Capítulo IX

Se puso a pensar en qué era lo que veía Tenma en él, quería hablar de eso con su padre, tal vez él le dé algunos consejos. No tenía idea de cómo seguir con la relación que tenían, nunca tuvo pareja, se había enamorado sí, pero ahora estaba haciendo una nueva vida en Japón.

Zenitsu se encontraba 'revisando' sus documentos en la computadora. No podía concentrarse, tenía ansiedad y ni siquiera una taza de té lo calmaba. La luz tenue de la sala le daba un tono más confortable a su nueva casa, pero no era suficiente. Se quitó las gafas de lectura y soltó un largo suspiro, se soltó el cabello, creyendo que tal vez su ansiedad se debía a ello al tenerlo siempre atado, pero de igual forma seguía inquietándolo.

— ¿Y si vemos una película? — tanteó su hijo, quien estaba mirando esa crisis de su padre. El rubio se sobresaltó y se giró a verlo.

— Teru chan, creí que estabas dormido — comentó, levantándose para llevar su taza a la cocina y buscar algo más para comer. Yoshiteru se acomodó en el sofá. — ¿No has llegado a hablar con tu hermana? —

— Ayer lo hice, está bien, dijo que está ahorrando para venir en navidad — contestó agarrando el control para encender la televisión. Su padre llegó junto a él y se sentó a su lado, acomodando una manta sobre ellos.

— ¿Por qué no puedes dormir? Me gusta tu idea, elige una buena película — respondió colocando un bol de papas fritas en medio de los dos. El azabache asintió con la cabeza y empezó a buscar alguna que no sea tan sentimental.

— Pa, ¿te acuerdas del chico del que te hablé? — tanteó sin apartar la mirada del televisor. Zenitsu asintió. — Bueno, ¿que pensarías si él quiere ser algo más que mi amigo? — preguntó con cuidado. Se mordió el labio inferior y esperó expectante, su papá se estaba tardando en responder y él ya se estaba arrepintiendo.

— No hay nada de malo si es que tú estás de acuerdo — respondió encogiéndose de hombros. Le causó sorpresa esa pregunta, algo en su interior le incomodó, ¿por qué le sucedía a su hijo lo mismo que le sucedió a él? — Es decir, si tú también quieres ser más que su amigo, ¿cuál es el problema? —

— ¿No crees que está mal? Me agrada él, pero no lo sé... — quería que su papá le hablara sobre Uzui, ¿lo haría? — ¿Tú nunca pasaste por lo mismo? — esa pregunta provocó que el rubio se atragantara con sus papas fritas. Yoshiteru se alarmó y se apresuró en traerle un vaso de agua.

— Lo siento..., las papas están muy secas — se excusó restándole importancia mientras bebía del vaso. Tragó saliva y miró al frente. — En realidad, sí... Conocí a un chico hace tiempo — esto era incómodo, ¿debería contarle?

— ¿En serio? ¿Y qué pasó? — preguntó más animado, al fin su papá se confesaba. Él ya se sabía toda la historia, pero quería escucharlo a él. Zenitsu miró a un costado y bebió más agua.

— No pasó nada, solo quedó allí — respondió, mirando el bol de sus papas como si fuera algo impresionante. Yoshiteru entrecerró los ojos y resopló.

— ¿Y cómo era él? — tanteó con otra pregunta. El rubio quedó pensativo por un momento, sonrió de lado y se tapó el rostro. El azabache observaba atento a las expresiones de padre, no pudo evitar conmoverse con ese gesto.

— Bueno, era un chico de mi academia, iba en último año y era un patán. — respondió frunciendo el ceño, se había puesto serio. Yoshiteru levantó las cejas sorprendido, asintió con la cabeza y miró la nada.

— ¿Solo eso? —

— No, en realidad, no es solo eso. Resultó tener un buen corazón, era arrogante, intimidante, fuerte y valeroso. Intratable a veces, pero amoroso... Caprichoso, celoso y tenía un buen sentido del humor. — describía todos los aspecto que conoció de aquel antiguo amor. Yoshiteru se contagió con su sonrisa, su padre tenía los ojos brillantes y sonreía genuinamente. — Era un chico apuesto — comentó, bajando la mirada para agarrar sus papas fritas.

