04. TAEHYUN

Taehyun siempre recordaría su infancia como un periodo feliz. Sus padres siempre habían sido cercanos a él y se habían preocupado continuamente por su bienestar. Ambos progenitores, Kang Seungho y Kang Euntak, habían procurado siempre brindar todo su apoyo a su único hijo. Por eso, aquel día en que su precioso hijo se acercó a ellos llorando y exponiendo sus miedos, hicieron todo lo posible por hacerle sentir bien.

Fue un día en el que toda la familia recordaría. El día en el que se dieron cuenta que su hijo probablemente fuera a tener las cosas un poquito más complicadas que los demás. Y la culpa no era del pequeño Taehyun, sino de aquel mundo cruel al que le costaría aceptarlo.

El pequeño llegó a casa abatido tras su primera semana del curso. Hacía poco que había comenzado la secundaria y los primeros días volvía feliz y con ganas de contarle a sus padres todo lo que había hecho y aprendido ese día. Pero aquella tarde fue diferente.

El niño entró a casa y cerró la puerta. Normalmente se habría acercado a saludar a sus padres, quienes probablemente estuvieran en la sala viendo algún programa de televisión o en la cocina. Sin embargo, aquel día Taehyun se quitó sus zapatos y corrió escaleras arriba, encerrándose en su habitación, seguido de un portazo.

- ¿Taehyun? -preguntó su madre extrañada-. ¿Estás bien?

Al no obtener respuesta por parte de su hijo. Observó a su marido preocupadamente y le indicó con la mirada que la acompañara escaleras arriba.

Ambos padres ascendieron hasta el cuarto de Taehyun y tocaron suavemente la puerta. Conocían a su hijo y, a pesar de estar preocupados por él, siempre intentaban darle la intimidad y confianza necesaria para contarles todo.

No tardaron en oír la suave voz del pequeño Taehyun indicándoles pasar.

Al abrir la puerta se encontraron con la luz de la habitación completamente apagada y en una esquina de la habitación, sobre la cama, se podía apreciar una pequeña figura temblorosa bajo las sábanas. Euntak sintió como su corazón se rompía al oír los sollozos de su pequeño. Miró a su marido y le indicó que la dejara sola con su hijo. Seungho comprendió y no tardó en abandonar la habitación, dejando un momento madre e hijo.

-Cielo -le llamó dulcemente su madre, acercándose lentamente hacia la cama-, ¿ha ocurrido algo?

Taehyun gimió al notar la mano de su madre acariciándole suavemente la espalda por encima de las sábanas y no pudo evitar soltar otro sollozo desconsolado.

Su madre se mantuvo en silencio, mientras continuaba acariciando a su pequeño. A pesar de que le rompía el corazón ver a su hijo en ese estado, le daría el espacio y el tiempo necesario hasta que se sintiera lo suficientemente cómodo como para hablar con ella.

Varios minutos después, Euntak notó como Taehyun se iba calmando. El pequeño había dejado de temblar y los sollozos eran casi inaudibles.

-¿Estás un poquito mejor? -preguntó suavemente.

Taehyun asomó la cabeza entre las sábanas y asintió. Se incorporó en la cama y se secó las lágrimas con la manga de su camiseta. Su madre le sonrió dulcemente, dándole el apoyo necesario para hablar con ella.

-¿Ha pasado algo en el colegio?

Taehyun asintió.

-Un chico de mi clase... -murmuró-. Me gritó y me dijo que no merecía vivir, que lo que hacía estaba mal -hizo una pausa, notando cómo sus ojos volvían a humedecerse. Sorbió fuertemente y mordió su labio inferior-. Y luego me dijo que ustedes me odiarían por tener un hijo como yo...

Euntak notó como su sangre comenzaba a hervir al escuchar lo que su pequeño le estaba contando. ¿De verdad había niños tan crueles? ¿Qué clase de educación estaban dando los padres a sus hijos? Observar a su hijo tan destrozado por escuchar palabras tan crueles a tan corta edad le hacía querer salir en esos momentos de casa, tomar un auto e ir a hablar seriamente con la profesora. Sin embargo, no podía hacer eso, su pequeño la necesitaba en esos momentos. Por ello, Euntak abrazó fuertemente al chico, acercándole a ella.

