01

—¡Vamos, date prisa!

—¡Espera! Mis zapatos...

La pequeña niña de cabello azabache miró su pie derecho ahora descalzo. Sus sandalias estaban tan desgastadas que una se rompió por la carrera que estaba dando con tal de no llegar tarde a sus clases de pintura.

—Te dije que no aguantarían más —le reprochó su amiga, una niña de cabello color almendra y sonrisa brillante llamada Yujin—. Tienes muchos zapatos pero solo usas esos.

Jiwon se avergonzó ante el comentario de Yujin. Tenía razón. Todos los días ocupaba el mismo par de sandalias sin importar la ocasión, pero había una razón detrás de ello: su hermano mayor se las había obsequiado en su cumpleaños número seis. Sus pies crecieron desde entonces, pero eso no le impedía llevarlos puestos aún si le lastimaban la piel.

—No importa, iré descalza.

—Está bien, solo vámonos antes de que nos castiguen de nuevo.

Jiwon asintió. Cuando estuvo lista para seguir a la pequeña castaña su atención fue captada por un brillo a lo lejos. Venía del instituto para príncipes y miembros reales.

Una niña, quizás de la misma edad, hacía crecer una llama en sus manos.

Jiwon sabía que se trataba de un mago del reino de Otoño, pues ese era su poder elemental, solo que no entendía porqué esa niña de cabello oscuro dominaba las llamas como si nada dado que, hasta donde su escaso conocimiento llegaba, los magos dominaban sus poderes entre la edad de los dieciséis y veinte. ¿Acaso estaba viendo mal?

—¡Jiwon! Creí que venías detrás de mí. Me hiciste regresar desde lejos. Ya vámonos —Yujin gritó en su oído y luego la arrastró llevándola consigo.

Aunque sus clases transcurrieron con normalidad, Jiwon no se sentía normal. No dejó de pensar en la facilidad con la que esa niña manejaba su poder. La había dejado fascinada. Si ella podía, Jiwon también, ¿no? Quería creer que sí.

En cuanto la señorita Jung, la jefa de las damas de compañía que se encargaba de su cuidado, llegó a recogerla para llevarla a casa, Jiwon se encontró a ella misma hablando con entusiasmo sobre aquello que presenció antes. La señorita Jung solo asentía sin decir palabra alguna, asombrada por su comportamiento. Jiwon era una niña de pocas palabras, demasiado penosa para hablar por más de un minuto seguido, pero ahora hablaba como nunca antes. Sin parar un segundo antes de continuar hablando.

Al llegar a casa, después de cambiar su ropa, su madre la llamó. Al parecer tenían invitados y ella debía estar presente como acto de buena educación.

Cuando entró a la sala principal descubrió que sus invitados no eran nada más ni nada menos que la familia real de Otoño; la reina y su hija.

La niña que vio esa mañana estaba ahí. Llevaba puesto un vestido largo de tonos rojizos y tenía unos despampanantes broches de oro y piedras preciosas que adornaban su cabello largo color chocolate.

La reina vestía de una manera aun más lujosa que su hija: un vestido esponjado de muchas faldas con adornos dorados que brillaban con facilidad. En la cabeza portaba una corona y su cabello yacía recogido, sin un pelo fuera de su sitio. Ella miraba a Jiwon con una sonrisa pequeña.

—Ven aquí, Jiwon —su madre llamó. Sonreía de oreja a oreja, cosa que no era tan habitual en casa.

En cuanto Jiwon se colocó al lado de su madre pudo apreciar mejor la imagen de la realeza frente a ella. De pronto creyó que estaba soñando.

—Tanto tiempo sin verte, Jiwon. Mira cuánto has crecido. —La reina definitivamente conocía a Jiwon, pero ella no recordaba haberla visto jamás—. Te presento a mi hija, la princesa Gaeul.

Gaeul.

