Capítulo XXVIII


Yoshiteru decidió dejar a su papá reflexionando, había escondido todas las botellas de vino, por lo tanto, solo esperaba que este no se haya quedado dormido. ¿Por qué siempre complicaba todo? Bueno, era normal que estuviera nervioso, es más, eso era una buena señal. Sonrió de lado al recordar su comportamiento y se concentró en escuchar su música. Estaba acostado en su cama, felizmente escribiendo a Tenma mientras tarareaba la canción.

Miró la hora y se sorprendió, faltaba poco para el encuentro. El tiempo pasó muy rápido, ni cuenta se había dado. Decidió, entonces, ir a ver cómo iba su papá. Salió de su habitación y observó la puerta del dormitorio de su padre. Golpeó, pero no recibió respuesta. Sin permiso, se dispuso a ingresar. — ¿Pa? — preguntó al aire, al no encontrarlo allí. Escuchó el sonido de la ducha y frunció el ceño, ¿recién se estaba arreglando?

Iba a llamarlo de nuevo, pero escuchó el timbre de su casa y se desesperó. — Pa, creo que ya llegó Uzui san — volvió a hablarle, elevando la voz para ser escuchado.

— ¿Ah? ¡Oh por Dios! Aún no estoy listo. Hazlo pasar y dile que espere un momento, por favor — pidió a su hijo, descolocándolo. Yoshiteru se puso nervioso, él no estaba presentable. — No lo hagas esperar mucho, Teru chan — añadió, sabiendo que su chico seguía detrás de su puerta.

El azabache no tuvo de otra, hizo una mueca abatida y bajó las escaleras. Tampoco quería hacer esperar al albino, pero esto no debería estar pasando. ¡Era su padre el que se había atrasado! Resopló e inhaló profundo. Antes, se miró en el espejo y arregló sus flequillos, acomodó su pijama y abrió la puerta. Tragó saliva al verlo, ese hombre sí que era muy apuesto. Estaba muy arreglado, por lo que lo dejó sin habla.

Tengen lo miró y sonrió divertido. Colocó su mano sobre la cabeza del azabache y saludó. — Hey, ¿cómo estás? — preguntó ensanchando su sonrisa al verlo tímido.

Yoshiteru se ruborizó, se hizo a un lado y lo invitó a pasar. — Uzui san, qué agradable verlo de nuevo. Estoy excelente ¿y usted? También me pone muy contento de que salgas con mi padre — saludó, inclinándose levemente. El albino se adentró a la casa y se asombró con las palabras del chico. ¿Aprobaba esa salida?

— Yo estoy agradecido por salir con tu papá.. — murmuró dibujando una media sonrisa. — ¿Y él...? — tanteó girándose para mirar a su alrededor.

— Oh, papá aún está arreglándose, se atrasó un poquito. Podrías sentarte a esperarlo, no tardará nada. ¿Cafecito? — ofreció cuando el albino tomó asiento en el sofá. Tengen soltó unas risitas.

— Un vaso con agua estaría bien — necesitaba ese vaso, seguía nervioso, había vuelto a la casa del rubio y esta vez para tener una cita con él. Yoshiteru asintió y se apresuró en buscar el vaso con agua. Uzui lo siguió con la mirada, el chico estaba en pijamas, ¿lo habrá despertado? Le intrigaba mucho, más por parecerse a su padre y por tener una cercana relación con su hijo.

Decidió levantarse para recorrer la casa, con las manos en los bolsillos de su pantalón, miró a su alrededor. La vez pasada no tuvo la oportunidad de apreciarla mejor, Zenitsu tenía una bonita morada, tenía buen estilo, uno que provocaba calidez. Se acercó a la repisa y observó las fotografías que estaban allí. Ladeó los labios al ver una del rubio con sus hijos. La niña era tan parecida a su madre, aquella chica que también quiso y tuvo a su rubio. Era bonita, en aquel tiempo temía que Zenitsu se enamorara de ella ya que lo suyo con él al principio era como un 'juego', la felicidad que sintió cuando el rubio le correspondió fue inmensa, pero luego, saber que sí llegó a casarse con ella, lo quebró. Quería ver a su chico feliz, aunque doliera, pero fue algo inevitable.

¿Por qué se habrá separado de ella? Admitía que fue un gran alivio haberse enterado de eso. Sabía que estaba mal, pero él solo podía agradecer.

Yoshiteru llegó junto a él y le pasó el vaso con agua. — Ow, gracias, Yoshiteru — agradeció, girándose a verlo. — Tenma te manda saludos — dijo, provocando que las mejillas del azabache se encendieran. Tengen soltó unas risitas y volvió a colocar su mano sobre la cabeza azabache para acariciar su cabello.

El timbre volvió a sonar, llamando la atención de ambos. Yoshiteru frunció el ceño y miró extrañado la puerta. Se acercó y la abrió, sorprendiéndose al ver a su vecino. — Yoshiteru san, ¿cómo estás? Solo venía para devolver el abrigo a tu papá... Lo dejó en mi auto la vez pasada — dijo, pasándole aquel abrigo que definitivamente era de su papá. El menor se inquietó y lo agarró. — ¿Él no está? — tanteó, mirando curioso dentro de la casa.

