05. BEOMGYU

No había persona en el mundo que Choi Beomgyu admirara más que a su padre. Desde que su madre falleció después de traerlo al mundo, fue aquel hombre el que se encargó del pequeño pelinegro, de cuidarlo, protegerlo del mundo, de educarlo y criarlo por su cuenta.

Beomgyu conoció el mundo a través de los lentes que su padre había fabricado para él. Y le gustaba, le encantaba conocer y explorar junto a su padre aquel mundo que todavía se mantenía como incógnito en su cabecita de infante, un mundo lleno de posibilidades.

--¡Papi, mira mi dibujo! --Un Beomgyu de seis años chilló con emoción hacia la mesa donde los padres estaban sentados.

En el jardín donde el niño asistía, había algo llamado: "Día de familia", en este, un padre por niño se presentaba en el jardín para realizar dinámicas con sus hijos, tales como pintar, hacer manualidades, completar juegos en equipo, etc.

El padre de Beomgyu era bien conocido por niños, maestras y otras madres, no solamente por el entusiasmo que mostraba cada vez, sino también por ser el único hombre entre los padres.

-¡Bien, campeón! -felicitó con el apodo favorito de Beomgyu -. ¿Es eso la pelota de fútbol que te compré?

El niño asintió entusiasmado y señaló la pelota en la hoja de papel que él y su padre (versión palitos) estaban pateando.

-¡Pinta tu camiseta, hijo!

-¿Qué color, papi?

-Azul, hijo.

El niño sonrió grande cautivando a las otras madres quienes observaban enternecidas la interacción. Beomgyu le pidió prestada crayola azul a su compañera y se concentró en su tarea. El dibujo tenía que quedar perfecto para que papá lo colgara en la sala como todos los demás dibujos.

-Vaya, Woosik -le comentó la mujer que estaba sentada al costado del padre de Beomgyu -. ¿Cómo lo haces? -preguntó encantada -Ojalá mi marido fuera tan paciente como tú para estas cosas.

-¡Son realmente un encanto! -comentó otra mujer.

-Beomgyu es un niño guapo y respetuoso. Justo como su padre -dijo alguien más.

Woosik rió a gusto.

Él no era ciego, sabía que muchas de las madres solteras del lugar habían puesto sus ojos en él, sin embargo, Woosik no tenía interés en ello, o por lo menos no por el momento. Su hijo había crecido sin una figura materna, habían sido los dos contra el mundo toda la vida, por lo que traer a alguien nuevo a su vida podría resultar confuso para el niño. Pensando en eso, decidió esperar unos cuantos años para que creciera un poco más, para explicarle lo de su mamá, y quién sabe, quizá abrirle las puertas de su corazón a una hermosa mujer fiel y de buen corazón.

La verdad era que a Beomgyu no le hubiera molestado que su papá tuviera una vida románticamente más activa, pues si eso lo hacía feliz, él estaría feliz también por supuesto. Así de simple era Beomgyu. Él quería complacer a su padre.

Incluso con las cosas más pequeñas.

-Qué asco... -expresó una vez el hombre con todo el repudio posible al ver lo que pasaba en la banca frente a ellos.

Beomgyu miró al frente sin entender. No había nada asqueroso. ¿Quizás se le había pasado algo por alto al infante de nueve años?

-¿Qué? --inquirió el niño.

La mueca de su padre le indicaba que había algo realmente asqueroso en su delante, pero Beomgyu seguía mirando hacia al frente sin entender qué era.

-Malditos maricas -escupió enojado antes de tomar de la mano a su hijo bruscamente y llevárselo lejos. Beomgyu no entendió, sin embargo, estaba triste, pues sus tardes de salidas al parque jamás se habían tornado así de extrañas.

-¿Papá, qué pasó? -preguntó bajito el niño mientras era arrastrado al auto.

El hombre se detuvo, soltó su mano y miró a su hijo desde arriba justo antes de salir del parque. Pocas veces su padre lo miraba así, daba miedo.

-Esos dos hombres frente a nosotros son aberraciones y depravados sexuales, Beomgyu, son animales, debes tener cuidado. Creo que nunca te lo había dicho. Pero es momento de que te saque de tu burbuja -exhaló -. Ya eres un poco mayor y puedes entender que el mundo no es perfecto, ¿verdad? Las personas son malas, a veces la realidad es cruel, hijo. Y esas personas que estaban frente a nosotros, son una plaga, entonces si llegas a verlos, aléjate lo más que puedas, ¿sí Beomi?

-¿Los que estaban en la banca? --preguntó extrañado ladeando la cabeza.

-Sí, ellos -contestó con la misma mueca asqueada. Beomgyu giró su cabeza hacia ellos, pero su padre jaló de su manito -. No mires.

-¿Pero qué han hecho de malo?

El hombre frunció el ceño sin saber cómo decirlo exactamente.

-Dos hombres no pueden estar dándose afecto así. Está mal.

Dos chicos jóvenes, claramente enamorados, charlaban tomados de la mano, arrimados, de vez en cuando dándose un besito inocente. Eso era lo abominable.

--¿Por qué? -preguntó confundido -¿Acaso no es lo mismo que hacen mi tío Namjoon y mi tía Jinnie porque se aman?

-Es diferente, Beomgyu -tajó frío.

-¿Por qué?

-Porque dos hombres o dos mujeres no pueden -respondió más agresivo.

-¿Por qué?

-Es asqueroso y antinatural, punto.

-¿Pero por qué?

-¡Porque sí y ya! -vociferó asustando a Beomgyu, quién retrocedió sorprendido. Algunas personas vieron a su dirección, entonces Woosik, enfadado, jaló de nuevo a Beomgyu para que subiera al auto. El niño entró un poco asustado al asiento del copiloto y su padre se sentó en el del piloto, cerrando la puerta con fuerza. Beomgyu parpadeó asustado. Casi nunca pasaba, por ello a Beomgyu no le gustaba cuando papi se ponía así, lo desconocía.

-No me gusta que me cuestionen -dijo el hombre suspirando, calmándose -. Yo sé que es lo mejor para ti, hijo. Lo siento, no quiero volver a alzarte la voz. Con tal que siempre obedezcas estará bien -sobó su cabeza, pero a Beomgyu esta vez no le gustó el tacto.

-E-Está bien.

-¿Qué es lo que entendiste sobre el día de hoy?

