Capítulo II

Tenma llegó a su casa, cuidando no hacer ningún ruido para no despertar a su padre, que al parecer siempre estaba en vigilia. Llegó más tarde de lo que esperaba, encontrándolo sentado en el sofá. Entornó los ojos y lo ignoró para ir directamente a su habitación. Ese encuentro con ese chico, Yoshiteru, lo dejó pensando. ¿Guardará su papá algo de ese tal Zenitsu? Quiso buscar, tal vez debería aprovechar ahora que él estaba trabajando en el sofá.

Miró a su alrededor y agudizó el oído, su papá no parecía tener intenciones de seguirlo ni de moverse de su lugar.

Ingresó al dormitorio de su padre y se puso a buscar en los cajones y debajo del colchón. No había nada, estaba desistiendo hasta que encontró su antigua agenda. La abrió y rebuscó entre las hojas, dándose como vencedor al encontrar una foto. — ¡Ajá! — Arrugó la nariz y la observó detenidamente, era aquel chico que estaba en la fotografía que tenía Yoshiteru. La foto fue tomada de una polaroid, encuadrando medio cuerpo, capturando la sonrisa del chico rubio, quien estaba acostado sobre el césped de algún jardín y con la cabeza ladeada hacia la cámara. Era una bonita fotografía, la giró para ver si había algo escrito y se sorprendió al ver la letra de su papá. 'Amor de mi vida'.

Sintió algo, como un choque, en su interior. No podía explicarlo con palabras. Se mordió el labio y volvió a releer una y otra vez esa frase.

Frunció el ceño y resopló. Guardó la agenda y se quedó con la foto, pensó que debería compartirla con Yoshiteru. No quería preguntárselo a su padre, lo haría luego, cuando sepa toda la historia, para eso, iría a la casa del niño bonito.

Salió de la habitación de su padre para ingresar a la suya. Como todas las noches, su papá entraba a su habitación para verlo dormir por un momento, cerciorándose de que todo esté bien. No hablaban mucho, y si lo hacían, siempre terminaban discutiendo.


Al día siguiente, se levantó más temprano de lo normal. Tenía una cita. Nunca tuvo una cita tan temprano, usualmente salía con algunas personas por las noches, no luego del mediodía. Desayunó con los auriculares puestos, su papá, al parecer seguía dormido. Bajó a la cocina justo en el momento en que terminaba de comer, cruzándose con él. Pudo sentir su mirada extrañada.

Tenma se encontraba arreglándose, entrecerró los ojos cuando su padre invadió su habitación. — ¿Qué quieres? — preguntó sin dirigirle la mirada.

— ¿A dónde vas? Hoy no tienes entrenamiento — habló su padre, sentándose en el borde de la cama. Tenma entornó los ojos.

— Pa, no es necesario contarte cada movimiento que doy. No importa, ¿sí? Ya soy mayor y salgo cuando quiero — respondió revisando su celular.

— Ya sé que eres mayor, Tenma. Solo quiero saber a dónde vas, es mi derecho como padre conocer las andanzas de mi hijo, además, me preocupo por ti — respondió levantándose de la cama para acercarse a él.

— JA. Como si eso fuera cierto. ¿Preocuparte, papá? Lo haces por pura obligación. Desde que mamá se fue quisiste ponerte sus zapatos y actuar como ella, solo porque era tu responsabilidad. ¿Crees que con eso será suficiente? — Tengen lo miró con asombro.

— Y de nuevo hablas de tu mamá... — respondió restregándose las palmas de sus manos sobre el rostro. — Ya te dije, ¿cómo no me preocuparía por ti si eres mi hijo? No importa si tienes veinte o cuarenta. Tenma..., no sabes cuánto te quiero... — contestó, sujetándolo del brazo. Era demasiado difícil hablar con su hijo, por ello tenía que ser directo.