Uzui resopló, apretó los labios en una sonrisa, no debería sentir celos, ¿pero por qué demonios tenía su abrigo? Se acercó a Yoshiteru y se colocó detrás de él, sonrió al ver la mirada de asombro de Shoichi. — Hey, hola... ¿tú eres...? — saludó, haciéndose el desentendido.

Shoichi no se esperaba verlo tan pronto, hacía poco tiempo que el rubio le contó sobre la relación que llevó alguna vez con ese hombre, creyó que tardaría un poco más en volver con él, por eso no podía evitar sorprenderse con su presencia allí, viéndolo tan arreglado. Carraspeó y entreabrió los labios. — ¿Qué haces aquí? — preguntó lo primero que se le vino a la mente, pudo ver la molestia en la expresión de albino.

Uzui Tengen no le agradaba del todo, desde que lo conoció, se mostró presuntuoso y arrogante, pero si el rubio lo quería, debería dejarle el camino libre junto a él. Solo esperaba que el hombre no volviera a lastimarlo, porque si lo hacía, él mismo se encargaría de apartarlo.

Tengen ladeó los labios y levantó el mentón. El vecino miró a Yoshiteru, aún esperando una respuesta que no le correspondía. Miró desafiante al albino y se cruzó de brazos, Zenitsu podría quererlo sí, pero recordó que con sola una aparición suya fue suficiente para que lo dejara de lado.

El menor estaba en medio de los dos, mirando un punto distante, sintiendo el peso de la tensión que se generó en el ambiente. — Ow, gracias por traer el abrigo de Zenitsu, tal vez lo pueda usar hoy para nuestra cita. Empezó a refrescar, ¿no? — habló, molestando aún más a Shoichi.

— ¿Cita? No me sorprende de hecho, eres demasiado entrometido como para dejar pasar las oportunidades — contestó, sonriendo de lado. Yoshiteru se sorprendió y miró a Uzui. El albino lo miró molesto.

— ¿Entrometido? Por favor, dejemos el resentimiento de lado. No es culpa mía que tú no logres ser suficiente para Zenitsu — contestó con sorna, sonriendo cínico. El menor se sorprendió también con esa respuesta. Shoichi chasqueó la lengua.

— ¿Y eso te llena de orgullo, Uzui san? — tanteó frunciendo el ceño. Tengen rodó los ojos.

— No quisiera discutir contigo, ya trajiste el abrigo. No hay nada más que decir. Gracias y fue un placer conocerte, Shoichi — respondió, cerrando la puerta sin darle la oportunidad de contestar. Yoshiteru se sobresaltó y miró la nada, ¿acabó de cerrarle la puerta en la cara? Se giró para ver al albino, Uzui estaba con una expresión de molestia y con la mirada baja, tenía el abrigo de su papá en manos. Iba a hablarle, pero se frenó.

— ¡Teru chan! ¡¿Puedes venir un momento?! — se alarmó al escuchar a su papá. Uzui levantó la mirada y sonrió enternecido, al parecer su rubio estaba en problemas.

Zenitsu estaba de nuevo en una crisis. ¿Se veía bien? No paraba de mirarse en el espejo, sabía que se estaba tardando mucho, pero no estaba seguro. Tengen ya estaba en su casa. ¡Oh por Dios! ¡Uzui Tengen estaba en su casa con la intención de salir con él! Eso era una amenaza nivel vengadores.

— Oh, ya vuelvo, Uzui san... — dijo, apresurándose en ir junto a su papá. Subió las escaleras saltándose algunos escalones para llegar más rápido — ¿Qué sucede? — preguntó, ingresando a su habitación, se sorprendió al verlo. Su papá se veía muy bien.

— ¿Crees que este estilo es el correcto? Dime, ¿cómo está vestido él? No puedo llevar algo que contraste demasiado — abordó velozmente a su hijo, sujetándolo de los brazos. Yoshiteru soltó unas risitas y lo separó. — Inosuke me eligió el outfit, pero no sé qué tenida tendrá Uzui san —

— Te ves muy bien. Él viene bien vestido también, no contrastarán para nada. — contestó, arreglando el flequillo de su papá. Zenitsu soltó un suspiro de alivio, los nervios lo agotaban. Arregló las solapas de la chaqueta que llevaba el rubio e hizo un moño en el listón que sujetaba su largo cabello. — Deberías de bajar ya, te está esperando — dijo, dándole unas palmaditas a su brazo.

— ¿En verdad no te molesta? No puedo creer que me dejes salir con él, pero no con Shoichi san — comentó confundido, aún no comprendía la preferencia de su hijo, más sabiendo que se relacionaba con Tenma.