-Taehyun, mi pequeño Taehyun... -susurró en su oído mientras acariciaba su cabello-. No hagas caso a lo que diga ese niño -se alejó de él, para mirarle fijamente a los ojos-. Eres un chico amable, cariñoso, inteligente... Y mamá y papá siempre te querremos y estaremos orgullosos de ti. Pase lo que pase, ¿sí? -Apartó el flequillo de su cara, plantando un dulce beso en su frente.

Taehyun se alejó de los brazos de su madre y la miró con tristeza. Comenzó a notar como un nudo se iba formando en la boca de su estómago y las lágrimas comenzaban a brotar nuevamente. Euntak se dio cuenta a tiempo y volvió a envolver a su hijo entre sus brazos.

-Cuéntame porqué te ha dicho eso, cariño -susurró dulcemente-. Mamá está aquí y te apoyará en todo.

Taehyun correspondió al abrazo de su madre y suspiró. Él podría contárselo a su madre, ¿verdad? Ella le había dicho que iba a apoyarle. Sin embargo, las palabras de su compañero seguían retumbando en su cabeza. Aún así, cogió aire profundamente y se armó con el valor necesario para relatar la historia a su madre.


-¡Hola! -saludó el chico nuevo mientras se sentaba en el pupitre contiguo al de él-. Me llamo Jungwon, ¿cómo te llamas?

Taehyun despegó la vista del cómic que estaba leyendo y se fijó en el chico sonriente que tenía justo al lado y le sonrió de vuelta.

-Soy Taehyun.

-¿Qué lees? -el chico se acercó a él, arrebatándole el cómic que tenía en sus manos-. ¿Es Flash? -exclamó emocionado-. ¡Me encanta! ¡Es mi superhéroe favorito!

Taehyun observó como los hoyuelos de aquel chico se acentuaban con su sonrisa y no pudo evitar sentir un cosquilleo en la boca del estómago, sintiéndose algo extraño. Sin embargo, ignoró esa sensación.

-También es mi favorito -afirmó-. Tengo varios tomos en casa, si quieres te dejo el primero.

Los ojitos de Jungwon parecieron sonreír y el chico asintió enérgicamente ante la propuesta de su compañero.

-¡Sí, por favor!

Las siguientes semanas fueron las mejores para Taehyun. Jungwon y él comenzaron a darse cuenta que tenían más cosas en común a parte de los cómics. La música que escuchaban era la misma, sus asignaturas favoritas también coincidían e incluso ambos tenían gran afición por la magia.

Todo marchaba bien. Taehyun se sentía cómodo con el chico la mayoría de las veces. Hasta que él le sonreía y mostraba abiertamente los hoyuelos de sus mejillas. En ese momento Taehyun sentía algo extraño, una sensación que nunca había presenciado antes, como si un centenar de mariposas revolotearan alegremente dentro de él. Sentía unas cosquillas cálidas en la parte de su abdomen y unas ganas irremediables de besar esas mejillas.

Cada vez que le ocurría eso, el chico agitaba animadamente su cabeza, apartando esos pensamientos al hueco más oscuro y alejado de su cerebro. Había veces que conseguía tranquilizarse, muchas. Sin embargo, hubo un día que no pudo contenerse.

-¡Lo están haciendo genial! -alentaba el profesor de gimnasia Lee-. ¡Una vuelta más y les dejo tiempo libre para que jueguen a lo que quieran!

Taehyun y Jungwon se miraron y sonrieron agotados. Desde que iniciaron la carrera, ambos se mantuvieron en el último puesto, sin embargo, aquello no les importaba. Era conocido por el resto de la clase, incluso por el profesor Lee, que ninguno de los dos chicos era especialmente bueno en los deportes. Y, aunque se esforzaban en mantener el ritmo del resto de sus compañeros, ambos terminaban siempre en el último lugar.

-Odio gimnasia -se quejó Taehyun-. ¿Qué sentido tiene correr durante tanto tiempo?

