Capitulo 1
El auditorio de la universidad estaba cargado de una atmósfera densa de expectación. La charla del renombrado experto en lo sobrenatural, Ed Warren, había atraído a una multitud de estudiantes y entusiastas del terror. Lizzy, con su cabello rubio brillante y su sonrisa cálida, se acomodó en una de las sillas al lado de Daria y Drew, su mejor amiga y el novio de su mejor amiga, además de asistente eventual de Ed.
Aunque la fascinación de Lizzy por el terror era más bien curiosa, la invitación de Daria a la charla despertó en ella un interés inesperado. Lizzy, conocida por su espíritu dulce y su amor incondicional por los animales, no se consideraba una fanática de lo sobrenatural. La veterinaria en ella había cultivado una conexión más profunda con la vida y la naturaleza, un mundo que no comprendía mucho. A pesar de eso, el destino tenía algo más preparado para ella esa noche.
Ed, de cabello castaño oscuro y una presencia que imponía respeto, estaba parado frente al público, ajustando sus notas. A pesar de su reputación en el mundo del terror, el hombre parecía algo distraído. En su mente, algo lo inquietaba, como si un vínculo invisible lo llamara, algo que lo conectaba a ese lugar y, más importante aún, a una persona en la sala.
Cuando sus ojos se encontraron por primera vez con los de Lizzy, fue como si el tiempo se detuviera. La vibrante energía en la sala se desvaneció por un momento. Ed sintió una presión extraña en el pecho, como si todo en el universo hubiera hecho una pausa para permitir ese primer encuentro. El aire se cargó de electricidad.
Sin embargo, al ser un experto en lo sobrenatural, Ed tenía experiencia con lo inexplicable, pero esto... esto era diferente. Lizzy no tenía nada de lo que Ed estaba acostumbrado a investigar. Ella no tenía un aura oscura ni una conexión con lo que él llamaba "el otro lado". En lugar de eso, algo tan puro y radiante emanaba de ella que casi parecía de otro mundo.
Ed empezó su charla, y a medida que hablaba sobre los mitos y leyendas, un extraño susurro resonaba en su mente. Hablaba sobre fantasmas, demonios y criaturas que acechaban en las sombras, pero algo en la mirada de Lizzy lo distraía, como si la misma oscuridad que describía se viera atenuada por su presencia. Cada palabra que Ed pronunciaba parecía tener una resonancia especial para Lizzy. Aunque su amor por el terror era más bien superficial, la intensidad de la mirada de Ed la cautivaba, un fuego inexplicable que la atraía hacia él.
Durante toda la charla, Lizzy no podía apartar los ojos de Ed. Cada vez que él hacía una pausa, sentía que la habitación se volvía más cálida, más opresiva. Las palabras de Ed sobre los mitos y el terror parecían resonar más profundamente en ella, como si estuviera entendiendo algo a un nivel que no podía explicar.
Después de la charla, cuando la multitud se dispersó, Lizzy se quedó sentada por un momento, procesando las sensaciones que no podía comprender del todo. Daria y Drew se acercaron, pero Lizzy ni siquiera les prestó atención. Estaba completamente absorta en sus pensamientos, en la forma en que Ed había hablado, en la conexión que sentía con él. Algo en su interior le decía que no era una coincidencia, que su encuentro no había sido solo un simple cruce de caminos.
Fue Drew quien la sacó de su trance.
—¿Qué te pasa? Estás pálida. —le preguntó, preocupado.
Lizzy parpadeó y miró a Drew con una sonrisa nerviosa.
—Es solo que... algo extraño sucedió ahí. No sé qué fue, pero algo en ese hombre me tocó.
Daria, al oírla, no pudo evitar sonreír.
—¿Te refieres a Ed Warren? Sabía que te iba a gustar su charla, es un experto en lo sobrenatural. Pero no te preocupes, no hay nada raro en él, aunque sí tiene una forma única de hablar, ¿no?
Lizzy asintió, pero sus pensamientos seguían errantes, lejos de su conversación. Era como si algo en su alma hubiera resonado con lo que Ed había dicho, como si alguna parte de ella ya conociera esas historias.
Lizzy no podía dejar de pensar en la charla. Cada vez que cerraba los ojos, veía los detalles del auditorio, escuchaba la profunda voz de Ed relatando sucesos espeluznantes, pero por encima de todo, sentía ese tirón inexplicable hacia él. Había algo en su presencia que no lograba comprender, pero que la atraía sin remedio. Decidió que necesitaba saber más.