— No hables de Shoichi san, pa... No es el momento. Ya te dije, me agrada Uzui san. Te ves bien, y sé que le gustarás mucho más — comentó, jalandolo del brazo para que salga de una vez de la habitación. Zenitsu se frenó y lo miró con una media sonrisa.

— Gracias, Teru chan... — murmuró abrazándolo, restregó su mejilla con la suya y bajó inseguro. Su corazón empezó a acelerarse cuando vio a Uzui bebiendo del vaso. Aprovechó que estaba de espaldas a él para recorrerlo con la mirada. Se mordió el labio al ver cuánto había crecido, esa vestimenta resaltaba el buen cuerpo que tenía. Se ruborizó al pensar en lo lindo que se veía. Se acercó a él y lo estiró de la manga de su camisa azul, llamando su atención.

Uzui bajó la mirada y se sorprendió al verlo, lo miró fascinado y no pudo evitar sonreír. — Wow, Zenitsu... cada día estoy más seguro de que te robaste toda la belleza del mundo — habló bajando la voz sin apartar la mirada de su rubio, encendiendo las mejillas de Zenitsu.

Zenitsu entreabrió los labios y soltó unas risitas. — Siempre ladrón, nunca inladrón — respondió, guiñandole un ojo. Agarró el vaso de la mano de Uzui y se giró para ver a su hijo. — Teru chan, ¿llevas esto a la cocina, por favor? Nosotros ya nos vamos — dijo, agarrando el brazo del albino y abriendo la puerta. Yoshiteru asintió con la cabeza. — No abras la puerta a nadie, ni si es un conocido. No lo hagas. Avísame cualquier cosa, duérmete temprano ya no trasnoches. No comas en la cama y cierra todas las ventanas — indicó con el dedo, Uzui sonrió divertido y se despidió con una mano del azabache.

— Ah, sí... ¡que tengan una linda velada! — exclamó cuando su papá ya iba cerrando la puerta. Por fin podía respirar con tranquilidad. — No necesito dormir, necesito celebrar. — dijo, mientras subía corriendo por las escaleras.

Zenitsu siguió al albino, sintiéndose tímido. Sonrió levemente cuando Uzui lo invitó a subir en su auto como todo un caballero, seguía siendo igual de lindo que antes. Esperó paciente a que su conductor se acomodara en su asiento y lo miró de reojo. Se sentía emocionado, los nervios se iban de a poco, solo quería disfrutar del momento. El albino también lo miró, provocando que el rubio desvíe la mirada, soltó unas risitas y encendió el motor. — Iremos a comer algo, ¿te parece bien? — tanteó, mirando su camino.

— Sí, está bien... Tengo hambre — respondió, colocándose el cinturón de seguridad. Uzui lo miró divertido y emprendieron rumbo al restaurante en que tenían una reservación.

Shoichi no pudo con su curiosidad, ver a Zenitsu con esa sonrisa tímida, siguiendo a aquel hombre era una imagen que hablaba por sí sola. Cerró las cortinas y resopló, no podía forzarlo a nada. Ya estaba hecho. Él ya no tenía ninguna oportunidad con el rubio, volvía a ser el simple vecino de antes.

Zenitsu miraba de reojo a Tengen, y luego volvía a mirar al frente. — ¿No es un poco difícil conducir para ti? — preguntó intrigado. Uzui lo miró y frunció el ceño. — Lo siento, me causa curiosidad... —

— No te disculpes, la verdad es que sí... Estoy medio ciego, así que si no estoy manejando bien es a causa de eso. Si chocamos, también ya sabrás por qué fue — respondió, mirando al frente de nuevo. Zenitsu se espantó, miró al frente y se giró para observar el camino que dejaban.

— ¡No hablas en serio! Maldición, Uzui... Si es así, entonces te digo que siempre fuiste medio ciego entonces. Conducías así desde que tengo memoria — respondió alarmado. Uzui entreabrió los labios, ofendido. Se giró para verlo, asustando a Zenitsu, quien empujó el rostro del albino hacia al frente para que no se desconcentre.

— ¿Perdón? ¿Que siempre fui medio ciego? ¿Estás diciendo que nunca conduje bien? — soltó unas risitas y negó con la cabeza. — No exageres, solo no puedo ver del lado izquierdo. Una vez casi me chocó un camión de carga, ya que venía de ese lado y no pude verlo — comentó, horrorizando al rubio.

— ¿Y si pedimos un taxi? — tanteó mirando a su alrededor. Uzui lo miró de reojo con una sonrisa divertida.

— ¿No confías en mí? Aún no me sucedió nada, así que todo ok... — se desvió de carril por el susto que le dio escuchar la bocina de un auto. A Zenitsu casi le dio un paro cardiaco, se asustó aún más cuando Uzui también hizo sonar su bocina. — Eso estuvo cerca, ¿ves? A eso me refiero... Solo ponte bien el cinturón de seguridad — habló de nuevo con amabilidad.