-Q-Qué debo obedecer siempre a papá -musitó miedoso.

-Muy bien, ¿qué más?

-No debo cuestionarte -musitó cabizbajo. Su padre se puso el cinturón y encendió el carro.

-Exacto, ¿y de lo que viste en el parque?

-Q-Qué está mal...

-Perfecto, son sucios maricas, una plaga.

--¿Maricas?

-Así se llaman. Qué bueno que hayas entendido.

Beomgyu asintió queriendo llorar mientras su padre ponía música.

El niño miró sus manos sudorosas sobre su regazo antes de ver la ventana una última vez. Aún no entendía qué estaba mal, pero si su papá lo decía, debía tener razón.

Ideas como esas, fueron construyéndose en Beomgyu desde pequeño, tomaron forma con los años.

"Pareja homosexual es atacada en centro comercial" dijo la reportera.

Beomgyu y su padre comían en silencio el desayuno antes de que Beomgyu fuera a la escuela secundaria. Solo miraban las noticias mientras compartían un café y un poco de fruta, como cada día.

Woosik sonrió.

-Bien merecido -festejó.

Las imágenes eran muy tristes. Resultaba que solo estaban celebrando su aniversario cuando un grupo de homofóbicos extremistas se acercaron a ellos a golpearlos hasta dejarlos realmente malheridos.

-Sí... -complementó Beomgyu.

Sin embargo, a pesar de sus palabras viperinas, Beomgyu sentía algo de pena por los chicos de la noticia; tan solo eran unos cuantos años mayores que él, tan jóvenes... Bueno, si bien era cierto que su relación estaba mal, ¿era tanto como para dejar a los pobres muchachos en cuidados intensivos? A Beomgyu honestamente le parecía injusto, pero no dijo nada.

-Pa, ya me voy -Beomgyu se puso de pie -. Tengo examen de física.

-¿El primer día?

-Sí -Rodó los ojos -. Voy yendo, llegaré en la tarde.

-Bien, hijo -El hombre se puso de pie limpiándose con una servilleta -. Cuídate campeón, buen día.

Beomgyu tomó su mochila del sillón y la colgó sobre su hombro, abrió la puerta para salir y antes de partir se giró y le sonrió a su padre.

-Hasta luego, pa. Te quiero.

-Yo a ti -respondió sonriéndole también.

Muchos de sus compañeros durante la primaria y secundaria se burlaban de él llamándolo "hijo de papi" por el cariño tan arraigado que el muchacho mostraba por su padre, pero eso no lo hacía menos positivamente tierno. Era más, Beomgyu estaba orgulloso de mantener una relación tan buena con su padre considerando que la mayoría de adolescentes contemporáneos suyos, no soportaban a sus padres o tenían enfrentamientos con estos con demasiada frecuencia.

"Mis padres son insufribles, pero los quiero" decían sus amigos cuando se referían a ellos. Mientras estos se quejaban muchas veces acerca de estos, Beomgyu tan solo podía pensar que el suyo era el mejor padre del mundo. Y sucedía con frecuencia.

Era normal para los niños pequeños que ese cariño tan anejo perdiera su fuerza en los años de la adolescencia, pero este no fue el caso de Beomgyu, para nada. Obviamente ya no se colgaba en su espalda o lo abrazaba pegajoso como Koala como solía hacer antes, pero simplemente aquella admiración no se deformó con los años, se mantuvo.

Se mantuvo hasta sus últimos años de secundaria.

Y si bien era cierto que Beomgyu no había tenido discusiones mayores con su padre en años anteriores, en algún momento pasaría por más que lo evitara. Porque, al fin y al cabo, Beomgyu ya no era ese pequeño muñeco moldeable, o por lo menos no del todo; la personalidad de chico empezaba a construirse. Gustos, aspiraciones y pasiones nuevas de un chico apuesto de catorce, recién descubriéndose a sí mismo.

-¡Bien hecho, chicos! -felicitó Hyunjae al terminar de cantar el último verso de la canción -Descanso de cinco minutos y volvemos.

Hyunjae salió del salón de música para contestar una llamada, Rei abandonó la batería para tomar agua, Jeongin dejó el bajo apoyado para conversar con Giselle, quién también había apagado el órgano mientras tanto. Solo Beomgyu se había quedado tocando incluso en el descanso: Quería asegurarse de que la banda destacara el día del festival, por lo que no había lugar para el error. Practicaba de día, tarde y noche, o para ser más precisos, cada vez que pudiera. Le gustaba.

Dos toques en la puerta lo hicieron levantar la vista de su preciosa guitarra eléctrica roja y brillante. Sonrió al ver quién era.

-A estas alturas voy a traerte un colchón para que duermas aquí -dijo Leeseo, entrando al salón acercándose a él. La bella castaña tenía una bolsa en la mano, de esta sacó un emparedado y una botella de agua, se la extendió a Beomgyu -. Estoy segura de que no has comido.

Beomgyu se quedó mirando. Ella era realmente adorable. No sabía que sería de él sin ella, pero no lo diría en voz alta, seguramente se burlaría por la cursilería.

El guitarrista estrella de la escuela se quitó la correa de la guitarra y una vez esta fuera, apoyó a su tesoro en el soporte de metal.

-Gracias mamá. -Le entornó los ojos, a la vez recibiendo el almuerzo que ella le había comprado. Ya era cosa de todos los días.

-No puedo creer que de verdad te saltes casi todas las comidas por ensayar -regañó -. Ya estás grandecito como para hacer esas cosas. ¿Esos días que no vengo a verte realmente no comes?

El pelinegro abrió el envoltorio del sandwich y apenas lo tuvo entre sus manos, le dio un mordisco tan grande que delató el hambre que había estado acumulando en el día.

-Sí como.

-Mentiroso, le voy a decir a Hyunjae que te tenga vigilado.

-Más bien tú deberías venir más y dejar de obsesionarte tanto con el consejo escolar. Ni siquiera te necesitan tanto allá.

-¿Saltarme las reuniones del consejo para venir a alimentarte? -rió.

-Shi.

Leeseo rió de nuevo y le pegó con algo de fuerza en el hombro.

-¡Oye! -reclamó tragando sin haber masticado bien, tociendo un par de veces -¡Casi me ahogo, tonta!

-No soy tu mamá, idiota.

