PRÓLOGO

Five, también conocido como Cristopher Portman por unos pocos, había sido arrebatado de las manos suplicantes de sus padres cuando sólo tenía un año, siendo secuestrado por la crueldad en la que la vida se había convertido. Él era sólo un niño; un niño que debería haber estado jugando con sus amigos en la arena, pateando pelotas por ahí, pero a cambio, fue arrojado al lugar de tortura al que llamaban el Laboratorio de Hawkins.

Él era especial, y por eso, Martin Brenner siguió sus instintos egoístas, permitiendo que decenas de doctores realizarán experimentos en el chico.

Five había nacido con el poder de la teletransportación, al igual que viajar en el tiempo, y mientras las personas del laboratorio lo veían como un don; una forma de poder explorar el mundo más profundamente, el niño lo veía como una maldición; lo que había arruinado su sueño de tener una vida normal, justo en frente de sus una vez puros e inocentes ojos.

Su vida se había tornado en una verdadera tragedia, una pesadilla que atormentaría su mente por siempre. Lo encerraban en una habitación casi todo el día, su frágil cuerpo cubierto por nada más que por una fina bata de hospital, mientras se abrazaba a sí mismo en una esquina, intentando calmar el frío.

Esa era una habitación especial, una habitación que le prohibía teletransportarse, para que le sea imposible escapar. Cuando no estaba allí, lo llevaban al verdadero laboratorio, o rodeado de adultos con sus rostros cubiertos con máscaras y con sus dedos sosteniendo agujas, o en algún tipo de habitación, donde los forzaban a probar sus habilidades de diferentes formas.

Five tenía catorce cuando finalmente se las arregló para escapar de sus crueles manos, usando la última dosis de fuerza que quedaba dentro de él. Estaba tan ensimismado en el momento, demasiado desesperado por ver la luz del sol, en lugar de enfrentar las paredes grises de su habitación que no notó que había viajado en el tiempo por accidente, terminando en 1984, tres años después de su verdadero presente.

Las cosas parecían solo ser más extrañas...