— No, la verdad que no sé cuánto me quieres. Nunca lo supe, tal vez porque nunca lo demostraste realmente —

— ¿De qué demonios hablas? — preguntó desconcertado. Tenma ladeó los labios.

— Ya te dije, pa. Me cuidas por obligación, solo hablas, regañas y además de eso, no soy tonto para no darme cuenta de que no estás bien conmigo, ni cuando estaba mamá. Tú y tus ojos vacíos, esa expresión forzada ¡No nos amaste como lo hiciste con ese chi... —

— ¿Que no los amé? ¡Tenma! ¡No dudes de eso! ¡Yo siempre los amé y los sigo amando como no te imaginas! ¿Sí? — su hijo le reclamaba lo mismo que su esposa. Estaba harto de escuchar siempre lo mismo. 'No nos quieres' 'No nos amas'. ¿Qué era lo que tenía que hacer?

— Ajá. ¿Y a Agatsuma Zenitsu? — tanteó, mirándolo expectante. Su papá se descolocó al escuchar ese nombre, desvió la mirada y tragó saliva. Volvió a mirarlo para responder, pero su hijo ya estaba en la puerta. — No puedes ocultar nada, papá — dijo, mientras salía de aquella habitación.

Tengen respiró profundo y miró la nada. Su hijo nombró a Zenitsu... ¿Ahora sería igual que su mamá?


Finalmente llegó a su destino, Yoshiteru le envió su ubicación por mensaje, su casa quedaba un poco alejada de la suya, tardó media hora en llegar hasta ahí. Tocó el timbre y esperó paciente, se arregló el flequillo y sonrió cuando escuchó la voz detrás de la puerta. — Ya voy — ensanchó su sonrisa cuando lo vio frente a él. — Hola, puedes pasar... — habló Yoshiteru, haciéndose un lado para invitarlo a su morada. El albino ingresó y se puso a recorrer cada rincón de la casa, desconcertando al azabache. Se tomaba demasiada libertad.

— Tienes una bonita casa — halagó, mirando algunas fotos que descansaban sobre una repisa. — ¿Quién es ella? — preguntó, observando una fotografía en particular. Yoshiteru se acercó a él y se colocó a su lado.

— Es mi hermana, Touko. Está estudiando en América — comentó, mirando también aquella foto de su hermana mayor. Tenma asintió con la cabeza.

— Es muy linda — opinó, miró otra foto y frunció el ceño. — ¿Es tu mamá? Se parece mucho a tu hermana — dijo al ver a una mujer idéntica a la chica más joven. El azabache asintió. — ¿O ella es tu mamá...? — tanteó, señalando otra donde estaba el rubio. Lo hizo solo para molestarlo, ya que Zenitsu también parecía una chica con el cabello más largo, atado en una coleta. Totalmente distinto a la foto que había encontrado en la agenda de su papá. Además, tenía un cuerpo delgado y con curvas. Yoshiteru le respondió con un golpe en su costado.

— Idiota — murmuró, entrecerrando los ojos.

— Debo admitir, Yoshiteru, aunque me cueste la vida, que tu papá también está bonito. — comentó, mirando al azabache, quien estaba más molesto aún. — No me extraña que mi papá se haya enamorado del tuyo... —

— Ok, no es necesario que comentes tantas cosas — el azabache se cruzó de brazos.

— ¿Y qué le pasó a tu mamá? — tanteó. — ¿Está con tu hermana? —

— Síp, se quedó con ella. — respondió, girándose para ir hacia la cocina. Tenma asintió con la cabeza.

— ¿Y por qué no vinieron con ustedes? — preguntó intrigado. Yoshiteru resopló.

—Hace tiempo que mis padres se separaron. Touko piensa que tendrá un futuro más brillante en américa — respondió elevando la voz para que lo escuchara.