Todo en ella parecía representar fielmente a su reino, desde su nombre hasta su apariencia.

Si algo era bien sabido, era que cada reino contaba con características especiales que se diferenciaban de cada uno. Así como el clima, la vestimenta y hasta los poderes que poseían los magos.

Jiwon nunca había visitado el reino de Otoño, pero veía a sus magos en el mercado Beomyeogaoul. Se destacaban por sus cabellos oscuros y vestimenta usualmente anaranjada y de varias capas. Eso sin contar la hermosa piedra ámbar que colgaba de sus cuellos en un collar; la piedra que contenía su magia, bueno, solo para los que aprendían la magia, no para los que nacían con ella.

Miró a Gaeul en busca de un collar, pero no había nada. Supuso entonces que ella había nacido con poderes. No le sorprendía tanto, era lo menos que podía esperarse al ser un miembro de la realeza.

Jiwon se preguntaba cómo es que su madre había conocido a la reina de Otoño, pero después de mucha charla descubrió que la reina antes de casarse con el rey era una ciudadana de primavera. Estudió con Dehye (su madre) y eran muy unidas antes de que la reina renunciara a sus poderes de agua y se mudara al reino de Otoño.

—Su alteza, deberíamos dejar que ambas se conozcan —sugirió Dehye, luego dirigiéndose a Jiwon—. Cariño, lleva a su majestad contigo al jardín.

La azabache obedeció sin problema. En realidad le emocionaba poder interactuar con la princesa. A menudo, en el recorrido hacia sus clases de pintura, escuchaba a los pueblerinos hablar de los otros reinos. Pero de todo lo que decían, lo que más destacaba entre el bullicio para ella era: "la princesa de Otoño es la más hermosa de los cuatro reinos", y ahora podía confirmar que estaban en lo cierto, Gaeul era la princesa más bonita que había visto. Bueno, también la única.

—Te vi. —Gaeul se detuvo en el puente que llevaba hacia la palapa—. Hoy por la mañana estabas frente a nuestra escuela.

El rostro de Jiwon enrojeció de la vergüenza. Desvió la mirada, concentrándose en rascar el barandal del puente, marcando su uñas en la superficie de madera.

—Me sorprendió ver a alguien tan pequeño controlar el fuego con sus manos —murmuró.

Gaeul dejó escapar una carcajada. Jiwon se sobresaltó al escucharla.

—Pareces asustada, ¿te doy miedo?

Jiwon negó rápidamente. No quería que la princesa se enojara si admitía que sí le asustaba.

—¿Quieres ser mi amiga? —El semblante de la princesa cambió a uno más amable, manteniendo una sonrisa de labios sellados. La escrutaba con sus grandes ojos oscuros, que Jiwon encontró iguales a los de un ciervo.

La pregunta la tomó por sorpresa. ¿Acaso le agradaba a la princesa? Porque pensó que no era así.

—Yo...

—Si no quieres serlo me lo puedes decir, no tienes que aceptar solo porque soy la princesa. Los otros niños siempre lo hacen porque creen que les haré algo malo si me dicen que no, los escuché decirlo.

Jiwon se sintió mal por Gaeul. Ella no había pasado por algo similar, pero podía imaginarse lo triste que debía ser pasar por esa situación.

—Yo sí quiero. Quiero ser tu amiga —respondió finalmente, dándole una oportunidad a la princesa.

Gaeul sonrió en grande.

Gaeul era una excelente amiga. Comprensiva, amable, respetuosa y, sobre todo, leal.

Unas semanas habían pasado desde que Jiwon la conoció. Se hicieron muy cercanas rápidamente. Algunas veces Gaeul llevaba a Jiwon a sus clases de magia y le enseñaba algunos trucos para pelear.

La familia de Jiwon era de clase alta, sus padres, ambos médicos, provenían de familias adineradas y además obtenían ingresos del negocio de instrumentos musicales que heredaron, que era realmente popular no solo en el reino de Primavera, donde la familia Kim pertenecía, también lo era en el resto de los reinos.