— Wow... ¿y qué pasó? — volvió a preguntar con interés. Zenitsu estaba ruborizado, negó con la cabeza.

— Pasaron cosas, pero bueno. ¿No crees que exageré un poco? — preguntó tímidamente. Su hijo soltó unas risitas y negó con la cabeza.

— No, pa, está bien. Eso me hace sentir mejor — respondió dándole ánimos. El rubio asintió y volvió a comer.

— Me gustaría conocer a tu 'amigo' — comentó, haciendo comillas en la última palabra en forma de burla. Yoshiteru se ruborizó y resopló.

— Anda muy ocupado, como te dije... es asistente en las clases de deportes... — se apresuró en responder. Aún no era tiempo de hablarle sobre él. Su papá lo escaneó de cuerpo completo y lo señaló.

— ¿Cuántos años mayor? — exigió respuestas, alarmando al azabache.

— Solo tres... — respondió encogiéndose en su asiento. Zenitsu ladeó la cabeza y asintió.

— Está bien, no es tanta diferencia... Lo aprobaré cuando lo vea — contestó. Yoshiteru soltó unas risitas, ¿qué diría su papá si supiera que salía con el hijo de su ex amor? Obvio no estaba bien, quizás deba pensar en qué hacer con Tenma.

Vieron una película de comedia que no paraba de hacer reír al rubio. Zenitsu se sentía mejor con eso, había días en los que se estancaba y le resultaba muy difícil trabajar, para su suerte, a veces trabajaba en casa como ese día, pero hacía tiempo que no salía a pasear ni con sus amigos. Tanjirou parecía muy ocupado en su panadería e Inosuke estaba fuera de la ciudad. Eran sus únicos amigos, los que hizo en América se habían quedado allá. Su vida en Japón se estaba complicando.

Disfrutaron de esa noche de películas y decretaron que lo harían al menos una vez por semana. Padre e hijo se fueron a dormir tranquilamente.

Prepararon un picnic, el sol irradiaba una luz cálida y había un viento fresco, el día estaba muy bonito para desperdiciarlo. Tenma se sentía más animado que nunca, su chico no rechazaba sus cariños, así que le robaba tiernos besos y lo abrazaba de vez en vez, siempre sonrojando al azabache. — ¡Bien! Continuemos con la historia — se apresuró en hablar ya que el albino estaba muy cariñoso, Tenma agarró unos croissant y los comió, acomodándose para escucharlo atento. Yoshiteru le sonrió divertido, admitía que era un chico adorable y eso que creyó que era un 'fuckboy'.

Habían llegado de nuevo a ese lugar, el rubio estaba demasiado cansado. Arribar a pie fue la peor decisión que tuvieron. Uzui no había traído su motocicleta porque su casa no quedaba lejos de la academia, ¿pero solo fue idea del momento venir hasta ese lugar? El albino parecía no tener problemas, estaba lúcido e intacto, no como Zenitsu, quien estaba de rodillas, descansando y tratando de regular su respiración. — Dios, Zenitsu, te falta un tercer pulmón, ¿quieres que consultemos a los traficantes de órganos que están dentro del observatorio? — bromeó, inclinándose para mirarlo.

El rubio entrecerró los ojos y se tumbó boca arriba, mirándolo molesto. Uzui soltó unas risitas y se sentó a su lado. — Tu venganza está yendo demasiado lejos, Tengen... No me esperaba que me torturaras de este modo — respondió mirando el cielo. El albino levantó una ceja.

— Y eso no es todo — contestó sonriendo malicioso. Zenitsu se preocupó y se giró a verlo, recargando su rostro sobre la palma de su mano.

— Esto no estaba en tus planes, ¿verdad? — tanteó, hizo una mueca cuando el albino le dio la razón.

— Bueno, las cosas inesperadas son muchos mejores — respondió girando el rostro para mirarlo. Zenitsu negó con la cabeza y volvió a acostarse, mirando las nubes blancas que abundaban en el cielo. Uzui sonrió y siguió mirándolo.

— ¿Y... de qué hablabas con ella? A ver si te puedo hacer sentir un poco mejor, así también podemos atraerla — comentó extendiendo sus brazos para ver sus manos. Uzui hizo una mueca y se encogió de hombros.