-Pero sí mi mejor amiga -Batió de broma coquetamente sus pestañas -. Es tu deber.

-¿Y? ¿Acaso eso está incluido en el paquete? No eres un bebé, Beom. Bueno, te comportas como uno, pero eso no cuenta.

Beomgyu rió levemente, dijera lo que dijera, siempre hacía lo mismo, lo cuidaba.

-Ay que ya... -resopló. Adoraba a Leeseo, pero a veces exageraba peor que una madre -Sí como, también estudio y todo. No te preocupes, ¿vale?

Ella le dio una mirada de incredulidad. Mientras lo miraba se dio cuenta de que Beomgyu estaba sosteniendo la botella de forma extraña y sus ojos luego viajaron a los dedos que sostenían la botella de agua. Con brusquedad tomó su muñeca para poder observar de cerca esos dedos: callosos, con heridas horribles.

-¿Así quieres que no me preocupe? -cuestionó con severidad, por el tono haciendo que Beomgyu se sintiera como un niño regañado y pequeño -Están sangrando, Beom.

-Es nada más porque se acerca el día del festival y son canciones difíciles -Incómodo, removió su mano y logró liberarse de su agarre.

-¿Estarás bien para tocar el viernes así?

-Tengo que estarlo -musitó un poco avergonzado -. Es mi única oportunidad para... -Calló y bajó la mirada, pero Leeseo sabía.

-Tu papá, ¿verdad? -inquirió con dulzura, su expresión cayendo también.

Beomgyu asintió desganado, sintiendo una desagradable opresión en el pecho al recordar cómo terminó la última conversación con su padre acerca del tema.

Woosik odiaba ser cuestionado y contradecido, Beomgyu lo sabía, y por más que amara a su padre, en parte le temía. Tenía miedo de volver a mencionarlo.

-Quiero impresionarlo -musitó mirando al suelo -. Quiero que vea lo que esto significa para mí. Él... no entiende que lo es todo para mí, no sabe lo mucho que deseo esto. No entiende lo mucho que...

Leeseo sabía que su mejor amigo estaba por llorar, y para evitarlo, se acercó más y le dio un medio abrazo, acariciando su espalda con cariño, dándole fuerzas.

-Es porque no sabe lo asombroso que eres -Le sonrió -. No te dicen el guitarrista estrella de la escuela por nada -Beomgyu por fin vio sus ojos paliativos -. Apesta decirlo pero en serio creo que eres el chico más talentoso de esta fea escuela. Brillas en el escenario, tus ojos brillan cuando estás tocando, y como compones... Uff, tú eres un artista, Beomgyu -Hubo un pequeño cambio esperanzador en el rostro de su amigo. Y por más que no conociera a su padre o no supiera cómo fueran a terminar las cosas, ella lo motivaría hasta el final -. Este viernes vas a hacerlo genial, irán muchos cazatalentos, tu padre lo va a amar y todo va a salir muy bien, ¿ok? Si hace falta voy yo misma a hablar con tu papá. Tengo una sonrisa encantadora -Guiñó -, tú no te preocupes, lo vamos a convencer -aseguró.

Beomgyu la abrazó tan pronto terminó de decirle todo eso. Tenía a la mejor amiga del mundo.

-Ay, te quiero mucho tonta. De verdad. Gracias Leeseo.

Ella le devolvió el abrazo unos segundos y luego se separó y lo miró seria.

-Si queremos que eso pase, tienes que descansar y dejar a tus dedos respirar, ¿está bien?

El pelinegro vio sus dedos heridos, y por una vez, le hizo caso.

-Bien. Le diré a Hyunjae que vayan ensayando sin mí -se rindió y vio a Leeseo sonreír aún más, lo que lo hizo sonreír igual -. ¿Vamos a comer por ahí?

-¿No acabas de comer? -rió.

-Tú misma dijiste que necesito recuperarme. Para eso está la comida, comida real, no un sándwich del porte de mi puñito.

-¡Eres un caso! -exclamó riendo -Bien, vamos. Pero invitas tú esta vez, que yo ya me quedé pobre por andar comprándote el almuerzo todos los días.

-Como diga señorita.

Después de dar el aviso a sus compañeros de banda, ambos muchachos salieron de la escuela a tener una comida tranquila y deliciosa, entre carcajadas y sonrisas.

Todo estuvo bien. Por lo menos ese día.

-No puedo, Hyunjae, no puedo. Vayan ustedes sin mí, no puedo hacerlo, no...

Hyunjae suspiró al ver la expresión nerviosa de su amigo; no podía creer que estuviera teniendo una crisis justo en ese momento, antes de subir al escenario. Para intentar tranquilizarlo, sostuvo sus hombros mientras sus ojos se encontraban, los suyos paliativos y los del pelinegro reflejando inseguridad.

-Beom... -exhaló -. Lo vas a hacer bien, amigo, ¿sí? Por favor, tranquilo. Esta es nuestra noche.

Las palabras parecían no calar en el pelinegro, quien aún sentía su corazón desbordante amenazando con saltar por los nervios.

Giselle, organista y amiga cercana del pelinegro, vio la escena a los lejos y vino por la espalda, abrazando a Beomgyu por los hombros, también dándole coraje.

-Has practicado muy duro, sabes que eres bueno, el mejor de hecho. Todo va a estar bien, ¿sí? -serenó ella.

-Exacto -apoyó Hyunjae -, además que no es la primera vez que tocamos frente a tantas personas.

-Pero es diferente -Por fin habló Beomgyu, tenso -. Este festival es lo más grande que hemos tenido en nuestra trayectoria como banda, habrá muchos cazatalentos y escuché a varios de la clase decir que han venido por nosotros o que tienen altas expectativas después del último show para la alcaldía, yo... -Inspiró profundamente intentando que las ganas de llorar disminuyeran -. Estoy asustado de cagarla, chicos.

Beomgyu miró al suelo, Giselle y Hyunaje compartieron una sonrisa apenada mientras la chica de mechones rosas acariciaba la espalda encorvada de su amigo negativo.

No entendían la repentina aprehensión de Beomgyu, un prodigio musical en boca de todos, incluso de profesores de la asignatura. Y es que nunca antes se había mostrado tan pesimista. Entendían que era un show importante, pero no sería el último, lo habían hablado antes, solo debían ser ellos y disfrutar.

-¿De qué tienes miedo, Beom? -preguntó con delicadeza el vocalista.

