transformando el ambiente en la casa y la conexión especial que estaba formando con Adrián y Sian eran testimonio del impacto profundo que tenía en la vida de quienes la rodeaban. Mientras Gala se hundía más en su dolor, Adrián empezaba a entender la verdadera magia que Lizzy traía consigo y cómo su presencia estaba cambiando su forma de ver el mundo y sus propias emociones.

En la otra parte de la mesa, Arath y Karime intercambiaron miradas preocupadas mientras observaban a Lizzy. El ambiente en la cocina había cambiado desde la llegada de Lizzy, ahora lleno de una energía renovada y una calidez que se sentía en cada rincón. Arath, aunque aliviado por la paz que Lizzy parecía haber encontrado, no podía evitar la preocupación por Gala. La tristeza en los ojos de Gala era palpable, y el peso de la traición seguía latente en el aire. Karime, a su lado, también sentía una mezcla de alivio por la mejora de Lizzy y de inquietud por cómo se desenvolvía todo el drama entre ellos.

—Me alegra ver que Lizzy está volviendo a ser ella misma, aunque sea un poco —dijo Arath, mientras se acomodaba en su silla y observaba a Lizzy reír con sus amigos. Su tono era reflexivo, pero había un dejo de esperanza en su voz.

—Sí, pero también me preocupa cómo está manejando la situación con Gala. Es evidente que le duele, pero está tratando de mantener la compostura —respondió Karime, mirando a Lizzy con una mezcla de admiración y preocupación. —Y lo que más me confunde es el comportamiento de Adrián.

Mario, que se había acercado para unirse a la conversación, asintió con seriedad. —Eso es lo que me desconcierta también. He notado cómo Adrián estaba mostrando celos cuando Sian la consolaba, o incluso cuando Arath la cuidaba. Verlo tan afectado por Lizzy revela cuán profundo está involucrado en todo esto. Pero su cambio repentino y su actitud amable... no puedo ignorar las dudas.

Karime frunció el ceño. —Tienes razón, Mario. No podemos pasar por alto el hecho de que Adrián se ha enfrentado a Gala y ha tenido momentos difíciles con nosotros. Ahora, de repente, parece ser un modelo de amabilidad y dedicación. Eso no encaja del todo.

Arath se inclinó hacia adelante. —Y no es solo eso. Adrián ha demostrado una preocupación genuina por Lizzy, algo que no habíamos visto antes. La forma en que ella interactúa con él es diferente, más abierta y cálida. Sin embargo, su pasado y el comportamiento reciente de Adrián nos hacen cuestionar si esta nueva actitud es auténtica o si es simplemente una fachada para ganarse la confianza de Lizzy.

Briggitte, que había estado observando a Adrián con escepticismo, se inclinó hacia Mario y Karime. —Lo que me preocupa es cómo Lizzy parece aceptar su comportamiento sin reservas. La forma en que ella lo recibe y la calidez en sus interacciones son tan genuinas que es difícil decir qué está pasando realmente.

Mario se cruzó de brazos, su expresión pensativa. —Quizás lo que necesitamos es observar más de cerca cómo se desarrolla esta dinámica. La lealtad de Sian es clara, y sabemos que él realmente se preocupa por Lizzy. Adrián, en cambio, está en una especie de campo minado emocional. Necesitamos ser cautelosos y ver si su cambio de actitud se sostiene con el tiempo.

Karime asintió, mirando a Lizzy con una mezcla de admiración y preocupación. —Lizzy necesita rodearse de personas en las que pueda confiar. Si Adrián está dispuesto a mostrar una nueva faceta, es crucial que entendamos si esto es realmente un cambio positivo o si hay algo más detrás

Mientras el sol se alzaba alto en el cielo, llenando la cocina con su luz dorada, Mario y Arath se acercaron a Gala, que estaba sentada en un rincón apartado de la sala. La tristeza en su rostro era evidente, y sus ojos reflejaban una mezcla de dolor y desilusión. Mario, con su característica amabilidad, se sentó a su lado y colocó una mano reconfortante sobre su hombro.

—Gala, sé que estás pasando por un momento difícil —dijo Mario con voz suave. —Nadie quiere verte sufrir, y aunque las cosas no salieron como esperábamos, quiero que sepas que estás rodeada de amigos que te apoyan.

Gala levantó la vista, y sus ojos mostraban una chispa de gratitud. —Gracias, Mario. Realmente necesito este apoyo. Me duele ver cómo Lizzy está tratando de seguir adelante mientras yo... yo no puedo hacer lo mismo.

Arath, que había estado observando la conversación con una mezcla de preocupación y empatía, se unió a Mario. —Sabemos que esto no es fácil, Gala. Pero te queremos aquí, y también nos importa ver cómo encuentras tu propio camino para sanar. Lizzy es fuerte, pero tú también lo eres. No estás sola en esto.