— No lo sé, de cosas del día, sobre su familia, sobre la mía... Luego todo eran besos y cariños — respondió, provocando que el rubio arrugara la nariz. Soltó unas risitas. — No hace falta que hablemos de lo mismo, solo deja que las cosas fluyan —

— Es una buena idea — señaló bostezando. Uzui se levantó y lo agarró del brazo. — Hey, ¿qué haces? —

— Vamos al observatorio, dijiste que querías verlo de día — contestó, mientras empezaba a jalarlo. Zenitsu se quejó y se levantó a duras penas, sus piernas estaban cansadas y su cuerpo se sentía pesado. Miró el cielo y vio las nubes grises que empezaban a llegar.

Siguió a Tengen y rodearon el observatorio, ya no tenía tanto miedo porque era de día, pero de igual forma ese bosque tenía un toque tétrico. El albino ingresó primero y dejó su mochila en el suelo. Ayudó a Zenitsu, quien volvió a reclamarle que él podía solo, y caminó hasta el centro de aquel salón. El rubio volvió a impresionarse como si fuera la primera vez que estaba allí. — ¡Por Dios, Tengen! ¡¿habrá gente que no le guste esto?! — exclamó incrédulo, recorriendo cada rincón.

El albino ladeó la cabeza y asintió, su novia había dicho que solo era un depósito vacío y sucio. Rió al ver al chico volviendo a jugar con las luces de colores, reflejos de los vitrales que decoraban las paredes y el borde de la cúpula.

— Si pudiera, lo compraría como mi casa — comentó, volviendo a él. — Imagínate tener un dormitorio así, si bien, tal vez sea muy ruidoso en épocas de lluvia, pero sería maravilloso. Tener un colchón allí con muchas colchas, beber una taza humeante de chocolate y mirar el cielo ya sea lluvioso o nocturno. — habló ilusionado mientras creaba todos esos escenarios en su cabeza. Uzui lo miró fascinado, Zenitsu soñando despierto y hablando de eso también le contagiaba su entusiasmo.

— Sip, definitivamente sería un sueño. Ya veremos quién lo compra primero. Pero, ¿estarías cómodo con el bosque del fondo? — tanteó, deformando la sonrisa el rubio a una mueca. Soltó unas risas y se acercó a él para abrazarlo. — No creo que lo tales, ¿verdad? —

— Demonios..., si hago una casa del árbol allí no habría problema. Viviría con las hadas del bosque, además de los animales salvajes y las almas en pena. Sip, todo resuelto — comentó riendo también. — Aunque creo que Inosuke podría vivir allí, así ya no tendría miedo — añadió pensativo, Uzui seguía teniéndolo entre sus brazos, se ruborizó al darse cuenta de eso.

— Además que hay una excelente vista. Sería muy bonito desayunar allí fuera, viendo toda la ciudad. — comentó mirando la ventana. Zenitsu se apresuró asentir, era cierto.

— Ya me gustó. Sip, quiero este observatorio — respondió sonriendo divertido, Uzui bajó la mirada para verlo, sonriendo también. — ¿Y bien? ¿Me enseñarás el Picasso que llevas dentro? Te confieso que me gustan más las obras de Miguel Ángel. Michelangelo — se separó de él para volver a recorrer el salón. Tengen carraspeó y desvió la mirada, se mordió el labio inferior, su corazón estaba desenfrenado de nuevo.

— También me gustan las obras de Michelangelo, hasta me gusta su nombre, pero Yo busco utilizar varios estilos hasta encontrar uno propio — respondió sacando una libreta de su mochila. — Solo necesito inspiración, supongo — Zenitsu se giró a verlo y se acercó de nuevo a él.

— A ver — dijo, pegándose a su costado una vez que el albino abrió su libreta. Uzui levantó el brazo para alejarla del rubio, provocando que este se moleste. — ¡Hey! ¡¿Por qué tantas reservas?! ¿Acaso dibujas cosas indecorosas? — tanteó burlón.

— Haré un dibujo nuevo para que no tengas expectativas. Así que tú continúa tonteando con los vitrales y yo dibujo. — respondió separándolo un poco. Zenitsu infló las mejillas y se cruzó de brazos, provocando que el albino soltará unas risitas. — Anda, cariño, entonces sé mi musa — eso ruborizó al rubio.