— Wow, yo no tengo mamá. —comentó mirando la nada. —Es decir, ya no la tengo. —se corrigió. —Por cierto, nunca te vi en la academia. Yo practicamente gasté la mitad de mi vida allí. —comentó yéndose también hacia la cocina.

— Bueno, eso es porque nos mudamos hace poco. Estábamos en América, volvimos porque papá consiguió un trabajo aquí en la editorial que siempre quiso trabajar. Y quise acompañarlo, luego de la separación, cada hijo debería de decidir con quién quedarse, como sabía que Touko se quedaría con mamá, opté por quedarme con mi papá... Es un hombre muy solitario, no me gustaría verlo mal — habló con sinceridad. Tenma comprendió.

— Pero eres japonés, ¿no? —

— Obvio sí. Nos fuimos a América cuando cumplí cinco, también por una oferta laboral que tuvo mi papá — respondió encogiéndose de hombros. — Por cierto, ¿quieres tomar o comer algo? — se olvidó de ser amable con las visitas. El albino sonrió.

— Si te digo lo que quiero comer, me echarás de tu bonita casa — respondió con una sonrisa ladina, el azabache solo entornó los ojos. — Pero me conformo con un poco de aguita para asimilar toda la información que me vas a meter en la cabeza sin que se me seque la garganta — Yoshiteru asintió.

— Puedes subir a mi habitación, allí tengo las cosas que papá guardó sobre Uzui Tengen. Ya subo enseguida — habló desde la cocina. Tenma obedeció y subió las escaleras, levantó una ceja intentando adivinar cuál era la habitación del azabache.

Yoshiteru subió con dos botellitas de agua, ingresó a su habitación, sobresaltando al albino que estaba abrazando una almohada. — Ok... — depositó las botellitas sobre su cómoda y se sentó a su lado. Tenma se separó de la almohada y se reincorporó, mirando atento al azabache. — ¿Aún no le echaste un ojo a las cosas? — tanteó agarrando el álbum de su papá.

— Te estaba esperando — murmuró cerca su oído. Yoshiteru se ruborizó y se apartó un poco más, provocando unas risitas en el albino. — No te alejes tanto, tengo problemas auditivos. No podré escucharte — suplicó, inflando las mejillas y acercándose de nuevo a él. El azabache resopló.

— No inventes cosas que no tienes — señaló, abriendo el álbum.

— Op, tengo algo para ti — dijo, a la vez que se recargaba sobre el brazo del contrario para buscar en su bolsillo. Yoshiteru entrecerró sus ojos, lo hacía intencional... Se sorprendió al ver la foto de su padre en manos de Tenma. — 'Amor de mi vida' — el albino citó la frase entornando los ojos, le asqueaba de cierto modo. No podía creer que estaba en casa del chico que arruinó su familia y para colmo, al lado de su hijo increíblemente adorable.

— ¿'Amor de mi vida?'... — Yoshiteru repitió, poniéndose sensible de nuevo. Tenma lo miró curioso.

— ¿Estás llorando? — preguntó impresionado. El azabache apartó el rostro del albino con su mano — Aw, cariño, eres muy sentimental... — murmuró agarrando la mano que estaba sobre su rostro. Yoshiteru lo miró molesto.

— Es que... no puedo ver estas cosas. Mi padre, aunque nunca lo demostró, siempre tuvo esa mirada apagada... aquí se ve feliz... y que tu padre tenga una foto así de él y que lo considere el amor de su vida... Ay, Dios, no puedo — Tenma lo miró conmovido y rodeó sus hombros en un medio abrazo.

— Pensamos distinto, Yoshiteru — murmuró, aprovechando para inhalar el aroma de su cabello. El azabache se separó de él.

— Tenma, me asustas — comentó volviendo a apartarse más. — En fin, me encanta esta foto — dijo, mirando la sonrisa de su padre. — Bien, empecemos con nuestro viaje al pasado —

El albino lo miró extrañado y se rascó la mejilla. Miró el álbum y esperó a que Yoshiteru iniciara con la historia. — Leerás tú, ¿verdad? — el azabache entornó los ojos.