Zenitsu estaba abatido, debió de haber conducido él. — En estos últimos veinte años nunca pasé por unos sustos similares a los que tú me dabas... Ahora, apenas te veo y ya estoy sufriendo de mini infartos. — comentó sujetándose bien de su asiento.

— Vaya, me siento halagado — respondió, estacionando. — Ya llegamos -— esa frase fue un alivio total para el rubio. Tengen se giró para verlo y sonrió encantador, llamando su atención. — ¿Nos vamos? —

Bajaron del auto e ingresaron a ese restaurante. No era uno lujoso, pero sí era elegante, tenía un estilo moderno combinado como un pub irlandés. Uzui ya tenía una mesa reservada, eso impresionó al rubio. Se suponía que no era una cita, solo hablarían, se pondrían al día de las cosas que pasaron y eso. Pero ellos dos sabían que era más que eso. Se sentaron al lado del gran ventanal que daba a la ciudad, las luces tenían un tono amarillento y los asientos eran de cuero.

— ¿Qué quieres comer? — preguntó el albino, revisando el menú. Zenitsu lo miró y sonrió, sentía una calidez en el pecho. — Yo quiero algo liviano... Quizás estos filetes en salsa de queso parmesano y hongos con tiempo de cocción de ocho horas, acompañado de verduras salteadas traídas directamente de la huerta con un toque de aceite de oliva super extra mega virgen y limón — habló, dejando la carta sobre la mesa. El rubio lo miró con los labios entreabiertos y el ceño fruncido.

— Oh..., eso es mucho... ¿quizás un sándwich? — tanteó haciendo una mueca. Uzui rió y negó con la cabeza, contagiando al rubio. — Me gusta el filete, pero si no se tardan tanto en cocinar. Lo quiero bien tostado con solo un poco de la salsa, pero no quiero hongos. Las verduras están bien. El aceite también, que sea solo virgen, no tan virgen, pero virgen... — comentó haciendo unos ademanes con las manos.

— Está bien, está bien... ¿Con vino? ¿Vino francés? ¿Vino chileno? ¿Vino argentino? ¿Vino italiano? ¿Vino español? — mencionó todos los tipos de vinos que había. Zenitsu se mareó.

— No lo sé, ¿italiano? — escogió arrugando la nariz. Uzui ladeó los labios e hizo una mueca.

— Aw, qué pena, ese no hay. —

— Entonces el argentino — sugirió frunciendo el ceño, mirando expectante al albino. Tengen negó con la cabeza.

— Tampoco hay — respondió mirándolo preocupado. Zenitsu lo miró molesto y resopló.

— ¿Entonces que demonios hay? — preguntó molesto y decepcionado. — Solo pide uno normal — respondió restándole importancia..

— Será vino normal. ¿Una botella? ¿En copa? ¿Dos botellas? ¿De cuántos años? — Zenitsu sonrió divertido y se relajó en su asiento. — ¿Tres botellas? — tanteó buscando su aprobación.

— Lo que tú quieras, Tengen... — respondió encogiéndose de hombros. — No tantas botellas, ¿acaso quieres embriagarte?... Pide una jarra de agua también, a veces el vino me provoca más sed — indicó cuando llegó el mesero a tomar su orden. Uzui asintió y prestó atención de nuevo a la carta, Zenitsu aprovechó para verlo mientras pedía su orden. Sonrió enternecido y suspiró.

— ¿Y bien? ¿En verdad eres profesor de artes? ¿Estudiaste en la universidad? — preguntó una vez que el albino giró para verlo.

— Sí, claro que lo soy. Y no, no fui a la universidad. Fui a una academia de artes, sí, exclusivamente de arte — respondió asintiendo con la cabeza. Zenitsu lo miró con interés. — Primero tuve que rendir algunos exámenes para aprobar completamente el año y graduarme, luego de eso fui a inscribirme a la academia y pues, eso me convirtió en un maestro — explicó sonriendo de lado.

— Wow, ¿y no te costó mucho? Digo por el esfuerzo y el estrés que seguro te generó... ¿Te gusta ser profesor? — preguntó interesado. Uzui asintió.

— Sí, costó un poco, ya sabes, no esperaba cambiar de planes bruscamente. Makio estaba enferma y a veces quedaba meses en el hospital... Tuve que acompañarla en algunas ocasiones, perdiendo algunas clases, pero terminé graduándome y recibiendo mi título de profesional. Quise ser profesor, no estoy tan seguro en dedicarme plenamente a hacer esculturas o pintar, quiero salir y enseñar — comentó, recargando su rostro sobre la palma de su mano.

Zenitsu se interesó mucho más cuando mencionó a Makio, esperaba a que lo hiciera para poder preguntar, poco sabía sobre ese tema. — Eso es bueno, Tengen, si te gusta enseñar, claro... ¿No piensas tener una galería de artes? ¿Ser un artista con todas las letras? — tanteó curioso.

— Tal vez lo haga más adelante, por ahora me gustaría seguir enseñando. Ser un artista conlleva muchas cosas, no quisiera estar encerrado en casa veinticuatro siete — respondió negando con la cabeza.