Gala asintió lentamente, tratando de encontrar consuelo en las palabras de sus amigos. —Aprecio mucho sus palabras. Quiero estar bien por mí misma, pero también por Lizzy. Ella no merece ver a nadie sufriendo por su culpa.

Karime y Briggitte, que estaban observando la escena desde una distancia discreta, intercambiaron miradas. Karime, con su habitual curiosidad, se acercó a Lizzy, que estaba conversando animadamente con Adrián y Sian. Briggitte, siguiendo el ejemplo de Karime, también se unió a la conversación, queriendo conocer la perspectiva de Lizzy sobre sus dos amigos.

—Lizzy, me alegra verte tan animada hoy —dijo Karime con una sonrisa. —Queríamos saber cómo te sientes con respecto a Sian y Adrián. Ambos han sido muy importantes para ti en los últimos tiempos.

Lizzy, con su habitual calidez y sinceridad, respondió sin titubear. —Sian siempre ha sido un buen amigo para mí. Lo aprecio mucho y su lealtad significa mucho en este momento. En cuanto a Adrián, ha cambiado mucho últimamente. Parece estar haciendo un esfuerzo genuino por ser amable y atento, y eso me hace pensar que está tratando de enmendar las cosas.

Briggitte, con una expresión pensativa, intervino. —Es interesante escuchar eso. A veces, las personas cambian para mejor, y es bueno saber que aprecias sus esfuerzos. ¿Qué piensas sobre cómo han manejado la situación contigo? ¿Sientes que te han apoyado de la manera que necesitabas?

Lizzy pensó por un momento antes de responder. —Sí, ambos han sido de gran apoyo, cada uno a su manera. Sian ha estado allí para mí desde el principio, y siempre me ha mostrado que le importa. Adrián, por otro lado, ha estado haciendo un esfuerzo adicional para ser más presente y comprensivo. Aunque todavía estoy procesando todo lo que ha sucedido, me siento agradecida por su apoyo.

Karime y Briggitte se miraron con satisfacción, notando que Lizzy había encontrado una forma de apreciar a ambos amigos, a pesar de las complicaciones emocionales. Sin embargo, lo que no sabían era que tanto Sian como Adrián estaban profundamente enamorados de Lizzy, algo que ella aún no había descubierto del todo.

Mientras tanto, en un rincón más alejado de la cocina, Adrián observaba a Lizzy con una mezcla de admiración y preocupación. Su corazón latía más rápido cada vez que ella le dirigía una sonrisa o una palabra amable. No podía evitar sentirse atraído por ella, no solo por su belleza, sino por la manera en que ella parecía entenderlo y aceptarlo a pesar de su pasado complicado.

Sian, que había estado conversando con Lizzy, notó la forma en que Adrián se acercaba y le dedicaba miradas anhelantes. La preocupación en los ojos de Sian era evidente, y aunque él estaba tratando de mantener una actitud positiva, no podía evitar sentir celos y una profunda preocupación por el bienestar de Lizzy.

—Lizzy, realmente admiro cómo estás manejando todo esto —dijo Sian con una sonrisa sincera. —Es difícil ver a Gala así, pero tu fortaleza y tu capacidad para seguir adelante son inspiradoras.

Lizzy le dio una sonrisa agradecida. —Gracias, Sian. Estoy tratando de hacer lo mejor que puedo, pero también aprecio mucho el apoyo que me han brindado. Es reconfortante tener amigos en los que puedo confiar.

Sian la miró con una mezcla de admiración y cariño. —Y siempre estaré aquí para ti, sin importar lo que pase. Lo que siento por ti es sincero y profundo, y quiero que sepas que siempre puedes contar conmigo.

Adrián, que había estado escuchando la conversación, se sintió abrumado por la intensidad de sus sentimientos hacia Lizzy. Su atracción por ella estaba creciendo cada día más, y el dolor de ver a Sian cerca de ella lo estaba afectando más de lo que había imaginado.

—Bueno, creo que es hora de que nos centremos en lo positivo y en cómo podemos seguir apoyándonos mutuamente —dijo Adrián, tratando de mantener un tono ligero mientras se acercaba a Lizzy y Sian. —¿Qué te parece si organizamos algo divertido para distraernos y levantar el ánimo de todos?

Lizzy sonrió, sintiendo la sinceridad en las palabras de Adrián. —Eso suena como una excelente idea. A veces, un poco de diversión puede hacer maravillas para levantar el espíritu.

A medida que el grupo continuaba conversando y planificando, la atmósfera en la cocina se llenó de una sensación de esperanza y camaradería. Aunque los sentimientos complicados y las tensiones seguían presentes, Lizzy estaba empezando a encontrar un equilibrio entre su dolor y la promesa de nuevos comienzos. El apoyo de sus amigos y la creciente atracción hacia Adrián y Sian estaban configurando el escenario para una serie de momentos intensos y significativos en los días por venir.