— Obvio sí, bueno... Todo comenzó en el primer año de mi padre en la academia... —

Agatsuma Zenitsu deseaba ser más invisible de lo que era, en realidad, su presencia no pasaba desapercibida, pero lo ninguneaban. Ser el prefecto de la academia le costaba mucho a veces cuando tenía que hacer reportes a los bravucones de último año, ganándose insultos o hasta algunos golpes por parte de ellos cuando los suspendía por las conductas que él juzgaba.

No era popular, era todo lo contrario. Algunos lo odiaban, otros lo ignoraban. Su vida escolar no eran tan mala, tenía unos buenos amigos. Eran inseparables y al menos con ellos, todo era más tolerable.

Estaban en la cafetería, descansando luego de unas tortuosas horas de clase. Todo estaba en paz y tranquilidad hasta que escucharon las estruendosas voces de los chicos de último años. El grupo de los populares ingresó y se instaló en una mesa, para su desgracia. No comprendía qué los hacía populares si no eran más que unos patanes, bueno, la mayoría. Se definían como populares de acuerdo a su 'nivel' de belleza, era eso.

Eran populares por el simple hecho de tener un rostro bonito, además se dependía de quién tenía el mayor número de admiradoras. Era ridículo. A su parecer, él nunca estaría dentro del grupo de populares, a pesar de que no se consideraba 'feo', pero nunca tuvo pretendientes... ni novia. ¿Eso tenía algo que ver? ¿Era porque no era lo suficientemente bonito? Nunca lo vio de ese modo.

Sus amigos sí eran bonitos, pero no eran populares. Hashibira Inosuke, de un rostro digno de ser denominado 'arte', alejaba a las personas con su bruta personalidad. Desprendía demasiada masculinidad a pesar de tener un rostro con rasgos femenino. Kamado Tanjirou, el niño bueno y aplicado. Era demasiado bondadoso, imposible no amarlo. Podía medir su belleza de acuerdo a los pretendientes que tenía, actualmente, estaba coqueteando con un chico que pertenecía al grupo de los populares.

¿Y él? Era llamativamente rubio y de apariencia aburrida.

— Hola, hermosa — se giraron a ver a la persona que los habló. — ¡Es hombre! ¡Ugh, córtate el pelo, gay! — se burló. Era un chico de último año, quien siempre se acercaba a molestar a su amigo. Inosuke rechinó los dientes y le tiró su botella de agua una vez que el chico les dio la espalda para seguir con su camino mientras se seguía burlando y riendo con sus amigos.

— IDIOTA. ¡Al menos me sobra belleza, imbécil! — exclamó colérico. Para suerte de Tanjirou y Zenitsu, esos chicos no voltearon ni regresaron. — ¿Es momento de armar un tiroteo? — preguntó a sus amigos.

— Si lo haces, me avisas para ir a encerrarme en el baño — comentó el rubio, comiendo su galletitas.

— Inosuke, no. No es motivo suficiente, mira el lado bueno de las cosas. Dijo que eres lindo — habló Tanjirou, tratando de calmar las tensiones. Inosuke lo miró con desagrado.

— No siempre podemos ver el lado bueno de las cosas, Gonpachiro. ¡Se están burlando de mí! Y si yo no hago nada, seguirán haciéndolo — se defendió indignado.

— Déjalos, estos jóvenes de hoy en día y su humor vacío no merecen atención — contestó Zenitsu, restándole importancia. Iba a volver a hablar, pero los chicos de último año elevaron la voz. Frunció el ceño y se giró a ver por qué tanto escándalo. La pareja más popular se estaba discutiendo, eso era nuevo, si bien sabía, siempre andaban acaramelados además de ser inseparables.