De mi padre.

-De arruinarlo -susurró.

-No lo harás -negó Giselle -, Choi la estrella Beomgyu nunca ha cometido un error en el escenario, e incluso si pasa, con las canciones de hoy todos van a ver que tenemos al Slash de esta generación con nosotros -convenció alegre, animando a sus amigos. Las palabras de Giselle lograron motivarlo un poco. Beomgyu inspiró una vez más cambiando de mentalidad y sonriendo aunque sea un poco.

-¿Listos para romperla? -Hyunaje puso una mano en el centro e intercaló una mirada vivaz entre sus amigos.

Beomgyu sintió que su corazón se llenó cuando encontró sus miradas y sonrisas empezaron a formarse. Todas las manos fueron al centro encima de las del líder.

-¡Scars! -gritaron al unísono.

Justo en ese momento llegaron a la escena Rei, Jeongin y un hombre del staff que lucía apurado diciendo algo a través de su auricular.

-¡Chicos ya nos toca! -exclamó con presura Jeongin al mismo tiempo que el hombre del staff daba una señal.

Beomgyu tragó saliva y se repitió a sí mismo: "Todo va a estar bien".

Algunos dicen que somos instantes: Beomgyu lo entendió por primera vez cuando subió al escenario, porque en ese momento, se convirtió en un instante feliz, tan efímero pero tan feliz.

El público... Tantas personas, tantas sonrisas y tantas especulaciones. Ver todos esos rostros, todas esas sonrisas y todos esos ojos puestos sobre él, lo hicieron sentir vivo; todos tenían razón, su corazón lo sabía, él era un performer, había nacido para esto, para la música, su gran sueño y pasión.

Beomgyu inspiró ganando todas las buenas vibras que pudo, escuchó a lo lejos al presentador darles la apertura, vio sus manos hacerse puños y como sus nudillos se tornaban blancos por el frío que recorría el lugar. Fueron segundos, pero Beomgyu quiso apreciar el lugar con detalle, como hacía cada vez que tocaba en algún sitio diferente por primera vez: le gustaba captar detalles, recordar cada presentación como si fuera la última y guardarla para siempre en su cajita de memorias preciadas, simplemente porque estaba tan agradecido por la oportunidad de liberarse, de ser él, de poder soñar y volar...

Había mucha gente en el lugar, todo bellamente decorado, con una apariencia rústica y colorida; banderines de colores vibrantes cruzaban de toldo en toldo, de tienda en tienda, los faroles pequeños colgantes a sus costados le daban un toque mágico a la decoración. Algunas personas jugaban en los puestos de juegos, otros hacían fila en los puestos de comida, se veían niños y ancianos disfrutar de momentos familiares tiernos, parejas enamoradas en algunas esquinas, grupos de amigos riendo y compartiendo momentos especiales... Beomgyu solo pudo sonreír al pensar que una canción mejoraría todo aquello, perpetuaría, porque según él, la música era siempre la solución para todo.

Viendo a tantos rostros cerca de la tarima, pudo por fin encontrar a Leeseo, preciosa justo en el medio del lado izquierdo, grabando el memorable momento con su celular, sonriendo aún más grande cuando con Beomgyu compartieron una mirada de apoyo, de cariño, de esas que te transmiten paz y te hacen creer que todo estará bien; ella le dijo tan solo con el brillo de sus ojos "yo estoy aquí".

Lo demás fluyó como agua de río: La sonrisa de Leeseo como gasolina más las miradas de apoyo de sus amigos de banda fueron lo que Beomgyu necesitaba para soltarse y hacer lo de siempre, tocar con el corazón. Cerró los ojos y cuando sus dedos se posicionaron en las cuerdas correctas, el tiempo se volvió tan frágil como un copo de nieve durante el frío invierno. Eran tres canciones por banda, pero el público aclamó tanto por ellos al finalizar cada una que el staff les permitió tocar una más.

Los gritos, los aplausos y las miradas de admiración, convirtieron la ansiedad, el pesimismo y los malos recuerdos, en sonrisas y éxtasis.

Esto es lo que me hace feliz, esto es lo que más necesito y anhelo. Yo soy esto.

Su corazón latía a mil por hora, alegre, las gotas de sudor caían por su piel morena, el calor del reflector derretía sus inseguridades y, lo mejor de todo sin duda, era el sonido de su guitarra, como esta cobraba vida cuando estaban juntos. No podían estar sin el otro.

Fue al acabar la última canción que Beomgyu encontró su padre en la parte de atrás, al fondo. Cuando los ensordecedores aplausos de despedida se hicieron notar, Beomgyu no pudo sonreír como sus demás amigos, pues la imagen de su padre ceñudo hablando por teléfono le rompió el corazón de una manera distinta.

¿Cuanto tiempo habría pasado hablando por teléfono? ¿Le habría siquiera puesto atención? ¿Por qué no tenía un buen presentimiento?

Sintió como le ardía el solo acto de tragar saliva. De pronto toda la emoción abandono su cuerpo, como si una aspiradora gigante hubiera aparecido de la nada para abosrver sus fuerzas.

Beomgyu se quedó mirando fijamente a su padre molesto, probablemente insultando a la persona del teléfono. ¿Tan poco le importaba? Como no se movió pero ya les tocaba abandonar el escenario, Rei tomó su mano y lo arrastró al backstage.

-¡No puedo creerlo! ¡¿Vieron la cantidad de gente?! -exclamó eufórica Giselle.

-¡Lo hicimos asombroso, mejor que en los ensayos! ¡Chicos, esto es algo grande! -celebró Hyunjae.

-Reconocí a varios dueños de disqueras, como el de South Records y Lympoon Sound. ¡Uno me sonrió! -contó risueño Jeongin.

-¡No inventes!

Todos estaban tan contentos que ni siquiera pudieron notar la incapacidad de Beomgyu para formar una sonrisa.

-¡Hyunjae! -El llamado hizo que todos voltearan.

El padre del rubio ingresó a la escena, yendo directamente a abrazar a su hijo. Detrás de este estaba la familia del mismo, seguidos de los familiares de casi todos los chicos de la banda, de todos menos uno.