Agustín y Adrián se encontraban en un rincón apartado de la cocina, disfrutando de una conversación en voz baja mientras observaban a los demás desde la distancia. El ambiente estaba cargado de un éxito furtivo que ambos compartían, y la satisfacción brillaba en sus rostros. Agustín, con una sonrisa triunfante, alzó su vaso en un brindis informal.

—Finalmente tenemos lo que queríamos —dijo Agustín, su voz llena de una mezcla de orgullo y satisfacción. —Tú has logrado tener a Lizzy bajo tus encantos, con tu versión buena y dulce, y yo he logrado acercarme a Gala. ¿Ves? Vamos a llegar lejos. Como tú dices, Tierra va a ganar.

Adrián, aunque también estaba complacido con el progreso del plan, no podía evitar mostrar una sombra de preocupación en su rostro. Asintió con una sonrisa que no podía ocultar completamente su inquietud.

—Sí, parece que todo está saliendo según lo planeado. La dinámica ha cambiado, y Lizzy está empezando a mostrarse más vulnerable, lo que es exactamente lo que queríamos. —Adrián se detuvo por un momento, mirando hacia Lizzy, que estaba en el centro de la sala, visiblemente afectada por los eventos recientes. —Pero no puedo evitar sentir una preocupación genuina por ella. Es extraño para mí, dado que normalmente soy frío y competitivo, pero con Lizzy, siento algo diferente.

Agustín levantó una ceja, sorprendido por la sinceridad en la voz de Adrián. —¿De verdad? Eso es inesperado, Adrián. Siempre te he conocido como alguien imperturbable y calculador. Pero aquí estás, mostrando una preocupación real por ella.

Adrián asintió lentamente, sus ojos todavía fijos en Lizzy. —Sí, lo sé. Es raro para mí también. Lizzy tiene una forma de hacer que me sienta más... humano. Me preocupa genuinamente su bienestar, algo que no me pasa con muchas personas. A pesar de que estamos jugando un juego complicado, no quiero que ella se lastime más de lo necesario.

Agustín, con una sonrisa que escondía su satisfacción por el progreso del plan, intentó aliviar la tensión de Adrián. —Entiendo tu preocupación, pero recuerda por qué estamos haciendo esto. A veces, para conseguir lo que queremos, hay que tomar decisiones difíciles. Lizzy y Gala son piezas clave en este rompecabezas, y debemos asegurarnos de que todo salga según lo planeado.

Mientras tanto, Gala estaba en un rincón de la cocina, rodeada de Mario y Arath, quienes trataban de consolarla. Las palabras amables y los gestos de apoyo no eran suficientes para borrar el dolor en su corazón, pero al menos le ofrecían un alivio temporal. Agustín decidió acercarse a Gala, con un aire de falsa humildad y un tono conciliador en su voz.

—Gala, ¿puedo hablar contigo un momento? —dijo Agustín, su expresión llena de una aparente preocupación. —Quiero disculparme por todo lo que ha pasado. No era mi intención causarte tanto dolor.

Gala levantó la vista, sorprendida por la actitud de Agustín. Sus ojos, aún llenos de tristeza, mostraban un atisbo de esperanza al escuchar sus palabras.

—Oh, Agustín, no sé qué decir... —dijo Gala, con voz temblorosa. —Todo ha sido muy confuso. A veces siento que todo ha sido culpa mía también.

Agustín, aprovechando la oportunidad, se acercó más y le puso una mano reconfortante en el hombro. —No, no es tu culpa. Ambos hemos cometido errores, y lo lamento profundamente. Solo quiero que sepas que me importa cómo te sientes y que lamento sinceramente cualquier daño que haya causado.

Gala, conmovida por las palabras de Agustín y la apariencia de arrepentimiento, le dio un abrazo, sintiendo una mezcla de alivio y gratitud. —Gracias, Agustín. Aprecio que te tomes el tiempo para disculparte. Supongo que es algo que ambos necesitábamos.

Agustín, con una sonrisa triunfante en su mente, la abrazó con una aparente sinceridad. —Todo estará bien. Solo quiero que seas feliz, Gala.

En otro rincón de la cocina, Lizzy observaba la escena con una mezcla de dolor y confusión. Su corazón latía con fuerza al ver la cercanía entre Gala y Agustín. Sentía una oleada de emociones que no podía controlar, y su angustia era palpable.

Adrián, al notar la tristeza en el rostro de Lizzy, se acercó a ella con un aire de preocupación genuina. Al verla sola y afectada, decidió ofrecerle su apoyo.

—Lizzy, ¿estás bien? —preguntó Adrián suavemente, su mano colocada de manera reconfortante en su hombro. —Te vi observando lo que pasaba, y parece que te afectó.

Lizzy, con los ojos llenos de lágrimas, miró a Adrián. —Es difícil ver a Gala tan herida y luego ver a Agustín actuando como si no hubiera hecho nada malo. Me duele, no sé si estoy manejando esto de la mejor manera.