A Jiwon nunca le faltó nada, excepto una chispa en su vida.

Ver a Gaeul ese día hizo su corazón latir con fuerza. Jiwon deseaba hacer lo mismo, quería sentir la adrenalina al usar magia y al pelear en las prácticas. Quería ser fuerte.

Por eso después de sus clases en las tardes, iba a ver a su nueva amiga en acción. Se conformaba con eso.

—¡Jiwon, por aquí! —Gaeul alzó la mano para que pudiera distinguirla entre los demás alumnos.

Jiwon se dirigió a ella con prisa. La clase del manejo del fuego comenzaría en cualquier momento y debía entrar antes de que el profesor cerrara el acceso.

—Hoy es un día importante, tendremos un combate real.

—¿Un combate?

—¡Sí! —exclamó Gaeul visiblemente emocionada.

Jiwon sonrió, contagiada por la contraria. Muy pocas veces tenía la oportunidad de ver a Gaeul tan expresiva, usualmente era una persona callada y tranquila. No era que Gaeul no sonriera para nada, solo que lo hacía muy poco y era tan efímero, la mayor parte del tiempo su expresión era neutral; sin sonreír pero tampoco sin fruncir el ceño. La princesa medía su comportamiento; no se exaltaba, no sobreactuaba. Actuaba con la elegancia de un cisne gracias a su buena educación.

—Lucharemos entre nosotros utilizando lo que hemos aprendido en clase. —Siguió Gaeul, ahora haciendo una pose como si estuviera a punto de pelear con Jiwon.

—Ya quiero verlo. —Jiwon aplaudió.

Cuando el profesor armó las parejas para cada uno, el duelo comenzó. Poco a poco iban avanzando, algunos eran rápidos, otros eran agresivos. Todos los alumnos tenían algo diferente que ofrecer.

Pronto solo quedó una pareja para que Gaeul finalmente se presentara.

El sol brillaba alto en el cielo, y el aire estaba lleno del sonido de las espadas chocando y los gritos de los combatientes.

—¡Minhyuk ha ganado! —anunció el profesor alzando el brazo del susodicho.

El muchacho de cabello rojo dio un grito de felicidad y el resto de compañeros celebraron con él su victoria.

—La siguiente pareja es: su majestad, la princesa Gaeul y Sim Jaeyun.

La princesa Gaeul y Sim Jaeyun se pararon uno frente al otro en el centro del campo de entrenamiento, sus espadas desenvainadas y listas para la lucha. La princesa llevaba su armadura real con orgullo, mientras que Sim Jaeyun llevaba una armadura más ligera que dejaba al descubierto su habilidad con la espada.
La multitud reunida alrededor del campo de entrenamiento observaba con asombro y expectación mientras los dos combatientes se preparaban para la lucha.

Todos pusieron atención, a la expectativa de la siguiente pareja. Que la princesa de su reino luche con alguien muy habilidoso era emocionante.

Sim Jaeyun era muy bien conocido en el reino por sus increíbles dones, desde muy pequeño aprendió a usar la espada y a controlar el poder que nació de él. En cuanto los señores Sim, una pareja bien posicionada, notaron que su hijo estaba logrando grandes cosas a su edad, no dudaron en meterlo a la escuela de Amaux para explotar lo más que pudieran su poder.

Gaeul, por otro lado, llevaba menos tiempo de entrenamiento. Si bien su familia creía que luchar por su reino era lo ideal, dejar ir a su única hija para que hiciera tales actividades como pelear, lastimarse y defenderse por su propia cuenta fue difícil de aceptar.

—¿Están listos? —El profesor se colocó en medio del campo, haciendo distancia con sus brazos.

Ambos asintieron con la cabeza. Parecía que ya estaban teniendo una batalla de miradas. Se notaba la ambición de cada uno.