— ¿Tu musa? Espera, esto amerita un buen diálogo. — calló a Uzui, quien iba a hablar. Zenitsu carraspeó e hizo una pose. — Dibújame como a una de tus chicas francesas — habló en susurro para sonar más sensual. Tengen lo miró impresionado y se ruborizó, se tapó los labios y rió con ganas.

— ¿Te quitarás la ropa? — tanteó burlón, sonrojando al rubio.

— Prefiero hacer trabajar tu imaginación. Ve a través de mis ropas, como todo artista — comentó, sorprendiendo a Uzui.

— Ojalá pudiera ver a través de la ropa... — confesó bajando la mirada. Zenitsu miró el techo, el salón se había oscurecido un poco, al parecer llovería dentro de poco.

— Bien, ¿qué tengo que hacer? ¿En verdad me dibujarás? — preguntó inquieto. Uzui lo miró y asintió con la cabeza.

— No lo sé, si quieres sentarte puedes hacerlo o también puedes recorrer el salón, como quieras... — respondió tomando asiento, acomodando su libreta entre sus manos y colocando su lápiz sobre la hoja.

— Me sentaré aquí, sobre este dibujo de... los astros — comentó, sentándose y mirando a su alrededor. El lugar no estaba tan sucio, por lo que no le incomodaba tocar el suelo. Uzui asintió con la cabeza, el rubio era un chico divertido, creyó que solo era sí cuando estaba ebrio, era agradable estar con él. Hojeó su libreta y empezó a trazar algunas líneas, cuando levantó la mirada, se encontró con el rubio semi dormido.

— ¿Qué demonios, Zenitsu? — preguntó descolocado, el rubio cerró sus ojos y le restó importancia. Uzui resopló y se acercó más a él, para ver sus facciones. — Bien... solo no te relajes tanto, quiero ver tus ojos — comentó, mirando los ojos dorados. Zenitsu se ruborizó y tragó saliva.

Estaba un poco incómodo, Tengen no dejaba de mirarlo, lo recorría con la mirada y a veces podía ver algo de brillo en sus ojos violetas. Desvió la mirada y volvió a mirar el techo, según el albino, no hacía falta que estuviera quieto, por lo que decidió acostarse para seguir mirando el techo que ya estaba con algunas gotas de lluvia encima. El salón estaba mucho más bonito que antes, esa opaca iluminación resaltaba los colores de los vitrales, además del sonido de la suave lluvia que inundaba el lugar.

Al poco rato quedó dormido, se relajó tanto con el sonido de la lluvia, además de que con eso evitaba incomodarse con la mirada del albino. Uzui frunció el ceño, pero siguió dibujando, aprovechó acercarse más a él para admirarlo mejor. Dejó que su corazón se flechara de una vez, no podía negar que el rubio le provocaba sensaciones bonitas. Se acostó a su lado, dejando su libreta a un costado y lo agarró de la mano, lo miró por unos segundos más para luego desviar la mirada al techo y, de esa forma, se dejó llevar también por el momento.

Zenitsu entreabrió los ojos, le dolía la espalda y se sentía demasiado flojo, al menos se había conseguido una almohada... Abrió los ojos de golpe al ver que era el pecho de Uzui. ¿Qué había pasado? Se reincorporó y lo miró con asombro, él también se había quedado dormido. Aún era de día, pero pronto anochecerá, el cielo había cambiado de tonalidad y de color, de gris pasó a un amarillo nostálgico, las gotas de lluvia seguían en el vidrio del techo.

Hizo una mueca y aprovechó para observar al albino, tendría que despertarlo pronto. Se volvió a acostar, recostando su rostro en el pecho de Uzui mientras seguía mirándolo. ¿Qué sentía por él? Ver la manera en que quería a Makio le había removido algo en su interior, recordar aquel beso robado aceleraba su corazón y tenerlo cerca lo hacía sentir bien. Uzui Tengen en verdad era muy lindo. Extendió los brazos hasta llegar a los cabellos plateados y empezó a enredarlos entre sus dedos, despertando al albino.

— ¿Mi sol? — murmuró una vez que vio al rubio mirándolo, Zenitsu se había separado de su pecho para no incomodarlo, por lo que solo lo miró atento. Se ruborizó y sonrió tímido, Uzui extendió su mano, para tocar la mejilla del rubio con sus dedos. — Eres muy bonito, Zenitsu — halagó, ruborizándose también.