— ¡Makio, no me puedes hacer esto! ¡Ni  siquiera me das las razones del porqué! Dime y trataré de cambiar, te lo prometo —

— Vaya, vaya, el chico bonito peleando con su novia... si tuviera una cámara los grabaría. — comentó Inosuke, entreteniéndose con la escena que tenía enfrente.

— Tengen, ya te lo dije. Simplemente no puedo seguir contigo. Lo siento, pero no puedo hacerlo. — respondió la chica.

Uzui Tengen, el chico más atractivo de la academia, y su novia Makio estaban ¿terminando? Desde hace dos años que venía saliendo con ella y con otras dos chicas más, que terminaron con él hace unos meses atrás porque iban de intercambio, dejando sola a Makio para seguir soportando a su novio. Aún no podía comprender cómo es que se pusieron de acuerdo para compartir al mismo chico. Eso le dio más popularidad, no era común ver a un chico teniendo tres novias al mismo tiempo y sin discusiones.

— Por favor, no puedes hacerme lo mismo que Hina y Suma. Makio, hablemos de esto más tarde, sé que llegaremos a un acuerdo — suplicó el albino de ojos violetas, agarrando la mano de su novia. Makio se alejó de él, soltando su mano.

— No, Tengen. Ya no — dio por culminada esa charla, y también la relación. Se marchó de ahí lo más rápido posible, la academia entera estaba atenta a la discusión de esos dos. Uzui chasqueó la lengua y estampó su puño contra una mesa, rompiéndola un poco y asustando a todos los demás estudiantes, que decidieron seguir con lo suyo. Los amigos del albino trataron de calmarlo, pero no tardó en ser llamado por el vicedirector, quien lo esperaría en su oficina.

— Wow, qué intensidad. ¿Tanto así para rogar? — Inosuke se acomodó en su asiento, viendo cómo el albino salía de la cafetería, rumbo a la oficina del vicedirector.

— Y eso que hasta ayer estaban muy melosos — comentó Tanjirou, desconcertado. Era un pareja reconocida, sin dudas, Uzui Tengen había tenido su caída.

— Era cuestión de tiempo que sucediera esto... — murmuró Zenitsu, algo preocupado. En parte, se sentía culpable, había hecho algo que si Uzui se enterara, lo mataría. Debería empezar a rezar.


El rubio se encontraba realizando sus tareas como prefecto, hoy se ocupaba de algunas cosas que la secretaria Tamayo le había encargado. Ella estaría ausente, al igual que su asistente, por eso estaba sentado en su escritorio, sellando y archivando algunos documentos. — Todo sea por la beca — se murmuró a sí mismo, mientras sellaba sin ganas hoja por hoja de esa montaña de documentos. Se oía el ruido de las manecillas del reloj que indicaba que pronto sería la hora de la salida, además, el sonido que hacía al estampar el sello, lo asustaba a pesar de ser él quien lo provocaba. Todo estaba tan tranquilo hasta que se sobresaltó cuando escuchó el repentino y estruendoso chirrido de la puerta, alarmándose aún más al ver a Uzui Tengen ingresando a la sala.

— Quédate un momento aquí y no te muevas. Aún tenemos muchas cosas de qué hablar, señor Uzui — advirtió el vicedirector Muzan, quien había ingresado junto al albino. — Ya vuelvo — dijo, dejándolo allí solo, con él.

Zenitsu tragó saliva y se concentró en su trabajo, aunque le estaba costando demasiado. Estaba nervioso y las manos empezaban a temblarles, no esperaba tener a Uzui frente a él, no tan pronto. Se alteró aún más cuando de reojo vio cómo este se acercaba a él — ¿Agatsuma Zenitsu, no? — habló, recargando sus brazos sobre el escritorio. El rubio cerró los ojos y resopló.

— ¿N-necesitas algo? — preguntó con cuidado de no delatar su nerviosismo. No pudo corresponderle la mirada, eso sería peor para él. Escuchó el bufido del albino y rezó.