El profesor hizo una seña, dando por comenzado el combate.

La princesa Gaeul se movió con gracia, su espada cortando el aire con precisión y velocidad. Sim Jaeyun respondió con habilidad, esquivando los golpes de la princesa y contraatacando con movimientos rápidos y fuertes.

Jaeyun, como era de esperarse, utilizó técnicas que requerían mucho conocimiento y que le dieron ventaja. Entre sus manos se formó una bola de fuego que poco después fue en dirección de Gaeul, pero esta la logró esquivar.

Gaeul era ágil, se movía con rapidez y lograba atinar algunos golpes a su contrincante, pero hasta ese momento no había usado sus poderes. Llevó a Jaeyun al suelo, impidiendo que se pusiera de pie al acorralarlo con su espada. Aunque fue por poco tiempo pues Sim se liberó, y parecía que su enojo también se había escapado cuando empujó a la princesa con toda su fuerza y la amenazó con un cuchillo que sacó del bolsillo de su uniforme.

Jiwon no podía seguir viendo aquello, su amiga estaba cansada y herida. Desde el principio no le pareció justo que los emparejaran cuando sus niveles eran completamente diferentes.

—¡Alto! —Jiwon se interpuso cuando se dio cuenta de la intención de Jaeyun de herir a Gaeul.

—¡Jiwon!

Jaeyun lanzó un golpe descuidado. Aunque intentó detenerse, fue tarde. El cuchillo no alcanzó a Gaeul pero sí a Jiwon. Lastimó su muñeca, causando una herida profunda.

—¿Estás herida? —Gaeul la tomó de los hombros, analizando su rostro—. Jiwon, no debiste meterte, sabes que tengo armadura.

—Gaeul...

Jiwon no se dio cuenta de su herida hasta que sintió que algo extraño estaba pasando en su mano. Había una herida en la parte interna de su muñeca. Salía sangre y la sensibilidad de su mano estaba desapareciendo, sintiéndola adormecida. Entonces se desmayó.

La princesa rápidamente llamó a los médicos y les informó de la situación, asegurándose de que Jiwon recibiera la atención médica necesaria.

Cuando Jiwon despertó su cabeza dolía.

Una vez que su vista dejó de ser borrosa, se percató de que Gaeul estaba a su lado, ella con una mirada de preocupación se acercó y tomó su mano con delicadeza.

—Jiwon...

—¿Qué fue lo qué pasó?

—Tu muñeca está herida. El doctor dice que no sentirás los dedos en al menos una semana, pero descuida, volverá a la normalidad.

Al salir de la habitación se encontraron con el profesor de la clase y los demás alumnos, que se aglomeraron a su alrededor cuando las vieron salir. Esperaban a Gaeul.

Algunos invadieron de preguntas a la princesa y otros la felicitaron por su pelea más temprano. Solo unos cuantos preguntaron por el estado de Jiwon. Gaeul tenía muchos admiradores al igual que gente que se preocupaba por ella.

Cuando lograron alejarse de la gente, Gaeul pidió un carruaje para llevarla a casa. La castaña se ofreció a hacerle compañía pues de alguna forma sentía que había sido su culpa que su amiga resultara herida, así que se subió con Jiwon.

—Gaeul, quiero ser como tú —dijo la más alta después de un largo silencio entre ambas.

—¿Qué?

—Eres fuerte, tienes admiradores y mucho amor... Yo quiero eso también. Quiero ser una maga que proteja a su reino, tan valiente. Igual que tú.

Gaeul dejó escapar una risa. No se estaba burlando, más bien, estaba perpleja por la actitud de su amiga. Jiwon había sido herida tras irrumpir en su pelea y ahí estaba, pensando en su futuro en lugar de preocuparse por la cicatriz que quedaría en su muñeca.

Gaeul le acomodó el vendaje antes de hablar.

—Jiwon, serás tan buena como yo.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top