— Y... hablando de Makio... ¿Cómo fue? — preguntó con cuidado, inseguro, bajando la mirada para ver su mano. Uzui lo miró, hizo una mueca y se acomodó.

— Makio... Vivió por diez años más. Se fue cuando Tenma cumplió ocho años... Desde ese entonces decidimos volver a Tokio. Ella tuvo altibajos, pero creo que gozó de una buena vida mientras duró... Fue un poco complicado, es una enfermedad terrible. No fueron buenos tiempos, pero cuando nació Tenma, todo mejoró — respondió bajando la mirada.

— Lo siento, Tengen... No fue mi intención volver a recordarte eso — habló el rubio, acercando su mano a la de Uzui. El albino sintió la calidez de la mano de Zenitsu sobre la suya y levantó la mirada rápidamente, sintiendo una vibración recorriendo su cuerpo.

— No te preocupes, Zenitsu, está bien, ya pasó... — se apresuró en responder. El rubio le sonrió, provocando que su corazón se acelerara Se acomodó en su asiento y tragó saliva. — ¿Y tú? ¿Cómo te fue? Sé que viviste en América por muchos años — comentó, girando su mano para que la palma quede hacia arriba y de esa forma poder sujetar mejor la de Zenitsu.

— Ow, sí... Luego de la graduación, estuve más de tiempo por aquí... Conseguí un trabajo en la prensa como redactor, luego me casé a los veinte y tuve a mi primera hija, después de un año llegó Yoshiteru... Nos mudamos a Estados Unidos cuando Teru chan cumplió cinco, pues conseguí un empleo por allí. Nos fuimos toda la familia, estuve por más de diez años allí, me divorcié y luego volví aquí... Con Teru chan. Nezuko se quedó con Touko y yo conseguí otro empleo aquí. Extrañaba Japón — comentó, asintiendo con la cabeza.

Uzui lo miró impresionado. — Aún no puedo creer que te hayas casado con esa niña. Vi la foto de tu hija, ¡es idéntica a ella! No sé qué pensar al respecto, nunca me cayó del todo y esa noticia fue peor ¿Por qué te separaste de ella? — preguntó directamente. Zenitsu se sorprendió, se encogió de hombros y miró sus manos.

— Nezuko una buena chica, ya te lo había dicho, pero no encajamos tan bien... Fue buena conmigo y me cuidó bastante. — contestó desviando la mirada. Uzui lo miró molesto. — ¡No puedes molestarte por eso! Ella era la única que también me quiso sinceramente. Nadie más se fijó en mí después... — añadió chasqueando la lengua.

— No me cae — reafirmó su postura, mirando desinteresadamente sus uñas. Zenitsu rió divertido. — Bueno, al menos te dio a Yoshiteru, es un gran chico — comentó, recibiendo una mirada indignada por parte del rubio.

— Debería ofenderme, Uzui, pero no lo hago. Ella es una excelente amiga, me trató bien y me ayudó mucho. En fin, ¿y tú? ¿Solo tienes a Tenma? — preguntó interesado, entrecerrando los ojos para juzgarlo.

— Sí... ¿Qué insinuas? — preguntó mirándolo expectante. Ladeó los labios y negó con la cabeza. — Ser padre es muy difícil, estoy bien con uno solo. Más que contento. Ya creció, muy rápido de hecho, y ya es independiente... No se va de la casa nada más porque le doy pena — respondió, bajando la mirada con aire de tristeza, exagerando el drama. Zenitsu infló las mejillas y acarició su mano.

— Es que tiene que cuidarte, ya estás mayorcito... Los de tu edad necesitan de cuidados especiales — bromeó. Uzui se ofendió.

— ¡Hey! No digas eso, ¿te estás burlando de mí? Pff, lo mismo digo, Zenitsu. No es tanta la diferencia, ¿sabes? — contestó mirándolo burlón. El rubio lo juzgó con la mirada.

Apartaron sus manos cuando finalmente llegó la comida. — Hmm, esto tiene buena pinta... — murmuró Zenitsu, mordiéndose el labio sin apartar los ojos de su plato. Uzui sonrió y le dio la razón.

Comieron en silencio, de vez en cuando hacían comentarios sobre la comida. — Este filete debió ser cocinado solo por dos horas y ya sería suficiente... La salsa, exquisita porque obvio, es queso. Oh, esto es como el fondue... —

— El aceite de oliva ya es muy virgen para mi gusto — comentó Uzui, provocando las risitas del rubio. Disfrutaron de la comida, deleitándose también con la música de fondo. — Oh, esta es mi favorita. ¿Cómo dice? Turururururu Turururu tururu — tarareó la sinfonía de Tchaikovski. El restaurante colocaba música clásica y Zenitsu no comprendía por qué, no parecía su estilo. Rió por las ocurrencias de Tengen y bebieron el vino francés, preferencia del albino.