Adrián la miró con ternura, tratando de consolarla. —Lizzy, eres una persona increíble. Tu corazón es grande y generoso, y eso es algo raro de encontrar. Aunque las cosas parezcan complicadas ahora, tu fortaleza y tu bondad son lo que te hace especial.

Lizzy, conmovida por las palabras de Adrián, sintió un pequeño alivio al escuchar su apoyo. —Gracias, Adrián. A veces siento que no puedo hacer frente a todo esto, pero tus palabras realmente me ayudan.

Adrián sonrió, sintiendo una creciente atracción hacia Lizzy. —Siempre estaré aquí para ti, Lizzy. No importa lo que pase, puedes contar conmigo. Eres una persona fuerte y admirable, y me encanta estar cerca de ti. Me gustaría ayudarte a superar este momento difícil.

Lizzy lo miró a los ojos, sintiendo una calidez en su interior. —Eso significa mucho para mí, Adrián. A veces es difícil encontrar a alguien en quien confiar, y tu apoyo me da esperanza.

Adrián, notando el impacto de sus palabras, decidió no presionar sobre la idea de ir a Tierra, pero su deseo de estar cerca de ella era evidente. —Si necesitas distraerte o hacer algo divertido, avísame. Podemos encontrar una manera de hacer que el día sea un poco más ligero para ti.

Lizzy asintió, sintiendo una conexión especial con Adrián. —Eso suena genial, Adrián. Aprecio mucho tu oferta. Tal vez podamos encontrar algo divertido para hacer juntos.

Adrián sonrió, sintiendo que había dado un pequeño pero significativo paso. —Estoy seguro de que lo haremos. Solo recuerda, no importa lo que pase, siempre estoy aquí para ti.

Mientras la conversación entre Lizzy y Adrián continuaba, la tensión en el aire se desvanecía gradualmente, reemplazada por una sensación de conexión y esperanza. Aunque la situación era complicada, Lizzy comenzaba a ver a Adrián bajo una nueva luz, y sus palabras estaban marcando el inicio de una relación más profunda y significativa entre ellos.

En el fondo, Agustín y Adrián estaban satisfechos con el avance de su plan, pero Adrián no podía evitar preocuparse genuinamente por Lizzy. Aunque era frío y competitivo por naturaleza, su conexión con ella estaba despertando una parte de él que nunca había conocido antes. La cocina seguía vibrante con conversaciones y risas, pero en el rincón donde Lizzy y Adrián estaban conversando, el comienzo de un vínculo especial estaba tomando forma, prometiendo nuevas posibilidades y un futuro lleno de promesas.

Mientras Lizzy y Adrián se encontraban en la cocina, el ambiente estaba cargado de una mezcla de relajación y complicidad. Lizzy, con una sonrisa radiante, se volvió hacia Adrián y le dijo:

—Adrián, tengo una pequeña petición. Mi cabello está enredado y necesito que me lo ate. ¿Podrías ayudarme con eso?

Adrián, sorprendido por la solicitud pero encantado de tener una oportunidad para estar más cerca de Lizzy, aceptó con gusto. —Claro, Lizzy. Me encantaría ayudarte con eso.

Lizzy se giró y se inclinó ligeramente para que Adrián tuviera acceso a su cabello. Mientras él trabajaba en atar el moño, sus dedos se deslizaban con cuidado por el cabello de Lizzy. La textura era increíblemente suave y sedosa, y el aroma que emanaba era una mezcla de coco de su jabón de baño para la piel y los diversos shampoos que usaba, como lavanda y frutilla. La sensación de su cabello en sus manos era como un pequeño hechizo que lo hacía sentir más conectado con ella, como si cada toque revelara una parte de su esencia.

Adrián se detuvo un momento para admirar cómo el cabello de Lizzy caía en suaves ondas. La luz de la cocina resaltaba cada hebra, dándole un brillo mágico. Con una sonrisa sincera, comentó:

—Tu cabello es impresionante, Lizzy. Es tan suave y brillante. Me alegra poder ayudarte a arreglarlo. Hay algo especial en cómo se siente.

Lizzy, con una expresión de gratitud, se giró para mirarlo directamente. —Gracias, Adrián. Realmente aprecio tu ayuda. ¿Hay algo en lo que pueda devolverte el favor?

Adrián, con una sonrisa coqueta y un destello travieso en sus ojos, respondió: —Bueno, en realidad, podría usar un poco de ayuda con el idioma. Estoy tratando de conquistar a una chica que me gusta, y creo que un poco de ayuda con las palabras podría ser útil.

Lizzy rió suavemente, encantada por la propuesta. —¡Eso suena divertido! Estoy feliz de ayudarte. ¿Qué te gustaría aprender primero?

En ese momento, Sian se acercó, su interés evidente. —También me encantaría aprender algunas frases. ¿Podemos hacer una pequeña lección en el idioma de Lizzy?