Jungwon se rió y deceleró el paso para ponerse a la altura de su amigo, quién estaba a unos pocos metros detrás de él.

-No lo sé -confesó-. Pregúntaselo al profesor Lee.

-¡Taehyun! ¡Jungwon! -les advirtió el profesor Lee-. ¡Cómo sigan hablando les hago correr cinco vueltas más!

Taehyun rodó los ojos y Jungwon soltó una carcajada.

-Te veo en la meta, Tae -se despidió Jungwon-. Siento que si el profesor Lee me manda correr una sola vuelta más acabaré vomitando todo el desayuno.

Taehyun asintió cansado y se despidió de su amigo. Observó la línea de la meta, aunque quedaban menos de 100 metros para terminar, Taehyun sentía como si aquella pista fuera infinita.

Una vez llegó a la meta, todos sus compañeros aplaudieron sarcásticamente y las risotadas de unos chicos de su clase se alzaron entre los aplausos.

-Ya era hora, Taehyun -se mofó Jihyun, un chico de su clase que había repetido hasta en dos ocasiones-. A parte de comportarte como una niña, corres como una.

Los dos amigos de Jihyun, situados justo detrás de él, se unieron a las carcajadas. Taehyun se dirigió hacia las gradas y recogió su toalla, ignorando por completo a Jihyun y sus secuaces. Su madre hacía años le había enseñado que lo mejor para hacer frente a ese tipo de personas, era ignorarlas por completo hasta que se cansaran. Sin embargo, Jihyun parecía no cansarse nunca.

-No le hagas caso -le animó Jungwon acercándose a él y poniendo una mano sobre su hombro-. Es un idiota. Y no corres como una niña.

Taehyun se volteó hacia él con una amplia sonrisa, agradeciendo su preocupación.

-No te preocupes, no me afecta lo que él diga -confesó-. Sólo me importa lo que la gente que me quiere piense de mí.

Jungwon le sonrió, mostrando aquellos hoyuelos que tanto le gustaban y Taehyun sintió cómo su corazón se ablandaba un poquito más ante ese chico.

-¿Y yo? -preguntó Jungwon.

Taehyun le miró sin comprender.

-¿Te importa lo que yo piense de ti? -aclaró.

Taehyun sintió como sus mejillas comenzaban a tornarse rápidamente de un color carmesí, así que tímidamente apartó la mirada del chico.

-Sí -confesó, tras unos segundos de silencio-. Me importa lo que pienses de mí.

Aunque Taehyun no le estaba mirando directamente, pudo notar cómo Jungwon le sonreía ampliamente. Y eso hizo que su estómago se encogiera.

-¡Escúchenme todos! -la voz del profesor Lee se hizo notar entre el barullo de las voces de los alumnos, provocando que todo el mundo se callara-. Hasta que termine la clase les dejo tiempo libre para que jueguen a lo que quieran, pero deberá ser el mismo juego para toda la clase y se deberán hacer grupos.

-¡Yo quiero fútbol! -gritó un chico.

-¡Yo voto por béisbol! -contestó otro.

-¿Y si mejor jugamos al escondite? -preguntó una chica-. Es más divertido. Podemos hacer grupos. Unos se esconden y otros se encargan de atrapar al resto.

Los murmullos emocionados de los alumnos de la clase hicieron retumbar el ambiente.

-¿Están todos de acuerdo con la idea de la señorita Kim? -preguntó el profesor Lee, intentando silenciar un poco a sus estudiantes.

El coro de voces dando una gran afirmación no tardó en oírse:

-¡Síiiii!

-Está bien, está bien -les tranquilizó Lee -. Jugaremos al escondite, yo haré los equipos. No quiero quejas ni que me pidan que les junte con sus amiguitos, ¿de acuerdo?

A los pocos minutos de formar los equipos, el patio de recreo estaba prácticamente desértico. Mientras las personas encargadas de buscar estaban junto a las gradas contando hasta cien, el resto de los alumnos corrían alrededor del recinto en busca del mejor escondite.

-Es genial que nos haya tocado en el mismo equipo -confesó felizmente Jungwon-. ¿Te parece bien si nos escondemos juntos?

Taehyun asintió con una sonrisa.