— Estuve hablando con el vicedirector Muzan y él me dijo que ALGUIEN reportó mi 'indecente' comportamiento dentro la institución... Pensé en quién podría ser ese 'alguien', y creo que lo conozco — comentó, sonriendo cínico.

— ¿Ah sí? No sabía que el vicedirector era un chismoso... — murmuró más para sí mismo.

— Escúchame bien, prefectito. Sé que lo hiciste tú, nadie es tan idiota para reportar algo como eso. Y te hago absolutamente responsable de que mi novia me haya terminado. Así que es tu culpa y sabes lo que eso significa — amenazó rechinando los dientes, agarrando bruscamente la corbata del rubio. Zenitsu se asustó y desvió la mirada.

— No está permitido tener ese tipo de acercamientos dentro de la academia. No se permiten toqueteos ni besos... Está en el reglamento... — respondió mordiéndose el labio, tratando de apartar la mano del albino.

— ¿Crees que me importa el maldito reglamento? — preguntó, reforzando su agarre en la corbata. Zenitsu se estaba sofocando, apretó los labios y lo miró.

— Tal vez deberías pensar un poco más y comportarte como conejo en apareamiento fuera de la academia. Pero no usas tu inservible cerebro... — se defendió, logrando zafarse finalmente. Se distanció del albino para recuperar aire.

— ¿Conejo en apareamiento? — preguntó divertido. — El hecho de que tú no puedas tener una relación no significa que puedes ir arruinando la vida amorosa de los otros, envidioso. Ya sabemos que nunca tendrás pareja porque no eres más que un simple perdedor, pero eso no te da derecho de querer acabar las relaciones de otras personas — reprochó señalándolo. Zenitsu hizo una mueca y bajó la mirada, sobándose aún el cuello.

— Solo hago mi trabajo... — se excusó, sentándose para seguir trabajando. Uzui lo miró serio.

— Es tu culpa que mi novia me haya terminado, Agatsuma san. ¿Cómo piensas recomponer ese daño? No creas que no te cobraré nada. Necesito que arregles la estúpidez que hiciste — lo apuntó con el dedo. Zenitsu resopló.

— No me metas en esto — contestó, concentrándose en sus sellos.

— Ah no, cariño, tú te metiste en esto desde hacía tiempo — iba a seguir hablando, pero para suerte del rubio, el vicedirector regresó y se llevó al albino. — Tú no te salvas — lanzó otra última amenaza, dejando intranquilo a Zenitsu.

El rubio se esperaba el peor de los escenarios, estaba acostumbrado a ser insultado o a recibir golpes, pero nunca se preparó para recibirlos de Uzui Tengen, que además de ser 'bonito', también era temido porque contaba con una fuerza sobrenatural. ¿Moriría? Probablemente.

— ¡Monitsu, estás demente! — Inosuke estaba sorprendido, su amigo no les había contado que delató la empalagosa relación de Uzui y Makio, no supo por qué, pero se sentía orgulloso de él. — ¡Acabaste con una relación de dos años! ¡Eres grande, rubia! — alabó a su amigo. Zenitsu hizo una mueca.

— Bueno, en parte está bien lo que hiciste. Nos era agradable ver que se besaran en cualquier parte de la academia. Solo que me sorprende que lo hayas hecho. ¡Es Uzui Tengen de quien estamos hablando! — Tanjirou se unió, colocándose al lado de su amigo rubio. Se estaban dirigiendo a la salida ya que las clases llegaron a su fin y era hora de regresar a casa.

— Demonios, ¡no me siento bien con eso! — respondió el rubio, entrando en crisis. — Uzui sabe que fui yo quien los delató... Me amenazó y lo más probable es que esta sea la última vez que hable con ustedes — exageró, pero era lo que esperaba que pasara. Sus amigos se quedaron en silencio, mirándolo con preocupación.