Lizzy asintió con entusiasmo, contenta de compartir su conocimiento. —¡Por supuesto! Sería genial. Podemos empezar con algunas frases básicas y luego pasar a algo más avanzado. ¿Qué les gustaría aprender?

La cocina pronto se llenó de risas y voces mientras Lizzy les enseñaba a Adrián y Sian algunas frases en su idioma. Cada palabra y expresión eran recibidas con entusiasmo por parte de los dos chicos, quienes mostraban un genuino interés en aprender. Lizzy disfrutaba de la interacción, su risa y entusiasmo eran contagiosos. La manera en que les explicaba y les ayudaba a pronunciar las frases reflejaba su pasión por compartir su cultura y conocimientos.

Gala, desde un rincón de la cocina, observaba con creciente celos y frustración. La cercanía entre Lizzy y Adrián era palpable, y la atención que Adrián le prestaba a Lizzy no pasaba desapercibida. La conexión que Lizzy estaba creando con ambos chicos le recordaba a Gala los momentos que había compartido con ella, y ahora veía cómo esa misma cercanía se replicaba con otros. Era una experiencia dolorosa para Gala, que sentía que Lizzy se estaba alejando de ella, mientras Adrián y Sian disfrutaban de la calidez y el encanto que ella solía recibir.

Adrián estaba completamente cautivado por Lizzy. Cada vez que sus dedos tocaban el cabello de Lizzy, sentía esa suavidad que parecía tener una magia especial. La forma en que Lizzy le sonreía y le hablaba hacía que se sintiera aún más conectado con ella. A pesar de su naturaleza fría y competitiva, Adrián estaba empezando a experimentar una genuina preocupación y afecto por Lizzy, algo que no solía mostrar a menudo.

Ambos chicos, Adrián y Sian, estaban perdidos por Lizzy, aunque de maneras distintas. Mientras Adrián estaba cautivado por la dulzura y el encanto de Lizzy, Sian también estaba profundamente atraído por ella, admirando su fortaleza y la manera en que brillaba con su presencia. Lo curioso y al mismo tiempo desconcertante era que Lizzy no se daba cuenta del impacto que tenía en ellos. Ella seguía siendo su misma chica brillante y alegre, sin saber que ambos estaban enamorados de ella.

Mientras la lección de idiomas llegaba a su fin, Lizzy se despidió de Adrián y Sian con una sonrisa cálida y sincera. —Me alegra haber podido compartir esto con ustedes. Espero que les haya resultado útil y divertido. Si alguna vez necesitan más ayuda, aquí estaré.

Adrián, aún con una expresión de admiración en el rostro, le dijo: —Definitivamente te buscaré, Lizzy. Gracias por ser tan generosa y por compartir tu conocimiento con nosotros.

Sian también asintió con entusiasmo. —Sí, ha sido genial. Gracias por todo, Lizzy. Estoy seguro de que estas frases me serán muy útiles.

Lizzy, satisfecha con la experiencia, se alejó de ellos, sintiendo una cálida satisfacción en su corazón. Mientras tanto, Gala, aunque aún lidiaba con sus propios sentimientos de celos y tristeza, trató de mantener su compostura. Ella observó cómo Lizzy continuaba brillando con su carácter encantador y su habilidad para conectar con los demás, y se dio cuenta de que debía enfrentar sus propios sentimientos y encontrar una manera de manejar la situación.

La cocina estaba llena de risas y conversaciones, pero bajo la superficie, la dinámica entre los personajes seguía evolucionando, con emociones y sentimientos que estaban a punto de revelar más de lo que todos podían imaginar.

Mientras Lizzy y los chicos seguían inmersos en su animada conversación, Karime y Briggitte se acercaron con sonrisas traviesas. Habían estado observando desde un rincón cómo los chicos se acercaban a Lizzy con tanto cariño, y no pudieron resistirse a hacer algunas bromas al respecto.

—Oye, Lizzy —dijo Karime con una mirada juguetona—, ¿y a mí también me enseñas italiano? Parece que todos aquí están tan encantados con tu compañía y tu forma de hablar.

Briggitte, con su sonrisa ancha y ojos brillantes, añadió con un tono juguetón: —¡Sí, Lizzy, y no solo a mí! ¿Qué tal si nos enseñas a nosotras también? Es curioso cómo todos parecen tan interesados en aprender el idioma cuando tú estás cerca.

Lizzy soltó una risa melodiosa que resonó en la habitación. —Claro, claro, puedo enseñarles italiano. Pero como ya mencioné, no prometo que mis clases sean tan efectivas como las que están recibiendo los chicos.

Arath, que había estado observando y no quería perderse la oportunidad, intervino con una sonrisa traviesa. —¡Oh, y yo también quiero aprender algunos insultos en italiano! Creo que serían útiles para esos momentos en que necesito desahogarme. Pero, por favor, que sean solo los más creativos.

Lizzy lo miró con una mezcla de sorpresa y diversión. —Creo que sería mejor mantener el vocabulario un poco más amistoso, Arath. No quiero que nadie use lo que aprenda para causar problemas.