Esa tarde, después de clase, Lizzy se dirigió a la biblioteca de la universidad. Al pasar por el pasillo, vio a Ed, quien revisaba algunos papeles cerca de la entrada. Algo en su interior la impulsó a acercarse.
—Hola, Ed —dijo tímidamente, y él levantó la vista, sorprendido al verla.
—Lizzy, ¿verdad? —respondió él, un leve brillo en sus ojos al reconocerla—. ¿Cómo te va? ¿Te gustó la charla ayer?
Lizzy asintió, aunque la emoción que sentía no podía ponerse en palabras.
—Sí, fue fascinante. Pero... siento que hay algo más que no entiendo. Como si hubiera algo más profundo en todo esto. —su voz tembló ligeramente, y Ed la observó con una extraña intensidad.
—A veces el terror nos toca de una manera que no podemos explicar. La clave está en entender que, cuando miramos más allá de lo visible, descubrimos más de lo que creemos. —Ed dio un paso más cerca de ella, como si el espacio entre ambos se redujera, como si una fuerza invisible los estuviera atrayendo—. ¿Qué es lo que te inquieta?
Lizzy lo miró fijamente, su corazón latiendo más rápido de lo habitual. No podía explicar por qué, pero sentía que Ed tenía la respuesta a todas las preguntas que rondaban su mente. Su atracción por él no era solo un sentimiento superficial. Había algo mucho más profundo, algo que conectaba sus almas de una manera indescriptible.
—Creo que... creo que hay algo más entre nosotros, Ed. Algo que va más allá de lo que entendemos. —sus palabras salieron con una claridad que sorprendió incluso a ella misma.
Ed la miró, y en sus ojos brilló una mezcla de sorpresa y una antigua sabiduría.
—Tal vez, Lizzy, lo que sientes es solo el comienzo. Hay fuerzas más grandes en este mundo, y tú acabas de tocar una de ellas. —dijo él, su voz cargada de un tono misterioso.
Lizzy tragó saliva, una sensación de miedo y emoción combinada recorriéndole la columna vertebral. Sin embargo, no sentía miedo de estar cerca de Ed. Al contrario, sentía que con él a su lado, todo lo demás se desvanecía.
—¿Y qué hacemos ahora? —preguntó ella, sin poder ocultar la expectación en su voz.
Ed le dedicó una sonrisa suave, casi una promesa.
—Ahora, comenzamos a descubrir juntos qué nos ha unido. El destino ya nos ha marcado, Lizzy. Lo que venga, lo enfrentaremos juntos.
El sol de la tarde comenzaba a descender, tiñendo el cielo de colores naranjas y rosados mientras Ed caminaba por el campus, su mente llena de pensamientos sobre Lizzy. Aquella conversación en la biblioteca lo había marcado profundamente. No podía dejar de pensar en ella, en sus ojos brillantes como el mar, en su sonrisa que parecía iluminarlo todo. No había duda en su corazón: Lizzy era su alma gemela, la otra mitad que había estado buscando sin saberlo.
Cuando llegó a la cafetería de la universidad, Daria y Drew ya lo esperaban en una mesa. Se notaba que habían estado hablando entre ellos, sus voces bajas, como si intuyeran que algo importante estaba por suceder. Ed no pudo evitar sentirse nervioso, aunque intentó esconderlo con una sonrisa tímida.
Daria levantó la vista y, al verlo, su rostro se iluminó.
—¡Ed! —exclamó—. ¿Todo bien? Pareces pensativo.
Ed asintió y se sentó junto a ellos. No estaba seguro de cómo empezar, pero la verdad lo quemaba por dentro. Sabía que necesitaba hablar con alguien, y Daria y Drew eran las personas adecuadas. En algún momento, había dejado de ver a Lizzy solo como una joven fascinada por lo sobrenatural, y la había visto de una manera mucho más profunda. Ya no podía ignorar lo que sentía por ella.
Drew observó a Ed con una mirada curiosa, percibiendo la tensión en su rostro.
—¿Qué pasa, amigo? Pareces estar cargando un secreto pesado —bromeó, aunque su tono reflejaba una ligera preocupación.
Ed se quedó en silencio por un momento, organizando sus pensamientos antes de hablar. Cuando levantó la mirada, ambos amigos notaron la intensidad en sus ojos.
—Hay algo que necesito contarles —comenzó, su voz grave y segura—. Algo que no puedo seguir guardando dentro. Y no quiero que piensen que estoy loco, porque no lo estoy, pero... me he enamorado de Lizzy.
Daria lo miró fijamente, sin una sola palabra, mientras Drew se quedó sorprendido por la confesión. El aire parecía volverse más denso, como si las palabras de Ed hubieran lanzado una sombra sobre la mesa.