— Qué elegancia la de Francia — comentó Zenitsu, bebiendo hasta la última gota de su copa. Uzui lo miró impresionado y volvió a cargar la copa del rubio.

Se quedaron por un tiempo más después de la comida. El rubio miró a su alrededor, momento que Uzui aprovechaba para mirarlo. Sonrió y pidió la cuenta, volviendo a concentrarse en Zenitsu. — ¿Tú en verdad estás saliendo con tu vecino? — preguntó directamente, sobresaltando al rubio.

-— ¿Shoichi? Ah, pues..., intentaba hacerlo, pero a Teru chan no le agrada tanto. No se lleva bien con él, es decir, Shoichi sí quiere llevarse bien con mi hijo, pero él no le da la oportunidad — respondió haciendo una mueca. Uzui ladeó la cabeza y frunció el ceño. — Suena un poco mal cuando utilizan el término 'vecino'. — comentó ladeando los labios.

— Sí..., bueno, no quisiera ser entrometido, pero ¿te gusta él? — preguntó de nuevo siendo muy directo, esa pregunta le molestaba tanto, temía por la respuesta, porque ya empezaba a doler con el solo hecho de pronunciar esa palabra 'gustar'.

Zenitsu lo miró alarmado, resopló y desvió la mirada. — De hecho ya no salgo con él... Decidimos quedar en términos de 'amigos' — respondió con sinceridad, sorprendiendo a Tengen. No lo sabía, creyó que ese vecino seguía detrás de su rubio, además, tenía su abrigo. ¿Entonces no eran nada? Se alivió con esa confirmación, sonrió satisfecho y miró la factura — Paguemos mitad mitad — se apresuró en hablar, sacando su billetera.

— Yo te invité, deja que pague yo — respondió el albino, colocando el dinero junto a la carta — ¿Nos vamos? — tanteó, levantándose. Sonrió amablemente al personal del restaurante y agradeció por la comida, le pasó la carta y agarró la mano de Zenitsu, sorprendiéndolo.

El rubio le siguió, sin dejar de mirar su mano junto a la de Uzui. Se ruborizó y sonrió enternecido. Esa cena se sintió como si no fuera la primera. Era como si él y Tengen nunca se hubiesen separado, como si ese lugar fuese el sitio que siempre frecuentaban. Sonrió de lado al pensar en esa idea.

— ¿Confías en mí? — Uzui se frenó y se giró a verlo, extendió su mano, esperando que el rubio la acepte. Zenitsu frunció el ceño y sonrió.

— Sí — respondió seguro, agarró su mano y subió al auto con su ayuda. Tengen rió divertido y cerró la puerta para ir a su asiento. Ingresó y se colocó el cinturón de seguridad.

Volvió a ver a Zenitsu. — Yo te quiero enseñar, este mundo espléndido, ven princesa y deja a tu corazón soñar — cantó haciendo unos movimientos con las manos para darle más dramatismo.

— ¿Princesa? — preguntó el rubio con el ceño fruncido.

— Yo te puedo enseñar, cosas maravillosas con la magia de mi alfombra vamos a volar. Un mundo ideal será fantástico encontrar — siguió, provocando las risitas de Zenitsu.

— Un mundo ideal, tan deslumbrante y nuevo. Donde ya vi al subir, con claridad que ahora en un mundo ideal estoy. ¡Fabulosa visión! — le siguió la corriente, mirándolo burlón. Uzui carraspeó.

— ¿Fabulosa visión? Te encanta burlarte de las personas tuertas, ¿verdad? — contestó fingiendo sentirse ofendido. Zenitsu rodó los ojos y se inclinó hacia su rostro para dejar un beso sobre su mejilla, sorprendiéndolo.

— Es la canción la que se burla de ti, no yo — respondió acomodándose en su asiento aún sin borrar su sonrisa. Tengen sonrió y se mordió el labio inferior. — Fue una linda cena — comentó sonriente.

— Aún no terminó nuestra velada — respondió Uzui, enciendo el motor. Zenitsu lo miró desconcertado, se fijó en la hora. Ya era un poco tarde. ¿Velada? ¿Uzui también creía que esto era una cita romántica? Apretó los labios y miró al frente, no podía negar que empezaba a sentir de nuevo cosas por él. Desde que lo vio en el supermercado, en ese momento creyó que solo era por la sorpresa de encontrarse con su primer amor. Pero luego, al recibir sus mensajes y volver a verlo en el Sky Zone, recibirlo y pasar tiempo con él en su propia casa, con todo eso pudo comprender que en realidad nunca dejó de sentir amor por él. Porque sí, ahora estaba seguro de que se había enamorado de nuevo.

Suspiró y miró al frente, cerró los ojos dejando que sus sentimientos se hicieran lugar en su interior, aceptándolos de una buena vez. Sentía esas mariposas en todo su ser y corazón latía con fuerza porque sabía que Uzui Tengen estaba a su lado, su más grande amor. La persona que más amó en toda su vida, a pesar de todos los años, aún seguía sintiendo todo lo que sintió por él alguna vez, sin ningún cambio, con la misma intensidad y quizás mucho más.