— ¿Te vas tan pronto del mundo, Monitsu? Te recordaremos como el chico que se atrevió a acabar con la relación del chico más popular y temido de la academia —

— No quiero asustarte, Zenitsu..., pero ahí viene Uzui — murmuró Tanjirou, alarmando al rubio. Zenitsu entró en crisis, ya lo veía venir, ¡pero no estaba preparado! Se escondió detrás de sus amigos, usándolos a ellos como su escudo protector.

— ¡Me matará! ¡Sálvenme! — exclamó en su desesperación. Inosuke arrugó la nariz y se cruzó de brazos. Era su momento de ser guardaespalda. Tanjirou sonrió nervioso, iba a hablarle al albino que se frenó frente a ellos, pero los dos fueron bruscamente apartados a un costado por Uzui, quien ya tenía camino libre para arreglar los asuntos con el rubio.

Zenitsu se cubrió el rostro con sus manos y se encogió en su lugar. ¡Su escudo fue inútil! Se quejó cuando sintió el fuerte agarre en su brazo y apartó sus manos de su rostro. — ¡Hey! ¡Auch! ¡No hagas eso! — reclamó, tratando de zafarse de Uzui. El albino lo estampó contra la muralla y le sujetó de las muñecas, levantando los brazos del chico por encima de su cabeza, pegándolos también al duro material. El rubio era sensible, esos tratos lo hacían lagrimear.

— No pongas resistencia — advirtió, el rubio hipó y se espantó cuando sintió los labios del albino sobre los suyos. Uzui se había inclinado rápidamente para llegar a su rostro y así robarle un beso. Zenitsu cerró los ojos con fuerza, dejando que sus lágrimas cayeran sobre las mejillas de Tengen, se movió inquieto, intentando vanamente salir de allí, pero el albino reforzó su agarre en sus muñecas.

No cabían expresiones en los rostros de sus amigos. ¡¿Qué demonios estaba pasando?! Uzui pegó su mejilla a la del rubio y volvió a hablar. — ¿Y Makio? — preguntó, desconcertando al rubio. Zenitsu miró por encima de su hombro y encontró a la chica, se estaba despidiendo de sus amigas y obviamente los vio. — ¿Sigue mirando? — tanteó.

— Ya no — respondió, aprovechó que Uzui aflojó el agarre y se separó de él finalmente. Quiso darle una bofetada, pero el albino tenía buenos reflejos. Lo miró molesto y chasqueó la lengua. — ¡Eres un maldito imbécil! — se quejó, pisándole fuertemente el pie. Tengen apretó los labios y le soltó la muñeca, lo estaba provocando.

— Sin golpes, niño. Deberías agradecer que no te golpeé y que en vez de eso, te di algo que todo el mundo muere por tener — respondió también molesto. Zenitsu lo miró ofendido. — Desde hoy serás mi novio — eso lo horrorizó.

El rubio miró la nada. ¡Ese fue su primer beso! ¡Su primer maldito beso! Y ese chico se lo había arrebatado así como si nada. ¿Qué demonios le sucedía? ¡Hubiera preferido que lo golpeara! Se ruborizó y lo miró con el ceño fruncido. — ¡Deja de decir estupideces! — exclamó furioso, sorprendiendo al albino. Nadie, en su sano juicio, le gritaba a él. Uzui volvió a acercarse a su rostro, apresando de nuevo sus manos.

— No es porque quiero que seas mi novio, idiota. Fingirás ser mi novio para darle celos a mi hermosa novia, ni te creas. Tú estás en deuda conmigo — susurró en su oído, Zenitsu estaba con una mueca de desagrado, iba decayendo con cada palabra que pronunciaba el albino.

— No, no acepto. No puedes venir a obligarme a hacer algo que no quiero, ¿quién te crees? — ni Zenitsu mismo se podía creer que respondía de ese modo a Uzui Tengen, pero ya estaba harto de los abusos de poder. Los amigos del albino también estaban allí, observándolos en silencio y sorprendiéndose con lo desafiante que se veía el prefecto. Tengen entrecerró los ojos.