—¿De Lizzy? —preguntó Drew, su voz llena de asombro—. ¿Pero... qué ha pasado? Sabemos que la conoces desde la charla, ¿pero...?
Ed se inclinó hacia adelante, tomando una profunda respiración. No sabía cómo describir lo que sentía, pero tenía que intentarlo.
—Es difícil de explicar. Pero desde el primer momento en que la vi, algo cambió dentro de mí. Algo que no puedo controlar. Lizzy no es solo una chica más. Es... mágica. Eterea. Es como si su presencia iluminará el mundo entero. La manera en que sonríe, cómo su energía llena el espacio, me hace sentir cosas que nunca antes había sentido.
Daria lo miraba fijamente, y sus ojos brillaban de curiosidad y comprensión. Había algo en la forma en que Ed hablaba que denotaba una sinceridad profunda. Drew, por su parte, no podía evitar sentirse un poco celoso por el hecho de que Ed se hubiera enamorado tan rápidamente, pero al mismo tiempo, veía que algo genuino se estaba desarrollando.
—Entonces... ¿estás seguro de que es ella? —preguntó Drew, más por la necesidad de entender que por desconfianza—. ¿Es algo más que una atracción?
Ed asintió vehemente, como si fuera imposible pensar de otra manera.
—Sí. Es algo más grande. Es como si fuera mi alma gemela. Mi otra mitad. Desde que la conocí, siento que todo lo demás en mi vida tiene sentido. Mi mundo estaba incompleto, y ella vino a completarlo de una manera que ni siquiera yo había imaginado. Me hace sentir... completo. Siento que ella y yo somos uno. Que hemos estado destinados a encontrarnos. Es como si hubiera un hilo rojo que nos une, y no puedo ignorarlo, no quiero hacerlo.
Daria sonrió suavemente al ver la intensidad en sus ojos. Sabía que Ed no era alguien que se dejara llevar por las emociones de manera tan precipitada, así que eso solo podía significar una cosa: lo que sentía por Lizzy era real.
—Eso suena... increíble, Ed —dijo Daria con dulzura—. Pero, ¿estás seguro de que ella siente lo mismo?
Ed se quedó pensativo por un momento antes de responder.
—No lo sé... pero sé que hay algo entre nosotros. Algo que no se puede explicar solo con palabras. Hay una conexión sobrenatural, algo que me dice que Lizzy tiene un don, algo más grande que ella misma. Y estoy convencido de que ella aún no lo sabe, pero lo descubrirá. Lo siento en lo más profundo de mi ser.
Drew levantó una ceja, sorprendido por lo que acababa de escuchar.
—¿Un don sobrenatural? ¿Qué tipo de don? —preguntó, con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
Ed se encogió de hombros, pero sus ojos brillaban con una sabiduría antigua.
—No puedo decirlo con certeza, pero algo en mi interior me dice que Lizzy tiene una conexión con el mundo sobrenatural mucho más fuerte de lo que imagina. He estado en contacto con energías que no puedo comprender, pero cuando la vi, supe que ella era especial. Y lo más importante es que es perfecta para mí. Ella es mi equilibrio, mi paz, mi salvación. No puedo, ni quiero, vivir sin ella.
Daria se acercó y puso una mano sobre la de Ed, sus ojos llenos de comprensión y cariño.
—Lo siento, Ed. Entiendo lo que sientes. Si ella es tan especial para ti, entonces tienes que luchar por ella, hacerle saber lo que sientes. Nadie puede dudar de lo que el corazón siente.
Drew asintió, aunque todavía había una parte de él que sentía una ligera inquietud.
—Si realmente crees en eso, amigo, entonces tienes que seguir tu corazón. No puedes quedarte con las dudas. Si Lizzy es tu alma gemela, ella también lo sentirá.
Ed los miró con gratitud. Sabía que no estaba loco, que lo que sentía era real, y no iba a dejar que nada ni nadie lo detuviera.
—Gracias. Sé que esto puede sonar... extraño, pero no puedo ignorarlo. Lizzy es mi todo, y no voy a dejar que nadie ni nada me separe de ella. Ella es mi destino. Mi vida.
Daria sonrió cálidamente, y Drew le dio una palmada en la espalda.
—Entonces ve por ella, Ed. El amor es lo más poderoso que hay.
Ed se levantó con determinación, agradecido por el apoyo de sus amigos. No iba a dejar pasar ni un segundo más sin luchar por lo que sentía. Lizzy era su alma gemela, su otra mitad, y no podía esperar más para decírselo.
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