Beomgyu vio que la abuela de Rei fue la última persona en querer ingresar, no había nadie atrás; inspiró, y por alguna razón ese simple acto le dolió. ¿Dónde estaba su padre? Miró de reojo los abrazos, besos y felicitaciones de los familiares de sus amigos y no pudo evitar sentir un poco de envidia, no pudo evitar sentirse mal. Él también quería que su padre estuviera así de orgulloso de él.

Sin embargo, cuando la cortina se movió de nuevo, Beomgyu sintió esperanza, y por más que no fuera quien esperaba ver, una sonrisa se formó en sus labios.

-¡Beomgyu! -chilló la castaña, corriendo sin temer a abrazar a su mejor amigo. El abrazo fue emotivo y prieto. En sus brazos Beomgyu podía sentirse más seguro.

Ella se separó del abrazo exaltada con una sonrisa gigante en su bonito rostro.

-Viniste hasta aquí... -musitó conmovido tomando sus manos. Se supone que solo la familia podía pasar al backstage.

-¡Fue asombroso! ¡Dios, te luciste como siempre! ¡No sabes lo orgullosa que estoy de ti!

Orgullosa.

Beomgyu pudo soltar un poco de esa desazón.

-Gracias Leeseo, de verdad -agradeció de corazón.

La cortina volvió a moverse.

-Beomgyu... -La voz de su padre resonó tardíamente en sus oídos, ambos amigos dejaron de verse y soltaron las manos del otro.

Los ojos de Beomgyu se encendieron como dos luceros.

-Papá... -susurró incrédulo. Al abrazar a su padre fue como si su corazón soltara unos cuantos grilletes que venía arrastrando. El sentimiento de alivio fue incomparable.

-Lo hiciste muy bien -felicitó el hombre abrazándolo.

Leeseo miraba la escena enternecida.

-¿Te gustó? ¿Viste todo? ¿Lo hice bien? -bombardeó de preguntas el pelinegro.

-Fue muy bueno, Beomgyu -El hombre vio con cariño a su hijo desde arriba y acarició sus cabellos. Los ojos de Beomgyu brillaron más por la emoción, la luna se reflejó en ellos.

-¡Beom! -Escucharon la voz de Giselle a lo lejos. Dirigió su atención hacia ellos, sus amigos de banda se veían todos emocionados detrás de ella -¡No vas a creerlo! ¡Los dueños de las disqueras quieren hablar con nosotros! ¡Les gustamos mucho!

-¡No solo eso -añadió Rei -¡El señor Park del conservatorio más grande de Seúl pidió hablar contigo! ¡CONTIGO BEOM! ¡¿Entiendes lo que significa?!

Las palabras que estaba oyendo no podían ser ciertas. ¿El conservatorio de música más prestigioso, caro y grande de todo el país? ¿Él?

Beomgyu se abalanzó para abrazar a sus amigos. Todos empezaron a saltar juntos.

-Están por aquí, vamos -Hyunjae dijo y los guió por la parte de atrás a la otra parte del backstage. Las demás familias, Leeseo y el señor Choi siguiéndoles también.

-Ahora está hablando con otra chica, esperamos aquí, ¿sí? -informó Jeongin -. Le diremos al staff que no dejen que se vayan y que ya estás aquí, espera.

Jeongin y Giselle fueron a buscar a dichas personas, los demás se quedaron hablando con los familiares de los demás acerca de las asombrosas oportunidades que se presentarían en unos instantes.

Leeseo se escabulló junto a Beom y susurró:

-Es tu oportunidad.

Y Beomgyu asintió con tal fogosidad que casi se le sale la cabeza así como el corazón por la emoción. Todavía no podía creerlo, el corazón se le había subido a los cesos. ¿Lo mejor de todo? A su padre le había gustado. Partiendo de ahí, el pelinegro tomó el valor suficiente para hablar seriamente con su padre.

-Padre...-llamó con la seriedad del caso, no obstante, justo al hombre de negocios le llegó una llamada. Con un gesto de mano le pidió a Beomgyu que esperara y se alejó unos cuantos pasos para poder hablar con esa persona, lo que hizo suspirar a su hijo más desanimado.

Leeseo volvió a su costado a darle fuerzas, palabras de confort, esas que necesitaba.

Entonces las personas importantes, esas que Beomgyu no podía creer lo querían a él, llegaron.

-¿Choi Beomgyu? -Un hombre de terno negro y apariencia ostentosa ingresó seguidos de sus dos amigos.

El aludido parpadeó varias veces hasta comprender y reconocer a la figura en su delante, el reclutador más importante para el conservatorio de Seúl.

Leeseo lo empujó por la espalda para que diera un paso al frente, el pobre muchacho aún en shock.

-S-Sí, soy yo -balbuceó torpemente sacudiendo la mano del hombre.

-Pero qué joven eres, tan pequeño y tan talentoso -halagó afable -. Tienes mucho potencial, Beomgyu, y mi trabajo como reclutador es buscar gente como tú y tu compañero Hyunjae. Todos ustedes son muy buenos, por lo que están recibiendo la invitación oficial a formar parte de nuestro conservatorio. Sin embargo, hay ciertos detalles que no se me pasan por alto, por esa razón me gustaría ofrecerte a ti y a Lee HyunJae una beca completa una vez terminen sus estudios secundarios.

Hyunjae empezó a llorar, Beomgyu se congeló dos segundos. ¿Era su sueño haciéndose realidad? ¿Tantas horas de práctica y esfuerzo por fin estaban dando frutos? No podía ser cierto.

-Buenas noches, ¿qué está pasando aquí? -interrumpió Choi Woosik haciéndose paso. Beomgyu casi vomita de los nervios, Leeseo entrelazó sus manos juntas y apretó con fuerza al verlo pálido -. ¿Quién es usted? ¿Qué quiere de mi hijo?

El hombre de terno impecable obvió la tonalidad defensiva y se presentó.

-¿Es usted padre de Beomgyu?

Woosik asintió, y viéndose desconfiado, estrechó la mano del otro hombre.

-Soy Park Jeongwoo, reclutador oficial para el conservatorio de Seúl. Debo felicitarlo por el talentoso hijo que tiene, es un muchacho que cuenta con todo lo que buscamos, por eso, estoy muy feliz de ofrecerle a Beomgyu una beca completa en nuestras instalaciones una vez termine con sus estudios secundarios. Oh, y no se preocupe por la estadía en Seúl, todos los gastos como alimentación y pasajes corren por nuestra cuenta.