Lo miró de reojo y se relamió el labio. Decidió enfocarse en la vista que le daba la ventana. Como si fuese un deja vu, se adentraron a una zona ecológica, alejada de la ciudad, repleta de frondosos árboles. Uzui estacionó el auto y lo invitó a bajar. Caminaron un poco para arribar a esa colina y se frenaron. Zenitsu se maravilló con ese lugar, giró sobre su eje, mirando todo lo que había a su alrededor, soltó unas risitas y señaló. — ¡No puede ser! ¡Sigue estando allí! — exclamó emocionado al ver el observatorio.

Uzui lo miró sonriente, también miró a su alrededor y decidió acercarse al final del camino para observar toda la ciudad. Zenitsu se acercó con cuidado, y estiró el brazo del albino para hacerlo retroceder. — Hey, ese es un buen lugar para tener una magnífica vista de todo esto — se quejó, queriendo volver a ubicarse donde estaba, pero el rubio lo frenó.

— No, tan cerca no — respondió negando con la cabeza. Uzui sonrió de la lado y decidió sentarse en sobre una roca.

— Entonces ven aquí — dijo, dando unas palmaditas a la roca, indicándole que se siente a su lado. Zenitsu resopló y se sentó con cuidado. — Hacía tiempo que no venía por aquí, sigue estando igual a como siempre lo fue... Al parecer el observatorio sigue abandonado, no sé si habrá otro grupo de traficantes en ese bosque, de seguro que sí... — comentó, mirando al frente. El rubio frunció el ceño y decidió no mirar atrás.

— Wow, la ciudad se ve un poco distinta... Cambiaron algunas cosas — comentó Zenitsu. — Recuerdo que por allí había una pollería — señaló indicando la ubicación. — Ahora hay dos pollerías... Y recuerdo que la torre era azul no roja... — añadió, provocando que Uzui soltara unas risitas.

— Tienes razón, cambiaron muchas cosas... — murmuró asintiendo con la cabeza. — ¿Te digo un dato curioso sobre mí? Estuve apunto de perder también mi brazo — dijo, llamando la atención del rubio. Zenitsu lo miró preocupado y esperó una explicación. Uzui se remangó mejor la manga de su brazo izquierdo para mostrarle la cicatriz — por suerte no lo perdí... Me complicaría el trabajo —

— ¿Es en serio, Uzui? ¿Es que pensabas matarte o qué? No creo que los profesores o los artistas usen explosivos. Aquí la única explicación es que querías hacerte la autosuicidación — respondió en modo de reproche. Uzui lo miró sorprendido, soltó unas risitas y negó con la cabeza. — Ve nomás, ve nomás, no puedo creerlo — añadió indignado.

— Mi estilo de arte es único, es extravagante. Es lo que me diferencia del resto. Si es arriesgado, es mío — respondió encogiéndose de hombros. Zenitsu desaprobó esa idea. — ¿Qué? Es cierto, encontré mi estilo y son las explosiones... Aquella vez estuve un poco distraído y pues sucedió. No fue la primera vez que manipulé explosivos... — comentó haciendo una mueca.

No se podía discutir con Uzui, no, era intratable. Agarró su brazo izquierdo para verlo mejor y acarició con su dedo índice aquella cicatriz, siguiendo la línea de la marca que ya no desaparecería. Levantó la mirada para ver a Uzui y sintió una presión en el pecho al verlo cabizbajo. — ¿Estás bien? — preguntó bajando la voz.

Uzui asintió y sonrió levemente. — Estoy bien..., solo que... estar aquí contigo me trae recuerdos. Es un poco nostálgico. Recordar todo lo que pasamos, todos los buenos momentos que terminaron sin previo aviso... Luego de eso no la pasé tan bien... — murmuró siendo sincero, ya no quería guardarse nada, el tiempo era cruel y no sabía si volvería a tener la oportunidad de hablar con Zenitsu.

El rubio lo miró con preocupación, se le humedecieron los ojos y bajó la mirada, aún acariciando su brazo. — Lo siento tanto, Tengen... Yo también la pasé mal. Yo nunca quise dejarte, pero me tranquiliza la idea de que haya valido la pena. — habló, llamando la atención del albino. — Makio vivió por más tiempo, tuviste un hijo increíble. Eso es grandioso, me hubiese gustado haberlo visto de pequeño. Siempre me pareció linda la idea de cuidar un mini tú... En verdad lo lamento tanto, yo solo quería que fueras feliz sin culpas. Sabía que volverías a amar a Makio de esa forma tan bonita como lo hacías antes — añadió, ladeando el rostro para que Uzui no viera sus lágrimas. Se las secó rápidamente y volvió al frente, bajando la mirada.