Mario, que había estado escuchando la conversación y observando la interacción con interés, se acercó y agregó con un toque de humor: —¡Yo también quiero aprender algo en italiano! No solo insultos, sino también frases que pueda usar para impresionar a la gente o para divertirme. Me encantaría saber cómo decir algo elegante y útil.

Lizzy se rió nuevamente, claramente entretenida por las solicitudes de todos. —De acuerdo, les enseñaré algunas frases útiles. Pero recuerden, usen lo que aprendan con responsabilidad.

Mientras la conversación seguía y Lizzy comenzaba a enseñar algunas frases en italiano, Gala observaba desde un rincón, sintiendo cómo su corazón se apretaba de celos y tristeza. Cada vez que veía a Lizzy interactuar con los chicos, el vacío en su corazón se hacía más grande. La tristeza y el dolor eran evidentes en su rostro, y a pesar de sus esfuerzos por mantener una sonrisa, sentía una punzada de amargura.

Lizzy, con una risa alegre, se inclinó ligeramente hacia Arath mientras le explicaba la pronunciación de una frase en italiano. —Mira, Arath, la clave está en acentuar la última sílaba. Dilo con más entusiasmo: "Buongiorno, bella!" Eso suena mucho mejor.

Arath, intentando imitar la pronunciación con una expresión de concentración, soltó una risa cuando no logró hacerlo perfectamente. —¡Vaya, eso es más difícil de lo que pensé! Pero me gusta, ¡es divertido!

Lizzy lo miró con una sonrisa cálida. —No te preocupes, la práctica hace al maestro. Solo sigue intentándolo y pronto te saldrá de maravilla. Además, ¡estás haciendo un gran trabajo!

Mientras la conversación y las risas continuaban, Gala observaba desde un rincón de la sala. Aunque su corazón seguía doliendo por la situación, no pudo evitar sentirse conmovida por la alegría que Lizzy irradiaba. La forma en que Lizzy reía, su sonrisa deslumbrante y su energía positiva llenaban la habitación, y Gala no podía dejar de admirarla. A pesar de sus propios sentimientos de tristeza, no podía evitar que su corazón se ablandara al ver cómo Lizzy lograba iluminar el ambiente con su presencia.

La sonrisa de Lizzy era verdaderamente especial, un bálsamo para todos en la casa. No solo porque Gala la amaba, sino porque, en su esencia, Lizzy era una fuente de luz y calidez. Cada vez que Lizzy sonreía, su alegría era contagiosa, y el dolor de Gala se suavizaba un poco más. Era como si la sonrisa de Lizzy tuviera el poder de calmar las tormentas internas y traer un poco de paz a quienes estaban cerca de ella.

Gala sintió un profundo anhelo de ver a Lizzy sonreír más y más. Cada risa de Lizzy, cada gesto alegre, era un recordatorio de la persona maravillosa que era, y Gala deseaba que esos momentos de felicidad nunca terminaran. Aunque su propio corazón seguía lleno de tristeza y confusión, encontrar consuelo en la felicidad de Lizzy era una pequeña luz en medio de su dolor.

Lizzy continuó con sus lecciones, su entusiasmo no solo por enseñar sino por compartir su cultura y alegría era palpable. Ella estaba disfrutando de la interacción, de cómo Arath y los demás estaban aprendiendo y divirtiéndose. La satisfacción de ver a sus amigos tan comprometidos y felices le daba a Lizzy una sensación de plenitud y realización.

Mientras la noche avanzaba, el ambiente en la casa seguía siendo una mezcla de risas y sentimientos encontrados. Lizzy seguía siendo el centro de la atención, y su sonrisa era como un faro de esperanza en medio de las complejidades emocionales que rodeaban a todos. Gala, a pesar de su dolor, encontraba en la sonrisa de Lizzy un pequeño pero poderoso consuelo. La magia de la presencia de Lizzy era innegable, y aunque las tensiones seguían presentes, el calor de su personalidad y su bondad ofrecían un respiro bienvenido a todos los que estaban cerca.

Mientras Lizzy continuaba con su lección de italiano, Arath estaba concentrado en perfeccionar su pronunciación. La alegría en el aire era palpable, y la atmósfera estaba llena de risas y camaradería. Lizzy, con su carisma natural, guiaba a Arath con paciencia y entusiasmo, y el brillo en sus ojos no hacía más que acentuar su belleza y calidez.

Gala observaba desde su rincón, sintiendo una mezcla de emociones mientras veía a Lizzy iluminar la sala. Su sonrisa y su risa eran como rayos de sol en un día nublado, y Gala no podía evitar sentirse emocionada por la felicidad que Lizzy estaba trayendo a todos. Cada risa de Lizzy parecía ser un bálsamo para su propio dolor, una luz en medio de sus sentimientos de tristeza y traición. La forma en que Lizzy interactuaba con sus amigos, el cariño que demostraba al enseñarles y el brillo en sus ojos al verlos disfrutar, era simplemente hermosa. Aunque Gala sentía una profunda tristeza por la distancia emocional que se había creado entre ellas, no podía evitar desear que Lizzy siempre se mantuviera tan alegre y llena de vida.