Alegría estaba reflejada en todos los rostros, Beomgyu no tenía expresión porque tan solo no podía creerlo. Choi Woosik, en cambio, estaba serio. Giró hacia atrás para ver a Beomgyu con una sonrisa ladina, luego devolvió su atención al reclutador.

-Muchas gracias, yo sé que mi hijo es un chico con muchas aptitudes y talentos. Le agradezco la oportunidad, pero no la queremos.

Todos en el lugar adoptaron la misma expresión de ojos abiertos. Beomgyu se desesperó. ¿Cómo que no?

Hasta el mismo reclutador estaba sorprendido por la declinación, carraspeó y volvió a intentarlo.

-Pero señor...

-Gracias por la invitación, pero Beomgyu no la tomará, buenas noches.

El aludido entreabrió los labios y dio dos pasos sin sentido al frente, estaba en shock, ninguna palabra salió de su boca, estaba pálido.

-E-Está bien -continuó apenado el reclutador. Cuando vio lágrimas acumuladas en los ojos del pelinegro, sintió pena por el muchacho, pero no iba a insistir. De su bolsillo sacó una tarjeta de presentación con su número y se dirigió a Beomgyu, encorvándose para hablar con el pequeño -. Si cambian de opinión, este es mi número. Estaríamos más que felices de tenerte con nosotros, Beomgyu.

Cuando Park extendió la tarjeta hacia Beomgyu, su padre fue más rápido y la tomó.

-Gracias -dijo Woosik ignorando las miradas indignadas de todos. El reclutador se retiró segundos después -. Beomgyu, tenemos que irnos, me surgió una cuestión de trabajo. -El padre del pelinegro hizo una venia para todos los presentes y salió del lugar, no sin antes decir que lo esperaría en el carro.

Esperaron a que el hombre se fuera para hablar.

-No hay forma... -susurró dolida Giselle -Beom...

Rei vio lágrimas en los ojos de Beomgyu, así que para dar privacidad, les pidió a las familias de sus amigos y a la suya propia que por favor los esperaran afuera.

-No me jodan, voy a traer de nuevo al reclutador -bramó Jeongin -. Él no puede hacer eso, es tu vida.

El labio inferior del pelinegro empezó a temblar al mismo tiempo que las lágrimas eran liberadas. Hyunjae al ver eso, se acercó a su amigo y sostuvo su cabeza con firmeza para que lo mirara.

Sus amigos sabían de la relación que Beomgyu tenía con su padre, y por más que Beomgyu lo negara, por lo que el pelinegro les contaba, ellos podían deducir que era un padre controlador, pero llegar a ese punto era tan solo impensable.

-Beomgyu, escucha -pidió, sosteniendo la cabeza del pelinegro entre sus manos, asegurándose de que lo viera a los ojos -. Ya no puedes dejar que tu padre controle tu vida así, ¿entiendes? Si esto es lo que quieres, ¡lucha por ello! -Hyunaje lo soltó, pero no sin antes depositar en su mano la tarjeta que él había recibido del reclutador, haciendo que cerrara el puño con esta dentro.

Beomgyu mordió su labio con fuerza para no sollozar, tenía la sensación de haberse tragado un ladrillo.

-No hay forma -intervino Leeseo, tomando la mano de Beomgyu -. Vamos a convencerlo -estableció y jaló de su muñeca para guiarlo al estacionamiento.

No fue difícil reconocer a Woosik, apoyado en su deportivo. Ambos adolescentes inspiraron antes de enfrentar al hombre.

-Señor Choi -empezó Leeseo -, buenas noches, soy Leeseo, a-

-¿La famosa Leeseo? Mi Beom sólo habla maravillas de ti. Hacen una pareja muy bonita -halagó con una sonrisa.

Leeseo se sonrojó bellamente, pero Beomgyu se sentía tan triste y ansioso que no pudo notarlo.

-N-No somos pareja, señor. -Bajó la cabeza.

-Oh, una lástima.

-S-Señor Choi, en realidad vine aquí para pedirle por favor que reconsidere lo del reclutador y la oferta de las disqueras... Es una oportunidad en un millón y Beomgyu es bueno, tan bueno que incluso profesores músicos de nuestra escuela dicen que es un prodigio. Ha sido su sueño por much-

Woosik ya no sonreía, levantó la mano como pidiendo silencio, haciendo callar a Leeseo.

-Hija, agradezco tu preocupación por mi hijo, yo sé que es bueno, pero es algo que ya he hablado con él.

-P-Pero-

-Ha sido un placer, Leeseo, pero debemos irnos ya -Claramente el hombre no quería hablar más del tema. Miró fijamente a su hijo con una mirada que asustó a la castaña, eran unos ojos crueles que decían bastante, luego con la voz escalofriante, ordenó: -. Al auto, Beomgyu. Ahora

Lucha por esto.

Por primera vez en la noche, Beomgyu pudo conectar lo suficiente consigo mismo.

-P-Pero papá...

-Sube al auto -repitió con una tonalidad escalofriante, fría. Woosik ingresó al auto sin darle oportunidad de hablar.

Leeseo vio como Beomgyu bajaba la cabeza con una expresión rota. Ella negó fogosamente con la cabeza.

-No, no puede acabar así, no Beom, no. D-Dile, ¡no puede ser así! -chilló casi llorando también.

Beomgyu no quitó su vista de la arena bajo sus zapatillas. Sin expresión, se limpió con brusquedad las lágrimas y sonrió.

-No puedo hacerlo, lo siento -Fue un alivio que no pudiera ver la expresión de la castaña -. Te veo el lunes, Leeseo, gracias, agradeceles a los chicos.

Y así como así, Beomgyu, sintiéndose más pesado que nunca y como si fuera preso de pesados grilletes oxidados, arrastró sus pies hasta subir al auto. Segundos después este había desaparecido, dejando atrás a una castaña llorando, quién llena de impotencia, rápidamente llamó a quien debía. Seguro ella podía hacer algo. Tenía que.

En el primer semáforo, Woosik habló, para nada contento.

-Te dije que no volvieras a mencionar el tema. Pero como siempre desobedeces, traes a tus amiguitos atrás como ejército. ¿Acaso quieres que sea un hombre malo contigo? ¿Eso quieres, Beom? -masculló tomando con más fuerza de la necesaria el volante.