-Podemos escondernos en los matorrales de detrás del laboratorio -sugirió-. Dudo mucho que empiecen buscando por ahí.

-¡Perfecto! ¡Vamos!

Jungwon agarró la mano de su compañero y salió corriendo, arrastrando al chico tras él. Taehyun sintió como se sonrojaba nuevamente por el roce de la piel de Jungwon contra la suya y apretó sus labios, intentando contenerse. No entendía el porqué se sentía así. No era correcto sonrojarse de esa manera por su amigo, ¿verdad?

-¡Ahí! -exclamó el chico de los hoyuelos-. ¡Ese arbusto es lo suficientemente grande para escondernos los dos!

Taehyun miró dudoso el pequeño arbolillo que señalaba su amigo. A sus ojos la planta parecía lo suficientemente grande como para esconderse una persona pero no estaba claro si los cuerpos de ambos chicos cabrían cómodamente en aquel lugar.

-¡Vamoooos!

Jungwon prácticamente le arrastró al interior del arbusto, haciendo que Taehyun cayera, golpeando su trasero contra el duro suelo. Seguidamente, el moreno se introdujo dentro del matorral, esquivando las ramas y las hojas de su alrededor, situándose junto a Taehyun, lo suficientemente cerca para que este notara el aliento de su compañero azotando su oído, haciendo que su corazón latiera de forma desenfrenada.

Taehyun no se atrevía a moverse ni un solo milímetro ni a mirar a Jungwon a la cara. El chico intentaba mantener los ojos completamente cerrados, intentando concentrarse en coordinar correctamente su respiración. Intentando no pensar en la cercanía de su compañero.

"No debería sentirme así", pensaba, "esto está mal. Él es mi amigo".

De pronto, unos pasos se escucharon en la lejanía, evidenciando que no estaban solos en el lugar. Notó a Jungwon tensarse a su lado y sitió cómo el cuerpo de su compañero se acercaba más al suyo, poniéndolo aún más nervioso.

-Jungwon...

-Shhh, cállate -le ordenó el otro, en un susurro-. Hay alguien cerca. Échate más hacia el fondo si no quieres que nos pillen.

Taehyun notó cómo el cuerpo de su amigo se pegaba aún más al de él, empujándolo hacia el interior del arbusto.

-Jungwon, no puedo avanzar más -se quejó Taehyun-. Deja de empujarme.

El chico pareció no escucharle, ya que continuó empujándolo, lo que hizo que Taehyun acabara perdiendo el equilibrio, haciendo que su espalda golpeara el suelo. Y como si de un dominó se tratara, Jungwon cayó sobre él.

Ambos chicos, uno encima del otro, se miraron fijamente. Las mejillas de Jungwon, al igual que las de Taehyun, estaban tan rojas que parecían dos tomatitos. Taehyun pudo notar el cálido aliento de Jungwon sobre su rostro y las pulsaciones aceleradas de su corazón golpeándole el pecho. El chico le miraba fijamente, con esos ojitos que tanto adoraba. Taehyun bajó la vista hacia sus labios, esos labios tan carnosos que desde el primer momento que los vió le parecieron tan apetecibles que, en ese momento y sin pensárselo dos veces, decidió probarlos.

Jungwon abrió ampliamente los ojos, sorprendido. Sin embargo, no tardó en corresponder al torpe beso de su amigo, haciendo que las dudas y miedos de Taehyun desaparecieran por un momento.

Durante ese beso, Taehyun confirmó que los labios de Jungwon eran tan suaves y dulces como se los había imaginado y Jungwon descubrió que besar a un chico no se sentía tan mal como temía, siempre y cuando fuera con Taehyun.

Probablemente ambos chicos se hubieran seguido besando durante unos minutos más y luego se hubieran mirado sonrientes, para descubrir que ambos llevaban meses sintiendo lo mismo el uno por el otro. Y entonces, probablemente habría sido el comienzo de algo bonito.

Sin embargo, no fue así.

-¡LES ENCONTR-!

Ambos chicos se separaron por inercia al escuchar aquella voz, temiendo que les hubieran visto. Taehyun comenzó a temblar visiblemente cuando, al mirar hacia arriba, descubrió al dueño de aquella voz.