— Si no lo haces, arruinaré tu vida — amenazó, con una sonrisa cínica.

— JA. No puedes hacerlo porque mi vida ya está arruinada. Lo que pase, no me importa mucho — respondió tajante, cruzándose de brazos.

— ¿Quién te crees tú para rechazarme de ese modo? ¡¿Qué te pasa?! — Tengen elevó la voz, estaba ofendido. Ese chico estaba mostrando demasiada resistencia, además, hablaba con seguridad y él no lo estaba intimidando para nada. Creyó que era un pollito miedoso.

— Pasa que yo no quiero hacer eso que me pides. ¿Es que no comprendes que no puedes forzarme a nada? Perdón por tener la libertad sobre mis derechos, señor tirano — contestó, descolocando al albino.

— Mira, Zenitsu, tú arruinaste todo esto así que te corresponde hacer esto por mí — lo apuntó con el dedo. — Y si no lo haces, te acosaré como no tienes idea — amenazó, el rubio lo miró hastiado y entornó los ojos.

— Adiooos — se despidió de él, haciéndose a un lado y estirando a sus amigos para marcharse rápidamente de allí, dejando a Uzui enrabietado.

— ¿Quieres que lo golpeemos? — preguntó un compañero suyo, Tengen lo miró frunciendo el ceño.

— No, él aceptará —

— No deberías acosarlo, Tengen, imagínate, seguro ya tiene suficiente con los chicos que lo siguen por los reportes que les hace. — comentó su mejor amigo, Kyojuro. Era él quien coqueteaba con uno de los amigos del rubio. Uzui resopló.

— No hay otra manera. — respondió, colocando sus manos en los bolsillos de su chaqueta. —  Por cierto, ¿me llamó imbécil? — su amigo asintió con una sonrisa divertida. Tengen bufó y negó con la cabeza. Ese chico se creía inalcanzable y se hacía el de rogar.



— Ugh, resultaste ser una copia de tu padre — comentó el azabache, haciendo una mueca de desagrado. Tenma lo miró frunciendo el ceño.

— ¿Perdón? ¿Una copia? ¡Ni siquiera tengo tres novias! — respondió indignado. Yoshiteru levantó una ceja y lo miró incrédulo. El albino estaba muy cerca...

— No, pero eres igual de insistente y acosador — dijo, señalando la hoja. Tenma sonrió ladino y se acercó a su rostro. — ¡Hey! ¡¿Qué haces?! — Yoshiteru se alarmó y alejó su rostro del suyo.

— Al menos si te beso, no será fingido — comentó, ruborizando al azabache, quien le respondió con un golpe en el brazo. — Heyy — se quejó el albino sin borrar su sonrisa.

— No digas tonterías. ¡Era el primer beso de mi papá! Aw, fue raro. — cambió de tema, enfocándose de nuevo en las hojas sueltas. Tenma entornó los ojos.

— Escuchar eso me dieron ganas de besar a alguien, ¿a ti no? — tanteó con una sonrisa divertida. Yoshiteru negó con la cabeza, sin apartar la vista de las hojas. Resopló y se acercó al rostro del azabache para depositar un beso en su mejilla, sobresaltándolo.

— ¡Demonios, Tenma! ¡Te dije que no es una cita! Estamos en medio de algo serio — se quejó, mirándolo molesto, pero con las mejillas sonrosadas. Tenma se enterneció.

— Eres muy frío, Yoshiteru — reclamó. El azabache lo ignoró y volvió a leer.

— 'A partir de ese día comenzaba mi calvario'. Papá era muy exagerado — comentó divertido.

— Ajá. Igual que tú — respondió el albino con una sonrisa burlona. Yoshiteru lo miró serio y continuó.

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