El pelinegro se la había pasado todo el camino intentando retener sus lágrimas, mirando a la ventana al mismo tiempo que una canción bonita llegaba a sus oídos. Cuando bajó la vista, recién notó que estaba arrugando la tela de sus jeans por la forma en la que estaba aprisionado la tela en sus puños.

-No... Yo- -susurró apenas.

-Ni una palabra más, Beomgyu. Estoy agotado.

Y cuando su padre usaba ese tono, no había más opciones. Nunca las había.

"Eres la marioneta de tu padre"

"Beomgyu es un hijo de papi"

"Si yo fuera tan lamebotas del profesor como Beom es de su padre, estaría aprobado en todo"

"¿Cómo que no quiere que vayas? ¿No vas a decirle nada?"

"Adivino, tu padre no te deja"

"Es tu padre, no tu jefe, ¿por qué no le dices cómo te sientes?"

"Es la presión por hacerlo orgulloso, pero, ¿qué hay de hacerte orgulloso a ti?"

No supo cómo, pero parpadeó y de pronto ya estaban en casa, vio a su padre subir las escaleras.

"Lucha por lo que quieres. Lucha por esto"

Beomgyu pensó en su padre amoroso: Woosik era toda la familia que tenía Beomgyu, su único apoyo incondicional y la única persona que lo crió y amó durante toda su vida, la persona que más amaba en el mundo. Y por esa misma razón, Beomgyu debía hacerlo.

"Siempre me dijiste que fuera un chico resiliente, este soy yo luchando por lo que quiero".

No era demasiado tarde, claro que no. Nunca lo es para alcanzar un sueño.

Beomgyu se limpió las lágrimas y subió corriendo las escaleras.

-¡Padre!

Cuando ingresó a la habitación de su padre, este estaba quitándose el saco.

-Padre... -Bajó el volumen de su voz, el hombre lo miró en el pórtico -. Necesito hablar contigo.

-Tengo que enviar unas cosas de la empresa, que sea rápido -accedió.

Beomgyu tragó saliva y asintió. Era su última oportunidad.

-Hablemos en mi habitación, por favor. -Beomgyu necesitaba sentirse seguro, y su habitación era su lugar seguro.

Una vez ya en su habitación, ambos se sentaron en la cama de Beomgyu, uno al costado del otro.

-Papá... -Beomgyu se armó de valor y suspiró, incapaz de verlo directamente -, por favor déjame terminar de hablar -pidió. El silencio que los invadió más el sentir la atención de su padre sobre él, lo hicieron decir las primeras palabras -. Padre, lo que viste hoy en el escenario fue a tu hijo siendo libre, feliz, sin inhibiciones ni presunciones, tan solo era yo siendo yo -El pelinegro se relamió los labios nervioso -. Dijiste que te gustó, es... esto es mi más grande sueño, padre. Si tan solo pudiera pudiera explicar lo que siento al tocar, lo haría, pero no encuentro palabras justas, solo sé que es parte de quién soy y lo amo, lo amo mucho y yo... Yo quiero dedicarme a esto, quiero-

-Beomgyu -interrumpió el hombre con un suspiro, como cansado -, ya hemos hablado de esto antes.

-¡Lo sé! Pero, por favor, solo escúchame, ¿si? Yo sé que te preocupa que no tenga un buen futuro, pero oportunidades como las de hoy, pasan una vez en la vida. Los mejores músicos de la nación salen de ese conservatorio y la oportunidad de la disquera es grande, ¿sabes cuánto cobra un-

-Beomgyu -repitió menos amable -, nosotros habíamos quedado algo, lo recuerdas, ¿verdad? Te permití unirte a la banda, ir a los ensayos, y asistir a todos esos festivales bajo la condición de que me prometieras que solo era un hobby y que estudiarías negocios para heredar la empresa.

-Y-Yo sé, pero tú siempre me has dicho que quieres verme feliz, ¿cierto? ¡Esto me hace feliz, papá, por favor!

Woosik se levantó de la cama y negó con la cabeza.

-Cuando seas un adulto comprenderás, te estoy haciendo un favor ahora mismo -Su padre iba a salir de su habitación.

"Lucha por esto, lucha por lo que quieres".

-¡No!

Woosik se detuvo en el marco de la puerta y volteó para ver sorprendido a Beomgyu. Este nunca le había levantado la voz. Su padre no se veía feliz con eso, pero Beomgyu ya no podía detenerse, no podía permitir que sus sueños se vieran frustrados antes de siquiera intentarlo, pues solo pedía una cosa, una oportunidad. Era lo que más ansiaba, tener la oportunidad de volar con las alas tan preciosas que el destino le había otorgado.

-¡¿Por qué lo odias tanto?! ¡Nunca te vi genuinamente feliz u orgulloso de mi lado artístico! ¡Ni siquiera te alegró cuando me uní a la banda! ¿A-Acaso no me quieres ver feliz? -Beomgyu se había exaltado, su pecho subía y bajaba y su garganta ardía, lloraría en cualquier momento, la mirada de su padre estaba empezando a adquirir esa cualidad a la que Beomgu le temía tanto desde pequeño, ese brillo de locura del que huía cada que podía, complaciéndolo.

Beomgyu no quería despertar a la bestia, pero si para liberarse de los grilletes y volar, debía hacerlo, lo haría y la combatiría sin titubear, aunque doliera.

-Jovencito, a mí me respetas, cuida tu tono -amenazó apuntando.

-¡Pero si nunca me escuchas! ¡Jamás lo has hecho! -sollozó -. ¡Realmente te doy igual!

Beomgyu había logrado enfurecer a su padre.

-¡Todo esto -Señaló los alrededores de la habitación, los numerosos posters de bandas y artistas que Beomgyu admiraba cuyos no dejaban ver espacio blanco en la pared, su colección de discos en las repisas, su bella guitarra roja descansando en el soporte... -, no te va a llevar a ningún lado! ¡Mi único hijo no va a ser un fracasado!

-¡Soy bueno! ¡¡¿Por qué no confías en mí?!!

Woosik lanzó una risa exasperada.

-Esta conversación no tiene sentido. Tú vas a hacer lo que yo te diga y punto. Heredarás la empresa y se acabó.

Por primera vez, Beomgyu experimentó la ira al punto de sentirse hervir.