El rubio levantó una ceja y ladeó la cabeza. — ¿Tus últimas palabras? — pidió. — Porque allí afuera el bosque se está incendiando — comentó, sonriendo. Uzui se alarmó, el color amarillo potente que provenía del techo le hizo pensar en que el rubio podría tener razón. Zenitsu solo no sabía cómo contestar a los halagos del albino, por ello inventó cualquier cosa. Soltó unas risitas y negó con la cabeza. — Lo siento, está bien, no moriremos calcinados. Pero se hace tarde — habló de nuevo.

Uzui soltó un suspiro de alivio y se levantó, estirándose un poco y bostezando, agarró su libreta. Zenitsu se acercó a él y se pegó de nuevo a su costado, con la mirada curiosa para ver el dibujo. El albino lo miró de reojo y abrió la libreta en donde hizo el último dibujo. El rubio se sorprendió e hizo tantas expresiones que provocó unas risas en Tengen. — Wow, ¿por qué siento que me veo mejor en tus dibujos? — preguntó maravillado. El albino había dibujado su rostro de frente y de perfil, sus ojos, sus manos, y no terminó de dibujar uno de medio cuerpo. Le había coloreado el cabello y los ojos con líneas doradas. Al parecer se tomó su tiempo.

— Eres así, ¿por qué tan acomplejado? Yo te veo de esa manera..., ¿cómo te ves tú? — tanteó intrigado.

— Bueno, aquí me veo más bonito. Hablando con la verdad, Tengen, no fui bendecido con belleza — respondió sonriendo divertido, se encogió de hombros y volvió a ver el dibujo. Tengen lo miró sorprendido.

— ¿Hablas en serio? Zenitsu, eres un chico muy bonito. — habló indignado con ese comentario del rubio.

— Me dijiste que nunca tendría pareja — contestó levantando las cejas. Uzui apretó los labios, él y su filosa lengua habían ofendido a Zenitsu. Se sintió mal al recordar las palabras que le había dicho en esa ocasión.

— Mentí. Estaba cegado por la ira — se apresuró en responder. El rubio lo miró y lo juzgó con la mirada. — Hablo en serio, me sentiría afortunado de ser tu pareja — comentó de más, provocando que el corazón de Zenitsu empiece a palpitar con más fuerza.

— Ya lo eres — mencionó confundido, bajando la mirada. Uzui sonrió de lado.

— Falso — respondió negando con la cabeza. — No soy tu pareja de verdad... — continuó explicando. — Cualquiera sería afortunado de tenerte, Zenitsu. Lo siento por aquella vez, no creas en nada de lo que dije en esa ocasión — se disculpó agarrando su mano. El rubio lo analizó y asintió con la cabeza.

— Está bien... , aceptaré el cincuenta por ciento de tu cumplido. Es lo máximo que puedo pensar que en verdad lo soy — dijo refiriéndose a su belleza. Uzui resopló, el rubio era un cabeza dura. — Por cierto, me gustan tus dibujos, era de esperarse que una persona como tú tenga muchas virtudes — comentó.

— ¿Cómo soy yo? — preguntó curioso. Zenitsu lo miró.

— Pues tienes lindas manos, un rostro bonito y buenos sentimientos — respondió, yendo a recoger su mochila. El albino le siguió con una sonrisa en su rostro, lo abrazó por detrás, sorprendiéndolo.

— Me haces bien — murmuró, inhalando el aroma de su cabello rubio. Zenitsu se ruborizó, quedándose quieto. — Bien, vamos, que parece que volverá a llover — habló, separándose de él para salir por la ventana. El rubio arrastró los pies e hizo una mueca abatida, había olvidado que llegaron ahí a pie. Salió por la ventana y miró a su alrededor, el cielo volvía a nublarse.

— ¿En verdad tenemos que volver a caminar? ¿No puedes hacer algo para teletransportarnos? Debería haber un portal en ese misterioso bosque — dijo, siguiéndole el paso.

— Un portal al cielo o al infierno ya que te robarán los órganos — respondió el albino, caminando cuesta abajo. El rubio hizo una mueca de desagrado.

— Pero al menos no voy a tener que caminar — comentó animado, provocando que Uzui suelte unas risitas.

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