— Los dos nos lastimamos, Zenitsu. Me había prometido no romper tu corazón, me prometí hacerte feliz, amarte y no dejarte bajo ninguna circunstancia. Quería verte feliz, verte graduarte y estar a tu lado siempre... Prometí no dañarte, pero fracasé. Te fallé a ti y le fallé a Makio. Te rompí el corazón, te lastimé. Y no amé lo suficiente a la madre de mi hijo porque no pude dejar de pensar en ti... No fui suficiente para los dos. — se expresó aún sin levantar la mirada. Zenitsu lo miró afligido.

Respiró profundo y negó con la cabeza. — Pero eso ya pasó. Son cosas que debieron de pasar para convertirnos en las personas que somos hoy en día. Aún estamos aquí y será por algo... Todas esas cosas malas deberían haber servido para algo, todo ese dolor, toda esa agonía, son impulsos para mejorar día tras día, aprendiendo de los errores para actuar correctamente a partir de allí. — comentó, animándose un poco. — El tiempo es perfecto, todo cura y todo renace. Hay que ser pacientes, luego de todas esas cosas a las que consideramos 'malas' viene una vida mucho mejor, la mejor de todas porque logramos superar todo. — añadió inspirado, sí, se sentía mejor con eso.

Uzui se secó las lágrimas que bajaron inconscientemente por sus mejillas, se giró para ver a Zenitsu y sonrió enternecido. El rubio estaba mirando al frente, apreciando la ciudad. Se acercó a su rostro y besó su mejilla izquierda, sintiéndose nervioso por tan simple gesto. Zenitsu se sobresaltó y se ruborizó, ladeó su rostro para sentir la cercanía del albino, cerró sus ojos y como un imán, no quería alejarse de él.

El rubio levantó su mano para acariciar la mejilla de Tengen, provocando un vuelco en el corazón del albino. Uzui rozó su nariz entre los cabellos dorados y se impregnó con el aroma que desprendían. Dejó un beso detrás de la oreja del rubio y bajó lentamente, recorriendo la línea del cuello con el roce de sus labios hasta llegar donde lo cubría la tela. Levantó el rostro y buscó sus labios, uniéndolos de una vez, sintiendo una explosión de emociones. Zenitsu se estremeció, las lágrimas volvieron a brotar, cayendo de nuevo sobre sus mejillas.

Entreabrió los labios para seguir con los movimientos de Tengen. Besó con necesidad y se fundió en la boca del albino. — Aún te amo — susurró Uzui, quebrando al rubio.

Zenitsu dejó un corto beso sobre sus labios para separarse de él y juntar su frente con la suya, aferró sus manos a su camisa — Tengen... — murmuró, rozando su nariz con la suya. — Nunca dejé de amarte — confesó, sorprendiéndolo. Uzui entreabrió los labios, su corazón estaba por salir de su pecho, llevó su mano a la nuca del rubio y volvió a besarlo.

Tengen ladeó la cabeza para besar su mejilla y su sien, sus manos estaban desesperadas buscando contacto con el rubio. — Por favor, ya no te vayas... — murmuró, abrazándolo fuerte. Dejó un beso sobre su coronilla y sollozó para sorpresa de Zenitsu.

Zenitsu secó sus lágrimas y besó sus mejillas. Tengen estaba feliz, había esperado tanto tiempo para esto, guardado la esperanza de que algún día su chico volviera a él y pudieran estar juntos. Dolía no tenerlo y dolería mucho más verlo en brazos de aquel hombre. Pero tenerlo allí, entre sus brazos y confesándole que nunca dejó de amarlo borraba todo el sufrimiento que alguna vez pasó, todas esas cosas dejaron de importar para enfocarse en ese presente. Este presente es lo único que existe, y en este presente, en este momento, su rubio le confesó su amor.

Lo atrajo a su cuerpo. No quería soltarlo nunca más, tenía miedo, le temía al tiempo. No quería que se lo quitaran de nuevo. Derramó más lágrimas, se mordió el labio y acarició el cabello de su amado. — No me iré. Quiero estar contigo — respondió Zenitsu, correspondiendo su abrazo, acariciando su espalda y ladeando el rostro para dejar un beso entre sus cabellos plateados. Uzui asintió y cerró el ojo, se calmó con las caricias que le daba el rubio.

Zenitsu lo miró y sonrió levemente, acarició sus mejillas y se encariñó con su rostro — Te amo, Tengen. — murmuró, ensanchando su sonrisa al sentir cómo reforzaba el agarre en su cintura. Uzui sonrió cautivado, recorrió el rostro del rubio con la mirada y volvió a abrazarlo.

Estuvieron así un rato más, en silencio, solo sintiéndose. Hasta que el albino decidió levantarse, agarró la mano de Zenitsu y lo estiró. — Hey, ¿a dónde vamos? — preguntó, siguiendo sus pasos.

— Al observatorio, obvio — respondió, sacando unas llaves. El rubio lo miró atento y se sorprendió cuando lo vio abriendo aquella puerta que por años se mantuvo cerrada con candado. Miró a Zenitsu y sonrió de lado. Ingresó y lo invitó a pasar, observando con detalle las reacciones de su chico.

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