-¡NO QUIERO TU PUTA EMPRESA! ¡NO QUIERO NADA! ¡TODOS TIENEN RAZÓN, ME MANIPULAS A TU ANTOJO COMO SI FUERA UN TÍTERE DE MIERDA SIN SENTIMIENTOS! ¡¿PERO SABES QUÉ?! ¡ME CANSÉ! ¡TÚ NO VAS A CONTROLAR MI VIDA!

Beomgyu recibió un golpe en el labio y pómulo que lo hizo retroceder, pero no tuvo el tiempo para sentir la sangre o el dolor, pues su padre lo había tomado del cuello de su camiseta, para zarandearlo.

Cuando sus ojos oscuros se encontraron con los llorosos suyos, todo aquel coraje abandonó su cuerpo dejándolo tembloroso y débil, Beomgyu volvió a ser el mismo de antes, el chico adiestrado miedoso.

-¡A mí no me hablas así por mierdas como estas! No, es más, vamos a ponerle fin a tu jueguito estúpido de una vez por todas.

-¿Q-Qué haces? -susurró pálido como la nieve cuando vio lo que su furioso padre estaba por hacer.

-¡¿Cómo es posible -Woosik empezó a arrancar violentamente los pósters en sus paredes, algunos firmados incluso, rasgándolos. El papel caía al piso así como las ilusiones del dueño -que me faltes el respeto de esa forma por tu tontería esta?! -No contento, pateó la repisa donde estaban sus discos, estos cayeron al suelo y su padre al pisar varias cajas rompió o rajó la mayoría.

-¡Detente! -rogó Beomgyu inteligible por el llanto, se aferró a su muñeca pero el hombre se zafó y siguió pateando algunas cajas rotas.

El alma del pelinegro dejó su cuerpo cuando su padre pasó su vista a su guitarra, guitarra que había atesorado desde que tenía ocho.

-¡No, por favor! ¡Ya entendí! ¡YA ENTENDÍ! ¡Prometo que estudiaré y haré lo que quieras, pero no lo hagas, por favor!

Woosik tomó el mando de la guitarra y miró a Beomgyu con la misma rabia.

"Tú no vas a ser como ella".

-Que esto te enseñe a nunca volver a cuestionar a tu padre.

-¡NO!

Woosik levantó la guitarra y con todas sus benditas fuerzas la estrelló contra la repisa que yacía en el suelo, el objeto explotó al hacer contacto por la fuerza usada, las cuerdas se rompieron y esta se partió en dos.

Las piernas de Beomgyu se rindieron y cayó al suelo llorando, sollozando, soltando alaridos como si la misma guitarra fuera él; su boca, sus ojos, todo su cuerpo empezó a temblar sin control mientras sentía que lo estaban desgarrando por dentro, nunca nada le había dolido tanto en la vida.

-Se acabó -dictaminó su padre -. Me limpias todo esto y mañana mismo te sales de esa porquería de banda, también vas a dejar de frecuentar con esos chicos que te meten ideas a la cabeza. ¡Limpia esto! -exclamó y se fue de la habitación cerrando la puerta con la misma fuerza bruta.

Esa noche, Beomgyu se sintió más roto que la misma guitarra. Lloró hasta quedarse sin voz, hasta que se hizo madrugada, levantando los pedazos de lo que pudo ser, camuflados con los de su corazón.

Una semana después, Beomgyu tenía inasistencias en la escuela de toda la semana. Le había inventado a su padre que se había resfriado el día del festival para no tener que ir a clases por el simple hecho de que estaba tan deprimido que no quería ni levantarse de su cama.

Su padre había roto casi todo ese día; al limpiar esa misma noche, Beomgyu pudo salvar unos cuantos cds y pósters entre tanta basura, sin embargo terminó por botarlos de todas formas pues ya no tenía la voluntad de verlos después de todo lo ocurrido.

Ahora sólo quedaba un chico deprimido y unas paredes vacías, justo como se sentía él.

Obviamente no volvió a tocar el tema, pero su padre no lo dejó ahí, como parte del castigo, le quitó su celular y lo obligó a eliminar de cada red social a sus amigos de banda y a Leeseo. No protestaría, ya para qué. Fue realmente una lástima que no pudiera ver ni uno solo de los mensajes de apoyo de sus amigos.

Él tan solo hubiera querido despedirse...

Porque una de esas tardes, su padre volvió del trabajo realmente molesto.

Cuando el portazo hizo retumbar toda la casa, Beomgyu sacó su vista del televisor y vio a su padre entrar apurado y claramente furioso.

-Haz tus maletas, Beomgyu, nos vamos a Seúl.

Cuando justo creyó que se había terminado...

-¿Qué? -susurró apenas.

-Dije que nos vamos a Seúl, ya compré los boletos, haz tus maletas ya.

El cerebro de Beomgyu reaccionó tarde, en parte porque no quería aceptar lo que estaba escuchando. Tenía que ser una broma

-¿P-Por qué? ¿Qué pasó?

¿Habría sucedido algo en su trabajo? ¿Por qué se veía tan pálido?

-Porque sí y ya, ahora haz lo que te digo, nos vamos mañana.

El aviso le cayó como balde de agua fría. No entendía. Tenía miedo de preguntar de nuevo, la herida en su pómulo todavía estaba cicatrizando.

-P-Pero, ¿qué hay de la escuela, tu trabajo?

-Se soluciona con un traslado -respondió y con agresividad tiró su corbata roja al sillón. Beomgyu miraba desconociendo al hombre. ¿Dónde estaba su padre amoroso?

-Mis... N-Nosotros tenemos una vida aquí, la empresa, la escuela. N-No quiero dejar a mis amigos, Hyunjae, Leeseo-

-Ni se te ocurra volver a mencionar o contactar con esas personas, sobre todo esa chica -advirtió -. No quiero tener que repetir un escándalo como el de la semana pasada, por favor. Solo obedece.

Beomgyu nunca creyó que las cosas pudieran cambiar de la noche a la mañana, pero lamentablemente para él, fue literal, pues días después de dicha conversación y sin haberse podido despedir de las personas que más apreciaba, fue obligado a dejar todo atrás. Así, sin explicación alguna.

Nueva ciudad, nueva casa y una nueva vida. Su nueva escuela era mucho más grande que la anterior, religiosa y ostentosa, todavía no se acostumbraba y sospechaba que nunca lo haría, pero no tenía más opción que dar el primer paso y cruzar esa puerta.

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