-No me jodas... -murmuró Jihyun, aún perplejo.

Taehyun se encogió sobre sí mismo y Jungwon se separó lo máximo que pudo de Taehyun, como si cualquier tipo de roce que tuviera con él desembocara en algo tóxico.

Jihyun soltó una carcajada seca, haciendo que el corazón de Taehyun se detuviera durante un momento.

-No me lo puedo creer -volvió a reír-. Tenía razón. Son los dos un par de maricones.

Taehyun apretó los puños, intentando tranquilizarse. Iba a defenderse por primera vez cuando notó que Jungwon se levantaba rápidamente.

-¡NO!

Taehyun alzó la vista hacia su amigo. El chico tenía sus puños completamente cerrados y se negaba a levantar la mirada del suelo, sintiéndose intimidado por la presencia de Jihyun.

-¿Qué pasa Jungwon? -sonrió ladinamente-. ¿Vas a negarme lo que ha pasado?

El chico se acercó peligrosamente a Jungwon, sin dejar de sonreír.

-¿Vas a negarme que eres un maricón como él? -susurró en su oído, calmadamente.

Taehyun observó cómo los oscuros ojitos de Jungwon comenzaban a humedecerse y el chico apretaba fuertemente su labio inferior entre sus dientes.

-No soy... -murmuró-. No soy como él...

-¿Ah no? -Jihyun amplió su sonrisa, maliciosamente-. ¿Y entonces qué hacías besándole?

Taehyun sintió su sangre hervir, se levantó rápidamente, con intención de defender a Jungwon, hasta que la voz de su amigo le hizo paralizarse de nuevo.

-Él me besó -confesó-. Y-yo no quería... Él lo hizo.

Taehyun sintió de repente cómo las ilusiones que había construído durante esos meses se desmoronaban tras escuchar las frías palabras de Jungwon. Se giró hacia él, buscando en su mirada algún tipo de arrepentimiento ante aquello, algo que le indicara que estaba mintiendo. Sin embargo, el frío semblante de Jungwon era indescifrable en esos momentos.

-No soy un maricón... -confesó-. No soy como él.

Jihyun soltó una sonora carcajada y Taehyun sintió como su corazón se partía en pedazos. El mayor de ellos se acercó al chico de los hoyuelos, poniendo su brazo sobre él, de manera protectora. Bajó la mirada hacia Taehyun, que seguía sentado sobre la tierra y, sin pensarlo dos veces y de la manera más fría posible, golpeó su estómago con el pie derecho.

El chico cayó al suelo, agarrando fuertemente su tripa y retorciéndose del dolor.

-Eres un sucio maricón -espetó el mayor-. Gente como tú son una vergüenza para sus familias y no merecen otra cosa que morir.

Taehyun no contestó. En su mente solo retumbaban las frías palabras de Jungwon, que dolían mucho más que la patada que acababa de recibir.

"No soy como él...".

-¿Acaso tus padres saben que tienen un hijo como tú? -escupió-. No, claro que no lo saben...

Jihyun se puso de cuclillas junto al cuerpo aún tendido en el suelo del pequeño, quién seguía retorciéndose del dolor. Acercó su mano derecha a la cabellera rubia del chico y con todas sus fuerzas, levantó su cuerpo del suelo, agarrándole de los pelos, obligándole a mirarle a los ojos. Taehyun gimió del dolor, pero el mayor no aflojó el agarre.

-Obviamente nunca querrán a un hijo como tú -sentenció.

Y dicho esto, empujó al chico, haciéndole caer nuevamente contra el pasto. Taehyun no se movió, ni trató de levantarse. Se quedó allí tirado, viendo cómo quién creía que era su amigo le daba la espalda sin mirar atrás. Sin ni siquiera girarse para comprobar su estado.

Taehyun continuó llorando.

Acaba de terminar de relatar la historia a su madre y, aunque había obviado cosas como el beso con Jungwon y los posteriores golpes por parte de Jihyun, no podía evitar sentir un miedo atroz ante la posible reacción de su progenitora. Las palabras de Jihyun todavía rondaban por su cabeza.