En otro rincón de la sala, Adrián y Sian observaban a Lizzy con una admiración que iba más allá de la simple amistad. Para ambos, Lizzy había despertado sentimientos profundos y complejos. Cada uno había sido tocado por su esencia de una manera que no podían ignorar. Adrián, conocido por su actitud fría y competitiva, encontraba en Lizzy una fuente de calidez y humanidad que le resultaba sorprendente. Aunque solía mantenerse distante, Lizzy había penetrado esas barreras con su ternura y su encanto natural. Verla sonreír, escucharla reír y observar su manera de interactuar con los demás había encendido en Adrián una admiración sincera y un deseo de protegerla y hacerla feliz. No solo estaba impresionado por su belleza, sino también por la manera en que su presencia transformaba el ambiente, convirtiéndose en un faro de luz en medio de la oscuridad emocional que a menudo rodeaba la casa.

Sian, por otro lado, había sido cautivado por Lizzy desde el primer momento en que la conoció. Su lealtad y cariño hacia ella habían crecido con cada interacción. Aunque su amor por Lizzy era profundo y sincero, Sian también había tenido que enfrentarse a sus propios sentimientos de celos y conflicto, especialmente cuando veía a otros acercarse a ella. Sin embargo, la forma en que Lizzy interactuaba con él y con los demás, su capacidad para hacerlos sentir especiales y valorados, solo había reforzado su afecto. Para Sian, Lizzy representaba una mezcla perfecta de belleza, inteligencia y dulzura, y estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.

Ambos, Adrián y Sian, estaban profundamente enamorados de Lizzy. Cada uno, a su manera, había sido tocado por ella, y sus sentimientos se entrelazaban en una admiración y deseo que era evidente para aquellos que los observaban. Lizzy había despertado corazones dormidos, corazones que estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para ganar su afecto y mostrarle cuánto significaba para ellos.

Lizzy, ajena a la profundidad de los sentimientos que había despertado en Adrián y Sian, seguía adelante con su lección, disfrutando del momento y de la compañía de sus amigos. Su entusiasmo y alegría eran contagiosos, y a pesar de las tensiones y complicaciones que rodeaban la casa, su presencia ofrecía un respiro de calidez y esperanza. La forma en que cada uno de ellos, desde Gala hasta Adrián y Sian, sentía por Lizzy revelaba el impacto profundo y positivo que ella tenía en sus vidas. Aunque los sentimientos de Gala seguían siendo un torbellino de dolor y anhelo, la luz de Lizzy era un faro constante de amor y amistad que iluminaba incluso los rincones más oscuros de su corazón.

La tarde en la casa continuaba con un ambiente animado y lleno de camaradería. Lizzy, rodeada de sus amigos, estaba en el centro de la atención, disfrutando de su rol como guía cultural y lingüística. Con entusiasmo, decidió enseñarles algunas frases en italiano, su idioma natal, a cada uno de ellos.

Primero, se acercó a Arath y, con una sonrisa cálida, le dijo en italiano:

—"Arath, sei come un padre per me e un grande leader per la nostra casa e la nostra stanza."

Arath, un tanto confundido, la miró esperando una explicación. Lizzy, al notar su curiosidad, rió suavemente y le explicó en español:

—Eso significa: "Arath, eres como un padre para mí y un gran líder para nuestra casa y nuestra habitación." Tu apoyo y liderazgo han sido cruciales para todos nosotros.

Arath sonrió, conmovido por el gesto. —Gracias, Lizzy. Tus palabras significan mucho para mí. Es un honor ser considerado así.

Luego, Lizzy se dirigió a Mario, sus ojos brillando con aprecio. En italiano le dijo:

—"Mario, sei un grande padre come Arath, e ti ammiro e ti adoro."

Mario, intrigado, levantó una ceja. Lizzy explicó en español:

—Esto quiere decir: "Mario, eres un gran padre como Arath, y te admiro y te adoro." Valoro mucho tu presencia y el papel importante que juegas en nuestras vidas.

Mario, tocado por el cumplido, agradeció con una sonrisa. —Es un placer saber que te sientes así. Me alegra que te sientas apoyada.

Lizzy luego se volvió hacia Karime. En italiano, le dijo:

—"Karime, ammiro la tua forza e ingegno. Ti adoro."

Karime, curiosa, esperó la traducción. Lizzy le explicó en español:

—Eso significa: "Karime, admiro tu fuerza e ingenio. Te adoro." Tu valentía y habilidad siempre me han impresionado.

Karime, emocionada, respondió con una sonrisa agradecida. —Gracias, Lizzy. Tus palabras son muy especiales para mí.