"Nunca querrán a un hijo como tú".

-Cariño.

La voz de su madre le hizo volver la atención a ella. Euntak le miraba dulcemente, con una sonrisa que le hizo sentir calidez. Volvía a sentirse protegido.

-Nada de lo que hagas hará que mamá y papá dejen de sentirse orgullosos de ti, ¿de acuerdo? -le tranquilizó-. Nosotros queremos que seas feliz, y si amar a un chico te hace feliz, nosotros te apoyaremos.

Tras aquellas palabras por parte de su madre, Taehyun notó como el nudo que sentía en la boca de su estómago y le dificultaba respirar se iba haciendo cada vez más pequeño, haciéndole sentirse menos atrapado.

-¿Me seguirán queriendo igual? -preguntó, temeroso.

Euntak se acercó a su hijo y ambos se fundieron en un fuerte abrazo. Notó como las lágrimas de Taehyun mojaban su blusa, pero no le importó.

-Claro que te querremos igual, mi amor -susurró, besando su coronilla-. Eres libre de amar a quién quieras. Nosotros lo aceptaremos. Nosotros te aceptamos -puntualizó.

Taehyun rompió a llorar nuevamente, pero esta vez de alegría. Por primera vez en todo el día se sentía liberado. Se sentía feliz.

Horas después la familia estaba nuevamente unida, cenando todos juntos. Euntak había hablado con su marido sobre lo ocurrido y lo primero que hizo Seungho tras escuchar la historia, fue abrazar a su hijo y decirle lo orgulloso que estaba de él.

-Taehyun -le llamó Seungho.

El aludido dejó de comer, prestando atención a lo que quería decirle su padre.

--¿Sí, papá?

-¿Te han llegado a pegar por esto? -preguntó directamente. Así era su padre, siempre directo y evitando rodeos si aquello tenía algo que ver con el bienestar de su único hijo-. Si te han pegado o se meten mucho contigo, dínoslo. Podríamos cambiarte de colegio y...

-No, no me han pegado -mintió-. A veces me insultan, pero no me afecta. Estoy bien, no hace falta que me cambien de colegio -E hizo una mueca parecida a una sonrisa-. Tengo varios amigos en la escuela y no quiero dejarles.

Su padre pareció respirar de nuevo, sintiéndose tranquilo y aquello hizo que Taehyun se sintiera mal por mentirle.

-¿Y qué pasó con el otro chico? -preguntó su madre-. Jungwon...

Taehyun suspiró, recordar al chico le dolía mucho más de lo que quería aparentar.

-Conseguí hablar con él antes de venir a casa -confesó-. Pero me dijo que no querían que le vieran conmigo. Tiene miedo de que se metan también con él.

Euntak asintió con la cabeza.

-¿Y tú cómo te sientes con eso? -preguntó suavemente.

Taehyun se encogió de hombros.

-Me da igual -mintió nuevamente.

Euntak le observó preocupadamente. Sin embargo, su cara rápidamente adoptó una sonrisa que le dedicó a su hijo, a la vez que buscaba su mano sobre la mesa para estrecharla fuertemente.

-Pronto encontrarás a alguien que te quiera tal y como eres y no tenga miedo de decirlo -le prometió.

Aquella noche, las dulces palabras de su madre quedaron grabadas en su cabeza. Sin embargo, nunca les dió gran importancia.

En los años posteriores nunca volvió a enamorarse ni se sintió con ganas de salir con otro chico. Tal vez por el miedo a volver a sufrir lo de aquel día. Y, aunque el bullying seguía estando presente en su día a día, el hecho de que no le hubieran vuelto a golpear le hacía soportarlo relativamente bien.

Taehyun sentía que por fin era capaz de controlar su vida, todo parecía estar en orden dentro de su pequeña cabeza...

Lo estuvo hasta el día que aquel hermoso chico de melena negra procedente de Daegu cruzó la puerta de su clase, desbaratando completamente la ordenada vida que Taehyun había conseguido llevar durante aquellos años.

Derribando en un segundo todas las barreras que tanto le había costado construir.


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