A continuación, Lizzy se dirigió a Briggitte. Con una expresión de cariño, dijo en italiano:

—"Briggitte, ti adoro con passione e ti ammiro molto. Anche Gala è speciale per me."

Briggitte, sonriendo, esperó la traducción. Lizzy le explicó en español:

—Esto significa: "Briggitte, te adoro con pasión y te admiro mucho. Gala también es especial para mí." Eres una persona increíble, y a pesar de todo, también aprecio a Gala profundamente.

Briggitte aceptó el cumplido con una sonrisa cálida, mientras Gala sonreía levemente al escuchar su nombre.

Luego, Lizzy se acercó a Gala. Con voz suave y afectuosa, le dijo en italiano:

—"Gala, ti adoro e ammiro molto. La tua determinazione e coraggio sono ispiratori."

Gala, conmovida, esperó la traducción. Lizzy explicó en español:

—Esto significa: "Gala, te adoro y te admiro mucho. Tu determinación y coraje son inspiradores." Me alegra tenerte aquí y valoro mucho tu presencia.

Gala, con una sonrisa, agradeció a Lizzy. —Gracias, Lizzy. Tus palabras significan mucho para mí.

Después de estos intercambios, Lizzy, curiosa y ansiosa por aprender más, les pidió a Arath, Karime y Mario que compartieran algo sobre México. Se dirigió a ellos con una sonrisa y les preguntó:

—Ahora, me encantaría saber más sobre México. ¿Qué es lo que más les gusta de su país?

Arath, con entusiasmo, comenzó a describir. —México es un país vibrante con una rica cultura. La comida es fantástica, desde los tacos hasta el mole. Los festivales como el Día de los Muertos son únicos y llenos de significado. Y los paisajes, desde las playas hasta las montañas, son realmente impresionantes.

Mario, animado, añadió. —La música y el baile son parte esencial de nuestra vida. Desde el mariachi hasta la salsa, cada región tiene su propia música y baile característico. Las playas, como las de Cancún, son hermosas y perfectas para relajarse.

Karime, con entusiasmo, continuó. —Y no olvidemos los sitios arqueológicos como Teotihuacán y Chichen Itzá. Son testigos de nuestra rica historia y cultura. Cada rincón de México tiene algo especial y fascinante.

Lizzy, con una expresión de satisfacción, luego se dirigió a Briggitte. —Ahora, cuéntame sobre Venezuela. ¿Qué es lo que más te gusta de tu país?

Briggitte, con orgullo, respondió. —Venezuela es conocida por su belleza natural. Desde la Gran Sabana hasta las playas de Los Roques, el paisaje es impresionante. La comida es deliciosa, con arepas y empanadas siendo solo algunas de las delicias. La calidez de la gente y nuestra cultura vibrante hacen que mi país sea realmente especial.

Lizzy escuchaba atentamente, disfrutando de cada detalle que le compartían. La conversación fluía con facilidad, y cada uno de ellos contribuía a enriquecer el conocimiento del otro sobre sus culturas.

En una sala separada, Adrián y Agustín estaban en una conversación más íntima. Adrián había estado repasando una frase en italiano que Lizzy le había enseñado. Se volvió hacia Agustín y le dijo con una mezcla de nerviosismo y determinación:

—Agustín, la frase que Lizzy me enseñó es realmente para ella. Estoy profundamente enamorado de ella, no puedo negarlo.

Agustín, con una sonrisa traviesa, respondió:

—Ay, Adrián, te perdimos. Estás completamente enamorado de la italiana, ¿verdad? Es evidente. Aunque, tengo que decir que entiendo cómo te sientes.

Adrián, sonrojado, intentó defenderse. —Sí, estoy enamorado de ella. Pero ¿qué tiene de malo? Tú también estás enredado con Gala, ¿no?

Agustín, con una mirada comprensiva, asintió. —Sí, también estoy muy afectado por Gala. La verdad es que todos estamos atrapados en esto de alguna manera. No te preocupes, no estás solo en tus sentimientos.

Adrián, aliviado por la comprensión de Agustín, sonrió. —Es bueno saber que no soy el único que siente esto. Al menos podemos ser honestos con nosotros mismos.

Agustín asintió, entendiendo. —Sí, la honestidad es clave. Aunque es complicado, tener a alguien con quien compartir esto hace que sea más llevadero.

Finalmente, Adrián admitió con sinceridad: —Sí, la frase es para Lizzy. Estoy enamorado de ella. No puedo evitarlo.

Agustín, con una sonrisa de complicidad, respondió: —Entonces estamos en la misma página. Ambos estamos profundamente atrapados en estos sentimientos. Y aunque sea complicado, es bueno ser honesto al respecto.

Mientras tanto, Lizzy seguía disfrutando de la velada con sus amigos, sintiendo el calor de la amistad y la conexión que había creado entre ellos. La noche avanzaba con risas, historias compartidas y una profunda conexión que los unía a todos.

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